te susurro una historia

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Te susurro una historia Historias que nacen del coraz贸n para llegar al coraz贸n. Historias sencillas pero que encierran parte de mi esencia y de mi ser, y las cuales ofrezco para que sean le铆das y disfrutadas por todos aquellos que sientan curiosidad por conocerlas. Disfrutadlas al leerlas como yo las disfrut茅 al escribirlas.


Te susurro una historia MÂŞ JosĂŠ.

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EL VIAJE DE TRES AMIGOS HACIA XHODON En una lejana comarca habitaban tres familias, las cuales venían de distintas provincias. Ninguna se conocía, dentro de ellas habitaba el amor en la familia. Cada una de las familias tenía un hijo o hija, los cuales por circunstancias de la vida se hicieron inseparables. Se llamaban Aragorn, Rhiannon y Titania. Su vida transcurría feliz, entre juegos. Cada día su amistad se hacía más intensa, eran como uno solo, eran inseparables. Uno de esos días en el que el sol se levantó por el horizonte con esa fuerza con el que él solía aparecer y con el que daba esa energía a la gente de la comarca para emprender sus labores ocurrió algo. Los niños estaban en sus juegos, los mayores en sus tareas cotidianas. En las calles se oía un ajetreo inusual para esa hora del día, la gente estaba contenta, pero en un momento todo cambió, todo se quedó en silencio. De un lado de la calle aparecieron unos hombres montados a caballo, eran hombres extraños, no eran de esa zona. Aragom dejó a las dos niñas con los ojos abiertos cuando echó a correr en dirección hacia ellos, las niñas no daban crédito a lo que estaban viendo, ¿como podía ir Aragom allí? Aragom se acercó a esos hombres, sin miedo no sabía quiénes eran pero no tenía miedo, les infundía confianza. Uno de esos hombres se le acercó, algo le dijo que el niño si prisa cogió las riendas y sin prisas guió al caballero hacia su casa. Una vez allí, el grupo de hombres se presentó. Eran un grupo de guerreros que venían de Xhodon, de hacer campaña y querían descansar por unos días si se lo permitían los ciudadanos de esa comarca. A Aragom cada vez más le intrigaba más esos hombres. El padre de Aragom, Tengwar, los condujo dentro de su modesta casa y les ofreció compartir los pocos víveres que tenían en casa. Tuvieron una agradable velada, hasta altas horas de la noche. Estos guerreros estuvieron contando sus hazañas bélicas, sus saqueos a guardianes, explicando que había varias 3


clases de guardianes, y variaban según su nivel cuanto mayor fuera su nivel mayor era su dificultad de ataque. También estaba el ataque a los palacios de otros guerreros o magos. Todo esto se realizaba para llegar a ser algún día reconocido como el mejor mago o maga de todo Xhodon. Al final de la jornada Aragom tenía una sola idea en la cabeza, “cuando fuera mayor, quería ser como esos hombres” A la mañana siguiente, se levantó pronto y se dirigió hacia uno de ellos que ya se estaba preparando para salir para otro de sus saqueos. No sabía cómo preguntar, y como pudo pronunció estas palabras:” ¿yo podría ser un héroe?” El hombre le miró y le contestó: “muchacho: con fe, con amistad, con compañerismo y sin miedo a lo que ha de venir puedes hacer todo en la vida” Aragom quedó pensativo un momento viendo cómo iban desapareciendo por el camino esos hombres tan misteriosos, entonces dio un brinco y salió corriendo. Corrió todo lo que pudo y llego al centro del pueblo donde se encontraban Titania y Rhiannon que estaban sentadas al lado de la fuente. Les contó todo lo que les habían contado esos hombres y que algún día el iba a ser uno de ellos. Ellas se miraron y no sabían si reírse o no pero sabían que su amigo lo decía de todo corazón así que optaron por no decir nada. Pasaron los días, los meses e incluso los años, los tres niños se hicieron adultos. Aragom tenía la idea más metida en la cabeza y sus amigas lo sabían, él se había dedicado todo ese tiempo a prepararse en el arte de la guerra, Rhiannon se dedicó al arte de mando y no se le daba mal tenía un don para eso. Rhiannon siempre estaba preparada para lo que fuera para ser la primera. La gente la tenía como a un modelo a seguir, siempre le preguntaban si esto estaba bien o no o cómo había que hacerlo, en cambio Titania era toda dulzura, por donde pasaba radiaba alegría, la gente decía que nada más verla les alegraba el día. Los tres formaban un grupo al que algunos envidiaban, eran totalmente opuestos pero a la vez se compenetraban.

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Un día, estaban los tres amigos descansando a la orilla del rio, Titania estaba recostada sobre la hierba, Aragom andaba lanzando piedras al río y Rhiannon estaba recostada sobre un árbol, en ese momento Aragom dejo de lanzar piedras y se dirigió hacia sus amigas, “hoy es el día, es el día en el que partiré”, las dos se miraron e incorporándose al unísono y sin mirarse contestaron “nosotras vamos contigo”. Se dirigieron hacia sus casas para preparar el viaje y despedirse de sus respectivas familias. El viaje iba a ser largo y duro no sabían a que iban a enfrentarse. En el primer día de viaje se encontraron con la mayor tormenta jamás vista por ellos, no tenían sitio donde resguardarse hasta que en un momento de lucidez de ese pánico que les inundó en un momento dado, se les ofreció una imagen en la que ellos no se habían percatado, había una apertura en una roca. Como pudieron llegaron y entraron. Hicieron una hoguera con algunas ramas y hojas que encontraron para calentarse y secar sus ropas. Del puro cansancio terminaron dormidos los tres. “Aragom”, soy el Gran Dragón, sé de tu interés por ser un mago. Puedes llegar a serlo, he visto en tu interior y eres puro. Puedes llegar a ser uno de los mejores magos de la historia de Xhodon. Por tu pureza te concedo el don de la magia de la luz. Tienes a tu lado dos compañeras a las que doto con el don de la luz, que te acompañarán en tu camino. Uníos en el camino de la luz y gobernar vuestros palacios con sabiduría.” Aragom se despertó de un sobresalto, fue todo un sueño, el Gran Dragón le había hablado en un sueño. Se encontró a su lado a Titania y a Rhiannon profundamente dormidas., él dejó que siguieran durmiendo y fue a buscar algo para desayunar. Cuando volvió se encontró que ya estaban despiertas y que habían encendido el fuego. Se sentaron alrededor de la fogata, Rhiannon y Titania se miraron extrañadas de que su amigo estuviera tan callado. Titania fue la primera que preguntó, ¿Qué es lo que pasa, Aragom? ¿Ha ocurrido algo? Aragom la miró y no sabía cómo contarles lo que había ocurrido la noche anterior. Al final, cogiendo aire y mirando a sus amigas empezó a contarles su sueño. Cuando acabó su relato las dos amigas callaron un momento y asintieron al 5


mismo tiempo, aceptamos lo que nos ofrece el Gran Dragón, esperamos ser dignas de esa bendición. En ese momento una gran luz cegadora iluminó la entrada de la cueva, los tres amigos no pudieron por más que taparse los ojos con ambas manos, y una suave voz sonó en sus oídos “aquí tenéis para cada uno un Huevo de Dragón para que fundéis vuestro Árbol de la Vida, donde estará vuestro Palacio, donde produciréis vuestros recursos y donde daréis cobijo a vuestras criaturas cuando no estén en ninguna batalla. Y así sin más desapareció. Rhiannon fue la primera en reaccionar y fue la primera en coger el huevo, era más pequeño de lo que ella pensaba, estaba caliente, parecía que tenía vida dentro. Seguida de ella fue Titania que con dulzura lo cogió y lo acaricio y lo resguardo en una bolsa que tenía y finalmente fue Aragom, que con mano firme lo sujeto y lo miro fijamente, lo guardo en un saco y dijo: “el destino ya esta forjado”, en ese momento Rhiannon le miro y le contestó “no, el destino nos lo forjamos nosotros”. Los tres se miraron y salieron de la cueva. Al salir de la cueva se abrazaron y los tres echaron por caminos diferentes, sus vidas estaban ligadas, siempre lo iban a estar. Fundaron un Gremio de Luz, una hermandad de hermanos. Siempre estaban para ayudarse en cualquier momento, para eso están los amigos y los hermanos. Ellos son un ejemplo en todo el reino de Xhodon, gobiernan sus palacios con sabiduría y acatan las normas establecidas para todos los habitantes del reino.

BATALLA ENTRE SOMBRA Y LUZ Eran las cinco de la tarde y Rethar paseaba contemplando la zona donde se situaría la estatua del héroe cuando llegó un mensaje previniéndole de un ataque a su palacio. Preso del pánico fue a mandarles una petición de ayuda a su Gremio por medio de sus más fieles compañeras, las hadas. Al recibir esta misiva el Gremio en pleno se pone en acción. Un Gremio de la oscuridad no puede permitir ser atacado por un Gremio de la Luz, no se puede consentir. 6


Se reúne el consejo, pero casi todos están en otras guerras y no pueden llegar a tiempo, sólo dos están cerca y pueden llegar a tiempo. Androth y Saruman. Los dos parten de inmediato. Mientras, en el palacio de Rethar todo está preparándose, los pegasos preparados, cargados con todas las materias listos para partir y ponerlos a buen recaudo. Las tropas bien preparadas, duendes, centauros, hadas, sacerdotes, todos en sus puestos, deseosos que llegue el momento de la batalla. En el horizonte se ve la estela de humo que levantan los carros de las tropas de Androth y Saruman, en el palacio se produce un fuerte regocijo al ver como compañeros de su mismo credo van en su ayuda. Al llegar, Androth y Saruman son recibidos con vítores y un jubiloso Rethar les da un caluroso abrazo agradeciéndole su ayuda. Después de todo este agradecimiento se produce un absoluto silencio a la espera de la llegada del ataque. Todos están agazapados, en sus puestos. Lo que ellos no saben es que su enemigo los contempla desde la colina, ultimando los últimos detalles del ataque. La primera decisión que toma es mandar un espía para saber cuánta tropa tienen, pero la contienda le sale mal. En el palacio todo es regocijo por esta pequeña victoria. Aunque aún le queda la más dura. Todos se miran esperando una reacción de su jefe, Rothar, pero él esta impasible, no se mueve. Rothar parece estar inmerso en sus pensamientos, pero no lo está, está pendiente de su adversario sabe lo que va hacer, sus movimientos. Está a la espera. Androth y Saruman lo observan, se miran y asienten. Llega la hora, todo está dispuesto, la batalla va a dar comienzo. Se produce un choque entre dos grandes ejércitos, ambos bandos son grandes guerreros. Los tiradores de arco élfico lanzan sus flechas, las hadas de fuego lanzan su fuego bélico, las centauras histéricas con sus arcos y flechas disparando sin parar, un continuo ir y venir de cascos, etc. La contienda llega a su fin, no hay muchas perdidas por ambas partes y el adversario no ha conseguido llevarse su preciado botín. Rothar y su ejército celebran esa noche su victoria con sus invitados. Al día siguiente, los maestros del Gremio felicitaron a Rothar por ganar la batalla y le propusieron como maestro. Todos los miembros del Gremio celebraron con alegría el nuevo puesto de Rothat. Desde ese día, se convirtió en un buen consejero para aquellos que lo necesitaban y un buen jefe cumplidor de las normas del Reino de Xhodon.

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LOS CARNAVALES EN XHODON Llegan los Carnavales y los mandatarios de Xhodon quieren organizar una fiesta por todo el reino, por ello mandan como emisarias a sus más fieles sirvientes, las Hadas de Tormenta. Veloces surcan los cielos del reino pregonando la noticia, para que los ciudadanos vayan preparando los festejos. Por todo el reino se produce un alboroto de alegría por el festejo. Cada cual tiene mil ideas para adornar su palacio. Los unicornios corren de un lado para otro cargados de adornos para decorar el árbol, la fuente o el patio. Los duendes no paran de hacer diabluras, de corretear por entre las piernas de los gigantes árbol que de vez en cuando dan un traspiés y caen de bruces creando una risotada general. Pero el ambiente en si es jovial, todo el mundo se divierte. Los guerreros de hielo se entretienen en abrillantar sus armaduras para que resplandezcan al mundo Xhodon con un brillo más azulado, los niños del poder juegan a pasarse la pelota junto a la Fuente Bélica, los elfos magos pasean de aquí para allá manteniendo el orden si se puede decir que lo consiguen porque la excitación que existe en los corazones de los habitantes no se puede contener ni con una de sus intensas miradas. Las hadas de fuego dan un toque de color a los palacios con su fuego bélico, los sacerdotes de guerra, dentro de los palacios están creando recetas nuevas para deleitar a los habitantes del reino. Los semigigantes cantores preparan canciones para deleitar los oídos de sus compañeros y los gigantes árbol vigilan la llegada de los ciudadanos del reino para recibirlos como se merecen. Ya llega la noche, todo parece estar preparado. Todos están en el Patio de Palacio y a los alrededores de la Fuente Bélica. Todo es alegría. Se pueden ver a los centauro histérica hablar con los enanos con hacha de doble filo a los troles lanzadores de piedra riéndose a carcajadas por algo que les ha contado algún enano que blande el hacha, o algún centauro salvaje hablando muy animadamente con un tirador de arco élfico. Todo Xhodon está celebrando carnaval y la organización está satisfecha de cómo ha quedado todo. Todos están felices.

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UNA VIDA Ana abrió suavemente los ojos, estaba todo oscuro y en silencio, sólo se oía un pequeño silbido a su lado. Quiso girarse pero ese impulso que antaño le hacía darse la vuelta y acurrucarse junto a él se había borrado de su mente. ¿Qué pasó? Se preguntó, pero de golpe dio un meneo de cabeza y se dijo para sí misma, ya no tiene remedio. Se fue a la cocina y se preparo un café con unas tostadas. Miró hacia la calle, hacía un buen día. El sol iluminaba el cielo, a Ana siempre le había gustado mirar el cielo, recordó que de pequeña se recostaba en el sofá que había en la habitación de su hermana justo debajo de una ventana y ahí pasaba horas contemplando pasar las nubes. Imaginaba que volaba entre las nubes, les daba formas. Otras veces cogía su cuaderno y sus acuarelas y comenzaba a pintar, donde quedó todo aquello, pensó. Su vida había sido normal, como la de todas las niñas. Vivía en un pueblecito donde todo el mundo se conocía y más a su familia por el negocio de su padre. Tenía dos hermanas Teresa y Maika, Ana era la pequeña y la más rebelde. Su vida transcurría con juegos, del colegio a casa, como todos los niños de esa época. Ana creció y conoció a Raúl. No era de ese pueblo, había ido hacer una visita a unos parientes lejanos, entablaron amistad enseguida. Poco a poco esa amistad se convirtió en algo más o eso pensó Ana. Ella en su interior quería salir de su pueblo y Raúl era su salida. La relación siguió y se hicieron novios, así duraron unos cuatro años hasta que Raúl dijo que ya era hora que formalizaran la situación, que él tenía un trabajo fijo y que pondrían casarse ya. Los padres de Ana se alegraron mucho por ellos. En un año todo estuvo preparado, eligieron las invitaciones, hablaron con el cura, con el florista, con el organista, reservaron restaurante, con el fotógrafo, hicieron la prueba del vestido y de la peluquería, y un sin fin de cosas que hay que hacer antes de una boda. Por fin llegó el día de la boda, Ana estaba resplandeciente. Los invitados, familiares y amigos en la iglesia esperando la llegada de Ana. Raúl está esperando en la entrada de la iglesia, cuando llega el coche que trae a Ana, el sonríe y se acerca a abrir la puerta para que ella pueda salir. Ella sonríe al verle y agarra a su padre del brazo que la introduce dentro de la iglesia seguidos de Raúl y su madre. Ya dentro de la iglesia procede la ceremonia. Terminada la ceremonia todos se dirigen al restaurante a celebrar con los novios y ahí terminan hasta altas horas de la noche. Luego se dirigen hacia el hotel a descansar, ya que al día siguiente salen hacia el viaje de novios.

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El viaje empieza a ser divertido, Ana conoce sitios preciosos. Nunca había salido de su pueblo, y le encanta ver nuevos paisajes, gente nueva, edificios antiguos etc. Van en grupo con otras parejas recién casadas, y ellas se apuntan a excursiones y les animan para que vayan con ellos pero Raúl dice que no, que él no se gasta dinero en esas tonterías. Ana no insiste y se dirige hacia el hotel. Y así todo el viaje. Sólo se podía hacer lo que Raúl quería. El viaje acaba. Llegan a su nueva casa y a su nueva vida. Lejos de su familia. Ana empieza a sentirse realmente sola, Raúl parece que sólo vive para el trabajo. Empiezan a llegar los hijos y Ana se vuelca en ellos vive sólo para ellos. Los años pasan y entre ella y Raúl la comunicación es nula, los hijos han crecido, ya no la necesitan, por lo que vuelve a sentirse sola y vuelve a preguntarse qué es lo que ha hecho en la vida. Mira a su alrededor y no ve nada. Los días pasan de largo y todo sigue igual todo en su sitio. Se mira en el espejo y ve esas pequeñas arrugas que van apareciendo que a la vez la hacen algo más atractiva que antes. Esa mañana algo es diferente, no sabe el qué, pero lo siente dentro. Va al cuarto de baño, se da una ducha. Se arregla, se pone unos vaqueros, un jersey de cuello vuelto y una botas altas. Se mira en el espejo, se pone un poco de colorete, se pinta los labios, sonríe y se dice a sí misma: “Hoy soy feliz”. Coge un chaquetón y sale a la calle con los ojos llenos de alegría.

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LAS AMIGAS Eran las cinco de la tarde y como siempre María estaba sentada en el sofá que estaba cerca de la ventana. Se levantó y fue a prepararse un café a la cocina. Al dirigirse hacia la cocina, María pensó ¡siempre la misma rutina! Se sentó a tomarse el café y se puso a pensar en que tenía que llamar a Rosa, a aquella amiga que hacia tanto tiempo que no llamaba. Siempre se decía, hoy tengo que llamarla pero un día por otro lo iba dejando. Cuando acabó el café, se dirigió al salón y cogió el teléfono. Marcó el número de Rosa y esperó a que sonara ese timbre que siempre la ponía nerviosa porque no sabía qué o quién iba a contestar la llamada. De pronto sonó una voz suave preguntado que quien llamaba, María, con voz firme dijo: ¿Rosa, eres tú? Soy María. Detrás del auricular se oyó un grito alegre ¡María, cuánto tiempo! Qué alegría. ¿Cómo estás? María se alegró de que su amiga reaccionara así ya que hacía mucho tiempo que la tenía muy abandonada. Después de estar un buen rato hablando quedaron para el día siguiente para tomar un café. A la mañana siguiente María estaba muy animada, hizo las tareas de casa más animada que nunca y se preparo para la cita de la tarde con su amiga. Pensó, de qué hablarían, hacía mucho tiempo que no se veían y tendrían que contarse muchas cosas. Llegó la hora de salir y se puso nerviosa, pensó lo tonta que era, que era como una chiquilla, pero bueno estaba feliz por volver a ver a su amiga. Cogió el autobús y la dejo cerca de donde había quedado con Rosa, fue dando un paseo ya que llegaba con tiempo, se entretuvo mirando escaparates y cerca de la hora se dirigió hacia la cafetería. Al entrar a la cafetería, Rosa aun no había llegado y decidió sentarse en una mesa que daba a la puerta. Un camarero se le acercó para ver que deseaba y se pidió un café. Se sintió algo incomoda no le gustaba estar sola en una cafetería y deseó que Rosa no tardara mucho en llegar. El camarero regresó con el café y la cuenta. A María, esto le sacaba de quicio, parecía que le daban la cuenta como diciendo, págame antes de tomarte el café. Empezó a darle vueltas al café con la cucharilla cada vez se estaba poniendo más nerviosa, Rosa no llegaba. En ese momento se abrió la puerta de la cafetería y entró Rosa sonriendo y disculpándose por llegar tarde, pero no había encontrado aparcamiento. Se acercó a ella y le dio dos besos, se sentó a su lado y llamó al camarero. El camarero se acercó y miró a Rosa esperando que pidiera, esta lo miró y se quedó un momento pensando,” umm, vamos a ver quiero un menta poleo, por favor”, el camarero se fue hacia la barra. 12


Bueno, dijo por fin Rosa, pues si que has tardado en llamar hija, ya pensaba que te habías olvidado de mi. María algo incomoda no sabía que responder, sabía que Rosa llevaba razón, se había hecho a la comodidad y ya no salía como antes. Sí tienes razón, dijo María, perdona pero ya sabes cómo soy, cuando entro en casa me da pereza volver a salir y me acomodo en el sofá y ya no hay quien me saque. Pues eso hay que solucionarlo, le dijo Rosa, ahora que te has decidido a llamarme, esto hay que repetirlo y más a menudo. Llegó el camarero con la menta poleo de Rosa y la correspondiente cuenta y ella se le quedo mirándolo y le pregunto (ante la atenta mirada de María): ¿oye perdona te tengo que pagar la menta poleo antes de tomármelo o después de tomármelo? El camarero se le queda mirando y le contesta no señora cuando usted quiera, pero eso sí, antes de marcharse, claro está. María que en ese momento estaba dando un sorbo de su café le da un ataque de risa y mira a Rosa como diciendo, ¿como has podido decirle eso al camarero? Las dos se echan a reír y la gente que está cerca de su mesa las mira y se ríen también. Rosa le dice a María, hija si no fuera por estos ratos. Así estuvieron hasta bien entrada la tarde, contándose lo que les había ocurrido este tiempo atrás en el que no se habían visto. María tenía poco que contar pero Rosa tenía un sin fin de historias, le gustaba viajar y había hecho muchos viajes. Llegó la hora de despedirse, pero antes se prometieron que volverían a quedar otro día, que no volverían a dejar que la relación se desvaneciera por vaguería. María volvió a casa contenta de haber vuelto a ver a Rosa, estaba como siempre. Se prometió que no volvería a dejar a las amistades de un lado, que a partir de ahora tendrían un lugar importante en su vida y que aprovecharía cada minuto de su tiempo.

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LEYENDA DE XHODON En una de las praderas en las que se asienta el Castillo del mago Aithor, se agrupaban un día sus tropas en merecido descanso. Ahí se podían ver a los pegasos pastar y beber de un riachuelo cercano. A los enanos que blande el hacha conversar animadamente con los centauros, los troles haciendo competiciones a ver quién era el que lanzaba más lejos las piedras, las serpientes Midgard dándose un relajante baño en el riachuelo. También se podían ver un poco apartados a los Tiradores de Arco Elfico, haciendo alguna competición de tiro, se podía ver también algún sacerdote de guerra estudiar su libro de magia. Pero lo que ninguno de ellos se dio cuenta fue que dos de sus compañeros, un Elfo Mago y un Hada de Fuego se iban separando lentamente del grupo por separado. Muy cerca de allí, se extiende una arboleda muy espesa. El sol se está poniendo y hace un juego de luces y sombras al pasar por entre los arboles el hada de fuego. Esta se dirige hacia un lado de la arboleda donde se distingue una sombra, es el elfo mago. El la está esperando. Nadie sabe de esta reunión. No es la primera que han tenido, hace tiempo que se ven en secreto. Hasta sus más íntimos amigos no saben de esa amistad, no lo entenderían. Cuando llega junto a él se funden con la mirada, sólo pueden mirarse, ya que con el fuego bélico le causaría daño a su amado, pero con ella le dice todo el amor que siente por él. Llevan mucho tiempo manteniendo en secreto esta relación y el hada de fuego cada día que pasa está más inquieta, le gustaría decírselo a todos, pero ella sabe que no puede. El la contempla, ve lo bella que está con ese vestido color rojo fuego parece inofensiva provoca cogerla y darle protección pero no, es fuerte más de lo que nadie se imagina. Ella lo mira y le sonríe dulcemente. Empiezan a dar un paseo por la arboleda llevando cuidado de que sus compañeros no los vean, aunque hay momentos en los que se sienten tan tranquilos que se confían y se despreocupan. En unos de esos momentos en los que están los dos paseando y hablando de un futuro no se dan cuentan que han salido de la protección de la arboleda y que les pueden ver los compañeros. Ya ha entrado la noche, y el fuego bélico del hada no ayuda a ocultarlos, a lo lejos, algunos niños del poder que quedan sin recogerse observan la luz que sale de la arboleda. Los niños salieron corriendo en dirección hacia la arboleda para ver lo que era esa luz, cuando vieron lo que menos se esperaban. Encontraron al hada de fuego y al elfo mago, juntos y vieron en sus caras algo que no pudieron entender. Se miraron entre ellos 14


y volvieron a mirar a la pareja preguntando con la mirada que es lo que hacían ahí solos, pero al no obtener respuesta optaron por ir a palacio a dar la noticia de lo que habían descubierto. En el palacio no fue bien recibida la noticia. Mientras tanto, el hada de fuego y el elfo mago iban en dirección a palacio pensando una explicación, ¿que es lo que dirían? En el palacio mientras tanto la noticia se estaba pasando de boca en boca, hasta que llego a oídos del mago Aithor. Quiso recibirlos en cuanto estuvieron en palacio. Los recibió en el Patio de palacio, donde podrían pasear mientras conversaban. Cuando llegaron los dos, fueron recibidos por uno de los sacerdotes de guerra que los condujo hasta donde estaba Aithor, lo encontraron a un lado del patio, estaba sumido en sus pensamientos y no se dio cuenta de su llegada. Los dos permanecieron inmóviles esperando una reprimenda de su benefactor, lo apreciaban, era un buen jefe, se preocupaba por ellos. Aithor, dejo sus pensamientos y se dirigió hacia donde estaban ellos y con voz firme y a su pesar les dijo que esa relación debía acabarse en ese instante o traería consecuencias en un futuro. El elfo mago hizo amago de decir algo pero alzó la mano para que se mantuviera callado y siguiera escuchando. Sé que lo vuestro es verdadero amor se os ve en vuestro rostro, en vuestros ojos, pero ¿no os dais cuenta que es imposible? ¿Qué nunca podréis estar juntos? ¿Qué nunca podréis consagrar vuestro amor? Los dos se miraron y asintieron, sabían perfectamente que llevaba toda la razón. Entonces el hada de fuego adelantándose unos pasos le preguntó, ¿Qué podemos hacer con este sentimiento?, es más fuerte que nosotros. Aithor la contempló, la tenía delante con lagrimas en los ojos, no sabía qué decirle cómo consolarla pero tenía que ser firme hacerles entender ¡pero cómo! Eran seres especiales, estaban en este mundo por alguna razón. Tenían una fuerza y una voluntad absoluta, ella con su imagen voluble era fuerte y de gran ayuda en la defensa en el palacio tenia templanza de diosa y el elfo mago aunque tenía apariencia débil era en realidad la criatura más poderosa del reino, se podía contar con ellos en todo momento. Aithor los miró y con un asentimiento de cabeza le hizo que se retiraran, los dos se miraron y con una reverencia se retiraron. Ellos sabrían lo que tendrían que hacer. Los dos fueron a la Fuente Bélica y allí se prometieron amor eterno dándose el primer y último beso de amor.

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El elfo mago desapareció con el fuego bélico al instante de recibir el beso y el hada de fuego se extinguió su llama al introducirse en la fuente Bélica. Esta es la historia que se cuenta por todo Xhodon desde tiempos inmemorables.

COMENZAR DE NUEVO Eran las seis de las mañana y aún no había podido conciliar el sueño. Empezó a mirar atrás, y no supo ni cómo ni cuándo pudo llegar hasta ese momento. Todo empezó con un cúmulo de mentiras y más mentiras, que él mismo fue creando. Ahora al mirar atrás se dio cuenta de lo que tenía y de lo que había dejado atrás. Había hecho daño sin darse cuenta o sabiéndolo no lo sabía ni él mismo, se arrepentía pero no sabía cómo solucionarlo. Se sentía solo, viejo. Ya no le llenaba nada de lo que le rodeaba, ni los amigos que le insistían que saliera con ellos para ir de copas. Veía a sus hijos jugar en el parque, se sentaba en un banco y los contemplaba ir y venir en sus juegos, pero ya no era lo mismo que antes. Sus pensamientos se iban a esas mentiras que fueron creándose en su cabeza y que él mismo fue creyéndose. No sabía cómo actuar, como justificarse, el caso que no tenía justificación. ¿Qué sentirían esas personas? Cómo era posible haber hecho tanto mal, y a su propia familia. Su familia no se había enterado de nada, ¿estaban ciegos? Un día en el que estaba sentado en un banco de un parque ensimismado en sus pensamientos, se sentó cerca de él un anciano. El notó su presencia e incómodo se movió a un lado pero no hizo intención de levantarse. El anciano no movió ni un solo músculo; se quedó allí quieto con la mirada fija a un punto y al rato de estar ahí le preguntó, ¿te preocupa algo, hijo? Te veo cabizbajo. El, lo miró con cara de asombro, sin saber qué decir. ¿De qué le conocía ese anciano? ¿Y por qué le hablaba así? El anciano le miró, su mirada reflejaba serenidad. Y empezó hablarle, ¿llevas mucho tiempo viniendo por aquí? no te había visto nunca, sabes, me gusta venir a echarles de comer a las palomas. Creo que es el ave más bella, me transmiten paz, deberías darles de comer, y le ofreció trocitos de pan para que se las diera. El alargó la mano y cogió algunos trocitos de una mano arrugada pero a su vez firme, el anciano sonrió y se entretuvieron un rato echándole de comer a las palomas y observándolas. Entonces el anciano volvió a preguntar, ¿qué es lo que te preocupa? Deberías estar feliz, eres joven con toda una vida por delante, con una familia que te quiere, que te espera en casa cada vez que terminas tu jornada.

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Él lo miro y negó con la cabeza, no, no tengo nada, lo he perdido todo y todo por mi culpa. Lo he echado todo a perder. Hice daño a mucha gente por ser un tonto y no apreciar lo que tenía. El anciano asintió y mirándolo le dijo, todos cometemos errores en la vida, no hay nadie que vaya por la vida sin cometer errores. Ahora lo que tienes que hacer es intentar solucionar lo que has hecho. ¿Y cómo conseguirlo? Me odian. Yo mismo me odio. ¿Tan grave es lo que has hecho? No imagino lo que has podido hacer, muchacho. No me diga muchacho, no lo soy y tampoco me siento. Lo que he hecho no es de hombres. Jugué con los sentimientos de las personas, robé, ¿qué más quiere? Arruiné la vida de mucha gente, incluida la mía y la de mi familia. El anciano, se le acercó y poniendo la mano en su hombro le dijo “todo tiene solución, ya verás como la encuentras”. El negó una y otra vez, no veía la solución a todo el mal que había hecho. El anciano seguía sonriéndole y él no comprendía el porqué de esa sonrisa. En ese momento el anciano se levantó y le dijo, “ven, vamos a dar un paseo”, empezaron a andar por el parque y se acercaron a un estanque que había cerca, en el había patos y algunos cisnes. Los dos se entretuvieron mirándolos algunos minutos. “son bellos ¿verdad?, tienen libertad pero a la vez están en una jaula, no pueden salir de esta prisión que les ha impuesto el hombre”. Dejaron a un lado el estanque y siguieron por el paseo sin pronunciar ninguno de los dos ninguna palabra. El anciano andaba despacio parecía que tenía problemas al caminar pero a la vez se le veía un hombre con mucha fortaleza, él lo miraba de vez en cuando y no entendía cómo era ese hombre de aspecto tan extraño. En ese momento el anciano se detuvo y le dijo, tú te estás poniendo una prisión de la cual no sabes salir. Tu culpabilidad es tu prisión y eso no te deja volar, disfrutar de la vida, de tu familia. ¿Y cómo puedo, según usted, salir de esta prisión? El anciano se le quedó mirando. Tienes que ayudarte a ti mismo antes que ayudar a los que arruinaste, libérate de esa prisión y cuando te hayas liberado estarás en disposición de ayudarlos, mientras que estés en ella no podrás. Pasaron varias horas hablando y entrada la tarde el anciano le deseó buena suerte, tenía que marcharse pero antes de eso quiso quedar con él para tener noticias y saber si lo había conseguido, quedaron en ello para el mes siguiente y se verían en el mismo lugar y a la misma hora. El volvió a su casa con el propósito de mejorar pero con la incertidumbre de no saber cómo hacerlo. Se dedicó todo el mes recopilando datos, llamando por teléfono, escribiendo cartas e incluso haciendo visitas a las personas que había hecho tanto daño, al principio le costó 17


dar la cara, pero a medida que iban pasando los días un sentimiento de paz iba aflorando en su interior. Se sentía bien, ver cómo esa gente recuperaba lo suyo le reconfortaba y poco a poco su vida volvía a ser la de siempre. Su familia lo notó más alegre, sus hijos volvieron a disfrutar de su padre, los amigos volvieron a tener al amigo de siempre que estaba dispuesto a echarles una mano en todo y que estaba el primero en todas las fiestas. Llegó la fecha en la que debía encontrarse con ese hombre tan extraño, al cual debía agradecer el cambio de su vida, ya que sin sus consejos su vida no hubiese tomado ese rumbo. Salió de casa por la tarde y se dirigió hacia el parque con ganas de ver al anciano. ¿Se alegraría del rumbo que había tomado su vida? Claro que sí, si él había sido el que le había guiado por el camino. No sabía nada del anciano y en cambio parecía que el anciano lo sabía todo de él, era todo un misterio. Se dirigió hacia el parque y cogió el camino hacia donde se encontró con el anciano la primera vez, se sentó en el banco y miró a ambos lados del paseo. Había mucha gente paseando, hacía una buena tarde y la gente había salido a tomar el sol, las madres con los niños, las parejas paseaban cogidas de las manos. El se dedicó a mirar las palomas y recordó el día que estuvo dándoles de comer con el anciano, la verdad que le tranquilizaba verlas. Se iba haciendo la hora del encuentro, se encontraba a gusto, hacía calor y estaba deseando tener una conversación con el anciano. Sólo había hablado una vez con él pero era como si hubiese hablado muchas veces, le transmitía confianza, sentía que podía contarle sus más íntimos secretos, estaba inquieto, no llegaba. Apareció una muchacha a lo lejos, él la miró y volvió a dirigir la mirada hacia las palomas. No sabía el porqué pero empezó a oír el ruido de los tacones de la muchacha que se iban acercándose, a medida que se acercaban se preguntaba si se sentaría a su lado. Al llegar a su lado, la muchacha se sentó y le dijo “perdone, creo que había quedado con mi abuelo”, él no ha podido venir. Bueno puedo venir otro día, me gustaría contarle cómo me ha ido este mes, gracias a él mi vida ha cambiado. La muchacha inclinó la cabeza y se le escaparon unas lágrimas. Mi abuelo no podrá venir, murió esa misma tarde al llegar a casa, pero antes de morir me contó su historia y me hizo prometerle que vendría a verle y comprobar que usted había logrado su propósito. Se sentía satisfecho de haber podido ayudar a alguien en sus últimos momentos, sabía que le quedaba poco y salió ese día a la calle para encontrar un alma que pudiera ayudar y esa fue la suya. El agradeció a la muchacha que hubiese ido a decirle lo de su abuelo y

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lamentaba lo ocurrido, que aquellos momentos no los olvidaría nunca, siempre los llevaría consigo y ofreciéndole la mano se despidió de ella. De camino a casa no podía evitar pensar en ese anciano, en cómo sus palabras le habían cambiado la vida y por primera vez desde hacía mucho tiempo brotaron en sus ojos unas lágrimas.

CARNAVAL Llegaba la época de más alegría en el pueblo. Todo el mundo se preparaba para la fiesta, llegaban los Carnavales. Pequeños y grandes esperaban todo el año para que llegaran estas fechas. A primeros de año, las madres se reunían para hacer los disfraces de sus pequeños, los colegios organizaban concursos para seleccionar el mejor disfraz para representar al colegio en la gran cabalgata. Las floristerías preparaban grandes pedidos para esas fechas. Todo tenía que estar preparado. En las afueras, en el polígono tenían una gran nave donde conservaban las carrozas de un año para otro. Ahí se juntaron los organizadores de los festejos para ver en qué condiciones estaban, por si necesitaban algún arreglo. Allí se juntaron, Juan el carpintero un manitas, Pedro el pintor del pueblo, Pablo el electricista y Ricardo el concejal de festejos. Todos estuvieron de acuerdo en que no estaban muy mal, algún que otro retoque pero no habría que gastar mucho ese año en arreglos. Cuando hubieron terminado, cerraron todo y salieron en dirección hacia el pueblo para dar los últimos retoques a la organización. Cada cual cogió su coche y se dirigieron hacia la salida del polígono. Pedro fue el primero en salir por la rotonda en dirección hacia el pueblo seguido de Ricardo, Juan se quedó un poco rezagado ya que justo al entrar al coche recibió una llamada al móvil. Era de un cliente que le urgía verle ya que necesitaba unos arreglos urgentes en su tienda. Quedó con él en que en media hora estaría en su tienda para ver lo que tendría que hacer. Subió al coche y se puso en camino hacia la salida del polígono. Al llegar a la salida tuvo que parar y en ese momento le volvieron a llamar por teléfono. Le llamaba Ricardo preguntándole si llegaba pronto al punto de reunión, que ya estaban él y Pedro. El, confiado como siempre que iba en el coche decidió salir hacia la rotonda no dándose cuenta que en ese momento venia una motocicleta a toda velocidad. Fue un instante, sólo un instante, un golpe y todo se oscureció. Cuando despertó no sabía 19


que es lo que estaba pasando, a su alrededor veía gente que no había visto nunca, él quería hablar pero no podía pronunciar palabra alguna, no salía sonido alguno de su garganta. Volvió a cerrar los ojos y a volver abrirlos se encontró en una habitación, estaba en el hospital. No sabía lo que le había pasado. Allí se encontró a su mujer y a sus hijos sentados junto a la cama, con las caras muy serias y de haber estado llorando. Cuando se dieron cuenta de que había despertado se abalanzaron a abrazarle. Le contaron que había estado varios días en coma y que había sufrido un grave accidente de coche. Que a causa de su manía de coger el teléfono cuando conducía no se dio cuenta y se chocó contra una motocicleta. El preguntó qué es lo que le había pasado al otro conductor y la familia no sabía cómo decírselo ya que los médicos les dijeron que no era conveniente darle malas noticias cuando despertara. El otro conductor había muerto en el acto. El los miró y supo enseguida lo que había pasado y lloró desconsoladamente, por culpa suya había muerto una persona. Su familia no sabía cómo consolarlo. Pablo, fue el único que estuvo todo ese tiempo que estuvo convaleciente, le ayudo en su rehabilitación física y mental. Fue una gran ayuda. Todos los días llegaba con una sonrisa en la cara, le contaba cómo iban los preparativos y si tenía alguna duda le preguntaba a Juan que era lo que tenía que hacer ya que él era el que se había hecho cargo de su trabajo. Juan se lo agradecía ya que le hacía participe de la organización aunque estuviera allí. Fueron dos duras semanas, pero con ayuda de Pedro, Juan empezó a levantarse de la cama y a dar sus primeros pasos. A medida que el pudo salir, empezaron a dar pequeños paseos por los pasillos y a dar largas charlas. Pedro se convirtió en su paño de lágrimas, era como si con él pudiera contarle todo lo que le pasaba. Empezó a recordar lo del accidente y Pedro le decía que eso era bueno, que recordara y que hablara de lo ocurrido con él y con su familia, que no lo dejara para él. Las fechas que todos esperaban estaban a punto de llegar, en las calles se oían el bullicio de la gente, las risas de los niños. Juan desde su habitación los oía reír e intentaba animarse pero no podía. El oía las palabras de Pedro en su cabeza, “debes hablar de esto con alguien, con tu familia, conmigo, sabes que yo siempre estoy aquí para lo que me necesites. Pero tienes que abrirte, decir lo que sientes”, pero cómo decir lo que sentía, como decir que quería estar en el lugar de la persona a la que él le había quitado la vida. No quería ni pensar como estaría esa familia por su culpa. Los médicos le decían que estaba evolucionando favorablemente y que muy pronto podría irse para casa. Pero él sabía que aunque su cuerpo mejorara su espíritu no, no se perdonaría nunca lo que había hecho.

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Llegó el día en que le tenían que dar el alta, su familia fue a recogerle al hospital. Todos estaban contentos de que por fin pudiera regresar a casa. Al llegar el momento de dejar la habitación se detuvo un momento en la puerta y respiró hondo, su mujer lo cogió con dulzura del brazo y le acarició la cara y le dijo “Juan estamos aquí, no lo olvides”, el la miró y la besó en la frente. Cuando salían del hospital la calle estaba en pleno apogeo. La gente estaba colocándose para ver la cabalgata de los carnavales, los vendedores de globos paseaban por las calles, habían carritos de chuches y palomitas, niños y jóvenes disfrazados. Se oía música por ambos lados de la calle. Juan flaqueó un momento pero su mujer se le acercó y le agarró del brazo, bajaron las escaleras en dirección al aparcamiento para coger el coche, pero él le dijo que quería contemplar un momento la alegría y la despreocupación de esas personas. Su mujer se apartó un poco y lo dejó unos minutos, lo contempló algo preocupada pero con la sensación de que todo saldría bien. En ese momento llegó Pedro con su sonrisa de siempre, contento de que por fin su amigo saliera del hospital, y acercándose a Juan le dio un fuerte abrazo devolviéndolo de sus pensamientos. ¿Has visto lo bonito que ha quedado todo? Este año nos hemos lucido. Todo el pueblo ha participado, pequeños y grandes. Después de estar un rato contemplando la escena, decidieron que era hora de coger el coche y dirigirse a casa ya que a Juan no le convenía tanta excitación. Se dirigieron hacia el aparcamiento y Pedro los acompañó hasta el coche, cuando llegaron el se despidió y les dijo que al día siguiente les haría una visita. Montaron en el coche y salieron del aparcamiento y echaron por la avenida principal ya que aún no estaba cortada y era la única carretera que conducía hacia su casa. El miraba desde la ventanilla y contemplaba a la gente, lo feliz que estaba y se acordó de esa familia. El seguía ahí, debía hacer algo, ponerse en contacto con ellos, pedir perdón. Tardaron en llegar ya que las calles estaban abarrotadas y en cada momento tenían que parar el coche, pero por fin llegaron. Al llegar a casa Juan le dijo a su mujer al día siguiente tenía que ponerse en contacto con la familia de la persona que había muerto en el accidente, su mujer quiso convencerle de que no lo hiciera pero no hubo manera y no insistió. Quedaron en ir al día siguiente al hospital para que le dieran la dirección y poder ponerse en contacto. A la mañana siguiente Juan y su mujer se dirigieron hacia el hospital para preguntar la dirección de esa persona pero allí les dijeron que no les estaba permitido dar esa información, él estaba desesperado, tenía que conseguirla. El médico le dijo que esa misma tarde había una misa de difuntos en la iglesia del pueblo, que preguntara allí. 21


Pasaron la mañana dando vueltas por el pueblo e incluso comieron en un restaurante y a las cinco de la tarde fueron a la iglesia para hablar con el cura. Al entrar en la iglesia encontraron a Don Rafael, el sacerdote del pueblo, preparando la eucaristía de esa tarde. El los recibió con una sonrisa, tenía una dulce voz que transmitía serenidad, “¿en qué puedo ayudarles? Juan, titubeó un momento, pero al final tomando aire empezó a contar su historia. Don Rafael, empezó a escuchar y amablemente lo invitó a sentarse en un banco de la iglesia y escuchó atentamente hasta que Juan contó todo lo que tenía que decirle. Cuando Juan acabó de hablar, Don Rafael permaneció callado un momento y le miró como mira un padre a un hijo. Le dijo, “hijo, yo puedo ponerte en contacto con la familia que buscas, pero antes quiero preguntarte una cosa. ¿Estás convencido de que quieres verlos? Piensa que la pena que tú tienes es su pena, tu pena es la de pensar que por ti se ha perdido una vida y la de ellos, es que han perdido una parte de ellos. Para ayudarlos primero tienes que ayudarte tú, aquí me tienes para lo que pueda ayudarte. Dios está en ti, en tu familia, aférrate a ellos. Cuando estés preparado yo mismo iré contigo a visitar a la familia. Juan se fue a casa con la sensación de no haber conseguido nada. Esa tarde se la pasó sentado en el sillón sumido en sus pensamientos hasta la hora de la cena. Se juntaron por primera vez desde el accidente, toda la familia. Fue una cena muy agradable, los niños se divirtieron y los mayores pasaron una velada con los que más querían. Juan vio por primera vez desde el accidente el gran tesoro que tenía a su lado, comprendió lo que el párroco le había dicho, tenía delante algo por lo que luchar algo por lo que dejar atrás la angustia que le oprimía, seguir insistiendo en conocer a las personas que en su día fueron el tesoro de su víctima no lograría aliviarle, le produciría mas desazón, y a ellos más rencor y odio al ver que él se encontraba perfectamente. Comprendió lo que el cura quería decirle y como si un interruptor hubiera encendido una luz interior la alegría retornó a su ser y comenzó de nuevo a vivir la vida, a disfrutar de los suyos. A la mañana siguiente, al despertarse, Juan dio las gracias por poder disfrutar de un nuevo día y de estar rodeado de la gente a la que más quería.

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ROSA Adela, era una niña que vivía en las afueras de la ciudad junto con sus padres y sus hermanos. Era una niña querida por todos, sus hermanos la adoraban igual que sus padres, tenía unos ojos angelicales, azules como el cielo y un pelo rubio que al reflejarse el sol en el le resaltaba más los rasgos de su cara. Tenía una piel fina y suave y se ruborizaba a la menor ocasión con lo que más atractivo se hacían sus encantos. Adela tenía una institutriz, Celeste. Adoraba a la niña. Esta había estado en la familia toda la vida, había criado al padre de Adela y a los hermanos de ésta. El padre quiso contratar a otra persona cuando nació Adela pero Celeste quiso encargase ella. El padre, Adolfo, quería a Celeste como a una madre y no quiso negarle esa petición pero le preocupaba la edad de Celeste y esperó el momento oportuno para relevarla. Un día Adolfo se dirigió al centro de la ciudad al edificio donde se encontraba el periódico local para poner un anuncio para contratar una institutriz. Allí le dijeron que esa misma tarde saldría publicada la noticia. Esa misma tarde reunió a Celeste y Adela para decirles que había puesto un anuncio para encontrar a alguien que pudiera atender las necesidades de ésta. Adela comenzó a llorar, no quería a nadie que no fuera Celeste que cuidara de ella y Celeste se lo tomó muy mal, y le dijo a Adolfo “yo puedo perfectamente cuidar de Adela”, “Celeste,! sé que puedes¡, pero creo que ya es hora de que descanses, vas a estar con ellas todo el tiempo que quieras pero sin obligaciones, eres como su abuela, vas a ser su abuela, de ahora en adelante y como tal vas a ser tratada y vas a portarte. Deja que otra persona, haga el trabajo que hacías tú antes”. A la semana siguiente Adolfo tuvo algunas entrevistas con algunas jóvenes, Celeste siempre estaba presente en ellas y le daba al final su impresión, si le gustaba o no, hasta que al final llegó una joven en la que Celeste vio algo que le gustó, su forma de estar, su mirada y sobre todo cómo trato a Adela. Se llamaba Rosa y quedaron que la llamarían en un par de días. Rosa se hospedaba en una pequeña pensión que había en el barrio obrero de la ciudad, era lo único que había podido encontrar con el poco dinero que había traído. Hacía poco que había llegado de un pueblo costero donde dejo a su anciana madre, con la esperanza de que en la ciudad podría encontrar trabajo para ayudarla. Su padre había muerto hacía varios años y las dos subsistían de las ayudas de algunos vecinos, ya que el pueblo era sólo de pescadores y en casa no había ningún hombre para que las mantuviera. Una mañana llamaron a su puerta y cuando abrió se encontró con un cochero que le traía una carta de parte del señor Rich, en ella le decía que si estaba conforme con los detalles descritos en la carta la esperaría a la tarde para firmar el contrato. Ella le dijo al cochero que la esperase un momento. Mientras el cochero la esperaba en la calle ella 23


metió las pocas posesiones que tenía en una pequeña maleta, antes de salir de la habitación miro a su alrededor y sonrió, pensó que las cosas empezarían a mejorar. Mientras se dirigían hacia la casa ella contemplaba el paisaje, pasaron por un camino que estaba repleto de almendros en flor y se dio cuenta que el final del sendero daba a la entrada de la casa de los Rich. El coche paró en la puerta principal de la casa y en ese momento salió a recibirla Adolfo, la ayudó a bajar del coche mientras el cochero bajaba la maleta y la depositaba en el suelo. Adolfo le dio la bienvenida a su nueva casa y la invitó a pasar. Cuando entró en la casa se sorprendió con lo que vio, ella había pensado en algo mas ostentoso ya que la familia era una de las más ricas de la ciudad pero encontró algo muy diferente, sí que se notaba el rango de su posición en la sociedad pero a la vez sencillez en los detalles. Allí encontró a Celeste y cogida de su mano estaba Adela que la miraba con dulzura. Adela se acercó a Rosa y la saludó con una sonrisa tímida y cogiéndola de la mano la acompañó hacia su habitación. Cuando llegaron vio una estancia bien iluminada con grandes ventanales, la cama estaba a un lado de la estancia, estaba decorada con colores claros lo cual hacían que pareciera más grande aún. Rosa la contemplaba en silencio cuando Adela se le acercó y le preguntó,” ¿le gusta la habitación, es de su agrado? Si no le gusta algo podemos cambiarlo.” “No, no sí me gusta, pero no estoy acostumbrada a tanto lujo. Con una pequeña habitación habría bastado, gracias”. Adela se alegró de que le gustara ya que fue ella la que decoró la habitación y estaba preocupada de que a la nueva institutriz no le gustase. Se la quedó mirando y pensó que intentaría conocer a aquella mujer de mirada dulce y hacerse su amiga. Pasaron las semanas y Rosa fue adaptándose a la vida cotidiana de la casa. Pasaba las mañanas con Adela y por las tardes daba largos paseos con Celeste por los jardines que rodeaban la casa. A medida que pasaban los días la amistad se iba afianzando. Rosa escribía todos los días a su madre y cada vez que podía mandaba algo de dinero para ayudarla. Una tarde estaba sentada en el jardín descansando, cuando llegó Adela corriendo llena de alegría. Iba a celebrarse una fiesta esa misma semana en casa y la dejaban asistir. Adela estaba feliz se la veía radiante era su primer baile, ya tenía 15 años y a esa edad las jovencitas eran presentadas en sociedad. Adela quiso que Rosa la ayudara a elegir el vestido que luciría el día de la fiesta y quedaron que al día siguiente irían a la ciudad a la tienda más elegante a elegir el nuevo vestido e incluso elegirían uno para Rosa ya que ella también asistiría al baile. Al día siguiente las dos se dirigieron al centro de la ciudad, fueron directamente a la mejor tienda. Al llegar les atendió un señor muy amable, iba elegantemente vestido y escuchó atentamente todas las explicaciones de Adela de cómo quería el vestido. Empezó a tomar medidas y cuando terminó las guió al mostrador para enseñarles las nuevas telas que acababa de recibir. Adela se entretuvo en mirarlas mientras Rosa vio una que le 24


gustó, era de un estampado muy claro y de tacto muy suave, al verla Adela se le acercó y le dijo” quédatela, esta será para ti, será para tu vestido”. Mientras el dueño de la tienda atendía a Adela otro empleado tomaba medidas a Rosa para hacerle el vestido. Cuando acabaron en la tienda las dos salieron en dirección hacia un restaurante que había cerca, el camarero que salió a recibirlas las acompañó a una pequeña mesa que había libre en un rincón de un gran salón. Las dos tomaron una taza de té y una porción de tarta y comentaron cómo sería la fiesta, ninguna de las dos había asistido a ninguna. Llegó el día de la fiesta y las dos pasaron la mañana muy nerviosas. Intentaron distraerse con algo, leyendo libros, dando paseos por los jardines e incluso Rosa le contó a Adela alguna aventura que le ocurrió cuando era pequeña, pero e incluso a ella misma los pensamientos se le iban hacia la fiesta. A la hora del almuerzo comieron muy poco, las dos estaban muy nerviosas para probar bocado. Los hermanos de Adela sonreían al verla tan nerviosa y se sentían orgullosos de ver en lo que se había convertido su joven y hermosa hermana. Llegó la hora de la fiesta y ambas estaban en sus respectivas habitaciones terminando de arreglarse. Arturo y Eduardo, dos de los hermanos de Adela fueron a llamarlas para acompañarlas al salón donde se celebraría la fiesta. Arturo fue el encargado de ir a por Adela, cuando llamó a la puerta oyó como una voz dulce le contestaba que entrase y al abrir la puerta se encontró con Adela elegantemente vestida, parecía mayor y se sintió orgulloso de ser su acompañante esa noche. Eduardo fue el encargado de acompañar a Rosa. Cuando llego a la puerta llamó suavemente y con voz firme dijo “¿Señorita Rosa, está usted preparada? Vengo para acompañarla al salón de baile.” En ese momento se abrió la puerta y se encontró una imagen que nunca olvidaría. Rosa estaba radiante. Se acercó a ella y le ofreció el brazo, ella paso su mano sobre él y salieron hacia las escaleras en dirección hacia el salón de baile. Comenzaron a bajar las escaleras y el notó que ella apretaba su brazo con su mano y acercándole la suya le dijo “no tema señorita Rosa, estaré todo el tiempo con usted si usted quiere. Esta noche está usted preciosa”. Ella lo miro y le agradeció sus palabras con una sonrisa que a él le pareció la cosa más bella que había visto en su vida. Al final de la escalera los esperaban Adela y su hermano Arturo. Ambos quedaron sorprendidos al ver a Rosa, Adela se le acercó a y le cogió de la mano y dándole un beso le dijo “¡Está preciosa! esta noche seremos las estrellas del baile”. Ambas se cogieron del brazo de sus respectivos acompañantes y se dirigieron hacia el salón, donde estaban ya todos los invitados disfrutando de una agradable velada. Cuando entraron en el salón el padre de Adela se les acercó y les deseó una agradable velada y les encargó a Eduardo y Arturo que cuidaran de ellas durante ésta. Arturo y Eduardo acompañaron a Rosa y Adela hacia un rincón del salón donde había un pequeño sillón para que tomaran asiento mientras ellos iban a por algo de bebida. 25


Mientras ellos iban a por las bebidas ellas miraban como las parejas danzaban al ritmo de la música, Adela estaba extasiada con los bailes, mientras Rosa no paraba de frotarse las manos. Se quitó uno de los guantes y empezó a pasarlo de una mano a otra, era lo único que la calmaba. De pronto oyó una voz que le decía, “no me gustaría ser ese guante” ella se dio la vuelta y era Eduardo que le ofrecía un vaso de limonada. Ella le sonrió y le dijo “¿se nota mucho que estoy nerviosa?, un poco, pero es normal, le dijo él. ¿Quiere que salgamos a dar un paseo, a ver si se calma un poco? Salieron a los jardines de la casa, hacia una noche clara, la luna iluminaba los jardines. Comenzaron a caminar y ninguno de los dos se atrevía a dar el primer paso para comenzar la conversación. Así estuvieron un rato largo hasta que llegaron cerca de un estanque y se detuvieron, entonces Eduardo dirigiéndose a ella le dijo “Rosa, ¿me permites que te tutee?, ella inclinando la cabeza le dio a entender que sí y el prosiguió, Rosa hace tiempo que estoy sintiendo algo que me he negado a mi mismo a creer, pero esta noche me he dado cuenta que es inútil negarlo. Siento algo por ti y me gustaría saber si soy correspondido” Rosa lo miró con cara de sorpresa, su corazón latía con fuerza y le daba miedo que él pudiera oírlo. Desde que entrara en la casa al cuidado de Adela un sentimiento había crecido en ella, no había hablado mucho con él pero sus atenciones con ella y las pocas conversaciones que habían tenido la habían unido poco a poco a él sin ella darse cuenta. Ahora se daba cuenta de lo que era ese sentimiento. Ella se le acercó y le miró a la cara por primera vez, era la primera vez que se atrevía a mirarlo de frente sin temor siempre lo miraba de escondidas, cuando estaba con Adela o cuando lo veía jugando con sus hermanos pequeños. Se quedaron los dos unos momentos en silencio, que para Rosa fueron eternos y sin poder remediarlo Eduardo se acercó suavemente y le dio un tierno beso en los labios, pero el cual le indicó todo lo que él sentía hacia ella y al que ella correspondió. Quedaron un corto tiempo abrazados pero para ellos fue intenso hasta que Eduardo consiguió decir “¿Por qué hemos esperado tanto? Sabiendo lo que sentíamos ambos, yo no podía pensar en ser correspondido por ti siempre te encontraba distante, no me mirabas. No sabía hasta este momento lo que sentía hacia ti, tú eres el hijo del señor de la casa y yo una pobre chica que entró al servicio en tu casa. No me importa, te amo y en cuanto pueda se lo diré a mi padre, mañana mismo si tú quieres. Los dos se dirigieron hacia el salón de baile, allí se encontraron Adela rodeada de admiradores pidiéndole un baile, ella parecía estar disfrutando y Arturo revoloteaba alrededor intentando salvar a su hermana de tantos admiradores. Rosa y Eduardo sonrieron al ver la escena y se dirigieron hacia donde ellos estaban. Adela dejó el grupo en cuanto los vio acercarse y les preguntó donde se habían metido estaba disfrutando de la noche y quería compartirla con Rosa. Adela le dijo que si se encontraba bien ya que la notaba algo excitada, Rosa le dijo que estaba bien solo un poco acalorada del paseo que había dado con Eduardo por los jardines, que se le pasaría en cuanto pudiera tomar algún refresco. Arturo fue de inmediato a por uno y llegó con él para dárselo a Rosa que se lo agradeció con una sonrisa. Cuando recobró el color de sus mejillas Arturo la invitó a bailar.

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Mientras bailaban Arturo la miraba con dudas y le preguntó si su hermano se había atrevido a decirle lo que sentía por ella, Rosa quiso parar de bailar pero Arturo la seguía sujetando de la cintura con firmeza obligándola a seguir bailando. Perdone si soy incorrecto pero hace tiempo que sé los sentimientos que mi hermano tiene hacia usted, no me entienda mal, estoy a favor nunca he visto a mi hermano con esa alegría que he visto en estos últimos meses, me gustaría saber si usted le corresponde. A Rosa no le salían las palabras no pensaba que fuese tan evidente lo de Eduardo, ¿Por qué no se dio cuenta ella, de lo que sentía?, Arturo le preguntó si ya habían decidido cuando se lo iban a decir a su padre y le dijo que no se preocupase por la reacción de él. Cuando acabó el baile se acercaron donde estaban Adela y Eduardo que mantenían una conversación con uno de los invitados. El baile acabó a altas horas de la noche y ambas estaban muy excitadas para dormir, se quedaron un rato en la habitación de Rosa hablando sobre lo bien que se lo habían pasado esa noche, al cabo de un rato ambas se fueron a dormir. Rosa pasó el resto de la noche pensando en cómo se tomaría la noticia el señor Rich cuando Eduardo le anunciara los sentimientos hacia ella. El cansancio de esa noche la pudo y la sumió a un sueño profundo. A la mañana siguiente se levantó con una sensación rara, ¿había sido sólo un sueño? Estaba raramente tranquila no sabía el porqué pero se sentía confiada. Se levantó de la cama y se arregló para bajar a desayunar, allí se encontró a toda la familia sentada en la gran mesa, les gustaba desayunar juntos compartir los pequeños momentos, eso era lo que más le gustaba a Rosa de esa familia, para ser una familia de la gran sociedad de la época no se parecía en nada a ellas. A los señores Rich les gustaba estar con sus hijos, disfrutar de cada momento del día de ellos, en cuanto podían dejar sus obligaciones siempre tenían tiempo para ellos. Rosa se sentó al lado de Adela y dejó que le sirvieran el desayuno, no sabía el porqué pero estaba hambrienta. Al acabar de desayunar ella y Adela se dirigían hacia la habitación donde le impartía clases cuando Eduardo se les acercó y le comunicó que esa misma mañana hablaría con su padre. Adela los miró con cara interrogante pero no quiso preguntar, la mañana la pasó con cierta incertidumbre sabía que pasaba algo pero no sabía el qué. Eduardo se dirigió hacia el despacho donde su padre se ocupaba de sus asuntos matinales, golpeó con decisión la puerta y entró sin esperar una respuesta de su padre. Se encontró a su padre como siempre, sentado en la mesa del despacho firmando algunos documentos, su padre levantó la mirada y lo miró interrogante, sabía que Eduardo no actuaba así por lo que imaginó que algo importante le pasaba a su hijo. Dejó a un lado los papeles y levantándose se dirigió hacia él, ¿Qué pasa Eduardo? Te encuentro algo preocupado. Padre tengo algo que decirte, es algo importante para mí algo que he querido evitar pero no he podido, al revés se ha ido reforzando día a día. Eduardo, hijo, dime lo que te pasa me estás preocupando. Padre, siento algo por la señorita Rosa, no me digas cómo ha pasado pero ha pasado he intentado que no sucediera ya no por mí sino por ella. 27


El señor Rich se quedó mirándolo y se dirigió hacia el estudio a sentarse, se sentó y se encendió una pipa y quedó callado unos instantes. Eduardo lo miraba con impaciencia esperaba alguna reacción por su parte, pero no, estaba allí sentado contemplándolo. Su padre lo miró y le dijo “espero que estés seguro de tus sentimientos, he llegado a apreciar a la señorita Rosa y no me gustaría que fuese un pasatiempo para ti. Ella viene de una clase en la que ha tenido que luchar para sobrevivir y a ti te lo han dado todo, ¿estás seguro? Sólo te lo voy a preguntar una vez. Sí padre estoy seguro y ella me corresponde. Me gustaría hablar antes con ella quisiera saber cómo son sus sentimientos”. Eduardo salió del despacho en busca de Rosa, la encontró con Adela en los jardines de la casa cortando flores para adornar algunos jarrones en cuanto ella lo vio le dio las tijeras a Adela y se apresuró a ir al encuentro de Eduardo. Él le contó la conversación que había tenido con su padre y que éste quería hablar con ella antes de tomar una decisión. “Tienes que ir hablar con él, te está esperando” ella le miró con los ojos abiertos y se dirigió hacia la casa. Adela miró interrogante a su hermano y él le sonrió y le dijo “tranquila son buenas noticias, espero que te alegres cuando te enteres”. Adela se le quedó mirando pensativa, ¿Qué es lo que pasaba, porque no le contaban? Rosa se situó enfrente de la puerta el corazón le palpitaba muy fuerte y cogiendo fuerzas llamó a la puerta, en ese momento se oyó al señor Rich diciendo que entrara, ella abrió el picaporte con suavidad y al entrar lo vio delante del escritorio con el rostro serio. “Rosa acércate tenemos que hablar. Él le indicó que se sentara en la silla que había cerca del escritorio y dirigiéndose hacia su sillón la miró con gesto preocupado. Me ha contado Eduardo lo referente a ustedes dos, mire Rosa soy una persona muy adelantada a mi tiempo y no pongo objeciones a su relación pero quiero que usted esté convencida en el mundo que va a entrar. Al cabo de un rato Rosa salió del estudio y se dirigía hacia los jardines cuando se encontró a Celeste que le preguntó qué es lo que está pasando, ella le contó lo que había hablado con el señor y que había aceptado a la petición que Eduardo le había propuesto. Celeste se alegró mucho por ambos, los quería como si fuesen sus hijos y se alegraba de que Rosa por fin fuese feliz. Ambas salieron a los jardines donde esperaban Adela y Eduardo, éste dejó lo que estaba haciendo y se acercó a ellas. Rosa llegaba con una sonrisa sus ojos tenían un brillo especial Eduardo no pudo por mas y la abrazo dándole un beso. Adela se acercó corriendo y los miró con cara de asombro, los dos empezaron a reírse Celeste se sumió a la risa y Adela no conseguía saber porqué estaban así “¿alguien me puede explicar lo que pasa? Los miraba a los tres para ver quién le daba una explicación”. Al final fue Celeste la que le contó lo que estaba sucediendo y lo contenta que estaba por ambos. Adela empezó a darles abrazos y a llorar de la alegría, se alegraba de verdad por ambos. Pasaron varios meses y en la mansión se estaban haciendo los preparativos de la boda. Quedaban pocas semanas para la celebración y todos andaban de aquí para allá, Adela y su madre se dedicaron de lleno a Rosa a elegir la tela del vestido de novia, el 28


ramo de flores, etc. Rosa las dejaba hacer disfrutaba viéndolas con sus idas y venidas. Llegó la fecha de la boda y todo estaba preparado, a Eduardo no lo dejaron ver a Rosa en esa última semana siempre la tenían acaparada su madre y Adela quería verla deseaba que llegara la hora en que los dos por fin pudieran estar juntos. El estaba en su habitación terminando de arreglarse cuando su padre llamó a la puerta. “¿Puedo entrar? Si, pasa estoy acabando. ¿Querías algo? Hijo, hoy vas a comenzar una nueva vida, te deseo lo mejor a ti y a Rosa que vuestra vida en común os llene de felicidad. Padre no es necesario que digas nada pero te lo agradezco, sé que hasta ahora no has estado convencido de esta unión pero te prometo hacer feliz a Rosa. Por cierto ¿llegó mi regalo para ella? Sí, Celeste está ahora con ella, no queremos que Rosa la vea hasta el último momento. Gracias, padre”. Mientras en la habitación de Rosa no paraban de entrar y salir sirvientas, Adela y su madre. Rosa parecía que estaba en una nube, esos últimos meses habían sido un sueño y pensó que ojalá estuviese su madre ahí para acompañarla, era el día más feliz de su vida y le hubiese gustado compartirlo con ella pero era ya muy anciana y el viaje hubiese sido muy cansado para ella. Todo estaba ya listo quedaban ya pocas horas para la celebración y Rosa se quedó sola en la habitación esperando que su futuro suegro, el señor Rich, fuera a recogerla para llevarla al altar. Se sentó cerca de la ventana mirando cómo estaba el jardín de decorado, se iba a celebrar la ceremonia allí y ya empezaban a llegar los invitados ella no conocía a nadie todos eran de la alta nobleza y se preguntaba si algún día la aceptarían en ese círculo tan cerrado como era la alta aristocracia. En ese momento entró Adela y se le acercó “Rosa, no te preocupes en cuanto te conozcan te querrán como te queremos nosotros y te respetarán. Me alegra que entres a formar parte de la familia y si me permites me gustaría tratarte como a una hermana de ahora en adelante. Has sabido ganarte el cariño de todos con tu dulzura y tu bondad”. En ese momento llamaron a la puerta y era su padre que venía a por Rosa “¿estas lista? Sí ya lo estoy.” Adela le dio un beso y un abrazo y dijo que los esperaría abajo. Rosa y su futuro suegro salieron de la habitación y se encaminaron hacia las escaleras, allí estaban esperándolos el resto de la familia. Cuando bajaron se encaminaron hacia los jardines donde ya le estaba esperando Eduardo al lado del cura. La ceremonia fue sencilla y todos los invitados comentaron lo felices que se les veían a los novios cuando hubo terminado la celebración todos se encaminaron hacia el banquete en uno de los grandes salones de la gran mansión. Cuando se dirigían hacia allí los novios Eduardo le dijo a Rosa “tengo una sorpresa para ti, hemos tenido que guardar el secreto. Hoy es tu día y quería que fuese completamente feliz”, Rosa lo miró con cara de asombro “¿qué más puedo pedir?, mira, le dijo Eduardo. Rosa miró hacia la dirección que le indicaba Eduardo y vio a Celeste que iba acompañada de una mujer ya entrada en años elegantemente vestida pero no comprendió hasta que fueron acercándose. Rosa vio a su anciana madre elegantemente vestida que la sonreía “Eduardo ahora sí que es el día más feliz de mi vida, me has dado el regalo más grande que podrías haberme dado, te quiero cariño”. Y dándole un beso fue a recibir con lágrimas a su querida madre.

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ENAMORADOS Estaban los dos frente a frente sólo se miraban, con los ojos se lo decían todo no hacía falta palabras. La única luz que iluminaba la estancia era la de la chimenea, sentados frente a ella y con una copa de vino disfrutaban de una velada tranquila olvidando la rutina del día. Ella se acerco más a él apoyando su cabeza contra su hombro, le gustaba sentirse arropada por él sentía que todo su mundo estaba protegido cuando estaba con él. El la acercó con suavidad y comenzó acariciarle el cabello. Llevaban juntos cuatro años y seguían sintiendo lo mismo que el primer día, lo único que a ella le apenaba era no poder darle un hijo a él, sabía que lo deseaba tanto pero por más que lo intentaban no conseguía quedarse en cinta, ella lo adoraba y quería complacerle en todo aunque en eso no podía y la apenaba. Ahora ya era imposible le habían dado una terrible noticia que le partía el alma, todo iba a terminar. Esa maldita enfermedad les arrebataba lo mucho que tenían, él ya no estaría ahí para consolarla, no estaría cuando llegara del trabajo para contarle cómo le había ido el día. Porque la vida era tan injusta, porque le quitaba lo mucho que quería. Lo miró y le acarició la cara esa cara que en un tiempo dejaría de ver y sentir. Vio que tenía algo en la mano, era una carta de un médico que hacía varios meses habían ido a consultar, no se atrevían abrirla ¿para qué? Siempre era la misma respuesta “lo sentimos pero esta vez no ha podido quedarse en estado”. Los dos contemplaron la carta y él decidió abrirla en ese momento, ella con un movimiento de mano le insinuó que no la abriera pero el deslizando sus manos y comenzó abrirla. En ella se les notificaba que las pruebas eran positivas, estaba encinta. La vida se llevaba lo más bello que tenía pero le traía algo que sería parte de él y parte de ella algo a lo que ella le daría todo el amor que ya no podría darle a él. Los dos miraron la carta con alegría por fin lo habían conseguido, tener una pequeña parte de los dos en una personita que iba creciendo dentro de ella, era más de lo que podrían soñar. El la besó como si fuese la primera vez que lo hacía con una pasión que no se había apagado desde hacía tantos años, lloró por no estar con ella en ese momento tan especial, lloró por no poder vivir con ella esa vida que le quitaba poder compartir todo. Pero todo estaba bien, allí estaban los dos enamorados como el primer día y festejando el gran acontecimiento, los dos se sumieron en un abrazo eterno y dejaron escapar sus instintos ahí frente a la chimenea donde habían pasado tantas horas. Ahora sólo tenían el momento, mañana sería otro día, otro día diferente porque aunque la vida se lo llevara parte de él seguiría en ella.

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UN DIA CUALQUIERA Ahí estaba él, delante de la pizarra, dando la clase y mientras la daba pensaba, ““¡míralos qué caras! No se están enterando de nada, algunos me miran con cara de “no me estoy enterando de na”. Pero mira que son, ¿en que estarán pensando? Y esa muchacha que no para de mover la cabeza y repetir todo lo que digo, parece que tiene un tic nervioso, ¡me pone nervioso! Al final terminó haciendo los mismos espasmos que ella. ¡Dios no, lo que me faltaba! Bueno intentaré no mirarla”. Intentó seguir la clase como pudo. Cuando terminó de exponer se fue directo al ordenador para que pudieran poner en práctica lo que les había explicado. “Encender los ordenadores, por favor, vamos hacer un ejercicio”. Todos empezaron a moverse en sus asientos y se empezó a oír el pitido del encendido, empezó a pasar unas hojas con el ejercicio que tenía previsto hacer, los alumnos la cogían con cara de “¿Qué pretende este hombre que hagamos con esto?”. Se sentó en la silla y empezó a explicar lo que tendrían que hacer, no quería mirarlos pero en uno de esos momentos en que levantó la mirada vio a una alumna completamente roja e intentando no reír. Ella se dio cuenta de que la estaba mirando y se escondió detrás de la pantalla del ordenador, ¿de qué se estaba riendo? Miró hacia donde ella miraba y se encontró con algo que le hizo contener la risa, se encontró con otra alumna que miraba a su compañera muy seria, llevaba puestos dos lápices en la boca y era como si estuviese imitando una morsa, no sabía dónde meterse la tenía delante mirándolo con los ojos muy abiertos y con los dos lápices en la boca, no decía nada sólo miraba. El no podía más y entonces fue cuando miró a la muchacha del tic que empezó a preguntarle cosas sobre el ejercicio, eso lo remató. Allí estaba ella pequeñita con los movimientos de cabeza y la compañera que se sentaba delante llorando de un ataque de risa. El empezó a reír a carcajadas, no pudo más, los alumnos lo veían como diciendo “a este le ha dado algo, ¿de qué se ríe? Todos miraban hacia la dirección que el miraba y vieron a las dos compañeras, era un cuadro verlas, una estaba muerta de risa y la otra cada vez que hablaba más movimientos hacía, parecía que le estuviese dando un ataque. Todos empezaron a reír a carcajadas, no sabían el porqué pero como dicen, la risa es contagiosa, y toda la clase terminó riendo, menos la muchacha que seguía con los espasmos. Al final como pudo dejo de reír y puso algo de orden en la clase y siguió hasta que terminó la clase sin poder mirar a los alumnos por miedo a encontrarse alguno haciendo algo. Cuando se hizo la hora se despidió de los alumnos hasta el día siguiente y se fue a la sala de profesores y se encontró con una compañera que le pregunto qué es lo que había pasado en su hora que se había oído muchas risas. Él le contó lo ocurrido y se rieron los dos un buen rato, su compañera le dijo “piensa que esto no va a ser ni la primera vez ni la última vez que te suceda, no sabes con lo que te van a salir los alumnos en clase”. Solo piensa en hacer las clases más amenas para que ellos no se aburran, intenta que todos participen y recuerda que no todo en la vida es seriedad, de vez en cuando hay que poner algo de alegría en la vida cotidiana, hacer que los que te rodean se sientan felices”.

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EL CHICO DE LAS CONCHAS Allí, sentada contemplaba el mar le gustaba oír el sonido de las olas, la relajaba. Hacia un día soleado ya se comenzaba a notar la llegada de la primavera y corría una ligera brisa que le acariciaba la cara. Comenzó a pensar en lo que había pasado ese último año, quería que todo se borrara pero siempre había algo que se lo recordaba. Habían pasado muchas cosas que le desagradaban pero gracias a lo que pasó encontró algo de luz en todo aquello, encontró personas que la ayudaron a salir poco a poco de todo aquello que la perturbaba. Personas que con el tiempo se convirtieron en grandes amigos, personas que le dieron el apoyo incondicional y desinteresado. Contempló a unos niños que jugaban con una cometa y pensó que le gustaría ser como esa cometa, volar libre sin tropezarse con nada pero era imposible había cosas que no se podían hacer por eso le gustaba volar con la imaginación, imaginarse en otra situación en otro lugar. Paso varias horas ahí sola contemplando a los niños, viendo a la gente que paseaba por la orilla de la playa. Estaba absorta en sus pensamientos cuando oyó unos pasos que se acercaban, era un niño que andaba buscando conchas, no tendría más de siete u ocho años. Se sentó cerca de ella y le saludó con una sonrisa angelical, tenía el cabello rubio como el sol y unos ojos azules como el mar, su piel era tan blanca que parecía transparente. El niño la miró y le preguntó qué hacía allí tan sola, ella le dijo “oyendo el sonido del mar, ¿y tú qué haces solo por aquí? Tus padres sabrán donde estas ¿no? Sí, mi padre sabe donde estoy en todo momento”. ¿Me ayudas a buscar conchas? Es más divertido buscarlas entre dos. El niño se levantó y se le quedó mirando esperando a que ella lo acompañara, ella se levantó y lo acompañó cerca de la orilla el llevaba un cubo para meter las conchas que iba encontrando, los dos se pusieron a buscar y cuando encontraban alguna se la enseñaban y las metían en el cubo. Así pasaron un rato distraídos, el sol se iba poniendo por el horizonte cuando el niño paró de recoger y le dijo que por hoy ya había cogido bastantes. Ella se le quedó mirando había pasado un rato agradable con él, el tiempo en el que había estado buscando conchas no había pensado en nada, sentía una paz que no podía explicar y le preguntó si al día siguiente volvería a seguir buscando más conchas. El dejando el cubo en la arena le dijo “¿tu quieres que vuelva? Si quieres nos podemos encontrar aquí pero no te aseguro que pueda venir, mi padre me manda a otros lugares a coger conchas, por aquí he cogido bastantes y muy bonitas. Pero la playa es muy grande y podemos ir a otra zona si quieres, le dijo ella. El niño se le quedó mirando con dulzura, a ella le pareció que sus ojos cambiaban de color se hacían más transparentes, estaba mirándolo cuando él le dijo, “mi misión ya la he completado”. ¿No comprendo, que misión puede tener un niño de tu edad? He conseguido que pasases una tarde feliz ahora te toca a ti continuar, mirar hacia el futuro con ilusión, aferrarte a la vida, tienes mucha gente a tu alrededor que te quiere, olvida lo que pasó, lo pasado quedó atrás y ahí tiene que quedar. Vive. Ella vio como ese niño con el que había pasado varias horas iba haciéndose transparente hasta el momento que desapareció de su vista, sólo quedó allí el cubo con las conchas que habían recogido entre 33


los dos. Ella se sentó junto a él y ahí se quedo mirando hacia el horizonte hasta que el sol dejó una leve raya en el.

TRAVESURAS Allí estaban los tres hermanos sentados en el sofá viendo a su madre ir y venir de un lado para otro gesticulando cosas que no entendían. Su madre siempre se ponía así cuando hacían alguna trastada y esta vez tendría que haber sido grande porque parecía una loca. Llevaba puesto unos pantalones vaqueros y se estaba poniendo una camiseta pero con los nervios intentaba meter la cabeza por una de las mangas y no se daba cuenta. Los tres hermanos la miraban con los ojos y la boca muy abierta, no entendían cómo podría meter la cabeza por ahí. En ese momento su padre entraba por la puerta del salón y se quedo mirando la escena. “¿Qué pasa aquí? ¡Pero mujer! ¿Qué haces?” Ella lo miró con los ojos desorbitados. “¡Tus hijos me van a volver loca y tu ahí parado sin hacer nada!” “Pero mujer que acabo de entrar por la puerta y te encuentro como una loca dando saltos por todo el salón e intentando meter la cabeza por la manga de la camiseta, ¿Qué quieres que diga?” “Pues no sé, dímelo tú. Estoy cansada de bregar con ellos y tú siempre llegas cansado y no te puedo contar nada”. “Pero mujer quieres parar y decirme ¿qué es lo que han hecho estos tres monstruitos hoy?” “¿Qué, qué es lo que han hecho? Me acaba de llamar la vecina, me ha dicho que estos tres angelitos han ido a su casa y han afeitado a su gato. ¡Parece una rata! ¿Y ahora que vamos hacer? Está hecha una furia, tengo que ir a calmarla”. “Pero mujer ¿tú te estás viendo, quién va a calmar a quien? Tú no puedes ir allí en el estado que estás”.” Pues ya me contaras quién va a ir ¿tú?” Los tres niños seguían sentados mirando a sus padres y no entendía por qué se habían puesto así. El marido se le acercó y le ayudó a ponerse la camiseta, ella cogió unas deportivas y se las puso corriendo. “Voy a su casa, a ver como arreglo este lio que han organizado los niños”. “Espera mujer que voy contigo”. Salieron los dos en dirección a casa de la vecina sin darse cuenta que los tres niños iban detrás de ellos. Cuando llegaron a la casa encontraron a la vecina en el porche sosteniendo con mucho cuidado algo que se movía entre sus brazos, parecía un conejo despeluchado, ella los miró con cara de pocos amigos. “Hola, sentimos mucho lo que nuestros hijos han hecho si podemos hacer algo aquí estamos para lo que sea”. El marido no podía dejar de mirar a esa cosa que se movía en los brazos de la vecina y le daba pequeños toques a su mujer en la manga para que lo mirara, pero a ella le era imposible mirarlo porque era verlo y le daba un asco que le hacía tener nauseas, ella seguía mirando a la vecina a la cara para ver qué le ocurría a aquella mujer que los miraba con cara de pocos amigos.”¿Ustedes han visto como han dejado a mi pobre gato esos tres monstruos? Fifí que era una campeona y ahora ¡miren lo que han hecho con ella! Su pelo, su precioso pelo ¿Qué voy hacer ahora?” “¿Esperar a

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que le crezca?” Dijo el marido, su mujer en ese momento le dio un codazo en las costillas que lo dejó sin aliento. Ninguno se percató de que los tres niños estaban viendo toda la escena cuando se acercaron a la vecina y le dijeron” ¿Por qué se ha enfadado con nosotros? Nosotros lo único que queríamos era que estuviese fresquita, hoy hacía mucho calor y la vimos tumbada aquí a la sombra y pensamos que tenía mucho calor”. Los tres miraron a los niños, los padres no daban crédito a lo que habían oído y la vecina se les quedo mirando con los ojos como platos. Los niños siguieron mirando y uno de ellos dijo, si quiere le volvemos a pegar el pelo.” ¿Pero cómo que le volvéis a pegar el pelo?” Dijo la vecina. “Sí igual que usted, usted se quita el pelo por las noches para estar más fresquita, que nosotros la hemos visto por la ventana”. Los padres cogieron a los tres niños y sin decir nada salieron corriendo hacia su casa dejando a la vecina insultándolos a voces. Cuando llegaron a su casa les preguntaron que porque habían hecho y los niños dijeron, “vosotros siempre nos decís que hagamos el bien a los demás, pues nosotros hemos hecho lo que nos decís, vimos a la gata que tenía calor y quisimos que estuviese fresquita”. Los padres se quedaron mudos, ¿Qué podrían decirles? Y allí se quedaron mirando como jugaban sus hijos.

LOS TRES DIABLILLOS ¿Se acuerdan de los tres hermanos? ¿Los de las travesuras? ¿Los que tenían a la madre loca por tanta travesura? Esta es una nueva aventura de estos tres diablillos. Les voy a presentar a estos tres hermanos, se llaman Víctor, Juan y Damián, sus edades oscilan de los 5 a los 8 años. Damián es el mayor y el que tiene las ideas más extraordinarias, las que llevan a su madre de cabeza, luego viene Víctor que tiene 6 años tiene una personalidad introvertida pero sigue a su hermano en todo lo que hace y finalmente viene el pequeñín, Juan, que es un terremoto y adora a sus hermanos y los sigue por todos los lados y hace todo lo que le dicen. Les voy a contar lo que ocurrió un día normal y corriente si se le puede decir corriente en las vidas de estos niños. Les habían dado las vacaciones ya que se acercaban las fiestas navideñas, su madre había ido a por los tres al colegio y a la hora de despedirse de la profesora ésta les dijo que lo pasaran bien y que se tendrían que portar bien para que Papá Noel les trajera muchas cosas. Juan que estaba cogido de la mano de su madre miró a la profesora de Damián y le dijo –nosotros siempre nos portamos bien, lo que no sé es porqué mi mami siempre nos está chillando por lo que hacemos, ella dice que la vamos a matar a disgustos- , la profesora miró al niño y luego a la madre que se había puesto colorada como un tomate. La madre le dijo –no le haga caso a mi hijo, yo digo esas cosas porque hay veces que no paran y me vuelven loca-, -no se 35


preocupe, la entiendo muy bien- le dijo la profesora. Los tres niños se despidieron de sus amiguitos y se fueron con su madre al aparcamiento que había enfrente del colegio para coger el coche. Cuando llegaron al lado del coche vieron a un pobre hombre que estaba sentado cerca de donde ellos estaban, los tres niños se le quedaron mirando y le dijeron a su madre – mami ¿Qué hace ese hombre ahí sentado?- la madre les dijo que se metieran al coche rápido y que no lo miraran –pero mami- le dijo Víctor -¿Por qué no podemos mirarlo? El nos está mirando- , -calla que te va a oír- la madre puso en marcha el coche y se fueron a hacer unas compras a unos grandes almacenes antes de ir a casa tenía que comprar algunas cosas para las fiestas. Cuando llegaron a los almacenes antes de salir del coche su madre les dijo –no toquéis nada, no hagáis travesuras, portaros bien y sobre todo, por favor, no me arméis jaleo- . Los tres hermanos miraron a su madre con cara de no haber roto un plato en su vida y cuando su madre salía del coche se miraron y Damián miró a sus hermanos con una sonrisa pícara. Cuando llegaron a las puertas correderas de los almacenes la madre miró a sus hijos y pensó que muy tranquilos estaban –estos están tramando algo- pensó. Antes de entrar cogió una bocanada de aire y pensó – en fin si algo tienen pensado por más que lo intente no voy a conseguir que no lo hagan, ¡Señor ayúdame!-. Al entrar ella cogió un carro para poder echar lo que comprara y Juan quiso que lo metiera dentro, ella le dijo – bueno, pero un ratito hasta que empiece a llenarse, ¿vale?-. Juan se subió al carro y sonrió a su madre. La madre pensó –bueno a este lo tengo controlado por el momento-. Fueron pasando por los distintos pasillos comprando, adornos para el árbol, productos para la limpieza de la casa y cosas que necesitaba para la comida de esas fechas. Cuando llegaron a la carnicería para comprar un pavo para la noche de Nochevieja la madre cogió número porque había mucha gente y pensó –dios con la prisa que tengo y éstos aún no han hecho nada, seguro que me la preparan aquí-. Empezó a impacientarse, Juan empezó a saltar en el carro y a gritar -¡mamiiiiiiiiiii! ¿Cuándo nos vamos?-, ahora, enseguida en cuanto compre el pavo nos vamos-.Juan empezó a moverse de un lado para otro del carro y por poco vuelca el carro con la compra y con él. La gente los miraba y la madre no sabía qué hacer ni como calmarlo no tuvo más remedio que sacarlo del carro y dejarlo con sus hermanos –no os mováis de aquí, ¿de acuerdo? Ella comenzó a hablar con una señora que estaba a su lado guardando la vez para la carnicería y no se dio cuenta de que Damián se había metido detrás del mostrador y estaba hablando con el carnicero – niño qué haces aquí, sal que tú no puedes estar aquí, ¿y tu madre?-, -está ahí, es esa señora con el jersey azul que está hablando con aquella otra que tiene aspecto de loca-,¡niño un respeto a las personas mayores! ¿No te han enseñado tus padres que no debes hablar así de ellas?-, -sí pero yo no le he insultado a usted y además mi madre suele decirlo mucho de mi vecina así que no creo que sea malo ¿no?-, -bueno, bueno tienes que salir de aquí, anda vete con tu madre-. El carnicero miró al niño y le salió una pequeña sonrisa al darse cuenta que una clienta lo había oído todo –hay que ver cómo son estos niños de hoy en día- y siguió atendiendo a la gente. Damián se fue a donde estaba su madre que tenía una animada conversación con la señora y le dio unos golpes en el brazo. 36


Ella no se dio cuenta hasta que Damián empezó a darle golpes más fuertes, -Damián, hijo ¿no ves que estoy hablando?, espera que acabe y te atiendo. –Mama ¿falta mucho?-, -no, espera que enseguida me atienden vete con tus hermanos y estaros tranquilos-. Damián se fue donde estaban sus dos hermanos que estaban al lado de unas estanterías donde había paquetes de cereales para el desayuno. Juan estaba sentado en el suelo y había cogido una caja de cereales y la estaba golpeando contra el suelo y Víctor andaba de un lado a otro del pasillo, Damián le cogió la caja a Juan y le dijo que la dejara en su sitio pero éste no quería y empezaron a tirar de la caja uno por un lado y el otro por el otro, hasta que llegó lo inevitable, la caja se partió en dos y todos los cereales salieron volando. Juan empezó a llorar muy fuerte y la gente se giró para ver qué era lo que había ocurrido. La madre al ver que la estaban mirando se preguntó que porqué la miraban hasta que la señora con la que estaba hablando le dijo -¿no son esos sus hijos?- ella miró hacia donde la señora le señalaba y vio lo que estaba pasando, vio a Juan llorando rodeado de cereales, a Víctor saltando y pisando los cereales y a Damián cogiéndolos y echándolos por los aires, ella se les acercó corriendo y les dijo -¡pero hijos qué habéis hecho¡- - mira mamá, parece nieve- le dijo Damián. En ese momento se acercó el encargado con cara de enfado y ella no sabía dónde meterse – perdone, deme algo para recogerlo, no se preocupe que lo pagaré -, -de eso no le quepa duda, señora- le dijo el encargado. A ella le empezó a dar un sofocón, recogió lo que los niños habían tirado mientras que notaba que todo el mundo la miraba –esta vez mis hijos se han pasado, los voy a matar- iba pensando. Cuando lo hubo recogido, cogió a sus hijos y se fue hacia la zona donde estaban las cajas para pagar y Víctor le dijo – mamá, ¿no vas a comprar el pavo?-, -¿el pavo? Ni me hables de él, no vuelvo a venir a este supermercado en mi vida, qué bochorno-. Pago la compra y se dirigieron hacia el coche, los tres hermanos miraban a su madre que cada vez se le iba transformando la cara, se estaba poniendo morada y apretaba los labios muy fuertes. Cuando llegaron al coche les abrió la puerta y ellos entraron sin decir nada mientras la madre metía la compra en el maletero. Mientras iban de regreso a su casa los niños contemplaban a su madre que no había dicho nada en todo el camino y ellos no se atrevían a decir nada por la que le iba a caer. Cuando llegaron a casa, la madre les abrió la puerta y lo único que les dijo fue –iros dentro- y comenzó a recoger la compra, dentro de la casa, en la cocina ella empezó a organizar y a colocar lo que había comprado mientras los tres niños estaban en la puerta contemplándola. De pronto ella se volvió hacia ellos con la cara deformada y empezó a chillar como una histérica -¡cómo habéis podido hacerme esto! Qué vergüenza he pasado, en mi vida me he llevado tal sofocón. ¿Pero porque? ¿Qué es lo que os he hecho?- y comenzó a llorar, en ese momento el padre entro por la puerta cantando un villancico ya que andaba feliz porque llegaban las vacaciones y deseaba pasarlas con la familia. Se quedó parado en seco cuando vio la escena. -¡mujer qué ha ocurrido!, ella lloraba desconsolada y no le salía ninguna palabra sólo miraba a los tres niños. El miró a los tres y les dijo –a ver, ¿Qué es lo que a veis hecho ahora? ¿No podéis estar un día sin hacer nada?-. –Nosotros nada, se rompió una caja de cereales y mamá y la gente del supermercado se enfadaron con nosotros-,-sí, fue muy divertido, se llenó todo de cereales- dijo Víctor. El padre los miró y 37


miró a su mujer y pensó –bueno, ya empezaron mis vacaciones, será cuestión de pasarlas lo mejor que se pueda- Se fue en dirección al salón y se volvió un momento hacia donde estaban los hijos y la mujer y con una sonrisa pensó –son tremendos estos hijos míos, pero no los cambiaría por nada del mundo, cada día es una aventura con ellos- y volviendo sobre sus pasos se dirigió hacia donde estaba su mujer y le dio un beso.

EL JARDIN Hace tiempo existía un jardín escondido en un bosque muy frondoso, nadie sabía de él, ni siquiera los habitantes de esa comarca que vivían cerca. Nadie se atrevía a entrar en él, siempre se habían oído historias sobre ese bosque y la gente no entraba por temor a lo que pudiera pasar. Era un jardín lleno de todas clases de plantas, estaba repleto de flores y muy bien cuidado, ¿pero quién lo cuidaba? Ese era el misterio. Si nadie lo conocía, si nadie había entrado en el ¿Cómo era posible que estuviese tan bien cuidado? Es muy fácil de explicar, en él habitaban unas diminutas criaturas que cuidaban el jardín ya que era su hogar y lo cuidaban con esmero. Eran de aspecto simpático, se parecían a los duendes pero no lo eran, eran mucho más diminutos, eran un pueblo en el que la alegría era su característica principal, siempre estaban alegres no les importaba trabajar, siempre había una sonrisa en su cara y se ayudaban en todo. Aire era una habitante de ese peculiar pueblo, era muy dulce y siempre ayudaba a sus compañeros en todo, siempre tenía palabras agradables para todos sus amigos pero algo en su interior la inquietaba. No lo comentaba con ninguno de sus amigos porque sabía que no lo iban a entender, ella pensaba que había algo más ahí fuera, fuera del jardín, de su hogar. Ningún habitante había salido más allá del jardín y ella no comprendía por qué, siempre que acababa su jornada se acomodaba en una de las margaritas que crecían cerca de los límites del jardín y contemplaba ese inmenso abismo que era el bosque con esos grandes árboles y en esos momentos en los que estaba sola pensaba que algún día se atrevería a explorar esa inmensidad que tenía delante. Lo que ella no sabía era que muy lejos de allí había un chico, Raúl, que pensaba igual que ella. Raúl era un muchacho que vivía con sus padres cerca del bosque, su padre era leñador y él lo ayudaba en el oficio. Siempre preguntó a su padre el porqué no se internaban en el bosque ya que encontrarían mejores árboles para talar, pero su padre siempre le ponía excusas para no entrar en éste. Raúl era un buen chico, obediente y temeroso de lo que pudiese haber detrás de esos árboles, pero no sabía el qué ni el porqué pero había algo que le atraía hacia el bosque. Un día en el que Raúl estaba ayudando a su padre vio algo extraño en el bosque eran como unas sombras, no pudo distinguirlo bien y sin saber ni el cómo ni el porqué 38


empezó a dirigirse hacia el bosque, mientras a lo lejos su padre le gritaba que no entrara pero era una extraña fuerza lo que le impulsaba a dirigirse hacia él. Al cabo de un rato despertó de ese trance que lo llevo hacia la profundidad del bosque, no sabía dónde estaba, giró a su alrededor y llamó a su padre, pero no obtuvo respuesta, a su alrededor sólo habían grandes árboles y silencio, era extraño no se oían el trinar de los pájaros, empezó a caminar sin rumbo no sabía a dónde dirigirse la espesura de los arboles era tal que no vislumbraba si era de día o de noche. Muy cerca de allí Aire se encontraba a los límites del jardín, llevaba una pequeña bolsa con algo de comida, miró a su alrededor y vio que no la veía nadie y comenzó a caminar dirigiéndose hacia el bosque, contuvo la respiración nunca había visto plantas tan grandes y árboles tan inmensos, no había ni un rayo de sol y cuando las ramas de los árboles dejaban pasar algo de luz proyectaban sombras que a Aire le parecían terroríficas, pero no se echó atrás y siguió adelante. En el otro lado del bosque se encontraba Raúl desorientado, andando sin rumbo se dirigió hacia un claro que creyó ver hacia su derecha pero cuando llegó sólo encontró un pequeño resquicio de luz que iluminaba un charco de agua concentrada por el rocío, a él le extrañó ese resplandor ya que no entendía cómo ese insignificante charco diera tanto reflejo, en ese momento oyó un ruido que le hizo dar un salto vio como unas plantas que crecían cerca se movían. Al otro lado del bosque Aire iba andando con mucha cautela, sin hacer ruido nunca había visto tantas plantas estaba acostumbrada a su jardín repleto de bellas flores, aquí todo era verde, oscuridad, había humedad por todas partes. Siguió avanzando y llegó donde crecían unas plantas que tenían unas hojas muy grandes, no tenia por donde pasar y decidió meterse por un hueco que vio entre las hojas. Los tallos se le enredaban en el pelo y en sus ropas, llegó un momento que pensó que no podría salir de allí como pudo se soltó y llego a la salida de esa telaraña de plantas. En el otro lado estaba Raúl mirando hacia esa dirección esperando que saliera algún ser sobrenatural por los movimientos que hacían las hojas, pero quedó sorprendido cuando vio aparecer a una pequeña figura que lo miraba fijamente. Cuando por fin se soltó de esa maraña de plantas Aire se encontró con algo que no había visto en su vida, era parecido a ella pero era un gigante para el tamaño que tenía ella. Los dos se quedaron contemplándose mutuamente, Raúl no sabía si salir corriendo o no pero algo le hacía quedarse en el mismo lugar que estaba y Aire le pasaba igual, había algo extraño que la hacía quedarse ahí parada. Raúl dio un paso hacia donde estaba Aire y agachándose al lado de ella le preguntó -¿Qué eres o mejor dicho quién eres?-,-me llamo Aire y vivo en el jardín que hay en el centro del bosque, y tú ¿Quién eres? Nunca había visto alguien como tú-, -yo soy hijo de Saúl el leñador, vivimos en los límites del bosque-. Raúl se acercó más a Aire y extendió su mano para que subiese en ella, luego la colocó en una rama de un árbol que estaba cerca de ellos para poder estar a su altura, ella se acomodó en ésta. –dime ¿hay muchos como tú?-, -sí, somos un pueblo, supongo que igual que el vuestro-. – ¿Y desde cuándo habitáis allí? Nunca he oído que 39


existiese gente como tú-, - desde que yo tengo conocimiento siempre hemos vivido en el jardín, es nuestro hogar-. Así se pasaron horas hablando cada uno de sus respectivos mundos, hasta que a lo lejos se oyó llamar a Raúl, era su padre y unos cuantos vecinos que estaban buscándolo. Entonces Raúl le dijo a Aire, -tienes que irte, que no te vean. ¿Podremos vernos otra vez?-, -sí, mañana podemos quedar cuando el sol esté en lo más alto de estos árboles-. Así quedaron y cuando ya se acercaba el grupo que buscaba a Raúl, no supo cómo pero Aire desapareció. En cuanto su padre lo vio le dio un abrazo – estaba realmente asustado, pero ¿Cómo has sido capaz de entrar en el bosque?-, -no sé, algo me indujo a entrar, no me preguntes el qué porque ni yo mismo lo sé-, -bueno, ya te he encontrado volvamos a casa que tu madre está muy preocupada-. Mientras, Aire los contemplaba en silencio para que no la descubrieran, cuando vio que estaban fuera de su alcance decidió bajar de la rama que no estaba muy alta del suelo y cogió el camino hacia el jardín. Raúl y el grupo de su padre llego a su casa y su madre lo abrazó con cariño y con lagrimas en los ojos –hijo pensé que te había perdido-, -madre, estoy bien tranquila no me ha pasado nada-. Aire llegó cerca del jardín y antes de entrar miró a su alrededor para que no la viese nadie, entró con sigilo y se dirigió hacia donde vivía que era una pequeña abertura que había hecho en el tallo de una rosa, estaba muy bien decorada sencilla como era ella pero con todas las comodidades, llego exhausta y se echó en un lecho de hojas que hacían de cama enseguida se quedó dormida. Mientras Raúl en su casa no paraba de darle vueltas a lo ocurrido aquella tarde, se echó en su cama y se quedó dormido enseguida con la imagen de Aire en la mente. A la mañana siguiente Raúl se levantó con una sensación rara, no sabía si lo ocurrido el día anterior había sucedido o había sido todo un sueño, desayunó en compañía de sus padres y luego se fue a trabajar con su padre. Estuvo toda la mañana sin pronunciar ninguna palabra, el padre lo miraba extrañado de su actitud pero no quiso preguntarle. Al otro lado del bosque, se encontraba Aire que se levantó muy cansada, había estado toda la noche soñando con Raúl, quería saber más sobre él y sobre su gente, se dirigió hacia una hoja que estaba llena de gotas de rocío para lavarse la cara y desayunó una mora silvestre, luego salió y se dirigió hacia su zona de trabajo. Estuvo toda la jornada esperando que llegase el momento de poder escabullirse e ir al encuentro de Raúl. Sus amigas la notaban algo rara pero como siempre andaba en su mundo no le dieron importancia, llegado el momento de encontrarse con Raúl siguió el mismo modo para escabullirse del jardín sin ser vista. Siguió sus mismos pasos del mismo día anterior, cuando llegó al punto de encuentro se dirigió hacia un lugar en donde estaba cubierta por hojas para que nadie pudiese descubrirla y que le permitiera tener buena vista para ver cuando llegaba Raúl. Mientras, Raúl estaba trabajando ante la atenta mirada de su padre y esperando que tuviese un descuido para poder irse al encuentro con Aire, quería saber más cosas sobre ella y su pueblo. En un descuido de su padre, Raúl aprovecho para irse al bosque ya que se hacia la hora del encuentro con Aire. Comenzó a caminar deprisa, no tenía la certeza de que ella estuviese ahí pero deseaba encontrarla. Al llegar al punto de encuentro no la vio, giró sobre sí mismo para poder ver mejor pero no 40


consiguió verla, cuando ya se había hecho la idea de que no había venido, Aire apareció por un hueco que había en el árbol. –Lo siento llegué antes y me quedé adormilada-, pensaba que había sido un sueño al no verte, eres real, no fue un sueño-. Aire sonrió al ver a Raúl con esa cara de sorpresa. –No, no soy un sueño, soy real-. Raúl se sentó a un lado del árbol para poder hablar mejor con Aire, ella se acercó a él y se sentó sobre una piedra. Estuvieron casi toda la tarde hablando del jardín y de sus habitantes hasta que a Aire se le ocurrió una idea –ven al jardín, te enseñare donde vivo-, -no creo que a tu gente le guste que vaya allí, si todo este tiempo ha estado oculto no creo que les guste que los descubra-.-déjalo ya lo solucionaremos cuando lleguemos-. Empezaron a caminar hacia el jardín, llegaron pronto estaba más cerca de lo que él pensaba. Ante sus ojos se abrió un sin fin de colores, nunca había visto tantas clases de flores, notó que los pájaros habitaban allí no como en el bosque, allí había vida. Aire fue la primera en entrar al jardín seguida de Raúl que andaba lentamente con miedo de pisar algo que no fuese hierba. Cuando estaban en el centro del jardín Raúl le preguntó que dónde estaban los habitantes, ella le dijo que permaneciese quieto –ellos están ahí, están observando-, en ese momento Aire se subió a una rosa e hizo un ruido que a Raúl le pareció un silbido, en ese momento empezaron a aparecer cabezas por todas partes fueron saliendo lentamente y rodeándolo, lo miraban y cuchicheaban entre sí, de pronto se produjo un silencio hasta que apareció un anciano que se acercó a Aire. Los dos estuvieron hablando y el anciano miraba con cara de pocos amigos a Raúl, él los veía gesticular con los brazos, el anciano sólo negaba con la cabeza –Aire ¿Cómo has podido traer un extraño aquí? Y a un ser como ese, está prohibido-,-padre, no va a decir nada ¿Por qué no podemos relacionarnos con lo que hay más allá del jardín?-, -Aire, es la ley-,-¡pues qué tonta es la ley! Yo quiero saber lo que hay más allá del jardín, por eso salí y encontré a Raúl-. Raúl los contemplaba sin saber lo que decían, hablaban en un idioma extraño. Por fin los vio acercarse –Raúl, éste es mi padre, Radán, él es nuestro maestro, nuestro guía-, el cómo pudo se inclinó hacia Radán pero tenía miedo de aplastar a alguno de esos seres que se habían reunido alrededor de él y lo miraban con cara de asombro. Radán lo miro -¿eres uno de esos humanos?- Raúl se sorprendió al oír esa pregunta, ¿cómo sabía de la existencia de los humanos cuando se suponía que nunca habían salido del jardín? Aire también se le quedo mirando a su padre con cara interrogante. Radán antes de hablar carraspeó para aclararse la garganta y miró a su alrededor, todos le miraban con atención, se hizo un intenso silencio solo se oía a los pájaros, entonces comenzó hablar – hace mucho tiempo en la época de mi abuelo teníamos relación con los humanos, pero ocurrió algo, nosotros habitábamos en el bosque, era nuestro hogar pero los humanos empezaron a talar árboles y a destruir nuestros hogares, nosotros intentamos razonar con ellos pero fue inútil codiciaban tener más y más, querían tener casas más grandes, calor en sus hogares y cada vez talaban más y más arboles, los animales que antes habitaban en el bosque lo abandonaron huyendo de ellos y buscando protección en otro sitio, muchos de los nuestros se fueron con ellos y los que quedamos nos refugiamos en el jardín y desde ese día no hemos tenido contacto con los humanos, algunos humanos intentaron seguir con la relación pero poco a poco abandonaron esas intenciones-. Raúl no sabía que decir, era 41


la primera vez que oía esa historia, nadie en el pueblo hablaba de eso, o no sabían o no querían decirlo por vergüenza. Cuando acabó su relato todos empezaron a cuchichear entre ellos, entonces Aire dijo –pero padre ¿Por qué nunca dijiste nada? Porque ese secretismo de algo que pasó en nuestro pueblo. Ahora que hemos vuelto a tener contacto con los humanos podríamos volver a mantener una relación, podríamos ayudarnos, nuestro pueblo está creciendo y el jardín se está quedando pequeño, podríamos volver al bosque y hacer que volviera a su resplandor de antes-, -Aire, hija no creo que los humanos quieran- en ese momento los dos se giraron hacia donde estaba Raúl que los miraba con cara de asombro. –Raúl, tu puedes hablar con ellos, ¿lo intentarías?-. Raúl asintió y se dirigió hacia los límites del jardín, se giró y les dijo –lo intentaré, regresaré cuando sepa algo- y se despidió. Allí se quedaron todos mirando cómo se alejaba y como aparecieron, en un momento desaparecieron quedando sólo Aire y su padre, los dos se miraron y se retiraron sin decir nada. Raúl salió del jardín y cogió el camino hacia su casa no sabía cómo hablar con sus padres, ¿sabrían algo? Nunca le habían dicho nada, siempre que hablaban del bosque cambiaban de tema y le prohibían acercarse. Llego a la puerta de su casa y entró al interior, ahí se encontró con sus padres sentados en la mesa y cenando –bueno, ya estás aquí ¿Dónde te habías metido?- la madre se levantó y le puso un plato con comida y le dijo que se sentara a cenar con ellos. El se sentó al lado del padre y comenzó a comer no sabía cómo comenzar la conversación pero al final dijo –padre, ¿usted sabía de la existencia del jardín que hay en el bosque? El padre lo miró con cara de sorpresa -¿y tú como sabes que hay en el bosque un jardín?-, -porque he estado ahí y he hablado con los que habitan en él -. La madre al oír eso dio un pequeño grito y tiró un plato que llevaba en las manos, -¿Cómo y cuándo has tenido ese encuentro?, ¿hijo estás bien, no te han hecho nada?- -no madre, no me han hecho nada, son amables y lo único que quieren es volver al bosque, al que fue su hogar hace tiempo. Me han pedido que os hable de ellos. ¿Usted sabía algo de esta historia?-,-sí, mi padre nos contó a mí y a tus tíos esa historia cuando éramos pequeños, pero yo creía que era un cuento que nos contaba para dormir. Desde siempre nos prohibieron ir al bosque sin ninguna explicación y la verdad los años han ido pasando y se han dicho tantas cosas del bosque que nadie se ha atrevido a entrar hasta hoy. No sabía ni que existiesen esos seres-. Los dos callaron por un momento y su madre se movió intranquila, entonces la miraron –madre, ¿usted sabía algo?- la madre cayó por un momento y al final miró a su hijo y asintió –sí, hace mucho tiempo en la época de mi abuelo hubo un muchacho que se internó en el bosque y no volvió, creo que fue en la época en que ocurrió todo por eso nos prohibieron entrar en él- Raúl y su padre la miraron sorprendidos, -pero madre ¿Por qué nunca dijisteis nada?-, -hijo, han pasado muchos años y la verdad pensé que esos seres se habrían ido del bosque, nadie los ha visto nunca hasta hoy, claro-. Entonces Raúl se dirigió hacia su padre. - Padre podemos convivir con ellos, lo único que piden es que no se maltrate al bosque, que no se talen tantos arboles-, -hijo es nuestro sustento, ¿Cómo quieres que dejemos de talar árboles cuando es lo único que nos da de comer?-, -padre ¿querrías hablar con ellos? Habrá 42


alguna manera de que todos podamos vivir en paz y armonía-. El padre lo miró y asintió –bueno, hablaré con algunos del pueblo y ya te diré-, --bien, yo mientras tanto iré preparando la reunión-. El padre se fue hacia el pueblo para hablar con el alcalde de lo ocurrido a su hijo, mientras Raúl se internó en el bosque para hablar con Ariel y su padre. Cuando llego al jardín no quiso entrar y para llamar a Aire elevó la voz para llamarla, en ese momento ella apareció encima de una margarita –hola, ¿ya has hablado? ¿Qué te han dicho?-, -he hablado con mi padre y hablará con el alcalde de mi pueblo, yo he venido para preparar la reunión si vosotros queréis, claro-. Raúl y Aire fueron al encuentro de Radán que estaba en el centro del jardín esperando a que llegaran. Raúl le contó lo que había hablado con su padre y quedaron en que la reunión se haría en los límites del bosque para que los humanos no tuvieran que internarse en él. Raúl haciendo una inclinación de cabeza se fue hacia las afueras del jardín seguido de Aire –mañana te veré en donde nos conocimos ahí te diré el día exacto de la reunión- dicho esto se giró y se fue hacia su casa. Cuando llegó a su casa encontró a su padre que le estaba esperando – hijo, he hablado con el consejo del pueblo y han aceptado en que nos reunamos con ellos. Lo único que queda es tener una fecha y reunirnos.-, -padre, ya tengo el lugar, ellos quieren que la reunión se celebre en los límites del bosque. Mañana iré y le diré a Aire el día que se debe celebrar la reunión-. La noche la pasaron hablando padre e hijo, este le contó el encuentro con Aire y cómo fue presentado a su pueblo, también le contó la historia que el padre de Aire, Radán les contó a todos los que estaban allí. Al amanecer Raúl se fue hacia el bosque para decirle a Aire que todo estaba bien y que la reunión se celebraría al día siguiente si a su padre no veía inconveniente. Aire fue a donde estaba su padre, estaba sentado al lado de un tallo de una orquídea resguardado del sol, lo encontró absorto en sus pensamientos –padre ¿estás bien? Te veo preocupado, ¿te preocupa lo que puedan decir los humanos?-, - Hola Aire, ¿ya has hablado con tu amigo?-, -sí, mañana será la reunión, padre ¿estás bien?-, -sí, estaba pensando en lo que me contó mi padre que a él le contó el suyo y así sucesivamente, ¿Por qué hemos tenido que dejar que pasase tanto tiempo? ¿Por qué no pudimos vivir humanos y el pueblo de Medergal en armonía?-,- bueno, padre, mañana será otro día, hablaremos con los humanos y ya verás como todo se soluciona-. Radán miró a su hija, la abrazó y le dio un beso –eso espero, hija. Ahora vete a descansar, mañana será un día largo- -¿y tú?-, - no te preocupes, me quedaré un poco más quiero sentir el rocío de la noche- Aire miró a su padre se le acercó y le dio un suave beso, luego se marchó. Aire estuvo toda la noche pensando en el encuentro con los humanos ¿Qué pasaría si no se pusiesen de acuerdo? ¿Tendrían que abandonar su hogar? No quería ni pensarlo, después de dar muchas vueltas en el lecho de hojas terminó durmiéndose. Lejos de allí, Raúl pensaba en la reunión en cómo se resolvería la situación, deseaba que ambos pueblos pudieran convivir juntos. Salió de la casa y empezó andar sin rumbo y sin darse cuenta se encontró en los límites del bosque, se quedó mirando a las profundidades de éste sólo había oscuridad y el reflejo de la luna sólo formaba sombras con las hojas de los árboles después de un rato decidió irse a descansar pensando que al día siguiente sería un largo día. 43


Al día siguiente todo estaba preparado para la reunión. Esperaron a que llegaran los del consejo para ir todos juntos al punto de reunión. Mientras en el jardín todo era alegría, celebraban la reunión aunque Radán no participaba en esa alegría no se fiaba de los humanos, Aire se acercó a él y le dio un beso – ya es la hora, padre, tenemos que ir al encuentro-. El grupo de Raúl llegó al punto de encuentro, miraron por todas partes pero no vieron a nadie, ya empezaban a impacientarse cuando Aire apareció en lo alto de una rama, llamo a Raúl que le preguntó si estaban ya en disposición de empezar la reunión. En ese momento empezaron a aparecer por todos los lados los amigos de Aire, el grupo de Raúl se quedó quieto por un rato contemplando la escena, se produjo un silencio sepulcral. Todos empezaron a mirar hacia un punto del bosque hasta que apareció Rodán, llevaba un bastón que significaba su alto cargo en su pueblo, unos pantalones color verde que le llegaban hasta las rodillas y un blusón con chaleco del mismo color que los pantalones, lo sorprendente era el sombrero que llevaba, era de un color verde oscuro y para su rostro era enorme parecía dos tallas más grande que su cabeza, le daba aspecto cómico pero allí no se oía ni una risa, ni un ruido ante la presencia de él. Raúl se acercó donde estaba Rodán e hizo una inclinación de cabeza, él lo miró con altivez pero sin que lo notara nadie guiñó un ojo a Raúl y le sonrió e inmediatamente volvió a ponerse serio para empezar hablar. –Yo soy Rodán, maestro de mi pueblo, soy portavoz de él y como portavoz tengo una queja contra los hombres- en ese momento el alcalde del pueblo fue a decir algo pero el padre de Raúl le hizo un gesto para que callara y dejara que hablase Rodán. –Hace mucho tiempo mi pueblo y los humanos vivíamos amigablemente, nosotros habitábamos el bosque, era nuestro hogar, compartíamos la riqueza del bosque con el hombre pero su codicia para obtener más hizo que la mitad de nuestro pueblo marchase hacia otros lugares, que los animales que vivían aquí fuesen a encontrar cobijo en otros bosques y a los que nos quedamos aquí a refugiarnos en un pequeño jardín que es nuestro hogar hoy. Ese tiempo quedo atrás, es tiempo de volver a habitar el bosque, a que vuelva a tener su esplendor de antaño, a que la vida vuelva a él. Si los humanos consienten en convivir con nosotros seria de nuestro agrado compartir la riqueza de este bosque-. Entonces llegó el turno de hablar al grupo de Raúl, nadie se movió hasta que Saúl el padre de Raúl dio dos pasos hacia delante y empezó a hablar.- Yo soy Saúl, hijo de Arturo, el leñador, como mi padre ese es mi oficio. Desde que tengo uso de razón se han oído hablar muchas cosas sobre este bosque, reales o no, nos han tenido fuera de él, ahora sé que todas ellas eran fantasías de la gente que en su ignorancia y por miedo iban aumentando las historias hasta tal punto que nadie se atrevía a entrar en el bosque por temor a lo que pudiera pasar. Hemos hablado mucho de lo que nos pedís y no vemos inconveniente, lo único que deben entender que nosotros vivimos de esto, es nuestro sustento con el tenemos alimentos en nuestras mesas y podemos alimentar a nuestras familias-. Raúl entonces intervino en la conversación –podríamos llegar a un acuerdo, tener un límite en la tala de árboles y reemplazar esos árboles por nuevos brotes para que den nuevos árboles en un futuro-. Rodán lo miraba atentamente y asintiendo con la cabeza, parecía 44


que le gustaba lo que estaba oyendo. Entonces dijo –estoy de acuerdo con lo que dices, muchacho, nosotros por nuestra parte haremos que el bosque empiece a tener vida, volverán los animales y el bosque tendrá su esplendor de antaño-. Todos quedaron de acuerdo con lo dicho esa tarde, pasaron los días y el pueblo de Aire fue retornando al bosque y éste, día a día fue recobrando vida, los animales fueron llegando poco a poco, los colores fueron dando forma al paisaje antes oscuro, la luz del sol entró a formar parte de la vida del bosque y así poco a poco el bosque llegó a convertirse en el más bello de los que habían a los alrededores. Pasó el tiempo. La vida continuaba en el valle y en el bosque, todos estaban felices con sus vidas. Un día en los que estaban Aire y Raúl disfrutando de una tarde en el bosque llegó Rodán a donde estaban y mirando a su hija le dijo – ¿le has dicho ya a Raúl? Este al oír esto miró a Rodán y a Aire sin saber de qué hablaban. –No, aún no le he dicho nada, estaba a punto de decírselo-, ¿Qué es eso que me tienes que decir, Aire?-ya no podremos vernos tanto como hemos hecho hasta ahora-,-¿Por qué no? ¿He hecho algo que te haya molestado?,-no, Raúl-. Aire entonces sonrió, se le iluminó la cara, entonces Raúl vio que ella se ruborizaba y la vio más bella que nunca. -¿Qué es lo que pasa? Aire-. Rodán al ver que su hija no se decidía a hablar dijo –Aire, se casa-, Raúl se quedó sorprendido, -¿Por qué no me has dicho nada antes? Me alegro por ti y ¿Quién es el afortunado?-. -Olthar, nos conocemos desde hace mucho tiempo, desde que éramos pequeños nuestras familias querían que nos uniéramos en matrimonio, yo al principio no estaba de acuerdo con esta unión pero últimamente hemos pasado mucho tiempo juntos y he empezado a conocerle y sé que será un buen marido para mí, me quiere y yo he empezado a quererlo-. –Ahora te toca a ti, Raúl. ¿No hay ninguna chica de tu pueblo que te guste?-, dijo Rodán. –No, tengo algunas muchachas que le he echado el ojo pero aún no ha llegado la que me robe el corazón-.-Bueno, todo llegara- dijo Rodán. Pasaron las semanas y la boda de Aire se iba acercando, cada vez se veía menos con Raúl, los preparativos de la boda la tenían muy ocupada. Y llegó el día esperado, todo era alegría en el bosque, se había preparado un pequeño altar para la ceremonia. Todo el pueblo de los humanos estaba invitado al enlace e iban llegando y colocándose en lugares en los que no pudieran molestar y a la vez tener una buena visión del enlace, empezaron a llegar también los habitantes del bosque, iban con sus mejores galas, llevaban guirnaldas de flores y las muchachas llevaban coronas de flores en las cabezas. Rodán estaba en el altar, como maestro de su pueblo era el que iba a oficiar la ceremonia. El novio también estaba con los padrinos, esperando a que llegara Aire. Raúl y su familia estaba en un lugar privilegiado para poder ver mejor la ceremonia aparte él iba a ser el padrino de Aire. Llegó el momento de que la novia hiciera su aparición, todos se giraron hacia un punto donde aparecieron unas muchachas tirando pétalos al paso de la novia que iba detrás. Aire estaba resplandeciente, llevaba puesto de vestido una hoja de orquídea y una corona de flores en la cabeza, andaba lentamente mientras sonreía a los invitados. Cuando llegó al altar los novios se juntaron 45


y se dieron las manos y Rodán empezó la ceremonia. La ceremonia consistió en unas pocas palabras que los humanos no entendieron ya que eran dichas en la lengua de los antepasados de Aire, Rodán entrelazó unas guirnaldas en las manos de los novios que simbolizaban la unión de los novios, cuando hizo esto todo su pueblo saltó en un grito de alegría. Los novios ya eran marido y mujer. Estuvieron celebrando toda la noche la boda. Al alba Aire se acercó a Raúl para despedirse de él –ya es la hora que parta con mi esposo-, Raúl le dijo –voy a echar de menos nuestras charlas, pero todo lo mejor en esta nueva vida que comienzas hoy-, -yo también a ti, has sido un buen amigo, pero pronto volveremos a vernos- en ese momento llegó Olthar para decirle a Aire que tenían que partir ya que se estaba haciendo tarde. Los dos se despidieron y Aire se fue con lágrimas en los ojos. Raúl deseó que algún día volvieran a encontrarse. En ese momento llegó su padre que le agarró de los hombros –Raúl no te preocupes, volverás a verla- el sonrió –sí, eso espero-. Rodán llegó a donde estaban padre e hijo, llegaba con una sonrisa en el rostro –ha estado bien la boda, mi hija estaba bellísima, ha hecho una buena boda. Espero que tengan muchos hijos, jajajaja-. Al ver a Raúl tan serio le dijo – Raúl no te apenes por Aire, ella ha comenzado una nueva vida y le irá bien-. Rodán haciéndole una seña a Raúl le hizo entender que lo siguiese, se dirigieron hacia una zona donde podrían hablar solos y en calma – oye Raúl, hace tiempo que quería hablar contigo, no te he agradecido todo lo que has hecho por nuestro pueblo, sin ti nunca hubiésemos vuelto a nuestro hogar, el bosque-, -yo no he hecho casi nada, Aire tiene más participación en ello que yo, si no es por ella yo no hubiese descubierto el jardín-, -bueno pues os agradezco a los dos lo que habéis hecho-. Gracias a vosotros habéis hecho que nuestro pueblo y el vuestro puedan convivir en paz y armonía y que todos amemos la naturaleza y la cuidemos-. Esta es la historia de ese pequeño jardín escondido en el bosque, en el se encontraron dos jóvenes que unieron su amor por la naturaleza y con ese amor llegaron a juntar dos pueblos. Aire fue feliz en su nueva vida y tuvo muchos hijos y Raúl, esa es otra historia que algún día os contaré.

REENCUENTRO Allí estaban los dos frente a frente, hacía un año que no se veían, no habían tenido noticias el uno del otro. Sus vidas habían ido por caminos distintos pero ni el uno ni el otro se habían olvidado. Ella estaba igual aunque a la vez estaba distinta su rostro reflejaba serenidad, él en cambio había envejecido un poco, el pelo lo tenía más blanco pero seguía teniendo el mismo porte de antes. -Hola, ¿cómo estás? Dijo ella con una sonrisa en los labios. El la contemplaba admirando su belleza y se preguntó porqué había perdido la oportunidad de estar con ella. 46


–Bien, estoy bien, he venido de viaje, tengo un proyecto de un trabajo- no podía quitar la mirada de sus ojos, esos ojos marrones que tanto le habían dicho tiempo atrás y que él no quiso ver. Ella empezó a ponerse algo nerviosa y le dio la risa tonta que siempre le daba tanto coraje ya que no sabía qué hacer. –Bueno, ¿tienes tiempo de tomar un café o estás muy ocupado? Yo iba de compras pero tengo algo de tiempo, si quieres podemos contarnos lo que hemos hecho en este último año ¿Qué te parece?-, él la miró y sonriendo dijo –tengo tiempo, hasta la hora de comer no tengo la reunión-. -¿te parece que vayamos a una cafetería a tomar algo y así estemos más tranquilos o damos un paseo?-, -me parece bien, vayamos a una cafetería-,-pues venga vamos a una que está aquí cerca-. Ella empezó a caminar y él se quedó parado un momento contemplándola, ella se percató de que no la seguía y se giró en su dirección y levantó una ceja preguntando si no iba. El pensó, “ya no me acordaba que tenía esa manía, me gustaba que lo hiciera cuando ella pensaba que la estaba mintiendo”. El sonrió y fue a donde estaba ella y los dos se dirigieron hacia la cafetería. Cuando entraron vieron que no había mucha gente y había mesas para elegir, eligieron una que estaba apartada de la entrada y de las miradas inoportunas. El camarero fue a ver que querían, él pidió un café y ella un té con limón. Mientras esperaban los dos se quedaron mirándose sin saber que hablar, ninguno de los dos empezaba la conversación. Al final ella sonriendo le dijo –bueno, y ¿qué ha sido de ti todo este tiempo? ¿Sigues viajando y escribiendo? Me tienes que decir algún título de un libro que pueda leerte. Anda no seas malo, sabes que me gustaba leer lo que escribías-. El la miraba divertido, volvió a recordar lo melosa que se ponía cuando quería conseguir algo y siempre lo conseguía con él y con todos sus amigos. Tenía ese don, y todo el mundo la quería. ¿Cómo pudo dejarla escapar? ¿Que habría sido de ella todo ese tiempo? ¿Estaría casada, soltera? No le importaba, estaba con ella en ese momento. Llegó el camarero y les sirvió lo que habían pedido, ella esperó a que se asentara la infusión y luego se la echó en la taza y se quedó contemplando cómo salía el humo, él empezó a darle vueltas a la cuchara, seguían sin atreverse a hablar. Entonces él empezó a hablar – y dime, ¿Cómo estás, cómo te ha ido este ultimo año?-, -bien, ya sabes que no puedo estar quieta, terminé un curso que andaba haciendo y ahora estoy algo más tranquila, me dedico a mi casa. ¿Y tú? Cómo te fue durante este año-, -yo, he estado trabajando y haciendo las cosas bien, portándome bien- al decir esto le salió una sonrisa en la cara. Ella lo miró con cara de no entenderle. –No tranquila, he estado con la familia, y con el trabajo sobretodo con el trabajo me he metido de lleno en un proyecto y a ver si lo saco adelante-. –Bien, me alegra oír eso, te deseo lo mejor, sabes que es verdad-, -lo sé y te lo agradezco-. Así estuvieron un rato hablando de lo que habían hecho durante ese año. A las dos horas de estar ahí ella miró su reloj y dijo - ¡ay madre qué tarde es! ¡Con las cosas que tenía que hacer! Empezó a recoger sus cosas y sacó el monedero para pagar pero él le dijo –tranquila ya pago yo, en serio ¿te tienes que ir ya?-, -sí me esperan en casa, tengo que hacer la comida y un sinfín de cosas-. El la miraba mientras ella se ponía el abrigo -¿podríamos vernos otro día y con más calma?, -¿Cuánto tiempo vas a estar por 47


aquí? Pensaba que sólo estabas hoy para la reunión y luego te marcharías-, -sí, pero si me prometes que volveré a verte me quedaré un par de días-. Ella le miró con cara de asombro –pues no sé si es conveniente volver a retomar una relación de amistad, no sé tengo que pensármelo-, -aún tengo tu número de teléfono, ¿te puedo llamar esta tarde para quedar mañana? Ella se le quedó mirando y en un movimiento reflejo miró su reloj, entonces dijo –bueno, llámame y te diré a qué hora, ahora me tengo que ir, lo siento-. Ella salió de la cafetería dejándolo allí sentado y contemplándola irse. Ella llegó a casa y se puso hacer las cosas que tenía que hacer y mientras las iba haciendo se puso a pensar en él, en todo lo que habían vivido y en el porqué de la ruptura y se dijo a sí misma “que querrá después de tanto tiempo. Es verdad que le echo de menos pero ya no es lo mismo, yo he cambiado y el también, hemos pasado mucho durante este año”. Así estuvo hasta la tarde, hasta que el teléfono sonó. Era él y quería volver a verla, ella dudó unos minutos pero al final cedió y quedaron al día siguiente por la tarde. Pasó la noche dándole vueltas al encuentro, pensaba “no tenía que haber quedado, no puede volver a pasar, es mejor que estemos como hasta ahora, qué tonta he sido ¿Por qué has quedado?- se decía así misma. Se pasó toda la noche pensando en él, en otros tiempos. A la mañana siguiente cuando se levantó estaba hecha un desastre de no haber dormido bien, se dio un baño para relajarse, estaba nerviosa y no entendía el porqué ya que no había motivos para estarlo. Intentó concentrarse en las tareas de la casa para no pensar y estuvo haciendo cosas para no estar parada, comió poco ya que no le asentaba nada de lo que tomaba, tenía un nudo en el estómago. A medida que se iba acercando la hora más nerviosa se ponía, empezó arreglarse y estuvo media hora intentando decidir qué era lo que se iba a poner, al final cuando estaba ya con la última prueba se miró al espejo y se dijo “pero, ¿a quién quiero engañar? Hoy no tengo arreglo”. Se puso música, siempre andaba con la música puesta, la tranquilizaba y sobre todo ese día la necesitaba más que nunca. Al cabo de un rato se animó, la música era una medicina para ella. Salió de casa para llegar al encuentro con él, en el camino se le vinieron a la mente recuerdos de cuando estuvo con él, estaba realmente enamorada de él en ese tiempo, se rió para adentro y pensó en cómo cambió su vida al conocerlo y al abandonarlo. Pero era mejor así, ella había sufrido mucho por él en ese tiempo y ahora su vida era tranquila estaba a gusto consigo misma. Sí era verdad que le faltaba el amor, pero ya se había hecho la idea de que nunca lo tendría y era feliz así como estaba. Lo único que la desconcertaba era el porqué, después de tanto tiempo él se había acercado a ella. Iba andando por la calle sumida en sus pensamientos cuando se dio cuenta que había llegado al punto de encuentro y allí estaba él mirándola con una sonrisa en la boca. Ella se acercó a él y le dio un par de besos, -has venido pronto, pensaba que no estarías-, -sí, estaba impaciente y además tengo el hotel aquí cerca-. Los dos se dirigieron hacia una terraza, hacía buena tarde y se sentaron en una de las mesas de una cafetería que estaba en una plazoleta. Los dos se quedaron ahí sentados un rato hasta que el camarero se les acercó para ver qué querían. Mientras esperaban la consumición empezaron a hablar –y 48


dime, ¿Qué has hecho hoy? Por cierto, ¿Cómo te fue la reunión ayer?-, -he estado viendo algo la ciudad, las veces que he venido no he tenido la oportunidad de verla y sobre la reunión, bien creo que me darán el contrato-, -pues me alegro mucho por ti-. El se la quedó mirando y ella empezó a incomodarse en la silla -¿Qué pasa, por qué me miras así? ¿Tengo algo mal puesto?- él se rió –no, estaba viendo lo guapa que estás, no has cambiado-, -huy que no, estoy más vieja, jajaja-, -bueno, no digas eso que sólo ha pasado un año, yo te veo igual-, -pues por eso te lo digo, soy un año más vieja- y sonrió. Los dos comenzaron a reír, el recordó las noches que pasaban hablando y lo que le gustaba verla reír. –Quiero preguntarte algo, espero que no te moleste- -venga, pregunta-, -al final, ¿te separaste?-, -no, estamos igual, pero vivimos juntos-. Estamos con la misma rutina pero soy feliz, tengo a la gente que me quiere alrededor, tengo unos buenísimos amigos a los que adoro, se han convertido en mi familia, ¡qué más puedo pedir!- ella le sonrió y entonces preguntó – ¿y tú? Como te ha ido todo este tiempo, supongo que recapacitarías con todo lo que pasó, pero bueno, lo pasado, pasado está y se acabó-. –Bueno, y dime porqué tanto interés en verme-,- ¿no puedo ver a una vieja amiga?- -te recuerdo que tú y yo no quedamos muy bien, hasta me extraña que esté hablando contigo-, -y eso porqué, ¿Por qué te extraña?- ¿y tú lo preguntas? Mira no quiero hablar de este tema, déjalo estar-.-vale no hablaremos más de eso-.-gracias-. Así pasaron un rato hablando de cosas banales, aunque él quería preguntarle algo más pero no sabía cómo. Empezó a refrescar y los dos decidieron dar una vuelta por la ciudad y llegó la hora de despedirse –bueno tengo que irme ya-, -¿ya? pensaba invitarte a cenar-, -no puedo y ya es tarde, tengo que irme ya-, ¿podemos quedar para mañana?-,-mira voy a ser clara, no podemos quedar más no sé por qué he quedado hoy contigo pero ya no quiero más encuentros, lo nuestro no va a ningún lado, ni amistad ni nada, tu vive tu vida que yo viviré la mía es lo más adecuado-,-pero yo quería seguir viéndote, retomar nuestra amistad-, -no, lo siento pero yo no puedo, no debo y tampoco quiero-. El la miro con tristeza –siento que pienses así, no te he podido olvidar, pero si es tu decisión la acepto-.-sí por favor, no vuelvas a llamarme, me ha gustado verte porque con ello me he dado cuenta de que todo terminó y hay que pasar página-. El la acompañó a la parada del autobús y allí se despidieron para siempre. Mientras veía como se alejaba el autobús él se arrepintió de todo el mal que le había hecho y se alegró de que ella estuviese bien, era una mujer fuerte y deseó que todo le fuese bien en la vida. Y se encaminó hacia el hotel, en esos momentos notó que todo el peso de la culpa se le echaba encima y se sintió más viejo que nunca.

SENTIMIENTO Hay sentimientos como el amor, que pueden ser dulces o amargos. El amor de una madre hacia su hijo, incondicional. Pueden hacerle daño pero ella siempre está ahí, sufriendo con ellos, riendo. Nunca los abandona, siempre está ahí.

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Le quedaban pocas semanas, ella estaba feliz por tener ese hijo, lo deseaba con toda el alma. Ella estaba en la cocina haciendo el desayuno, para su marido y su hijo de cinco años, estaba feliz por tener un nuevo hijo. Su hijo estaba sentado ya en la mesa para desayunar y su marido estaba terminando de arreglarse para ir al trabajo. Estaba dándole el desayuno a su hijo cuando empezó a notarse mal, le empezaron a darle unos dolores terribles. Llamó a su esposo a gritos, su hijo lloraba al ver a su madre, ella empezó a sentir que se mareaba y le faltaba la respiración. Su marido al oír que gritaba salió corriendo de la habitación, cuando llego a la cocina vio a su mujer blanca como el mármol y a su hijo a su lado llorando y diciendo -¿Qué le pasa a mi mamá?-. El fue corriendo hacia su lado -¿Qué te pasa, mi amor?- ella solo le pudo decir –llévame al hospital, me encuentro mal- en ese momento perdió el conocimiento. El marido cogió a su hijo y lo llevó al coche sentándolo en su sillita de protección luego fue a coger a su mujer, con mucho cuidado la llevó hacia el coche, estaba como muerta su respiración era muy lenta. La acomodó en el asiento y controlando los nervios cogió el coche y se dirigió hacia el hospital. El hijo no paraba de llorar y él intentaba calmarlo – hijo, tranquilo mamá está bien sólo que se ha quedado dormidita, está muy cansada, ya verás cuando la vea el médico se pondrá bien-. El mientras intentaba llamar a su madre por el móvil. Daba la señal pero no contestaba, intentó llamar a su hermana, esta vez se lo cogió, y lo único que pudo decir fue – Susana está mal la llevo al hospital- y colgó el teléfono dejando a su hermana con la palabra en la boca. Cuando llegó a la puerta de urgencias salió como un rayo del coche y empezó a gritar para que alguien le ayudara – ayuda, mi mujer, no sé lo que le pasa-, mientras él intentaba sacar a su mujer del coche salieron dos enfermeros corriendo hacia donde él estaba con una camilla -¿Qué le ha ocurrido?-,-no lo sé me la encontré así en la cocina, por favor ayúdenla, está embarazada-. Los enfermeros lo apartaron y la cogieron poniéndola en la camilla con cuidado, salieron corriendo hacia el interior del hospital, mientras el cogía a su hijo que no paraba de llorar, estaba muy asustado. El intentaba permanecer tranquilo para tranquilizar a su hijo, pero cada vez estaba más nervioso. Cuando entró una enfermera empezó hacerle preguntas sobre los datos de su mujer, él sólo oía una voz lejana su mirada estaba centrada en su mujer y en los médicos que la rodeaban, quiso acercarse pero la enfermera no le dejó –tranquilo, ya le están atendiendo, no se preocupe los médicos están con ella, tengo que hacerle algunas preguntas sobre su mujer-. Lo acompañó hacia el mostrador de urgencias para que firmara algunos papeles, él tenía en brazos a su hijo que no paraba de llorar, él intentaba consolarlo pero era imposible. En ese momento llegó su hermana con la cara desencajada, lo encontró en el mostrador. -¿Qué ha pasado, como está, qué te han dicho?-, -no me dicen nada, no sé nada-. Ella intentó coger a su sobrino de los brazos de su padre, el niño estaba fuertemente abrazado a su padre y no quería soltarse de él, después de intentarlo varias veces el niño consintió que lo cogiera su tía. El no paraba de ver cómo entraban y salían médicos y enfermeros de donde habían metido a su esposa pero nadie le decía nada. Estaba desesperado tenía que saber lo que pasaba, en cuanto salió una enfermera de la sala fue corriendo y le preguntó -¿Qué le pasa a mi mujer?-, -no puedo decirle nada, ahora saldrá el médico y le comunicará-. Su hermana se acercó a él –ven a sentarte con 50


nosotros, mientras esperamos llamemos a mamá y a la familia, ellos tienen que saber-. Él le hizo caso a su hermana pero no quería irse muy lejos de ahí, tenía que saber que le pasaba a su mujer. Pasaron los minutos que a él le parecieron horas, su familia fue llegando al hospital, estaban preocupados, nadie sabía que era lo que estaba pasando, nadie les decía nada, hasta que salió un médico de la sala. Su hermana se levantó de golpe y él miró hacia donde miraba ella, en cuanto vio al médico se dirigió hacia él corriendo. -¿Qué le pasa a mi mujer?- el médico lo miraba muy serio – su mujer ha entrado en coma profundo, no sabemos la causa aún, andamos haciéndole pruebas -¿y mi hijo, él está bien?, pero ¿Por qué le ha pasado esto, ayer estaba bien? – Ya le he dicho que estamos haciendo pruebas, pero en la situación que está con el embarazo tan avanzado hay pruebas que no podemos hacerle-. El escuchaba al médico y no entendía nada, no comprendía nada quería una explicación pero no se la daban. El médico le seguía hablando y él no comprendía nada – le voy a ser claro, necesitamos hacerle pruebas a su mujer y en su estado no podemos, necesitamos una autorización para provocarle el parto, no se preocupe el niño está bien le queda poco para el parto natural pero es urgente que le hagamos las pruebas, ¿está dispuesto a firmar la autorización?- él le miraba sin saber lo que le estaba diciendo, le pasaron muchas cosas por la cabeza, no entendía lo que le estaba diciendo el médico –pero ¿mi mujer está bien?- era las únicas palabras que le salían de su boca. El giro su cabeza hacia donde estaba su familia, pidiendo ayuda con la mirada. En ese momento se acercó su hermana y se puso hablar con el médico, él sólo veía como su hermana asentía con la cabeza a lo que le decía el médico. Su hermana lo cogió del brazo y lo apartó a un lado – tienes que firmar la autorización, tranquilo al niño no le va a pasar nada pero necesitan hacer la operación para poder hacerle las pruebas-. Ella y el médico lo acompañaron hacia el mostrador para que firmara los papeles, él los firmó sin saber lo que hacía, estaba como en trance, no podía pasarles eso, la quería tanto, si le pasaba algo ¿Qué haría él? Solo con un hijo, bueno dos, ¿Qué sería de él?, no podía abandonarlo, no podía dejarlos solos. El miró a su hijo y pensó ¿Cómo vas a crecer sin tu madre? No puedes crecer sin ella, no puedo vivir sin ella. En cuanto firmó la autorización el médico salió corriendo hacia la sala, tenían que operarla urgentemente para que no peligrara la vida del niño, ella no estaba evolucionando bien, pero eso no se lo había dicho a la familia, no quería preocuparlos más de lo que estaban, quería ver la evolución después de la operación, más tarde ya informaría a la familia. La operación duró poco, el niño estaba bien. Ahora tocaba solucionar el estado de la madre, por más pruebas que le hacían no encontraban el porqué de su situación, los síntomas se iban agravando y no sabían el porqué, ella se iba apagando poco a poco. El médico fue a la habitación donde estaba ella, se acercó a la cama, tenía el semblante tranquilo parecía dormida – lucha, eres joven, por tus hijos, por tu marido. Tienes que hacer un esfuerzo, sé que me oyes, lucha por vivir, nosotros estamos haciendo todo lo posible por tu cuerpo, pero tú tienes que desear vivir- se la quedó mirando y le acarició la mano. El se dirigió hacia la salida de la habitación ahora tenía que hablar con la familia y no sabía qué decirles ya que ni el mismo sabía qué era lo que le pasaba a su 51


paciente. Iba por el pasillo e iba pensando en lo que le iba a decir a ese hombre desesperado de ver en el estado que estaba su mujer, cada vez iba caminando más despacio y retrasando el encuentro pero llegó a la sala de espera donde estaba la familia. En cuanto el marido lo vio se dirigió hacia él, al hombre se le veía fatal, estaba demacrado. -¿Cómo está mi mujer?-, -por el momento estable, pero no le voy a mentir, no veo buen desenlace, lo siento. Por más pruebas que hacemos no sacamos que le ha podido ocurrir-. El se quedó desolado, las palabras del doctor le tronaban en su cabeza, no podía ser, no podía ser verdad. Empezó a llorar, se apoyó en la pared y fue deslizándose hasta sentarse en el suelo, se tapó la cara con las manos y lloró desconsolado. Notó que alguien le tocaba las manos, era su hijo, tenía la carita sucia de haber llorado, empezó a acariciarle la cara – papi, ya verás mami se pondrá bien, está dormida y ese hombre de la bata blanca la curará- el cogió a su hijo y lo abrazó y empezó a llorar. Su hijo se acurrucó en sus brazos y ahí se quedaron un rato hasta que su hermana fue a verlos, llevaba un café en las manos –toma, necesitas tomar algo caliente-, -no puedo tomar nada, no me entraría-, -anda, hazlo por mí y por tu hijo, por favor-. El cogió el café y empezó a tomarlo, sintió que le reconfortaba entraba en calor. El tomarlo le hizo bien. Después de estar un rato ahí, se le acerco el médico para decirle que podía ver a su mujer pero por poco tiempo. –Sigue en coma, tenemos que esperar a que salga de este, pero no estoy seguro….- el médico se cayó lo que iba a decir no quiso empeorar más la situación. Acompañado por el doctor él iba caminando hacia la habitación donde estaba su mujer, no hablaron en todo el camino, el médico lo miraba de reojo pero no decía nada. El estaba también preocupado por su paciente. Cuando llegaron delante de la puerta de la habitación, el médico fue el primero en entrar. Cuando entró vio a su mujer con tubos por todas partes, parecía dormida, parecía una niña indefensa. Se acordó de cuando la conoció fue amor a primera vista, los dos se reían de la primera vez que se conocieron. Eran muy jóvenes, estaban en dos pandillas diferentes y un día en que coincidieron en la discoteca uno de sus amigos los presentó. Cuando él la vio se enamoró de ella al momento, sí, era joven pero los sentimientos son así no pueden evitarse. Fue detrás de ella hasta que consiguió una cita, ella se hacía de rogar. Siempre lo recordaban cuando estaban solos en el salón, sentados en el sofá y oyendo música de los 60. Y ahí estaba ahora, parecía dormida, se acercó a la cama y le dio un beso en la frente –hola mi amor, estamos aquí todos, cariño tienes que ponerte bien, no nos dejes te necesitamos-. El estuvo un rato con ella, le cogió de la mano y se sentó a su lado hasta que llegó el médico para decirle que tenía que salir. Cuando estaban a punto de salir los aparatos empezaron a pitar, el médico le dio un empujón para apartarlo de donde estaba, él comenzó a andar de espaldas hasta llegar a la pared, empezaron a entrar médicos, enfermeras y enfermeros, él veía como se movían todos -¿Qué está pasando? ¿Qué ocurre?-. Una enfermera que lo vio lo sacó de la habitación diciéndole que se quedara en el pasillo y esperase. El veía entrar y salir gente de la 52


habitación y no sabía qué pasaba. El empezó a ponerse nervioso y a gritar qué era lo que le pasaba a su mujer, un enfermero que pasaba por allí intentó tranquilizarlo –espere aquí, voy a entrar y ahora salgo para comunicarle-, él espero y el enfermero no salía, seguía habiendo el ajetreo de gente entrando y saliendo de la habitación hasta que abrieron la puerta y empezaron a salir uno por uno los que estaban dentro, nadie lo miraban intentaban evitarle. El los miraba con cara de súplica, de que alguien les dijera algo pero nadie le decía, el último en salir fue el médico. Su cara lo dijo todo, el pareció volverse loco, comenzó a gritar el nombre de su mujer y a empujar al médico que no le dejaba entrar a la habitación –tranquilícese, tiene que tranquilizarse, no puede hacer nada, ella se fue-, entonces él lo miró con los ojos desorbitados no podía creer lo que le estaba diciendo, tenía que verla. Dio un empujón al médico y se metió en la habitación, allí estaba ella ya no estaba con los tubos que había visto antes, sólo estaba tapada con una sábana, él se echó encima de ella y empezó a llorar desconsoladamente, entonces oyó – cariño no te tortures, yo estoy bien ahora tienes que cuidar de nuestros hijos, se padre y madre. Yo estaré a tu lado guiándote en la enseñanza de nuestros hijos, vive y se feliz. Te quiero y siempre te querré- el sintió un calor extraño en su frente y supo que era ella, que se despedía de él. Se incorporo y dio su último beso a su mujer, a la persona que más había querido en la vida. Salió de la habitación con el semblante relajado el médico lo miraba asombrado ya que momentos antes tenía la cara desencajada, se preguntaba qué era lo que había ocurrido en esa habitación. Cuando salió de la habitación se acercó al médico –ahora quiero ir a ver a mi hijo-, el médico lo acompañó hacia la habitación donde estaban los recién nacidos, le dijo a la enfermera que le llevara al niño para que pudiera verlo, cuando la enfermera llegó con el niño se lo puso en los brazos. Él lo cogió y lo apretó contra si el niño se quejo del abrazo –hijo mío, conocerás a tu madre, te contaré muchas cosas de ella, sé que ella va a estar a tu lado toda la vida, me lo ha dicho, espero que aprendas a quererla como yo la quiero- y dándole un beso se dirigió hacia la sala donde estaba toda su familia para que conocieran al nuevo miembro.

SOLEDAD No sabía lo que le pasaba pero tenía un peso en el pecho que no la hacía estar bien. Allí se encontraba sola, realmente sola. Era una sensación que no podía explicar, se sentía vacía y sin vida. Aunque tuviera buenos amigos que la animaban, que estaban con ella no podía evitar sentir tanta soledad. Solo quería meterse en esa habitación y no salir, no salir nunca más, quedarse ahí y que el tiempo pasara lo más rápido posible. Cada día se sentía más hundida, ella creía que había salido de ese abatimiento que la llevó a pensar en cosas raras, su mente daba vueltas y vueltas a una idea, pero era fuerte y siempre rechazaba esa idea, no podía, no podía dejar que ganasen los que querían hacerla daño. Pero había días que todo la superaba.

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Su vida era una rutina, siempre era igual. A ella se le metieron ideas absurdas en la cabeza, sólo veía engaños a su alrededor, no veía lo bueno de la gente que la quería, siempre desconfiaba. Ella no era así y por eso se hundía más y más, la habían cambiado por completo, la habían metido en un pozo sin fondo. Aunque a días era ella misma siempre volvía a ese pozo que cada día era más profundo, intentaba no acercarse a él pero era como un imán para ella. La vida ya no le interesaba. Hasta que conoció a dos personas que se convirtieron en lo más preciado de su vida, dos personas a las que quiso como si fuesen sus propios hermanos. Estuvieron con ella cuando más les necesitaba, se convirtieron en un apoyo para ella, la sacaron de ese pozo sin fondo pero ahora volvía a estar, ese pozo que ella pensaba que lo había olvidado, que había desaparecido de su vida y de su mente. ¿Por qué estaba así? Ni ella misma lo sabía. Se encontraba cansada muy cansada, no tenia ilusión por nada, dormía poco, se acostaba muy tarde no podía meterse en la cama y cerrar los ojos, cuando lo hacía siempre tenía visiones que no le gustaban por eso se quedaba en ese sofá que era su único compañero hasta altas horas viendo la televisión pero que nunca veía, no le interesaba lo que ponían en ella, si veía las noticias se sentía triste por lo que les sucedía a la gente, cambiaba de canal para no verlas pero siempre en algún canal ponían algo de lo que sucedía en el mundo, intentó ver películas cómicas pero no la motivaban, ya no reía. Se acostaba tarde y se levantaba muy temprano, hacía las cosas de casa como una autómata y luego, luego volvía a sentarse en ese sofá, intentaba concentrarse en sus escritos eran lo único en lo que ella podía transmitir lo que sentía pero tampoco le hacían bien, escribía pero no veía sentido a lo que plasmaba en ellos entonces se recostaba en el sofá y dormía, sólo dormía y cuando más tranquila pensaba que estaba le llegaban esos recuerdos, recuerdos que le hacían mal, recordaba a sus padres, recordaba su vida familiar y sobretodo recordaba a la persona que la había metido en todo aquello. ¿Por qué no podía recordar cosas buenas? Cosas que le habían llenado la vida de alegría ¿Por qué? ¿Por qué no conseguía seguir adelante, porqué seguía pensando más y más en algo que no tenía salida? Un día en los que estaba sola en casa se miró al espejo, se miró y no vio nada, sus ojos ya no tenían el brillo que antes tenían, tenía los ojos hundidos de no dormir, estaba cansada. Como una autómata se limpió la cara, se duchó y se puso algo de ropa. Cogió una maleta y metió en ella algo de ropa no vio ni lo que metía en ella, cogió lo imprescindible. Salió de casa, no sabía a dónde iba, empezó andar sin rumbo cuando se dio cuenta estaba delante de la estación, no sabía ni cómo ni cuándo había llegado allí. Miró a su alrededor y había un banco se dirigió hacia él y se sentó, allí paso un rato con la mirada fija en un punto, la gente pasaba a su alrededor y ella los miraba con una mirada ausente, en realidad no los veía, solo veía siluetas moverse a su lado. En un momento de lucidez miró hacia la puerta de entrada de la estación, se levantó y se dirigió hacia donde vendían los billetes, pidió uno que saliera en ese momento, le daba igual a donde fuese, lo cogió y se dirigió hacia el andén donde estaba el tren para salir. Subió al tren y se acomodó en un asiento, estaba sola no tenia acompañante pero aunque lo hubiese tenido no lo habría visto. El tren empezó su marcha a su destino, ella no sabía a dónde 54


iba, ni había mirado el billete, en cuanto lo enseño al revisor lo guardó en su bolso. Estaba sentada en el lado de la ventanilla y empezó a contemplar el paisaje, se puso los cascos para escuchar música y así se pasó la mayor parte del camino a un destino que no le importaba fuera cual fuese. Pasaron varias horas de trayecto, el tren hizo varias paradas pero no se fijaba en el nombre de las estaciones, no le importaba veía a la gente subir y bajar del tren, los veía con esas caras sonrientes felices de volver a su destino o de iniciar unas vacaciones, más de una vez a ella se le habían saltado las lagrimas, envidiaba a esas personas ¿Por qué ella no podía ser como ellas? Siguió en el tren sin rumbo, hasta que el tren hizo una parada, no sabía el porqué pero se levantó de su asiento y cogió su maleta. Se dirigió hacia la puerta y comenzó a bajar las escalerillas, entonces se dio cuenta que esa estación la conocía de algo pero no sabía de que, ella había estado allí. Al mirar hacia a un lado vio a sus hermanas que la sonreían, ella se quedo quieta, sin moverse, no podía dar un paso. Sus hermanas se acercaron a ella y la abrazaron, lloraban por ella y ella con ellas. Las tres se miraron y se rieron, sus hermanas le dijeron –no te preocupes todo se arreglará, ahora lo importante es que estás aquí con nosotras, tu familia- y las tres se fueron hacia la salida de la estación. Sí, estaba con su familia, todo se arreglaría. Ahora estaba en paz.

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EL MAÑANA Todo en ella es amor y a la vez odio todo se entremezcla, la pasión, el amor y el odio. Todo hace un conjunto que la atormenta y a la vez la hace más fuerte. Todo se recuerda y todo se olvida lo bueno y lo malo, lo pasado y lo que tiene que llegar. Todo se agolpa y todo se deshace a su alrededor. Todo tiene un principio y todo tiene Un fin, bueno o malo, qué más da. Lo pasado, pasado está. Como las olas borran las huellas de la orilla el tiempo borra las huellas del pasado. ¿Pero cuánto tardaran en borrarse? El tiempo lo dirá. Todo se olvida y todo se recuerda, pero queda la esperanza que algún día todo quede atrás, en el pasado. Queda la esperanza de que con todo lo pasado algo se haya aprendido, porque con todo lo vivido, todo se aprende. Con lo aprendido te hace más fuerte

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para no volver a lo mismo, para no caer en la tentación y no flaquear. Ella estaba perdida y no veía futuro pero algo dentro de ella vio la luz y ahora mira hacia el futuro con nuevos ojos, nuevos aires llegan a su vida. ¿Qué le deparará? Ni ella lo sabe pero sabe que hoy es un nuevo día, que el sol ilumina su camino y cada día que se levanta mira hacia el horizonte con una nueva mirada y sobre todo con una sonrisa que ilumina su cara.

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MARIKOKE Cuentan los más viejos narradores de las tierras altas de Xhodon, esta historia que con su permiso me atrevo a contaros. En los tiempos del nacimiento de la magia en este nuestro mundo, Xhodon, en el cálido este, acariciada por el sol y arrullada por la dulce melodía del mar, nació creció y comenzó a despertar a la magia, una chispeante y revoltosa maguita, de alegre sonrisa y mas despiertos ojos. Crecía arropada por su mar, ajena a las luchas que ya entonces comenzaban a asolar las tierras altas del mundo mágico. No obstante su formación en la magia no era escasa ya que su abuelo, el gran Mago Dargekoke, como Archimago maestro del gremio, había encontrado y despertado en ella la chispa que daba vida a la magia. La estaba instruyendo en las artes de la vivificación así como en el dominio de las criaturas y en el control de su magia. Para ella todo aquello no dejaba de ser un juego más, algunas veces aburrido y otras muy divertido, especialmente cuando podía jugar con los pegasos y sus grandes alas, y volar sobre ellos. Cabalgando sobre las nubes, surcando los cielos y asustando a las aves. La felicidad era su estado natural, todo a su alrededor desprendía un dulce aroma a paz. Su vida transcurría ajena a las grandes turbulencias que azotaban las tierras altas del mundo mágico, ajena al dolor y el sufrimiento que se estaba produciendo en aquel maravilloso mundo. Pero Dargekoke sabía de la importancia de ella en el discurrir de la historia, en esa historia que aún no estaba escrita pero que ya estaba marcada. Por ello y a pesar de las protestas de la maga no dejaba ningún día de darle nuevos conocimientos, no dejaba de enseñarla nuevas estrategias, incluso la animaba a ejercitar lo aprendido simulando batallas con sus compañeros magos. Ella lo seguía viendo todo como un juego y gracias a ello los conocimientos se agolpaban dentro de ella sin que apenas se diera cuenta de que los estaba adquiriendo. Pero los demás si comprendían que cada dia su poder era mayor y su luz también aumentaba cada día llenándoles de paz y de tranquilidad a todos cuantos la rodeaban. Estando así las cosas llegaron desde el norte de las marismas noticias de posibles incursiones de espías en el terreno de los pueblos ribereños. Dargekoke comprendió que la situación se volvía difícil y que las huestes oscuras aproximaban su cerco sobre la que sospechaban guardaba un poder que ellos podrían utilizar. Rápido en la estrategia, mandó a sus mejores magos a situarse estratégicamente para recibir las primeras incursiones del enemigo, pero cuando lo vieron aproximarse comprendieron que ni todos juntos podrían hacerle frente, por ello dieron rápido aviso a Dargekoke de lo complicado de la situación. Las huestes enemigas formaban un formidable ejército, el más poderoso que jamás habían visto sus ojos, y también el más terrorífico, su aspecto desde la lejanía aterrorizaba.

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Las formaciones perfectas, la sincronización impecable, hacían que el suelo temblase a cada paso del ejército ya que éste se producía como si fuese uno solo el que lo hiciera. Los magos ribereños organizaron sus asustadas tropas para intentar hacer frente al poderoso enemigo, sabedores de lo imposible de su misión. Mientras en el palacio de Dargekoke, éste intentaba encontrar la mejor manera de hacerle ver a la maga que había llegado su momento. Su cabeza no paraba de crear frases y artificios que le sirvieran para hacerla ver la importancia de lo que en breve tiempo tendría que afrontar. En ello estaba cuando en la sala entró la joven maga. La miró y sus ojos no vieron a la chiquilla que un instante antes había dejado jugando con dos duendes en el patio. Desprendía una luz diferente, más fuerte, más poderosa, más inquietante. Su mirada había abandonado la ternura de su juventud para reflejar firmeza y autoridad, su cuerpo se movía ahora con una templanza digna del más alto de los magos. Dargekoke no salía de su asombro ante el increíble cambio. “Qué te paso mi niña, pareces distinta” sus palabras, cargadas de preocupación y a la vez de esperanza, apenas salieron de su boca en un susurro, la sorpresa seguía dominándolo. “Dargenkoke sé lo que pasa, sé lo que he de hacer, no me preguntes cómo, sólo sé que cuando he oído a los guerreros hablar sobre el ejército oscuro que pretende acabar con la felicidad de mis amigos, algo dentro de mi ha explotado y sin saber cómo me ha cambiado”. Dargenkoke seguía mirándola como si fuera la primera vez que la contemplara, y a la vez la miraba como mira el siervo a su amo, pues sin saber porqué dentro de él había crecido la sensación de que ella era la auténtica maestra de la magia, la portadora de la esencia de ésta. La miraba y sólo veía poder, magia, amor, todo en uno, y en ese instante comprendió que ya era al fin la guía que necesitaban, el faro que los conduciría al puerto sin quebrar sus naves. “Hija mía ha nacido en ti la llama de la esperanza de nuestro pueblo, tu eres la luz que nos guiará, tú eres la fuente de amor que vencerá a la oscuridad” Sus palabras le sonaron tontas y escasas de significado ante lo que él sabia que tenía ante él. Sabía que era mucho más que eso, pero no sabía cómo expresarlo. “Ya ha llegado tu momento y es hora que portes tus armas y se te conozca por tu nombre”. Ella le miró con sorpresa, “¿Mi nombre? ¿Pues no lo conoce ya todo el mundo?” Dargenkoke la miró con una tímida sonrisa en los labios “Tu nombre de nacimiento sí es conocido por los que te quieren y los que te rodean, pero hoy se ha dado a conocer tu nombre mágico, tu nombre de poder, hoy fuiste bautizada por la magia y ésta te concedió el nombre de Marikoke” Los ojos de la joven maga explotaron en un llanto de alegría, su ser entero recibió el conocimiento de su nombre con júbilo. Y un nuevo aumento de poder, de luz, de magia, se experimento en ella. “Ya estás completa, es la hora de la batalla” Marikoke aceptó la encomienda del que hasta ahora era su maestro y se dispuso a salir presta a enfrentar al enemigo. En las lindes de las marismas los magos cada vez temían más por la situación en que quedaría el reino ribereño tras su derrota, pues ésta cada vez la veían más cercana. Y no era para menos pues los malditos troles no paraban de lanzar enormes piedras que en 59


su caída aplastaban a sus tropas. Y los arqueros sembraban de saetas los cielos cada cinco minutos diezmando las asustadas tropas de los magos de luz. La desesperación se reflejaba en el rostro de los guerreros, a pesar de no haber podido aun cruzar sus armas con el enemigo que se obstinaba en no avanzar, sólo los diezmaban desde la distancia. Y entonces, por lo alto de la loma de Yekin un resplandor, llamó la atención de los magos y sus tropas. Una luz de esperanza avanzaba hacia la retaguardia de las tropas oscuras, y tras ella un formidable ejercito de hadas, sacerdotes, gigantes árbol, enanos, centauros y demás criaturas avanzaban resplandecientes, brillantes, parecía que emanasen luz. La confusión se apoderó de las filas oscuras y sus magos tuvieron que hacer un gran esfuerzo por mantener la disciplina entre sus tropas, pero de poco los sirvió, cuando la dama Marikoke que encabezaba las huestes de luz, acercó su corcel a las filas de los asustados trol estos cayeron a sus pies fulminados, como si un rayo los hubiese alcanzado. El brioso galopar del rocín de Marikoke comenzó a partir en dos el grandioso ejército oscuro mientras sus tropas comenzaban a eliminar a sus adversarios abriendo un amplio abanico en el centro de su retaguardia. Los magos defensores comprendieron que ese era su momento y alentaron a sus tropas a entrar en batalla empujado por el poder que veían emanar de la que era su nueva líder. La ardorosa maniobra sorprendió a la vanguardia de las tropas oscuras que tardaron demasiado en reaccionar al estar más preocupados por lo que a sus espaldas sucedía. La batalla fue sangrienta, los dos ejércitos lucharon con ardor hasta el último aliento pero el impulso de la dama de la magia Marikoke decantó la balanza en exceso hacia el lado de la luz. Las tropas oscuras se batieron en retirada y sus magos rindieron honores a los vencedores. La batalla había llegado a su fin pero la oscuridad sabía de su nueva contrincante desde ese momento, y comenzó a preparar un nuevo asedio. Marikoke maduró bruscamente a raíz de la batalla, toda ella era una nueva persona, más segura, más fuerte, más autosuficiente, era como si en su interior se hubiera roto un sello que guardara todos los conocimientos que lentamente el maestro Dragenkoke la había ido inculcando desde su infancia. Un impetuoso río de sabiduría la inundaba en su interior, cosa que la tenía aturdida, pues era enorme lo que comenzaba a comprender que podía realizar, el poder que podía dominar, la magia que podía canalizar. “Maestra, los sabios maestros del consejo la esperan en el salón del trono”, las palabras del mensajero la hicieron regresar de sus pensamientos, con un gesto de su cabeza hizo comprender al mensajero que ya se encaminaba al lugar que le indicaba, pero en su interior la sorpresa estalló de nuevo, era Maestra y la invitaban al salón de los maestros, la sala en la que se dirigían los designios de todos los que la rodeaban. La felicidad estaba alimentándola, la estaba saciando y ella lo disfrutaba plenamente. Con paso lento pero decidido, no quería que los demás notaran su impaciencia, se dirigió a la puerta del salón del trono. Al llegar a ellas los sacerdotes que las custodiaban las abrieron solemnemente para dejarla pasar. Por fin estaba dentro, por fin era una igual ante los demás maestros. El maestro supremo se acercó a ella y le indicó 60


uno de los sillones que se encontraban situados frente al gran trono vacio que representaba la igualdad entre las gentes de la comarca, pues los maestros siempre decían que al no haber rey todos eran iguales, aunque unos fueran más iguales que otros. “Bienvenida a tu nuevo hogar, y a este nuestro consejo de decisiones, desde hoy serás maestra de la comarca y deberás cumplir con tus obligaciones como tal. Son sencillas pero ineludibles, sólo has de apoyar y ayudar a la gente, comprenderlos y mimarlos, pero ante todo ser un referente para ellos, esto quiere decir que de ti se exige rectitud, saber estar y compromiso”. Las palabras del maestro supremo las conocía de sobra pues mil veces se las había dicho antes Dargenkoke y mil veces las había ignorado, pero hoy comprendía que desde ese día ya serian su ley de vida. “Esta es una época difícil, tal vez no sea la más adecuada para dar el poder a nuevos maestros, pero tú no has sido elegida para el puesto, tú simplemente has nacido para ello, con lo cual el momento es indiferente ante tus cualidades y poderes, nos lo has arrebatado de las manos, con soberbia y autoridad, es tu destino, y creo que no es el fin de tu camino sino solo el principio de lo que has de llegar a hacer por todos nosotros”. Las palabras del maestro supremo hicieron que su corazón se encogiera y acurrucara en un rincón de su pecho, asustado ante tanta responsabilidad. Sus ojos expresaban claramente su estado de sorpresa y excitación, parecían dos globos a punto de estallar. No sabía que hacer ni que decir. En ese momento se levantó la figura de Dargenkoke y sintió caer un manto de protección sobre sus hombros que la tranquilizaron. “Queridos maestros, el rostro de la salvadora nos ha sido mostrado para nuestro regocijo, y ahora hemos de ser nosotros los que la rindamos honores y la acompañemos en su difícil andadura, pero eso será mañana, ahora dejémosla asimilar su nueva condición y arropémosla con cariño que es lo que más necesita ahora mismo”. El foro de magos se levantó de sus cómodos sillones y con las caras iluminadas de felicidad se encaminaron todos a abrazar y mostrar su cariño mas sincero a Marikoke. Las caras de aquellos venerables magos la cargaron de energía y de paz, la saturaron, la llenaron de energía, pero ante todo la hicieron muy feliz. Los siguientes días pasaron entre el gozo y el disfrute, sin darse cuenta de que cerca de allí el mundo se desmoronaba. Muchos trataron de hacerla llegar sus peticiones de auxilio pero Dargenkoke hizo de filtro pues él y sólo él sabía lo que a ella la esperaba y que todo aquello eran minucias comparado con su misión Pasó el tiempo y las hordas enemigas prosiguieron en su implacable destrucción de todo lo que ellos querían y disfrutaban. Dargenkoke comprendió que no podía dilatar más la tarea para la que había sido instruida Marikoke, aquello para lo que le habían sido concedidos todos sus dones.

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Esa misma tarde fue a visitarla a los jardines de palacio, “Mi dulce niña ha llegado el momento del que tanto te hablé. Hemos de partir y enfrentarnos al mal, incrustarnos en su corazón y hacerlo sangrar para que desaloje de su ser toda la podredumbre que lo oprime y así atraerlo a nuestro lado”. Las palabras de su maestro la sonaron a misión suicida a la par que imposible. Como podrían ellos llegar a enfrentarse al Sumo Archimago si su ejército había caído ante el empuje de las fuerzas oscuras. “Pero maestro cómo vamos a acercarnos a él”. Dargenkoke sonrió ante la candidez de su pupila y mirándola con toda la ternura que en él albergaba la dijo “Mi inocente Dama aún no eres consciente de quién eres ni de qué atesoras en tu interior, mejor será que lo compruebes por ti misma pues por muchas palabras que de mi boca salieran, estoy seguro que ninguna llegaría a hacerte comprender lo que representas para nosotros”. Sin decir más Dargenkoke salió del jardín portando una enorme sonrisa de satisfacción en el rostro, pues comprendía la grandeza de la persona ante la que se encontraba. Marikoke preparó sus enseres para comenzar la encomienda de su maestro, nos sin tener grandes dudas sobre cómo y qué es lo que tendrían que realizar, pero tenía una fe ciega en él y estaba dispuesta a seguirle donde él la dijera. A la mañana siguiente ambos se encontraron en el patio del palacio montados cada cual en su cabalgadura. Marikoke desolada miró a su alrededor, no había ejército que les acompañara, el miedo comenzó a abrirse paso en su interior. “No los busques no nos acompañará nadie, no los necesitamos” “Pero cómo no vamos a necesitarlos, nos van a destrozar sin ellos” “Ten fe, confía en mí, no pasará nada” Y dicho esto se encaminó hacia el portón del palacio. Sus monturas cabalgaron rápidas por la comarca hasta llegar a los límites de ésta donde las cambiaron por unas nuevas y frescas. Al anochecer se encontraron en la frontera del reino oscuro. Ante ellos un poderoso ejército acampado a la espera de órdenes les impedía el paso. Darguenkoke tomó las riendas del caballo de Marikoke y comenzó a avanzar hacia el ejército enemigo. Ella no sabía dónde meterse, su corazón cabalgaba mil veces más rápido que lo había hecho su caballo a lo largo de la jornada, sus manos temblaban ante la impresión que le causaban las fuerzas del enemigo, toda ella estaba agarrotada por el miedo. Pero según fueron acercándose al frente del ejército enemigo algo extraño comenzó a suceder, algo mágico como todo lo que ahora la sucedía. Los enemigos comenzaron a abrir un paso entre sus filas, les abrieron un camino y además al comenzar a pasar por él todos se inclinaban ante ella, todos…. Marikoke irguió su figura en el caballo tratando de aparentar superioridad y altanería. “No es necesario que te esfuerces, ellos no se inclinan ante ti por lo estirada que estés, lo hacen porque ven tu poder, lo sienten y te respetan y temen en la misma medida”. Las palabras de Darguenkoke no la tranquilizaron, aunque sí consiguieron que relajara su postura en el caballo. Cruzaron las filas enemigas hasta llegar al otro lado de éstas y 62


desde allí cabalgaron veloces hacia el oeste. Dos jornadas tardaron en llegar al palacio del Sumo Archimago, durante ellas no encontraron oposición en las tropas enemigas ya que éstas se rindieron a ellos franqueándoles el paso, fueran donde fueran. En las posadas les sirvieron con cariño y amabilidad, y todos a su alrededor se llenaron de paz y felicidad, disfrutaron del gozo que les proporcionaba la presencia de la maga entre ellos y correspondieron con todo lo que a su disposición tenían. Marikoke no dejaba de estar sumamente extrañada de cómo se comportaban todos a su alrededor y aunque trataba de no atosigar a su abuelo y maestro en su interior crecía a cada instante una duda sobre el porqué de todo aquello. No acababa de comprender cómo de ser una chica normal, que hace unos días estaba con sus amigas, ahora se había convertido en alguien tan llamativo para el resto de la gente, como de pasar inadvertida para todos, ahora era el centro de atención de todos los que la rodeaban. Draguenkoke pareció adivinar sus pensamientos y con un tierno gesto de su mano, la acarició la mejilla y la abrazó con dulzura, “Mi dulce niña, se que aún no comprendes lo que te pasa, pero sólo has de mirar en tu interior para ver lo que los demás ven en ti, ahora mismo sé que no quieres verlo por más que lo intentes pues te oprimen los cambios y el deseo de regresar a lo que antes tenías, pero piensa que es para bien, lo que te está pasando es lo mejor que le puede pasar a nadie en este nuestro mundo, eres la portadora de la paz, de la alegría, de la esperanza, y pronto se que verás en tu interior esa llama que todos saben y ya ven en ti”. La ternura de sus palabras la reconfortaron pero no consiguieron disipar sus pensamientos confusos, aunque como tenía una fe ciega en su abuelo, se propuso no pensar de momento mas en ello…. Llegaron por fin al valle donde se erguía altanero el palacio del Sumo Archimago. Ante sus altas puestas, centenares de trols hacían guardia permanentemente, y una legión de ángeles de la muerte sobrevolaban los alrededores evitando que se aproximara nadie que no tuviera permitido el paso. Desde lo alto de la última loma antes de llegar al valle los dos viajeros miraron con temor lo que ante ellos se encontraba. La lucha sería inútil, con lo cual todo lo fiaban a las maravillosas dotes de Marikoke. Sin ninguna prisa condujeron sus monturas hacia las negras puertas del palacio, los trols se movían intranquilos al verlos acercarse, sus instintos guerreros los empujaban a enfrentarse a aquellos dos insignificantes viajeros y destrozarlos sin pedir explicaciones, pero a la vez en su interior algo les hacia contenerse al mirar la luz que desprendía aquella muchacha. Algo parecido les estaba sucediendo a los ángeles en el cielo pues sentían las ansias asesinas de destrozar a aquellas dos presas fáciles, pero una extraña sensación les invadía, algo que les impedía lanzarse en picado sobre aquellos pobres aventureros, algo que hacía despertar en ellos su antigua condición de protectores del bien. Las dos pequeñas figuras llegaron a las puertas del palacio sin recibir ni un solo rasguños de los terribles guardianes, y ante ellas se pararon a la espera de que estas se abrieran. Poco tuvieron que esperar para ello pues al cabo de un rato las puertas se movieron dejando paso a los osados visitantes. El patio del palacio era un

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hervidero de actividad, una enorme cantidad de seres se movían de un lado a otro realizando las tareas que sus superiores les encomendaban. Cuando Marikoke llegó al centro del patio, la actividad cesó por completo. Todos dirigieron su atención ante la frágil dama que ante ellos lucía su don especial. Su luz desarmó por completo las defensas del palacio, las tropas cayeron rendidas ante ella. Darguenkoke a pesar de haber visto ya realizar el prodigio en varias ocasiones, seguía sin salir de su asombro, ante ellos las más fieras y poderosas tropas del Sumo Archimago rendían sus armas, realmente no podía creerlo. Pero era cierto, y con la certeza se llenó su espíritu de la más grande de las esperanzas, Tenía de nuevo la ilusión de un adolescente que corre alocadamente en pos de un ideal perdido. Asió con fuerza la mano de su nieta y la hizo encaminarse a las amplias escalinatas que conducían al salón del trono. Marikoke no quería seguir los mandatos de su abuelo y mentor, pero la devoción que a él le profesaba la hacían seguirle donde quisiera este llevarla. El salón del trono era un lugar oscuro pero rico en adornos, si algo más de luz hubiera iluminado la estancia habrían podido maravillarse de los riquísimos labrados de la sillería, o de los innumerables tapices que contaban las batallas ganadas por el Sumo Archimago, o el sin fin de relojes de todo tipo que dormía en los estantes de la sala. “No os habéis parado a mirar mi colección de relojes, pues es una de las mejores del mundo, pero yo sólo los tengo para recordar que el tiempo aunque se deje de marcar, es inflexible y no para ante nadie ni nada”. Las palabras habían surgido de un rincón oscuro del salón. Allí sentada, una figura triste y decaída, descansaba la cabeza sobre su mano, El tono de las palabras era lúgubre y sin vida, daba la sensación de estar hablando un desilusionado del mundo. “Mi tiempo ha sido imposible pararlo, es más creo que alguien dio cuerda a mi reloj sin yo darme cuenta y aceleró sus mecanismos haciéndome llegar demasiado pronto a mi final, y lo más triste es que sé que nada puedo hacer para evitarlo. Tú maldita niña has traído la paz a este mundo, yo también quería hacerlo, y quería que fuera a mí a quien la historia recordara como el gran líder que unió a todos los pueblos mágicos. Pero no, tuviste que llegar tú con tu luz y tu paz interna a estropear lo que tanto esfuerzo me había costado arrancar. Ya lo tenía casi en cuesta abajo,,,,, pero la ilusión y la esperanza han conseguido apagar el terror con el que estaba sometiendo al pueblo. Y si te pararas a pensarlo verías que no soy tan malo como tu mirada indica ahora mismo, pues mi idea de aterrorizar al pueblo no era más que el camino para liberarlos más adelante y que me vieran como su salvador. Ves ¿A que era buena la idea?” Marikoke miró con odio a aquel ser retorcido que era capaz de infligir dolor para luego sanar al necesitado y ser su salvador. No podía sino horrorizarse ante la idea por mucho que a él le pareciera brillante. Pero en poco tiempo su actitud hacia él cambio por completo al comprender la soledad que debía acosar a aquel hombre para tramar semejante plan con tal de ser querido. “El cariño de la gente no se arranca como una mala hierba, se ha de cultivar y regar a diario para que crezca sano y fuerte y su tallo sea vigoroso y ancho, para soportar las inclemencias, si tratas de arrancárselo a la gente 64


ese carriño será vacio y fugaz y pronto se convertirá en temor y sospecha,” El Sumo Archimago se sorprendió ante la profundidad de los pensamientos de Marikoke, hasta ella no comprendía de dónde le había salido tal parrafada, y temió aún más a la niña que a él se enfrentaba. “Basta, no estoy para oír tus sermones mi tiempo se agota pero sé que si te venzo podré prorrogar mi cuenta atrás, “Sin darla tiempo a reaccionar una brillante luz cruzó el salón y sintió en su cuello el aliento del Sumo Archimago “Estoy cansado, triste y casi acabado pero mis recursos son grandes aún tierna niña” Le sentía demasiado cerca, podía olerle y se sorprendió al comprobar que desprendía un dulce y fresco aroma a lavanda. El Sumo Archimago recitó un hechizo y dispuso sus manos para ejecutarlo cuando una campana de energía envolvió a la joven maga. Su abuelo había realizado un sortilegio de protección, El sumo Archimago, enfurecido, lanzó una bola de fuego al pecho de Darguenkoke que éste apenas pudo esquivar. Marikoke reaccionó ante la situación y comenzó a lanzar conjuros y hechizo, rápido muy rápido, casi sin saber porqué, casi a lo loco, casi sin sentido. El Sumo Archimago se rió a carcajadas viendo lo disparatado del ataque de Marikoke, e incluso su abuelos la miró sorprendido sin comprender nada. Pero cuando llevaba una alta baterías de conjuros lanzados y estos estaban por toda la sala moviéndose, Marikoke comprendió que su gran momento había llegado, alzo sus manos y gritando alto conjuro a los elementos, una tenue nube blanquecina comenzó a a girar por todo el salón, un frío rumor la acompañaba, y a su vez una débil luz comenzó a iluminar el salón. “Bien si sabe hacer cositas bonitas y todo” El Sumo Archimago lanzó una poderosa bola de fuego conta el pecho de Marikoke pero ésta se desintegró antes de acercarse a su destino, El Sumo Archimago se quedó altamente sorpendido y para contrarrestar mandó tres poderosos hechizos contra su rival, pero todos siguieron la misma suerte que el primero. Marikoke seguía concentrada en su tarea, ni siquiera se había percatado de lo que el Sumo Archimago acababa de hacer. Abrió los ojos y contempló la bola de magia blanca que sobre sus manos se había posado. Con dulzura dirigió su mirada hacia el contrincante le mostró la más bonita de sus sonrisas y le lanzó la bola de magia. El Sumo Archimago miró con suspicacia aquella gran bola blanca, que más parecía una tierna nube que un conjuro o un hechizo y a pesar de sus temores una sonrisa brotó en sus labios pensando en lo cómico de la situación. Ver acercarse aquella tierna bola de algodón le inspiraba más ternura que temor, y más aún dada la lentitud con que ésta se movía por la sala, estaba haciéndose eterna su llegada, casi tenía ganas que llegara para saber qué le esperaba. Y sin más la gran bola esplotó en una lluvia de confeti blanco que se fue pegando a todo el cuerpo del Sumo Archimago. No comprendía que era aquella pantomima, ya no le estaba resultando nada simpático y decidió contraatacar, rebuscó en su interior el más poderoso de sus hechizos y lo lanzó con todo su poder tras de él, pero no pasó nada, nada salió de sus manos, nada pasó en el aire, nada le llegó a Marikoke. Confuso trató de hacer uno y otro y otro más, todos los conjuros que conocía pero nada partía de su ser, era como si se hubiera vaciado de magia. Y entonces lo comprendió, realmente tenía ante él la más poderosa maga que podía existir pues había convocado el poder de los elementos para 65


anular la magia, algo que sólo había leído en antiguos textos que se podía hacer pero que nunca un mago había sido capaz de realizar. Clavó sus rodillas en el suelo y miró con asombro y fascinación a la dama que ante él se alzaba poderosa y a la vez cálida y humana. “Gran Dama de la Magia ante tíi rindo mi ser pues no existe rival que se te pueda comparar. Tú eres la vencedora y tú eres la luz de la magia de nuestro mundo”. Aquellas palabras llenaron de felicidad a Marikoke que se giró hacia el lugar en el que su abuelo la miraba con lágrimas en los ojos. “Abuelo y ahora qué he de hacer” “Sólo ser tú misma y repartir tu amor por el mundo” Las palabras de Darguenkoke abrieron el camino de un nuevo horizonte para el mundo mágico pero esa ya es otra historia…… Autor: Santiago.

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OLVIDAR Y VOLVER A EMPEZAR NO TE ACERQUES A ELLA DESENLACE DE LA HISTORIA Andrea estaba en casa haciendo lo que todos los días, su rutina era la misma de siempre. En cuanto sus hijos se iban al colegio empezaba a recoger la casa, hacer la comida, poner lavadoras, etc. Siempre era lo mismo. Hacía mucho tiempo que estaba cansada de hacer lo mismo, su marido nunca le hacía caso, no hablaban. El estaba inmerso en su trabajo y cuando llegaba a casa cansado se sentaba después de cenar en el salón y ahí se quedaba sin decir nada. Ella cogió la costumbre de irse a su cuarto a leer o hablaba con sus hijos de lo que les había acontecido el día. Ella vivía para sus hijos era lo único que realmente le importaba, no trabajaba y tenía que llenar ese algo que le faltaba con ellos. Una mañana salió de casa en dirección al centro de la ciudad, tenía que salir de allí, notó que se asfixiaba en esa casa que ya no le decía nada. Cogió el autobús y se dirigió hacia el centro, allí empezó a caminar sin rumbo le daba igual ir a un sitio o a otro, pasó por una tienda de ropa y entró a mirar siempre encontraría algo aunque ella pensó que para qué se iba a comprar algo cuando no salía a ningún sitio, sólo a comprar y era una vez a la semana. Había mucha gente y pensó que si estaban de rebajas porque era imposible que estuviese tan lleno, empezó a mirar ropa y vio una camiseta que le gustó, ni se la probó se fue directa a la caja para pagarla había una cola tremenda y pensó que vaya ganas tenía ella de estar ahí esperando por una simple camiseta, pero ahí se quedó. Se dio cuenta que había alguien que la observaba pero no le dio importancia, haciendo como si mirara algo que había a su lado se dirigió hacia donde estaba él. Se quedó petrificada cuando lo vio, no pensaba que lo volviera a ver después de lo que pasó, empezó a ponerse nerviosa y deseó que llegase pronto su turno para irse de la tienda y desaparecer. Miró otra vez y esta vez sin esconderse, él seguía allí mirándola y sin decir nada, ella volvió la cara hacia donde estaba la cajera que estaba esperando que le diera la camiseta para cobrarla. Ella pagó rápidamente y se fue directa hacia la entrada de la tienda, se quedó parada no sabía para donde tirar, se volvió y vio que él iba en dirección suya. Ella salió caminando lo más rápido que pudo y no sabía a dónde ir, se giró y vio que él la seguía, aceleró sus pasos pero él estaba cada vez más cerca, en ese momento vio una cafetería y pensó que allí podría despistarle y en un momento en el que pensó que no la veía se metió en ella. Llegó con el corazón que se le salía de lo deprisa que le latía. Ella se acercó a la barra y el camarero le preguntó qué quería tomar, se lo pensó un momento y al final le pidió una tila. Cuando el camarero le sirvió la tila ella se dirigió a sentarse a una mesa que estaba en un rincón de la cafetería, pensó que allí estaría más escondida. Se sentó de espaldas a la puerta no quería que la viera nadie. Empezó a tomar sorbos de la tila y se sacó un cigarro. Cuando fue a encendérselo alguien le ofreció un encendedor, ella miró hacia donde estaba esa mano que 67


le ofrecía fuego. No quería mirar pero levantó la cara para decir gracias cuando lo vio allí. Era él y no podía creérselo. – ¿Me puedo sentar? Le dijo él-. Ella no dijo nada sólo lo miraba. El se sentó enfrente de ella y la miró fijamente. –Estás igual e incluso más guapa de lo que yo recordaba-, ella lo miraba pensando –no puede ser, no puede estar aquí delante de mí, ¿Qué es lo que quiere? no, tengo que irme no puedo quedarme aquí-,-¿no me dices nada? ¿No te alegras de verme? Hacía tiempo que quería venir a verte, a darte una explicación pero no sabía cómo ibas a reaccionar-, ella lo miro con cara de ¿Qué me está diciendo? Y no pudo más y le contestó -¿Qué si me alegro de verte? ¿Después de lo que me hiciste? ¿Pero cómo puedes pensar que me iba a alegrar verte? Ahora que ya me había hecho la idea de no verte más, tú para mi estabas muerto. ¿Qué es lo que quieres de mi?-, -darte una explicación, hacerte entender- ella no podía creer lo que estaba oyendo. –no quiero explicaciones, no quiero saber nada de ti. Todo terminó, me hiciste mucho daño y no quiero saber nada de ti-, -me afecta lo que me dices, yo no te he olvidado-, -pues es lo que hay- ella sabía que eso no era cierto, sí era cierto que ya no pensaba en él pero ya no era como antes, le odiaba con todo su corazón por lo que le hizo, lo que ella quería era que todo se borrara de su memoria y en esos momentos todo volvió a su mente. Hacía ya más de dos años cuando lo conoció, ella estaba pasando una mala racha y lo conoció a él. Se enamoró como una tonta de él pensando que era correspondida, él se había inventado una novela y ella se lo creyó todo. Hasta que todas las mentiras salen a la luz. La destrozó y se prometió a ella misma que no volvería a confiar en nadie. El la miraba con esos ojos de los cuales ella se enamoró, en ese tiempo pensó que eran sinceros pero ahora los miraba y no le decían nada, ni sus palabras le hacían sentir lo de antes. –por favor entiéndeme, no sabía lo que hacía siento todo lo que pasó-, -no digas que lo sientes, porque no es verdad, ha sido inútil que vinieras ¿para qué has venido, para hacer más daño?-, -no, he venido para que me perdones-. Ella se levantó de la silla muy lentamente y mirándolo le dijo –no me pidas perdón, porque no lo vas a encontrar. No quiero volver a verte, no quiero saber nada de ti. Para mi eres un extraño, yo me enamoré de un ser excepcional pero él murió y lloré su muerte. El que está sentado delante de mi no lo conozco ni quiero conocerlo, al revés me provoca repulsión, asco y a la vez una tremenda pena de saber que hay gente como tú en el mundo-. Ella se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta dejándolo ahí sentado sin decir nada, no quiso mirar hacia atrás y salió de la cafetería con una sensación de paz, de haberse quitado un peso de encima. La vida le daba otra oportunidad buena o mala no lo sabía pero tenía que aprovecharla, ahí en esa silla dejó algo que la atormentaba desde hacía mucho tiempo pero ya no, se sentía liberada de ese peso. Salió a la calle y miró al cielo. Hacía un día soleado, de los que a ella le gustaban y mirando a la gente sonrió y se fue andando, sabiendo ya el camino que iba a tomar. Devoraba los kilómetros con fiereza, sin exceder la velocidad pero manteniendo el ritmo para llegar cuanto antes. Su vehículo parecía conocer el camino a pesar de haberlo 68


recorrido en poquísimas ocasiones. Tenía prisa a pesar de no saber qué era lo que le llevaba allí. Esa misma mañana había sentido una extraña sensación, no sabía qué era lo que le pasaba ni qué era lo que sentía. Tuvo presente esa sensación toda la mañana y al llegar la hora de la comida fue incapaz de probar bocado. Alarmado pidió permiso en el trabajo para relajarse en su hogar a la espera de que así remitiera aquella angustiosa sensación. Pero no fue así, al contrario, aumentó la molesta sensación y sin saber que hacer se puso en su P.C. a repasar el correo intentando apartar de su mente lo que sentía. Y justo fue entonces cuando al ver un correo que le había enviado su querida amiga cuando comprendió que era lo que le pasaba y que debía de hacer para solucionarlo. Comprendió que su angustia era por ella, que lo que estaba sintiendo era la necesidad de acudir a ella, sentía como si le llamara pidiéndole auxilio. Sin pensarlo dos veces tomó lo imprescindible y partió hacia el lugar donde ella se encontraba. Les separaban muchos kilómetros pero no le importaba, aquello que sentía le hacía comprender que era imprescindible que acudiera a su llamada. Condujo toda la noche, sin ni tan siquiera pestañear, pues sabía que no podía permitirse ni una distracción. Con la llegada del nuevo día se dio cuenta que al fin había llegado a la lejana ciudad donde su amiga habitaba. Un poco desorientado por el cansancio acumulado trató de encontrar la calle en la que ella vivía. Tras varias horas de un frustrante callejear al fin llego a su destino, pero algo en su interior le impidió acercarse a la casa. Aparco un poco alejado, y allí quedó a la espera. Sonrió cuando se dio cuenta que parecía un detective de película de policiaca, sentado en su coche vigilando el encargo de su cliente. Siempre le había gustado ese género cinematográfico, por eso ahora le parecía cómica aquella surrealista situación. Pasaron un par de horas más durante las cuales sus parpados hicieron constantes intentos por sumirle en el necesitado sueño, pero el consiguió mantenerse despierto. Cuando comenzaba a dudar del porqué de estar allí, la vio salir de su casa. Un destello de alegría inundó su corazón al verla de nuevo. Sentía verdadera pasión por aquella mujer. Se había ganado su corazón durante el tiempo que había pasado desde que se conocieron, y habían conseguido que floreciera una hermosa amistad entre ellos de la que se sentía muy orgulloso. Raudo se dispuso a salir a su encuentro pero una angustia en la boca del estomago le hizo comprender que no estaba allí para eso. Con muchas dudas dejó que se alejara y entonces trató de seguirla sin que ella lo pudiera ver. Deambularon por las calles de la ciudad hasta que la vio entrar en una tienda de ropa, Tranquilo por tenerla cerca, esperó a que saliera para proseguir con la persecución. Ensimismado en sus recuerdos con ella estaba cuando la vio salir alterada de la tienda, encaminó sus pasos ligeros calle abajo sin dejar de mirar atrás como tratando de ver si alguien la seguía. Y vaya si la seguía, allí estaba él, el monstruo. ¿Qué estaba haciendo allí? Le había dejado muy claro que no se acercara a ella, ¿Por qué estaba 69


allí? No podía permitir que se acercara a ella, salió corriendo tratando de alcanzarlo para que parara de perseguirla pero un terrible dolor le hizo parar. ¿Qué pasaba ahora? ¿Tampoco podía acercarse a él? ¿Qué le estaba pasando? Paró en su carrera angustiado por el dolor y en cuanto el monstruo tomó distancia este desapareció. Estaba claro que tenía que limitarse a observar. Aquello era frustrante pero así había de ser. Manteniendo las distancias trató de no perderlos de vista. Ella trataba de alejarse de él de esquivarlo, de perderlo. Pero el era ladino y no perdía su pista. Hubo un momento en el que pareció que lo había conseguido cuando ella se introdujo en una cafetería, mientras él estaba despistado entre la multitud de la calle. Pero el monstruo se había dado cuenta y muy despacio se aproximó a la cafetería. Mientras el tomó posición en un banco de la plaza cercana a la cafetería desde donde tenía una buena vista de todo lo que sucedía. Desde allí vio como ella tomaba asiento en una de las mesas y pedía algo a la camarera, para luego con nervios tratar de encender un cigarrillo, y allí estaba él ofreciéndola fuego. En su interior rabia y odio se mezclaron con la desesperación de no poder hacer nada de estar atado a aquel banco como mero observador. Con dolor vio la cara de asombro de ella y cómo emprendían un tenso dialogo los dos. Habría dado todo el oro del mundo por saber lo que estaban hablando. Los miraba con tensión, tenía plena confianza en ella, en la fuerza y valor que había ido adquiriendo este tiempo atrás para poder enfrentarse con el monstruo de su pasado pero aun así dudaba si sería capaz de hacerlo, de vencer a esa pizca de pasión que aún guardara en su interior por aquel hombre. El dialogo fue breve, y tras él ella salió a la calle relajada, con una sencilla sonrisa en su rostro, se había liberado de su monstruo, había vencido a la bestia. Mientras éste quedó completamente vencido mirando distraído la taza que ella había pedido en la cafetería. Cuando ella se alejó del lugar hizo un último intento por acercarse al monstruo, y para su gozo ésta vez sí pudo hacerlo. Con paso rápido y decidido recorrió en un breve instante la distancia que le separaba de la cafetería, entró como un torbellino en ella, crispado el cuerpo por la rabia, despectivo el gesto por el odio, desbordando amargura sus ojos. Sus puños, cerrados con fuerza, mostraban la agresividad de alguien dispuesto a todo. Se acercó hasta donde se encontraba su enemigo y se encaro desafiante a él. -¿No te dije que la dejaras en paz?—Con un violento movimiento de su brazo golpeó con toda la fuerza de la que fue capaz el rostro que tanto despreciaba. —Estabas avisado—Chillo mientras su adversario caía como si fuera un títere abandonado por el titiritero. Los presentes en la cafetería se abalanzaron sobre él para evitar que golpeara de nuevo a su despreciable antaño amigo. -¿Pero es que está loco o qué?, ¡A pelear a la calle!—La gerente de la cafetería muy excitada por lo sucedido comenzó a empujarlo fuera del local mientras el otro hombre se incorporaba sangrando por la boca y la nariz, aturdido aún por el golpe.

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Se arrinconó en un banco de la calle esperando a que acabaran de atender al magullado monstruo. Aún no estaba satisfecho tenía que decirle cuatro cosas a aquel despreciable ser. Aguardó paciente, casi escondido para que no le viese y consiguiera huir de él. Y al fin tras lo que le pareció una eternidad allí estaba otra vez caminando por la calle su amigo del alma. Lo siguió de lejos hasta que vio su oportunidad. Se encontraban caminando por una solitaria y estrecha calle del centro, aceleró el paso y se situó a la espalda del otro. Le tocó el hombro y cuando éste le miró con aquella cara hinchada por el golpe recibido, le sonrió con ironía. El ahora triste hombre no daba crédito a lo que allí tenía frente a él, le parecía un gigante despiadado dispuesto a aplastarle de un pisotón. —Déjame en paz no te parece suficiente lo que me has hecho. — -Jejejeje, ¡No! Para nada, aun tienes que escucharme, maldito hijo de puta.— Le dio un empujón, violento que consiguió su propósito de hacerle perder el equilibrio para conseguir tenerlo sentado en el suelo, humillado ante él, inferior a él.—Tienes que escucharme, tienes que oír lo mucho que te odio, lo mucho que desprecio que intentes tan siquiera acercarte a ella. No comprendo cómo puedes ni tan siquiera pretender que ella te pueda mirar… después de todo lo que la hiciste… Como puedes ser tan despreciable, tan cabronazo para presentarte así… menos mal que no has conseguido dañarla… o ese espero…tienes negra el alma para hacer algo así… Dios cómo te odio por ser así… Maldito embustero, ¿Sigues sin darte cuenta de todo el mal que lograste hacer verdad?...Entiéndelo es la última vez que te has acercado a ella. — -No hace falta que lo repitas tanto ya he captado el mensaje, pero necesitaba verla, necesitaba estar con ella… creo que con el tiempo me he dado cuenta de lo que perdí por estúpido…--¡Calla! Ni se te ocurra nombrarla, ni pienses en ella, no te la mereces, ni mereces poder pensar tan siquiera en ella…--Estas loco... ¿Qué es lo que te pasa?..¿No te habrás enamorado tú de ella?..— -¿Sigues sin comprenderlo verdad?... Yo la adoro, pero como lo que es como mi amiga, como mi hermana, porque eso es lo que siento que es, una hermana y deja de decir estupideces, me estás poniendo de muy mala leche…-- Una furia incontenible se estaba agolpando en su interior deseosa de poder salir, deseosa de poder hacer estallar el volcán de la rabia, del odio.—Yo no tengo la mente podrida como tú, no soy capaz de engañar a mi mujer mientras doy alas a una persona con la que no pensabas estar… Maldito hijo de puta, cada vez que pienso en todo lo que hiciste siento el deseo de estrangularte…--Pues hazlo pues no soy nada ya, el querer recuperarla y saber que no puedo me ha destrozado. —

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-Jajajaja, no me hagas reír, eso es una patraña más, otra de tus mentiras, pero mírate si lo dices y ni tú te lo crees...— -Bueno algo tenía que decir, así te sentirás mejor. ¿No es eso lo que querías de mí? Pues aquí me tienes, soy así…-- No pudo soportarlo más, aquello fue la gota que rebosó el vaso. Se tiró sobre él y comenzó a golpearle la cara una y otra vez, sin mirar, sólo golpeaba, no sabía si la cara o el suelo, sólo sabía que tenía que dar fuerte para que se callara ya, no soportaba escucharle más. Siguió y siguió hasta que se dio cuenta de que ya no sentía sus puños, de que cada vez era menos dura la superficie que golpeaba. Agitado por el esfuerzo, casi sudando por él, paró a contemplar su gesta. Frente a él una deforme masa de sangre y carne ocupaba lo que antes era el rostro de su odiado amigo. Una chispa de lucidez activó su mente en ese instante y la culpa llegó de la mano de la desesperación—¡Dios mío qué he hecho¡… ¡cómo he podido hacer esto¡… ¡qué he hecho¡…! qué he hecho¡-- Gritaba desesperado tratando de encontrar justificación en ello, tratando de encontrar algo que le apagara la culpa y el horror que sentía, y de repente un grito de horror le cortó su llanto y sus gritos. Una mujer desde su balcón contemplaba la terrorífica escena…. ….Sudando, tembloroso y angustiado despertó de la terrible pesadilla. Miró ávido a su alrededor para contemplar su habitación. Sí efectivamente estaba en su casa, en su cama, todo había sido un terrible sueño. Se llevó las manos a la cara mientras comenzaba a desplegar una sonrisa nerviosa de alivio, y sintió el frio sudor que le empapaba el rostro, pero a la vez sintió algo más, alarmado miró sus manos, estaban llenas de sangre. Horrorizado gritó angustiado por lo que aquello podía suponer… Por fin había hecho realidad su sueño, había logrado por fin tener lo que deseaba y lo que más deseaba estaba en desarrollo ahora, estaba con su familia camino a ver su familia que se encontraba lejos, ellos no sabían de su viaje ni que llegaría era una sorpresa que ella les daría, en el vuelo solo pensaba y se imaginaba la cara de su hermano, cuando lo llamara desde el hotel y le dijera que fuera allí que le había enviado un paquete y luego imaginaba la cara de su hermana cuando le dijera que llegara a la estación del tren a buscar otro paquete, sonreía solo de imaginar, la cara de ellos y de la sorpresa que les daría. El vuelo se le hacía eterno largo y sin fin cuando llegó al aeropuerto recordó la primera vez que había venido y lo poco que había visto, pero cómo le encantaba esta ciudad, su esposo la veía sonreír y verla más radiante de lo que nunca la había visto y él estaba feliz por eso, sus hijos veían todo y preguntaban por todo camino al hotel, había alquilado un vehículo ella se empeño en automático y su esposo sincrónico pero ella gané porque le dijo -si es sincrónico deberás llevarme a todas partes si es automático, saldré sola con los niños y tu descansarás-, le ganó la partida y ella sonreía por eso.

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Al llegar al hotel no aguantó más y mientras los demás desempacaban ella conectó su laptus y abrió el skype, le extrañó no ver a su hermana conectada y vio a su hermano conectado le saludó pero éste estaba raro le dijo que estaba preocupado que algo leyó de nuestra hermana y saldría corriendo a su casa para verla, ella no supo ni que hacer o decir, sabía que cuando él tenia esos presentimientos era por algo, trató de decirle que estaba aquí que pasara por ella pero el cerró sin darle tiempo a nada, ella tomó las llaves del carro y le dijo a su esposo que le acompañara que algo estaba mal y que no sabía que era, le dijeron a su hijo mayor que pidiera algo y descansaran que se encargara de hermano menor y por nada del mundo salieran del hotel, en recepción dejo dicho que sus hijos quedaban en la habitación y que no podrían salir que si tenían actividades dentro del hotel para ellos se las dijeran para tenerles ocupados. Ambos corrieron al vehículo y colocaron en el GPS del vehículo la dirección de su hermana seria un viaje largo mas si no conoces la ciudad, pero ella estaba decidida a hacerlo no le gusto lo que le dijo ni como termino la conversación su hermano. Llegaron a casa de su hermana justo para ver como su hermano arrancaba el carro trataron de alcanzarle pero como no conocían la ciudad se perdían en el camino, los nervios la tenían ya al borde y se decía ¿por qué? ¿Qué hace aquí no lo entiendo?, por fin lo vieron estacionando su vehículo e hicieron lo mismo con el suyo ella trato de seguirle le gritaba su nombre pero él no la escuchaba para nada, estaba como ido, absorto, de nuevo le perdió entre la multitud fue al vehículo de nuevo donde su esposo esperaba, este le dijo -lo siento amor no ha venido para acá estamos en una plaza sentémonos y esperemos el debe volver-, mientras esperaban su corazón latía con fuerza, que le pasa a su hermano porque esto no entiendo nada, su esposo llamo a sus hijos y el mayor dijo que todo estaba bien que se quedaran tranquilos, el pequeño estaba durmiendo luego de haber comido y el estaba viendo un partido de fútbol, ya con una parte de todo lo que pasaba controlada, solo le angustiaba esa actitud de su hermano. De repente de la nada se escucharon unos gritos de una mujer que decía deténgalo está loco y se escuchaba la voz de un hombre gritar te lo advertí, ella reconoció la voz le dijo a su esposo que corriera ya ella lo hacía Iván en dirección a los gritos, lo que vio le helo la sangre, veía a su hermano contemplando sus manos llenas de sangre y aun hombre en el suelo fuertemente golpeado. Mientras su esposo separaba a su hermano del hombre ella se le acerco y le abrazo le preguntaba que paso quien es él y el cómo en un estado de shock solo decía le advertí que la dejara en paz se lo dije no una sino varias veces, ella voltio a ver al sujeto y le miro no podía reconocerle por los golpes pero supo de inmediato quien era, la mujer gritaba llamen a la policía está loco ese hombre. Con una furia en su mirada vio a la mujer y le dijo 73


-son mis hermanos discuten yo me encargo, ocúpese de sus asuntos y yo de los míos-, dicho esto le quito las llaves de su vehículo a su hermano y se las dio a su esposo y le dijo recoge esa basura y mételo en el carro de nosotros y mete a mi hermano en su carro y vámonos yo te sigo. Se preguntaba que había pasado como se llego a esto, le hizo señas a su esposo y pararon en una farmacia compro un relajante natural para su hermano y un botiquín de primeros auxilios para la cosa que tenia sentada a su lado, no sabía qué hacer ni a quién recurrir no era su ciudad, en eso se acerca su esposo y le dice suena el teléfono de tu hermano, era su esposa su cuñada ahora que haría, con calma le dijo que estaba en España y se había visto con su hermano para darle la sorpresa, pero ella sabía a qué iba su hermano y le dijo fueron juntos a ver a tu hermana a ella no le quedo de otra que decirle todo lo que sabía desde que llego, su cuñada les dio la dirección de la casa, la prioridad era llevar a su hermano, al otro le limpio las heridas comprobó que no eran tan graves pero si fuertes, sobrevira a ellas solo que debía cuidarse y esperar que bajara la inflación para luego ir a un buen dentista y que este le arreglara la dentadura, camino a la casa de su hermano vio una un hospital y paro allí, dijo que era su amigo que lo había encontrado ebrio y que seguro alguien lo abría golpeado, claro ella había tomado la precaución de antes vaciarle una botella en su cuerpo y hacerle tomar licor sabía que no estaba bien pero primero estaba su hermano, le dijo al Dr. que iría a cambiarse y regresaría. Por fin llegaron a casa de su hermano calmo a su cuñada y le dijo -nada paso, todo está bien tranquila, mi esposo lo trae lo acostaremos y que descanse, yo debo salir de nuevo, pero si no te importa mi esposo se queda aquí por si necesitas algo-, la esposa de su hermano había aceptado y ella respiro y se dijo debo ir al hotel y volver a el hospital. llegó al hotel y vio a sus hijos dormidos se dio una ducha y volvió de nuevo al hospital, vio al médico y este le dijo que todo estaba bien que era solo hematomas y uno que otro diente perdido que mañana se lo podía llevar ella pregunto si se podía quedar el médico le dijo que no, pero ella no se iría, así que se fue a su vehículo y espero que llegara el día, sin bañarse ni nada fue a una farmacia compro una pasta dental y un cepillo, fue al baño del hospital limpio su cara y fue a la habitación de eso que había causada más daño aun de lo que ella permitiría. Su estomago, en si todo su cuerpo se revolvía de solo verle, pero se contuvo y cumplió al pie de la letra el papel de la amiga preocupada, el médico llego y le dio de alta que en cuanto se levantara se lo podía llevar que todo estaba bien. Ella tomo una silla y sentó viéndole la cara, al abrir los ojos él se quedo sorprendido al verla y le dijo que haces tú aquí y donde estoy, ella solo le dijo -vístete y vente conmigo estas bien, así que vente que te llevare a tu casa-, él la mira le contesto,

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-tengo que terminar lo que había venido hacer y más ahora debo arreglar cuentas con tu hermano- , ella se le acerco y le apretó la mano que el tenia lastimada y en susurro con una sonrisa le dijo -olvídate de mi hermano y ven conmigo o lo que él te hizo será cosa de niñas al lado delo que yo te hare-, el se asusto nunca había visto en la cara de ella esa mirada de asco y odio tan fuerte que le hizo bajar la suya. Camino ya a la casa de ese ser, recibió un llamada a su celular era su esposo le informaba que su hermano estaba bien que despertó alterado que con todo lo había pasado se les había pasado limpiarle las manos esta calmado y sorprendido de verme le explique todo y anda como loco caminando por la casa preocupado por ti quiere hablar contigo. Cuando le paso el teléfono ella sabía que vendría un fuerte regaño por lo que inmediatamente tomo el mando de la conversación. -Hermano que bueno ver que estas bien, tranquilo yo estoy bien, se lo que hago descansa y no preocupes mas a mi cuñada estaré en la casa en más o menos 3 horas debo hacer algo antes – -No desvíes la conversación hermana que haces con él, no hagas nada ya lo que hice yo es suficiente, no tengamos más problemas por su culpa, quédate tranquila y vente-Disculpa hermano hay interferencia no te escucho te llamo en lo que tenga coberturaColgó el teléfono y lo apago, camino a la estación del tren se detuvo en un parque apago el carro se quedo mirando a eso que alguna vez llamo hermano y que solo era basura la cual no merecía nada, vio que le la miraba medio envalentonado y medio asustado. -Vaya siempre le decía a mi hermano que el día que te tuviera en frente te diría de todo y hasta te daría una bofetada como mínimo pero he de reconocer que mi hermano me ha quitado ese placer, sinceramente no te entiendo tú no te cansas de hacer daño de lastimar a los demás, quiero saber que hacías con mi hermano luego que me aclares todo te dejare en la estación del tren, para que vayas a tu casa de la cual nunca debiste haber salido así que habla soy toda oídos, ya vestes me esperan en 3 horas así que dale, mira que no tengo mucha paciencia contigoÉl le conto todo desde como se había visto con su hermana dos veces y que ella le había pedido luego que no se vieran mas y como su hermano le había golpeado en la cafetería luego de irse su hermano y lo espero afuera y que lo demás desde luego ya ella lo sabía. Ella le mira cada segundo que pasa del relato ella apretaba su mandíbula y sus manos eran dos puños cerrados estaban rojos de la fuerza que hacía, le daba asco lo que 75


escuchaba, indignación ver como no respeto el pedido del que el alguna vez llamo hermano y como molesto a su hermana pero en parte estaba contenta de ver que su hermana había podido dar un paso adelante. Cuando el término la conversación ella se le acerco con una sonrisa dulce y puso su mejor mirada tierna le acariciaba el cabello y le decía -te entiendo, así que serias capaz de dejar todo por mi hermana, vaya que has cambiado, me alegro por tiNecesito abrazarte y demostrarte lo orgullosa que estoy de ti, se le fue acercando acariciándole era como una caricia picara como incitándolo a hacer algo indebido cuando él se relajo y la dejo acercarse más ella con una mano tomo su parte intima y la apretó con fuerza y con la otra apretaba su mano dañada con una fuerza que ni ella sabía que tenía, acerco su cara al a de él y le dijo -Maldito hijo de perra quien carajo te crees que eres, para molestar así a mi familia, para lastimar a mi hermano como lo hiciste, fingir una muerte por una enfermedad que no tienes, engañando hasta personas que pasaban por ese momento por esa enfermedad que tu no tenias, eres un bastardo desgraciado que se burlo del cariño sincero que todos sentían por ti, lastimaste no solo amigos si no a tu propio hijo, que se puede esperar de alguien a quien ni su hijo le importa, eres basura das asco si te ayude llevándote al hospital no lo hice por ti si no por mi hermano y entiende algo no harás nada en contra de él ni te acercaras mas a mi hermana, a la cual por tu culpa engañe al decirle que no tenia mas contacto contigo y al pedirte que le enviaras una nota explicándole el porqué de todo hasta eso te debe haber parecido un fastidio pues la excusa que le diste no era tal era solo palabras al viento, porque hasta esa oportunidad que te dimos la desperdiciaste con mas mentiras y más hipocresía de tu parte me das asco no eres un hombre eres una rata y eso lo digo disculpando a las ratas por el insulto que les acabo de decir, entiendes lo que te digo y lo que vas hacerDicho esto apretó con más fuerza sus partes intimas al punto que el soltaba lagrimas de dolor y luego soltó su mano de la mano de él y con el codo le dio un golpe fuerte lo que le dejo sin aire. -te pregunte si entendiste no te escucho, y si me llegas a decir que no esto lo sabrá tu esposa y de tu boca tengo grabado la parte donde dices que la dejaras por mi hermana maldita basuraLe soltó y él susurro un sí. Ella encendió el carro y puso música y con una sonrisa le dijo -te dejare en la estación del tren y te largaras para nunca más volver lo entiendes amorcito-, y le dio una suave cachetada en la cara ya golpeada.

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Llegaron a la estación del tren y se quedo con él hasta que abordara al ir abordar se le acerco le abrazo y le dio lo que parecía un beso pero solo era para susurrarle -recuerda lo que te dije y por cierto ante la policía y el hospital eres un ebrio que discutió en la calle así que eso dirás en tu casa aquí tienes copia del informe médico y el original lo tengo yo lo guardare junto con tu grabación, Bueno cuídate y que tengas un feliz viaje espero no verte más maldito desgraciado y ya sabes lejos de los míos-Se quedo viendo como partía el tren y se alejaba, fue a su vehículo y se dirijo a casa de su hermano, al llegar solo le abrazo y le empezó a contar todo a decirle -bueno aquí tienes a tu hermana como te dije una vez algún día vendría así que a planificar los días que me faltan y pasarlo bien con mi hermano, hermana y sus familias y no quiero que me retes ni nada-, Pero el igual empezó a retarla pero ella ahora está tranquila y le miraba con atención y sacándole la lengua de vez en cuando mientras todos reían. Luego de estar sentada un rato tratando de hacer reír a su hermano mientras este le regañaba, comprendió que debía ponerse seria y escuchar lo que él le decía, nunca le había visto así con esa mirada tan penetrante y tan llena de furia, -Cómo es posible que hicieras lo que hiciste y quieres hacerme el favor de ponerte seria, es delicado lo que te digo, pudiste meterte en líos, lo sabes, que vas a saber si tú y tus explosiones siempre te dejas llevar por tus arranques, por más que mi cuñado me dijera tranquilo, no podía estarlo hasta verte, no ves que ese hombre es un mitómano profesional, que te pudo enredar, acaso no te basta con lo que le hizo a nuestra hermana. Ella se levanto tratando de calmarse por lo que le decía su hermano, tomando una fuerte respiración le dijo -Haber hermano, quien crees que soy una tonta si soy explosiva y me dejo llevar por arrebatos de rabia, pero esta vez, trate de ser calmada y le dije muy claramente que les dejara en paz a ambos, acaso no crees que estoy cansada de ver cómo ha dejado a nuestra hermana y que tu todo este tiempo te has guardado una rabia y un dolor que dices no tener, joder si explote por que verte como te vi me hizo comprender que esto debía ya tener un alto, no vez que si no acabamos con esto, nunca podremos ponerle un fin era hora ya de acabarlo y de que podamos continuar con nuestras vidas, y de volver a ser lo que éramos antes, es que no lo entiendes, si actué así es porque vi lo que te hizo a ti y a mi hermana y sabrá dios a cuanta gente más abra engañado, si ahora se va a reír de lo que hizo te garantizo que no lo hará con gusto hasta pagar un odontólogo gracias a ti, y que antes de pensar en su miembro y burlarse de otra chica recordara lo que se siente que se lo aprieten su parte viril hasta que sus ojos suelten lagrimas, deja de retarme, si discutimos por esto el abra ganado es que no lo entiendes. 77


Su esposo y cuñada le pedían que se calmaran y le decían a ambos que en cierta forma los dos eran explosivos que ya paso y que bueno nada grave sucedió, ya conversemos tranquilos. -está bien Uds. ganan no digo más nada estamos alterados aun por todo lo que paso mejor es ir a descansar y yo debo ir al hotel a ver a mis hijos, hermano cálmate y cuñada disculpa todo lo malo, descansemos y cuadremos una salida muero por ir de nuevo al parque de los patos salir y ver de nuevo la ciudad de la que me enamore en mi primer viaje aquí. Le dio un abrazo a su cuñada y le dio un beso a su hermano y en el oído le dijo -a pesar de tu regaño te quiero y si pasara todo esto de nuevo lo volvería hacer, y no me retes si no pregúntale a esa basura si no le dolerá ahora cuando orine. Su hermano solo rio y con su mano la despeino más de lo que ya estaba y le dijo -tú no cambias de todo haces una burla o un chiste, lárgate a descansar tendrás una semana muy larga y de mucho ajetreo no te dejaremos descansar. Se despidió y su esposo y ella fueron al hotel, estaba agotada, sentía que con lo sucedido le quitaban un peso de encima, solo quería dormir descansar y disfrutar de la semana que tenía por delante antes de partir de nuevo a su país. Se levanto tarde, su esposo la había dejado descansar y encontró una nota que la esperaban en el lobby del hotel que ya su hermano venia en camino, cuando vio la hora de la nota y la hora que era entendió que debía apurarse pero antes debía hacer algo muy importante. Tomo el teléfono y llamo a su hermana a su casa, ella atendió y le dijo -Hermana hola es la loca de tu hermanita como estas, ¿qué me cuentas de nuevo? -Tengo mucho que contarte pero es una llamada de larga distancia mejor te mando un mail contándotelo todo-Si mejor hermana o tu cuñado me matara cuando vea la cuenta de teléfono por cierto te mande un paquete estate atentan no sé si te llegara hoy o mañana y la orden es que lo recibas tu mas nadie-que me mandaste sabes que no aguanto la curiosidad-unas tonterías, pero bueno debo dejarte sabes que ando liada con todo lo que tengo que hacer en unas horas me conectare y por allí hablamos y mejor no me mandes el mail me lo cuentas todo cuando me conecte, besos nos vemos más tarde-Cuídate, nos vemos cuando te conectes78


Cuando colgó se reía la sorpresa que se llevaría su hermana cuando la viera, por fi podría verla y darle un abrazo como tantas veces le había dicho que lo haría. Se dio un baño se vistió y bajo al lobby cuando bajo ya estaba su hermano y su familia reunidos, que placer fue ver a sus sobrinos, con tanto lio del otro día ni había preguntado por ellos. -Antes de que me digas nada de tus planes hermano tengo uno que es primordial y no acepto un más tarde ni nada, debe ser lo primero que hagamos, así que te seguiremos en el carro y vamos a casa de nuestra hermana pero ya-No has desayunado amor, debes hacerlo luego iremos- le dijo su esposo -comeré algo en el camino y tu sabes que con un café me basta y me sobra y nada de decirme que me hace daño, más daño les hará a Uds. mi mal humor si no lo tomo. Todos rieron y partieron a casa de su hermana, el camino esta vez no le pareció largo como cuando buscaba a su hermano esta vez era corto y alegre. Llegaron por fin a la casa de su hermana y no espero ni que su esposo estacionara bien el carro, salió rápido y fue corriendo como una niña que va abrir sus presentes de navidad a tocar el timbre de la casa de su hermana. La cara de su hermana al abrir la puerta era un poema estaba con la boca abierta y solo decía tu aquí pero si me dijiste-se lo que te dije hermana pero vine de sorpresa a verlos y estar con Uds. unas semanas, así que entremos me das un café, que me darás sin discutir, porque lo necesito y harás tus maletas verdad que si hermano- -Claro hermana te quedaras en casa de mamá y más te vale que no des excusas mira que nuestra hermana vino de lejos a vernos-Pero es que no tengo comida hecha para los niños, que comerán y mi esposo debo decirle-hermana respira hondo primero mi sobrina mayor es grande y puede prepararse cualquier cosa mi sobrino vendrá con nosotros, por unos días que falte al colegio no se acabara el mundo y tu esposo llámale y dile que tu hermana llego y punto, así que no quiero excusas mira que tenemos que contarte muchas cosasEso hicieron ella preparo su maleta y partieron rumbo a la ciudad, cenaron juntos y los dos hermanos le contaron todo lo que había pasado a su hermana ella no salía de su asombro, no daba crédito a lo que escuchaba y se reía a más no poder de todo lo que paso. Así pasaron los días de la estancia de la hermana menor, paseos comidas risas música, parecía que nada hubiera pasado antes y ella estaba feliz de ver que su hermana, 79


había recuperado su risa de antes y que se le veía más tranquila, feliz y segura de sí misma y a su hermano sin ese rabia que tenía acumulada, les veía y retrataba en su mente cada momento y cada sonido de sus voces. Llego el momento de la partida, la hermana menor debía volver a su casa en el aeropuerto se despidió de sus hermanos, no dejaba de abrazarles y de reír y tomarse fotos, al momento que anunciaron su vuelo, ella se dirigió a su hermano mayor y le dijo -promete que siempre serás como eres, que no cambiaras y que no guardaras tanto rencor por más nadie al punto de ponerte como te has puesto y cuida mucho a nuestra hermana- -lo hare hermana y tranquila tu sabes que lo que paso ese día no se repetirá, es mas recuerda que yo tengo una espalda grandota para escuchar y apoyar a todos-se que la tienes, pero a veces se egoísta contigo no pongas esa espalda todo el tiempo, deja que otros también te ayuden a llevar esa carga y te den de ese apoyo y cariño que tu dasSe dirigió a su cuñada y le dijo -cuñada me siento feliz de haberte conocido y de verdad te felicito tu familia es hermosa y Uds. son maravillosos cuídense y cuídateSe despidió de sus dos sobrinos y fue en dirección a su hermana dándole un fuerte abrazo le dijo -Ya ha pasado todo, ahora debes ser fuerte y buscar la felicidad que te mereces, ser egoísta y pensar más en ti que en los demás, luchar y salir adelante sola, cada paso que des será una victoria, se que lo harás porque eres buena y fuerte y sé que el día que menos lo pienses tu corazón volverá a latir como es debido, tú te lo mereces-su hermana solo sonreía y asentía con la cabeza Mientras caminaba en dirección a la aduana para partir se despidió de sus hermanos agitando las manos y gritando como loca, adiós nunca los olvidare están en mi corazón. Ya en el avión le alegro haber ido a visitarles justo en ese momento pareciera que todo hubiera estado predestinado a que así fuera y el poder estar en ese momento y ayudar le alegraba mucho, tomando la mano de su esposo recostó la cabeza a su hombro para dormir un poco, sabía que sería difícil que les volviera a ver y que quizás esta era la única vez que lo haría pero ellos siempre estarían en su corazón y en su recuerdo y ahora respiraba tranquila porque lo malo se había ido y ahora vendrían cosas buenas. FIN Autores: Mª José, Santiago y Roxy 80


Para Roxi. Tiempo atrás, mucho tiempo atrás, eso quería ella pensar, algo paso en su vida que todo cambio. Todo lo que le rodeaba y creía que estaba bien se derrumbo. Creía estar muerta en vida, no tenia ilusión por nada ni por nadie, hasta que conoció a una persona. Una buena amiga que con el tiempo se convirtió más que en una amiga, se convirtió en una hermana. Se convirtió en un consuelo para ella en un paño de lágrimas al que poder contar todo lo que le pasaba. Esa hermana escuchaba sin una palabra de reproche, solo palabras de aliento. Pasaban muchas horas hablando de todo, había días que lloraban pero había más días en las que reían y eso se lo agradecerá eternamente. En este tiempo ella ha descubierto el significado de la amistad, esa palabra que nunca había comprobado pero que ahora la llenaba. Gracias a esta hermana la conoció porque aunque en la lejanía ya que las separaban muchos kilómetros ella estaba ahí. A ella le gustaría demostrarle a esa hermana lo mucho que la importa, lo mucho que se preocupa por ella, lo mucho que la aprecia y sobre todo lo mucho que la quiere. Quiere que esa amistad perdure con el tiempo y que cada día se haga más fuerte. Quiere que sepa que ella estará ahí siempre como ella ha estado con ella, para lo bueno y para lo malo, ya que para eso está la familia y ella aunque no lo sepa ya es parte de su familia, es su hermana no de sangre pero si de corazón. ¿Cómo demostrárselo? Solo estando ahí para que acuda a ella cuando sienta que lo necesite, para escucharla, como ella hizo. Quiere que sepa que estará para lo bueno y para lo malo, y sobre todo quiere que sepa Que te quiero un montón, hermanita.

Para Santi. La amistad era algo que en pocas ocasiones había disfrutado, no una amistad como esa, una amistad que llego a ser mas ya que el sentimiento llego a ser más profundo, ese sentimiento creció hasta convertirse en amor hacia un hermano. Algo en lo que ella no habría podido pensar nunca, si había mantenido alguna amistad pero no tan verdadera como aquella. Se sentía feliz por tenerla por poder compartir cosas que nunca hubiese imaginado que pudiera compartir con alguien que no fuese de su familia. Se convirtió en algo más que un hermano ya que a los hermanos hay veces que ni se les cuenta ni la mitad de las cosas que a uno le pasa. Recordaba cómo empezó todo, empezó como una simple amistad pero algo los unió, algo que les produjo un gran dolor a ambos 81


y gracias a ese dolor se unieron más y más. Ella encontró consuelo en sus palabras que la animaban a seguir adelante día a día, cada día lo buscaba para encontrar ese consuelo que su día a día no le daba, y ahí estaba el para escuchar siempre sin una queja, sin un reproche, solo palabras de ánimo. Poco a poco ella salió de ese hundimiento que la consumía, gracias a él y no sabía cómo agradecérselo, como agradecerle el cariño que le daba, el que le abriera las puertas de su casa y que la tratase como una más de la familia. El siempre se lo decía que era su hermana que lo sentía a sí, pero ella lo comprobó cuando llego a su hogar, donde todos la acogieron con cariño, donde todos la hicieron sentirse una mas, donde encontró algo que hacía tiempo no sentía, un calor humano que hacía tiempo no encontraba. Para ella esos días fueron plenos y nunca, nunca los olvidaría. Ella no sabe como agradecerle todo lo que ha hecho y todo lo que hace por ella, como agradecerle a ese hermano que ha nacido de una simple amistad todo lo que ha hecho por ella, como demostrarle lo mucho que le importa, él y su familia.

INDICE • • • • • • • • • • • • •

Viaje de tres amigos hacia el mundo de Xhodon Batalla entre luz y Sombra Los Carnavales de Xhodon Una vida Amigas Leyenda de Xhodon Comenzar de nuevo Carnaval Rosa Enamorados Un día cualquiera El chico de las conchas Travesuras 82


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Los tres diablillos El jardín Reencuentro Sentimiento Soledad El mañana Marikoke Olvidar y volver a empezar, No te acerques a ella y Desenlace de la historia Para Roxy Para Santi

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