¿Y dónde está Lorenzo?, María Lucía Guzmán Fonnegra, 2020

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María Lucía Guzmán Fonnegra






¿Y dónde está Lorenzo?

© María Lucía Guzmán Fonnegra, 2020 ilustraciones © Editorial Fontnegra Estudio, 2020 Primera edición ilustrada, noviembre, 2020 ISBN 978-958-89-5409-7 Editorial Fontnegra Estudio, 2020 Calle 83A # 21-24, Bogotá Impreso por InColor SAS Cra. 3 #22-24, Bogotá Queda prohibido bajo las sanciones establecidas por las leyes escanear, reproducir total o parcialmente esta obra por cualquier medio o procedimiento así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público sin previa autorización.


María Lucía Guzmán Fonnegra

Editorial Fontnegra Estudio Bogotá D.C.



Para mi hijo Juan MartĂ­n



DespuĂŠs de unas largas vacaciones de verano lejos de casa, SimĂłn no veĂ­a la hora de ir a jugar con su mejor amigo Lorenzo.


Mientras se alistaba para salir, recordaba lo que mås disfrutaba hacer en compaùía de su mejor amigo como:


jugar a las aventuras en el jardĂ­n, comer helado en el parque y jugar con la mascota de Lorenzo, Ramona.


g u e l é! l ¡


Con gran impaciencia, llegó corriendo de alegría: -Lorenzo, Lorenzo,

¡Ya llegué!


Sin embargo, para su sorpresa, Lorenzo no abrió la puerta. Quién abrió fue una niña que él no había visto jamás. - ¿Y tú quién eres? ¿A dónde se fue Lorenzo? Sin esperar una respuesta de esa intrusa, entró un poco confundido a la casa y empezó a gritar. -Lorenzo, Lorenzo,

¡Ya llegué!




Aunque la casa de su mejor amigo estaba igual, no lograba encontrarlo. Así que su cabeza comenzó a llenarse de mil ideas: - ¿Será que Lorenzo se fue a nuestra aventura en la jungla? Pero, nunca se iría sin mi… ¿será que me dejó una nota y no la vi? - ¿Será que sus papás lo olvidaron en el lugar a donde fueron de vacaciones? - Tal vez cruzamos caminos y me está esperado en mi casa.

¿será?


Con su cabeza dando mil vueltas, Simón por fin decidió ponerle atención a la intrusa que le había abierto la puerta. La miró con ojos de detective y … - Un momento – se dijo a sí mismo – ¡esa niña tiene puesto nuestro amuleto de la amistad! ¡Esto no puede ser! Tal vez, esa niñita en realidad era un monstruo disfrazado que se había comido a su amigo y había tomado todas sus cosas. Con un aire de desconfianza le preguntó - ¿Cómo te llamas niña?


- Me llamo SalomĂŠ, SimĂłn, y me encanta salir al parque a comer helado.



- ¿Cómo es que sabes mi nombre? A mí también me encanta el helado, pero nunca adivinarías mi sabor favorito. - Yo creo que es el de chocolate, igual que el mío. - ¿Cómo lo sabes? – Además de monstruo es adivina - pensó.


Aunque quería seguir hablando de helados, Simón recordó su verdadera misión ¿A dónde se fue Lorenzo? - Salomé, no me enredes con cosas, ¿sabes dónde puedo encontrar a mi mejor amigo? Salomé con una risa pícara le dijo: - Lo puedes buscar ahorita, no te gustaría jugar con Ramona, ¡ven! Está afuera en el jardín. Simón no pudo resistirse y sin darse cuenta, ya estaba afuera jugando y persiguiendo a Ramona, justo como solía hacerlo con Lorenzo.




Simón estaba un poco confundido, Salomé le resultaba muy familiar. Podía reírse y pasarla muy bien, como si ya la conociera. Empezó a detallarla: - Mira sus manos se parecen a las de Lorenzo, viéndola bien, su pelo se parece también, de pronto por eso la pudieron haber confundido sus papás. - Aunque Lorenzo nunca usaría vestido, eso es de niñas. - Pero le divierten las mismas cosas que él y Ramona no para de darle besos.

-¿A dónde se fue Lorenzo?


De repente una idea loca se cruzó por su cabeza: - ¿Será que Lorenzo se transformó en Salomé? Simón no creía que eso fuera posible, porque no podía creer que un secreto así de confidencial no se lo hubiera compartido su amigo. Era un juramento que tenían, siempre contarse sus más grandes secretos.



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Sin pensarlo dos veces, Simón no pudo aguantarse y le preguntó a su nueva amiga:

- Salomé, ¿Acaso tú eres Lorenzo? Salomé nuevamente con una sonrisa pícara le respondió: - La verdad Simón, es que siempre he sido Salomé, lo que pasa es que estaba en una misión secreta encubierta y no podía revelarte mi identidad, ni a ti, ni a nadie.


Simón soltó una risotada y le dijo: - ¡Eso lo explica todo!, que buena agente eres Salomé. Salomé con una gran sonrisa en su rostro le dijo: - Pero, ¿que estamos esperando Simón?, ¡ven conmigo, vamos al jardín, tenemos asignada una nueva aventura!


- ยกa jugar!





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