Vicente Rojo: Ha creado un volcán zacatecano

Vicente Rojo: Ha creado un volcán zacatecano*

El 2001 fue un año maravilloso. Uno de esos que repetiría, en el tiempo, sin quitarle nada. Ese mes de febrero, pese al frío, se programó esta "entrevista". Bueno, al estilo zacatecano, nadie sabe qué va a pasar hasta que pasa. Yo puse todo mi empeño en estar ahí, lista. El resto lo decidió el destino, igual que esta foto que vive en mis archivos digitales junto a poquísimas que tuve la precaución de guardar, antes de dejar Zacatecas. No eran los tiempos de hoy, con celulares inteligentes y cámaras de una calidad impensable entonces.

Puedes ver aquí las grabadoras. ¡Hoy ya nadie las tiene! Así y todo, fuimos ahí de testigos de esta historia que cobró impulso y significado, al fallecer, en un 18 de marzo de 2021, el artista Vicente Rojo. Vaya pues -¡veinte años después!- este entretien, inolvidable. *La publicación original de esta entrevista de María Dolores Bolívar y Francisco Barradas a Vicente Rojo es del 6 de febrero de 2001, en el periódico Imagen.

Esta publicación, editada, es del19 de marzo de 2021. En la foto aparecen, de izquierda a derecha, Vicente Rojo, María Dolores Bolívar, Víctor Beccerra.

Vicente Rojo: Ha creado un volcán zacatecano

Detesta las entrevistas; de hecho, lo sorprendimos segundos antes de escapar a la prensa. A cambio de una entrevista formal, accedió a charlar con nosotros. Y, como el genio que es de la expresión, dio con la frase inolvidable para explicar su vida discreta, privada: “Soy muy vanidoso, pero no me gusta que se note.” La charla se respetó, en su estilo espontáneo y su sencillez. También se dejaron intactas las preguntas, a modo de no alterar el ambiente generado por cada uno de los participantes. La publicación original de este texto fue en el diario que lo motivó, en la portada, el 6 de febrero de 2001. Al igual que en esta versión, en la publicada previamente no se especificaba quién efectuaba las preguntas, a doble fuego, con la participación del periodista Francisco Barradas, entonces director del periódico Imagen.

- ¿En qué consiste su trabajo, aquí, en este momento?

- Es una invitación del museo Manuel Felguérez pues, obviamente, por su importancia y una amistad de cuarenta y tantos años con Manuel Felguérez y con Meche Oteyza… A mí me gustan las invitaciones que se me hacen fuera de la ciudad de México y, en la medida en que puedo, acepto. No siempre puedo hacerlo, pero, en este caso, era para mí muy entrañable poder estar aquí y, además, encontrarme con un equipo sorprendente de jóvenes técnicos, que encabeza Plinio Ávila. Me sorprende su calidad, su entrega; es un gusto trabajar con ellos. La del grabado no deja de ser una técnica muy antigua y que, en principio, podría estar desapareciendo, pero, afortunadamente, el entusiasmo de artistas jóvenes la mantiene viva.

-Se encuentra en una tierra de arcilla, de muchos colores, como el rojo. ¿Qué fue lo que hizo, cuál es el tema de su trabajo?

-Yo estoy trabajando ahora una serie de volcanes, aunque no sean muy identificables. Para mí sí lo son. Y vine a hacer aquí dos de mis volcanes. Uno resultó un volcán para niños; es un volcán muy vivo, alegre, lleno de color, bastante completo en su realización. Son tres placas. Da un total de nueve colores. Y sí, en efecto, este volcán para niños tiene dorado, como puede ser el ambiente de Zacatecas. Yo me inventé un volcán en Zacatecas, espero que de ahora en adelante será ya como histórico.

-Alguna vez dijo que la figura geométrica que más le gustaba era el triángulo.

Yo empecé a trabajar con figuras geométricas, las más sencillas, de uso diario. El triángulo es quizás lo que más he desarrollado, pero también el círculo y, posteriormente, cuando ya me dediqué más a la escultura, la esfera, el cono, el cubo. Me parecen formas básicas, muy eficaces. Por ejemplo, me preguntaban, me preguntan si mi obra es abstracta. Yo creo que sí lo es, en cuanto a que no aparece la figura humana, no aparece la figuración, ni la naturaleza como la vemos; pero yo pienso que el invento de esas formas por el ser humano es básico para el desarrollo de nuestra vida cotidiana. Aquí estamos apoyados en un círculo, sentados en un cubo y tenemos, a nuestro alrededor, los triángulos que nos acompañan siempre. A mí me gusta trabajar con esos elementos que son fundamentales en nuestra vida.

Si sigo viniendo a Zacatecas seré cada vez más barroco -Un Vicente Rojo más joven decía que uno de sus objetivos era despojar a su obra de elementos ¿lo ha cumplido?

-No he podido.

- ¿Es cada vez más barroco?

-Sí. Esa fue una ilusión… Otros artistas han hecho, con muy pocos elementos, una gran obra.

Está la famosa frase de “menos, es más.” En algún momento, a mí me interesó. Pero creo que me he ido convirtiendo en más barroco. Y si sigo viniendo a Zacatecas, lo seré cada vez más.

- ¿Será alguna vez figurativo?

-No, eso no. Porque eso requiere de otra experiencia, otra educación, otra formación. A mi edad creo que ya no puedo recuperarla. Sí, mi primera exposición fue figurativa, pero ya se pierde en el tiempo, en el pasado muy lejano.

La ruptura debió llamarse la generación de la apertura -Me gustaría escuchar de Vicente Rojo una opinión sobre Manuel Felguérez.

-Sería una opinión que, desde luego, sería muy real, muy concreta, pero siempre bañada por el enorme afecto que le tengo, como artista y como persona. Pertenezco a la generación de Felguérez, de alguna manera, a la llamada generación de la ruptura, que me gusta más llamarla de la apertura, porque yo creo que la ruptura empezó antes.

-En fin, soy un poco más joven que Manuel, pero empecé más tarde que Manuel, que Lilia Carrillo, que Fernando García Ponce. Era el movimiento abstracto que había a finales de los cincuenta -mediados, finales – principios de los sesenta. Así que, aunque yo sea solo un poco más joven, en realidad me considero alumno de Manuel.

No habría sido nada sin el impulso, el valor, la firmeza y la calidad que Manuel, junto con estos otros que he mencionado, supieron poner en el arte mexicano. Esa apertura, esa gran posibilidad de traer otros temas, otras imágenes, es en realidad muy importante. Así que no solamente somos amigos en pintura, sino que lo considero mi maestro. Aunque él no sea responsable de mis errores. Pero yo sí lo considero uno de los maestros.

Las escuelas debían empezar leyendo el periódico -Los niveles de educación son deplorables en Zacatecas, más que la media nacional. Se me ocurre preguntar ¿ayuda el arte abstracto a la educación? Me sorprende tanto ver este museo, en este ámbito.

-Yo creo que sí ayuda, porque me parece que es una corriente, una tendencia que obliga al espectador a transportarse, a entender, a buscar, a encontrar elementos en esas obras que tienen que repercutir dentro del mismo. Si el espectador no es receptivo a esa obra, la obra no existe. En ese caso, esa recepción es más difícil cuando no hay figuras. Obviamente que requiere de una información. El problema de la educación es grave, no solamente en Zacatecas,

sino en todo México, en formación artística. Es importante la formación de los niños en la apreciación del arte, como lo es en la apreciación de la ciencia, la literatura, la poesía, la música.

- ¿Qué cree que sea posible todavía, con medios de comunicación tan agresivos?

Sí, tiene que ser posible. Yo no sabría como. A mí la escuela me asustaba, por lo tanto, no conozco muy bien cómo se desarrollan las escuelas ahora. Siempre tuve la idea de que las escuelas deberían empezar leyendo el periódico diario.

Creo que se les hace a los niños una especie de esfera donde se les da información, documentación, que será muy importante en su futuro, pero desde niños deberíamos aprender a conocer el mundo en que vivimos, saber si hay una guerra en tal parte, un descubrimiento, algún pintor, algún poeta que ha escrito determinada cosa. Y no esperar.

La literatura la ven ¿cuándo? ¿en secundaria? ¿en prepa? Seguramente habría que empezar con saber si hay un temblor en la India. Toda la problemática actual de México, creo que los niños deberían de saberla. No meterlos, encapsularlos, aprendiendo cosas que van a ser importantes, pero que no las van a poder ligar a la realidad o al arte, la pintura, la música, la literatura, el cine, el teatro… Pero como no soy experto en educación, seguramente estoy equivocado…

-Pero ha ayudado. Ayudó a la fundación de Era, al nacimiento de Proceso…

Sí, sí. ¿Por qué el interés de Rojo en el periodismo?

Eso viene a través de mi interés y mi formación como diseñador gráfico. Yo tuve un maestro excepcional, se llama Miguel Prieto. Desde que empecé a trabajar en la oficina de ediciones del INBA, que entonces tenía trece años -era pequeñita- y ahí aprendí, me formé y me eduqué en diseño gráfico, dentro del campo cultural.

Yo he utilizado el diseño gráfico no como una profesión, me interesaba como arte y tarea de difusión de la cultura. En ese sentido trabajé con el INAH, con la UNAM, con la SEP y, luego, con un grupo de inocentes, creamos una editorial que afortunadamente ha cumplido cuarenta años, es Era. Más adelante me pidieron mi colaboración en La Jornada y trabajé en el Suplemente México en la Cultura, con Fernando Benítez. Cuando a él lo despidieron por motivos políticos nos fuimos a la revista Siempre y fundamos un suplemento ahí. Y así ha sido.

-La generación de la ruptura o de la apertura, como le llama, anduvo cuesta arriba, porque el mundo tendía a estereotipar el arte mexicano y a esperar ciertos esquemas.

-No, en términos generales, creo que hay un reconocimiento. Sí no, no sería posible la creación de este museo que, por la gestión del maestro Manuel Felguérez, uno de los precursores y más grandes artistas dentro de la corriente, está dedicado al arte abstracto. Eso quiere decir que sí hay ya un reconocimiento al arte abstracto. De todas maneras, sigue siendo en lo que respecta a mí, a mi trabajo, más difícil la comprensión, el acercamiento. Es más difícil para el espectador

entrar en él y encontrar algo que le pueda decir. Pero sí existe ya, digamos que es una corriente establecida en México y está desde hace muchos años en todo el mundo.

Ahora, siempre será más importante para un espectador, no suficientemente educado, entrar en una figura, a una pintura donde hay un niño sonriendo o una flor hermosa. Una pintura, como la de Orozco, más bien dramática, o como la de Cuevas. Siempre será más fácil entrar a una obra donde hay un elemento reconocible.

-Cuando lo entrevistó Margarita García Flores en su libro Cartas marcadas, hace muchos años, usted hizo mención de que Siqueiros era más figura que pintor. Y yo siento que en México todavía siguen los artistas convirtiéndose en figuras.

-Sí, pero es una corriente también mundial. Parece que el espectáculo le va ganando al arte y la superficialidad de lo que se ve, en primera instancia, le gana a la profundidad. El espectáculo, muchos artistas juegan a él, están dispuestos a cumplir esa función, no solamente de pintores sino, además, de personajes. Esa es una decisión de cada quién. El caso más dramático en México es que el personaje de Frida Kahlo se ha comido a la pintora y, además, se comió a Diego Rivera, de pasada. O sea que es un poco grave esa situación. Pero son casos extremos y los artistas que hacen que su figura sea tan importante como su trabajo, bueno, pues están en su derecho.

-Las entrevistas, decía en esa misma ocasión, no le gustaban porque, después uno no se reconocía… ¡Esa entrevista que menciona, de Margarita García Flores, fue la primera que me hizo un periodista! Trabajábamos juntos, en la revista de la universidad. Ella hacía entrevistas para pintores, escritores, entonces siempre me decía “¿cuándo hacemos una entrevista contigo?” Yo decía, “a mí no me gusta”. Ella me insistía y yo “¿por qué me insistes tanto, por qué quieres hacerme una entrevista?”

Y comenta “es que me pagan seiscientos pesos”. Entonces pensé que los necesitaba y pues se hizo. Después, tardé diez años en dar otra entrevista larga, que fue con Cristina Pacheco, y a partir de ahí, ya nada…

- ¿Todavía sigue llevando esa vida tan privada…?

Pues trato, sí, cuando estoy aquí no… Pero normalmente sí. Pienso que mi figura, mi imagen, no representan nada. Si algo representa lo que he hecho, es mi trabajo. Yo soy gente discreta. Ya en una ocasión declaré que, “en realidad soy muy vanidoso, pero no me gusta que se note.”