Sabiduría salmos en oración

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Jesús oró con los salmos, pero no los repitió mecánicamente: Él mismo hizo exégesis de la Escritura. Así, al leer el pasaje de Isaías en la sinagoga (Lc, 4, 16-30) omitió intencionadamente el versículo: <el día de la venganza de nuestro Dios> del texto profético (Is. 61, 2b), ya que, como comenta el P. Miquel Estradé, osb., el Dios que ha venido a anunciar Jesucristo no era un Dios vengativo.

La vida, muerte y resurrección del Señor constituyen un foco luminoso que ilumina el sentido profundo de estas antiguas plegarias. Por eso la Iglesia, sabiamente, al recopilarlos en la liturgia de las horas, antepone un versículo del nuevo testamento o de algún autor cristiano que proyecta un haz de luz sobre la plegaria veterotestamentaria. Y que detrás de cada salmo, hay una experiencia religiosa. Una experiencia universal y universalizable capaz de provocar otras tantas. Los salmos son dinámicos. Hay que leerlos, meditarlos y encarnarlos con esas libertad de espíritu de quien se apoya en ellos como trampolín hacia Dios. Vemos, en efecto que, a lo largo de la historia, muchos autores se han adentrado a comentar los salmos descubriendo en ellos nuevos matices. Los salmos han cautivado también a la autora de este libro, María Dolores Arriola Gutiérrez. Nacida, en 1912, de padres gaditanos y abuela filipina, pronto perdió a sus progenitores y al ser mayor de la prole, tuvo que hacerse cargo de sus hermanas. Casada y madre de familia, vivió los horrores de la segunda Guerra Mundial, siendo herida y conociendo la persecución y el exilio. Afincada en Barcelona, quedó viuda. Fue profesora de lenguas. Su fe, probada por no pocas experiencias, se había ido purificando. Licenciada en teología, en 1971, se retiró como ermitaña al antiguo monasterio de la Murtra (Badalona). En la soledad del claustro dedica largas horas a la oración y al estudio, entre otros, de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. Concede una importancia fundamental a la oración y a la reflexión teológica. Mujer fuerte, de firmes convicciones, no se deja doblegar y, cuando habla, Dios está siempre en el trasfondo de la conversación. Estos retazos de salmos a ella le ayudan a orar. No los comenta. Simplemente los poda un tanto, a la luz de Jesucristo Resucitado y los agrupa temáticamente. Y así los brinda a los que quieren hacer contemplación. Lo hace sin duda con la secreta esperanza de que también a nosotros nos ayuden a llegar a Dios Padre, en quien Dolores, a sus ochenta y cinco años, continua creyendo y esperando desde su sonoro silencio

Jaume Aymar Ragolta


Siempre he tenido gran predilección por los Salmos. Había visto en ellos que son todos una hermosa alabanza a Dios. Pero cuando tropezaba con lo veterotestamentario, esto impedía proseguir; así que un buen día me decidí a escoger de cada uno de ellos, lo que me servía de oración y alabanza, como trabajo particular para mis oraciones. A medida que los iba haciendo, yo misma me fui entusiasmando al ver lo hermosos que los Salmos quedaban para mi propósito. Me puse a trabajar en serio, pensando el bien que a muchos podría hacerles su lectura, tanto en momentos difíciles como de alegría. Unas palabras solo para el lector amigo: yo quisiera, querido lector, que cuando leas estos hermosos Salmos así escogidos, sepas que he pensado en todas aquellas personas que gusta de estar, simplemente estar, en silencio, que es una manera de orar para escuchar al Señor. Deseo que estos Salmos escogidos para la oración nos ayuden a todos, nos predispongan a este estar; o bien para poder encontrar paz en los momentos de torbellino, consuelo en las angustias, fortaleza en la fe, y la gran alegría que se encuentra en la alabanza a Dios. Para los que tenemos poca facilidad de palabra, encontraremos en los Salmos unos hermosos sentimientos de ternura con que expresarnos y dirigirnos a Dios. En ellos también encontraremos una fuerza, un fondo que nos habla o enseña, y nos pone en disposición; son palabras puestas en boca de los salmistas, inspiración de Espíritu Santo, luz del entendimiento para todas las edades venideras, guía y fortaleza para nosotros. A los que nos aficionamos a los Salmos, en el descanso nos sirve cualquiera de ellos, y en los momentos más adecuados nos darán la paz, tranquilidad o alegría, al leerlos con verdadero espíritu. Si algo de todo esto, de esta paz, consuelo y fortaleza, podemos encontrar en la lectura de estos Salmos escogidos así para la oración y alabanza a Dios, me doy por satisfecha de todo el trabajo minucioso que me ha llevado conseguir que cada uno de ellos sea una oración de alabanza al que todo se lo merece, al Señor nuestro Dios.

Nota: He señalado con un asterisco (*) el interés que me ha parecido tienen algunos párrafos, de modo que cuando el lector los lea, busque en ellos el fondo que llevan esta palabras señaladas con el asterisco. Los títulos que llevan asterisco, son los que me han parecido tienen especial encanto, aunque encuentro todos muy hermosos. Algunos Salmos no los he incluido.



LOS DOS CAMINOS ¡Dichoso el hombre aquel que no va al consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, mas se complace en la ley de Dios, su ley susurra día y noche¡ Es como el árbol plantado junto a corrientes de agua, Que da a su tiempo el fruto, y jamás se amustia su follaje; todo le sale bien. No así los impíos, ellos son como la paja que el viento se lleva de la faz de la tierra. No, no resistirán el Juicio de los impíos, porque Dios conoce el camino de los justos, (*) pero el camino de los impíos se pierde.

EXALTACIÓN MESIÁNICA Para qué las naciones en un tumulto inútil? Aquél que se sienta en los cielos se sonríe, Él a su tiempo les habla, y ha dicho: (*) >Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado. Pídeme, y te daré en herencia las naciones, en propiedad los confines de la tierra>

Y ahora, reyes y jueces de la tierra, aprended: Servir al Señor con amor, todos; Rendirle homenaje con amor que es nuestro Dios. !Venturosos los que a Él se acogen¡


ORACIÓN AL DESPERTAR

Escucha mis palabras, oh Dios, repara en mi lamento, atiende a la voz de mi clamor, mi Rey y mi Dios. Porque a ti suplico, Señor; ya de mañana oyes mi voz; de mañana te presento mis votos,

y me quedo a la espera. (*) No eres tú un Dios que me complace en la impiedad, no es un huésped tuyo el mal, los insensatos no resisten ante tus ojos. Mas yo, por la bondad de tu amor entro en tu Casa; en tu Santo Templo me postro lleno de tu Amor. Oh Dios, guíanos en tu justicia, por causa de los que me acechan, allana tú el camino ante mí. Y se alegren los que a ti se acogen, tú los proteges, en ti exultan los que aman tu nombre. Tú bendices al justo, oh Señor, como gran escudo, con tu favor le cubres.


CLAMOR MATINAL

! Señor, cuan hermosas son tus maravillas, cuantos los que exultan para alabarte¡ !Cuantos dicen, la salvación sólo es de Dios¡ Más tu, Señor, el escudo que nos ciñe. A voz en grito clamo hacia ti, Señor, y Él me responde desde su santo monte. Yo me acuesto y me duermo, y el Señor me sostiene.

!Dios mío, sálvame, tuya es la salvación, Señor¡ !Bendice a tu pueblo, Señor¡

ORACIÓN VESPERTINA Cuando clamo a mi Dios justiciero, Él me responde, en la angustia ten piedad, escucha mi oración y ábreme la salida. Vosotros hombres, ¿hasta cuando torpes de corazón, amaréis la vanidad, buscando mentira? Sabed que Dios mima a sus amigos, Él escucha cuando invocamos, temblad no pequéis; meditad de corazón en el lecho, !pero en silencio¡ Dadle la entrega generosa, y confiad en el Señor. !Alza sobre nosotros la luz de tu semblante¡ Oh Dios, tú has dado a mi corazón más alegría, que cuando abunda en ellos el trigo y vino nuevo. (*) Me acuesto en paz, y enseguida me duermo, pues tú solo, Señor, me asientas en seguro.


DIOS AYUDA A LOS HUMILDES

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, cantaré todas tus maravillas: quiero alegrarme y exultar en ti, salmodiar tu nombre, Altísimo. ¡Sea el Señor ciudadela para el oprimido, ciudadela en los tiempos de angustia! Y en ti confíen los que alaban tu nombre, pues tú Señor no abandonas a los que te buscan. Salmodiad al Señor que se sienta en Sión, publicad por los pueblos sus hazañas. Ten piedad de nosotros, Señor, mira nuestra aflicción, tú que nos recobras de las puertas de la muerte, para cantar todos tus alabanzas, gozosos de tu salvación. Que no quede olvidado el pobre para siempre, y no pierda por siempre la esperanza: ¡Levántate, Señor, no triunfe el hombre, sean ellos juzgados delante de tu rostro! Infunde en ellos el terror, Señor, y aprendan que no son más que hombres. Bajo el orgullo del impío, el desdichado se consume, preso queda en la trampa que le ha urdido. ¡No hay Dios! es todo lo que piensa. ¡Levántate, Señor, tiende tu mano, oh Dios! ¡No te olvides de los desdichados! El deseo de los humildes escuchas tú, Señor, su corazón confortas, alargas tus oídos, para que el huérfano y el vejado tengan justicia, para que cese la tiranía del hombre sobre la tierra. ¡El Señor es rey por siempre, y para siempre!


MAGNIFICENCIA DEL CREADOR

¡Oh Dios, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra! Quiero cantar tu majestad que se alza por encima de los cielos. Por boca de los niños, los que aún maman, afirmas tú tu fortaleza frente a tus adversarios, para acabar con enemigos y rebeldes. Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas, que fijaste tú, ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides? Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo está puesto por ti bajo sus pies; ovejas y bueyes, todos juntos, y aún las bestias salvajes, las aves del cielo, y los peces del mar, que surcan las sendas de las aguas. ¡Oh Dios, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra!


EN LA TRIBULACIÓN

Oh Dios, corrígenos en tu justicia, en tu misericordia esperamos. Ten piedad, Señor, que estoy sin fuerzas, sáname, desmoronada está totalmente mi alma. Vuélvete, Señor, recobra mi alma, sálvame, por tu amor te lo pido. Porque, en la muerte, nadie de ti se acuerda,

y en la nada , ¿ quien te puede alabar? Dios ha oído la voz de mis sollozos; El Señor, ha oído mi suplica, y acoge mi oración.

ORACIÓN DEL JUSTO !Señor Dios mío¡ a ti nos acogemos, sálvanos de todo mal, líbranos. Señor Dios mío, si algo mal a tus ojos hice, si hay en mis manos injusticia, si a mi bienhechor con mal he correspondido, júzgame, Señor, conforme a tu justicia. Haz que cese la maldad, y afianza al justo según su inocencia. Dios, Juez justo, tardo a la cólera, Para que los que se arrepienten. Dios mío, Señor nuestro, recobra nuestra alma, por tu amor estamos salvados, Que nadie pueda alabarte en la nada. Doy gracias a Dios por su justicia, salmodio el nombre de Dios, el Altísimo.


DIOS AYUDA A LOS HUMILDES

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, cantaré todas tus maravillas: quiero alegrarme y exultar en ti, salmodiar tu nombre, Altísimo. ¡Sea el Señor ciudadela para el oprimido, ciudadela en los tiempos de angustia! Y en ti confíen los que alaban tu nombre,

pues tú Señor no abandonas a los que te buscan. Salmodiad al Señor que se sienta en Sión, publicad por los pueblos sus hazañas. Ten piedad de nosotros, Señor, mira nuestra aflicción, tú que nos recobras de las puertas de la muerte, para cantar todos tus alabanzas, gozosos de tu salvación. Que no quede olvidado el pobre para siempre, y no pierda por siempre la esperanza: ¡Levántate, Señor, no triunfe el hombre, sean ellos juzgados delante de tu rostro! Infunde en ellos el terror, Señor, y aprendan que no son más que hombres. Bajo el orgullo del impío, el desdichado se consume, preso queda en la trampa que le ha urdido. ¡No hay Dios! es todo lo que piensa. ¡Levántate, Señor, tiende tu mano, oh Dios! ¡No te olvides de los desdichados! El deseo de los humildes escuchas tú, Señor, su corazón confortas, alargas tus oídos, para que el huérfano y el vejado tengan justicia, para que cese la tiranía del hombre sobre la tierra. ¡El Señor es rey por siempre, y para siempre!


DIOS LO VE TODO

En el Señor yo me cobijo; ¿cómo dices alma mía: «Huye pájaro al monte»? Si en tu Templo santo, Señor, están los cimientos: ¡Oh Dios! tu trono está en los cielos; ven tus ojos el mundo, y exploran los hijos de Adán. Él explora al justo y al impío. Que justo es el Señor y lo justo ama,

(*) los rectos contemplarán más su rostro.

CONTRA EL MENTIROSO Sálvanos, Señor, que ya quedan pocos fieles, ha huido la verdad de entre los hombres! Falsedad sólo dice, cada cual a su prójimo, labios de engaño, lenguaje de corazón doble. Las palabras del Señor son sencillas y sinceras plata pura, de ras de la tierra, son. Tú, Señor, que nos guardas con tu poder, que la vileza no llegue al colmo, entre tus hijos, Señor.

ORACIÓN DE CONFIANZA EN DIOS ¿Hasta cuándo, Señor, tendré congojas en mi alma, en mi corazón angustia, día y noche? !Mira Señor, responde Dios mío¡ ¡ilumina mis ojos, no me duerma yo en la muerte! Que yo en tu amor confío; en tu salvación mi corazón exulte. ¡A mi Dios cantaré por el bien que me ha hecho!


DIOS, SOL DE JUSTICIA

Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento; el día al día comunica el mensaje, y la noche a la noche transmite la noticia. Noche, no es mensaje, no hay palabras, ni su voz se puede oír, mas por toda la tierra se adivinan los rasgos, y sus giros hasta el confín del mundo.

En el mar levantó para el sol una tienda, y él, como un esposo que sale de su tálamo, se recrea, cual atleta, corriendo su carrera. A un extremo del cielo es su salida. y su órbita llega al otro extremo, sin que haya nada que a su ardor escape. La ley de Dios es perfecta, consolación del alma, el dictamen de Dios es veraz, sabiduría del sencillo. Los preceptos de Dios son rectos gozo del corazón; claro el mandamiento de Dios, luz de los ojos. El amor de Dios es puro, por siempre estable; verdad, los juicios del Señor, justos todos ellos. Apetecibles más que el oro, más que el oro más fino; sus palabras más dulces que la miel, más que el jugo de panales. Por eso tu servidor se empapa de ellos, gran ganancia es guardarlos. Pero ¿quién se da cuenta de ellos, de sus yerros? De las faltas ocultas declárame inocente. Guarda también a tu siervo del orgullo, no tenga dominio sobre mí, entonces seré irreprochable, de delito grave exento. ¡Sean gratas las palabras de mi boca, y el susurro de mi corazón, sin tregua ante ti, Señor! Oh Dios, roca mía, mi redentor!


ORACIÓN POR EL PUEBLO ¡El Señor responda el día de la angustia, y nos proteja el nombre de Dios! El nos envíe socorro desde su santuario, desde Sión sea nuestro apoyo; y se acuerde de todas nuestra ofrendas. ¡Y nosotros aclamaremos tu victoria, Señor ¡Ayúdanos, oh Dios, en todas nuestras súplicas! Unos se doblan y otros se caen, nosotros en pie te alabaremos. ¡Oh Dios, salva a tu pueblo, respóndenos el día de nuestra súplica!

ACCIÓN DE GRACIAS DEL ALMA Señor, por tu fuerza se regocija el alma; ¡oh, y cómo le coima tu salvación de júbilo! Tú le has otorgado el deseo de su corazón, no has rechazado el anhelo de sus labios. Pues nos precedes con venturosas bendiciones, vida te pedimos y nos la otorgas, largo curso de días que se prolongan. Gran gloria nos da tu salvación, le circundas de esplendor y majestad; bendiciones nos das por siempre, le llenas de alegría delante de tu rostro. Sí, el Señor confía en nosotros, y por gracia del Altísimo no ha de vacilar. Tu mano alcanzará a todos tus hijos, tu diestra llegará a los que te aman, harás de ellos un horno de ardiente amor, el día de tu rostro. No harás perecer la semilla de entre los hijos de Adán, ni harás perecer el fruto de la tierra. Aunque ellos tramen daño contra su hermano, aunque su plan hayan fraguado, no prevalecerán. Tú les harás volver al recibir tu Fuerza y tú Luz;

Tú tensarás el arco de tu Fuerza y se rendirán de amor. ¡Levántate, oh Señor, con tu poder, y cantaremos, salmodiaremos a tu poderío, mi Dios!


SUFRIMIENTO Y ESPERANZA Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonas? Dios mío, de día clamo, y no respondes, ¡Más tú eres el Santo, que moras en las laudes de tu pueblo! En ti esperaron nuestros padres, esperaron y tú los liberaste; a ti clamaron y salieron salvos, en ti esperaron, y nunca quedaron confundidos. Sí, tú del vientre me sacaste, y me confiaste a los pechos de mi madre; a ti fui entregado cuando salí de su seno, desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios. ¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca! ¡Más tú, Señor, no te alejes, corre en mi ayuda, de la corrupción libra mi vida, y enriquece mi pobre alma! ¡Anuncie yo tu nombre a mis hermanos, y en medio de la asamblea te alabaremos! ¡Los que a Dios amáis dadle alabanzas, acuérdense de Señor todos los confines de la tierra, todas las familias y las naciones ante su faz se postren, que es del Señor el imperio de las naciones! Ante Él se postrarán todos los de la tierra, ante Él se doblarán cuantos bajan al polvo. Vivirá mi alma para el Señor, se hablará de Él a la edad venidera, se anunciará su justicia al pueblo por nacer.

EL BUEN PASTOR El Señor es mi pastor, nada me falta. Por prado de hierba fresca me apacienta; hacia las aguas de reposo me conduce, y conforta mi alma, el Señor. Me guía por senderos de justicia, por amor a su nombre. Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré; pues junto a mí tu vara y tu cayado, ellos me consuelan. Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa. Sí, dicha y gracia me acompañan todos los días de mi vida; mi morada será la casa del Señor a lo largo de mis días.


ENTRADA EN EL SANTUARIO

Del Señor es la tierra y cuanto hay en ella, el Orbe y los que en él habitan; que El lo fundó sobre los mares, Él lo asentó sobre los ríos. ¿Quién subirá al monte del Señor?, ¿quién podrá estar en su recinto santo? El de manos inocentes y puro corazón,

el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura. El logrará la bendición del Señor, la justicia del Dios de su salvación. Tal es la raza de los que le buscan, los que van detrás de su rostro, oh Dios de Jacob. ¡Puertas levantad vuestros dinteles, alzaos, puertas eternas, para que entre el rey de la gloria! ¿Quién es el rey de la gloria? El Señor, de la misericordia, bondad y justicia, Dios del Divino Amor. El Señor nuestro Dios, Él es el rey de la gloria.


SUFRIMIENTO Y ESPERANZA

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonas? Dios mío, de día clamo, y no respondes, ¡Más tú eres el Santo, que moras en las laudes de tu pueblo! En ti esperaron nuestros padres, esperaron y tú los liberaste; a ti clamaron y salieron salvos, en ti esperaron, y nunca quedaron confundidos. Sí, tú del vientre me sacaste, y me confiaste a los pechos de mi madre; a ti fui entregado cuando salí de su seno,

desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios. ¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca! ¡Más tú, Señor, no te alejes, corre en mi ayuda, de la corrupción libra mi vida, y enriquece mi pobre alma! ¡Anuncie yo tu nombre a mis hermanos, y en medio de la asamblea te alabaremos! ¡Los que a Dios amáis dadle alabanzas, acuérdense de Señor todos los confines de la tierra, todas las familias y las naciones ante su faz se postren, que es del Señor el imperio de las naciones! Ante Él se postrarán todos los de la tierra, ante Él se doblarán cuantos bajan al polvo. Vivirá mi alma para el Señor, se hablará de Él a la edad venidera, se anunciará su justicia al pueblo por nacer.

EL BUEN PASTOR El Señor es mi pastor, nada me falta. Por prado de hierba fresca me apacienta; hacia las aguas de reposo me conduce, y conforta mi alma, el Señor. Me guía por senderos de justicia, por amor a su nombre. Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré; pues junto a mí tu vara y tu cayado, ellos me consuelan. Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa. Sí, dicha y gracia me acompañan todos los días de mi vida; mi morada será la casa del Señor a lo largo de mis días.


ENTRADA EN EL SANTUARIO Del Señor es la tierra y cuanto hay en ella, el Orbe y los que en él habitan; que El lo fundó sobre los mares, Él lo asentó sobre los ríos. ¿Quién subirá al monte del Señor?, ¿quién podrá estar en su recinto santo? El de manos inocentes y puro corazón,

el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura. El logrará la bendición del Señor, la justicia del Dios de su salvación. Tal es la raza de los que le buscan, los que van detrás de su rostro, oh Dios de Jacob. ¡Puertas levantad vuestros dinteles,

alzaos, puertas eternas, para que entre el rey de la gloria! ¿Quién es el rey de la gloria? El Señor, de la misericordia, bondad y justicia, Dios del Divino Amor. El Señor nuestro Dios, Él es el rey de la gloria.


ORACIÓN EN EL PELIGRO

A ti Señor, levanto mi alma, oh Dios mío. En ti confío, ¡no sea yo confundido, no haya confusión para el que espera en ti! Muéstrame tus caminos, oh Señor, enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad, enséñame, que tú eres el Dios de mi salvación,

y en ti estoy esperando todo el día, por tu bondad, Señor. Acuérdate de tu ternura, Señor, y de tu amor que son para siempre. De los pecados de mi juventud no te acuerdes, pero según tu amor, acuérdate de mí. Bueno y recto es el Señor; por eso muestra el camino a los pecadores; conduce en la justicia a los humildes, y a los pobres enseña el sendero. (*) Todas las sendas del Señor son de amor y verdad, para quien guarda su Alianza y sus dictámenes. Por tu nombre, oh Dios mío, perdona mi culpa, porque es grande.


JUNTO A DIOS NO HAY TEMOR

Mi Dios, mi Luz y mi Salvación, ¿a quién he de temer? El Señor, es el refugio de mi vida, ¿por quién he de temblar? Una cosa he pedido al Señor, una cosa estoy buscando; morar en la casa del Señor,

todos los días de mi vida, para gustar la dulzura del Señor, y cuidar de su Templo. Que Él me dará cobijo en su cabaña en el día de la desdicha; me esconderá en lo oculto de su tienda, sobre una roca me levantará. Cantaré y salmodiaré al Señor. Escucha, Señor, mi voz que dama a ti, ¡ten piedad, respóndeme! Sí, mi Dios, tu rostro busco. No rechaces a tu siervo; Tú eres mi auxilio. No me abandones Dios de mi salvación, enséñame tu camino, guíame tú por senda llana. (*) ¡Ay, si estoy seguro de ver la bondad del Señor, en la tierra de los vivos! Espera, ten valor, afirma tu corazón en Él, y espera en el Señor.


SÚPLICA Y ACCIÓN DE GRACIAS Hacia ti clamo, Dios mío, roca mía, no sea yo culpa de tu silencio, igual que los que bajan a la fosa. (*) Pues no comprenden los hechos del Señor, la obra maravillosa de sus manos. ¡Bendito sea el Señor que ha oído la voz de mis plegarias! El Señor es la fuerza y mi escudo,

en Él confía mi corazón, recibe su ayuda, y mi carne de nuevo florece, le doy gracias de todo corazón. El Señor la fuerza de su pueblo, fortaleza de salvación para sus amigos. Salva a tu pueblo, bendice tu heredad, pastoréalos y llévalos tú por siempre.

HIMNO AL SEÑOR ¡Rendid al Señor, hijos de Dios, rendid al Señor gloria y poder! Rendid al Señor la gloria de su nombre, postrémonos ante el Señor en su atrio sagrado. Voz del Señor sobre las aguas; el Dios de gloria truena, ¡es el Señor sobre las inmensas aguas! Voz del Señor con fuerza, voz del Señor con majestad. Voz del Señor que despeja los cedros, el Señor despeja los cedros del Líbano, y al Sarión como cría de búfalo. Voz del Señor que sacude el desierto de Cadés.


ACCIÓN DE GRACIAS EN EL PELIGRO

Yo te ensalzo Dios mío por haberme levantado. Señor y Dios mío clamé a ti y me sanaste. Oh Dios mío tú que has sacado mi alma del peligro, me has recobrado de entre los que bajan a la fosa, ¡Salmodiad al Señor los que le amáis, alabad su memoria sagrada! De un instante es su rigor, toda una vida su favor; por la tarde lágrimas, por la mañana alborozo. Y yo en mi paz decía: «Jamás vacilaré.» Señor, tu favor me afianza sobre fuertes montañas; mas no retires tu rostro que estoy turbado. A ti clamo, Señor, a mi Dios piedad imploro. ¿Puede acaso alabarte el polvo, y anunciar tu verdad? ¡Escucha Dios mío, y ten piedad de nosotros!

¡Sé tú, Señor, nuestro auxilio! Has trocado mi lamento en una danza, me has quitado el saco y ceñido de alegría; mi corazón te salmodiará sin tregua; Dios mío, Dios mío, te alabaré por siempre tu nombre.


RECONOCIMIENTO DEL PECADO

(*) ¡Dichoso el que es perdonado de su culpa, y le queda cubierto su pecado! Dichoso el hombre a quien el Señor no imputa falta, y en cuyo espíritu no hay fraude. Cuando yo callaba, se sumían mis huesos en el rugir de cada día, mientras pesaba, día y noche,

tu mano sobre mí; mi corazón se alteraba como un campo en los ardores del estío. Mi pecado reconocí, y no oculté mi culpa. Confesaré al Señor mis rebeldías. Y Tú aboliste mi culpa y perdonaste mi pecado, por eso te suplica todo el que te ama en la hora de la angustia. Y aunque las aguas inmensas se desborden, no nos alcanzarán, tú eres nuestro cobijo, que de la angustia nos guardas, estás en torno nuestro para salvarnos. Voy a instruirte, a mostrarte el camino a seguir; fijos en ti los ojos, seré tu consejero. No seas cual caballo o mulo sin sentido, rienda y freno hace falta para quebrar su brío. Copiosas son las penas del impío, mas al que en Dios confía, su amor le envuelve. ¡Alegraos en el Señor, oh justos, exultad de gozo, todos los rectos de corazón!


ORACIÓN DE LA PRUEBA

En ti Dios mío me cobijo. ¡ Oh, no sea yo confundido jamás! ¡Recóbrame por tu justicia, líbrame, tiende hacia mí tu oído! Sé para mí una roca de refugio, alcázar fuerte que me salve; pues mi roca y mi fortaleza eres tú, por tu nombre me guías y diriges.

(*) En tus manos mi espíritu encomiendo. Tú que has visto mi miseria, y has conocido la angustia de mi alma, ¡exulte yo en tu amor y me regocije! Ten piedad, Señor, que en angustia estoy. De tedio se corroen mis ojos, mi alma y mis entrañas. Pues mi vida se consume en aflicción, y en suspiros mis años: mas yo confío en ti Dios mío, y me digo: «¡Tú eres mi Dios!» Está en tus manos mi destino, haz que alumbre a tu siervo tu semblante, ¡por tu amor sálvame! ¡Qué grande es tu Bondad, Señor! Tú la reservas para los que te aman, se la brindas a los que a ti se acogen. Tú nos escondes en el secreto de tu rostro lejos de las intrigas de los hombres; bajo techo nos pones a cubierto lejos de los ataques de las lenguas.


HIMNO A LA PROVIDENCIA

¡Gritad de júbilo, oh justos, en honor del Señor! A los rectos les va bien la alabanza; ¡Dad gracias al Señor con la cítara, salmodiad para Él al arpa de diez cuerdas; cantadle un cantar nuevo, tocad la mejor música en la aclamación! Pues recta es la Palabra del Señor,

toda su obra fundada en la verdad; El ama la justicia y el derecho, del amor del Señor está llena la tierra. Por la Palabra del Señor fueron hechos cielo y tierra, (*) por el soplo de su boca toda su mesnada. Él allega las aguas del mar como en un odre, en depósitos pone los abismos. ¡Ame al Señor toda la tierra, ante Él se postren todos los que habitan el orbe! Pues Él habló y fue así, mandó Él y se hizo. El Señor frustra los planes de las naciones, hace vanos los proyectos de los pueblos; mas el plan de Dios subsiste para siempre, los proyectos de su corazón por todas las edades. ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor! Dios mira de lo alto de los cielos, ve a todos los hijos de Adán; desde el lugar de su morada observa a todos los habitantes de la tierra,


A LA JUSTICIA DIVINA

Bendeciré a mi Dios en todo tiempo, sin cesar en mi boca su alabanza; en Dios mi alma se gloría, ¡óiganlo los humildes y se alegren! Engrandeced al Señor conmigo, ensalcemos su nombre todos juntos. He buscado al Señor, y me ha respondido; me ha liberado de todos mis temores. Los que miran hacia Él, refulgirán; no habrá sonrojo en su semblante. El pobre ha gritado, Dios le ha oído, y le salva de todas las angustias. Acampa el ángel del Señor en torno a los que le aman y los libera. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el hombre que se cobija en Él. Amad a Dios vosotros, santos suyos, que a quienes le aman no les falta nada. Venid, oídme, que el amor de Dios voy a enseñaros. ¿Quién es el hombre que acepta la vida, deseoso de días para gozar de bienes? Guarda del mal tu lengua, tus labios de decir mentira; apártate del mal y obra el bien, busca la paz y anda tras ella. Ellos gritan, Dios le escucha, los libera de todas sus angustias; Dios está cerca de los que tienen roto el corazón, todos sus huesos guarda, no se quebranta ni uno de ellos. El Señor rescata el alma de sus siervos, nada ni nadie podrá cubrir este rescate del Señor.


SÚPLICA AL SEÑOR

Mi alma exultará en mi Dios, en su salvación se gozará. Dirán todos mis huesos; ¡Dios mío, Dios mío! ¿Quién como tú, para liberar al débil del más fuerte, al pobre de su expoliador? ¡Grande es el Señor, que

en la paz de su siervo se complace! Y tu justicia musitará mi lengua, todo el día en alabanzas.

BONDAD DE DIOS Oh Dios, en los cielos tu amor y tu verdad, tu justicia, como los montes altos, tus juicios, como el hondo abismo. A hombres y bestias salvas tú, mi Dios. Señor, ¡qué precioso es tu amor!, los hijos de Adán, a la sombra de tus alas se cobijan. Se sacian de la grasa de tu Casa, en el torrente de tus delicias los abrevas; en ti está la fuente de la vida, y en la luz vemos la luz. Guarda tu amor a los que te conocen, y tu justicia a los rectos de corazón. ¡Que el pie del orgullo no nos alcance, ni la mano de los impíos nos avente.


DESTINO DEL JUSTO

Ten confianza en Dios y obra bien, ten tus delicias en el Señor, y vive en la tierra creciendo en paz. Pon tu suerte en el Señor, (*) confía en Él, que Él obrará; hará brillar como la luz tu justicia, y tu derecho igual que el mediodía. Vive quieto ante Dios, espera en Él, no te acalores, el hará brillar tu justicia. El Señor conoce los días de los íntegros, no serán confundidos en tiempo de desgracia, en los días de penuria serán hartos. De Dios penden los pasos del hombre, firmes son y su camino le complace; aunque caiga, no se queda postrado, porque Dios la mano le tiende. Fui joven, ya soy viejo, nunca vi al justo abandonado, ni a su linaje mendigando pan. En todo tiempo es compasivo, su estirpe será siempre bendecida. Apártate del mal y obra el bien, tendrás para siempre su morada; porque Dios ama lo que es justo, y no abandona a sus amigos. La boca del justo sabiduría susurra, su lengua habla rectitud, la ley de Dios está en los corazones, guiados así, sus pasos, no vacilan. Espera en Dios y guarda su camino, te exaltará a la herencia de su diestra. Observa al perfecto, mira al íntegro; hay descendencia para el hombre de paz. La salvación de los justos viene de Dios, Él su refugio en tiempo de angustia; El Señor los ayuda y los libera, Ellos salva pues en Él se cobijan y esperan.


SÚPLICA DEL PECADOR

Dios mío, que tu enojo me corrija, y en tu furor yo me obligue, en mí se han clavado tus saetas, en mis huesos debido a mi pecado. Mis culpas sobrepasan mi cabeza, como un peso harto grave para mí; mis llagas son hedor debido a mi locura sombrío ando todo el día. Señor todo mi anhelo está ante tus ojos, mi gemido no se te oculta. Me late el corazón, las fuerzas me abandonan, y la luz de mis ojos me faltan. Mas yo como un sordo soy, no oigo, como un mudo que no abre la boca. Que en ti Señor espero yo; y ahora estoy a punto de caída, mi tormento está ante mí sin cesar. Sí, mi culpa confieso, acongojado estoy por mi pecado. ¡No me abandones, oh Dios mío, Señor no estés lejos de mí! ¡Auxíliame, oh Dios de mi salvación!


PEQUEÑEZ DEL HOMBRE

Guardaré mis caminos sin pecar, pondré un freno a mi boca, mientras esté ante mí el hermano. Enmudecí, quedé en silencio y calma; mas al ver su dicha exasperóse mi tormento. Dentro de mí mi corazón se acaloraba, de mi queja prendió el fuego, y mi lengua llegó a hablar: «Hazme saber, Señor, la medida de mis días, para que sepa yo cuán frágil soy, mi existencia cual nada es ante ti; sólo un soplo, todo hombre que se yergue, nada más una sombra el humano que pasa, sólo un soplo las riquezas que amontona, sin saber quién las va a recoger.» Y ahora, Señor, ¿qué puedo yo hacer? En ti está mi esperanza, pues eres tú el que actúas. Reprendiendo sus faltas tú corriges al hombre, cual polilla corroes sus anhelos. Un soplo sólo, todo hombre es. Escucha mi súplica Señor, presta oído a mi gemido, pues soy un forastero que pide, un huésped como todos mis padres. ¡Pon tu mirada en mí para que respire, antes que me vaya a unir a mis padres!


ACCIÓN DE GRACIAS

En Dios tengo toda mi esperanza, El se inclinó hacia mí, y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa fatal, del fango cenagoso; asentó mis pies sobre roca, consolidó mis pasos. Puso en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a nuestro Dios; muchos verán y temerán, y en Dios tendrán confianza. Dichoso el hombre aquel que en Dios pone su confianza, y no se va con los rebeldes, que andan tras la mentira. ¡Oh cuántas maravillas, Señor, Dios mío, qué de designios has hecho con nosotros; no hay comparable a ti! Yo quisiera publicarlos, pregonarlos, mas su número excede toda cuenta. (*) Ni sacrificio ni oblación querías, pero el oído me has abierto; no pedías holocausto ni víctima, dije entonces: Heme aquí que vengo Señor. Se me ha prescrito en el rollo del libro (*) hacer tu Voluntad. Oh Dios mío en tu ley me complazco en lo más profundo de mi ser.


ORACIÓN DE UN ENFERMO

¡Dichoso el que cuida del débil y del pobre! En el día de desgracia le libera Dios, El Señor le guarda, vida y dicha le depara. ¡Ten piedad de nosotros Señor, sana mi alma, pues contra ti he pecado! Mas tú Señor ten piedad de mí, levántame. ¡Bendito seas Tú Señor, Dios de Israel! desde siempre hasta siempre. ¡Así sea! ¡Así sea

SÚPLICA DEL PUEBLO Da a los que te aman una enseña, Señor, para que puedan conocer tu camino. Para que tus amados lo vean, ¡salva con tu diestra, respóndenos! ¿Quién nos conducirá hasta tu Monte Santo, quién nos guiará hasta tus Moradas? Danos tu ayuda, Señor, vano es el socorro del hombre. ¡Con Dios hemos de hacer proezas, y Él nos guardará en todo!


HIMNO, ACCIÓN DE GRACIAS

A ti se debe la alabanza, oh Dios, de Sión. A ti el voto se cumple, tú escuchas la oración. (*) Hasta ti todo hombre viene con sus obras; nos vence el peso de nuestras rebeldías, pero tú las borras. Dichosos tus elegidos, que en tus atrios habitan. ¡Oh hartémonos de los bienes de tu Casa, de las cosas santas de tu Templo! Tú que afirmas los montes con tu fuerza, y acallas el estruendo de los mares, el estruendo de sus olas. Tú que visitas la tierra y la abrevas, de riqueza la colmas. (*) Los ríos de DIOS REBOSAN DE AGUA, tú preparas sus espigas. Sí, así lo preparas; regando sus surcos, allanando sus glebas, con lluvia las ablandas, bendices sus renuevos. Tú coronas el año con tu benignidad, de tus rodadas cunde la grosura; destilan los pastos del desierto, las colinas se ciñen de alegría; las praderas se visten de rebaños, los valles se cubren de trigo; ¡y los gritos de gozo, en las canciones!


eñor, Tú has sembrado en mí el amor, y lo has ido acrisolando entre vaivenes y caídas de la vida. Gracias a ti me he dejado llevar de tu mano Santísima. Gracias Señor. No soy yo, eres Tú que como buen escultor has hecho de mí y de este amor tus delicias mías, es algo que sólo Tú sabes enseñar, sólo de ti se puede aprender. No permitas Divino Maestro que la obra de tus manos, frágil porcelana aún, expuesta en el correr de la vida se rompa. Espero que con tu mirada dulce y serena llegue a ti lo más enriquecida posible, por tus cuidados, para tu gloria y contento Señor y Dios mío.

13-marzo-1980


Detrás de cada salmo hay una experiencia religiosa. Una experiencia universal y universalizable capaz de provocar otras tantas. Los salmos son dinámicos. Hay que leerlos, meditarlos y encarnarlos con esas libertad de espíritu

de quien se apoya en ellos como trampolín hacia Dios. Vemos, en efecto que, a lo largo de la historia, muchos autores se han adentrado a comentar los salmos descubriendo en ellos nuevos matices. Los salmos han cautivado también a la autora de este libro. María Dolores Arriola Gutiérrez. Estos retazos de salmos a ella le ayudan a orar. No los comenta. Simplemente los poda un tanto, a la luz de Jesucristo Resucitado, y los agrupa temáticamente. Y así los brinda a los que quieren hacer contemplación. Lo hace, sin duda, con la secreta esperanza de que también a nosotros nos ayuden a llegar a Dios Padre, en quien Dolores, a sus ochenta y cinco años, continúa creyendo y esperando desde su sonoro silencio.


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