Memorias Vanguardia Étnica Cultural

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OTRO PAÍS: HORIZONTES AUDIOVISUALES AFRO E INDÍGENAS EN COLOMBIA

MANOS VISIBLES: 15 AÑOS POR LA EQUIDAD CULTURAL

Reflexiones: Poder, Potencia y Vanguardia Étnica Audiovisual (2020-2025)

Preparado por: Jhon Narvaez, David Melo, Valeria Brayan, Deisy Mendoza y Paula Moreno con los aportes de más de trescientas manos visibles que hacen parte de este movimiento audiovisual

Manos Visibles - Bogotá Audiovisual Market 2025

Con el apoyo de la Fundación Ford, Luminate y Proimágenes Colombia

EN ESTE 2025, CUMPLIMOS QUINCE AÑOS COMO ORGANIZACIÓN.

Quince años que nos han enseñado que la diversidad no es un concepto abstracto, sino una realidad que se construye con decisiones y acciones concretas, alianzas estratégicas y un compromiso inquebrantable con la equidad. Hoy estamos creando nuestros propios referentes. Estamos escribiendo un nuevo capítulo en la historia del cine colombiano, uno donde la equidad no es un ideal lejano, sino una práctica cotidiana. Un cine en el cual nos vemos, nos reconocemos y confrontamos nuestras imágenes distorsionadas de país.

Revelando que no somos la otra Colombia, sino el futuro de Colombia. Demostrando que las minorías pueden ser mayorías.

De sueños que parecían imposibles y que hoy, son realidad.

AÑOS

De sueños que parecían imposibles y que hoy, son realidad.

Enfrentando prejuicios y derribando barreras. Amando a un país que muchas veces nos ha menospreciado, pero que seguimos transformando con amor y resistencia.

1era Cohorte Maestría Poder Cultural

Taller Regional Poder Cultural

Actua Pacífico

Laboratorio Video Danza

Desde la Raíz- Laboratorio de desarrollo de guiones

Segunda Cohorte Maestría

Potencia Étnica Cultural

Tercera Cohorte Maestría Vanguardia Étnica Cultural

Primera Coproducción- Las Visitantes

Escuela binacional FOCO ll APAN-Manos Visibles

Taller Regional Vanguardia Étnica Cultural

Estrategia 2019 2020 2021 2022 2023 2024 2025

Incidencia -Mincultura

Categoría Fondo de Cine largometraje para la equidad racial

Escuela binacional FOCO l APAN- Manos Visibles

Lanzamiento Fondo Audiovisual para la Equidad RAcial ERA

Laboratorio de guiónCorazonando historias APAN

350 100 75 +100.000

3 manos visibles de la red audiovisual magisters de la Maestría en Gestión y Producción Cultural y Audiovisual

participantes en la Escuela de producción audiovisual FOCO

largometrajes ganadores y 1 mención Fondo Audiovisual para la Equidad Racial ERA

Una audiencia de

personas en nuestra primera Coproducción visible

NUESTRA PELÍCULA

ACTO I:

¿Y si tuviéramos otras imágenes? ¿Qué pensaríamos de nosotros?

ACTO II:

Creando Nuestros Propios Referentes

ACTO III:

Trascender la representación: calidad, conciencia e impacto

ACTO IV:

Manifiesto: Hacia una Nueva ERA del Cine Colombiano

“El futuro no se espera, se diseña: cómo ser parte del cine colombiano es la pregunta que hemos venido respondiendo desde Manos Visibles.”

Episodio 1. Manos Visibles: Del Poder a la Potencia, de la Potencia a la Vanguardia

¿Cuáles son las reparaciones que la industria audiovisual, de las artes, y la literatura tiene que hacer con los realizadores afro, indígenas y de pueblos originarios? ¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar para sentirnos parte de un proceso donde podamos soñar y vivir de nuestro quehacer?

El Blanqueamiento de las historias es un obstáculo para lograr que los trabajos sean y respondan para todos los públicos. La blanquitud encarna en su discurso la belleza, las buenas maneras, la dulzura, la educación y la elegancia. Es limpia, ordenada, tiene buenas maneras de expresarse, mantiene una positividad discreta en su actitud, se mesura en sus miradas, gestos, y comportamientos. Es una cultura heterosexual, patriacal, racista, moderna, colonial y capitalista que nos prometió el pogreso y la felicidad si aprendemos a adaptarnos a ella. Pero traicionándonos, ya que su sueño se ve perturbado gracias a su propia historia. Aquella casa antigua, llena de fantasmas, donde lo monstruoso son aquellos cuerpos que él mismo se ha encargado de dejar por fuera en el intento esquizofrénico por hacerlo todo verdadero y posible. Ese racismo olvidado, el que se vive en el norte con más intensidad, pero que se repartió con títulos de derechos o beneficios, que te hace sentir vergüenza por tener un vínculo con un mundo de preocupaciones no europeas, donde nos silenciamos por miedo al estigma, pero pocos se hacen responsables por su nobleza, por su beneficio, por su tez más clara.

Ana María Jessies

ACTO I:

¿Y si tuviéramos otras imágenes? ¿Qué pensaríamos de nosotros?

Episodio 1:

El Silencio de las Imágenes

Colombia, un país de voces apagadas, tardó casi doscientos años en reconocerse como una nación pluriétnica y multicultural. Durante siglos, las voces de las comunidades étnicas fueron relegadas a los márgenes, convertidas en susurros que apenas rompían el ruido dominante de las narrativas centralizadas. En el cine, esta invisibilización se repetía como un eco: las pantallas proyectaban un país homogéneo, donde las historias de los otros — negros, indígenas, raizales, palenqueros— eran omitidas o, en el mejor de los casos, contadas por quienes no las vivieron.

En esos años de silencio, el cine colombiano se convirtió en un álbum incompleto, una colección de imágenes que retrataban solo una fracción del país. Las comunidades étnicas comenzaron a aparecer, sí, pero siempre desde la mirada externa, como personajes secundarios en un guión escrito por otros. Lo que faltaba no era su presencia, sino su voz.

Episodio 2:

La Distorsión del Espejo

El cine —esa ventana a través de la cual el público se asoma a otras vidas— también puede ser un espejo deformado. Generaciones enteras crecieron viendo películas que mostraban un país donde todos eran blancos o mestizos, donde las narrativas dominantes borraban la diversidad que palpita en cada rincón de Colombia. La exclusión distorsionó la realidad y moldeó la percepción colectiva: si no aparecías en la pantalla, ¿existías realmente? ¿Cuánto valor tiene tu vida cuando no eres parte del relato visual de tu país? ¿Entiende la nación que formas parte de ella? ¿Reconoce que te necesita para ser completa?

Con los años, la lucha por la representación ganó terreno. Las historias comenzaron a abrirse a las comunidades étnicas, pero el camino no estaba libre de obstáculos. Si antes el problema era la ausencia total, ahora el desafío era otro: la homogeneización. Así, las narrativas hegemónicas, que simplifican y encasillan, redujeron a

las comunidades a estereotipos. Como señala Lucía Mbomio: “Antes el problema era que no existíamos en las comunicaciones, ahora el reto es reconocer que hay diversidades y temas que nos hacen parte de la sociedad... Nos encasillan en todo: geografía, gustos, sueños, y no nos dejan proyectarnos y contarnos de maneras únicas.”

Episodio 3:

Las Historias que No Hemos Contado

En este panorama, surge una pregunta esencial: ¿qué pasaría si tuviéramos otras imágenes? Si las comunidades étnicas pudieran contarse desde su propia perspectiva, ¿cómo cambiaría nuestra percepción de nosotros mismos como país? Las historias que faltan son muchas. Historias de resistencia, de amor, de lucha, de celebración, de encuentros, de transformación y de esperanza. Historias que escapan de los clichés y muestran la riqueza de las diversidades que habitan Colombia. Historias que no buscan encajar en un molde, sino crear nuevos moldes.

El cine tiene el poder de transformar, de proyectar nuevos mundos posibles, de romper el silencio y llenar los vacíos. Pero para que eso ocurra, las narrativas deben venir desde adentro, desde las voces de quienes han sido invisibilizados durante siglos. Es en esas historias, contadas en primera persona, donde reside la verdadera posibilidad de un cambio.

Episodio 4:

El Descubrimiento de Otro País

Hoy el cine colombiano enfrenta un momento crucial. Las nuevas generaciones de cineastas, gestores culturales y narradores están comenzando a reescribir el guión. Desde las costas del Pacífico hasta las selvas de la Amazonía, desde los palenques hasta las ciudades, emergen voces que desafían los límites impuestos, que amplían el horizonte de lo que significa ser colombiano.

Estas nuevas narrativas buscan llenar los vacíos del pasado, así como imaginar futuros posibles. El reto que enfrentan es,

entonces, construir país donde la diversidad no sea una nota al pie, sino el corazón de la historia. Donde las imágenes proyectadas en las pantallas reflejen la complejidad, la belleza y las contradicciones de una nación que aún se está descubriendo a sí misma.

Como Gabriel García Márquez escribió en Vivir para Contarla, el verdadero desafío es descubrir el país inconcebible que está oculto dentro de nosotros. Y para lograrlo, necesitamos otras imágenes, otras voces, otras historias. Porque al final, el cine no es solo un espejo de lo que somos, sino un martillo para darle forma a lo que podemos ser, como lo expresaba Bertolt Brecht.

Episodio 5:

El Cine Colombiano: De la Existencia a la Trascendencia

La Ley 814 de 2003, conocida como la Ley del Cine, transformó la cinematografía colombiana. Pasamos de un estado de precariedad extrema a un crecimiento

sostenido: de apenas 4 películas estrenadas en 2004 a 79 en 2024. Sin embargo, tras estas cifras alentadoras se esconde una verdad incómoda: en más de veinte años y miles de proyectos financiados por el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC), solo siete directores afrodescendientes han sido premiados en la categoría de largometraje. Cinco de ellos emergieron en los últimos tres años, respaldados por programas de Manos Visibles. Estos números son más que estadísticas; son un reflejo de las desigualdades estructurales que aún persisten ya que, aunque hemos logrado avances, el desafío sigue siendo inmenso: la representación equitativa no es solo un tema de cantidad, sino de profundidad, autenticidad y diversidad en las historias que se cuentan.

En dos décadas de la Ley del Cine, hay logros innegables, pero también preguntas urgentes: ¿Cuál es el otro país que aún no vemos en nuestras pantallas? ¿Qué mundos nos estamos perdiendo

por no permitir que florezcan nuevas narrativas? ¿Es el cine actual realmente representativo de nuestra diversidad? A propósito de estos interrogantes, Remedios Zafra nos recuerda en su libro El entusiasmo:

“Los que se dedican a la creación saben del poder de las pantallas, la imagen y la escritura para revertir temporalmente tantas ausencias y limitaciones.

Tantos impulsos de transformación de mundos que nacen cuando por fin nos vemos también como ficciones y en ellas nos construimos de otras maneras. Tanta potencia política que desaprovechamos para el ser.”

El cine no solo narra historias, sino que construye realidades. En el taller Vanguardia Étnica, Gerylee Polanco, una de las productoras más destacadas del país y miembro de Manos Visibles, lo expresó de manera precisa:

“Necesitamos corazonar las historias y tener mayor diversidad detrás de cámaras para construir un cine realmente diverso.”

Rodrigo Grillo, exPresidente de la Asociación de Cineastas Negros de Brasil y exDirector de Innovación del audiovisual en el Ministerio de Cultura de Brasil, añadió una dimensión esencial a esta reflexión. Habló sobre la necesidad de afirmar diferentes subjetividades a través de una fabulación más crítica y creativa, una que narre lo que ya existe e imagine lo que podría ser. Por otro lado, directores de escuelas y productoras en municipios alejados de Bogotá insistieron en una verdad contundente: no basta con hablar del cine en las regiones. Es im-

prescindible invertir en infraestructura, descentralizar los servicios de producción y democratizar el acceso a los recursos técnicos y tecnológicos. Sin estas acciones, las narrativas seguirán centralizadas y las voces en los márgenes continuarán silenciadas.

El cine tiene el poder de redefinir nuestra identidad y nuestra percepción como sociedad. Como lo enfatiza Gilbert Ndi Shang: “La narrativa creativa es imprescindible para una reapropiación progresiva del poder sobre nuestras memorias y nuestra historia. Nos permite renombrarnos y redefinirnos en contextos donde nos nombran y definen desde perspectivas ajenas, estereotipadas y colonizadoras.” En los últimos cinco años, Manos Visibles ha trabajado con una red de liderazgos audiovisuales desde el corazón de la Colombia diversa, en constante diálogo con el mundo. Hemos entendido que, en el marco del país, el gobierno, y el Estado, con todas sus implicaciones geopolíticas, las narrativas siguen siendo hegemónicas. El cine colombiano aún tiene un largo camino por recorrer para convertirse en un verdadero espejo de nuestra diversidad. Sin embargo, el futuro es claro: necesitamos corazonar las historias, redistribuir el acceso a los recursos y afirmar nuevas subjetividades. Solo así lograremos materializar la transfiguración y la vanguardia del audiovisual colombiano.

“Vamos a hacer las películas que nosotros quisiéramos ver y crear los archivos físicos que no tenemos. Vamos a sentir este camino creativo, desde el peso pero también la libertad de nuestra existencia polivalente de lo que es ser una persona negra o una persona indígena en el mundo. La belleza y lo contradictorio de tener que lidiar con esa responsabilidad”.

ACTO II:

Creando Nuestros Propios

Referentes

Episodio 1.

Manos Visibles: Del Poder a la Potencia, de la Potencia a la Vanguardia

Desde su creación, Manos Visibles ha trabajado con un propósito claro y transformador: construir un futuro más equitativo, donde la cultura no sea solo un espejo de nuestras realidades, sino un martillo para moldearlas. Nuestro plan estratégico 2020-2030 definió un objetivo audaz:

“La cultura, como principal activo, buscará no solo cambiar narrativas sino realidades, así como dar línea en los nuevos modelos de desarrollo, al igual que en prácticas que definan el destino educativo, político, social y económico del país. Soñamos con un sector cultural que siga siendo muro de contención, pero también una catapulta para nuevas formas de pensamiento y acción.”

Esta visión parte de una premisa fundamental: el sector cultural no es solo un espacio de representación, sino un motor para generar realidades concretas. Desde

esta idea, es posible imaginar y construir aquello que hoy parece inexistente o imposible. Hace algunos años, asumimos un desafío monumental: transformar el poder cultural en potencia cultural. Nuestro objetivo era nutrir una masa crítica de gestores culturales y audiovisuales capaces de liderar un cambio sistémico que redujera desigualdades. Este esfuerzo no se limitaba a llenar vacíos de representación; buscaba poner en posiciones de liderazgo a las voces históricamente silenciadas, para que fueran ellas quienes definieran las nuevas líneas de acción. Hoy, muchos de estos líderes forman parte de los equipos de Ministerios o Secretarías de Cultura. Así, es claro que no buscamos transformar los sistemas desde afuera, sino integrarnos a ellos y ser parte activa de las estructuras que queremos transformar.

En 2020, más de trescientas personas se reunieron en un auditorio para debatir sobre el futuro de las culturas y las artes en Colombia en nuestro taller regional para celebrar la primera cohorte de la Maestría

en Gestión Cultural y Audiovisual. Fue un momento de efervescencia, una celebración de las posibilidades. Pero el mundo cambió semanas después: la pandemia nos separó, nos aisló y nos puso a prueba.

En medio de las pérdidas y la incertidumbre, las artes y la cultura emergieron como un faro de resistencia emocional y espiritual, una certeza en tiempos oscuros.

Hoy, cuatro años después de aquel encuentro, comenzamos a recoger los frutos de esa apuesta. Lo que en su momento fue solo una intención, hoy se ha transformado en un cambio tangible y visible. Celebramos lo que hemos alcanzado, al igual que vislumbramos un cambio generacional que marcará el futuro. Una nueva generación de artistas, líderes y gestores culturales está redefiniendo el cine colombiano desde las regiones y desde una multiplicidad de diversidades: étnicas, sexuales, generacionales. Desde el Pacífico, la Amazonía, el Caribe y grandes centros urbanos como Bogotá, Cali o Me-

dellín, surgen voces que no representan un sueño de un futuro lejano: son el presente. Estas voces están trazando nuevas narrativas desde la diversidad, desafiando las restricciones impuestas por la historia y abriendo caminos hacia la construcción de otro país.

Esta vanguardia cultural representa una élite, pero no en el sentido tradicional, clasista y excluyente. Para nosotros, la élite es algo distinto: un grupo de personas que lideran transformaciones profundas, que reconfiguran las formas de pensar, sentir y actuar de amplios sectores de la sociedad. Es una élite que utiliza el poder de las palabras, las imágenes y las historias como herramientas para imaginar y construir futuros más justos y equitativos.

Episodio 2:

Las Decisiones que Construyen la Realidad

Toda imagen es un acto político. Cada decisión tomada en una película —la luz que ilumina una escena, el encuadre que de-

limita una mirada, el diálogo que se pronuncia o el silencio que se guarda— es un ejercicio de poder. Durante décadas, esas decisiones relegaron a las comunidades negras e indígenas al margen, condenandolos a la invisibilidad o a representaciones ajenas, a menudo distorsionadas y estereotipadas. Estas imágenes moldearon percepciones y perpetuaron desigualdades, reforzando narrativas que negaban la diversidad y la complejidad de estas comunidades.

Pero hoy algo está cambiando. Una vanguardia consciente está transformando el audiovisual en un espacio de justicia y dignidad. Entendemos que el audiovisual no es solo una herramienta para contar historias, sino un campo de disputa por el poder de las imágenes. Es un espacio donde cada decisión creativa se convierte en una oportunidad para reparar, reimaginar y dignificar aquello que durante tanto tiempo se omitió o distorsionó. Cada imagen, cada plano, cada historia tiene el potencial de desafiar las narrativas impuestas, rom-

per con los estereotipos y abrir caminos hacia nuevas realidades.

“El arte no solo documenta vivencias, sino que también diseña estructuras de poder y construye nuevas formas de representar y ser representado.”

En Manos Visibles, desde nuestra línea de trabajo Cultura y Nuevas Narrativas, llevamos cinco años apostándole a esta revolución audiovisual. Durante este tiempo, hemos formado a más de 300 líderes, realizadores y gestores culturales, acompañándolos en procesos de formación en maestrías y escuelas internacionales. Al mismo tiempo, hemos acompañado los procesos de escritura de treinta guiones con la primera alianza que hicimos con la Fundación Algo en Común y Mincultura en el laboratorio Desde la Raíz, y ahora con el Laboratorio Corazonando Historias

con APAN. De este modo, hemos fortalecido diez productoras locales en territorios como Tumaco, Quibdó y Santa Marta, donde las historias nacen profundamente arraigadas en la identidad de sus pueblos. Proyectos como Las Visitantes, nuestra primera coproducción, y los cuatro premiados por el Fondo ERA son prueba viva de lo que puede lograrse cuando el talento encuentra el apoyo necesario.

Durante demasiado tiempo, la diversidad racial y cultural ha sido tratada como un valor agregado, un elemento decorativo que no trasciende. Nosotros apostamos por algo diferente: construir nuevas versiones de la historia y otras miradas que desafíen lo establecido. Así nació Potencia Étnica Audiovisual, un espacio de encuentro, formación y construcción colectiva que ha dado lugar a iniciativas como las becas para la Maestría en Gestión y Producción Cultural y Audiovisual en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. También lanzamos Vanguardia Étnica Cultural, un movimiento que imagina futuros posibles desde la

riqueza cultural de nuestras comunidades. En 2023 y 2024, dimos un paso más allá de nuestras fronteras con la creación de FOCO, un laboratorio de producción audiovisual para la equidad racial, en alianza con la Asociación de Profesionales del Audiovisual Negro (APAN) de Brasil. Este espacio se convirtió en una conexión transatlántica entre Brasil y Colombia, fortaleciendo una masa crítica de cineastas, realizadores, fotógrafos y gestores culturales que comparten una misión común: narrar al mundo quiénes somos como sujetos negros desde el audiovisual. En los talleres y encuentros de FOCO, las historias cobraron vida con autenticidad y un profundo componente étnico, pensadas para conquistar audiencias globales.

Nuestra más reciente apuesta con el Fondo ERA es clara: consolidar un catálogo de películas que reflejen esta transformación. Queremos que el cine colombiano realizado por personas indígenas y negras ocupe un lugar central en el panorama nacional durante los próximos cinco años.

No se trata solo de formación o del fortalecimiento del ecosistema, sino de materializar proyectos que en medio de la crisis de taquilla y espectadores en el mundo, logren encontrar audiencias más amplias, haciendo parte también de plataformas de distribución en Colombia y el exterior.

Por eso llamamos a una nueva ERA para materializar el futuro, donde la diversidad sea lo normal y lo natural, tanto delante como detrás de las cámaras. Este desafío va más allá de las imágenes: queremos ver directores, guionistas, editores, sonidistas, vestuaristas, productores, curadores, críticos afrodescendientes e indígenas ocupando todos los espacios de la industria, no como excepciones, sino como la norma.

Este camino no lo hemos recorrido solos. Hemos tejido alianzas estratégicas con actores clave del sector audiovisual como el Ministerio de Cultura, Proimágenes Colombia, el Bogotá Audiovisual Market-BAM, APAN, PRANA y la Universidad

Jorge Tadeo Lozano, así como con nuestros principales donantes: la Fundación Ford y Luminate. Cada colaboración ha sido fundamental para construir un ecosistema que reconoce la diversidad como su mayor fortaleza, enfrentando las desigualdades desde una perspectiva ética y sostenible.

“Lo que tratamos de transmitir en cuatro largos episodios fue el descubrimiento de otro país inconcebible dentro de Colombia, del cual no teníamos conciencia.”

Vivir para Contarla, Gabriel García Márquez

ACTO III:

Creando Nuestros Propios

Referentes

En un mundo frenético y caótico, donde la velocidad y lo efímero parecen dominarlo todo, creemos que es posible reclamar un espacio para la imaginación, para apropiarnos de un futuro nuevo que realmente nos pertenezca. Hoy demasiadas personas están diseñando nuestro futuro sin nosotros; mientras lo artificial se presenta como una solución más confiable que lo humano. Ante esta realidad, es urgente que nuestros esfuerzos sean más precisos e intencionales, que nuestras acciones trasciendan y se conviertan en cimientos sólidos para la creación de un mañana que hable desde nuestra diversidad hacia el país y el mundo.

No se trata solo de representación; se trata de construir narrativas poderosas que amplíen las audiencias. Historias con calidad, conciencia e impacto, capaces de transformar percepciones y realidades.

Episodio I: Calidad

La potencia étnica y la vanguardia cultural son el corazón de la calidad audiovisual que necesitamos para trascender la representación. Hablar de calidad no se limita a perfeccionar aspectos técnicos como la iluminación, el encuadre o el sonido —aunque estos son esenciales para abrir puertas en mercados y plataformas exigentes—, lo anterior depende de formar continuamente una base humana, técnica e intelectual que sostenga un cine impecable y competitivo. Pero la calidad va más allá de la técnica: está en la profundidad crítica de las historias. En un país donde formarse para el cine es un acto revolucionario, la calidad es un ejercicio desafiante en el acceso a los mejores procesos formativos y a la vanguardia tecnológica. Esto, con el fin de que se puedan abordar estas nuevas narrativas con estándares que se ajusten a la producción audiovisual y que al mismo tiempo, permitan entender su propósito para ser capaces de conectar con las emociones más

profundas y así,abrir las puertas de un futuro donde nuestras historias encuentren su lugar en el mundo.

Episodio 2:

Consciencia – Corazonar lo Étnico como

Reflejo Universal

Hablar de consciencia en el cine es hablar del origen de toda creación. Esa consciencia nace desde el primer trazo en el papel, desde las ideas que germinan en los guiones, y se extiende hasta las imágenes que iluminan la pantalla. En Colombia, escribir guiones implica una tarea monumental: representar una identidad nacional auténtica, una que no diluya la diversidad del país ni reduzca su riqueza cultural a simplificaciones o estereotipos en los lenguajes y las estéticas.

El cine colombiano ha sido históricamente un reflejo de sus experiencias sociopolíticas, centrado en relatos sobre violencia y narcotráfico. Aunque estas historias tienen su lugar, su predominio ha dejado en la sombra otras dimensiones de nuestra

identidad. Las narrativas sobre las comunidades afrocolombianas e indígenas, en particular, han sido limitadas a estereotipos que ignoran su profundidad y su multiplicidad. No hay una única forma de ser negro, indígena o colombiano; y el cine tiene la responsabilidad de reflejar esa diversidad en toda su complejidad.

“La imagen es un espejo, en donde me de-construyo y me reconstruyo de las veces que fui mal contado.”
Jhon Narváez

En el taller regional Vanguardia Étnica, se tejió una “unión de constelaciones”, donde cada trayectoria personal se entrelazó con historias colectivas. Este intercambio enriqueció el paisaje audiovisual colombiano y planteó una pregunta fundamental: ¿cuál es la misión de la producción cuando se conecta con el corazón? Las respuestas apuntaron a un autorreconocimiento profundo que se centra en un lugar de autenticidad.”Corazonar” las historias, en este sentido, se convirtió en una consigna: crear desde el corazón, respetando la ancestralidad y el tejido histórico, para sanar y fortalecer los territorios a través del arte. Otra pregunta clave que surgió: ¿el cine debe ser entretenimiento o pedagogía? La respuesta no fue excluyente: el cine puede entretener con profundidad y significado. Puede cautivar siendo, al mismo tiempo, una resistencia poética que represente las complejidades humanas y las enfrente con honestidad.

El consenso fue claro: las producciones no son meros productos audiovisuales; son seres con alma, profundamente conectados con los territorios que las originan. Este enfoque permite desafiar las desigualdades y construir un pacto narrativo auténtico, un manifiesto vivo que invita a imaginar futuros donde la diversidad no sea una aspiración, sino una realidad palpable. Desde esta consciencia, se dibuja un horizonte más justo y creativo. Un cine que refleja al país, que lo reimagina,

lo cuestiona y lo renueva. Porque lo étnico no es un margen ni un apartado: es la universalidad de nuestra humanidad. Y desde esa verdad, el cine colombiano puede proyectarse al mundo no solo como una voz que conecta, sino también que transforma profundamente.

Episodio 3:

Impacto – ¿Cómo hacemos que quienes no nos han visto, nos vean?

El impacto del audiovisual no se mide únicamente en premios, festivales o reconocimientos; su verdadera trascendencia está en las audiencias que logra tocar y transformar. El cine, como lenguaje universal, tiene el poder de construir puentes entre mundos aparentemente distantes, pero para lograrlo debe superar barreras que van desde la distribución hasta las narrativas mismas. Hoy, más que nunca, el desafío es doble: ampliar los espacios donde nuestras historias puedan ser vistas y, al mismo tiempo, conectar con quienes no se han sentido representados ni reflejados en esas historias. Esto implica reimaginar

la forma en que se producen, distribuyen y consumen los contenidos audiovisuales. En un mundo cada vez más dominado por plataformas digitales, el cine no puede limitarse a ser un producto de nicho. Las tendencias actuales muestran que las audiencias buscan contenidos que combinen autenticidad con innovación, relatos que sean profundamente locales pero que resuenen de manera universal. Para no quedar relegados, debemos preguntarnos: ¿cómo hacemos que nuestras historias dialoguen con las audiencias globales sin perder su esencia? ¿Cómo garantizamos que nuestras narrativas lleguen tanto a las grandes pantallas y plataformas digitales como a los dispositivos móviles que hoy concentran la atención del mundo?

La respuesta está en diversificar los caminos. Es necesario entrar en las plataformas de alcance masivo, pero también crear espacios independientes que nos permitan escapar de las restricciones de los circuitos convencionales. Estos espacios deben convertirse en refugios para las voces di-

“La cultura y el cine como soporte espiritual de este país.”

versas, en laboratorios de experimentación donde las historias puedan nacer sin las limitaciones de los mercados tradicionales. Al mismo tiempo, necesitamos fortalecer la conexión con las comunidades, asegurándonos de que nuestras obras se conviertan en parte de una memoria colectiva más amplia y significativa.

El impacto del cine, no obstante, también requiere reflexionar sobre su propósito. La transformación cultural que buscamos no depende únicamente de lo que contamos, sino de cómo lo contamos y de a quiénes logramos alcanzar. Es un compromiso firme con la creación de narrativas que desafíen las desigualdades sistémicas y amplifiquen las voces que han sido históricamente silenciadas. Es imaginar un futuro donde el cine no sea solo un espejo, sino un faro que ilumine caminos creativos para las generaciones venideras.

En este camino hacia un impacto real, debemos recordar que no se trata solo de llegar, sino de permanecer. Permanecer en la memoria, en las emociones y en las conversaciones que moldean el futuro. Porque el verdadero impacto del cine no se mide únicamente por las estadísticas — aunque estas son importantes—, sino por su capacidad para transformar la forma en que nos entendemos a nosotros mismos y al mundo que habitamos.

ACTO IV:

Manifiesto hacia una Nueva

ERA del Cine Colombiano

Una ERA. Un principio. Un cambio. Un horizonte. El cine colombiano está entrando en una nueva ERA, una etapa que celebra nuestra diversidad y la posiciona como el eje central de nuestras narrativas. Esta ERA no es solo un momento, es un movimiento; un cambio profundo que impulsa obras audiovisuales de trascendencia. Una ERA de un cine que rompe barreras, que conecta realidades locales con miradas globales, que amplifica las voces históricamente marginadas sobre lo que significa ser colombiano.

Narrar lo Ausente, Imaginar lo Inexplorado

En esta ERA, nuestra apuesta es clara: narrar el país ausente, el país incompleto, el país que aún no se ha contado. Queremos habitar nuevos imaginarios, atrevernos a imaginar lo imposible y abrir un espacio para lo inexplorado, con historias que rompen moldes, que desafíen los límites de lo convencional y que redefinen lo que entendemos por “cine colombiano”, “cine

afro” o “cine indígena”. Historias que, desde su concepción, se atrevan a cuestionar y a reimaginar nuestra sociedad. Queremos un cine que nos refleje, que nos reinvente.

Cinematografías Transformadoras

Valoramos un cine audaz, que aborde las preguntas más urgentes de nuestro tiempo con una visión artística clara y una narrativa poderosa. No se trata solo de contar historias, sino de hacerlo con excelencia técnica y calidad estética, porque creemos que la calidad es una herramienta para generar equidad y transformar la manera en que nos narramos como sociedad. Priorizamos las voces de las mujeres y las diversidades sexuales en el cine, reconociendo su contribución esencial tanto frente como detrás de las cámaras. Esta ERA busca reducir los sesgos y las brechas históricas, impulsando un ejercicio constante de humanización y equidad que celebre y visibilice la riqueza de nuestras diversidades.

Relatos que trascienden más allá de las fronteras

El cine de esta nueva ERA no se detiene en los límites geográficos; es transnacional, diaspórico, transatlántico y, ¿por qué no?, sideral. Es un cine que desafía las barreras y conecta realidades, creando puentes entre lo local y lo global. Buscamos historias que dialoguen con públicos diversos, tanto en Colombia como en el resto del mundo, y que resuenen con autenticidad y profundidad. En esta ERA, valoramos proyectos que exploren nuevas formas de impacto y distribución, desafiando los formatos tradicionales. Apostamos por un cine que trascienda las salas y los festivales, que llegue a audiencias amplias de manera creativa y auténtica, sin perder su esencia ni identidad.

Bienvenidos a esta nueva ERA del cine colombiano: una era que no se limita a contar historias, sino que las convierte en actos de resistencia, de justicia y de imaginación. Este es el momento de tomar las riendas de nuestras narrativas, de recuperar nuestras imágenes y de construir un legado que será el punto de partida para las generaciones por venir.

Una ERA. Un principio. Un cambio. Un horizonte. Bienvenidos al futuro del cine colombiano.

FIN… O QUIZÁS EL PRINCIPIO. VEREMOS.

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