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Ha pasado un mes y si pudiera les diría por qué o cómo el mundo entero pasó a no tener electricidad, a perder la completa tecnología que tantos años se esforzó por perfeccionar. En los centros de refugio se plantean varias teorías, una de ellas es que se trató de una súper llamarada solar con una fuerza capaz de incinerar los microchips de todas la computadoras, otros afirman que fue culpa de un virus informático capaz de incapacitar cualquier sistema por básico que fuera, o quizás se trató de un atentado terrorista por parte de alguno de los grupos fundamentalistas que pretenden devolver la raza humana a un estado más primigenio. Yo no sé, no tengo Google para confirmarlo. Los edificios se extienden sobre la ciudad como montañas de concreto, golems grises que duermen con sus párpados cerrados, como esperando que un conjuro mágico los despierte de su sueño para abrir sus cientos de ojos luminosos. Los cadáveres vacíos de la tecnología yacen en las calles; lámparas, neveras, carros, celulares, computadores, etc., cómo un cementerio de elefantes eléctricos. Ahora se les busca nuevos usos y son infructuosamente trasladados de un lado a otro, haciendo estorbo donde sea que los coloquen, deambulando sin un propósito aparente por las calles y son ellos los verdaderos zombies de este apocalipsis. Aunque quizás yo también sea un cadáver en vida y hace mucho morí de aburrimiento, pero aún no me he enterado. Porque, y esto es importante, la verdadera pérdida no se encuentra en la supervivencia básica del ser humano ¿tienes frío? Prende una fogata, ¿necesitas llegar a otra ciudad? Renta un caballo, ¿extrañas la televisión? Disfruta viendo dos borrachos matarse por una lata de sardinas. No, el ser humano siglos atrás superó esas necesidades. Lo que mandó al carajo el mundo fue la pérdida de Internet (QEPD), gran avance de la humanidad. La posibilidad de conectarse con el planeta entero en cuestión de segundos. ¿Ustedes se imaginan cuántos seguidores tendría en mi cuenta si pudiera postear lo que está pasando? Inventé un nuevo juego en el que mientras camino tomó
fotos mentales de lo que veo y conjeturo cuántos seguidores podría alcanzar en las redes sociales: Una niña jugando a los carritos con un celular de alta gama: +500 me gusta. Una torre de babel de computadores que amenaza con derrumbarse: +648 me gusta. La cabeza de un anciano empalada en el trípode de una cámara digital: +702 me gusta. Un gatito bebiendo leche: +5643 me gusta.
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