Mallpocket Ed. 49 / UnTagme

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CTRL+ALT+SUPR Máquina Punk Love

En 1966, el profesor Joseph Weizenbaum del MIT desarrolló un experimento para analizar la complejidad en los vínculos emocionales entre hombre y máquina. Con este objetivo creó a “Eliza”, un programa de computador que hacía el papel de psicóloga, realizándole preguntas a participantes del experimento. Los resultados, expuestos en el portal Big Think, demostraron que las personas rápidamente comenzaron a tratar a Eliza como una viva más, de hecho, los participantes acusaron sentirse más cómodos al hablar con “ella” que con un humano, ya que no se sentían juzgados, punto a favor en la disputa del amor entre hombres y máquinas. Las relaciones interpersonales son complejas, mucho más cuando se trata de amor. Qué difícil es interactuar con una persona, aceptar su pensamiento y atreverse a exponer el propio sin sufrir por ser juzgado. La inteligencia emocional es determinante para poder entablar relaciones amorosas y no todos pueden explorar ese tipo de cualidades. En un artículo publicado por Daily Mail Uk se mostró el incremento de producción de muñecos sexuales con cierto nivel de IA (Inteligencia Artificial), los cuales están en un precio alrededor de 60 millones de pesos. Más allá del valor y del incremento, lo que esto demuestra es que una nueva era está llegando: las personas están confiando más en la tecnología para satisfacer sus necesidades, que en los de su misma especie. De hecho, un nuevo término ha surgido con este calentamiento tecnológico global y es el “digisexuals”, el cual se puede acuñar para aquellos quienes se ven identificados con los robots para disfrutar de su sexualidad.

A pesar de que pueden ser diseñados a la medida, los robots sexuales están exponiendo una etapa humana de mucha soledad y vacíos sentimentales. Las brechas son cada vez más grandes entre individuos y la comodidad de expresar sentimientos solo se ve expuesta a través de chats o publicaciones online. Estamos solos y necesitamos ser escuchados sin juicios, entregándonos a los cálidos y fríos brazos robots. Son muchas noticias las que se escuchan en el mundo sobre el tema. El año pasado, en China, un ingeniero de IA, cansado de buscar pareja, decidió casarse con un robot que él mismo había construido. Realizó una ceremonia convencional de su cultura y a pesar de no ser aceptado el matrimonio por la ley, Zheng Jiajia, hombre de 31 años está feliz con Yingying, su esposa. Las posibilidades que brinda nuestro planeta para conseguir un muñeco o una muñeca que llene nuestros corazones es muy alta, y más allá de la preocupación del qué dirán, la importancia radica en la paz interior y en el valor de la existencia. Y si le importa de más la situación civil con su pareja robot, no se preocupe, según David Levy, autor del libro Amor y sexo con Robots, para el 2050 los matrimonios humano-máquina, serán aceptados y esto se ratifica con una frase de uno de los creadores más afamados de muñecos sexuales, Sergi Santos: “Hace unos años los celulares no eran vistos como esenciales en la sociedad, pero hoy no podemos funcionar sin ellos”. Puede que lo mismo pase con los robots


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