En los Retratos Inconclusos Policiales, Hernández resemantiza la concepción del retrato policial para dar pie a imágenes borrosas, poco útiles para la identificación de delincuentes, pero cargadas de significación en el ámbito artístico. Estos (anti)retratos, evidencian el historial de sujetos en relación a sus detenciones. La presencia-ausencia de este como delincuente, genera a partir de una imagen turbia, una sensación de incertidumbre. Aquí no vemos armas, ni sabemos de qué manera el crimen fue cometido, pero sí su recurrencia en ello. Cada individuo de la serie R.I.P. presenta de alguna manera, una agresión, un temor, incluso, una muerte latente. El uso del poder a partir de la ley, implementado por el uso de la identificación como mecanismo de control, en este caso, queda totalmente desprovisto de efectividad. Además, genera cuestionamientos en relación a la inversión del poder ejercido por la provocación de la imagen y la amenaza latente de los sujetos fotografiados en el espectador. De igual manera, la utilización del gran formato, como recurso para potencializar la imagen, contribuye a incitar una confrontación con el espectador, más directa, frontal, e incluso, agresiva. Estos (anti)retratos, no evidencian al criminal, se presentan como una referencia de la violencia, como una imagen confusa, sugerente. Imágenes que en lugar de “capturar” con la toma a los sujetos, les dejan libres; son todavía relatos inacabados. M.J.CH. Curadora MADC San José, enero 2011
R.E.L. (31) -23 arrestos desde el 2001Serie R.I.P. -Retratos Inconclusos Policiales-. (2005-2010). 100 x 150 cm Cromogénica a color. Película Kodak color Gold Max. Positivado en Kodak Endura Metallic Paper.
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