EMPRENDEDORES 2015
opinión
¿Cómo Nace y Cómo se Hace un Emprendedor? El emprendedor tiene habilidades especiales. Nace con una pasión, un propósito social que lo impulsa a crear productos o servicios en beneficio de los demás, no le teme al riesgo y, lo más importante, aprende a ser fuerte, paciente y prudente.
Por Gonzalo Gómez Betancourt*
Ser emprendedor no es tarea fácil. Incluso muchos directivos exitosos no logran desarrollar las habilidades del emprendedor simplemente porque no tienen una pasión especial, o porque están casados, con hijos, tienen altos niveles de endeudamiento y no les gusta correr riesgos. Cuando
un directivo me manifiesta su deseo de emprender un negocio le pregunto: ¿Estarías dispuesto a dejar tu trabajo actual para iniciar una aventura empresarial? La mayoría me contesta que no puede asumir riesgos. Incluso, a muchos les genera malestar conceptos como los expresados por Robert Kiyosaky, autor del exitoso libro “Padre Rico, Padre Pobre”, cuando dice que los ejecutivos hacen la carrera de la rata, porque ganan buen dinero que convierten en gasto al comprar activos que para el autor son pasivos, como casas, carros, viajes; con lo cual entran en un círculo vicioso en el que demuestran que no tienen la prudencia y la paciencia del emprendedor. Algunos lo que realmente quieren ser es inversionistas; la gran diferencia entre un emprendedor y el que no lo es, es su propensión al riesgo. El emprendimiento se define como la capacidad de una persona de hacer un esfuerzo adicional para alcanzar una meta u objetivo. Si bien hay una extensa bibliografía sobre el tema, la mejor manera de percibir la personalidad y características de un emprendedor es dando a conocer la historia de emprendedores que han forjado importantes empresas. Por lo general, el emprendimiento nace de una necesidad. Este es el caso de Juan Camilo Camargo, un joven de 30 años, soltero, estudiante de maestría en la Escuela de Negocios en el Inalde, quien traba-
36
jaba como director en una empresa de tecnologías de la información, que entró en crisis y terminó por desaparecer del mercado, con lo cual él se quedó sin empleo, no tenía como terminar de pagar la maestría y me solicitó que lo orientara porque quería iniciar una aventura empresarial. Con el fin de descubrir si realmente tenía el coraje de un emprendedor, le hice dos preguntas claves. La primera: ¿Cuál es tu mayor pasión? Y la segunda, aunque parezca extraña, ¿De qué tienes rabia? Se ha demostrado que el emprendedor es una persona solidaria que contribuye a mejorar una situación que le parece injusta. Juan Camilo me contestó: “Mi pasión es la de convertirme en un empresario del sector del calzado, sin embargo me da rabia que la gente no lo cuide y le reste importancia a una labor tan noble como la que desempeñan los lustradores, quienes a pesar de ser trabajadores como cualquier otro, laboran en la calle sin que nadie les reconozca sus derechos”. Sin duda, hablaba con pasión y con dolor. Quizás porque su padre había trabajado en el sector del calzado, pero su negocio era poco floreciente, porque en Colombia la gente no tiene la cultura de darle un tratamiento especial al calzado. ¿Qué pasó después? Realizó un importante desarrollo tecnológico con el cual se ganó un premio como emprendedor del año que le permitió terminar de pagar su maestría y lograr un pequeño capital, con el cual retomó su idea de innovar en el sector del calzado. Empezó a investigar por largo tiempo cuáles podrían ser sus proveedores internacionales, se fue con su hermana a Europa buscando la representación para Colombia, presentándose en uno y otro país, quedándose en hostales y viajando en aerolíneas de bajo costo porque el dinero era poco, superando también las barreras de idioma y todo tipo de dificultades. Finalmente crea Diboca, una