Los Testigos de Madigan N.º 14

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RESEÑA ESTAR VIVA ES ESTAR HECHA DE RECUERDOS: SYLVIA MOLLOY, SIRI HUSTVEDT Y JOAN DIDION

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LETRAS,ENTRE LO MASCULINO Y LO FEMENINO Adriana Rodríguez Morán

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POESÍA

DOS POEMAS DE AIMEE NEZHUKUMATATHIL Traducción: Miguel Díaz

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LA MIRADA LISÉRGICA

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Jesús Navarrete Lezama

MÚSICA | FKA TWIGS CAPRISONGS Miguel Díaz


L O S T E S T I G O S LTM N. 14 0

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M A D I G A N

“El contenido vertido en cada uno de los textos de esta revista es de exclusiva responsabilidad de su autor, cuyo estilo y libertad de expresión se respetan íntegramente, y no reflejan necesariamente los criterios editoriales de Los Testigos de Madigan”

CUENTO

VISITA Daniel Medina Flores

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POESÍA/RESEÑA

HUMOS DE ALCOHOL José Luis Soto

ENSAYO

LECTURAS SONORAS EN VOCES IBERO— AMERICANAS Montserrat Morales

MÚSICA | RIOT GRRRLS Y LA MAGIA DEL DIY Juan Félix Barbosa

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52 VIÑETA LITERARIA ETERNO FEMENINO

Christian Ramos Castro

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L T M

Consejo editorial

L O S T E S T I G O S

Armando Adame, Gaspar Aguilera, Armando Alanís Pulido, Juan Antonio Alfaro, Luis Armenta Malpica, Rocío Arellano, Juan Manuel Bonilla, Félix Barbosa, Daniel Bencomo, Saúl Castro, Fernando Carrillo, Joaquín Cosío, Roberto Colis, Miguel Ángel Chávez, Jorge Humberto Chávez, Luis Humberto Crostwaithe, Miguel Ángel Díaz, Miguel Donoso Gutiérrez, Alejandra Elías, José María Espinasa, Roberto Carlos Gámez, Alejandro García Ortega, Violeta García, José Isabel Hernández, Eudoro Fonseca, Joel Flores, Julián Herbert, Ana María Jaramillo, José Ángel Leyva, Gonzalo Lizardo, Claudia Luna, Élmer Mendoza, Citlalli Mendoza, Julián Mitre, Juan José Macías, Nicolás Minelli, Jesús Navarrete Lezama, David Ojeda Sánchez, Christian Ramos, José Luis Rico, Édgar Rincón, Diego Romo, Víctor Roura, José de Jesús Sampedro, César Silva, Josué Sánchez, José Eugenio Sánchez, Magali Velasco, Francisco Velázquez, Marco Vieyra y Noé Zavala.

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Coordinación general Laura Elena González y Jorge Humberto Chávez

M A D I G A N

Diseño Sergio Grande Corrección Ad hoc. Asesoría y soluciones en comunicación Relaciones públicas y comercialización Rosa María Zamora Los Testigos de Madigan es una revista independiente, publicada por el colectivo del mismo nombre. Su registro se encuentra en trámite y su aparición es trimestral. Los textos son responsabilidad de sus firmantes pero la revista asume su plena competencia sobre los juicios y valoraciones de carácter literario, que al Consejo Editorial le permiten justificar su inclusión en cada número. Sólo se publicarán colaboraciones previamente solicitadas y dictaminadas por dicho consejo.

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lostestigosdemadigan@gmail.com


E D I T O R I A L

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l inicio de la primavera marca un cambio notorio y de gozo en la luz, los colores y la temperatura que nos rodea; se despierta un ciclo que nos llena de buen ánimo. Ese orden natural abre expectativas que no siempre coinciden con el tiempo de los intereses de quienes aspiran a controlar el destino humano. Desde la madrugada del jueves 24 del pasado mes de febrero, el ejercito ruso lanzó una “operación militar especial” (¡vaya eufemismo!) en el este de Ucrania. Así, se inicia un nuevo capítulo de la historia de la intolerancia, el desequilibrio, el abuso, la desesperanza y el engaño en el mundo contemporáneo. Las amenazas y los hechos que hoy adquieren relevancia son anteriores: durante años habían lanzado advertencias que se volvieron reales; y al paso de poco más de un mes, los mensajes e imágenes que han recorrido las redes informativas y sociales se han multiplicado exponencialmente. Es, de facto, el conflicto más visibilizado en el menor tiempo de la historia reciente. Las consecuencias políticas y económicas, –más allá del inmediato padecimiento y horror humanitario– dejan una radiografía del mayoritario rechazo a la utilización de las armas, pero no a la causa-efecto de la división de intereses del mundo globalizado. Sin pretensión de simplificar, hemos visto cómo se repite una constante histórica: por un lado –predominantemente– varones empuñando las armas, ya sea para defender o para atacar; y por el otro, ancianos, mujeres y niños huyendo, buscando refugio para continuar con la vida. Viudas y huérfanos son quienes heredan la tarea de recomenzar. La respuesta internacional ha sido solidaria con los desplazados por esta guerra, aunque no vemos el mismo grado de voluntad con las víctimas de otros conflictos bélicos menos visibles. Las protestas contra el uso de las armas y en favor del diálogo las han enarbolado los grupos y las asociaciones civiles, los artistas y los líderes sociales comprometidos con el fortalecimiento por la paz. Tal vez parezcan mínimos, casi invisibles frente al despliegue del poder de destrucción. Quisiéramos ver en el horizonte próximo el término de este conflicto; mientras llega, creemos que abrir caminos al canto debe de ser una frontera posible de resistencia. “Nuestro botín de guerra es el conocimiento del mundo: /es tan grande que cabe en un apretón de manos, /Tan difícil que se puede describir con una sonrisa, /tan extraño como en una plegaria el eco de las viejas verdades”. (Wislawa Szymbroska) Primavera 2022

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RE SE ÑA

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ESTAR VIVA ES ESTAR HECHA

DE RECUERDOS: SYLVIA MOLLOY, SIRI HUSTVEDT Y JOAN DIDION

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Francisco Velázquez


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l uso de la memoria y los recuerdos para narrar una historia después de sufrir la pérdida de un ser querido es un elemento en común en ciertos personajes de algunas obras de Sylvia Molloy, Siri Hustvedt y Joan Didion. Ya sea desde la novela, en el caso de Molloy con El común olvido, el ensayo con Siri en La mujer temblorosa, o las memorias de Didion en El año del pensamiento mágico, quienes protagonizan y narran estas obras resignifican y reactualizan la premisa que Thomas Hobbes advertía desde el siglo XVII en el sentido de que “la imaginación y la memoria son la misma cosa que por diversas consideraciones tienen nombres distintos”.

El común olvido , Sylvia Molloy. Daniel, el personaje de esta novela, es alguien que tiene claro que la memoria está ligada estrechamente tanto con la invención como con el olvido. Luego de convertirse en académico y después de la muerte de su madre, Daniel regresa a Argentina, de donde emigró a Estados Unidos cuando tenía doce años, para intentar armar el puzle de su identidad e historia familiar. Al hacerlo descubrirá secretos del pasado que le permitirán construir un perfil de su madre que él desconoce debido a su mala memoria. Cuando revisita la Argentina, Daniel se pregunta cómo imaginar, en esa ciudad pobre y abaratada, la juventud de su madre cuando apenas recuerda la suya. Él es consciente de que a los doce años no se han almacenado suficientes recuerdos que le permitan recrear, de lejos, el espacio que abandonó y con el que ahora siendo adulto se vuelve a reencontrar. Por eso dice: “casi no recuerdo la casa donde nací y donde pasé mis primeros años, y lo poco que sí recuerdo no es grato ¿para qué entonces reinventarla?”. Ese énfasis que le imprime al verbo reinventar (las cursivas son mías) permite distinguir que Daniel es consciente de que, al recordar se utiliza la invención; por eso reconoce que es alguien que con frecuencia “recuerda mal”, tiene “falsos recuerdos y reconocimientos”, “mezcla recuerdos” y recuerda y colecciona “nimiedades”, mientras su memoria deja pasar cosas más grandes. Esto se pudiera comprobar porque cuando descubre y lee un diario que escribió su madre en su juventud, Daniel no recuerda cosas que ella cuenta, como el accidente que sufrieron ambos cuando él era niño y su madre atroEstar viva es estar hecha de recuerdos: Sylvia Molloy, Siri Hustvedt y Joan Didion Francisco Velázquez

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pelló a una persona, o como cuando su padre lo aventó por una ventana: “Los empalmes de la memoria no necesariamente se dan en el sentido que yo espero” porque “es como si mi memoria guardara recuerdos, pero en otro lado, y además de manera superficial, sin textura”, nos dice en alguna parte de la novela. En ese sentido, no es gratuito que otro de los personajes sea consciente de que “no hay memoria pura”. Así, en la medida en la que Daniel se da cuenta de que sus recuerdos no coinciden con lo que descubre, los personajes con los que se encuentra le dirán que “la mala memoria de Proust es la única que permite el recuerdo”, y que sobre “la memoria total, acumulativa, Becket dice que es como una cuerda de tender ropa en la que se alinean los recuerdos, sin ton ni son, como medias o camisas puestas a secar, sin vacíos, sin intervalos”.

La mujer temblorosa, Siri Hustvedt. La narradora de este en-

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sayo autobiográfico recuerda cuando sufrió un temblor, que le afectó todo el cuerpo menos la cabeza, mientras leía el texto que le dedicó a su padre el día de su muerte. Sin embargo, en su rememoración que hace, ella es consciente de que “la memoria y la imaginación son dos aspectos de un mismo proceso”, y de que, al momento de recuperar un recuerdo, “lo que en realidad hacemos es guardarlos una y otra vez, reconsolidarlos”. Por eso Hustvedt repite con frecuencia que escribir ficción es como recordar cosas que nunca han ocurrido. Para la también autora de Recuerdos del futuro los procesos de la memoria y de la invención están conectados entre sí en nuestra mente porque “la facultad de la memoria no puede separarse de la imaginación. Van de la mano. En mayor o menor medida, todos inventamos nuestro pasado”. Ahora bien, ese proceso de invención al que alude la narradora está relacionado con la carga emocional de las personas, pues ese pasado que se rememora “está construido de recuerdos coloreados emocionalmente. Los afectos dan sentido a las experiencias o, como dicen algunos filósofos, les otorgan valor”. Con


estas observaciones en voz de la narradora, Siri Hustvedt revisita las nociones que Aristóteles había hecho sobre el tema, y las que más recientemente hizo Antonio Damasio, en el sentido de que la memoria y la razón no pueden desligarse de su carga y contexto emocional, sino todo lo contrario, como también ya lo había advertido Borges en su cuento “La memoria de Shakespeare”.

El año del pensamiento mágico, Joan Didion. Estas memorias que Didion escribió después de la muerte de su esposo permiten distinguir una idea central que Federico Campbell recuerda con insistencia en su libro Padre y memoria: los recuerdos no se almacenan como fotografías. Es decir, la memoria no reproduce porque no es un almacén o un archivo al que se acuda cuando uno lo deseé, la memoria recategoriza y reclasifica. Ahora bien, esos recuerdos no llegan a la memoria ni sucesiva ni cronológicamente, sino en ráfagas veloces, como se puede percibir en El año del pensamiento mágico. Quien lea el libro de Didion en clave narrativa pensará que está desordenado porque la narradora no sigue una línea narrativa fija, sino que acude a su memoria en la medida en la que va recordando las cosas, de forma salteada. Este aparente desorden es lo que Campbell llama recategorizar y reclasificar; la memoria no reproduce las cosas tal y como ocurrieron: la memoria inventa, recategoriza y reclasifica. Recordar es siempre reconstruir, no reproducir. Las obras de Sylvia Molloy, Siri Hustvedt y Joan Didion revitalizan las escrituras del yo puesto que logran convivir y dialogar con las ideas de Hobbes a partir de una perspectiva basada en las memorias, la novela y el ensayo, tomando como punto de partida el uso de la memoria y los recuerdos. Aunque Molloy y Siri siguen escribiendo nuevas obras, lamentablemente, a finales de 2021 murió Joan Didion; su muerte será una lamentable pérdida en el ámbito literario de la no ficción, pero su obra sigue viva, al igual que la de Molloy y Siri, en espera de encontrarse con nuevas lectoras y lectores.

Estar viva es estar hecha de recuerdos: Sylvia Molloy, Siri Hustvedt y Joan Didion Francisco Velázquez

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EN SA YO

LETRAS LO S TE STIGO S DE MADIGAN N Ú M ERO 14

ENTRE LO MÁSCULINO

Adri a n a Ro d rí guez Morán

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Y LO

FEME NINO


“La escritura de la mujer siempre es femenina; no puede ser más que femenina; cuando es mejor es más femenina; la única dificultad estriba en definir lo que entendemos por femenina”. Virginia Woolf

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o existe una literatura masculina. Los cánones literarios no han requerido nunca distinguir la escritura de una persona por el simple hecho de ser hombre. A partir de esta realidad se observa la inequidad histórica de la participación de las mujeres no solo en las letras, sino en todas las artes. Asegurar que existe una forma de literatura femenina conlleva a la afirmación de que existe alguna clase de esencia de la feminidad. Freud encuentra tres elementos (psicológico, físico y cultural) que componen la masculinidad y la feminidad, y afirma que ninguno, por sí solo, es capaz de definirla, pues estos están combinados en todos, es decir, en hombres y mujeres. Por tanto, dar por sentado que existe la feminidad como esencia equivaldría a validar que “En la cultura patriarcal occidental el autor del texto es un padre, un progenitor, un procreador, un patriarca estético cuya pluma es un instrumento de poder generativo como su pene”, frase en la que Gilbert y Gubar intentan retratar el pensamiento masculino de una época en que se consideraba que solo el hombre era capaz de crear belleza. Hay que decir que sí hay una necesidad de nombrar una literatura femenina para visibilizar su inclusión como artistas en lo que hasta entonces había sido un grupo androcéntrico. Al comienzo de la escritura literaria por parte de las mujeres no era bien visto que participaran en todos los géneros. Hasta hace menos de un siglo era impensable que una escritora basara su obra en temas eróticos, de fantasía, ciencia ficción o de terror. En caso de así hacerlo, más valía firmar

LTM Letras, entre lo masculino y lo femenino Adriana Rodríguez Morán

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con un seudónimo masculino, como lo llegaron a hacer Matilde Cherner, Louisa May Alcott, Mary Shelley, las hermanas Brontë, entre muchas otras, para tener la oportunidad de ser leídas. Se confinó a las escritoras a temas de amor romántico, infancia o de maternidad, bajo el razonamiento de que la psique femenina abordaba solo un lado sensible, ajeno a los asuntos del “mundo real”, lo que dejaba claro que la autonomía y la igualdad de las mujeres eran una amenaza para la familia, la religión y el estado. El camino fue largo. Aún después de que surgieron escritoras que demostraron su talento, sus nombres se suprimieron de planes y programas de estudios de licenciatura y posgrados de letras, así como de ensayos de investigación o antologías, tal es el caso de Nellie Campobello, que fue excluida de una antología de narradores de la Revolución Mexicana, a pesar de que el antologador Max Aub reconoció que era ella quien había aportado lo más interesante durante este período. Los seudónimos continúan hasta el siglo XX, como con J. K. Rowling, quien ocultó su nombre femenino, aunque utilizaba sus iniciales, pero también llegó a usar el nombre de Robert Galbraith para El canto del cuco (2013). Después de recibir excelentes críticas por la saga de Harry Potter, reconoció su autoría. Un ejemplo más que claro es la brecha entre los ganadores del premio literario internacional más reconocido: el Nobel de Literatura, que desde su creación en el año 1901 ha sido otorgado a 14 mujeres contra 100 hombres. Otro fenómeno que aún ocurre, aunque hay que reconocer que cada vez en menor medida, es cierto tipo de expectativa social que deriva en la autocensura de las escritoras. Esta autocontención proviene de la misma cultura patriarcal de la que las mujeres somos objeto desde la infancia. El miedo a plasmar temas o palabras que atenten contra las creencias propias o de las personas cercanas reside en el miedo a la mirada severa

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de la sociedad. Ir en contra de esta “educación” requiere un gran trabajo de reflexión del que resulte la congruencia de las ideas y la confianza de manifestarlas. Por último, me gustaría enfatizar otro obstáculo para la mujer escritora, tema expuesto por Virginia Wolf en Una habitación propia y ampliamente difundido por ella misma entre las estudiantes universitarias a finales del siglo pasado. Woolf pone en la mira la necesidad de un espacio físico para desarrollar la creatividad sin interrupciones de tipo doméstico, tal como lo han tenido los artistas hombres desde siempre. Tener este lugar es como tener espacio en la mente para llenarlo de relatos. Un espacio tangible en donde poder abstraerse de la rutina es fundamental para formar una disciplina. Así pues, podemos asegurar que las diferencias que pueden surgir entre la escritura masculina y femenina no son cuestión de estilo, ni de biología, ni de metodología, pero quizá si experienciales y culturales. ¿Qué pasará en unos años que se vean los resultados de una cultura de inclusión al movimiento no binario? ¿La diferencia en la construcción de personajes literarios seguirá notándose? Mientras esto sucede, podemos asegurar que tanto las diferencias entre lo masculino y femenino habría que buscarlas en “el cuerpo de su escritura y no en la escritura de su cuerpo”, tal como lo dijo hace un tiempo tan atinadamente, Jean Baker Miller.

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PO ES IA Tradu c c ión por M igu e l Día z

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DOS POEMAS DE AIMEE NEZHUKUMATATHIL


¿SON REALES TODOS LOS EXES DE TUS POEMAS? Si por real quieres decir tan real como un diente de escualo atorado en tu talón, la humedad de un palo paleta babeada, la sorpresa de una chinche en tu bolso— entonces Sí, cada última página es verdad, cada matiz, fragmento y mordida. Espera. Me he reconciliado—con cada uno— y cuando digo que me he casado, significa que me he casado con todos ellos, un vecindario completo de antiguos amores. ¿Puedes imaginar la cantidad de ramos de flores y pedazos de pastel? Aún ahora, mis maridos planean una gran comida para nosotros—uno pica algo de perejil, otro menea una olla burbujeante sobre la estufa. Uno cambia al bebé, y otro duerme en una amplia silla. Uno hojea el periódico, otro silba mientras se afeita en la regadera, y cada uno de ellos se pregunta a qué hora voy a volver a casa.

AIMEE NEZHUKUMATATHIL nació en Chicago de madre filipina y padre indio. Ha publicado los libros de poesía Miracle Fruit (2003), At the Drive-In Volcano (2007), Lucky Fish (2011); y Oceanic (2018). Ha recibido varios premios y reconocimientos por su obra como el Pushcart Prize, Angoff Award, Boatwright Prize, o el Richard Hugo Prize. Es profesora de la Universidad de Oxford, en Mississippi.

LT M DOS POEMAS DE AIMEE NEZHUKUMATATHIL Traducción por Miguel Díaz

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LO QUE APRENDÍ DEL INCREÍBLE HULK Cuando se trata de ropa, hay que hacer lugar para lo inesperado. Asegurar que el maletero de madera en la estación del tren no esté descompuesto. En una simple chamarra de mezclilla advertir hola, si no intentas traficar raras monedas Incas en este pacífico pueblecito o raptar al huérfano local, puedo volver loco a un hombre tranquilo. No importa cuán enojado se ponga alguien, una sonrisa y una suave caricia en el bíceps puede hacer maravillas. Aprendí que el hombre tiene también pezones, cálidos y establecidos— que el verde no siempre significa envidia. Un prado lleno de tréboles y escarolas es lo que busca Hulk para descansar, una vuelta a lo normal. Y a veces, una mujer se va con él, sus diminutas manos le acomodan el pelo hirsuto, las heridas de su mano. Verde es el espacio entre agua y sol, cubierto por un hombre quieto,

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PAUSA GRÁFICA Sam Luna

Autora: Sam Luna Sin título De la serie Espejos-Reflejos Técnica: Acuarela

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Je s ús Nava r re te Le za ma


Has caminado en medio de las piedras de fuego. Ezequiel Sé que la gente dice: ‘Santana tomaba mucho ácido’. Bueno, ¡quizá el problema es que ustedes no han tomado nada en absoluto! Carlos Santana

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ice Aldous Huxley en Cielo e infierno que existen dos métodos para viajar a las antípodas de la mente: “en el primer caso, el alma es transportada a su distante destino con la ayuda de un producto químico: la mescalina o el ácido lisérgico. En el segundo el vehículo es de naturaleza psicológica y el paso (…) se efectúa por medio de la hipnosis”. Huxley aclara que “ninguno es perfecto”, pero también dice que “ambos son lo suficientemente seguros, fáciles y de fiar para que se justifique su empleo por quienes saben lo que están haciendo”, incluso va más allá y afirma que “los dos vehículos llevan a la conciencia a la misma región, pero la droga tiene más campo de acción y lleva a sus pasajeros más al interior de la terra incógnita.” Sin embargo, como es de suponerse, al ser una sustancia ilegal, el LSD es calificado como peligroso. A menudo, sus detractores expresan el temor o aluden al riesgo de “quedarse en el viaje”, para condenar su consumo. Este temor no es injustificado, pues quien ha vivido la experiencia sabe que las ocho o diez horas que dura el efecto pueden ser arduas, dependiendo de cada persona. Si bien se experimenta una alegría inesperada y se tienen visiones agradables, también hay momentos en los que pasa lo contrario. Algunas ilusiones pueden ser aterradoras o la alegría puede trastocarse en ansiedad. Sobreviene, desde luego, la sensación de que el influjo de la sustancia no cede, y el temor de “quedarse en el viaje” se vuelve más real. En suma, no es una experiencia que cualquiera pueda soportar, pero si nos sometemos a otros suplicios como lo son ciertas diversiones extremas o la resaca por consumo de alcohol, no veo por qué no probar.

LT M La mirada lisérgica Jesús Navarrete Lezama

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Las palabras no alcanzan para describir la experiencia lisérgica. La sustancia que se vende, ilegalmente, rociada sobre pequeños cuadros de cartón que se colocan bajo la lengua, o en gotas, nos ofrece una experiencia inasible que, si bien se puede narrar, es muy difícil que quien haga el relato logre explicar a quien nunca la ha consumido lo que ocurre bajo su influjo. Definitivamente, Huxley es una afortunada excepción. Ordinariamente, escribe, “el ojo se dedica a problemas como ‘¿Dónde? ¿A qué distancia? ¿Cuál es la situación con respecto a tal cosa?”, sin embargo, “En la experiencia de la mescalina, las preguntas implícitas a las que el ojo responde son de otro orden. El espacio sigue allí, pero pierde su predominio”. En su experiencia con la mescalina, el autor de Un mundo feliz no vio “paisajes, ni espacios enormes, ni apariciones y metamorfosis mágicas de edificios, ni nada que se pareciera remotamente a un drama o una parábola”. El otro mundo al que la mescalina le dio acceso “no era el mundo de las visiones”, sino que “existía allí mismo, en lo que podía ver con los ojos abiertos”. Para demostrarlo, cuenta que vio un ramillete de flores que, por la disonancia de sus colores antes del experimento, le había parecido que “infringía todas las normas del buen gusto tradicional” y, sin embargo, ya bajo el influjo de la mescalina lo veía brillar “con su propia luz interior”; del mismo modo, los libros de su estudio tenían el fulgor de las piedras preciosas: eran rojos como rubíes, verde esmeralda, blanco jade, ágata, aguamarina, amarillo topacio, lapislázuli… Y cuando el investigador al que sirvió de conejillo de indias le pidió fijar su atención en los muebles, él dirigió la mirada a una mesita de máquina de escribir después de la cual se encontraba una silla de mimbre, y más allá, una mesa que, en conjunto, formaban un complicado dibujo de líneas verticales, horizontales y diagonales que “se

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unían en una composición que parecía algo de Braque o Juan Gris”. Luego de observar esta “naturaleza muerta” cubista, Huxley bajó la vista hacia sus propias piernas cruzadas y encontró allí algo fantástico: nada más y nada menos que los pliegues de sus pantalones, una maravillosa visión que describe como “un laberinto de complejidad infinitamente significativa” y de una textura “rica, profunda y misteriosamente suntuosa”. A través de esta visión, Huxley compara la percepción de quien ha consumido mescalina con la de un artista. “El artista –dice– está congénitamente equipado para ver todo el tiempo lo que los demás vemos únicamente bajo la influencia de la mescalina”. Durante sus efectos, contemplaba las cosas no en función de su utilidad, sino “como el puro esteta que solo se interesa en la forma”, y «en sus relaciones con el campo de visión o el espacio del cuadro”. Cuenta Huxley que ya por la tarde, cuando se estaban desvaneciendo los efectos del ácido, visitaron un lugar “modestamente” llamado la Mayor Droguería del Mundo, donde entre tarjetas postales, juguetes e historietas, encontró una hilera de libros de arte. Tomó un volumen sobre Van Gogh, y el libro se abrió en el cuadro La silla, y entonces comprendió que la silla que Van Gogh había visto y había intentado plasmar en aquel lienzo “era evidentemente la misma” que Huxley había visto bajo los efectos de la sustancia activa del peyote. Luego tomó un libro sobre Boticelli y tras observar El nacimiento de Venus y Venus y Marte, dio con un cuadro menos conocido: Judit con la cabeza de Holofernes, del cual lo que le llamó la atención no fue la heroína, ni su sirvienta, ni la cabeza de la víctima, sino “la purpurea seda del corpiño y las largas faldas agitadas por el viento de la figura principal”, y fueron aquellos pliegues los que le trajeron el recuerdo de la imagen de sus pantalones de franela, y así sostiene que en las faldas

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de Judit pudo ver claramente, lo que hubiera podido hacer él con sus viejos pantalones grises si hubiese sido un pintor de genio. Más aún, al fijarse en las faldas de Judit, dice, comprendió que no solo Botticelli “sino también muchos otros habían contemplado los ropajes con los mismos ojos transfigurados y transfigurantes” que él había tenido aquella mañana. Estos artistas “habían visto la Istigkeit, la Totalidad a Infinitud de la ropa plegada, y habían hecho todo lo posible para expresar esto en pintura y piedra”. Huxley escribió este ensayo en 1954; en esos años apenas se habían tomado drogas psicodélicas, aunque el primer estudio sistemático del peyote se había publicado en 1886, a cargo del farmacólogo alemán Ludwig Lewin, y su uso, desde luego, se remontaba a tiempos precolombinos en el norte de México y el sur de los Estados Unidos. En su obra Del arte objetual al arte de concepto, Simon Marchan Fiz menciona entre los pioneros de la psicodelia a artistas como el poeta y pintor Henry Michaux y el pintor Ernest Fuchs. De hecho, Michaux narró su propia experiencia en Miserable milagro. La mescalina, obra que ya desde el título anuncia una experiencia muy distante de la de Huxley. El poeta refiere que, durante el viaje, la mescalina y él se encontraban «más a menudo en pugna que de acuerdo». Confiesa que se sentía sacudido, quebrantado, pero no se apartaba. Aquel día, dice, «removieron mis células, las apartaron, las sacudieron, las zarandearon, las acariciaban, las sometían a violencias», a tal grado que se sentía empeñado en una tarea penosa. Sin embargo, admite que, pasada la primera hora, «es posible dejarse llevar por cierta corriente que se parecería a la dicha» y aunque menciona que en sus notas encontró escritas más de 50 veces las palabras “intolerable”, “insoportable”, cierra las primeras páginas de su libro diciendo que «ese es el precio del paraíso».

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Aunque terrible, la experiencia de Michaux no está exenta de la belleza que puede plasmar quien contempla los fenómenos que se le presentan desde una perspectiva estética. Acaso este párrafo lo demuestra: “Estaba solo, tumultuosamente sacudido como un hilo mugriento en un detergente enérgico. Brillaba, me quebraba, gritaba hasta el confín del mundo. Me estremecía. Mi estremecimiento era un ladrido. Yo avanzaba, bajaba, me hundía en la transparencia, vivía cristalinamente”. De acuerdo con Marchan Fiz, “La experiencia artística psicodélica se remonta a la historia oriental, sin embargo, en Occidente es algo relativamente nuevo. Entre sus antecedentes suele citarse al visionario W. Blake e incluso las obras de El Bosco o Brueghel. No obstante, “El arte psicodélico –dice– intenta reproducir, transmitir y estimular la naturaleza y esencia de las experiencias psicodélicas. Es una tendencia que se define en relación a dichas experiencias. Gracias a una encuesta realizada por el doctor S. Krippner, en 1967 con 91 artistas, la mayoría plásticos, sabemos las sustancias químicas cuyo uso era frecuente: el LSD era la más popular, 84 de ellos la tomaban; 78 fumaban marihuana; 46 consumían DMT; 41 peyotl; 38 mescalina y 21 hachís, entre otras. Entre los artistas que plasmaron en pinturas y dibujos la experiencia psicodélica, Marchan Fiz destaca a E. Fuchs, 1. Abrams, J. Cassen, Allen Atwell, Mati Klarwein, A. Okamura, Tom Blackwell, B. Saby, R. Yasuda, H. Mujica, M. Ries, A. Sklar-Weinstein, A. Palmer, P. Ortloff, F. Prado, etc. No obstante, aunque la lista parece amplia, las obras de estos artistas son muy poco conocidas y, de acuerdo con Marchan Fiz, a medida que se divulgan, pierden su intencionalidad y funcionalidad inicial. Como Huxley, Marchan Fiz destaca que en la mirada lisérgica “Los colores y las formas alcanzan una movilidad y riqueza sorprendentes, nunca vistas, las líneas logran una claridad máxima, así como los deta-

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lles”. En esta línea quizá podemos señalar obras como Apocalipsis, o Psalm 69 (1960), de Ernest Fuchs, St. John (1962), de Mati Klarwein u Osaka: White Castle, de Arlé Sklar-Weinstein. Pero hubo quien hizo cosas distintas, como Tom Blackwell, (quien por cierto murió en 2020 por complicaciones de covid-19) que desarrolló un cuerpo de trabajo centrado em el paisaje urbano reflejado en los escaparates de las tiendas, y como hiperrealista también pintó motocicletas, aviones, e incluso escapes de autos, o el propio Michaux que acompañó su Miserable milagro… con 48 grabados extrañísimos. Sin embargo, muy temprano, advierte este teórico del arte, lo psicodélico fue objeto de una explotación comercial y se convirtió en moda. Así surgió “el arte gráfico de los carteles, denominados psicodélicos u underground, de Wess Wilson, A. Aldridge, Jor Nardi, Simeon C. Marshall, J. Thompson, M. Sharp y, sobre todo, Peter Max”, que, si bien “Están realizados en un estilo que puede ser asociado con la experiencia psicodélica”, para Marchan Fiz son “una falsificación”, dado que si bien explotan sus formas no tienen una relación directa con dicha experiencia. En contraste, en el óleo Todas las cosas son parte de una cosa (1966), de I. Abrams, donde el artista trató de expresar lo que, más allá de la percepción visual, tal vez sea el momento cumbre de la experiencia psicodélica: la disolución del ego. En Huxley, la desaparición del yo se produce cuando contempla las patas «maravillosamente tubulares» y «sobrenaturalmente pulidas» de una silla hasta el punto de darse cuenta de que “había pasado varios minutos ¿siglos? no en la mera contemplación de aquellas patas de bambú sino realmente siendo ellas, o mejor dicho siendo él mismo en ellas. De esto concluye que en la fase final de la desaparición del ego hay un ‹oscuro conocimiento› de que Todo está en todo, de que Todo es realmente, cada cosa”. Michaux, por su parte, cuenta que “Por momentos, millares de piece-

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cillos de una gigante estrella de mar se fijaban en mí tan íntimamente que no podía saber si era ella la que se convertía en mí o yo quien me había convertido en ella”. Hoy, gracias a la ciencia, sabemos que la disolución del ego no es un estado disminuido o reducido de conciencia, como sucede durante el sueño o la anestesia”. Incluso, se trata de una sensación que «puede conducir a un estado plenamente consciente en el cual la consciencia de nosotros mismos se confunde con la consciencia de nuestro entorno». Al menos eso sostiene Enzo Tagliazucchi, autor de un estudio en el que 15 personas se sometieron a una resonancia magnética luego de haber tomado LSD y cuyos resultados se publicaron en 2016 en la revista Current Biology. Este investigador de la Academy of Arts and Sciences de Ámsterdam rechaza que la disolución del ego en sí misma entrañe algún peligro, aunque reconoce que puede «causar aprehensión y ansiedad en individuos que no están preparados para esta experiencia, en especial, en aquellos que deseen controlar el viaje de LSD y encuentren, para su gran frustración, que no pueden hacerlo». Lo milagroso de la experiencia es que, además de al nivel de la conciencia, puede producirse al nivel del cuerpo que literalmente, como en Michaux, siente diluirse los límites que lo separan del resto de las cosas. De acuerdo con el estudio, la sensación que experimentan los consumidores de LSD es fruto de una mayor conexión e intercambio de información entre ciertas regiones del cerebro involucradas en tareas intelectuales. Sin embargo, Tagliazucchi, matiza que, aunque “existe amplia evidencia anecdótica de científicos y artistas que han utilizado el LSD y experimentado momentos claves de creatividad. (...) El problema es

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que esta gente ya era muy brillante y creativa”, por lo que “Desconocemos hasta qué punto el LSD puede despertar la creatividad en individuos más normales». Huelga decir que esto ya había sido planteado por Huxley hace 70 años, en Las puertas de la percepción, donde afirma que en el viaje, “El visionario sin talento puede percibir una realidad interior no menos tremenda, hermosa y significativa (…) que la de un artista, pero carece totalmente de la capacidad de expresar en símbolos literarios o plásticos lo que ha visto”, sin embargo, también anota que la persona que regresa por la Puerta en el Muro ya no será nunca la misma que entró por ella. “Será más instruida, y menos engreída, estará más contenta y más satisfecha de sí misma, reconocerá más humildemente su ignorancia, pero al mismo tiempo estará mejor equipada para comprender la relación de las palabras con las cosas, del razonamiento sistemático con el insondable Misterio que trata por siempre jamás, vanamente, de comprender”. Bibliografía: Huxley, Aldous. Las Puertas de la percepción. Cielo e infierno. Edhasa. España, 1997. Michaux, Henry. Miserable Milagro. La mescalina. Monte Avila Editores. Venezuela, 1969. Marchan Fiz, Simón. Del arte objetual al arte de concepto. Ediciones Akal. España, 1994. Barajas Diego, Marco. El LSD diluye la frontera entre la propia consciencia y el entorno. En El Mundo. Recuperado de elmundo.es

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PAUSA GRÁFICA

Sergio Grande Fueego Tipoema

@seryogrande

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MÚ SI CA Mi g u el Díaz

FKA

twigs

caprisongs 28

UK, 2022, Atlantic Records


Ú

ltimamente, en redes sociales la gente parece más interesada en temas como la astrología. No sé a ciencia cierta si es que en estos tiempos pandémicos de incertidumbre y encierro la sociedad se ha vuelto más ociosa o en verdad busca algo de guía en el zodiaco. Es interesante notar cómo las creencias de la sociedad moderna parecieran ser extraídas de un gran menú de donde se puede escoger una ideología y aderezarla de otras distintas, según las necesidades del usuario o el pulso de los tiempos. Tal fenómeno de hibridación también ocurre en el arte, constantemente se producen propuestas artísticas sin límites de género, obras donde se integran en un mismo paquete todo tipo de estilos y estéticas. El último trabajo de Tahliah Barnett, mejor conocida como FKA twigs, es un claro ejemplo de este fenómeno sincrético. La artista británica desde hace unos diez años ha elaborado un sonido propio: una mezcla de electrónica avant-garde (frecuentemente de tonos densos), R&B (apenas bailable) y pop elegante de melodías oscuras, entre otras tantas cosas. Hasta este momento, twigs solo ha sacado dos LPs (LP1 en 2014 y el delicioso e iconoclasta MAGDALENE del 2019), un puñado de EPs (EP1, EP2 y M3LL155X) y un montón de singles sueltos. Desde el comienzo ha producido y escrito su propia música, a la par que ha hecho constantes colaboraciones con otros productores y músicos. CAPRISONGS es su primer mixtape oficial y su último trabajo de estudio, también parece querer decir que no es realmente un álbum, sino una especie de obra alternativa, una colección de sonidos grabados en estos tiempos de encierro. La verdad es que suena a un álbum formal, y solo está probando un sonido más global, intentando ampliar su audiencia y experimentando con géneros distintos. La idea de mixtape le da al experimento de twigs un sentido de juego, de libertad y capricho, el chasquido de un casete que es repetidamente interrumpido por charlas grabadas y breves diálogos y, sobre todo, canciones donde su pop electrónico ensaya todo tipo de mezclas: R&B, afrobeat, hyperpop, trap, grime, reguetón, soul, coros de cámara, cuerdas y pianos, drum’n’ba-

LT M FKA twigs - CAPRISONGS Miguel Díaz

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se, squeak rap, etc. Tal diversidad también se explica por la gente a la que invita a coproducir, tales como Arca (Yas Queen!), El Guincho (Pablo Díaz-Reixa, conocido por ser el productor de Rosalía), Mike Dean o Cirkut; o a quienes invita a cantar, como los raperos británicos Pa Salieu, Shygirl, Dystopia, los cantantes canadienses The Weeknd y Daniel Caesar, la hermosa Jorja Smith, Unknown T o el nigeriano Rema. Oír el álbum es casi un reto de identificar géneros, colaboraciones y sonidos que se van mezclando e interpolando. Desde “Ride the dragon” define sus intenciones de hablar de su intimidad (ya pública, no solo por el contenido confesional de las letras, también al ser ella atacada constantemente en la prensa amarillista británica por haber sido la ex de Robert Pattinson, o por acusar de asalto sexual y manipulación emocional al actor Shia LaBeouf), sin embargo, aquí sus afirmaciones las realiza irónicamente (“I’m still that mysterious bitch”), reconociéndose y estableciendo sus propios términos. “honda” es rap-trap-pop en afrobeat, con coros de cámara de fondo, todo listo para bailar. La música coral acompaña todo el álbum, al igual que los diálogos en estilo spoken word que funcionan de transición entre canciones; a veces desempolva cortes clásicos con instrumentos modernos, por ejemplo en “meta angel” los arreglos vocales recuerdan un poco a experimentos tipo Kate Bush o Tori Amos, en una balada de piano con base electrónica y Auto-Tune. Hay también sonidos muy básicos, con ritmos del afrobeat bastante pegajosos, donde canta en registros vocales próximos al pop mainstream de Ariana Grande o Dua Lipa en canciones como “pamplemousse”, “tears in the club”, “jealousy” o

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“minds of men”, sin embargo añade ritmos y fraseos robados al trap o al grime que vuelven a las canciones mega catchy y poco clasificables. Hay colaboraciones deliciosas como la de “careless” con Daniel Caesar, de una melodía temblorosa y requiebros de voces burbujeantes en electro beats; o la colaboración con Jorja Smith en “darjeeling” con su acelerada competencia de cuasi freestyle. La verdad es que un disco bastante divertido (los beats y los coros ay-ay-ay de “oh my love”, “lightbeamers” con su squeak rap y falsette y “which way” de ritmo acelerado y coros saltarines). El mixtape termina con “thank you song” la típica, pero bonita balada de piano y vocecitas en Auto-Tune, que vuelve el final del proyecto un poco predecible; en un momento parece que va a explotar en un hyperpop estilo Charlie XCX, pero lamentablemente aquí la canción concluye muy rápido, igual que el mixtape. Todo este juego con la astrología en el álbum parece ser un pretexto para mezclar aesthetics diversos, sin sumergirse seriamente en los temas que pretende explorar, sino que los usa para dar rienda suelta a sus experimentos sonoros. Divaga apenas sobre la pérdida de la individualidad, la fama, el deseo, el ser mujer, la soledad y el desamor, pero es el sonido bailable a lo largo del álbum lo que siempre permanece; como quien dice, un disco para echar una lloradita y después ponerse a perrear. Este es un proyecto atractivo, tal como lo propone FKA twigs; sobre todo si lo que pretende es alcanzar un público más diverso y amplio, pues funciona genial como un jugueteo sónico de voces y ritmos bailables y desafiantes, con ganchos frescos y beats para las pistas de baile de nuestros cuartos o de los clubes nocturnos.

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CU EN TO Daniel Medina Flores

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E

stoy frente a la puerta y no sé si deba entrar. Es un día soleado, pero tengo frío. Me siento extraño, ligero, delgado, como si flotara. Tengo miedo, no por ti, sino por lo que pueda pasar cuando te hable. Vine porque es necesario, porque, aunque tú guardes silencio y no me digas nada, yo tengo mucho que hablar, necesito decir lo que callé. Tiemblo; todo mi cuerpo se cimbra, mis manos no dejan de moverse sin control. Doy el primer paso e inicio el recorrido. Una mujer camina hacia mí, en su rostro veo pena y desconsuelo. Tal vez me vea igual, quizá estoy peor, lo único que sé es que siento mi rostro pesado, marchito, sin luz. Cuando pasa a mi lado mueve la cabeza y yo apenas le respondo con el mismo gesto. Mi camino deja atrás fechas, dedicatorias, nombres. Algunos los puedo leer, otros ni se distinguen. Nombres viejos, nombres que no se pronuncian, nombres que no se recuerdan. Más adelante está la encrucijada y recuerdo lo que me dijeron: debo ir hacia la izquierda; a partir de ahí no estará lejos tu hogar. Mis pasos son más lentos, casi los voy contando. Tiempo, eso es lo que busco, tiempo para obtener fuerzas, porque tú ahí estarás, eso lo sé, pero, ¿sabrás que he venido? En mis pensamientos repaso las palabras, las voy conectando una por una para encontrarles sentido. Debes saberlo, pero tengo miedo porque no sé si me escucharás, no sé si oirás. Cuando alcanzo tu hogar mis piernas flaquean, caigo de rodillas y apenas puedo detenerme colocando las manos en el montón de tierra. No fue por sorpresa, sabía que ahí estarías, más bien es porque nunca estamos preparados para ello por más que digamos que sí.

LT M Visita Daniel Medina Flores

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Me levanto y me siento a un lado del montículo de tierra. Aclaro mi garganta. En mi boca hay un agujero negro y durante un tiempo no puedo decir nada, no puedo pensar, solo imagino que tal vez me estás viendo, que sabes que hablaré, pero ninguna palabra puede salir. “Hola”, te digo después de un tiempo con la voz entrecortada e imagino que tú me respondes, ¿realmente lo haces? ¿Me escuchaste? Toco con mi mano la tierra. Entonces recuerdo tu cabello rojo, el jade de tus ojos, tu sonrisa y el abrazo que me dabas. Recuerdo esa noche lejana sentados en el sillón mientras en la televisión se sucedía una película tras otra. Recuerdo tu risa. Recuerdo mis palabras torpes: “¿Me animo?”, y tu respuesta mientras juegas con mi cabello, “Ya sé de qué hablas. Hazlo”. Recuerdo el beso, tu mirada y la forma en que acaricias mi mejilla. “¿Me quieres?”, la pregunta que me paraliza. Más besos, más caricias: “¿me quieres?”. Después de ahí, silencio. En mi mente solo veo sombras, imágenes que apenas se desvanecen cuando toman una forma que ni siquiera puedo reconocer. Veo la tierra, veo tu nombre escrito en la roca, comienzo a llorar. “Te amo”. Por fin pronuncio las palabras que tanto debía, pero ahora no sé si sirva porque no estoy seguro de que puedas escucharme, no sé si sabes que estoy a tu lado, que entré a este lugar que me provoca miedo solo porque me dijeron que aquí estabas, porque después de esa noche en tu casa no volví. Mucho tiempo después me llamaron para decirme que fuiste a dormir y ya no despertaste. Ahora solo puedo decir que te amo, solo puedo sentarme al lado de tu tumba, tocar la tierra que cubre tu ataúd y pensar, imaginar que escuchaste mis palabras.

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PAUSA GRÁFICA

Antonio Tercero “Perfil” Óleo sobre tela 50 x 40 cm 2021

@antonio_terceroo

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PO ES IA RE SE ÑA Jos é Lu is Soto

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HUMOS DE ALCOHOL

Libaciones literarias en el universo embriagador de Charles Bukowski y Jorge Humberto Chávez


A Jorge Humberto Chávez

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n agosto del 2016, en el 96 aniversario del nacimiento de Charles Bukowski, Barfly ─un filme dirigido por Barbet Schroeder (el único guion cinematográfico escrito por Bukowski) fue proyectado en Albuquerque Nuevo México en el Guild Cinema. El argumento del filme se resume así: “Apartamentos baratos en Hollywood, callejones, borracheras a plena luz del día en bares de mala muerte-este es el entorno de Chinaski (el alter-ego de Bukowski). ¿Será descubierto por el genio que es?”. Para unirme a la conmemoración, rescaté este fragmento de mi ensayo en progreso Textos Borrachos: libaciones literarias en el universo embriagador de Charles Bukowski y Jorge Humberto Chávez, y traduje también al español Pulpa y Pari’ —uno de los poemas de Bukowski. José Luis Soto. Albuquerque, Nuevo México, 2016.

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“… y cuando él se alzó para alcanzar el bate de béisbol \ el pequeño italiano le golpeó en la cara con una botella \ y varias de las putas gritaron. Yo estaba apenas saliendo del baño de los hombres \ cuando vi al cantinero \ levantarse del piso \ y abrir la caja de los puros \ para agarrar el arma \ y di vuelta \ y me regresé \ y el italiano \ debió de haberse defendido muy pobremente \ porque yo oí el tiro \ justo cuando conseguí \ abrir la puerta del coche…” Estas líneas de un poema de Bukowski —que hubieran quedado perfectas para una escena [o podido ser transcritas de una escena] de una película noir— no solo describen el ambiente sórdido de bar [de cualquier bar: un bar del East Side de Los Ángeles, el Kentucky Bar en Ciudad Juárez o El Gato Negro Bar en la Ciudad de Oakland] sino que también ilustran el ambiente marginal y precario en el que escribió Bukowski: “Bukowski escribió sobre las calles de L.A., el cinturón miserable de la humanidad, las putas y las prostitutas, los borrachos (…) los adictos (…) y los perdedores” (Eliott, K., “El humor y el dolor”, HARP Magazine (pp. 40-41).

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Y sí. Porque Bukowski inhabitó la ciudad —su ciudad, con todas sus realidades y todas sus miserias: frecuentaba sus barrios marginales, sus antros y sus bares para beber las mieles de su licor barato y extraer de ellas el néctar literario del lado oscuro de la vida. Aunque seguramente bebería más que todo cerveza, porque -aunque era también un gran bebedor de licor, Bukowski sin embargo prefería la cerveza, y así dejó constancia en este vertiginoso poema: “No sé cuántas botellas de cerveza he consumido mientras estoy esperando a que las cosas mejoren. No sé cuánto vino y whiskey y cerveza, mayormente cerveza he consumido después de terminar con una mujer. Ríos de cerveza y mares de cerveza la radio tocando canciones de amor mientras el teléfono continúa silencioso y las paredes se mueven hacia arriba y abajo y cerveza es todo lo que hay” (“El poema de la cerveza” [tomado de El amor es un perro loco del infierno (“Love is a mad dog from hell”). Y en este otro poema nos conmina [¿A nosotros los lectores?, ¿a todos los mortales?] a beber cerveza: Bebe más cerveza hay tiempo y si no lo hay eso está bien también Cómo ser un buen escritor (“How to be a good writer”)

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II Otro escritor —aficionado confeso también a la bebida y a frecuentar burdeles de mala muerte, el mexicano Jorge Humberto Chávez, ha escrito unos poemas igualmente intensos —aunque diferentes en su perspectiva sobre el alcohol, en Bar Papillón y El poema triste’, en un estilo más reflexivo —de revés, Chávez describe el acto de beber en unos poemas embriagadores como un ritual personal [y una celebración] con un ímpetu igual al de Bukowski pero más poético, más introspectivo, más anímico, aunque también sin apologías —como Bukowski— al efecto volátil (y literario) de la embriaguez y del alcohol: Aquí donde uno es la risa celebrante y el abismo sin linde aquí a tu vera el sonido de los vasos bebiéndose (…) aquí en el bar la puta poesía junto a ti toma sitio te descubre borracho y silencioso en tu mesa aquí aparece. Bar Papillón I

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La poesía de Chávez —escrita de igual manera ‘en tono con la vida’, iguala en intensidad a la de Bukowski, pero es más „íntima“, es poesía para acercarse más a lo íntimo, tiende a pensar y a reflexionar en lo minúsculo de las cosas, a regodearse en el detalle, a celebrar, a cantar el detalle [por ejemplo, el acto de tomarse un trago]. Es un acto celebratorio, celebración de lo uno y lo otro: lo vívido y lo conmovedor de las horas: oquedad y hastío. El ambiente burdelesco del bar, su entorno y la intimidad poética del escritor, se unen dialécticamente en el mismo tiempo de la escritura. Bukowski por supuesto, siendo ‘un poeta de una ferocidad áspera y devastadora’ —con su pesimismo habitual y una gran ironía, sintetiza así su vida y su destino en este poema: “… esto entonces \ será mi destino: \ scrabbling por unos cuantos peniques en oscuros y minúsculos pasillos \ leyendo poemas de cuya lectura hace mucho tiempo estoy aburrido. Y yo que pensé \ que los hombres que conducen autobuses \ limpian retretes \ o asesinan hombres en callejones eran tontos.” Como siempre, “El tiempo será la prueba de si el trabajo de Bukowski (y el de Jorge Humberto Chávez) es la de un clásico o no (…). Sin embargo, “El trabajo de Bukowski (y el de Jorge Humberto Chávez), su humor y dolor, perdurará como un documento (…) de nuestra condición humana” (Eliott, K., “El humor y el dolor”, HARP Magazine).

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Notas: Charles Bukowski, contemporáneo de Kerouac y Ginsberg y parte de la Generación beat, nació en Andernach, Alemania, pero creció en Los Ángeles, California. Comenzó a escribir poesía a los treinta y cinco años de edad. Publicó más de veinte libros de poesía y prosa. Jorge Humberto Chávez (1959, Ciudad Juárez, México) poeta y escritor mexicano, Premio Nacional De Poesía Aguascalientes 2013, Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines-Gatien-Lapointe 2021 y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 2014. Ha publicado una docena de libros de poesía. Fuentes Eliott, K. “El humor y el dolor” en Harp magazine. Chávez, J. (abril de 2016) “Bar papillón 1”, en Bar papillón 1, publicado por Juaritos Literario, Albuquerque alibi (agosto 2016). Todas las traducciones son mías.

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EN SA YO M onts er rat M ora les

Lecturas sonoras

en voces ibero americanas

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M

uchas personas se buscan pretextos para no leer: no tengo tiempo, no me gusta, no logro engancharme, no entiendo, no tengo dinero; todos válidos. Entiendo todas estas excusas, las respeto, pero no las comparto. Si hay algo que acumulo en casa, además de botellas de vino, son libros (físicos y digitales). Como cualquier lector ávido de palabras, tramas, historias, sufro ese síndrome, que no sé si tenga nombre, que consiste en seguir comprando libros (y vinos) sin haber terminado de leer la biblioteca actual. ¿Qué se le va a hacer? Si no tiene nombre, no tiene cura. Desde hace un tiempo, hay una herramienta comunicativa a la mano de todos: el maravilloso pódcast, que gracias a la pandemia (¡sí, también trajo cosas buenas! [como evitar el saludo de beso con extraños]) ha ganado gran popularidad alrededor del mundo. Los hay para todas las audiencias: sobre deportes, sobre historia, política, opinión, feminismo, comedia, y literatura, por mencionar algunas categorías. Y aquí es donde las excusas se quedan flojas. El argumento de no tener tiempo de sentarse a leer no cabe en el mundo del streaming, ya que puedes descargar el episodio y llevarlo contigo a donde quieras. Como es de esperar, hay muchos pódcast sobre literatura, los cuales la abordan de formas distintas. Algunos directamente narran historias, otros van contando el libro intercalando comentarios, hay resúmenes de libros, etc. Uno que descubrí y me ha gustado mucho se llama Come Cuento, y el regalo es doble; ya lo veremos. Come Cuento lo presenta la escritora colombiana Mima Peña, quien también es docente universitaria. La idea le surgió durante el primer confinamiento por la pandemia de covid-19.

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Come Cuento Akörde Podcast Disponible en Spotify

Mima tuvo la idea de basarse en una lista de escritores invitados al Hay Festival de 2007 y que son catalogados como Bogotá39 (por tener menos de 39 años). Para su sorpresa, muchos respondieron a su llamado y se dieron a la tarea de elegir cada quien uno de sus cuentos favoritos de toda la vida para leerlo durante un episodio y comentarlo. Así, podemos disfrutar de las voces de Fernando Iwasaki, Gabriela Alemán, Yolanda Arroyo, Jorge Volpi, Carlos Wynter, entre otros leyendo cuentos de Roberto Bolaño, Leonora Carrington, Mario Benedetti, Inés Arredondo, Dino Buzzati, por mencionar solo algunos, volvemos al regalo: en cada episodio conocemos no solo la obra de uno, sino también la voz, personalidad y trayectoria de otro. Con un gran carisma y naturalidad, Peña formula una serie de preguntas y planteamientos que ayudan al escritor lector a reflexionar acerca de la obra que acaba de leer, lo cual permite al lector oyente formarse todo un nuevo panorama literario que quizá desconocía, le ayuda a ver (oír) la literatura desde otros dos puntos de vista, además del propio, y seguramente a entender el contexto, el fondo y la forma del cuento seleccionado. Come Cuento es una propuesta comunicativa genial tanto para los bibliófilos de toda la vida que siempre pedimos más, como para los que apenas se van adentrando en el mundillo o para aquellos que protagonizaban el inicio de este texto, cuya excusa de no tener tiempo podría, ser a partir de ahora, otra historia.

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Lecturas sonoras en voces iberoamericanas Montserrat Morlaes


PAUSA GRÁFICA Antonio Tercero “Trampa” Óleo sobre tela 50 x 70 cm 2020

@antonio_terceroo

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MÚ SI CA

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Ju a n Fé lix Ba rbos a


«Cuando ella habla escucho la revolución en sus caderas» Rebel girl Bikini Kill

B

ikini Kill es una de esas bandas peculiares de principios de los 90 que supo exprimir a conciencia la máxima del movimiento punk setentero: do it yourself, particularmente en el mundo del rock dominado por hombres. Lo anterior les permitió construir todo un concepto que va de la composición de sus propios temas, la definición de un movimiento, la conformación de un manifiesto y, desde luego, gracias a ese arrojo decidido, conseguir que la mirada de la mayoría volteara a ver el hoy reconocido grito femenino del desacuerdo llamado grrrl. Antes de ser banda, el nombre de Bikini Kill lo sería para un fanzine de línea feminista que un trío de estudiantes de Olympia, Washington tenía planeado publicar y que, tiempo después, terminaría siéndolo para ese trío conformado por la lideresa vocalista Kathleen Hanna, Tobi Vail en la batería, la multiinstrumentista y bajista Kathi Wilcox y, por invitación, el guitarrista Billy Karren. Antes de conocer a Kathleen Hanna, Tobi Vail, influenciada por el movimiento feminista e interesada en el tema de las chicas en las bandas de rock, publicó una serie de artículos alusivos en su línea de fanzines titulados Jigsaw zine. De esta manera, Hanna supo de la existencia de Vail, la buscó para conocerla en persona y poco después le envío una lista de chicas músicas instrumentistas para que fueran entrevistadas.

LT M Riot grrrls y la magia del DIY Juan Félix Barbosa

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La novedad y frescura de los temas abordados en el Jigsaw zine provocaron tal fuerza, colaboración conjunta, experiencia y ánimo, que de este surgió el fanzine Riot Grrrls!, órgano contracultural, subterráneo y por demás efectivo para llevar las buenas nuevas en contra del falocentrismo rockero, a partir de la convicción de que la mujer también es capaz de organizarse para coger los instrumentos y armar una buena banda de punk. Así surgió la expresión «Riot grrrls», algo así como «chicas disturbio», en la cual la repetición de la «r» en la palabra «girls» emula un gruñido furibudo. Si bien es cierto que anterior a la explosión del Riot grrrl ya existían vocalistas o bandas femeninas como las Runaways o Siouxie Sioux por mencionar algunas, cuyo sonido, imagen y discurso se enfilaba a iluminar la perspectiva femenina. Ya en los 90 lo rudimentario y quizá el auténtico espíritu del punk motivó a un relevante número de chicas a tomar las cámaras fotográficas, actuar, contar historias en cine y tocar instrumentos, con la decidida convicción de apoderarse de los escenarios, aunque no hubiera trayectorias o virtuosismos. De esta manera, a la par surge el llamado Manifiesto Riot grrrl, publicado en el Bikini Kill Zine número 2, en 1991. En este documento, con más de una docena de postulados, señalan la necesidad de autovalorar las capacidades creativas femeninas sin caer en los estándares sociales que, invariablemente, lo califican todo como bueno o malo, la urgencia de proyectar el trabajo artístico de las mujeres y la de contribuir a revolucionar un statu quo inflexible impuesto por el capitalismo, el cristianismo y desde luego, el machismo. En este sentido, citamos dos de sus premisas:

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“PORQUE sabemos que la vida es mucho más que la sobrevivencia física y estamos claramente conscientes de que la idea del punk rock: “puedes hacer lo que sea”, es crucial para la próxima revolución de unas enojadas Riot grrrl que buscan salvar la vida psíquica y cultural de las chicas y mujeres de todo el mundo, según sus propios términos, no los nuestros. “PORQUE hacer/leer/ver/escuchar cosas chingonas nos validan y desafían, nos ayudan a fortalecernos y a ganar el sentido de comunidad que necesitamos para descubrir cómo es que en nuestra vida existen mierdas como el racismo, el culto al cuerpo perfecto, la discriminación por edad, el clasismo, la obsesión por ser delgada, sexismo, antisemitismo y heterosexismo…”. Más tarde, tendría lugar la ahora famosa e histórica Convención Internacional Underground de Pop, en la que, por primera vez, se diseñó un espacio exclusivamente para mujeres, no solo abrió la puerta al Riot Grrrl como movimiento feminista musical punk, sino también a que una buena cantidad de músicos del sexo masculino descubriera afinidades y aportaciones de las chicas en todos los sentidos, que complementarían a otras expresiones musicales contemporáneas emergentes, como por ejemplo, el grunge. Al respecto, Kurt Cobain, líder vocalista de Nirvana, desde siempre y abiertamente se declaró fan de las Bikini Kill. Existe la anécdota de que Kathleen Hanna, líder de esta última banda, llegó un día al ensayo de los de Seattle y le comentó a Cobain que él olía como a Teen Spirit, aludiendo al desodorante, referencia que Kurt ignoraba, pero que de inmediato le soltó el latigazo necesario para titular la que hasta ahora es la canción más representativa del movimiento grunge: Smells like teen spirit.

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Si bien Bikini Kill es la banda representativa del Riot grrrl, existen otras que se unieron a ese sonido ríspido, elocuente en sus ritmos básicos y en el sello distintivo de voces femeninas melodiosamente rabiosas para aderezar un género rudo y considerado hasta entonces propio de los hombres: Bratmobile, Babes in Toyland, Slant 6, Heavens to Betsy, The Quails, Huggy Bear, Sleatter Kinney o Le Tigre, esta última banda propuesta posterior de Kathleen Hanna. Musicalmente hablando, si se deconstruye el sonido de Bikini Kill puede notarse que emerge de las bases del punk más elemental; tiene la frescura que le da la incorporación de esa mirada femenina en vocales, coros, letras, y además, la fuerza eléctrica de sus guitarras coquetea abiertamente con un movimiento cogeneracional que explotará meses después, surgido a pocos pasos de Olympia, en Seattle: el ya mencionado grunge. De la discografía de Bikini Kill puede resumirse que hicieron seis lanzamientos: el primero, Revolution Girl Style Now! (en cassette); el segundo, Bikini Kill (EP); el tercero Yeah, Yeah, Yeah, Yeah, ya long play (1993); el Pussy Whipped (también LP en 1994), y el LP Rejected all american, en 1996; estos últimos cuatro lanzados por la discográfica Kill Rock Stars.

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De esta discografía, quizá el sencillo más recordado es Rebel girl cuyo comienzo, con un incesante golpear de los tambores a cargo de Tobi Vail, la decidida intervención de Billy Karren mediante un rasgar de quintas, el bajo preciso de Wilcox y la voz desafiante de Hanna lo convirtieron en un emblemático grito de guerra femenino. La letra involucra diversos mensajes que van desde la libertad de elegir, y la sexualidad hasta el sentimiento festivo que deriva de gritarle al mundo, abiertamente, todo lo anterior. El impacto del Riot grrrl, impulsado en gran medida por Bikini Kill, logró sumar no solo a una legión de féminas en el mundo, sino también impulsar la formación de bandas como Hello Cuca, Sybil Vane, Meconio y Las odio en España y Las Ultrasónicas, en México; esta última agrupación merecería, por sí sola, un artículo completo. Desde lo musical y lo ideológico, el Riot grrrl surgido en la década de los noventa, y de la mano de Bikini Kill, por su sinceridad, su rabia y su capacidad de autogestión logró ser la articulación idónea entre el cierre de la tercera ola del feminismo de los 60 y el nacimiento de la cuarta, marea que en su oleaje lleva de fondo, entre otros himnos, la entonación de Rebel girl.

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VI NE TA J os é Lu is Soto C h ri s t i an Ramos C ast ro

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a presencia de las mujeres creadoras en la narrativa es fundamental. La diferencia entre las palabras escritas por el género masculino y femenino -creo- reside en que ellas profundizan más en las relaciones interpersonales, y logran una íntegra capacidad de introspección. En cambio, el otro, se concentra en la búsqueda, choque o encuentro con las diversas manifestaciones que representan el dominio y uso del poder. En particular cuatro mujeres han sido pilares en mi desarrollo, ya que tienen esa característica de mezclar realidades, personajes, anécdotas, recuerdos y ficciones. Sylvia Plath, con cabal y profundo contenido autobiográfico en algunos de sus cuentos, sobre todo su novela The Bell Jar, y esa avidez por otear y consignar su experiencia vital tan similar a cuando se encuentra alguien en un precipicio tentando a lanzarse al vacío, oscila entre lo sublime y lo trágico. Lucia Berlin, cuya gran parte de su obra es autobiográfica, característica de la literatura del yo, autoficción. Con la constante de mostrarnos que, en realidad: la vida es cabrona. El dolor de las rutinas de nuestras vidas, y la abrumadora melancolía. Giros inesperados, tan parecidos a de pronto durante un trayecto, estrellarse la cabeza contra el parabrisas del auto, en un repentino frenar. Leer a Berlin, es una invitación a intentar esbozar una sonrisa con la quijada dislocada; pese a toda adversidad, hay que buscar el lado irónico de las cosas. Alice Munro, que escribe sin exhibiciones ni énfasis retóricos, cuando su preocupación está centrada en la precisión verbal y artística que, al tiempo que delimita, se expande en sutilezas y matices. Este es el tipo de destellos que, sin complicar la sencillez, caracterizan su prosa y sus relatos, con un excelente oído para elaborar o reproducir de forma fidedigna diálogos. Guadalupe Nettel tiene una capacidad extraordinaria para el lenguaje, suficientemente transparente y sin rebuscamientos; empleándolo engañosamente sencillo. Tiene un ritmo perfecto, frases donde no sobra ninguna palabra. Y ese mundo interior sólido, que da pauta para escribir historias genuinas y perturbadoras, con personajes inadaptados, outsider. El común entre estas cuatro escritoras es que logran observar y narrar la condición humana y sus contrariedades, con precisión quirúrgica, profundidad e intensidad.

LT M Eterno femenino Christian Ramos Castro

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SERIGRAFÍAS

EN VENTA

Edición Especial

20 ilustraciones

20 impresiones Serigrafía 2 a 3 tintas 21 x 27 cm

editoriales de la revista Los Testigos de Madigan

lostestigosdemadigan.com


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