Los Testigos de Madigan N.º 10

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Í6 N RESEÑA CINE

¿A DÓNDE VAMOS AHORA?

Citlalli Mendoza Sánchez

10 | RESEÑA |

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VINDICTAS, UN UNIVERSO Francisco Velázquez

MEMORABILIA

IRMA Y LA LUNA ALCANZADA David Ojeda

30 | MINIFICCIONES |

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MINIFICCIONES

Alejandra Sánchez Galicia

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POESÍA | HABITAMOS EL MAR | Abril Cira


L O S T E S T I G O S LTM

N. 10 0

M A D I G A N

“El contenido vertido en cada uno de los textos de esta revista es de exclusiva responsabilidad de su autor, cuyo estilo y libertad de expresión se respetan íntegramente, y no reflejan necesariamente los criterios editoriales de Los Testigos de Madigan.”

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POESÍA

LAS AMAS DE CASA Carolina Herrejón

RESEÑA

DE OFICIANTES, RITOS E INSTRUMENTOS MORTUORIOS (FINEC SAERON RIC SUNAA, DE N.P. GRANX) Violeta García

ARTE | IMÁGENES SILENCIOSAS

AL PRONUNCIARLAS: PINTURA ES POESÍA

Sara Margarita Esparza

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9,15, 27, 28, 29, 35, 37, 41, 45, 49 PAUSA GRÁFICA PINTURA, GRABADO, BORDADO...

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L T M

Consejo editorial

L O S T E S T I G O S

Armando Adame, Gaspar Aguilera, Armando Alanís Pulido, Juan Antonio Alfaro, Luis Armenta Malpica, Rocío Arellano, Juan Manuel Bonilla, Félix Barbosa, Daniel Bencomo, Saúl Castro, Fernando Carrillo, Joaquín Cosío, Roberto Colis, Miguel Ángel Chávez, Jorge Humberto Chávez, Luis Humberto Crostwaithe, Miguel Ángel Díaz, Miguel Donoso Gutiérrez, Alejandra Elías, José María Espinasa, Roberto Carlos Gámez, Alejandro García Ortega, Violeta García, José Isabel Hernández, Eudoro Fonseca, Joel Flores, Julián Herbert, Ana María Jaramillo, José Ángel Leyva, Gonzalo Lizardo, Claudia Luna, Élmer Mendoza, Citlalli Mendoza, Julián Mitre, Juan José Macías, Nicolás Minelli, Jesús Navarrete Lezama, David Ojeda Sánchez, Christian Ramos, José Luis Rico, Édgar Rincón, Diego Romo, Víctor Roura, José de Jesús Sampedro, César Silva, Josué Sánchez, José Eugenio Sánchez, Magali Velasco, Francisco Velázquez, Marco Vieyra y Noé Zavala.

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Coordinación general Laura Elena González y Jorge Humberto Chávez

M A D I G A N

Diseño Sergio Grande Corrección Ad hoc. Asesoría y soluciones en comunicación Relaciones públicas y comercialización Rosa María Zamora Los Testigos de Madigan es una revista independiente, publicada por el colectivo del mismo nombre. Su registro se encuentra en trámite y su aparición es trimestral. Los textos son responsabilidad de sus firmantes pero la revista asume su plena competencia sobre los juicios y valoraciones de carácter literario, que al Consejo Editorial le permiten justificar su inclusión en cada número. Sólo se publicarán colaboraciones previamente solicitadas y dictaminadas por dicho consejo.

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lostestigosdemadigan@gmail.com


E D I T O R I A L

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a pasado poco más de un año desde que en el mundo se instaló una especie de neblina que a veces se disipa para luego reaparecer. Por momentos solo alcanzamos a ver unos pocos pasos al frente, y lo que domina para algunos es un sentido creciente de inseguridad para recorrer cualquier camino. Para compensar esa angustia hemos descubierto, o mejor dicho, reafirmado las maneras primitivas para entender nuestro entorno, es decir de estar atentos a la información que nos rodea. Creadores de diferentes edades han puesto un énfasis para que los seguidores de sus redes recuerden las diferencias entre el mundo virtual y la realidad inmediata. El abrazo que vemos mediado no estremece, ni nos estrecha como el contacto con el cuerpo deseado. No hay que esperar mucho para ver el efecto de la distancia impuesta en la percepción del mundo tan alterada por las medidas de prevención. Por ello hay que descubrir maneras para gozar; la confianza se renueva al ejercitar nuestros sentidos a través de acciones tan sencillas como gustar, escuchar, ver, tocar y oler. Las opciones son muchas; parafraseando al clásico: a cada quien según sus capacidades y para cada cual según sus necesidades, caben todos los géneros y todos los estilos, los gustos los construimos colectivamente y se disfrutan de manera personal. En el mes de marzo se concentran varias fechas para conmemorar y en algunos casos para celebrar, por ello en este número 10 de Los Testigos de Madigan decidimos concentramos en el Día Internacional de la Mujer, y en el 20 de marzo por el aniversario del nacimiento de David Ojeda. Estamos ciertos que nuestros lectores podrán descifrar las diferentes motivaciones de los autores y de las colaboraciones aquí incluidas de Abril Ciara, Sara Margarita Esparza, Violeta García, Carolina Herrejón, Citlalli Mendoza Sánchez, Alejandra Sánchez, Francisco Velázquez, y en las pausas gráficas de Rocío Arellano, Geraldine Guillén y Elisa Urías. Así como la recuperación de textos escritos por David Ojeda a partir de este número. Primavera de 2021

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RE SE ÑA CI NE

LO S TE STI G O S DE MADI GAN

¿A dónde vamos ahora C i tl a l l i M en d o za Sán c he z

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A dónde vamos ahora?, de la directora libanesa Nadine Labaki, cuenta la historia de un pueblo del Oriente Medio «atrapado en una guerra, dividido desde su centro. Dos clanes con el corazón roto, bajo un sol ardiente, con las manos manchadas de sangre, en nombre de una cruz o una media luna…». Al inicio de la película un grupo de mujeres vestidas de luto camina al unísono palmeándose el corazón, se dirigen al cementerio a visitar las tumbas de sus hijos asesinados por un conflicto bélico justificado por un discurso religioso. Así comienza la travesía de «mujeres determinadas a salvar a sus hijos. A quienes el destino obligó a ser valientes». A lo largo del filme se forjan tácticas colectivas que implican engaños como la intervención de la divinidad en una supuesta posesión, el ocultamiento de un cuerpo y un duelo, discusiones como distractores, la contratación de bailarinas ucranianas, cocinar para todo el pueblo, cambiar de religión; entre otras. Estas acciones no son fortuitas, son originadas por el dolor que ha provocado la guerra desde tiempo atrás y como estrategia para evitar el estallido de un conflicto entre cristianos y musulmanes. Esta película del 2011 realizada en coproducción entre Francia, Líbano, Italia y Egipto, pone de relieve la importancia de los medios de comunicación, ya que es a través de ellos que llegan las noticias del exterior. La entrada al siglo XXI, como lo menciona el alcalde, se inaugura con la instalación de una televisión en lo alto del pueblo. El primer medio que alerta a las mujeres es la radio con la difusión de una noticia sobre un enfrentamiento armado en un lugar cercano. Después, en una sesión de transmisiones de TV al aire libre la armonía se vuelve a ver amenazada. A su vez, un medio como el periódico es una fuente de información vista como una amenaza a la paz; no por la información misma sino por la manera en la que los hombres podrían reaccionar, conforme al mandato de la masculinidad.

¿A dónde vamos ahora? Citlalli Mendoza Sánchez

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Lo que nos cuenta Labaki se desarrolla en distintos espacios cotidianos, por ejemplo la cocina, la tienda, la carnicería, el patio donde se instala la televisión, y el café. Llama la atención que es en este último lugar donde hay mayor imparcialidad y participación de hombres y mujeres. Ahí también tiene lugar una de las escenas clave, ya que Amale, dueña del café, queda en medio de una trifulca. Mientras carga en brazos a un niño cuestiona a los hombres «¿No han aprendido nada? Siempre estamos de luto, para llorar por ustedes. ¿Eso significa ser hombre?». Los echa del lugar, cierra puertas y ventanas. Al final de la escena el niño que antes traía en brazos cierra la puerta principal, y entra en juego la reflexión sobre una nueva forma de ser hombre. Otro lugar valioso es la cocina, en la que hay música y danza. La sororidad se representa de manera festiva ahí; un sitio del espacio privado que mucho tiempo fue visto como un lugar pasivo, es ahí donde nos muestra su otra cara: la de un espacio subversivo, ya que en este las mujeres se organizan y trabajan juntas para cumplir su cometido. Es notoria la importancia de los íconos, tanto de la iglesia católica como de la mezquita, cuya “profanación” despierta odio y violencia. Esta película tiene muchas capas en las que se cuestiona el papel de la mujer, la madre, la masculinidad, la figura del enemigo, la legitimación de la guerra, las justificaciones religiosas en un conflicto bélico como el que se sostiene en Medio Oriente, y plantea la posibilidad de generar opciones que no impliquen la aniquilación, de «encontrar un nuevo camino». Si bien se trata de una película de hace diez años, su discurso está vigente e invita a reflexionar también sobre las alianzas y rupturas entre los feminismos. Todo ello nos lleva a cuestionarnos: ¿A dónde vamos ahora? •

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S i s t e m a s h í b r i d o s / I m p r e s i ó n fo t o g r á f i c a , d i b u j o, 2 0 2 1

PAUSA GRÁFICA /

Elisa Urías /

Artista visual

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RE SE ÑA

LO S TESTI G O S DE MAD IGAN

Vin– dictas, un universo Po r F ra n c i sc o Ve lázq u e z

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o que en 2019 comenzó por una colección de cinco libros publicados por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, El lugar donde crece la hierba, de Luisa Josefina Hernández; Minotauromaquia, de Tita Valencia; De Ausencia, de María Luisa “La china” Mendoza; En estado de memoria, de Tununa Mercado, y La cripta del espejo, de Marcela del Río; hoy se conforma por un universo al que se han sumado otros dos títulos: La octava maravilla, de Vlady Kociancich, y La ruta de su evasión, de Yolanda Oreamuno; una antología de cuento Vindictas. Cuentistas latinoamericanas; dos seminarios1 Web sobre Mujeres y Literatura del siglo XX en América Latina; y una serie de cápsulas2 y programas de televisión que recuperan la vida y obra de las mujeres más destacadas de la vida social, política y cultural del país. El universo Vindictas reivindica las biografías de estas escritoras relegadas del canon literario para contrarrestar la normalización del olvido, la discriminación y la invisibilización. Un ejemplo es la novela De Ausencia, escrita por María Luisa “la China” Mendoza, un libro que desde su publicación original en 1974 por la editorial Joaquín Mortiz no había sido reeditado. Aunque la obra literaria de esta autora se inserta dentro de la llamada Generación de Medio Siglo, término utilizado para englobar a narradores nacidos entre 1920 y 1935, y a la que pertenecen Salvador Elizondo, entre otros, la obra de María Luisa Mendoza ha permanecido silenciada por el canon literario mexicano debido a una serie de características y recursos que rompen con los estereotipos asociados a la literatura escrita por autoras de esa época, de los cuales hablaré en este texto.

1 .- Los seminarios están disponibles el canal de Libros UNAM en YouTube: https://www.youtube.com/playlist?list=PLGb1jczHEY2HNbGCfQl61A45QrT-u4oJU, y https://www.youtube.com/playlist?list=PLGb1jczHEY2GmRc11z_tSXdbwL8ym6WPI

2 .- Las cápsulas pueden consultarse en: https://tv.unam.mx/vindictas-62/ Vindictas, un universo Francisco Velázquez

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Además de su destacada trayectoria periodística, ensayística y de guion cinematográfico, María Luisa Mendoza es autora de tres novelas, Con él, conmigo, con nosotros tres (Joaquín Mortiz, 1971); De Ausencia (Joaquín Mortiz, 1974); y El perro de la escribana (Joaquín Mortiz 1980); así como del libro de cuentos Ojos de papel volando (Joaquín Mortiz, 1985). De Ausencia es una novela donde la vida de la protagonista es el eje narrativo de la historia. Ausencia es una mujer huérfana de madre que creció bajo el cuidado de su padre, Gerundio Bautista, un minero que termina convirtiéndose en millonario en un pueblo del bajío mexicano de finales del siglo XIX. Debido a esta circunstancia azarosa, ella fue una mujer que contó con los medios económicos para disfrutar los placeres de la vida, como una serie de fantasías sexuales que vivió. En esa exploración de su sexualidad desenfrenada, Ausencia incurre en la violencia. Aunque la trama de la novela no deja claro el motivo exacto por el que ella asesinó a un personaje masculino llamado Daher, uno de sus amantes, la misma trama intuye que Daher pretendía abandonarla. Sin embargo, Ausencia no lo asesinó directamente, sino a través de Macedonio, otro de sus amantes, mientras ella observaba el crimen. A pesar de las implicaciones de este suceso, Ausencia refleja un placer hacia el conflicto de ese asesinato. En este sentido, si tomamos en cuenta el año de la publicación de la novela (1974) el personaje femenino de María Luisa Mendoza rompe con los estereotipos asociados a los personajes femeninos de esa época, que según el canon establecido deberían de ser mujeres tradicionalistas y no mujeres sexosas, atrevidas y extravagantes, como Ausencia.

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Ahora bien, después del crimen, a Ausencia la persigue el fantasma de Daher y es cuando la novela trastoca las convenciones del género realista pues a partir de ese momento ella deja de envejecer. Este recurso narrativo podría lograr que la novela se leyera fuera de un enfoque realista, pues eventos sobrenaturales como la eterna juventud son vistos como cotidianos dentro del ambiente en el que se desarrolla la novela. Si se hace una lectura de la personalidad de Ausencia, es decir, de su placer ante el crimen y de su juventud eterna, se podría decir que el personaje femenino creado por María Luisa Mendoza, por un lado, es la antítesis de Santa, el personaje femenino de la novela homónima de Federico Gamboa, pues en la de Mendoza está ausente lo moral y ético; y por otro lado, que el personaje de Ausencia recuerda a Orlando, de la novela homónima de Virginia Woolf, alguien obsesionado con la belleza y juventud. Una de las características más visibles en De Ausencia, y que hacen que su lectura resulte divertida, atrevida e incómoda, es el uso del lenguaje con pronombres enclíticos, arcaísmos y neologismos por medio de construcciones narrativas complejas de largo aliento, que a veces son dichas por un narrador en tercera persona y otras en monólogos que hace la propia Ausencia. Ese tipo de lenguaje podría insertarse dentro del lenguaje barroco que utilizaron Daniel Sada, Lezama Lima y Cabrera Infante:

Vindictas, un universo Francisco Velázquez

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“... Porque dos noches y pico no se pasan fuera de la casa así nomás, cuanticonmayor razón si los calzones se pueden quitar y a darle el mole de olla que por algo era su alcahueta la Enedina que se las cascaba. Y luego el vestido de la Ausen, hecho piltrafas como trapeador, y la carita verde haba, y las ojeras de buscona traqueteada, y las manos atormentadas. La sostuvo desde el corral-ya-amanecía-tú-dirás, haciendo columpio subiola, desvistiola, soltole las crenchas, metiola en la tina, bañola, detúvola dormitando en el agua, la secó, le untó amamelis en todo el cuerpo que temblaba, y acomodó a su hermanita en las cobijas”. (Mendoza, 2019, p. 77)

Hoy, después de casi 50 años para que De Ausencia (UNAM, 2019)3 volviera a estar en manos de los lectores, esta novela es indispensable de tomar en cuenta en un contexto literario en el que cada vez es más importante revisitar y releer las obras de autoras para reivindicar su lugar y permitir la reconfiguración del canon literario en México •

3 .- La novela puede leerse en línea gratuitamente: https://www.publicaciones.unam.mx/servicios/lecturas-libres-temporales/de-ausencia/html5forpc.html?page=0

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PAUSA GRÁFICA /

Mo o n Ve n t u r e / I l u s t r a d o r a

Vivas, libres, sin miedo Mural por el 8M 2021 U A S L P C a m p u s Va l l e s @moonventure

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ME MO RA BI LIA

IRMA DÁVALOS Y LA LUNA ALCANZADA David Ojeda

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n el último año ha salido a flote, frecuentemente en las charlas y presentaciones virtuales, el tema de la formación de los autores y por lo mismo del inicio de los talleres literarios en el país, algún participante inevitablemente se remonta al último tercio del siglo XX, lo que a muchos de los usuarios les suena a un muy lejano tiempo, sobretodo si la referencia es la inmediatez y la obsolescencia de las redes. A continuación incluimos un breve recuento sobre los talleres en el norte del país hecho por David Ojeda en la primavera del 2000 a manera de introducción para abordar otro tema también recurrente: la deuda que se tiene con la escritura hecha por mujeres; en este caso, el de una joven narradora y ensayista potosina: Irma Dávalos. La variedad de temas abordados por el autor en su colaboraciones publicadas en diferentes medios nos lleva a inaugurar con este texto una serie de recuperaciones que aparecerán a partir de este número de Los Testigos de Madigan.

*Este texto es una recuperación de las colaboraciones sabatinas para el periódico “Pulso”, de San Luis Potosí.

Irma Dávalos y la luna alcanzada David Ojeda

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Primera de dos partes Etre fines de 1989 y principios de 1993 coordiné en una primera etapa el Taller Literario de nuestra Casa de la Cultura. Desde fines de 1998 y hasta la fecha lo hago de nuevo. Ese espacio de trabajo para creadores, como es posible que Usted sepa, cuenta con una tradición sobresaliente en la historia potosina. Establecido el 24 de mayo de 1974, a iniciativa del arquitecto Cossío, director de nuestra Casa, el taller fue auspiciado por la Dirección de Literatura del INBA y por el municipio de nuestra ciudad, entonces encabezado por el poeta Félix Dauajare. En su primera época el taller le fue encomendado, por las autoridades del INBA, a Miguel Donoso Pareja, un escritor ecuatoriano que vivía en nuestro país como refugiado político. Él realizó una labor sobresaliente. Eso sirvió como base para que después el propio INBA (la gran institución cultural del país antes de la creación de CONACULTA) le encomendara la coordinación de un programa nacional de talleres literarios. Donoso coordinó el taller de nuestra casa desde sus principios y hasta el mes de febrero de 1982, fecha en que se repatrió definitivamente. Poco antes de su partida, Donoso legó la coordinación de este taller al poeta José de Jesús Sampedro (Zacatecas, 1950), quien se hizo cargo del mismo durante poco menos de un año. A partir de febrero de 1983, luego que Sampedro decidiera dejar el taller, la Dirección de Promoción Nacional del INBA le encargó esa tarea al narrador Roberto Bravo (Villa Azueta, Ver., 1947). Éste desarrolló su labor —hasta el año de 1987— con menos acuciosidad que la que tuvieron, en su momento y cada uno a su manera, Donoso y Sampedro. Ello motivó que el taller pasara por un cierto período de medianía. Luego de Roberto Bravo, la coordinación del taller le fue confiada a nuestro paisano, Alberto Enríquez (Aquismón, S.L.P., 1950), quien durante poco más de dos años se encargó de él.

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Por mi parte, tras haber sido integrante del taller desde su primera sesión, en mayo de 1974, tres años de estancia en él le dieron motivo a Donoso Pareja como para considerar que yo me había capacitado para encargarme de algún taller. Y entonces, dentro del programa nacional de que se hizo cargo en la materia, me envió al que se inauguraría en la Casa de la Cultura de León, en 1977. Después, con los años, llegué a dirigir talleres en diversas ciudades del país, siempre dentro del ámbito institucional del INBA. De este modo, a lo largo de 10 años anduve por Saltillo, Monterrey, Torreón, Ciudad Juárez, Aguascalientes y Puebla. A partir de 1987, sin embargo, cuando ya sólo coordinaba el taller del Museo de Arte e Historia de Ciudad Juárez, cansado de tener que viajar tanto, decidí dejar los talleres del INBA (e inminente CONACULTA). Para entonces, sin embargo, coordinaba un taller en la Universidad Autónoma de Zacatecas debido a que llevaba ya 5 años como maestro e investigador en esa institución. Por esas fechas, también, ocurrió que Félix Dauajare y yo pedimos el apoyo de nuestra Casa de la Cultura para reunirnos en ella cada semana, en lo que decidimos nombrar Seminario de Literatura. El grupo creció pronto: Mario Alonso, Alberto Enríquez, Eudoro Fonseca, Laura Elena González, Julio Rangel, Fernando Sifuentes, entre varios más, estuvieron en uno u otro momento en dicho Seminario. De este modo, cuando Enríquez decidió dejar la ciudad, a fines de 1989, la coordinación del taller de nuestra Casa de la Cultura quedó en mis manos. Estuve a cargo de él, en esa etapa, hasta principios de 1993. Y aquí llego, luego de un preámbulo que me pareció necesario, a lo que en esta ocasión quiero compartir con Usted. No recuerdo con precisión la fecha. Era un sábado por la mañana y se trataba de uno de esos días tibios y luminosos de primavera, en 1991. Me encontraba solo aún en el local de la Casa de la Cultura donde sesiona el taller. Y entonces llegó una muchacha a solicitar su ingreso. Con el cabello largo y un poco ensortijado, rubio, sin ningún tipo de maquillaje y con Irma Dávalos y la luna alcanzada David Ojeda

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unos grandes lentes tras los cuales sus ojos azules parecían un poco perplejos y al mismo tiempo llenos de seguridad, dijo llamarse Irma Dávalos cuando le pregunté su nombre. Una de las primeras cosas que he acostumbrado hacer ante un nuevo solicitante de ingreso en los talleres que he coordinado es la de preguntarle algunas cuestiones, según yo para darme una idea más o menos cabal de su persona. Y en el caso de Irma Dávalos, como pocas veces, entendí muy pronto que me encontraba ante alguien con talento y sensibilidad más que sobresalientes. Sus lecturas y sus juicios, su actitud y los textos que me mostró, daban prueba de ello. Ella permaneció en mi taller hasta 1992, año en que decidió mudarse a la Ciudad de México, para realizar un posgrado en literatura en la Universidad Iberoamericana. Y durante el tiempo que me honré en trabajar con ella en el taller, descubrí pronto una personalidad llena de complejidades. Era una mujer brillante y a muchos podía parecer tímida. Sin embargo, una mirada más atenta y profunda les hubiera descubierto el caso de esas mujeres que voluntariamente renuncian al mundo de la femineidad, entendida ésta como esa suma de frivolidades y características psicológicas que las ideas dominantes le imponen a la mujer: atractivo físico potenciado por afeites y poses y maquillajes, personalidad caprichosa y un poco histérica, desprecio permanente por toda actividad intelectual, preferencia por la vida social, maternidad y matrimonio como la sustancia y las culminación ideales de su vida. En el taller todos nos dabámos cuenta de la seriedad y la avidez mental de Irma. Filósofos y libros y escritores, obras y datos e historias, eran su alimento permanente. Y cada cierto tiempo, además, llevaba algún cuento que nos leía con una voz cuya monotonía expresiva no era obstáculo para que todos en el taller descubriéramos, en sus textos, una gran intensidad. Los cuentos de Irma, con personajes en situaciones extremas, tenían un denominador común: el tema de la muerte explorado desde muchos

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puntos de vista y con variantes. Por esas fechas, creo que en 1992, el padre de ella murió. A lo largo de unos meses (o tal vez sólo fueron semanas) nos dimos cuenta en el taller de todo el proceso porque Irma nos enteró del tumor canceroso en el cerebro de él. En varias ocasiones hablamos ella y yo de ese hecho. Y entonces, creyendo que yo le servía para desahogarse, descubrí que ella en verdad no buscaba ni requería desahogo. Aunque mucho le dolía el padecimiento y la condición terminal de su papá, se esforzaba por mantener una gran objetividad ante ello. Al final, sin embargo, tuvimos una charla de la que obtuve una certeza: Irma veía en la muerte más un dilema intelectual que un episodio doloroso; y también suponía que se trataba de un tránsito más necesario que posible para una mujer que de alguna manera se encontraba incómoda en una cultura que le proponía el ineludible esquema de la “femineidad”, sobre todo de esa femineidad potosina conservadora, boba y presuntuosa, dada al chismorreo y la maledicencia, que tanto padecemos en nuestra ciudad. Irma Dávalos, acaso por eso y algunas otras cosas, prefirió quitarse la vida —lo que estoy seguro que hizo con gran lucidez y prestancia, en un acto que mucho tuvo de manifiesto intelectual y estético— hace poco más de un año. Lo que en su momento comenté para Usted en esta columna. Hoy, sin embargo, vuelvo a escribir de nuestra Irma Dávalos porque acaba de aparecer publicado un libro con sus cuentos y algunos de sus poemas: Para alcanzar la luna (Ed. Casa Juan Pablos—Ediciones sin nombre, México, 2000). Pero comentarlo, hablar más de la obra y la vida de Irma Dávalos, será una tarea que dejaremos pendientes hasta el próximo sábado.

Irma Dávalos y la luna alcanzada David Ojeda

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Parte 2 La primera publicación de Irma Dávalos apareció el año de 1995. Se trata de un cuaderno que reunió diversos esfuerzos editoriales bajo la iniciativa de “Mundo y Aparte”, un grupo de gestión cultural encabezado por Fernando Sifuentes que no obstante su corta vida propició interesantes proyectos. Dicho cuaderno, bajo el título de La noche está llena de agua, fue presentado la noche del martes 23 de mayo de 1995 en la Casa “Ramón López Velarde”, espacio que había sido inaugurado apenas unos días antes, el 15, con el objeto de enriquecer la vida cultural de nuestra ciudad. Esa noche, como presentador y comentarista, me sentí muy orgulloso de ver concretados el talento y la dedicación de esta escritora. Ella, para entonces, tenía ya casi tres años de haber dejado mi taller, en la Casa de la Cultura, con el fin de continuar estudios de posgrado en la Ciudad de México. Y luego de ese tiempo me dio gusto entender que su inteligencia y su talento se habían desplegado hasta mostrar una joven —para entonces tenía 28 años— de extraordinaria presencia anímica. Tras la presentación hubo un convivio en el que tuve oportunidad de hablar con Irma de sus planes y su proyecto de vida, lo que hicimos a lo largo de unos minutos. Físicamente nada había cambiado en ella; no obstante, algunas sombras notaba yo en sus ojos azules, destellos de los que uno debía obtener una sola información: Irma extrañaba un mundo que sólo ella conocía o imaginaba. En algún momento de nuestra plática le comenté a Irma que uno de los proyectos en marcha, por parte de una de las editoriales que habían publicado su cuaderno, era la aparición en un solo volumen de la obra completa de nuestro más importante poeta potosino: Félix Dauajare. Esa noticia le encantó. En el taller de nuestra Casa de la Cultura hay una presencia puntual e infaltable, la de Félix Dauajare. Y él se brinda a los jóvenes escritores

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con un entusiasmo y una modestia encomiables. Lo que gente con una sensibilidad y un talento como los de Irma Dávalos debe notar de inmediato. Acaso por eso ella decidió ahí el tema de su tesis de maestría en literatura en la Universidad Iberoamericana: la poesía de Félix Dauajare. Me tocó después la fortuna de recomendar a las autoridades del caso la publicación de ese trabajo. Y éste apareció al mediar el año de 1997, con el título Una puerta tras otra puerta: pesimismo y escritura en Félix Dauajare (Ed. Ponciano Arriaga, México, 1997). Por otro lado, a fines de febrero de 1997 se programó la presentación de diversos libros publicados por la editorial Ponciano Arriaga a lo largo de un año. Ello ocurrió en la Feria Internacional del Libro organizada por la UNAM en el Palacio de Minería de la Ciudad de México. Entonces vi a Irma por última vez. Ella acudió a la invitación que le hicimos para presentarse como joven escritora potosina. Ya con varios años de residencia en la Ciudad de México, Irma fue a su lectura acompañada de algunos amigos que la trataban con una mezcla de camaradería, deferencia y afecto, lo que me hizo sentir con gusto que ella se labraba poco a poco un buen prestigio académico y literario. En mi caso, luego de la lectura me le acerqué brevemente para comentarle que en unos meses más estaría listo su libro sobre Dauajare. A ella le dio alegría. Después, la marea de los pequeños grupos que se hacían y deshacían al término de la lectura nos separó, sin que Irma y yo nos diéramos cabal cuenta de ese hecho. Al final, para despedirme, la busqué con la mirada y la vi a unos metros de distancia. Le hice un gesto de adiós con la mano y ella me vio con un dejo que mezclaba melancolía y solidaridad. Alrededor de dos años más tarde, la noticia de su muerte me hizo revivir su gesto y dotarlo de significados. Irma Dávalos y la luna alcanzada David Ojeda

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En “La noche está llena de agua”, la primer publicación de Irma Dávalos (Ed. Ponciano Arriaga—Museo Casa Othón—Mundo y Aparte, México, 1995), se reúnen los cuentos que ella llevó al taller de nuestra Casa de la Cultura durante su estancia en él. En su caso ocurrió uno de esos hechos más bien raros en los talleres: el autor sin desperdicio. Porque sus cuentos apenas merecían pequeñas sugerencias. Ya, cada uno, era un texto redondo, surgido de una sensibilidad y una intuición narrativas inusuales. Dicho cuaderno incluyó nueve relatos: “La verdad de la rana”, “Mujer de carne sobre tornasol”, “La pesca”, “Ernestina y el periódico”, “El circo”, “Las hojas de la teoría de la vida”, “La noche está llena de agua”, “Ríos lunares” y “La última sábana de lodo”. Ahora, la aparición del libro póstumo que motiva estos comentarios, Para alcanzar la luna (Casa Juan Pablos—Ediciones sin nombre, México, 2000), nos permite ver reimpresos los cuentos del cuaderno. Pero a ellos se suman tres narraciones inéditas: “Al ras de polícromos espejos” (un cuento extenso, con personajes y tonos llenos de simbolismo), “Ruin cadáver azul” (un texto en el que la angustia psicológica de la que proviene la voz narrativa casi cobra tintes de horror) y “Ojos”. Para alcanzar la luna agrega también poemas que Irma dejó inéditos y dispersos (aunque ahora el término “dispersos” sólo pueda referirse a su situación en un disco duro), al igual que una sólida nota introductoria de Esther Seligson, escritora a la que Irma trató en los últimos años debido a que preparaba un trabajo sobre ella para obtener su doctorado. Los cuentos de Irma en este volumen exploran diversos asuntos. Entre ellos sobresale el de la muerte. También, los espejos, el agua, la naturaleza, la relación de pareja y el entramado de la familia, algunos elementos religiosos y sus correlatos morales, nos permiten testimoniar una sensibilidad muy penetrante y tensada en grado extremo.

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Así reconocemos una escritura sorprendente, si tomamos en cuenta la edad de su autora y el grado de control sobre su lenguaje y sus recursos formales y estilísticos: voces y planos narrativos, tipos de discurso, visiones del mundo y grado de información. Con todo, es el tema de la muerte la principal sombra que se proyecta desde y hacia el libro de Irma Dávalos. Así, en “Al ras de polícromos espejos” nos dice uno de sus personajes: “Pongo mis ojos frente a los tuyos. Labro mi ser en ellos que se ven siempre en la agonía de un rumor rojo fúnebre. Son todos los espejos cementerios en los que mis huesos tienen tu carne” (p. 53). En este sentido, Esther Seligson reproduce en su nota introductoria algún juicio de Gastón Bachelard que ella considera muy ceñido para casos y obras como las de Irma Dávalos: el de “aflicción existencial crónica”. Consideración acertada, aunque en parte. Pues la aflicción de Irma venía desde mucho más allá del mero aquí y ahora ontológicos (pues no hay un allá ni un mañana para el ser, anclado en la mera experiencia sensible). Una de las claves para entenderlo así descansa en los diversos capítulos que dedica al estudio de la obra de Félix Dauajare. Ahí, siguiendo las vías del pensamiento de Schopenhauer, anota Irma: “¿Es el arte una solución a los problemas de la vida? El arte es apenas una chispa de luz con poca duración” (p. 38). Y añade, en las reflexiones finales, lo que parece ser más un propósito desesperado que una tesis académica: “A pesar de esto se opta por la vida. El barco debe seguir en el mar incluso cuando los binoculares de la razón no muestren el territorio al que apunta la brújula. Pesimismo, sí, pero que sirve para dar aliento a las velas de lo posible, a las puertas que infinitamente se abren y se cierran al compás del desconsuelo y de la espera” (p. 96).

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Con todo, la poesía de Irma Dávalos incluida en Para alcanzar la luna es la que conserva la palabra más poderosa y conmovedora de esta escritora. Lo que a continuación atestiguaremos Usted y yo: “Siempre la muerte con sus cuencas ciegas y sus trapos poniendo letreros roncos en el pizarrón de los velatorios acurrucando las cenizas queridas al lado del viento cambio de planes la vida me ha respirado más hondo que a ti y todos los mares que te rodearon y los pies descalzos que pusiste sobre sus playas y todo el amor que te esperaba en nuevos brazos en otros lechos y toda la construcción de tu conciencia se fueron a ese pozo donde la luna es un fantasma ciego los difuntos son así un silencio que se traga los adioses con su boca de polvo, un sol negro, un son mudo.” (p. 119). Este fragmento de Irma Dávalos, a propósito, pertenece a un poema que ella dedica “a Tere”, una amiga de ella que murió. Y acaso Irma supo al escribirlo que ponía en mi boca, y en la boca de todos sus amigos, las palabras con las cuales pudiéramos alguna vez despedirnos de ella, homenajeando su obra y el gesto valiente de su muerte. ¿No cree Usted? •

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PAUSA GRÁFICA /

Elisa Urías / Artista visual

Asentar lo insospechado I m p r e s i ó n fo t o g r á f i c a , d i b u j o, 2 0 1 8

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PAUSA GRÁFICA Pintura Geraldine Guillén

“Los habitantes” Técnica: Óleo sobre tabla Medida 60x40

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“Deconstrucción” / Técnica: Linóleo y acuarela / 35x25

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LO S T EST I G O S DE MADI GAN

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Por: Alejandra Sánchez Galicia

LETARGO

MORIR EN MÉXICO

TIRAR LA TOALLA

INSEGURIDADES

minificciones

Alejandra Sánchez Galicia Alejandra Sánchez Galicia es investigadora, narradora y promotora cultural de la literatura de tradición oral. Es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde 2017, es directora del proyecto A.S. Literatura Tradicional


INSEGURIDADES

−¿Me amas? La cuestionó con la inseguridad de un amante celoso. Después de preguntárselo recurridas veces ella comenzó a dudarlo.

TIRAR LA TOALLA

Ella lo llevó al límite y finalmente él, extenuado, tiró la toalla. Inmediatamente ella se abalanzó sobre su cuerpo desnudo.

MORIR EN MÉXICO

“Si me muero mañana quiero que digan…” Y dejó la publicación como borrador mientras meditaba todo lo que escribiría. Al día siguiente la prensa se encargó de etiquetar su muerte: “Traía tatuajes por todos lados”.

LETARGO

−Aborté a tres de cuatro hijos −¿Y el cuarto? Nació dormido, nunca despertó. Minificciones Alejandra Sánchez

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PO ES ÍA

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LO S TE STI G O S DE MADI GAN

Abril Cira

HABITAMOS EL MAR


La carne no se captura La carne no es una nave que permanece La carne se encuentra en el aleteo de las sirenas En el pico del cuervo En la tela de araña La carne no es un bloque que asciende La carne es la manifestación del universo Ahora con la cara al techo, observo las fotografías en este rincón, que me mantiene a salvo. Qué es estar a salvo cuando mi propia voz se enferma y ésta mi carne de pronto se convierte en pescado. Me he hundido en mares un millón de veces Y tú te quedas ahí viéndome siempre inerte Nos hemos hecho pedazos Me haces pedazos Nos hacen Pedazos Nos presumen hechas pedazos a la orilla de la carretera O en el interior de lo que llamamos casa, auto, fosa Nos encuentran hechas pedazos Con la esperanza de fuera Los nudillos pelados El corazón remendado Vueltas recuerdo Habitamos el mar Abril Cira

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Nos encuentran hechas pedazos Se acercan y nos fotografían Sin importar si nos lastima la luz Nos toman la mano Nos toman en trozos Toman los zapatos, el vestido y el cuerpo Nos llaman mujeres Eso sí, nos presumen como estrellas de cine, cuando nos pintamos los labios y quedan sellados. También se expresan de nuestro cuerpo Señalan lo que les gusta Lo que sale de la norma No está permitido. Esto ha sido inventado por quienes capturan todo. Por los que siempre huyen La otra vez vi una fotografía tomada por uno de ellos Se me llenó la panza de miedo, me vino la náusea y de pronto otra vez ya era pescado. Me hicieron creer que estaría a salvo no es cierto Resulta que, en estas aguas, también nos cazan Nos alejan del mar, nos toman, nos comen y ya También en este mar existen los mejores peces Esto también lo inventaron quienes capturan todo.

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Yo también a veces tomo fotografías. Me avergüenzo de algunas. El autorretrato no es fácil Es difícil ver las escamas tan de cerca. Aún más difícil la metamorfosis. Duele. Duele espantar al deseo apagar el grito Duele tener qué cambiar de carne y aun así correr peligro Duele cambiar los bailes, las formas La de amar La de sentir La de creer Duele tener que cambiar las madrugadas por los atardeceres. Duele cambiar De mujer a peligro De mujer a pecado De mujer a pescado Duele soñar a veces también vivir Duele tener que cambiar de acera Andarse con cuidado. Duele abandonar el cuerpo, el propio Duele mantenerse inmóvil para vivir a salvo Habitamos el mar Abril Cira

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Los Testigos de Madigan N.º 10

Desearía una y mil veces convertirme en sirena convidar el vuelo Mostrar mi cara, la belleza de mis plumas Tomar la calle Impulso Ser voz cantora Ojalá todas nos pudiéramos convertir en míticas sirenas mantener la carne a salvo disfrutar del nido, del viento Ojalá todas nos pudiéramos convertir en míticas sirenas Liberar el canto posar en el tiempo, en las cornisas En la copa del árbol más alto Ojalá todas nos pudiéramos convertir en míticas sirenas inventar idiomas ser traducidas Relatar lo imposible de fotografiar Volar sin ser capturadas Habitarnos en la mar.

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Abril Cira (1990). Creadora escénica multidisciplinaria y actriz independiente. Se ha formado como Licenciada en Teatro por la Universidad Michoacana de San Nicolás De Hidalgo. Se ha desarrollado como docente de artes escénicas y otras materias y ha participado en diversos festivales de teatro, tanto nacionales como internacionales, por los que se le ha reconocido como actriz.


PAUSA GRÁFICA /

Geraldine Guillén

“ P e z q u e l e t o” Té c n i c a : A l g r a f í a 35.5x25.5

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PO ES ÍA

LO S TE STI G O S DE MADI GAN

Carolina Herrejón

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Las amas de casa ordenan el mundo acomodan la alacena la ropa el hogar y el corazón cuando anda triste Te escuchan mientras lavan los trastes mientras recogen los problemas familiares, las migajas del comedor Van limpiando todo el polvillo que junta el ajetreo le dan sentido a los giros del planeta revolotean revolotean con los trapos las ruinas, el desastre Mi casa se parece a un nido de palomas vuelan alas blancas por doquier los días tienen otro brillo Las amas de casa ordenan el mundo ellas vienen y me escuchan también me cuentan, dejan que yo las escuche abrazan mi oído con murmullos y secretos dicen Alguien nació Alguien murió Alguien ya no quiere estar vivo Cuando cocinan yo huelo la ternura ecos de mi niñez Las amas de casa Carolina Herrejón

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A mí me crió la televisión y un ama de casa que era una tía una prima una vecina una hermana una madre ¿Limpiar para qué? Si mañana será lo mismo La misma basura La misma podredumbre La misma miseria misma Limpiar porque nadie lo hace ni se atreve ni le da la gana Limpiar porque se es fuerte y el hambre mucha Yo quisiera que dejaras de ser ama de casa y que te convirtieras en eso que piensas cuando te observo quieta aventando un suspiro.

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Carolina Herrejón (Michoacán, 1989) Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas y Maestra en Estudios del Discurso por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ha si ponente en diversos talleres literarios y encuentros de literatura, y publicado en diversas revistas y antologías. Creadora del proyecto “Slam de poesía para Morras”.


PAUSA GRÁFICA /

Citlalli Mendoza

“Planta madre” Té c n i c a : B o r d a d o l i b r e

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RE SE ÑA

LOS TESTIGOS DE MADIGAN

De oficiantes, ritos e instrumentos mortuorios (Finec Saeron Ric Sunaa, de N.P. Granx)

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Po r Vio l eta García


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n los tiempos que corren, la enfermedad, el aislamiento y las crisis nos obligan a contemplar vertiginosamente de cerca la vulnerabilidad que por largo tiempo habíamos elegido ignorar. Y aunque queramos girar el rostro, hay creadores como N.P. Granx que están ahí para traernos ese pensamiento que incomoda, pero que ahora es inevitable. Artista completo (ilustrador, músico, escritor), en esta ocasión, mediante su álbum Finec Saeron Ric Sunaa susurra palabras primero ininteligibles que se van haciendo más claras a medida que prestamos atención. Hablan sobre la barrera insalvable, la niebla más densa, el adiós, el «nunca más» definitivo... Pero también de aquello que ocurre todo el tiempo alrededor y, pese a todos nuestros esfuerzos, no podemos detener: la incomprensión e imposibilidad ante la muerte. El notar esa presencia perpetua en cada rincón nos urge a rodearla de rituales y símbolos en un fervoroso afán por acceder a su significado mediante acciones impregnadas de una belleza mística. En este ciclo de oraciones fúnebres La Voz es guía, mantra que asciende y desciende cual incienso en una atmósfera de miedo, asombro, tristeza, pérdida, pero también celebración, reconciliación y esperanza. N.P. Granx, en su papel de oficiante de la ceremonia o psicopompo, nos permite un atisbo al misterio más profundo, nos abre paso a la cámara cuyo secreto él parece conocer. Él ha estado ahí y ahora nos acompaña.

De oficiantes, ritos e instrumentos mortuorios. (Finec Saeron Ric Sunaa, De N.P. Granx) Violeta García

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De su mano transitamos al lado del doliente, nos sumergimos en la hondura más pantanosa del sufrimiento hasta que de pronto podemos sentir el espíritu que se eleva, percibir a la deidad, encomendarnos al consuelo de un último ritual donde el dolor es una ofrenda íntima y nos descubre una cierta iluminación. Lo dulce, lo tétrico, la soledad, la luz que ciega y la tiniebla aterradora, los coros dolientes o festivos son parte de la camándula preciosista de trece cuentas que es el instrumento que nos lleva a esa travesía donde convergen lo sacro, lo religioso, la tradición, pero también lo lúdico e irónico para sanar el duelo y finalmente soltar, trascender al otro plano. Y ese acercamiento se vuelve redentor. Ya no deseamos evitarlo, sino sumergirnos en él. Para acceder a este trance podemos consultar su trabajo (por cierto, preciosamente ilustrado por él mismo) en: https://npgranx.bandcamp.com/album/finec-saeronric-sunaa-ciclo-de-oraciones-f-nebres •

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PAUSA GRÁFICA /

Ro c i o Ar e l l an o

“Desaparecer” Té c n i c a : B o r d a d o l i b r e

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EN SA YO

LO S TESTI G O S DE MADI GAN

Imágenes silenciosas al pronunciarlas:

PINTURA ES POESÍA1 Por Sara Margarita Esparza* 1 .- “La pintura es poesía; siempre se escribe en verso con rimas plásticas” Pablo Picasso.

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Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo. Los valores, turas, la santidad, una tura, la sociedad, una tura, el amor, pura tura, la belleza, tura de turas (Julio Cortázar, Rayuela).

E

ntre cabriolas del pensamiento, evocaciones de antaño y efebos que conservan la técnica de los precursores: el resultado es un bosquejo de libertad, en sí todas las turas. Los medios son el ojo y el (h)ojeo del que contempla. Obsérvense las ausencias, los vacíos y los desequilibrios, rescátese la paciencia del que escribe, del que pinta, del que canta y del que humaniza: pues el esfuerzo para ahorrar esfuerzo es esfuerzo, y la premisa será otear el paisaje de la vida que es siempre total. Por ende, si la cultura no se alimenta se escurre por cualquier agujero. Ser técnica y trasponerse en ella. Lo sublime en la técnica será que no existe hombre sin ella y varía el grado según sea su momento de la idea de bienestar que posee. Cabe señalar que esta valoración no es absoluta. Como todo corre el riesgo de definirse, progresar o perderse según la contemplación del otro, del que está fuera y solo la interpreta. Si se ve con detenimiento el trazo de un círculo en contraposición del de una línea recta, lo común está en la amenidad del ensueño, pues el cuadrado abandonará lo redondo y lo lineal, sus ángulos le permitirán tener un origen sí, pero también la libertad de transgredir y reinventarse. Lo mismo sucede con las licencias poéticas, mientras que la métrica dicta el número de sílabas que debe componer el verso, el poema inusitado decidirá por sí mismo su ritmo y su silencio con aquel lenguaje estridente o callado, delicado o atroz. La tinta es el vehículo que concreta los trazos, los puntos, pero también es la responsable de los inicios y los finales. La espesura del trazo en el lienzo, así como en la página crea andamiajes de esperanzas y deseos inoculados para no morir y morir a la vez, ahogándose en soledades y dilapidaciones. Se hace un desfogue de actitudes, emociones y creencias. Dotadas de fe, estas expresiones le permiten vivir al hombre frente a los adversos espacios y tiempos, Imágenes silenciosas al pronunciarlas: pintura es poesía Sara Margarita Esparza

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Los Testigos de Madigan N.º 10

pues qué es de aquel que no mira el cielo de vez en vez, y observa lo cambiante en sus formas, qué es de este o aquel que no sabe tentar con sus yemas las suavidades y asperezas de lo cotidiano, o del que no disfruta los olores invernales, otoñales, veraniegos o primaverales, qué espera aquel que no detiene su paso frente al descubrimiento de un edificio, árbol o gárgola citadina arrojada a las entrañas del estridente espacio, lo que queda es el ensordecedor y cegado arrojo por el que contempla y la apuesta absoluta por el que perfecciona la técnica, por el que la desarrolla y la vocifera. Existe una fraternidad entre música, pintura y poesía. Son horizontales, complementarias, no se contraponen ni debería existir conflicto entre ellas. Para la naturaleza humana éstas son las más consustanciales, no se puede establecer una jerarquía, por lo que se nulifica lo vertical en ellas. ¿El hombre sostiene al mundo o el mundo al hombre? ¿Cuál de los dos otorga el cimiento para la existencia del otro? ¿Cómo coexisten? El hombre posee dos cosas fundamentales: la idea de vivir y el proyecto imaginario. Los concreta a través del oficio, la técnica y la tesonería. Si se hablara de la facilidad y la dificultad, me decanto por el poder de la creación. Crear y creer tomadas de la mano y con el mismo sendero, y si las bifurcaciones existen para unos, para otros quizá no • en Letras, Maestra en Litertura Hispanoamericana por la MIHE, UAZ. Docente, correctora de estilo, * Licenciada realiza traducciones del latín, griego y ruso. Escribe narrativa y textos sobre arte.

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PAUSA GRÁFICA /

Ro c i o Ar e l l an o

“Vivas nos queremos” Té c n i c a : B o r d a d o l i b r e

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@alinakiliwa

@ @ a s w e r_ g a r c i a

EL CIERRE / Il ustra ció n y ca l ig ra fía / Ali na Ki li wa y Aswe r G arc í a

D i s e ñ o d i s p o n i b l e e n p l a y e r a , d e v e n t a e n w w w. a s w e r g a r c i a . c o m


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