LNL N° 3: Locura

Un agradecimiento especial para la revista

por el apoyo brindado Los No Letrados: Locura AĂąo 0, NĂşmero 3 Marzo 2018

#3 Locura 6 La Cuerda 7 Amarillo 10 Buscando a la musa 12 Hablo pura estupidez; pero tu estás allí, Oyéndome 13 La Rotura 14 Crónica en la demencia 16 Antónimo Hitagi

18 Enfermedad Sagrada 19 Ella

26 Las dos caras de la Locura

DIRECTORIO

28 La Locura en el Arte

20 Desde mi locura

30 Locura

22 Un sueño

Pequeñas voces

24 Especímenes 25 La carcajada

* Alfred Jarry conoce a Alfred Jarry

Ilustraciones: •Dokkaso •Reséndiz •Luz López •Argulus

Lunalettuce Dirección general Salvador Reyes Diseño Editorial y Portadas R. C. P. H. Ensayo Corrección de Estilo DRACKO Redacción Jefe de información Missael Pacheco Cuento Andie Herrera Poesía Randy GB Colaborador

La Carta Editorial Parte III

Este tercer número carga la culpa de unos meses llenos de conjeturas, reuniones, chistes políticamente incorrectos y un mono. Han sido meses de un trabajo disperso. A veces es necesario separarse para encontrar aquello que nos hace falta, y por qué no, para alejar también lo que nos sobra. No obstante, esto no significa que el equipo de LNL se haya distanciado, alejado o nos hayamos mandado al demonio (bueno…) en realidad, nos hemos hecho mucho más unidos. Siempre juntos en reuniones dionisiacas para rendirle honor al vicio.

Pareciera fácil presumir un número más de lo que intentamos llamar revista, lo cierto es, que ninguno de nosotros debería sentir orgullo por esta labor.

Somos viles, despreciables. Los hemos obligado a desentrañar el misterio de lo oculto, a saciar en ustedes el deseo de morbo por aquello que no conocemos, no entendemos o no que-

remos averiguar. Nos vanagloriamos primero con su Miedo, ese ruido sordo siempre presente en la estática de la conciencia, en el quehacer cotidiano y en la extraordinaria monotonía. Ahora, en armonía con lo noche despertamos del sueño dogmático a la locura. Bendita locura que nos hace libres, fuera de la cualquier verdad, fuera de las cadenas de la convencionalidad.

Locura nos remite a una idea tan subjetiva que nos es imposible diferenciarla entre enfermedad, genialidad o algo maravillosamente caótico, quizá por eso al decir “amar con locura” encerramos todos estos significados más agregados.

En voz de una mujer muy conocida en este medio, la locura es similar a estar muy ebrio, lleno de sinsentidos. En donde las mejores ideas terminan en resultados desastrosos. Así es la locura. Llegar a extremos del ser y sentirse distanciado de cualquier vínculo con lo sano.

La locura también es algo que mantiene cierta objetividad en el individuo.

Nos percatamos que el detonante es aquel reconocimiento del yo, un yo compartido que se uno con los demás al aceptar la realidad y sus diferentes variables.

Comprendemos perfectamente lo que es la locura sin embargo, pareciera una tarea titánica definir a un “loco” no como poseedor de la misma locura, sino como el actuar de la locura en nosotros.

Por eso ustedes, mis queridos iletrados, son el verdadero orgullo de esta Fanzine con bandera de revista. Solo ustedes tomaron la locura para posicionarla entre los cabales de su escritura, por eso, ustedes y nadie más son los responsables de este adefesio. Disfrútenlo.

La Editorial.

ILLNESS Dokkaso

La cuerda por Kislev Santamaría Morales

Ahora me siento un poco más loco que ayer, Tal vez sea por el café que tengo en mano o por el vicio de volver a expresarme en silencio.

Fui alumno del loco en lo cuerdo.

Ahora busco cosas en la cuerda, que no están ahí, o tal vez sí, trato, un poco, a veces, comprenderme en lo viejo, como en ese hilo.

Quizá porque hoy la esperé, la extrañé.

He empezado a mirar la soga que está delante de mí y he examinado y estudiado mi vida mirándola, Como el niño que ve a la mariposa volar y se emociona, y brinca con su aleteo.

¿Cuánto tiempo lleva en ese rincón?

Ahora mi vida es un asco, como esa bola desfigurada Pero es mi culpa, porque soy cobarde Porque cada nudo es cordura mal lograda La cordura del mundo que es locura, y me estoy volviendo loco.

Los recuerdos vienen sin invitación justo como el viento del ventanal que levantó la cortina con fuerza y con un latigazo tenue movió mi cuerda.

Perdóneme maestro, pero no entiendo.

Cordura no implica olvidar las caídas, ni los raspones de tus rodillas crispadas.

Aún recuerdo mi primer beso y mi justicia ahora es el perdón.

La soga toma forma con mis pensamientos y viene aquel día, en el que caí de mi bicicleta y me llené de miedo, la ocasión en la que no besé a mi primer amor por duda y cuando me quedaba callado ante la injustica cometida contra mí.

Es loco ser consciente en un mundo de locos tal vez esa sea la cura para el mismo problema quizá de eso se trata la vida de mantener la cuerda sin nudos, sin ataduras y desenredar la verdad.

Ahora la cuerda es una bola gigante, un puño de grandes hebras y tiene nudos, nudos desenredables con pequeñas hilachas que se iluminan.

Tal vez sí estoy loco, a veces lo creo porque estoy llorando con una enorme sonrisa, o por causa de que en la locura de verdad encontré empleo aun no tengo diagnóstico de mi demencia.

Porque se necesitan más intentos porque perdiendo también se gana porque existen segundas oportunidades porque si vivir cuerdo es llevar una vida de locura…

Ahora mismo voy por la cuerda.

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Amarillo por Reséndiz Siempre ha sido un placer mirarte mientras duermes profundamente. Hoy no es la excepción, dibujas una tierna sonrisa y aún puede observarse el tenue color carmín que posa sobre tus labios carnosos. Tu cabello negro y largo como el velo de la noche se acomoda sobre tus hombros desnudos. Hay un intersticio justo debajo de tus pechos donde estos se asoman retadores al ojo del espectador lascivo. La tela se ciñe a tu cuerpo de manera perfecta y en la parte del talle se dibuja entre pliegues de la seda, tu cadera epicúrea. El vestido tiene una abertura que comienza desde el muslo hasta la parte de los pies donde cae con indolencia, estás descalza, tienes las uñas pintadas de naranja quemado, lo cual contrasta con el tono blanco de tu piel y el amarillo pálido del vestido largo.

Te beso los pies, deslizo el dedo índice por tu muslo al descubierto y me detengo de súbito en la rodilla, beso tu frente y susurro lo que sólo los amantes pueden entender.

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Los No Letrados

Salgo de la habitación, fumo un cigarrillo, cierro los ojos y vuelvo a imaginar. Me sumo en el ensueño. Esa tarde llovía, una dulce brisa acariciaba mi rostro y te recordaba en voz alta, hoy eres lluvia y yo levanto el rostro para humedecerme los labios, no dejes de llover, sigue mojando me decía, y mientras caminaba por la avenida de las granadas, justo del lado de los negocios con anuncios luminosos y los escaparates, como era costumbre, me quedaba mirando el vestido que a ratos me hacía un guiño, me seducía y me retaba con su mirada incisiva que se clavaba en mi vientre, haciéndome sentir un picor en medio de las piernas. Desde siempre quise ese vestido para ti, que lo llevaras contigo con aquellas sandalias de cordones que llegaban hasta tus rodillas y ese sombrero de ala ancha junto con el collar de ixtle que tenía como colgante una semilla de jacaranda. Me hubiera gustado tanto pasear de la mano contigo, caminar entre los jardines y los edificios viejos del centro, meternos al gusano que se desliza por las vías subterráneas atestado de gente rutinaria, besarte en cada paradero, comprar el diario, meternos al café de los chinos, leer y reírnos del mundo descompuesto ¿Recuerdas cuando algún tipo te gritaba cualquier vulgaridad? Me gustaba tanto que en vez de enojarte, volteabas y me besabas meneando el trasero. Ese vestido de seda, sin duda habría vuelto loco a cualquiera, como a mí.

Coloco el filtro del cigarrillo sobre la estructura del barandal que rodea la ventana, van catorce, todos en fila, como muralla para los moscos de temporada. Regreso a la habitación, son las 2 de la mañana, estamos casi en penumbras, sólo está la lamparita antigua que compramos en el mercado de las ranas.

Me siento sobre la cama. Nina pega un salto, estira las patas, bosteza y se puede ver su lengua rasposa y sus dientecitos pequeños y sumamente blancos, araña la alfombra persa para afilar sus garras y sale por la ventana. Acaricio tu rostro, voy doblando de uno en uno las falanges de tu mano.

Me pregunto si sintió dolor, Rómulo se llamaba, según lo indicaba la placa que tenía pinchada en la camisa, no importa. Yo, odiaba tanto ver el escaparate todos los días, odiaba tanto su estúpido amarillo pálido, te odiaba a ti por no querer usarlo y de paso a mí por no poder comprarlo, no había duda, algo infernal pernoctaba en ese vestido. Por eso asesté el golpe con todas mis fuerzas, fui directo a la cabeza, no creo que sintiera dolor, ni siquiera me vio entrar, seguramente contaba su miseria en la caja registradora que estaba debajo del mostrador.

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Número 3: Locura

Calló en un instante, tenía los ojos abiertos, no quise cerrarlos, quería que me mirara desde la muerte, que se diera cuenta de mi triunfo. Brotaba sangre de la nariz y sus oídos, tomé la prenda maldita, quité el gancho y salí con paso pausado, miré el escaparate por última vez y sonreí. En su lugar había dejado la tranca de cedro que fulminó el corazón de Rómulo.

Esta tarde lucías apática, desgastada, me miraste con indiferencia, ni siquiera te interesaste por lo que traía en el bolso, parecías fastidiada. Pasé frente de ti, abrí el bolso y lo arrojé a tus pies, me quité la blusa, me asfixiaba, dejé caer el sostén, me deshice del pantalón, las bragas, arrojé las botas pesadas que tanto odiabas y me sumergí en la tina de baño. Pasaron horas. Cuando fui a la habitación, ya tenías puesto el vestido, estabas descalza, te soltaste el cabello, tus ojos verdes se clavaron en mí, nos fundimos en un beso dulce, tierno, honesto y callado. Fuiste al tocador, dibujaste mi nombre en el espejo, caminé hacia a ti, mis manos se hundieron en tu cuello, me mirabas con extrañeza, te miraba con deseo, siempre te gustó que sujetara con mucha fuerza tu cuello cuando estábamos al borde del espasmo, déjate llevar, te lo sugiero, te decía cuando llevaste tus manos a mis manos por la desesperación de no adivinar mi labor dictada desde el infierno. Nunca te dejé caer, te abracé, te cargue y te llevé a la cama. Te dije en voz baja el poema que tanto te gustaba y la frase que te volvía loca cuando estábamos en la cama, el amor es un acto de

canibalismo entre las almas y nosotros, amor, siempre seremos almas frescas.

Ahora no lo pongo en entredicho, es seguro, algo infernal pernocta en el vestido y el amarillo pálido me sigue generando ruido, un ruido que se posa en mi cabeza, es el pájaro de la muerte, eres tú enfundada en el vestido.

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Buscando a la musa por Olivia Guarneros El departamento está impregnado de un olor picante y fuerte. Los gatos van de un lado a otro. Son cinco en total. Fabiola ve su celular, entre aburrida y divertida, según sea la nota que consulta. Mario se encuentra alerta, ansioso y distante. Ha fumado un cigarrillo tras otro; el cenicero lo delata. Tiene el caballete frente a él y las acuarelas se encuentran secas, parece que han estado así, sin recibir un solo roce.

Saludo y me siento en el sillón desvencijado; los resortes evidencian los años de uso.

Sé bien lo que pasa, lo he visto en otras ocasiones, es una constante en este tipo de casos. Mario ha dejado de tomar el medicamento y el caos reina en el lugar. Fabiola nos llamó. Desea que hablemos con él.

Cómo si eso fuera a solucionar las cosas. Él se encuentra reticente, apenas si habla y nos mira de arriba abajo, como especulando, midiéndonos a cada instante. Sus ojos verdes denotan una serie de dudas, no sabe que pensar, qué hacer o qué decir.

Me inspira miedo. Pareciera que es un gato más a punto de saltar.

Pablo toma la paleta y hace algunos trazos en el lienzo, juguetea con los colores y espera romper el hielo. No sé en realidad quien es el enfermo. Fabiola me llamó con la voz entrecortada, diciendo no saber qué hacer. Decía estar desesperada. Mario no tomaba su medicina desde hacía varios días y estaba más agresivo, insomne y paranoico. Su voz me alertó y decidimos llegar esa misma noche para ver qué sucedía.

Ella actuaba de manera rara. Absorta en el celular por completo. Festejando en voz alta las publicaciones de un artista plástico en boga. A cualquier comentario de Mario contestaba irónica o con una mueca burlona. Yo miraba absorta la escena. Mario a punto de un ataque en cólera, Fabiola alimentando el fuego de la hoguera y Pablo tratando de apaciguarlo todo. En ese momento recordé a Fidel.

Estuvimos casados por más de diez años 12

Número 3: Locura

y tenía arranques de peor naturaleza. Pateaba cosas, rompía trastes, aventaba objetos a la menor provocación. No bebía en exceso ni fumaba; es más, se consideraba un deportista modelo pero tenía cambios de conducta terribles que nadie entendía ni podía prever.

Observaba a Fabiola con detenimiento. Tenía los mismos síntomas. Distante, retraída, inconstante. Provocadora e histérica a la menor oposición. Era una por teléfono y otra completamente distinta en persona. Sus cambios de humor eran impredecibles, pero en su foto de perfil aparecía sonriente, enamorada perdidamente de Mario y festejando cada una de sus obras.

El diagnóstico de Mario: bipolaridad.

Tomaba el medicamento todas las noches. Muchas veces no podía conciliar el sueño de inmediato, ese era uno de los efectos secundarios. Entonces ocupaba el tiempo para pintar, buscar armonías coloridas o encontrar el camino que creía perdido. En los últimos días refería que el medicamento no lo dejaba pensar, no le permitía encontrar la técnica o el procedimiento adecuado para la creación.

Argumentaba que lo adormecía. Sin él, estaba listo y alerta para encontrar a la musa, escuchar su murmullo inspirador.

Cuando hablaba de ella parecía más feliz y lucido que siempre.

Lo han despedido de la escuela donde enseñaba pintura para niños, ha perdido más de diez kilos, está ojeroso, como si no hubiera dormido durante varias noches y por momentos, es imposible que articule una frase completa. No puede proferir palabra. Trata de hilar las ideas y éstas, se dispersan en su mente. Posee la verdad en la punta de la lengua, pero permanece oculta a los ojos de los instigadores, de los cuestionadores, de los no elegidos.

Él sabe que quieren internarlo. Su papá lo ha buscado para eso. Ha amenazado con ingresarlo a la clínica si no toma el medicamento. Él se niega rotundamente. Dice que está cerca, se encuentra a punto de descubrir su voz verdadera, la escucha sólo si está cuerdo, sobrio, libre de panaceas.

Es inútil. Lo hemos dejado dormido en el sillón después de horas y horas de discusión, casi hasta la madrugada. Fabiola se encerró en la recámara y ni siquiera se asomó a la puerta cuando dejamos el pequeño apartamento. Nos hemos enterado que su padre cumplió su promesa y Mario permanecerá en la clínica un mes, hasta que retome el tratamiento y su condición mejore.

Fabiola publica en Facebook todos los días cuánto lo extraña, qué tan grande es su amor y cómo lo aguarda y esperará toda la vida si es necesario. Pública fotos de Mario pintando, acariciando a los gatos o en el viejo zócalo de la ciudad, disertando sobre alguna escultura.

Mario regresa después de un mes.

Está más repuesto, ha recuperado peso, y dice que ha caído en la cuenta de todo lo que pasó. Promete a cada instante que no volverá a dejar el medicamento, que se dedicará a buscar trabajo nuevamente y que seguirá pintando, restaurando obras, impartiendo clases a algunos chicos en su casa. Fabiola como siempre, de repente atiende a lo que dice, de tanto en tanto está preocupada por la última publicación que atestigua el amor sublime que le une a su hombre.

Mario la mira un tanto extrañado. Le pregunta si lo quiere. Ella responde que sí mirando a la pantalla. La observa un tanto incrédulo, acaso preguntándose, si abandonar su locura fue la mejor decisión.

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Hablo pura estupidez; pero tú estás allí, oyéndome por Alejandro Rangel Perdón, ya no soy irreverente.

Ser irreverente. He fallado, sin duda.

Es más, me aterra.

Porque la irreverencia es signo de nuevo arte.

He fallado. Pero, heme aquí con la vida y un vino.

Okey, tal vez no es bueno.

Pero es vino.

No es amor, pero es. Y es que en serio, todos están dormidos. ¿Cómo divertirme? Puedo pensar en los dientes de Dios, es más, en su vientre. No pierdes tu tiempo, realmente es un poema, lo juro. ¿Dónde esta lo moderno?, síganme. Que las ballestas a fusilen sus almas. Que Dios implore, ante un Dios marchito. Que el acto sea., antes del acto.

Ya puedo empezar un tema nuevo. Alegre, BUENO. Hablemos.

A mitad del poema. ¿Word es la modernidad? Se nos fue la vida. Ya bastante hace de eso. Los contemporáneos han muerto. En sus tumbas nacen copas de cristal., y sus carnes, se pudren cual digna dignidad.

Amen. Si excedo, deténgame. El vino mato hace, ya ni conjugar se puede.

Todos los días le rezo, a pedazos de mármol, cual el glande de Dios, como si se santificaran doce hermafroditas. Ya fue mucho de poesía moderna, A-Dios, y a Satanás, mátenme, mátenme, mátenme, matéenme…

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LA ROTURA por Luis J.R. González Heridas del viento que me acosan, trayendo en cada respiro el susurro de mi alma, la cual se desprendió al tiempo que se desprendió mi pecado, saltando de mis manos temblorosas siempre ahora se han desquitado en la carne olvidando toda su educación dejando atrás el amor por el hermano quitando del camino a la asustada consciencia ¡Observa tu obra!

Grita ella, angustiada ¡Mira lo que has hecho!

Se marcha.

No hay culpa en mí miro sin pena los ojos de mi madre esos dulces ojos que me vieron nacer cubierto de sangre y que me verán morir cubierto de lágrimas con las mandíbulas zafadas de la risa risa lunática risa del último suspiro que ya nada teme. ¿No te agrada mi risa acaso? ¿Te parece blasfema? a él tampoco le gustaba mi risa la veía con los ojos del derrotado con los ojos de la ruptura.

Por eso le maté mis manos se desquitaron en la carne en la corporeidad siempre mortal siempre rosa donde el amor inventa su infinito.

Mi amor carmesí embriagador de alto nivel superando a todo elixir salpicando de manchitas la tela blanca de mi existir desollando las cuerdas de mi antigua y olvidada cordura.

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Crónica en la demencia

por Arbos Lem 23:49 Mis ojos están cubiertos de lagañas cuando despierto después de llorar. La palidez de mi rostro acentúa mi voluntad de morir y la sonrisa burlona de la luna que se filtra a través de la persiana me causa coraje.

02:58 Han pasado sólo unos meses desde tu llegada, pero la destrucción es inminente. ¡No puedo más! Necesito ayuda.

Los fármacos ya no surten el efecto deseado mientras tus brazos me devoran en la madrugada. ¡Creí que me amabas!

03:50 El murmullo de las ratas en la azotea de los vecinos me mantiene sin pegar un ojo. El reloj dice las cuatro menos diez. Mi cuerpo se revuelca en espasmos irregulares. Otra vez estoy bajo el poder del delirio.

04:27 ¿Recuerdas el día que nos conocimos? Completa fatalidad. El termómetro marcaba cuarenta y yo apenas podía ver.

El tipo de blanco me dijo tu nombre. Comencé a vomitar. Ni siquiera comprendía la razón. Aún no la entiendo...

05:09 Ahora todo es distinto. Ya eres parte de mí. No existo a menos que me acompañes. Tu aroma es tibio e impregna con alevosía mis neuronas. ¡Tómame!

06:59 Tirito por completo. Las náuseas me gobiernan. El ruido de las infernales aves me adormece sobre ti. Relajo los dedos. Sujetas mis muñecas y zarpamos hasta el fondo.

Volteas a mirarme mientras extendemos las alas. Comienzo a sangrar por la nariz. Al llegar al precipicio, los primeros colores del alba golpean mis deformidades y lo único que dices con tu expresión irónica al observarme a través de los barrotes es: ¿Cómo te llamas esta mañana?

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nd erna

J. H ctor or Hé

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Alfred Jarry despertó una mañana y se dio cuenta de que él mismo estaba acostado, durmiendo, junto a él en la cama. Se levantó azarado, con la esperanza de que la visión se tratara de un mal sueño, o un espejismo de la luz reflejada en algún agujero de gusano y no un signo nuevo de su locura. Por si sí o por si no, o como quien dice, mientras fueran peras o manzanas, Alfred corrió al baño para echarse agua en la cara y despejarse un momento. Al volver, descubrió que el otro Alfred seguía en la cama. Intentó tocarlo para comprobar lo que veía y, de acuerdo con los estatutos de la realidad, lo mejor hubiese sido que no lo hubiera logrado, pero al conseguirlo y sentirse (es decir, sentir al otro él), se preguntó -como lo haría alguna vez un sabio chino-, quién era el Alfred Jarry que dormía, si el real o el ficticio; y, más importante aún, cuál Alfred Jarry era él.

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カ

は

な

い

ニ

て 残って 決し い

Antónimo Hitagi por Abraham Valenzuela (KM)

ど

こに

る もがあ

Aburrimiento 0kg Estoy cansado de ver a los otros y a las cosas que llaman especiales. ¿Cómo pueden hacer algo así? Todo es del mismo color y consiguen encontrar cosas distintas. Me desconciertan aún más sus respuestas: hablan de ello como si fuera lo más natural, como si yo debiera entender esa enfermiza fascinación por los particulares. No lo entiendo. ¿Por qué quieren que encuentre algo que me haga feliz? .5kg He estado pensando y creo que comienzo a entender la preocupación de mis cercanos: todo aquello que aman parece justificar su existencia. Por eso es peligroso amar una sola cosa. Si se va, la vida se va con ella. Entonces… ¿qué seré yo, que jamás he amado? ¿Qué es lo que sostiene mi vida?

---kg Perdido en el nuevo camino a casa encontré un cangrejo gigante a mitad de la calle. Ahora que lo pienso, jamás había visto un cangrejo tan ancho como una acera y tan alto como yo. Nos miramos fijamente hasta que el sol se cansó de esperar.

Debieron ser tres o cuatro horas de contemplación ininterrumpida. La ausencia total de gente distrajo mi vista y, al siguiente parpadeo, el cangrejo había desaparecido. Retomé el camino, aunque esta vez mucho más despacio. Era muy difícil mantenerme en pie. Me sentía más pesado.

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Número 3: Locura

Felicidad 56kg Mi encuentro con el cangrejo comienza a preocuparme. Creo que es la forma más adecuada de decirlo. La única explicación que encuentro es que mi imaginación me jugó una broma, pero no deja de ser extraño. Después de verlo, seguir con mi rutina es casi imposible. Me fatiga caminar a la cocina para preparar el desayuno. Ir a la escuela es una odisea. Apenas me quedan fuerzas para regresar a casa. Se siente como si estuviera cargando a otra persona en mi espalda.

89kg Esta tarde pasé horas hablando con Natalia, la empleada de la librería que está a pocas calles de aquí. Los primeros minutos se dedicó a tratar de convencerme de adquirir los costosos volúmenes de cuentos de fantasía que yo sostenía en la mano, pero sin saber cuándo, hablábamos de su vocación de artista, de argentinos mudándose a Francia y por último, me entregó una amable invitación para volverme escritor. La acepté bajo la promesa de vernos mañana. Ella sonrió y guardó los libros en un cajón.

412kg El gato sobre el refrigerador me mira.

Sus ojos me arrullan con palabras tiernas. ¿Te has dado cuenta?

Me dice. ¡De noche, el mundo es una cosa tan bella!

Angustia 476kg No sé qué está pasando conmigo. Las cosas están cambiando con demasiada rapidez, se difuminan hasta perderse y regresan al vacío, pero no duele…

Hay algo ocultándose a mis espaldas.

550kg Puedo escucharlo respirar cada vez más cerca, pero no consigo atraparlo…

Escapa cuando siente mi mirada…

Creo que sé qué hacer. Debo apagar la luz.

---kg Ya lo entiendo: dejé de verlo pero el cangrejo jamás se fue. Está en todas partes. No. No está. No estamos en ninguna parte.

Nunca lo estuvimos.

Prólogo 60kg Estoy algo mareado y me duelen las muñecas, pero al menos me devolvieron la libreta.

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LOCURA Reséndiz

NIร A LOCA Argulus

Luz Lรณpez

Enfermedad sagrada

y sus habitantes se proclamaron como divinidades, magos y brujas que de Salem expulsados fueron de nuevo otra especie.

por Eduardo Vardheren

Vacío, vacío estás.

Glumm no existe, pero sí el vacío que dejó tras él Stanisław Lem

La emplumada serpiente ante nuestra nave se posó y sus colmillos mostró destilando su historia como dios que otorgó el saber en oriente y en ciertas regiones de América, donde lo veneraron como: Quetzalcóatl y Kukulkán; mas una simple sierpe con astronave era.

vacío estás espacio durante un lustro recorrí algunos de tus rincones, arqueología y antropología tanto espaciales como terrestres, mis herramientas son para ahondar en ti para encontrar a los dioses héroes demonios y villanos incluso ángeles

¿Por qué estás vacío espacio?

Ese escritor, tal vez, hace siglos nacido en mi amada Providence, razón tenía no hay divinidades no hay seres infernales no hay ángeles solamente monstruos siderales, especies indiferentes o seres que desean mi Tierra

Pero Espacio vacío estás ¿Quién llora por Apolo?

El último olímpico en volverse éter aislado en un planeta a sus adoradores esperando el último en aceptar que no hay lugar para los dioses, el último en admitir que no eran divinidades sino una muy desarrollada especie

¡Espacio, estás vacío!

Tu vacío mi mente ha colmado a la razón expulsando o quizás estás vacío porque así lo quiero porque soy la fuente divina de este frioscuro cosmos, el inicio y el final y el inicio saldré de la nave para abrazar tu vacío y llenarlo con mi sacra presencia porque estás vacío.

Estás vacío espacio.

Viajando a uno de tus centros el de mi galaxia el lucero de la mañana rojo con cuernos y pies caprinos su poder mostró para guiarnos a un mundo donde la magia es lo natural 22

Ella

por Michel M. Merino —¿Por qué me mataste?

—Yo no te maté —respondí sin darle mayor importancia.

—¿Por qué me mataste? —preguntó de nuevo con su voz infantil.

—Yo no te maté —insistí, agobiado.

Ya estaba harto. No podía tolerarlo más. Terapia, fármacos, ayuda espiritual… No importaba lo que hiciera, ella siempre regresaba.

—Por favor… —rogué llorando—. Déjame en paz. ¡Vete!

No podía seguir escuchándola. Su voz cada vez me lastimaba más; su voz, recordándome lo que le había hecho. ¿Por qué vuelve? ¡¿Por qué no se queda muerta?!

—¿Por qué me mataste?

—¡Porque no quería que te siguieran haciendo daño!

El silencio nos envolvió. Era frío, brutal.

Sus tímidos sollozos se clavaron en mis oídos hasta llegar a mi corazón.

—Tú no cabes en este mundo —le expliqué, afligido—.

No hay nada aquí para ti. Nada; sólo dolor.

Tomé la botella de whisky y bebí. Bebí hasta que sus lamentos se desvanecieron por completo.

Sólo eso la callaba: el alcohol.

Dejé de beber, embriagado con mi victoria.

Quise dedicarle unas últimas palabras, pero ya no había a quién decírselas. ¿A quién decirle qué?

Carajo…

Estoy hablando sólo de nuevo.

23

“

...y en mi locura encontré mi libertad

DESDE MI LOCURA por Paco Lalo Es desde mi locura que experimenté la coherencia. Bendita locura que me permite vivir a plenitud, hacer, pensar, sentir, amar, reír, estar. Esa locura imprudente que invita a la acción impulsiva y apasionada, que esboza una sonrisa espontánea, que brinda un saludo casual, una caricia tierna, un cálido abrazo y una mirada amorosa.

Te conocí, locura, como se conocen las cosas que son parte nuestra desde siempre. Se podría decir que te descubrí, estuviste conmigo en todo momento, al principio en calidad de prisionera, de rehén, de visita incómoda y de peligrosa compañía. Estabas ahí, al acecho, tratando de ponerme en ridículo, de hacerme ver mal y arriesgarme al rechazo de los demás. Te disfrazaste de deseo de libertad, de ganas de romper las normas, de anhelo por no cumplir con expectativas ajenas y del sueño prohibido de que no me importaran las opiniones ajenas. Te convertiste en un obstáculo, en un factor de riesgo constante que ponía en peligro mi desempeño. Fue tanto tu atrevimiento, que de haberlo permitido, hubieras arruinado el plan de convertirme en lo que se esperaba de mí.

Sin embargo te vencí en numerosas batallas, no pudiste con mi deseo de agradar, con mi necesidad de aprobación, con mis introyectos y mis temores. Mi vida planeada y ordenada se impuso sobre tu frescura incierta. Mis razonamientos superaron a tus impulsos y la calma reinó sobre el caos.

En tu atrevida insolencia te manifestaste en repetidas ocasiones, fuiste suave susurro y grito estridente, leve molestia y dolor paralizante, gusto sutil y sabor amargo, breve atisbo e imagen contundente, más te detuve, te controlé y te suprimí. Yo estaba a cargo y tú no contabas con autorización para modificar el plan. La meta estaba trazada, y tú con tus dudas e improvisaciones no eras una guía confiable, ¿Por qué habría de escucharte?

24

”

Número 3: Locura

Mi vida transcurrió según lo programado, las páginas escritas fueron sucediéndose y los logros dándose en una cómoda y estable continuidad. Las etapas llegaron, acontecieron y se marcharon. Conocí el éxito tal y como lo definieron para mí y experimenté la felicidad que se enseña en la escuela y se anuncia en la televisión. Sufrí de acuerdo a mis expectativas y cometí los errores que me estaban permitidos. Y tú, locura, no eras uno de ellos.

Afortunadamente, como lo hacen los amigos y los perros , te quedaste paciente y amorosamente a mi lado, nunca me abandonaste a pesar de que te ignoré, te negué y hasta te maldije.

Después de un tiempo nos volvimos a enfrentar, me encontraste en un momento en el que la cordura me asfixiaba y el libreto me resultaba demasiado familiar. Te apareciste, con audaz sutileza, en forma de duda. Me desafiaste sin retarme abiertamente, sabiendo que una clara provocación ocasionaría la huida, fue una invitación a probar la intrepidez y a experimentar el cambio. Estabas decidida a mostrarme lo que necesitaba ver y yo, por primera vez, me deje seducir.

Locura irreverente, me hiciste cuestionar, soltar, aceptar, permitir, dialogar, acceder, buscar e incluso fallar. La estructura se movió y la normalidad me estorbó. El límite se transformó en punto de partida y el microscopio en telescopio. Del ¡porque no! viajé al ¿por qué no?

El miedo se fue, y en mi locura, encontré mi libertad.

Ahora te vivo a cada instante y tu presencia se manifiesta plenamente. Somos amigos, cómplices, partícipe y copartícipe en la aventura de la vida. Nos complementamos, me nutro de tu alegre espontaneidad, tu confianza y optimismo. Me das la certeza de que todo está bien y me recuerdas constantemente que haga de la diversión, el común denominador de mis acciones. Tú, mi locura, te fortaleces de la pasión y el entusiasmo que acompañan a mis actuares.

Crecimos, evolucionamos y nos transformamos en un proceso mutuamente liberador, en el que fuimos indistintamente causa y efecto, acción y reacción. No hay creador y creación, simplemente circunstancias confluyentes en momentos determinantes que generaron cambios.

Juntos, seguimos rompiendo ataduras, desafiando límites y trazando rumbos. Al aceptarte me declaro loco y desde mi locura, y solo desde ahí, me reconozco como un ser completo, ilimitado y libre para ser y amar, con la certeza de que siendo y amando realizo el plan concebido desde el espacio de plena conciencia en el campo de todas las posibilidades, en las que tú, locura, siempre estas presente.

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Un Sueño por Zally No era la primera vez que lo hacía, era necesario ser precavido, todo estaba planeado, quedaban un par de cosas que considerar, pero la decisión estaba tomada, conocía la rutina a la perfección, llegaba desde antes, se veía con alguien más, nos topamos alguna vez, me dieron celos. ¡Ella es mía! Pensé, mi rival solo merecía indiferencia; como nos veíamos tarde no quedaban muchas personas en el edificio, excepto el portero, así que el problema sería pasar desapercibido, pero: ¡De esta noche no pasa! ¡Ya no soporto compartirla! Esto se ha vuelto un suplicio. ¡Así no puedo!

Espero impaciente, al fin llega. ¡La hora de mi cita! Me acerco al edificio que espiaba con atención, subo por el elevador hasta el sexto piso para encontrarme con mi amor, siempre puntual, a las ocho de la noche, quiero disfrutar cada minuto, noto que aún no termina, había visto entrar al otro con el que se ve, no salen, pero si: ¡Ya son las ocho!

Entro a la recepción, hay una pequeña sala donde podía esperar mientras terminaban, esa puerta siempre estaba abierta, no así la de su oficina, que siempre estaba cerrada cuando estaba en sesión, ya había intentado abrir, con mucha cautela, pero no se puede, será mejor no intentarlo. Aunque puedo acercarme para escuchar, acerco mi oído a la puerta, creo que se están despidiendo, aléjate, camina, tranquilo, no se debe notar que estabas espiando, actúa natural. Salen.

—Buenas noches —me dicen, solo pienso: ¡Contesta! —Buenas noches. ¡Hola, Doctora! ¿Cómo está? —Me dirigía a la psicóloga. El otro sale apresuradamente y me tiene sin cuidado. Con una seña de su mano izquierda, la psicóloga me invita a entrar, cada uno conoce su lugar, después de sentarnos dice: —Te escucho. —Inicio hablando. —Me he sentido mejor, creo, han bajado mis ansiedades, pero tuve un sueño esta semana, me ha estado molestando, es sobre ti. —te miro, no hay reacción, solo cuestionas. —¿Qué pasa con la psicóloga en el sueño? —Pues comienza cuando estamos en el consultorio, como ahora, me dices que todo este tiempo te he gustado, que te dan ganas de besar mis labios, te acercas, me besas, me abrazas, no sé qué hacer pero lo disfruto, me acerco a ti, me excito, así que nos quitamos la ropa, recorro tu cuerpo, me miras, te gusto, lo estás disfrutando, luego me besas un poco más, me pides que te penetre; aunque sorprendido. ¡Me

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Número 3: Locura

encantas! Así que lo pienso, voy a intentarlo, justo cuando te voy a penetrar me despierto, llevo toda la semana pensando en eso, no puedo dejar de soñarlo. ¿Qué piensa doctora? —¿Qué piensas al respecto? —Regresabas las preguntas como era costumbre, te confesaba. —Me encantaría que pasara, no sé exactamente en qué momento, pero me enamoré de ti, eres bella, inteligente, me escuchas, y sé que tú me amas también. —¿Por qué piensas que la psicóloga te ama? —¿Es una pregunta retórica o algo así? —¡Ella debía saber porque la amaba tanto! Si no lo sabía tendría que decírselo. Continúe. —¿En serio no lo sabes? —No. —Contesto.

—Porque me escuchas, porque piensas en mí, me lo has dicho.

—Lo que te está pasando, les pasa a más personas, se enamoran de su terapeuta, pero es algo ficticio. —Tu comentario me había dolido, no era posible, el amor llega y ya. —¡¿Qué, ficticio?! Me estás tratando de decir que haber dejado de pensar en la persona que me trajo aquí, no sacarte de mi cabeza, no querer compartirte, que me enciendas ¿es ficticio? —No es tan simple en efecto.

—Ya no sabías que decir. Te grité —¡Bésame! —No. —Te rehusabas, no quería hacerlo, pero me obligaste, no tenía que ser así, pero saqué la navaja, sentencié, mientras acercaba el filo a tu mirada: —¡Bésame te digo! —Temblorosa me besas: ¡¡Uff!! ¡Qué aroma! ¡Qué labios! ¡Cómo besas! ¡Joder! Estoy excitado, mi pene crece.

Te desnudo, no quieres, tratas de hablar, te abofeteo, caes, te rompo el pantalón, quiero pero: ¿Te penetro? ¡Lo intento! ¡No puedo! Se bajó la erección. ¡Maldita sea! Estoy muy enojado, quiero penetrarte como sea. ¡Claro, la navaja! La sumo una y otra vez, te he penetrado, dejas de moverte, estoy manchado: ¡¿Es sangre?! ¡¿Qué hice?! ¿Qué hago? ¡Me descubrirán! Intentaré salir sin que me vean; salgo del consultorio, no uso el elevador, bajo por las escaleras, llego a la planta baja, no hay nadie, logro salir, pero aún no acabo.

—Cuando lo soñé me horrorizó que regresó a la imagen del consultorio, como si fuera el portero y me encontrara con la escena, veo mi cuerpo semidesnudo, inerte, sucio, muerto. ¿Te imaginas? Es una escena dantesca, y… me despierto. Puedes decirme: ¿Qué refleja?

—¿Lo habías pensado? —Mi analista siempre regresaba las preguntas, pero moría de ganas de contarle, tenía que pensarlo, aunque ahí salían palabras de la nada, mi voz comenzó a emerger del fondo —¿Será que aún deseo morir? No me gusta pensar que sí, menos así de sangriento, mirarme reventada al final del sueño me paraliza, aún despierta, tengo miedo.

—Vale, pues hasta aquí nos quedamos.

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Especímenes por Cheli Oh Encontré debajo de la cama de mi hermana una nota subrayada del periódico más popular de nuestra ciudad natal, Campeche. Me restregué los ojos al tiempo que ataba al barandal a Cata, mi gata.

La nota describía la llegada de una compañía japonesa que contrataba personas con cualquier tipo de discapacidad física y mental.

Desde entonces se habían postulado cientos de campechanos, la cifra superaba los doscientos mil. Ni siquiera imaginé que en tan poco tiempo se lograra reclutar a toda una serie de especímenes humanos, por así decirlo.

Lo que llamó mi atención, fue ver el nombre de un antiguo amigo de la secundaria, al cual dejé de frecuentar desde hace un par de años. Había indagado con compañeros sobre su paradero, pero nadie me daba noticia suya. Claudio, era el hombre más codiciado de la técnica 6; su cabello negro y lacio daban la impresión de ser la creación de un dios muy bondadoso. ¡Quien lo imaginaría!, hoy leía su nombre entre la lista de estos tristes infortunado. ¿Cómo era posible que su nombre encabezara la lista? Me apresuré a leerlas breves semblanzas de cada postulante. Claudio padecía un problema que se denominaba: mente en blanco, que consistía en sufrir lapsos de olvido cada que alguien mencionara la palabra tengo. Tengo un chingo de hambre fue la última palabra que sus oídos escucharan, lo que provocó que olvidara casi todo; de hecho, ese día salió de la oficina en dirección a la perrera municipal y pidió que le aplicaran la vacuna contra el moquillo. ¡Pobre Claudio! No recuperó la memoria hasta el día siguiente, cuando sonaron las campanadas de la Catedral. Otras palabras que le provocan su mal son: teléfono, trabajo y los verbos caminar y ser en todas sus conjugaciones. Cuando terminé de leer la nota tenía lágrimas escurriendo en mis mejillas, no sabía que había pasado, ni por qué tenía entre mis manos el periódico. De momento creí que estaba soñando, pero cuando maulló insistentemente una gata obesa con el hocico deforme, pude darme cuenta de que estaba bien despierto. ¿Qué hará esta gata atada a la pata de la cama? Salí corriendo, las lágrimas me escurrían tan copiosamente que decidí sentarme en una banquita en la Alameda mientras intentaba descubrir por qué tenía la ropa llena de pelos blancos y pardos y un bonche de llaves sostenidas por un gancho que tenía un paisaje muy bello con letras muy grandes se leía: Osaka, la ciudad de la tecnología.

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acordamos asistir al festival de la comarca. Nunca había ido a uno. El festival se celebraría con naturalidad dentro de una semana y se llevaría a cabo en la plaza.

Pero, Esther y yo lo celebraríamos en casa de mis tíos.

El festival llegó finalmente. Esther vino. Tomamos cerveza, vimos películas, cantamos en el karaoke e incluso partimos una piñata. Mis tíos y mis padres se quedaron hablando después de la cena.

Acompañé a Esther a su casa. De regreso vi que la gente regresaba de forma rápida y nerviosa a sus casas. El calor era insoportable, aun así, la gente cerraba las ventanas, puertas, rejas y guardaban los coches. En pocos minutos la comarca quedó sumida en el silencio.

Cuando llegué a casa, escuché la plática que tenían. Era lo mismo. Se llevaría a cabo algo hoy esta noche. Algo de vital importancia. Algo que supuestamente debía de hacerse para la Virgen del Gallo de Oro. Un ritual. Me fui a dormir. Estaba cansado para saber de vírgenes.

La noche es imposible. No podía dejar de moverme en la cama. No pude parar.

Finalmente me levanté para bebe un vaso frío de Coca-Cola. Oí unas risas, creí que estaba borrachos, pero después las carcajadas aumentaron, se hicieron más fuertes, agudas en insidiosas. Las carcajadas no eran solo de aquí. Toda la comarca estaba en carcajadas demenciales, carcajadas que yo no comprendí. Fui a mi cuarto y vi por la ventana a varias personas desfilando hacía la plaza. Usaban máscaras, dejando sonar las carcajadas. No pude soportarlo más. Era demasiado.

Abro la puerta y veo a mis padres con máscaras. Se acercan. Ríen con fuerza esquizofrénica. Mis tíos ríen tanto que la máscara empieza a caerse, y veo sus rostros retorcidos en una mueca horrible. Se acercan a mí, sintiendo una mano en mi hombro.

LA CARCAJADA por H.M. Magaña Las vacaciones con mi familia en la comarca de Gallo de Oro han sido un mortal aburrimiento, y eso es poco decir. El clima caluroso, junto con los mosquitos, me impedían dormir. Siendo muy pocas las veces en que podía sentirme bien a la mañana siguiente. Esta noche no es la excepción, y al no poder dormir decidí levantarme e ir a la cocina a beber un poco de limonada. En ella, estaban mis tíos, tías y padres. Hablaban en susurros.

Hablaban de algo que no comprendí bien.

—Tiene que hacerse este año.

—¿Pero cómo lo haremos?

—Como siempre ha sido. No puede ser de otro modo.

—Tienes razón.

—Recuerden. No podemos parar en toda la noche.

—Bien. Debemos hacerlo Me fui a dormir. La plática no parecía ser importante y además no quería interrumpir a nadie. La noche fue agotadora; dormir se convirtió en un esfuerzo tremendo. Los mosquitos zumbaron como locos y el viento ululaba como quisquilloso.

Cuando me desperté fui a visitar a mi amiga Esther, que vivía del otro lado de la calle. Hablamos un buen rato y después 29

S A R A C S L AS DO A R U C O L A DE L por Donella

Locura... es un tema muy complicado de hablar. Es un hecho que todos tenemos algo de locura en nuestro interior ¿Cómo detenerla? No se puede, sencillamente llegará el momento en el que suceda algo que te va a trastornar lo suficiente para que esa locura salga a flote.

Piénsalo bien, puedes volverte loco con lo que sea, desde un amor no correspondido hasta la pérdida de un familiar o amigo. También podemos perder la cabeza en nuestra lucha por conseguir lo que tanto anhelamos, ir en el camino y perder la razón no suena tan fantasioso ¿o si ? Es curioso en realidad. La locura es como un ente que elige a determinadas personas.

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Número 3: Locura

Resulta muy fácil perder el hilo de la buena conducta cuando todo empieza a ir en picada. Es cierto, siempre puedes salir adelante; la felicidad es una elección. La felicidad es una actitud ¡No, no es cierto! La gente suele decir eso muy a menudo porque piensan que estas deprimido o triste porque decidiste aislarte del mundo, por querer tomarte un respiro de todo ¿No se dan cuenta de que la depresión y la locura son cosas totalmente diferentes?

No, porque no todos vivimos la locura de la misma manera.

No es depresión, basta con ver personas que no están a tu alrededor, con escuchar cosas que nadie está diciendo. Las alucinaciones causan más cansancio psicológico que físico, eso es un hecho, además del desgaste emocional, tener que lidiar con los problemas de un estudiante/persona normal es un total dolor de cabeza. Entonces me parece normal que una persona quiera alejarse de la gente real.

También me parece un sinónimo de destrucción. Viéndolo fríamente, no sólo causa estragos a quien la padece, también a las personas a su alrededor, porque, claro, debe ser sumamente duro que tu mente se deteriore rápidamente sin ninguna cura, que poco a poco vayas perdiendo recuerdos preciados o conocimiento de quién eres… o fuiste ¿Y quién es el culpable? ¿la genética? ¿la sociedad? ¿mala suerte?

Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero es una realidad que existe ese algo que lo transforma todo en un remolino interminable de visiones y voces que sólo atacan a quien los percibe. Sólo agreden a las personas que tuvieron, quizá, mala suerte.

Por otro lado, la locura no es siempre algo totalmente maligno y cruel. También puede ser maravilloso, una especie de hermoso escape de la realidad. Ese hermoso pase de salida hacia una vida diferente, hacia un mundo que tu mente creo especialmente para ti. Porque no todo el tiempo podemos estar a gusto con lo que nos rodea, a veces la locura puede llegar a ser una dulce tentación que nos anestesie por momentos ¿a quién no le gustaría olvidar las presiones del mundo un rato?

Pero claro, es tirar una moneda al aire. Te puede tocar el cielo en todo su esplendor o el infierno mismo. Pero al fin y al cabo ¿Qué podemos hacer al respecto? Exacto, nada. Sólo nos queda bajar la cabeza ante este monstruo y aceptar lo que sea que nos depare su terrible decisión.

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LA LOCURA EN EL ARTE por Fernanda Loutfe

se deshacen de su locura y que sin ella no podrán crear obras tan buenas como las que habían estado haciendo ya que su éxito comenzó en el momento en que se enfermaron.

Un ejemplo es el de Adolf Wölfli, quién en 1895 fue ingresado a un manicomio en Suiza por su esquizofrenia y mientras estaba internado empezó a hacer dibujos, aunque casi no tenía material, lo que lo distingue es que en sus dibujos cubre todo el papel, ningún espacio se queda en blanco y además de eso incluye notas musicales de sus propias creaciones.

Esto ayudó a Wölfli a mejorar, hasta su psiquiatra estudiaba su mejoría a través de su proceso creativo y se dio cuenta de que estas creaciones ayudaban al artista a liberar sus emociones.

Y éste no fue el único artista que desarrolló su creación al estar encerrado en un psiquiatra, en 1918 Aloïse Corbaz fue ingresada a un hospital mental ya que empezó a tener alucinaciones después de

Según la RAE el arte es la manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. Pero ¿Cómo serían estas interpretaciones si el artista ve la realidad de forma distinta? Muchos de los artistas más famosos han sido internados en hospitales mentales debido a que sufrían distintas enfermedades, como la psicosis, en el caso de Aloïse Corbaz y de Vincent Van Gogh, la bipolaridad de Edward Munch, la esquizofrenia en Louis Wain y en Adolf Wölfli, el alzhéimer en el caso de Willem de Kooning, entre otros. Estas enfermedades ayudaron a los artistas a hacer obras que los distinguen de los demás gracias a su interpretación del mundo y la forma en que expresan sus sentimientos e ideas, toda forma de arte es una manera en que el artista expresa lo que siente y lo que cree y, en el caso de los artistas locos, expresar sus pensamientos y emociones de esta manera puede llegar a curarlos. Para estos artistas el arte se vuelve su forma de conectarse con el mundo.

En algunos casos los artistas no se quieren curar porque piensan que pueden perder su creatividad e inspiración si 32

Número 3: Locura

experimentar un caso de amor no correspondido por parte de un gobernante, al entrar a este hospital empezó a hacer dibujos en los cual incluía a mujeres intentando seducir a militares, lo más extraño de sus obras es que los ojos de las mujeres a las que pintaba están vacíos.

Por el otro lado, también hay artistas que ya se dedicaban a esto y tenían formación artística previa pero al agudizarse sus enfermedades y a la medida en que éstas avanzaban también avanzaba su creatividad, y sus obras más famosas son las que crearon cuando su locura estaba muy avanzada; el ejemplo más conocido es el de Vincent Van Gogh, el pintor holandés que durante su vida no vendió ni un solo cuadro pero en la actualidad es de los pintores más conocidos y sus obras son de las más prestigiadas, empezó a pintar entre 1860 y 1880 después de varios trabajos fallidos e hizo varias pinturas con un tono sombrío, pero las más reconocidas son las que pintó cuando fue ingresado al manicomio de Saint-Rémy después de conocer a los artistas impresionistas y de intentar imitarlos, sin embargo por la forma en que el veía su alrededor y los colores, las obras que creaba eran muy distintas.

Un último caso es el del pintor de gatos inglés Louis Wain, él fue conocido por pintar gatos en distintas situaciones, sus pinturas incluían a gatos fumando, tomando y comiendo alrededor de una mesa, riendo y peinándose, sus dibujos aparecían en libros y tarjetas, pero a los 57 años, después de que su esposa muriera de cáncer fue diagnosticado con esquizofrenia y fue internado en un centro psiquiátrico, al estar encerrado ahí siguió dibujando gatos pero éstos cada vez se volvían más extraños y los pintaba con colores muy vibrantes y llamativos, la excentricidad de sus obras aumentaba al mismo ritmo que su enfermedad.

Para que un artista sea bueno y reconocido no es necesario que esté loco, sin embargo éste es un factor extra que hace al artista y a sus obras más interesantes, le da otra perspectiva a las cosas y hace que el espectador se apasione más por sus creaciones porque lo hacen experimentar sentimientos que ninguna otra obra les había provocado, y lo hace pensar en situaciones que jamás se había imaginado.

Los pintores locos han influido mucho en el arte, creando géneros como el arte marginal e inspirando a muchos artistas que han tratado de imitarlos.

Bibliografía Balsells, M. P. (s.f.). Arte y Locura.

Obtenido de http://www.grafoanalisis.com/Arte_y_Locura_.pdf Berazaluce, I. (30 de 03 de 2012). Cooking Ideas. Obtenido de https://www.cookingideas.es/arte-sonado-20120330.html Buchbinder, M. (s.f.). Imago agenda.

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Locura por Enrique Frías A María Panero Sois vosotros los que están en la cárcel, yo no.

Dijo el loco antes de volver a su jaula a su cárcel, a su nuevo hogar.

El loco más loco, el más lúcido quien articula su lenguaje con frases, con poemas, o inentendibles palabras, quien articula su andar denso, oscuro, viejo, maniático pero lúcido al fin ese loco, que sabía que estaba enfermo.

Pequeñas voces

La separación de su mundo con el mío sólo es una verja racional, una verja entre lo que creemos.

El enfermo es uno -para élen su locura racional, uno, racional, estático, frecuente.

por Guillermo Rocha Tu pequeña voz me habló susurrante, pareciera la acción de un rumiante. ella, la hija de mi voz se refería a mí como mi consciencia. me hallaba en estado de limerencia.

Me aconsejaba, sobre si debía hacer esto o aquello.

No podía distinguir si me hablaba el hada o el ogro. finalmente, interpreté las señales y te dejé escritas, en el buró las más recónditas claves ella me suplicaba que no la ahogara, entonces, le permití que ella continuará…

El mundo exterior como cárcel nos devorará.

No hay separación entre el mundo del manicomio y el mundo como hogar a todos la locura nos devorará porque nunca sabremos qué es lo bueno ni cuál es la verdad.

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Nuestros colaboradores ✥ Kislev Jared Santamaría Morales (18 años) Xoxtla,Puebla.

Considero que a veces la consciencia no es tan fuerte para hacernos dar cuenta de nuestra vida, así que necesitamos un papel escritosaconscientes.blogspot ✥ Fernando Mendoza Resendiz (Reséndiz) (Puebla) Diseñador gráfico, maestro en docencia, caricaturista e ilustrador.

Integrante de la banda El hombre que sabía demasiado, y locutor en radio BUAP. ✥ María Olivia Guarneros Rodríguez (39 años) Puebla.

Estudió Lingüística y la Maestría en Ciencias del Lenguaje en la BUAP. Docente. Ganadora del Concurso Mujeres en vida, 2017. oliguarner7@gmail.com ✥ H. M. Magaña 19 años, Xalapa.

Actualmente estudia la licenciatura en Letras Hispánicas. Gusta de H.P. Lovecraft, Edgar Allan Poe, Arthur Machen y Stephen King, entre otros. ✥ María José Grajeda Zimbrón (Donella) (20 años) Puebla Estudiante de la Lingüística y Literatura Hispánica en la BUAP. Técnica en Turismo con especialidad en Gastronomía, ex-estudiante de música en el Conservatorio de Música de Puebla. donella_rocker@hotmail.com

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Estudiante de lengua y literatura hispánicas en la FES Acatlán (UNAM). abrahamhdez20@outlook.es ✥ Alejandro Rangel (24 años) Morelia.

Leer me ha dado la oportunidad de hablar con Sócrates, Dante, Virgilio, Artaud, Scherezada y demás. ✥ Luis J.R. González (15 años) Tula, Hidalgo.

Estudiante de preparatoria, trabaja con el profesor Jahzeel Acevedo. ✥ Arbos Lem Espíritu libre, alma bohemia embelesada con las letras, fecha de nacimiento y muerte desconocidas. Sin profesión, con vocación: servir a los demás. arboslem@gmail.com ✥ Fernanda Loutfe, (19 años) Cholula, Puebla ferlorozco@hotmail.com ✥ Guillermo Rocha (CDMX) @jesuismemorocha (Twitter) ✥ Christian Cazares (Dokkaso) (26 años) Puebla @Dokkaso (Fb e Instagram)

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Cuenta con su propia trayectoria literaria.

✥ Enrique Frías, (Oaxaca) Estudia la licenciatura en Enseñanza de Idiomas en la UABJO. Escribidor, poeta, encuadernador, onironauta y a veces dibujante.

La lectura y escrituran rescataron mi vida @EnriqeFrias (Fb e Instagram) ✥ María de la Luz Lopez Sanchez (Cd. Juárez) zirenadeldesierto@gmail.com ✥ Laura Tela Rodríguez (Argulus) lau_cym@hotmail.com