Jorgelina

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Jorgelina


Una mujer puede descubrirse a sí misma a través de su reflejo en el otro. Ésta es parte de la huella que has dejado en mí. Algo del paso de tu tiempo por el mío. Y si la vida es un relato que se mueve entre opuestos, nos balancea como en el mar... a mi, a vos y al amor.


deseos y sueĂąos



deseos I

es imposible ‘soltar' lo nos hace perder la cabeza, esa apasionante sensación de perder el control salirnos de quién creemos ser, pero no somos porque quizás –fuera de toda norma y toda pauta– es donde realmente nos proyectamos enteros con la excitación a flor de piel, la sangre ardiendo, la piel en llamas y la mente totalmente alterada es ahí donde somos, nosotros, más allá de nosotros de nuestras convenciones y de nuestros pensares de aquello que –externo o propio– nos condiciona por fuera de nuestro limitado sentido del 'querer ser' ahí, donde perdemos la cabeza, en ese momento es donde nos encuentra un gozo indescriptible y caemos en la vorágine del deseo, del placer darías todo lo tuyo, lo que eres, cada parte de ti por sentir la adrenalina corriendo por tu cuerpo porque ahí es donde finalmente eres, real, libre no posible ‘soltar’ eso, una vez que lo has vivido no es posible volver a vivir siendo alguien más, luego de haber sido tú, al menos un segundo




sueños I

despierto, aún en sueños si mi piel amanece en tu boca

deseos II

No sé si el vino o el maravilloso sabor de tu lengua , pero un fuego se inicia ahora en mi boca. Corre lento con el viento -rumbo sur- mientras un temblor de cuerpo entero anuncia la llegada de todos los incendios.

sueños II

con los ojos cerrados todavía puedes sentirlo la sensación de embriaguez, el calor la presión de las costillas contra las sábanas la palma de la mano que se enfría en la pared puedes sentirlo, ese estremecimiento su voz que llega en susurros suaves te ha robado el despertar, no abres los ojos así es, aún puedes continuar soñándolo


deseo III

y es así como te sé, de la forma en que sabe a otro mitad deseo, mitad intuición

sueños III

Un día te verás reflejado en mis ojos húmedos y en mi sonrisa lo comprenderás todo

deseo IV

Podría surcar mi cuerpo y sembrarlo. Construir ordenadas acequias, regarlo con pequeñas gotas. Podría. Pero prefiero dejar que desbordes, como el Nilo, que me inundes entera. Empapada, cada vez más fértil, más plena. Cuando se retiren tus aguas, construir canales en mi mente para conservarte y magníficos templos para recordarte. Hasta que vuelvas. Porque aún si tus aguas se transforman en sangre, siempre que llegues, beberé.



ilusiones y realidades


ilusiones I

Sentada e inmóvil, miro un poco nerviosa hacia todos lados. Nerviosa y feliz. Excitada.Todo parece estar igual. Sólo algunos encuentros con miradas curiosas, que no puedo sostener. Será que lo saben?.. No, tranquila. Miro fijamente mis manos, con los dedos entrelazados. Aprieto más, pero de los entresijos aún sale luz. Levanto mi cabeza y lo veo allí parado. Aún lejos, pero mirándome fijamente. Su sonrisa respondiendo a la mía. No sé cómo, pero él lo sabe. Sabe que hoy, me he robado el sol.


realidades I

Pocas cosas son más difíciles que intentar moverse cuando se está en estado de desconcierto. De pronto, los arriba resultan abajo, hacia adelante deriva en hacia atrás, lo que era diáfano se vuelve turbio. Podemos pretender estarnos quietos, casi no respirar, tratar de percibir si el mundo aún gira alrededor, reincorporar la habilidad para orientarnos. La pregunta es si somos realmente capaces de permanecer inmóviles en este universo en expansión, en un entorno donde todo y todos cambian, aún aquello que pensábamos firme y referente. No será no movernos una forma de discurrir hacia un lugar al que no queremos llegar? Pocas cosas son más difíciles que intentar pensar-se cuando se está en estado de desconcierto



ilusiones II

Tranquila. Esa lluvia que hoy cae de tus ojos, finalmente hará florecer este desierto. Y un día, cuando todo haya pasado, caminarás -casi sin darte cuenta- por campos en flor.

realidadesII

Ayer me apoyé en ese árbol. Yo tomaba un café y Martín fumaba. Me sentía segura, tranquila. Nada me hizo pensar que hoy podía verlo quebrado en el suelo. Partido. Nada en su corteza, ni el color de sus hojas... Aún están ahí sus otras ramas. No sé nada de ellas, ni del árbol. Quizás lo corten, por seguridad dicen. Por miedo, diría. Como si no pudiésemos permitirnos dejarlo ser sin conocerlo o lo que es peor, asumiendo que podemos juzgarlo todo por un hecho. Hoy me quebré. Soplaste y me quebré. Perdí una de mis ramas secas, no sé cómo está el resto, si siguen bailando las hojas con el viento, en que estado está cada nudo, cual es la resistencia de cada fibra. Nadie lo sabe. No sé si soportaré otra tormenta, solo sé que no quiero que me tales.




ilusiones III

con capas y más capas -de ganas, deseos, ilusionesconstruimos esta milhojas de sueños que somos, esperando -algún día- ser reales.

realidades III

No, no es que sobrevivas, mueres. cada vez que algo te quiebra te parte el alma en mil pedazos, no sobrevives pero renaces uno, dos.. mil nacimientos quién eres ahora? toma tiempo saberse otra vez sentirte el pulso, decirte nuevas palabras esa que escuchas pensar, eres tú te reconoces?


ilusiones IV

Hay quienes dicen que la vida es simple. A mi me parece tremendamente complicada, llena de idas y vueltas, de detalles, de aspectos, de caminos posibles, de visiones diferentes.. y así es cómo, muchas veces, me pierdo. Quizás, se trate sólo de tener la capacidad de "hacer fácil lo difícil". Eso que tantas veces él me ha dicho, me ha pedido, y yo sigo sin poder encontrar la clave para lograrlo. Espero encontrarla antes de que sea tarde y que mi tortuoso camino me aleje de aquello que debería ser sencillo: mirarnos largamente a los ojos, sonriendo, hasta perdernos el uno en el otro.



palabras y silencios


palabras I

Muchas veces pienso que mis palabras –las escritas y las habladas– están hechas con el aire que respiro. Puedo sentir como van tomando forma en mi mente, moldeándose desde mis pulmones. Es por eso, que cuando la angustia me aprieta el pecho las palabras se agolpan en mi cabeza sin poder salir. Se acumulan, se entreveran, sin orden ni relación, hasta que finalmente pierden el sentido. Y, cuando la sensación de asfixia lo vence todo, respiro profundamente y salen disparadas, violentas, sin medida ni sentido de la oportunidad o la conveniencia. Por ello, cuando alguien me deja sin aliento, enmudezco y cuando finalmente me toca tras el suspiro escapan las más bellas palabras.


silencios I

crear con el silencio, en la pausa casi la nada, que a la vez, es todo proximidad, desenfoque, lejanía pinceladas de luz, aquí y allá un jadeo, el sonido de un roce aquello que por mínimo te implica y contigo, a todo tu mundo

palabras II

Idas, vueltas, dimes y diretes, réplicas y contrarréplicas son como un viento arremolinado que entrevera tus ideas en una agobiante sensación de ir directo a una tormenta. Caminas sin rumbo, luchas, hasta que al fin algo te golpeay te detienes, levantas la cabeza, miras firme al horizonte.

silencios II

el viento golpea todas las cosas y el sueño anhela el silencio desvelo... o quizás sea tu pregunta percutiendo en mi cabeza



palabras III

Ya no tengo palabras. Todas han sido dichas, interpretadas. Que podría decirte ahora? Cómo? Cuando? Quizás deba buscar un lenguaje nuevo, que no cargue con el peso de nuestra historia. Un lenguaje sin sonidos, ni interpretaciones. Eterno . Para llegar a vos como antes y para siempre.

silencios III

en silencio decide sumergirse en su pena como si fuera sólo suya porque no sabe lo mucho que puede dolerme su dolor

palabras IV

En ese lugar en el que me escondo, para construir mis muchas versiones, tú montas los espejos para todos mis rostros. Con tus palabras, abres el juego reflejos que permiten verme en múltiples formas y, a la vez en una única, en esencia.



placeres y melancolĂ­as



placeres I

Le despertó una vibración en la almohada. –El celular –se dijo entre sueños y se acomodó para seguir durmiendo. Otra vibración. –El celular! Empezó a tantear la cama, hasta encontrarlo. Con un ojo abierto y el otro cerrado, miró la pantalla en negro. Tiene que ser él. Se agitó. Los ojos le pesaban y el brazo le temblaba, era como si toda la energía de su cuerpo, se hubiera concentrado en la punta de su dedo. Lo estiró hacia el botón de inicio, imaginando que lo llevaba hacia él, a la curva suave de su nariz, a la comisura de boca, al arco de sus labios. Comenzó recrear cada gesto de su cara, la forma de cada centímetro de su cuerpo; se enredó en su barba, bajó por el mentón, hacia el cuello, el pecho, de detuvo en su ombligo y más, mucho más. Imaginó que su pequeña mano se convertía en la de él. La dejó recorrerse lentamente. Solo podía sentir su respiración y su cuerpo tensándose contra la sábanas, lentamente. Apretó su cara contra la almohada. Casi podía sentirlo allí. Olerlo allí. Dejó jugar libres a ambas manos. Se estremecía con cada movimiento, con cada roce. Cada vez más, hasta acabar. El celular vibró una tercera vez –Y si no es él? Digitó rápidamente el código de acceso. Un mensaje nuevo. Quedó mirando el ícono como hipnotizada, batallando entre la intriga y el miedo. No se habían despedido de la mejor manera. Esas tontas discusiones más llenas de un ‘te amo’ no dicho, que de otras cosas. Mil posibilidades pasaron por su mente. Respiró profundo y despejó su cabeza, tomó el celular nuevamente y leyó: “buenos días, mi vida, sólo quería despertarte con un beso"




melancolías I

Te escondes en la sombra de un texto que no he escrito, de palabras que no he dicho, de caricias que no he dado. Te escondes de los besos, de los susurros, de las ganas. En

lo

oscuro

puedo

verte,

puedo

sentirte.

Oculto -no de mi- sino de un mañana posible, del 'quizás algún día te extrañe'.

placeres II

Aunque un paisaje de detalles nos distraiga, desenfoca la mirada que la ruta es clara. Camina conmigo, toma mi mano, aquello que es realmente importante ya nos ha sido dado.

melancolías II Inada

crece en las cenizas que dejas cada vez que te

incendias; no te engañes, aquí no hay ave fénix, ni inmolación, ni sacrificio sólo queda el temor que te llevó a quemar los puentes sin cruzarlos; sólo restos de lo que fuiste, que se llevará el viento con el tiempo


placeres III

... en plena conversación estallas en carcajadas de esas auténticas, contagiosas y aún si se trata de mi, no puedo evitar reírme contigo, conmigo.

melancolías III

Llegas. Te dices que has llegado. Pero la sensación dura un instante. Pronto te das cuenta que allí no hay nada. El lugar deseado está aún más lejos. Nunca se llega, solo se camina.

plaveres IV

es probable que caigamos otra vez que nada dure lo importante es sostener la alegría cuando la conseguimos junto al amor, la confianza y la amistad porque son nuestras y es ahora!



encuentros y desencuentros


encuentros I

Quizás, el amor sea sólo deseo y algo más, pero es un deseo poderoso. Capaz de llevarme a donde nunca he estado, extrañar lo no he vivido, imaginar lo que no he sentido. Puede dejarme la noche en vela tratando de imaginar su perfume en mi almohada, el tacto de sus manos, el roce de su pelo. Puedo acabar mil veces con solo escuchar su risa en un mensaje, un susurro. He despertado. Me ha despertado, la mente, el cuerpo, el alma. Me recorre el cuerpo la ansiedad por finalmente sentirlo. Impaciente. Porque no ha habido nada antes que él, sólo simulacros. Intentos de un deseo reprimido. He renacido, con él. Y esta nueva yo, es una niña deseosa, curiosa, con ganas de vivir, de volar. Como en todo renacer, quedan vestigios de nuestra vida anterior. En mi, nutren ese ‘algo más’ que acompaña el deseo, que subyace a todo momento, a todo ánimo. A toda circunstancia. Eso que me hace saberlo como hombre: profundo, luchador, sobreviviente, a la vez amante de la vida y descreído. Herido mil veces, pero presente siempre, para mi, para otros, para muchos.. Es mi vida pasada –con los miles de desaciertos, las confianzas traicionadas, las personas sin nada que dar que he conocido– la que me traerá aquí, con él, siempre. Porque nada, vale más la pena. He renacido, porque he conocido a un hombre tan inmenso como el mar y me resulta difícil quedarme en la orilla, porque aún en la tempestad más intensa, quiero zambullirme en él.


desencuentros I

los dedos repiquetean sonidos tristes dedos cobardes -sin rozar aquella piel ni hundirse en esa bocasueñan, crean siluetas ficticias con sangre en el mante

encuentros II

Se levantó de la cama atravesó la casa atravesó la puerta atravesó la calle atravesó la ciudad atravesó el mar entró en su corazón y se acostó en su vida. l



desencuentrosII

esperar, una y otra vez aquello que anhelas con el deseo doliendo de espera

encuentros III

como dos botes en el agua, vos y yo alternamos en la luces y en las sombras, nos acercamos y

alejamos

con

las

corrientespero

ahĂ­

estamos

–sabiendonos– meciendonos juntos con el viento


desencuentros III

Jorgelina se despertó ese día sintiéndose sola. Sin abrir los ojos, movió los pies bajo las sábanas. No encontró a nadie. A medida que sus sentidos despertaron sintió una voz en la cocina. Recordó haber dejado la televisión prendida. Abrió los ojos, miró el ventilador girar en el techo. Su movimiento constante y el sonido metálico le generaron una profunda desazón. Se levantó con pereza y caminó hacia la ventana. La lluvia torrencial caía como cascada sobre el vidrio y reflejaban sus hermosos ojos café. Tenían un brillo extraño, iluminados por el reflejo de la veladora en un espejo. Una pequeña maravilla que no pudo ver, concentrada en una mujer que luchaba contra el viento, que volteaba su paraguas. Pensó cuánto iba a mojarse al salir. Cerró de un tirón las cortinas. No pudo ver a Ernesto, que en la calle y empapado, la observaba absorto como todas las mañanas a esa hora. Abandonó la ventana y fue a darse una ducha. El agua caliente recorría su cuerpo y el jabón mimaba su piel. Sus manos eran suaves, expertas, pero su mente no estaba allí. Con los ojos cerrados viajaba por el pasado. Añoraba encuentros con otras manos lejanas. Al salir, se miró brevemente en el espejo. Escrutó sus arrugas, sus defectos. Pensó en maquillarse y abrió el cajón; si, allí estaba todo lo que necesitaba. En la cocina, se hizo un café turco. Un increíble aroma, pero al probarlo recordó que no tenía azúcar . –¿Llamaría a la despensa para que el muchacho le trajera un pedido?. No. Iba a tomarlo amargo– Prefería no hablar con nadie. Al mismo tiempo, en la despensa, Ernesto imaginaba a su jefe diciéndole que había un pedido en el edificio de la esquina, para el 202, la señora Jorgelina. Camino al estudio, Jorgelina decidió dejar el paraguas roto. Estaba mojándose de todos modos. Al llegar, con el pelo revuelto y empapado, se encontró con las chicas preparadas para rodar el comercial. Esbeltas y espléndidas. Hablando de temas intrascendentes.Se preguntó si, de ser así, estaría tan sola. Se respondió automáticamente: –en un mundo tan superficial, la gente no se detiene a observar a los demás en profundidad, es por eso que estoy sola– Sonrió satisfecha con su argumento. Dió media vuelta y entró en la sala, sin ver que la saludaban desde lejos. La filmación transcurrió como siempre. El director de cámara intentando juegos con profundidades de campo.


Ella tenía sugerencias pero calló: – es insensato pretender hacer arte en un comercial de agua saborizada– Mirando lo que pasaba del otro lado del vidrio, vió su reflejo. Se recordó allí mismo, con un viejo amor. Sintió sus caricias en los hombros, sus besos en el cuello. Un sentimiento de congoja la invadió. Lloró en silencio tratando, en vano, de concentrarse nuevamente en los monitores. Las tomas de la mañana terminaron y todos fueron al bar de la esquina. Con la excusa de ir a comprar ‘puchos’, se sentó sola en una mesa de fuera. Con los auriculares puestos, escribiendo. Era 24 de diciembre, la lluvia había parado y la calle explotaba de gente. Muchos conocidos pasaban por su mesa, Jorgelina los rechazaba con gentileza. – Si, si, no me pierdo, nos vemos pronto- dijo, cientos de veces. Concentrada en su escrito, no vio pasar a Ernesto que traía un pedido al bar. Pasó por detrás de su silla lo más lento que pudo. Se detuvo para verla de cerca: la forma de su nuca, su corte de pelo, el modo en que su mano sostenía su cabeza mientras escribía, la forma femenina y fuerte, de su muñeca y la camisa remangada con el pliegue exacto, a la altura perfecta. Se maravilló con los detalles de sus orejas, los lunares de su cuello, en el movimiento de su cabeza con la música. Ernesto chocó sin querer contra la silla; pero ella ni se inmutó. Ya en la calle, comprobó que le habían pagado de menos. Tomaría el doble turno para compensarlo La tarde transcurrió sin sobresaltos. Todo el mundo se fue, para reunirse con sus afectos a celebrar. La calle quedó vacía. Ernesto, quedó solo en la despensa. Recibió muchos mensajes de sus amigos y su familia. Atento y cariñoso les contestó, sin pensar en otra cosa que en ella. La imaginaba en una reunión elegante, con un maravilloso vestido blanco. Los ojos se le llenaron de lágrimas pensando que habían dejado escapar su última oportunidad de encuentro. –Me mudo tan lejos, ya no volveré a verla. Jorgelina, sin embargo, estaba sola en su casa sola. Miraba por la ventana los fuegos artificiales. Pensó mucho, quizás demasiado. Lloró y maldijo su inmensa soledad, su desgracia. Recordó una y otra vez Navidades pasadas. Reviviendo fiestas de abrazos, de besos, de sexo, de compañía. Decidió irse a la cama sin cenar. Nada de lo que tenía en el refrigerador le apetecía. Pensó en ordenar comida a la despensa, pero no pudo imaginar algo que realmente quisiera. Otra vez, prefirió no hablar con nadie. Recostandose en la cama, llevó su vista al baile de sombras del ventilador en el techo. Y volvió a dormirse dejando la televisión prendida, para llenar el vacío.



amores y ausencias


amor I

un día te verás reflejado en mis ojos húmedos y en mi sonrisa lo comprenderás todo

ausencia I

La tormenta llega en la noche. Me enrosco en la cama, resistiendo. Me aferro a la almohada húmeda. Persisto. Amanece, y es tu ausencia, la que me deshace en la brisa como si fuera polvo

amor II

Tocar el cielo con las manos es posible... por qué no? Está más cerca de lo que pensamos.

ausencia II

hoy el día se dibuja en azules quizás sea el frío del silencio o el invierno que llega antes de tiempo


amor III

Amar es fácil. Amamos como podemos, como queremos, como nos sale. Amamos a alguien que nos flecha, sin elegirlo y muchas veces sin contrapartida. Dejarse amar es lo difícil. Pero dejarse amar de verdad. Entregarse entero a otro, que nos ama como puede, como quiere y como le sale. Dejarle entrar en nosotros y que nos conozca, con nuestras debilidades, nuestras histerias y nuestros miedos. Dejarle que nos cuide, que nos acompañe, aún cuando preferimos estar solos. Amar es fácil, dejarse amar es para valientes.

ausencia III

despierto con el frío de este domingo de otoño la almohada se perfuma de recuerdos y la piel se eriza con texturas de ausencia.

amor IV

- Y entonces? - Y entonces, qué? entonces nosotros, después se verá




Lorena PatiĂąo Eguren 2016 -2017


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