Si algo hemos aprendido de esta distopía es que hay cambiar de registro con la misma naturalidad con la que las serpientes se desprenden de su antigua piel. Por eso, nada mejor que Daniela Botero en nuestra portada en una espectacular metamorfosis que confirma uno de los mandamientos post-Covid acuñados por Michele: «No hay personalidades, sino personas».
Bienvenida, evolución.
Fragmento de la carta editorial