Cuando Damares Alves, ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos del gobierno de Jair Bolsonaro dijo aquello de «los niños visten de azul, las niñas de rosa» no podía imaginar que la industria de la moda iba a sacar un megáfono para reírse a mandíbula batiente. Hoy por hoy, los niños pueden —si quieren y les da la gana— vestir de niña y las niñas, de astronauta, china poblana o camionero. Porque el género no es cuestión de color o maquillaje: es una decisión personal.
Fragmento de la carta editorial para nuestra edición de noviembre.