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El viento conoce mi nombre de Isabel Allende, solidaridad con la situación de los migrantes
/ Jorge Munguía eSpitia
Isabel Allende es una de las escritoras hispanoamericanas más leídas, al lado de Laura Restrepo, Mariana Enríquez, Valeria Luiselli, Rosa Montero, Fernanda Melchor y Julia Navarro, entre otras. En 1982 publicó su primera novela, La Casa de los Espíritus, a la que han seguido más de 25 obras. Algunas de ellas son: De amor y de sombra (1987), Eva Luna (1987), El plan infinito (1991), Paula (1992), Inés del alma mía (2006), El amante japonés (2015) y Violeta (2022). Sus libros han sido traducidos a cerca de 40 idiomas.
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Desde hace unos días está en librerías la novela El viento conoce mi nombre (Plaza y Janés; Barcelona, 2023. 348 pp.), surgida de la política anti-migratoria que implementó Donald Trump de separar a los niños. La acción implicó que a los padres se les alejó de sus hijos, quienes fueron encerrados en jaulas. Todo esto lo supo con detalle Isabel Allende a través de su Fundación, que está dedicada a promover y preservar los derechos de mujeres y niños. Así como a ayudar en los Estados Unidos y Europa a los refugiados que llegan de Centroamérica, México, África, Siria y Ucrania. De esa manera conoció
Secretaría de cultura
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), mediante la Coordinación Nacional de Literatura (CNL) y el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia (CCLXV), llevaron a cabo el ciclo Regeneraciones Nuestros Libros, con el objetivo de difundir la literatura de autores nacionales e internacionales a través del reconocimiento y visibilización de sus obras.
El presídium, moderado por la coordinadora nacional de Literatura, Karen Villeda, reunió al poeta, ensayista, traductor y editor Adolfo Castañón y a la ensayista y docente Laura Sofía Rivero, quienes contaron cómo fue su acercamiento a la literatura, sus primeros trabajos, sus experiencias en talleres literarios y procesos creativos.
En su intervención, Adolfo Castañón señaló que durante su infancia siempre hubo libros, periódicos y revistas en su casa, por lo que consideró que fue gracias al azar que tuvo la posibilidad de leer y, posteriormente, de escribir y publicar. “Uno de los primeros textos que recuerdo que escribí fue un poema, que está perdido, sobre Teseo y el minotauro. Sin embargo, uno de mis primeros textos publicados fue una crónica sobre las conferencias que dio Octavio Paz en el Colegio Nacional sobre la tradición literaria y la oralidad, en los años setenta. También publiqué una reseña amplia sobre la obra de Michel Foucault. Esos fueron mis inicios”, rememoró.
Al respecto, Adolfo Castañón comentó que en las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tuvo la fortuna de conocer a muchos maestros, como Juan García Ponce, Huberto Batis, Augusto Monterroso, Salvador Elizondo y José Revueltas, de quien se hizo amigo.
Sobre la repercusión de otros autores en su escritura, declaró que Alfonso Reyes juega un papel fundamental, pues algunas obras de este autor fueron de las primeras lo que le sucedió a una pequeña niña en la que se inspiró para escribir su novela.
El viento conoce mi nombre está integrada por dos historias. La primera inicia en “La noche de los cristales rotos”, acto de brutalidad en contra de la comunidad judía realizado por los nazis el 9 de noviembre de 1938, en Viena. Ese día el doctor Rudolf Adler es herido en el barrio semita y arrestado. Después se sabe que es trasladado a un campo de concentración.
Ante la persecución que surge, la esposa y su hijo Samuel son protegidos por una familia alemana y un viejo militar. La represión aumenta y las familias judías deciden enviar a sus hijos a la Gran Bretaña en los trenes del “kindertransport”, para después reunirse con ellos.
Sin embargo, su madre nunca puede alcanzarlo porque es detenida y enviada a Auschwitz. En tanto que Samuel es acogido por una familia inglesa y estudia música. Después emigra a los Estados Unidos, trabaja como violinista para una orquesta y es comentarista de música clásica en una estación de radio.
La segunda historia ocurre cuando el gobierno americano da la orden de retener a los niños de los emigrantes en los centros de detención, y expulsar a los padres del país. Las consecuencias son atroces por el mal manejo administrativo, ya que las autoridades policiales no registran los nombres, edades, lugares de origen de los infantes, ni tampoco asientan los sitios a los que fueron expulsados los parientes, por lo que cientos de pequeños pierden a sus progenitores e identidades.
En ese contexto, una trabajadora social y un abogado buscan a la mamá de Anita Díaz, una pequeña débil visual que es enviada a vivir en un centro de detención con otros niños. Ahí la niña conoce a Leticia, quien trabaja con Samuel, al cual le cuenta su situación. Inmediatamente el músico decide ampararla recordando su pasado mientras encuentran a la madre. La búsqueda es infructuosa porque ésta, Marisol, ha desaparecido, como tantas mujeres, debido a la violencia existente. Ante esta realidad los benefactores de Ana la protegen y le brindan un hogar en donde reina la música y la esperanza.
En esta obra Isabel Allende trata varias de las causas de la emigración. Una es la política que sucede cuando un grupo dominante decide expulsar, perseguir, aniquilar a quienes identifica como enemigos. Otra es la económica que surge cuando bajos salarios o falta de trabajo obligan a las personas a buscar sustento en diferentes lugares. Un tercer motivo es el social, producido por la violencia de género, que fuerza a las mujeres con sus hijos a huir hacia países donde suponen no existen esas agresiones.
La situación del inmigrante es de desamparo, ya que desconoce las formas, los valores, las actitudes, los lenguajes del país al que llega. Además, es estimado por los lugareños como un extraño, lo que le provoca miedo, inseguridad, recelo, desasosiego. No obstante, el conocimiento de esta circunstancia, por medio de la experiencia o la reflexión, provoca en muchas personas una empatía que se traduce en solidaridad, apoyo, generosidad e integración. Así como en acciones políticas que respeten sus derechos.
El viento conoce mi nombre es una novela que denuncia la situación de los emigrantes mexicanos, centroamericanos, caribeños y sudamericanos e invita a la solidaridad que se puede dar no únicamente a través de las instituciones u organizaciones, sino también de manera individual y en la vida cotidiana. La relación que hace Allende es intensa pero desigual. En ocasiones apresurada, queda la impresión de que no dejó reposar la historia para redondear algunos episodios.