


por Ginger M. Blomberg ilustrado por Samara


Charlie y el prescolar pródigo
Copyright © 2025 por Ginger M. Blomberg Todos los derechos reservados.
Derechos internacionales registrados.
B&H Publishing Group Brentwood TN, 37027
Ilustraciones, diseño del libro y portada: Samara Hardy
Clasificación decimal Dewey: C306.874
Clasifíquese: RELACIONES PADRES E HIJOS \ HIJO PRÓDIGO (PARÁBOLA) \ AMOR
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida ni distribuida de manera alguna ni por ningún medio electrónico o mecánico, incluidos el fotocopiado, la grabación y cualquier otro sistema de archivo y recuperación de datos, sin el consentimiento escrito del autor.
A menos que se indique de otra manera, las citas bíblicas marcadas NVI se tomaron de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, © 1999 por Biblica, Inc.®. Usadas con permiso. Todos los derechos reservados.
ISBN: 979-8-3845-0825-0
Manufacturado en Dongguan, Guangdong, China por R. R. Donnelly, Mayo 2025
Impreso en China
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… Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
—LUCAS 15:20

Edu solía meterse en problemas.
Se comía los crayones.
Y las hormigas.

Se deslizaba por las escaleras en una caja de cartón.
Llenaba las paredes del comedor con goma de mascar.
Fingía ser un cachorro y mordisqueaba las pantuflas de su papá.

«Edu es nuestro niño revoltoso», dijo su papá con un suspiro, mientras Edu se sentaba en el rincón de los castigados nuevamente.

Edu tenía un hermano mayor llamado Charlie. A Charlie le gustaba el orden, y le gustaba que los demás también fueran ordenados.

Charlie hacía su cama todos los días. Le pedía a Edu que también hiciera su cama.
Charlie sentía que era importante que los niños durmieran lo suficiente, y con frecuencia le recordaba a sus padres sobre la hora de dormir de Edu.
Charlie arreglaba su cabello con cuidado cada mañana y trataba de arreglar el cabello de Edu, pero a Edu no le gustaba.

«Charlie es nuestro hijo ordenado», dijo su papá con un suspiro, mientras Charlie les decía a los invitados que se quitaran los zapatos antes de entrar a la casa.

Un día, Edu decidió huir.

Empacó su lonchera con un pedazo de hilo para atrapar peces en caso de que tuviera hambre, cartas de juego en caso de que se aburriera, la nueva corbata de seda de su papá en caso de que necesitara verse elegante, y dos golosinas: una que su mamá le había dicho que podía comerse después de su siesta y otra que le pertenecía a Charlie.