Letra Nuestra

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Ahora, la Letra es Nuestra

Esta edición de Letra Suelta es especial. Lo es no sólo porque se hizo en el verano después de venir haciéndose durante 10 años consecutivos; lo es también porque en este número contamos con la participación de nuestras egresadas y nuestros egresados como las y los protagonistas de lo que hemos llamado Letra Nuestra.

Letra Nuestra está dedicada completamente a quienes pasaron por estas aulas y quienes ahora son exitosos profesionistas. El contenido está de lujo: Fotografías del recuerdo y fotos profesionales, ilustraciones, dibujos, poemas, reflexiones, relatos, crónicas, experiencias académicas al exterior, artículos y otros géneros, son sólo algunos ejemplos de lo que encontrarás en estas páginas.

Pero quizá lo más interesante que trae esta edición sean las entrevistas que el equipo realizó a personajes del mundo de las humanidades, ex alumnos que nos hablan de sus experiencias profesionales después de las aulas y que tienen gran valor de aprendizaje.

Y es que además de las peticiones que hiciera la comunidad que ya egresó para integrarse a proyectos actuales de su alma matter, estamos convencidos de que somos la misma familia y por ello queremos decirles que deseamos regresen a la que siempre ha sido su casa pues todas y todos ellos siguen siendo una parte importante de nuestra Facultad.

Así que Bienvenidos sean de nuevo nuestras egresadas y egresados… porque queremos que esta Letra siga siendo nuestra.

A mi querida Facultad

Egresado en Estudios Culturales

Guardo mis sentimientos y en mi bolsillo los recuerdos, te tengo intacta en mi memoria, desde aquel agosto lluvioso de 2012.

Los pasillos aún guardan mis pasos, el espacio conserva mi voz, te he dado pedazos de mi tiempo y de mi vida, te he dedicado mis logros y en mis caídas, me has enseñado a levantarme.

Aquí se desbordan las risas, llanto y tristeza, los árboles sómbrales nos consuelan. En la quietud del medio día, por ahí se pasean algunos cachorritos, que alegran el alma en los días de desesperación.

Tu pintura sigue igual, tu estructura me recuerda mucho a mi tiempo, te da ese toque misterioso, y te invita a entrar al aula, a sentarte y tomar la clase.

No sé qué me pase, pero te lo digo sin tanto alarde, te amo y te extraño. No quisiera que cambiaras nada de ti, aunque ambos sabemos que los cambios son buenos.

Espero verte pronto, para que me abraces como solo tú lo haces, con esa paz y tranquilidad que me brinda mi hogar, mi amada Facultad.

Diente de león: Tan fuerte para sobrevivir en la frialdad de un entorno hostil, brillante como rayo de sol vaticinando la llegada de la primavera; y lo suficientemente frágil como para desprenderse de sí misma ante un ligero aliento. Cargado de esperanza cual deseo al viento. Como las egresadas y egresados que alguna vez estuvieron en el mismo núcleo y ahora dan fruto en el lugar al que volaron

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Fotografía: Mónica Monterrosa

Rector de la Universidad Autónoma de Chiapas

Dr. Carlos Faustino Natarén Nandayapa

Directora encargada de la Facultad de Humanidades

Dr. Maria Eugenia Díaz de la Cruz

Secretaría Académica

Dr. Yanett Fabiola López Gutiérrez

Secretaría Administrativa

CP. Ana Mercedes Farfán Caballero

COORDINACIÓN DE:

Bibliotecología y gestión de información y enlace PSU

Dr. Arquímedes Rosemberg López García Comunicación

Dr. Moisés Emmanuel Trujillo Zozaya

Filosofía

Mtro. Francisco Javier González Rivas

Lengua y Literatura Hispanoamericanas

Mtra. Yadira Rojas León

Pedagogía

Mtro. Guillermo Escalante Rodríguez

Tecnologías de Información y Comunicación

Aplicadas a la Educación

Mtra. Ahabael Lugo López

COORDINACIÓN DE:

Investigación y Posgrado

Dr. Marisol García Cansino

Atención a estudiantes

Dr. Norma Aurora Bcerril Pérez

COMITÉ EDITORIAL LETRA SUELTA

Dr. Sarelly Mendoza Martínez | Mtra. Yadira Rojas León | Mtra. Rebeca Rosales Castro | Mtra. Cassandra Fabiola

Vargas Flores | Mtra. Jessica

Cahuaré Arce | Mtro. Marco Antonio Morales

Urbina | Mtro. Fernando Rey Arévalo Zavaleta

COMITÉ FOTO DE PORTADA

Dr. Jorge Champo Martínez

Lic. Albert Palacios Hernández

Asesor de la gaceta y profesor de la materia: Edición de publicaciones

Dr. Noé Martín Zenteno Ocampo

Idea original

Lic. Verónica Pérez Ruiz

Equipo Editorial

Editoras

Sheyla Yocet Molina Grajales

María José Mendoza López

Corrección de Estilo

Elizabeth Alondra Hernández Vázquez

Redes Sociales

Roxana Paola Ruiz Hernández

Idaly Méndez Carrasco

Eduardo Cortés Ruiz

Diseño y Maquetación

Alexa Montserrat Monterrosa Ancheita

Miranda Rincón Coutiño

Karla Paola Pérez Aguilar

Miranda Pérez Virgen

Arte y Foto

María Silvana González de la Cruz

Cinthia Guadalupe Ruiz Martínez

Mautxey Pérez Espinosa

Ruth Esther Rodríguez Gordillo

Jahir Andrey González Pérez

Audiovisual

Rafael de Jésus Pérez González

Luis Ángel Martínez Albores

Francisco Ramón Herrera Hernández

Redacción

Mariana Guadalupe Gutiérrez Figueroa

Hannia Lucía Valencia Rodríguez

Luis Yow Vany López Macías

Correos Colobadores de esta edición especial

Textos: Gustavo Gálvez Álvarez | Mónica Monterrosa Ancheita | Esdras Camacho Ramírez | Jorge Pérez Pérez | Guadalupe Calzada Torres | Moisés Villatoro Marín | Alba Reyes Gallardo | Esaú Vázquez Sánchez | Erika López Cgandomí | Jairo Alonzo García | Jessica Cahuaré Arce | Magdalí Cruz Reyes | Pola Foster | Emmanuel Grajales Clavel | Gilberto Gutiérrez Morales | Yuridia Gómez Montenegro

Fotografías: Jorge Noriega Rocha | Pablo Zepeda | Arturo García Luna |

Diana Guillermo García | Moisés Villatoro Marín | Arturo García Luna |

Diana Artigas Manchinelly | Pablo Zepeda | Héctor Álvarez López |

Daniel Nucamendi | Jorge Noriega Rocha | Diana Guillermo García | Sergio Gómez | Mónica Monterrosa Ancheita

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Maestro de maestros

Guadalupe Calzada Torres Egresada en Pedagogía

Laalegría de recibir la noticia que había sido acreedora de una plaza docen te de nivel primaria, desbordó por todos mis sentidos, fue una alegría como pocas veces lo he sentido y esa misma alegría se tornó en una tristeza profunda, ya que era la primera vez que dejaría mi núcleo familiar para irme a vivir prácticamente a otro municipio.

A las tres de la mañana me levanté ya que mi camión saldría en punto de las cinco de la mañana. Antes de subir al camión mi madre me abrazó y lloramos juntas la se paración, recuerdo también la mano de mi hermano apretándome el hombro en una señal de acompañamiento y fuerza.

En todo el camino pensé en cómo sería el lugar donde trabajaría, como serían mis alumnos y la forma en que ahora traba jaría, la verdad la nueva experiencia me daba nerviosismo, ya que tenía experiencia trabando en preparatoria como docente de la asignatura de orientación educativa, dando clases en un colegio particular don de adquirí una experiencia enriquecedora.

Mis pensamientos se llenaban de teorías cognitivas y psicológicas, en mi maleta aparte de almohadas y ropa, llevaba algunos libros de diferentes grados pensando en que alguno o más de uno me pudiera servir y así fue, ya que cuando llegué a la escuela y me asignaron el primer grado (ahora me doy cuenta que son los grados que generalmente no eligen. Aunque en mi caso y por algunos años permanecí en ellos). El grupo era de 30 alumnos y era un turno vespertino, la población de la escuela principalmente eran niños que vivían cerca del basurero municipal.

Al salir de la asignación de grupos fui directamente a una papelería y compré plumones, papel bond y hojas de colores. Comencé a elaborar mi presentación del día, dibujos, palabras, objetivos específicos para que los alumnos supieran lo que yo quería que ellos aprendieran, una can-

podía leerlas y así poder realizar mi diagnóstico. Estaba segura que en diciembre todos podrían leer. En mi mente pasaban algunas recomendaciones que nos hicieron en la universidad en alguna materia “entrar sonriendo, pero con una mirada firme, hacer una dinámica de bienvenida para relajarse y conocer a los alumnos, una vestimenta formal y la puntualidad ante todo”, solo por mencionar algunas cosas que iba pensando.

En punto de las dos de la tarde llegué a mi aula y comencé a pegar por doquier todo el material que había llevado. Cuando mis alumnos comenzaron a llegar yo estaba lista, parada en la puerta con una sonrisa, algunos niños llorando y aferrados a las faldas de las madres me hicieron tambalear un poco, sin embargo, se pudo superar, sonó la campana que indicaba que las clases comenzaban y comencé por expli-

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Ilustración: Cinthia Ruiz Ma.

car mi nombre y la manera en que trabajaríamos, objetivos claros y entendibles para primer grado y para mi sorpresa todos me miraba con mucha atención y yo seguía explicando hasta que llegó el momento en que ellos deberían realizar su primera actividad y les dije: Saquen su cuaderno y su lápiz para comenzar a realizar la actividad. Todos seguían muy sonrientes, pero no realizaban lo que yo les indicaba. Y volví a repetir: saquen su cuaderno y su lápiz. Una vocecita en el fondo me dijo: ¿cuál es el cuaderno y cuál es el lápiz?, en ese momento pregunté: ¿alguien sabe cuáles son?, y nadie respondió. En mi mente se cruzaron Piaget, Vygotsky Abbagnano y Visalberghi por mencionar solo algunos. Me senté en mi escritorio y saqué un cuaderno y un lápiz y comencé por explicar su nombre de cada objeto.

Cuando llegué a mi cuarto y vi todo tan desolado, mi colchoneta tirada en el piso con un foco que escasamente daba luz, mi corazón se entristeció tanto que… lloré. Al siguiente día vi los expedientes de los alumnos y ninguno de ellos había tenido preescolar y la mayoría tenían como padres a

personas que no sabía leer ni escribir y en muchos casos vivían con sus abuelos porque sus padres estaban en estados Unidos. El trabajo del docente nunca termina, tenemos que reinventarnos, situarnos en la realidad, debemos de practicar, en la realidad y cuando somos estudiantes se nos deben de brindar la oportunidad de practicar desde el trabajo de campo para vivir a lo que nos podemos enfrentar más adelante y no solo me refiero a que aspiremos a ser docentes en una primaria o en cualquier otro nivel, ya que el trabajo del pedagogo es muy amplio y no se limita a ser docente, pero muchos si se dedicarán a eso y por ello es necesario encaminar al estudiante a que viva esa realidad y que se diversifique. Permitirle enfrentarse a esa realidad en distintos niveles educativos, que viva esa realidad desde pararse frente a un grupo y dirigir aprendizajes hasta rayar la libreta de entradas y salidas.

Esa misma realidad ayudará al pedagogo a fortalecer su conocimiento y poder proponer tácticas y estrategias para la enseñanza, ya que los pedagogos también somos, “maestros de maestros”.

Mi hermana está a punto de entrar a la universidad

Mihermana está a punto de ingresar a la universidad, es la UNACH. Yo también estudié ahí, solo que hace más de dos décadas.

En casa al saber la noticia de su ingreso, estuvieron felices. Mi papá me recordó aquella vez cuando compramos el periódico en una tiendita de la esquina en uno de los barrios periféricos de la ciudad de Tapachula, y bajo la sombra de un almendro buscamos el número de la ficha en los resultados de admisión publicados, reviví

aquella satisfacción de formar parte de selecto grupo.

Mi papá que había ido a hacer unos trámites a una notaría, compartió con los trabajadores de la oficina la noticia, y todos se acercaron a expresarme la felicitación por el acontecimiento.

Llegar a Tuxtla, era una ventana a un universo diferente. estar lejos de casa, ser autónomo en algunos hábitos. Aprenderse las distancias, establecer horarios, cumplir rutinas, organizarse, era el gran desafío.

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lizarse, pero la emoción de la primera vez, el que te digan, ¿baja en la universidad verdad? ¡Yo le aviso!

La etapa estudiantil transcurre como un spot de televisión o radio, es decir en un “tris”; es exagerado lo que acabo de decir, no es precisamente en un “tris”, o chasquido de dedos como transcurren las cosas. Son casi cinco años en los que tienes una rutina, permanente y tus días giran sobre las actividades académicas, deportivas y de índole social propias de la universidad.

En los primeros días de convivencia con los nuevos compañeros, tuvimos la revelación del nuevo estilo de vida, había que sacar un montón de copias, leer y comentar en clase, exponer, leer, entregar reportes de lectura, exponer, leer, leer, evidenciar la comprensión a través de exposiciones creativas, es tanto el trajín que muchos no lo soportan. En un principio éramos 40 inscritos, al final nos mantuvimos, una veintena. No es sencillo encontrarle al principio, el rumbo de la carrera.

Algo que me sorprendió fue que nuestros maestros eran bastante jóvenes, incluso algunos recién egresados de licenciaturas. La mayoría nos invitó a hablarle por sus nombres. Incluso una de ellas, al dar su clase se sentaba en forma de flor de loto sobre el escritorio. Eran los años 90.

En los descansos entre clase y clase íbamos agrupándonos para interactuar, los que eran de la ciudad, con bastante confianza en la mirada, los otros como yo, con la curiosidad a flor de piel. Hablábamos de las series de radio que escuchábamos, los errores de algunos conductores, que pasó después del gran temblor de aquel octubre, la emoción, temor o dificultad de aprender alguna materia, el estilo del profesor, de la canción nueva de The Sacados y de mil ocho mil cosas, más. Los celulares no eran populares aún, dialogábamos mucho, por eso para mí la universidad es dialogar.

Había que conocer las reglas del juego, se nos informaba repetidamente, que no podíamos reprobar más de 9 materias a lo largo de la carrera, pues eso causaba baja y anulación de estudios, podíamos si darnos de baja voluntaria en algunas materias, y recursarlas en el otro ciclo escolar y/o en el otro turno.

Algunas asignaturas eran para cursarlas en laboratorio, como taller de radio, fotografía o cine, al ser demasiados, acudíamos a lo largo de todo el semestre, dos o tres ocasiones al laboratorio. A pesar de que tenía todo listo para aprobar, decidí recursar el taller de foto, deseoso de estar más tiempo en clases de fotografía, para muchos fue una pérdida de tiempo, para mí, fue un riesgo controlado, pues aprendí más.

Tuvimos profesores que impactaron por su estilo amable, entre ellos la de Literatura Hispanoamericana, que nos condujo en dos semestres en hacer una revisión de las principales corrientes literarias universales, haciendo especial énfasis en los autores latinoamericanos, gracias a ella, conocimos a José Joaquín Fernández de Lizardi, Rómulo Gallegos, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, entre otros.

Ahí también abracé con pasión la lectura y escritura. La universidad tiene un gran acervo digital y literario en cada

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Ilustración: Cinthia Ruiz Ma.

uno de sus campus, yo hurgaba en los estantes buscando más y más autores de ficción, que me acompañaban dos o tres horas al día en mis ratos de ocio, previos al horario escolar.

Yo no fui el gran estudiante, o el alumno destacado, siempre y hasta el momento me he conducido con una relajación absoluta, estoico. Así que no veía el futuro, simplemente iba como las hormigas en fila, esperando no ser a quien aplaste algo o alguien, y lo saque de su ruta. Así, sin ver mucho a los lados, culminé.

En el último semestre, cuando se acabó la rutina y ya no era necesario ir a las aulas universitarias, yo, que no me había colocado aún en ningún trabajo, seguí yendo a la universidad a disfrutar de la tarde bajo el capulín, despedir a los profesores, y ver los rostros conocidos de los que estaban en los otros semestres.

Ahora estudiar la universidad, debe ser distinto, hoy, un smartphone con sus aplicaciones convenientes, logran optimizar los tiempos, incluso evitar ir a lugares distintos o reunirse presencialmente, para hacer tareas, das clic y a gran velocidad, se te

abre otra realidad, más placentera, eficaz y productiva.

Con los compañeros de la universidad estrechamos lazos de amistad, que a la fecha existen con fuerza. Procuramos con oportunidad, reencontrarnos cada cierto tiempo y recordar las vivencias que nos hicieron felices o atormentaron nuestra vida universitaria, eso es también algo destacable, porque con los amigos de esa etapa, puedes hacer grandes negocios, o grandes familias.

Tuve dos etapas en la Facultad, la primera como estudiante, y la segunda como profesor de los cursos preuniversitarios. A más de dos décadas de haber egresado, tengo sueños recurrentes en las que estoy formando parte de ella. Sueño que vuelvo a inscribirme con la misma emoción, a la misma carrera.

Ahora es el tiempo de ella.

¿Qué pudiera adelantarle sobre su nueva vida en la universidad?, si no decir: “Disfrútalo, porque, aunque no lo creas, se terminará, y solo quedará el recuerdo del encanto o el dolor de tu paso en la universidad”.

El periodismo como taller de escritura

Emmanuel Grajales-Clavel Egresado en Lengua y Literatura Hispanoamericanas

Enlos inicios del proceso de escritura, los aspirantes a escritores tenemos la pretensión de que nuestras ideas, circunstancias de vida, estilo y demás clichés innovarán la forma de hacer literatura. Lo ciertos es que al ingresar a los talleres literarios tropezamos y nos damos cuenta que esos planteamientos eran erróneos; bajo una crítica mordaz, comprendemos que la escritura para cualquiera de los géneros prescinde de la disciplina: lecturas voraces, crítica y autocrítica hacia nuestra forma de

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Editada por: Silvana González

escribir y ejercitar continuamente el músculo de la pluma, a través de los constantes apuntes en libretas, blocs de nota o pequeños bosquejos de textos más ambiciosos. Claro, la escritura creativa no deviene de un talento divino o inspiración de musas.

Parte del fracaso de muchos talleres, es que la teoría no pasa a la práctica y solo quedan como un modelo vacío; si bien en algunos casos ciertos talleristas y tutores apelan al ejercicio de la práctica escritural y revisiones continuas, muchos desisten al no practicar la escritura.

El periodismo y la literatura están íntimamente ligados, ambas disciplinas comparten a destacadas personalidades que irrumpieron de forma favorable en el canon: Gabriel García Márquez, Ernest Hemingway, José Emilio Pacheco, Tomás Eloy Martínez, Oriana Fallaci, Truman Capote, Carlos Monsiváis, entre otros. Los autores mencionados, representan una pequeña porción de la relación periodismo-literatura, no sólo ligados a la literatura de “No Ficción”, artículos literarios o al “Periodismo Narrativo”, sino porque gracias a la práctica del diarismo y de la labor reporteril, construyeron sus propios artificios, temas, estructuras y demostraron que, para ejercer la literatura, deben ejercitarse con la labor periodística.

Una de las herramientas fundamentales no solo para la escritura creativa y sus géneros, sino para las demás manifestaciones artísticas es la “mimesis” o la recreación de la realidad; de hecho, el propio Aristóteles en “El arte poético” enfatiza que el arte parte de la imitación de la realidad, en este sentido y apelando a la condición de “No ficción”, la nota periodística o la crónica periodística hace esta labor; claro, es un bosquejo limitado a la descripción de los hechos y el lugar, sin subjetividad o interpretaciones, sobre todo cuando la noticia está en tendencia: pasado un tiempo y cuando la noticia se convierte en un acontecimiento histórico, los artículos de opinión establecen un poco las bases del “Periodismo Narrativo” y para que el texto tenga esa categoría, el escritor debe partir del hecho noticioso desde un ángulo diferente, con una perspectiva personal, po-

niendo atención en los detalles u omisiones, incluso cuenta historias o relatos que pasaron desapercibidos: esto le dará cierta literariedad al hecho.

Uno de los problemas que enfrentan los cuentistas, aspirantes a narradores o los mismos dramaturgos, es el uso correcto de los diálogos, sin el cual los hechos o acciones no se tienen secuencia y carecen de toda lógica; suele pasar en el proceso de escritura, que al desarrollar un personaje puede ser descrito de manera compleja y generar empatía, pero al incorporarle diálogos no es verosímil su actuar y es distante de la propuesta expuesta. La entrevista que se incorpora dentro de la nota periodística es fundamental para establecer una perspectiva diferente del hecho noticioso o para que el lector conozca la opinión de expertos o sepa cuál el sentir de la ciudadanía; si bien puede optarse por una versión estenográfica para construir el perfil de un personaje relevante en la sociedad, las pequeñas entrevistas dentro de la nota, establecen un diálogo con el otro: es una forma de darle voz a diferentes formas de pensamiento y otorga verosimilitud a la exposición de los hechos.

Tal vez la diferencia más obvia entre el periodista y el literato, es el tiempo en que se prepara un texto; el periodismo, incluso antes de la brevedad y fugacidad de las redes sociales, siempre ha recurrido a la inmediatez, ya sea para ganar tener la exclusividad del hecho o por que la información es continua, fugaz y está en movimiento. Si revisamos los tiempos en que se fraguaron las grandes obras literarias, no existe como tal una norma, esto puede ser una variable de días, meses o hasta años, de acuerdo a la madurez de la pluma del escritor en cuestión; en cambio, en el periodismo (salvo las grandes investigaciones), todo hecho noticioso debe ser contado lo antes posible, incluso en la redacción o descripción de los hechos se suelen caer en errores gramaticales, de espacio, tiempo o de coherencia.

En fin, ejercer el periodismo es un ejercicio continuo en donde el escritor piensa y actúa, las ideas no quedan dispersas, son ejecutadas y quedan plasmadas en el papel.

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Periodismo digital y la importancia de profecionalizarse

Yuridia Gómez Montenegro Egresada en Comunicación

El“Digital News Report” es un informe anual sobre la industria de los medios de comunicación elaborado por el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo de la Universidad de Oxford. Este año arrojó resultados preocupantes: la confianza en los medios de comunicación mexicanos ha disminuido, pasando del 50 por ciento en 2019 al 36 por ciento en la actualidad.

De acuerdo con este estudio, los repetidos ataques verbales del presidente de México hacia la prensa mexicana, desde su tribuna en sus conferencias matutinas llamadas “Mañaneras”, han contribuido a esta pérdida de la confianza. En ese sentido cabe preguntarnos ¿qué podemos hacer los profesionales de la comunicación ante este reto y el cambio vertiginoso del mercado?

El universo digital nos permite ahora contar historias periodísticas a partir de la construcción de bases de datos propios o consultar fuentes primarias, sin dejar de lado el emocionante trabajo de reportear en campo y las entrevistas a pie de calle que tanto nos apasionan a los reporteros.

Pero más allá de las competencias y habilidades digitales para reportear, investigar, producir y difundir una historia pe-

riodística es preciso hablar de la urgencia de realizar periodismo a profundidad y de largo aliento, así como comprender la importancia del rigor y la calidad periodística. “Un periodismo ‘de calidad’, aquel que interprete, que apueste por la profundidad y no se quede en la epidermis, que dé algo más que cápsulas, que alimente, que cuestione y brinde continuidad a la noticia” es lo que propone Héctor Alvarado en El periódico de calidad para superar la trivialización de las informaciones.

Hace tres años, inicié la aventura de estudiar un posgrado en línea mientras era editora de noticias. Para ingresar a la Maestría en Periodismo Digital de la Universidad de Guadalajara presenté un anteproyecto para un reportaje de investigación, el cual se tituló “Mototaxis en San Fernando, Chiapas, al servicio del cacicazgo” y se publicó a nivel local en el Diario de Chiapas y a nivel nacional en el sitio web de El Economista.

El reportaje expuso evidencia de que la operación de los mototaxis en San Fernando está controlada por un pequeño grupo de familias poderosas y caciques locales, que han utilizado su influencia política y económica para monopolizar el mercado.

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Ilustrada por: @mujer.estrella_

Además, el reportaje dimensionó la importancia social y económica de este servicio para las comunidades más alejadas de las cabeceras municipales y evidenció que la opacidad en la Secretaría de Movilidad y Transporte del Estado de Chiapas propicia prácticas corruptas que sólo afectan a los usuarios.

Recientemente, concluí mi maestría y me he dado cuenta de que el periodismo de investigación es crucial y urgente en Chiapas para abordar las problemáticas que afectan los derechos humanos de las personas y contribuir a la construcción de la democracia y la participación ciudadana.

El aprendizaje sobre la innovación en la presentación de historias periodísticas fue importante, ¿cómo hacer que el público se interese en los temas que debe importarle?

Hacia un cambio de paradigma se encuentra el periodismo hoy en día, donde la misma ciudadanía participa en la construcción de una historia, lo que se combina con el

uso de herramientas digitales. Incluso la Inteligencia Artificial ha comenzado a hallar recovecos en las redacciones.

El enfoque en temas hiperlocales también proporcionó valiosas lecciones. El alcance obtenido en las redes sociales reflejó el interés que generó el reportaje entre los habitantes del municipio de San Fernando, quienes se sintieron representados. Esto demuestra la importancia de que los medios de comunicación locales se centren en investigar lo que afecta de manera inmediata la vida cotidiana de la gente.

Sin duda alguna, la profesionalización a través de un posgrado es un camino válido para mejorar el desempeño en cualquier campo en el que nos desarrollemos. A los estudiantes de comunicación interesados en el periodismo, los animo a salir a calle en la búsqueda de historias periodísticas hiperlocales y no dejar de investigar. Como dijo alguna vez Gabriel García Márquez, “¡no hay mejor oficio que el periodismo!”

Erika López Chandomí Egresada en Comunicación

Másbien yo era turquesa. Era verano y mi prima acostumbraba a llegar de vacaciones a casa desde que éramos unas niñas, era 4 años más grande que yo, pero siempre jugábamos como si tuviéramos la misma edad.

En mi cumpleaños 18 me visitó, me dijo que teníamos que irnos de antro, no estaba segura si era buena idea, al final nos pusimos más guapas, dispuestas a hacer la noche nuestra.

Llegamos al lugar, había buena música, pedimos unas cervezas y empezamos a bailar, se acercaron unos chicos para bailar con nosotras y aceptamos, dos cerve-

zas, tres y la noche aún era joven y nosotras también, con ganas de comernos el mundo. Nunca había disfrutado visualmente de Esther, su sonrisa era muy bella, su figura pequeña, fluía y emanaba una energía particular en el lugar, quedé observándola desde mi lugar mientras bailaba, terminó la canción y se dirigió a la mesa, me dijo: quiero bailar con la cumpleañera. Yo me sentía un poco mareada, pero a ella se le notaba más, nos dirigimos al centro de la pista y ahí ocurrió.

No bailaba conmigo, bailaba para mí, sus movimientos eran lentos y marcados, movía su cabello para un lado, me tomó

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¿Han escuchado que son la oveja negra de la familia?

de las manos y las puso en su cintura para llevar su ritmo serpenteante, me acerqué a su cuello y le di un beso, ella se volteó de inmediato y no dijo nada, la tomé de la cin tura y pegué su cuerpo al mío y al ritmo de la melodía, le di un beso en los labios.

Sus ojos grandes quedaron fijos en los míos y me dijo: disculpa, voy al baño. En ese momento pensé que había arruinado todo, la esperé sentada en la mesa, se tomó su tiempo y regresó diciéndome que quería irse, que ya se sentía cansada. Pedimos la cuenta y salimos del lugar. Estábamos es perando un taxi con un silencio ensordece dor. Conseguimos uno, nos subimos y yo le dije: Esther, disculpa no debí hacer eso, no sé por qué lo hice, ella dijo: no te preocupes, si quieres podemos ir a un lugar más tran quilo a platicarlo.

Esa era la respuesta que esperaba, en seguida le dije al taxista que cambiamos de dirección, le di el nombre de un motel y él quedó viéndonos en el retrovisor y solo asintió. Esther me vio y sonrió, se acercó a mí y me dio un beso largo en la boca, yo sentía el estómago lleno de flores, mis manos heladas de frío o miedo, no lo sé, solo quería llegar a la habitación a desprenderle de toda tela a mi prima.

Por fin llegamos, no habían miradas de vergüenza entre nosotras, solo ese destello de ganas que supuraba en nuestros sexos, la escuché decir que ella nunca había estado con otra chica y yo le dije que solo se dejara llevar.

Metí una mano bajo su vestido de lunares azules, acaricié su pierna y subía un poco más, la senté a la orilla de la cama, la tomé de las rodillas y mirándola a los ojos, empecé a separarlas despacio, su ropa interior era una locura, del color de los lunares de su vestido, me acerqué a sus piernas y empecé a besarlas muy suavemente, ella puso sus manos en el colchón y se inclinó un poco hacia atrás, sin dejar de verme con esos ojos color noche.

Mi lengua rozaba sus límites, ella contraía un poco las piernas y a la par un pequeño gemido, su cara apuntaba al techo, sus ojos entre cerrados y mordía su labio inferior. Yo seguía tocando sus hermosas piernas. Sus gemidos eran más fuertes y el jugo dulce empezaba a escurrir más con cada sonido que salía de su boca.

Paré un instante, empecé a quitarle el encaje despacito con ambas manos, mientras mi boca hizo contacto con su vulva por vez primera, ella contrajo de nuevo sus piernas, yo volví a separarlas y mi lengua siguió con su trabajo, hasta que logró terminar en mi boca. Me paré frente a ella y así sentada como estaba le quité el vestido, después el sostén e hice lo mismo conmigo, solo me quedé con ese liguero que enloquece a los hombres, esta vez enloquecía a Esther.

La tomé del brazo, la dirigí a la pared, la tomé de la cadera y con un movimiento brusco la puse de espaldas a mí, bajé mi mano, la metí entre sus glúteos buscando su fuente para sumergir mis dedos, metí dos y seguía besándola, haciendo mío cada trozo de su piel, disfrutando el momento que nunca pensé que ocurriría. Ella dijo: dame más, al ritmo de sus gemidos, introduje otro dedo a su apretada vagina, las dos gemíamos rítmicamente.

Paré, la aventé a la cama y me metí entre sus piernas, la besé completa, disfruté sus senos, su vientre, la vi directo a los ojos y metí mis cuatro dedos de un solo golpe, moví mi cadera contra la suya, mis dedos sumergidos en esas dunas y mi pulgar rozaba su clítoris, mi muñeca rozaba el mío con cada movimiento que le dedicaba a ella.

Ella gritaba de placer al terminar, yo la veía y también terminé, un poco después que ella, dejé caer mi cuerpo sobre el suyo y ambas nos reímos, ella dijo: solo era cuestión de recordar nuestros juegos de niñas.

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Ilustración: Cinthia Ruiz Ma.

Fabián Rivera

Un profesionista con vocación”

Por: Hannia Lucía Valencia Rodríguez

bros y los cuentos. Fue entonces cuando se dio cuenta de que su verdadera vocación residía en el mundo de la literatura. Las palabras se convirtieron en su refugio, su forma de expresión y su pasión desbordante.

Fabián Rivera encontró esta pasión y amor hacia la literatura, parte importante es la universidad y es en ella donde la mayor parte de la formación comienza y es así como ofrece un consejo sobre cómo sacarle el mayor provecho a la licenciatura:

Fabián

Emmanuel Rivera Juárez, actual director de la Red de Bibliotecas Públicas del Estado de Chiapas, se ha desempeñado laboralmente como docente, jefe de prensa en el ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez y reportero en el periódico Cuarto Poder.

Habla en esta entrevista, sobre sus estudios en Lengua y Literatura Hispanoamericanas que estudió en la Universidad Autónoma de Chiapas:

“Inicialmente, estaba estudiando medicina, por una situación familiar. Me enfoqué en esa carrera y afortunadamente pasé a la primera, es algo que ahorita cualquiera que lo supiera me estaría casi ahorcando, ya que ahora mismo es muy difícil entrar. Deserté de la carrera de medicina en segundo módulo, por un asunto de vocación. Una de las cosas que siempre comento cuando tengo la oportunidad de que me entrevisten y platique con estudiantes, les cuento que yo creo que una parte fundamental de la profesión es más que una situación económica, es la vocación. Una de las cosas que a mí me llevaron a estudiar literatura es la pasión, justamente por las letras y por el lenguaje”.

Tras abandonar su carrera en medicina, Fabián descubrió una llamada interior hacia las letras, los poemas, los li-

“Aprovechen todas las herramientas que da la universidad; las universidades son súper generosas en ese sentido respecto a oportunidades. Tengan un buen promedio y hagan un intercambio, prueben otra ciudad, otro país, aprendan una lengua, visiten otro continente, vivan otras experiencias, vivan la parte universitaria y cuando vengan a ver ustedes solitos van a encontrar trabajo, la universidad no va a ser todo por ustedes. Ustedes también tienen que encontrar la manera de decir, yo realmente quiero hacerlo, yo realmente quiero salir adelante, pero también sepan aprovechar el tiempo.

Yo lo aproveché teniendo experiencia en el ámbito del periodismo, de la creación literaria y la edición, eso lo empecé hacer en segundo semestre y de ahí para adelante”.

Con el paso del tiempo, enfrentó distintos retos y situaciones que marcaron su vida. En medio de una pandemia y después de un largo período, fue asignado a un nuevo cargo que transformó su vida y que le hizo sentir una amplia variedad de emociones. Actualmente, sigue ejerciendo esa labor.

— Cuando entra a este cargo como director de la biblioteca, ¿cómo fue eso?, Cuando usted se enteró que iba a estar a cargo, ¿qué sintió?

— A mí cuando me hacen la invitación durante la pandemia, cuando me incluye

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Fotografía: Yow Vany

en su equipo de trabajo la doctora Maritza Maranto Zepeda, que es la directora del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas (CONECULTA), pues yo al principio no me lo creí, porque dirigir, en este caso son 404 bibliotecas a nivel estatal, el hecho de tener ya un cargo público y entender la vida institucional desde un ámbito diferente, no es cosa fácil, sobre todo el tener ya un cargo público, fue una sorpresa y al principio no me lo creí.

— Y estando en este punto de su vida, tanto personal como profesional, ¿qué planes tiene a futuro?

— Ahora mismo, esperar a concluir la administración, esperar a ver hacia dón-

de toca el viento. En lo personal tengo un proyecto que es una librería, se llama Libro Tuxtla, y también un editorial que se llama Zurda Voz. Dependiendo de cómo se vayan dando las cosas y de dónde nos requieran, pues seguir en el ámbito institucional sería lo ideal y obviamente seguir con mis proyectos personales.

Es sorprendente que después de mucho esfuerzo, dedicación y largas jornadas de trabajo, todo tiene su recompensa y al final, no solo resulta gratificante, también admirable. Ahora, Fabián se encuentra desempeñando un puesto que ama, en conjunto con sus grandes amigas, las letras y los libros.

César Trujillo

Por: Mariana Guadalupe Gutiérrez Figueroa

Chiapas (UNACH). Es también licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública.

A lo largo de su vida se ha desempeñado en distintos ámbitos relacionados con la literatura. En su carrera como escritor ha publicado los poemarios: Laberintos, De corazones y cardiopatías, Donde termina el país de las maravillas, Bitácora del capitán Francisco de Ulloa, Evocación de la infancia, Al amor también lo devoró la luz y La casa que fuimos.

Originario de la ciudad de Yajalón, Chiapas, César Augusto Trujillo Sánchez nació en 1979. Es; poeta, escritor y, padre de familia. Es egresado en 2004, de la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericanas, de la Facultad de Humanidades, Campus VI, de la Universidad Autónoma de

Ha recibido distinciones como el Premio Nacional de Poesía Timón de Plata en 2014, el Premio Nacional de Poesía Rodulfo Figueroa en 2017, el Premio Municipal de Poesía Juegos Florales San Marcos Tuxtla en 2019 y el Premio Nacional de Poesía Ydalio Huerta Escalante en 2019. Actualmente, es director de Publicaciones del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas (Coneculta).

César Trujillo se acercó a la literatura desde muy joven. Estudió dos años ingeniería civil, pero en el transcurso se percató de que no era eso lo que realmente lo llenaba.

— La literatura para mí fue una es-

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“La literatura como un refugio, una isla segura”
Fotografía: César Trujillo

pecie de refugio, como una isla segura. Yo vengo de un hogar disfuncional y la forma en que yo encontraba refugiarme era escribiendo y leyendo. En casa no había muchos libros, pero mi padre coleccionaba Selecciones de Reader´s Digest. En la primaria, mediante los libros de texto, logré acercarme a diferentes autores que en su tiempo no conocía, pero parte de las obras que nos presentaban dentro de ellos, me servían como una especie de refugio y me identificaba con mucho de eso, es ahí cuando entro a la secundaria y comienzo a escribir.

— Adentrándonos un poco más en su trayectoria académica, ¿cómo fue su experiencia en la UNACH?

— En mi generación tuvimos muy buenos docentes que permitieron enriquecer más el conocimiento, incrementar el acervo cultural, aprender a dialogar con los autores, con las lecturas y abrevar de estas para poder crear un pensamiento propio. Había docentes que nos acercaron a la literatura de otra forma, que nos permitió escribir sin miedo, pero sobre todo a ser un gran lector. Considero que esas son las bases que me dejaron en la licenciatura, que me permitieron y me permiten ir creciendo conforme pasa el tiempo.

Al hablar de la UNACH, en su mirada era evidente que, viajar entre los recuerdos del pasado hasta su época estudiantil, le provocaba mucha alegría y a la vez, nostalgia.

— Hasta ahora, ¿cómo ha sido su experiencia como escritor al ser parte de Coneculta?

— Ha sido una experiencia bastante grata, sobre todo porque estamos hablando de un proceso diferente. Hay dos partes dentro de este trabajo; una es la parte humana, en la que toca trabajar con la obra, con el artista, y la otra es la administración pública, la que tiene que ver con los recursos, con los procesos administrativos que se tienen que desarrollar para poder cumplir de manera real con lo que te está pidiendo el trabajo.

— Ha sido muy satisfactorio porque me toca platicar con los escritores y diferentes personalidades. Pero, por ejemplo, a mí me gusta mucho liberar libros, llevarlos a las

periferias y ver que la gente llega, que los niños se acercan y se llevan los libros, esa parte de acercarlos al pueblo, a mí me gusta mucho, sobre todo porque rompe con este cliché que siempre se dice que la gente no lee. Compartir parte de lo que se hace del trabajo, eso te permite no solo tener una cercanía con la gente que se mueve en el ámbito, en este caso literario, sino con quienes son parte de lo que nosotros somos, la sociedad en sí. Esa parte es muy satisfactoria, a mí me llena mucho.

Esta respuesta no solo nos deja en claro el gran valor de la literatura en él, si no el gran ser humano que es César Trujillo: “transmitir lo poquito que sé, esto de enseñar ortografía, hablar de libros, hablar de poesía, empaparlos de la literatura, tratar de que se contagien de que leer es un camino necesario e indispensable para la sociedad, no sé… me gusta mucho”.

— Cuando era estudiante, ¿en algún momento pensó que podía llegar hasta donde ha llegado el día de hoy?

— Lo que siempre creí es que tarde o temprano iba a publicar libros y que me iba a dedicar a escribir. No me he dedicado al cien por ciento a escribir porque pienso que es un camino escabroso, en el cual hay gente que vive de eso y se dedica a escribir y publicar, pero yo no quise arriesgarme. La escritura es un oficio para mí, yo escribo todos los días como disciplina, tengo libros inéditos y otros con los que he logrado obtener algunos premios en poesía, pero supongo que sí. Uno de mis objetivos al estudiar la licenciatura era publicar mi primer libro, después era consolidarme o tratar de construir una carrera de escritor. Hasta la fecha estoy en ese proceso.

La literatura siempre ha estado presente en su vida y aunque se ha enfrentado a diversos retos como profesional y como persona, nos muestra que ante las adversidades siempre hay que saber dar una buena cara.

“Vivir y dejar vivir, porque vivir es esto: te caes y te levantas. Al final, todo es una lucha constante contigo mismo y por superarte a ti mismo.” -César Trujillo.

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Elisa Gutiérrez

Una maestra que ama su profesión y la vida

Por: Mariana Guadalupe Gutiérrez Figueroa y María José Mendoza López

Originaria de la Ciudad de México, Elisa Gutiérrez Gordillo nació en 1964. Es egresada en 1999, de la licenciatura en Pedagogía, de la Facultad de Humanidades, Campus VI, de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH). Cuatro años después estudió una maestría en Educación Superior y posteriormente en el año de 2009, un doctorado en Educación.

Al haber finalizado la preparatoria, se fue a un intercambio y al regresar, pospuso el estudio alrededor de 10 años, y se enfocó en trabajar. Después del tiempo transcurrido, ella quería hacer algo que realmente amara, a Elisa Gutiérrez siempre le había apasionado la enseñanza-aprendizaje, es así como regresa a la vida estudiantil y toma la decisión de estudiar Pedagogía.

Antes de eso, uno de sus principales retos fue volver a estudiar la preparatoria, ya que tenía problemas con la validación de sus papeles, lo que le tomó un año en la preparatoria abierta, para de ahí comenzar la universidad.

— ¿Y a lo largo de la carrera pudo potenciar alguna habilidad que tenía?

— Sí, tuve la fortuna de que me tocaran excelentes maestros, muchos de ellos son ahora mis compañeros de trabajo. Y por supuesto, durante la carrera haces muchas cosas de manera empírica, pero cuando tienes la oportunidad de ir viendo el sustento teórico que te da la escuela y que empiezas a relacionar con todas las decisiones que tomas, la perspectiva del mundo que tienes, es ahí cuando complementas y le das un sentido verdaderamente científico a lo que estás haciendo. La dicha de estudiar en la UNACH, me dio la preparación que tengo y la oportunidad de estar acá. Mi experiencia en la universidad fue magnífica y aparte de los docentes, la propuesta formativa que a mí me tocó, en mi opinión, era muy amplia, muy rigurosa y muy profunda

en cuanto a las habilidades, conocimiento y aptitudes que debe tener una persona con mi profesión.

Elisa Gutiérrez se expresó con estima y orgullo al momento de hablar sobre su experiencia estudiantil y aunque la diferencia de edad fue notoria desde la última vez que había estudiado, cuando tomó la decisión de entrar a la universidad, eso no fue impedimento para cumplir una de sus metas en su lista de pendientes, estudiar Pedagogía. Definitivamente, nos enseña que para lograr lo que sea que te propongas, la edad no debe contar como un reto, tampoco como una fecha de caducidad para hacer lo que tanto anhelas, y eso es algo que en estas generaciones no se debe perder, ya que es parte de no tener miedo a vivir la vida.

— ¿Y fue una tarea difícil acabar la universidad?

— Mira, si te soy sincera para mí fue como un día de campo, ¿por qué? Porque me gusta. Cuando tú haces algo que te gusta ni lo sientes y, además, fue una maravilla.

Yo dejé de estudiar mucho tiempo, salí de la preparatoria, me fui a un intercambio y cuando regresé me metí a trabajar, así que pospuse el estudio durante mucho tiempo. Ya estando casada es cuando un día dije: Bueno, yo quiero volver a estudiar. No me sentía muy completa con lo que estaba haciendo y en una noche pensé en que debía estudiar y ahí es cuando me metí a la escuela. Por lo que, aparte de que estaba haciendo algo que me gustaba, que anhelaba, volví a vivir mi juventud porque estudié con puros jóvenes de 19, 20 años. Y honestamente, yo me divertí de lo lindo que fue vivir una juventud dos veces, porque así fue.

Después de haber egresado el 5 de julio de 1999, tuvo la oportunidad de formar

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parte del cuerpo docente, en diciembre de ese mismo año.

— Desde entonces, ¿cómo ha sido su trayectoria trabajando en la UNACH?

— Entré a trabajar en preuniversitario y después la buena fortuna me siguió acompañando y me pude integrar ya a la planta docente de la licenciatura en Pedagogía. Desde entonces estoy adscrita a Pedagogía. He colaborado en la maestría en Educación, en la maestría en Estudios Culturales y también en la maestría en Psicopedagogía, aquí mismo en la Facultad de Humanidades. Y actualmente, aparte de Pedagogía, estoy en la licenciatura en Tecnologías de la Información y Comunicación Aplicadas a la Educación, ha sido una experiencia extraordinaria. Es curioso, porque desde que entré a la universidad dije: yo voy a trabajar acá. Tenía muy claro a donde iba. Cada día que tenemos es el mejor regalo de vida, y tengo la fortuna de que cada día va a acompañado de tener un trabajo que amo en una institución maravillosa.

Junto con una sonrisa en el rostro, Elisa Gutiérrez nos habla sobre cómo ha sido su trayectoria laborando en la UNACH. La certeza de tener muy claro qué es lo que quiere, esa determinación, la ha llevado hasta donde está el día de hoy.

— Y centrándonos en su experiencia como docente, ¿cómo nota el cambio generacional entre los estudiantes?, ¿le sorprende que cada generación viene con nuevas ideas?

— Me preocupa eso, siento que la visión de la utilidad de la escuela ha ido disminuyendo muchísimo en las nuevas generaciones. Hay mucho desánimo, mucha desesperanza en lagunas personas, quizás la mayoría inducida por los medios de comunicación y por no estar verdaderamente informados, por dejarse llevar por tendencias o por opiniones, sin formarse la suya propia, el crear un criterio propio. Considero que hay una percepción errónea de la escuela, la escuela no es el trampolín para que encuentres trabajo, la escuela es el medio para que veas la vida de una manera distinta. Con otra mirada diferente a la que tienes en tu vida cotidiana, he ahí su importancia, para eso sirve la escuela. Y claro, en el transcurso puedes adquirir habilidades que te puedan permitir desa-

rrollarte en la fuerza de trabajo. Pero son aproximadamente cuatro años de toda tu vida, la formación es en ti, en espacios individuales y la escuela lo que hace es que te los valida, nada más.

Esa respuesta refleja una idea acerca de las nuevas generaciones desde la perspectiva de una maestra dedicada, interesada y preocupada por la educación de las y los jóvenes estudiantes. Destaca que la preparación escolar es importante, pero hace un claro énfasis en la formación personal. La que nos llevamos como seres humanos para toda la vida, con la que vamos a enfrentar la realidad fuera de la escuela, la vida misma, y con la que nos vamos a construir nosotros mismos, siendo eso una verdadera enseñanza de vida.

— ¿Qué mensaje le quiere dar a los jóvenes estudiantes?

— Que disfruten su vida. No basen el éxito en un trabajo o en una carrera, que lo basen en estar contentos y en disfrutar el mejor regalo que tenemos, que es la vida. Vengan a la escuela a disfrutar y prepárense, pero conscientemente, no solo es venir a obtener una calificación o a pasar, sino venir verdaderamente a aprender. Cuando venimos con esa disposición cambiamos nuestra perspectiva de muchas cosas.

El esfuerzo y corazón que le pone a su trabajo es evidente y nos muestra quién es la doctora Elisa Gutiérrez. No obstante, nos recalca que al final de todo, lo más valioso que tenemos es la vida y aunque sea como una rueda de la fortuna, nos recuerda la importancia de no perder el sentido de esta misma. Hay que aprender a vivirla y disfrutarla cada día.

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Fotografía: Elisa Gutiérrez

Autoría: Moisés Villatoro

Autoría: Jorge Noriega

Autoría: Mónica Monterrosa

Autoría: Diana Guillermo

Autoría: Diana Guillermo

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Autoría: Arturo Luna

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Autoría: Pablo Zepeda Autoría: Diana Manchinelly Autoría: Daniel Nucamendi

Karla Gutiérrez

Con perseverancia nada es imposible

Por: Hannia Lucía

— En la UNACH adquirí habilidades muy importantes, por ejemplo, actualmente a mí me interesa mucho la investigación y sí, reconozco que dentro de la licenciatura mejoré estas habilidades, sobre todo por profesoras que hasta hoy en día yo las considero amigas y de verdad, amigas muy íntimas, porque llegaron a tener un acercamiento a mí, más allá del aula.

La voz emocionada de Karla Gutiérrez, llena de gratitud y admiración, resonó mientras compartía su profundo aprecio por la UNACH, por sus profesores y por la Gaceta Letra Suelta.

Apasionada por la docencia en gramática, por la investigación y la escritura. Originaria de Tapachula, Chiapas, Karla Guadalupe Gutiérrez López nació en 1996. Es egresada de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericanas, de la Facultad de Humanidades, Campus VI, de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH).

Ha tenido una amplia experiencia y ha adquirido diversos conocimientos y habilidades. De igual forma, ha aprendido nuevas estrategias y aprendizajes dentro de lo que engloba su profesión. Uno de los proyectos en el que últimamente ha estado trabajando es una crónica, puesto que siempre le ha gustado la escritura, por lo que ha escrito poemas y cuenta con una gran variedad de textos, algunos inéditos, todos de su autoría. Se ha desarrollado en el área de la docencia como maestra de gramática española y también en el área de investigación. Actualmente, es estudiante de la maestría en Literatura Hispanoamericana, en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

— Al proyecto de Letra Suelta también lo tengo en alta estima, porque, por ejemplo, con el profesor Noé Zenteno, quien me dio clase, yo no sabía nada sobre edición o cómo armar una revista, sin embargo, me compartió los conocimientos necesarios y es así como aprendí y entendí el trabajo que conlleva la Gaceta.

La historia de Karla nos muestra el poder transformador de los docentes con compromiso, sus palabras evocaron imágenes de personas apasionadas con transmitir sus conocimientos, cuyo impacto trasciende las aulas y perdura en la vida de las y los estudiantes.

Un aspecto fundamental de toda persona es la familia y el apoyo brindado, para Karla son una pieza importante en su vida y con el apoyo de ellos en momentos de dificultad y las palabras de ánimo que siempre están presente, ha podido afrontar cualquier reto que se le presenta en su vida.

— Mi familia ha sido un gran apoyo porque, por ejemplo, al terminar la carrera, yo también estaba con esa premura de, ¿qué voy a hacer ahora?, pero ellos también me dieron un buen consejo. Sí, está bien que uno busque las oportunidades, un empleo,

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Fotografía: Yow Vany

que tenga un proyecto de vida, pero también, es muy valioso ser pacientes y cuando las cosas son para ti, o al menos eso es lo que yo pienso, siempre llegan en el momento indicado.

Con el paso del tiempo, y haber terminado un ciclo más, Karla Gutiérrez egresa de la licenciatura en febrero de 2020, con el inicio de una pandemia y con una realidad incierta, debido a la situación mundial y puesto que aún no contaba con un empleo. Sin embargo, es durante el resguardo en casa que le llega la oportunidad de la primera experiencia laboral.

— Mi primera experiencia laboral fue precisamente gracias a una amiga que también es colega. Ella me recomendó para trabajar en una escuela de apoyo educativo, lo que yo tenía que hacer era preparar alumnos que estaban por egresar del bachillerato para que se prepararan para el examen de admisión a las principales universidades del país, yo les daba la clase de español y literatura. Recuerdo que ya era pandemia, pero íbamos a clases presenciales y eran muy pocos estudiantes.

De pasar de ser alumna a docente, es una gran experiencia tanto personal como laboral. Pero a una corta edad y recientemente egresada muchas veces, no todos creen en uno.

— Mi jefe en ese entonces me preguntaba si yo estaba titulada, si tenía cédula o todavía estaba en proceso de tramitar, y a veces, como te ven joven, piensan que a

veces no tienes mucha experiencia y sí, o sea, es cierto, pero igual si nadie te da la oportunidad, nunca vas a tener una experiencia, no obstante, es una realidad a la que muchos recién egresados se enfrentan.

Muchos dudan que por el hecho de estar joven no tienes las capacidades necesarias y piden demasiada experiencia o también grados de escolaridad muy altos, pero, ¿cómo se adquiere esa experiencia si no brindan la oportunidad?, el hecho de ser joven o ser un recién egresado, no quiere decir que no tengamos las capacidades, habilidades y conocimientos para desarrollar un puesto de trabajo, muestra de ello es Karla, que, con su persistencia, pasión y amor a las letras, se dio la oportunidad de tomar ese gran reto.

Una joven que nunca llegó a imaginar hasta donde podría llegar, que como estudiante en la universidad organizó con su grupo eventos, tales como la feria del libro en la Facultad de Humanidades, para que llegaran investigadores de alto nivel, entre otras personalidades. Es ahí donde se preguntaba si en algún momento de su vida ella llegaría a serlo y que ahora, después de egresar, logró cumplir esa meta. De tener oportunidades de ser ponente en congresos internacionales ante un auditorio, abriéndose camino como investigadora, y que paso a paso, continúa construyendo su trayectoria profesional, solo es ejemplo de la verdadera perseverancia y como con esta, nada es imposible.

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“Karla Gutiérrez egresa de la licenciatura en febrero de 2020, con el inicio de una pandemia y con una realidad incierta, debido a la situación mundial y puesto que aún no contaba con un empleo”

Isaín Mandujano

El periodista que "da voz a quienes no tienen voz”

Por: Luis Yow Vany López Macías

riodismo y qué lo lleva a estudiar Ciencias de la Comunicación?

¬–Mira, a mí me encantó que tuve ese despertar con la carrera de comunicación y el periodismo en 1994. Fue un año decisivo para mí, para mi carrera, para decidir qué iba a hacer, yo ya tenía el interés de estudiar periodismo.

1994 fue un parteaguas para la historia de Chiapas, de México y del mundo, se marcó un hito en la historia, y él es de esa generación. A los 20 años empezó a estudiar la carrera y de 1995 a la fecha comenzó a hacer periodismo en una revista local que se llamaba Este Sur, en la que participaba un docente de su universidad y le daba clases.

indígenas, líderes, mujeres, hombres, empresarios, magnates, escritores, artistas, feministas, activistas, prostitutas, migrantes, o sea, conozco mucha gente, yo creo que esa es una de las satisfacciones más padres que me ha dado mi profesión y yo estoy muy agradecido con ella”, así resume Isaín Mandujano su experiencia como periodista comprometido con la realidad social de su país.

Isaín Mandujano nació en 1974; cuenta con una extensa trayectoria y compromiso en la profesión. Desde hace 25 años trabaja como corresponsal de la revista Proceso, además de llevar casi 10 años administrando un portal de noticias llamado Chiapas Paralelo. Su curiosidad y su sensibilidad le han permitido retratar las historias de las personas que ha conocido con rigor y respeto.

¬Siempre tenemos una cuestión que resuena en el corazón de las juventudes: ese momento crucial en la vida en donde las dudas empiezan a surgir sobre el futuro académico, como cuando de jóvenes estas empiezan, de ¿qué vamos a estudiar?, ¿qué rama me gusta más?

–¿A usted le empieza a interesar el pe-

“Y desde ahí empecé, la revista ya murió y nosotros seguimos vivos y vigentes en el periodismo, y pues estoy haciendo lo que he hecho durante estos años, hacer periodismo y nada más”.

–Se nota que le gusta mucho esa parte.

¬–Me encanta, me apasiona.

Lo que destaca en él es su pasión por el trabajo que desempeña, una pasión que se manifiesta en dos aspectos fundamentales. En primer lugar, gracias a su labor, Isaín ha tenido la oportunidad de explorar Chiapas de una manera única y excepcional. Su tarea como periodista lo ha llevado a recorrer la geografía chiapaneca e incluso a adentrarse en Tabasco.

“Y entonces viajo mucho, eso me encanta porque vas viajando y vas conociendo a la gente, a los diferentes pueblos indígenas, las diferentes formas de ser y de hablar, qué es lo padre de todo esto”.

Además, otra característica que enamora a Isaín de su trabajo es la interacción con personas de diversos perfiles y perspectivas. A lo largo de su trayectoria ha entablado vínculos con individuos provenientes de distintos estratos sociales y ámbitos de la sociedad. “Y yo conozco muchos hombres y mujeres de diferentes estratos

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“Campesinos,
Fotografía: Yow Vany

sociales, campesinos, indígenas, líderes, mujeres, hombres, empresarios, magnates, de todo, escritores, artistas, feministas, activistas, prostitutas, migrantes. O sea, conozco mucha gente. Yo creo que viajar y conocer personas son las dos satisfacciones más padres que me ha dado mi profesión y yo estoy muy agradecido con ella”. Así, ha tenido la oportunidad de conocer de cerca sus historias, inquietudes y luchas.

–¿Qué hace a Isaín Mandujano, Isaín Mandujano?

–Isaín Mandujano hace un periodismo que no muchos practicaban en su momento y que todos los periodistas le daban voz a los a las voces políticas, oficiales y gubernamentales e Isaín andaba en las comunidades, trabajaba con grupos gay, con

prostitutas, con campesinos, con maestros, con indígenas, con migrantes, o sea, Isaín ha hecho trabajo de darle voz a los sin voz, ¿no?, el Estado tiene su dinero para invertir en publicidad los políticos, los funcionarios, los servidores públicos, pero los indígenas, las mujeres y los hombres jodidos, no tienen dinero, hay que ponerles el micrófono, hay que ponerles la cámara a ellos.

Isaín Mandujano ha desafiado los esquemas tradicionales del periodismo, enfocándose en dar voz a aquellos que no suelen ser escuchados. Mientras muchos periodistas se limitaban a amplificar las voces políticas y gubernamentales, Isaín se enfocaba a hacer algo diferente, algo que no estaban haciendo los demás.

Raúl Calleja

Un comunicólogo de la mano de las juventudes

Por: Mariana Guadalupe Gutiérrez Figueroa

Raúl Alejandro Calleja Cruz, nació en marzo, en el año de 1988 y es originario de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Es egresado en 2010, de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, de la Facultad de Humanidades, Campus VI, de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH).

Ha desempeñado diversos trabajos dentro de lo que engloba la comunicación, estos van desde radio, televisión, periódico, revista, fotografía; ha sido profesor y posteriormente encargado del área de Comunicación Social en la UNACH. La determinación y la perseverancia en cada uno de estos trabajos, lo han guiado hasta donde está el día de hoy. Actualmente, es director de Comunicación Social del Instituto Mexicano de la Juventud (INJUVE).

Fotografía: Raúl Calleja

Raúl Calleja fue un estudiante que en la licenciatura era muy aplicado, le echaba muchas ganas, él era demasiado exigente consigo mismo, sin embargo, gracias a eso se le abrieron puertas y muchos maestros lo recuerdan como alguien dedicado,

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comprometido, con talento y con tablas para hacer las cosas. Tiempo después ya estando dentro del mundo laboral, decide regresar al lugar que había sido cuna de conocimientos, experiencias y aprendizajes. Se presentó la oportunidad laboral para trabajar en la universidad a la que tanto cariño le tenía.

— Tras estudiar la universidad y tiempo después tener la oportunidad de trabajar en ella, ¿cómo fue?, ¿qué tal te pareció su experiencia?

— Es el periodo más largo, el que más alegría y paz me ha dado, también el que más incertidumbre me ha provocado, el que más frustrado me ha hecho sentir y el que más feliz me ha hecho en muchos sentidos, fue muy padre.

Empecé dando clases en preuniversitario durante dos horas un módulo, yo tenía 25 años en ese entonces. Terminé el preu y tiempo después volví a meter mis papeles y me dieron una materia, radio. Hubo un cambio de dirección de por medio, pero me reconocieron el trabajo gracias a los alumnos y me dieron más horas. Después me hablaron y me dijeron que necesitaban a alguien en el área de Comunicación Social y le entré. En ese entonces, me involucré con el área y me topé con personas muy chidas. Me gustaba mucho trabajar ahí, yo creo que fue la época más plena laboralmente en la que estuve.

— Las oportunidades se presentan y a veces toca vivir nuevas experiencias, ¿cómo es que le llega esta oportunidad de trabajar en INJUVE?, ¿fue difícil dejar todo atrás y migrar a otra ciudad?

— Va a sonar chistoso, pero se lo debo prácticamente todo a la universidad. Por medio de ella conocí a mi actual pareja, le debo mi conocimiento profesional y le debo este trabajo. En una tarde estábamos comprando telas con mi novio, yo soy gay, cuando en eso recibí una llamada, en ese

momento yo aún tenía a cargo el área de comunicación social en la universidad, dije: ¿qué querrá este amigo?, le contesté y me dijo que estaban buscando al director para este instituto y que pensaron en mí, yo le dije: cuéntame más. Me dio los por menores, qué tenía que hacer y al inicio lo dudé, porque pensé es ir a la ciudad de México, dejar mi casa, mis perros, mi familia, mi chipilín con bolita, es dejar todo. Y le dije: déjame pensarlo. Pasaron unos días, no había tomado ni una decisión, pero me llamó y me dijo: mi jefe te quiere conocer. Lo conocí, nos sentamos, platicamos, y yo quedé convencido de que ahí era.

Fue una experiencia difícil, porque tuve que dejar todo atrás para ir a cero, admito que al principio dije: estos son las ligas mayores y no tenía un equipo que me respaldara, y pensé: no voy a poder. Y la verdad es que fue complejo, soy una persona muy exigente y ansiosa, entonces yo sentía que estaba fallando constantemente y efectivamente no tenía un equipo que me respaldara, pero conforme pasó el tiempo fui formando mi equipo.

— ¿Cómo se sintió cuando le dieron el trabajo?

— Cuando me dieron el puesto, fui por una invitación, creyeron y confiaron en mí y cuando eso pasó, yo lloré muchísimo, porque pensé en que por fin había alguien quien creyera en mí, y ese mismo sentido de hacer las cosas, me ha llevado a no fallar, en ser resiliente, aunque evidentemente he cometido errores como cualquier ser humano.

Hay mucha gente que hace las cosas por ambición, dinero, poder, yo las hago porque creo profundamente en que puedo hacer algo bueno, porque creo que de alguna forma puedo influir de manera positiva en algo, porque como maestro me di cuenta que podía acercarme y llegar con personas jóvenes y, por lo tanto, ayudar

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NARANJA

Mónica Monterrosa Egresado en Comunicación

Y es que hay amores que son calentitos como un atardecer en la playa.

Tan intensos como los últimos rayos del sol que se reflejan contra la superficie marina.

Suavecitos como la arena bajo los pies.

Locos, salvajes, tempestuosos como el oleaje subiendo, consumiéndolo todo, exigiéndonos más.

Amores que permanecen, que no se extinguen, que no perecen; que incluso cuando se han acabado, cuando la oscuridad ha acampado, se sostienen en un hilo infinito que besa la inmensidad donde se encuentran el cielo y el mar.

Ser padre es...

Egresada: Pedagogía

Dicen que eres malo, mientras se aferran de tu mano, te enojas por tonterías y todo el día eres un ogro.

Estás cansado y no puedes cumplir la promesa de cargarlo, eres el único que sabe conectar los aparatos, y al no hacerlo, vuelves a ser malo.

Buscas la manera de mantenerlos contentos (en secreto, que sea una sorpresa) y por no decirlo, vuelves a ser malo.

Sos el hombre con la acumulación de rencores, de toda tu vida, más grande del mundo; y todo se borra cuando los ves reír, con la alegría en su rostro y un “gracias papá”.

No recuerdo haber dicho alguna vez que mi padre es malo, me ha enseñado todo, he aprendido poco.

No sé si alguna vez se ha fijado en mi sonrisa, en la alegría que me dan sus palabras, de las que aprendo, sin lecciones tortuga…eso no lo olvidaré jamás la clase más importante que recibí en mi vida.

No es mi amigo, ni confidente pero me escucha y apoya es mi padre y punto.

Sus manos, mi mejor ejemplo solo espero un día, tener las manos suficientes para abrazar igual a mis hijos …es bello ser padre.

Ilustración: @mauu_txy

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Autoría: Mónica Monterrosa

Contemplación

Jesica Cahuaré Arce

Egresada: Comunicación

Es sabido que las rosas tienen espinas que la protegen del ocaso que causan dolor tocarlas, pero quien piense: ¡es dañino sufrir las heridas que éstas causan!, no comprenderá jamás, que arrancarlas del verde pasto es encender su mecanismo de defensa, el ataque del acto primigenio de la contemplación.

Sobre Nosotras

La muerte es una naranja

Esaú Vázquez

Egresado: Estudios Culturales

La muerte es una naranja, en la rama inquieta del árbol.

Viene de la distancia incansable. Es caracol y línea del siglo.

Territorio de mi lápiz, donde se deshace mi palabra.

Ilustración: @mauu_txy

Me convertí en aire, fui tierra y frío, con esperanza de poder rozar tu cuerpo y pasear por tus pulmones, sonrojar tus mejillas, ser tuya y vos mía, aquí en este lado inmaterial del universo.

Mi pecho cerca del sur, bajo la boca de las nubes, bajo la teja de los sueños, bajo mi ventana, cuando llueve se agrieta.

Es noviembre y se sacude en el río y llueve dentro de la flor aromatizada.

Mientras la danza de los pájaros, descansa en el silencio del sol, en la luz en el dulce agrio de la caña en el trago.

El humo del copal que atizas con tus manos, guarda la alegría en el placer del siglo, en el cuerpo de una flor.

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Ilustración: Cinthia Ruiz Ma.
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Cerrar los ojos

Gustavo Gálvez Egresado en Comunicación

Llegar a un centro comercial en ruinas es peligroso porque, por lo general, son lugares atestados de sobrevivientes violentos que no estaban dispuestos a compartir ni arriesgar el resguardo que les proveía de insumos de toda clase, al menos, los que habían quedado tras la voraz rapiña que duró semanas durante la pandemia que acabó con las miles de millones de personas en el mundo.

Roger entró con el mayor sigilo posible, le temblaba el cuerpo, apenas podía evitar que sus dientes no chasquearan. Recorrió los pasillos más amplios del lugar para, en caso de que fuera atacado, resultara más fácil esconderse o huir.

Entró a una cafetería, tomó un vaso desechable empolvado, se sirvió un poco de agua y puso dos cucharadas de un concentrado en polvo de quién sabe qué menjurje. Las bebidas azucaradas no eran sus preferidas, pero es el fin del mundo, no había justificación para ponerse exigente. Habría estado mejor caliente, pensó. Al menos, la bebida le proporcionaba calorías que su cuerpo no recibía desde hacía semanas.

Tras un largo rato de merodear, se dio cuenta que el lugar no estaba ocupado y, ya más relajado, se metió a una mueblería en el último piso del edificio.

El mobiliario estaba semidestruido y con signos de saqueo. Sin embargo, nadie tuvo las ganas ni la fuerza para llevarse los muebles a su casa, que probablemente también sería saqueada, quemada o destruida.

Convenientemente, los colchones y recámaras estaban al fondo del establecimiento donde apenas entraban unos rayos de luz y ahí podría dormir tal vez algunos días antes de que algún grupo de sobrevivientes lo atacara en grupo, cosa normal en estos días. Nunca quedarse en el mismo lugar por mucho tiempo, era la primera regla de las películas de zombies sangrientas que veía Roger cuando era adolescente, ahora era directriz del sobreviviente.

Tiró la vieja mochila que traía y decidió lavarse el polvo pegado a su piel por la lluvia ácida que había caído días atrás. Bajó a la fuente de la plaza, que se convertiría en jacuzzi con agua tibia, calentada por el sol y, por un momento, decidió ignorar el relativo riesgo que corría al vulnerarse de esa manera, moriría desnudo.

Levantó los brazos y se quitó la playera negra y floja, se descubrió el torso marcado que había dejado de ejercitar, no hacía mucho en el gimnasio, su piel rosácea y clara agradecía los rayos del sol.

Se desabrochó el cinturón, se bajó los pantalones, se paró en la orilla de la fuente y observó su rostro y recordó que dedicaba varios minutos en la mañana a contemplar su nariz respingada con los bordes de sus orificios igualmente rosáceos que su pareja acostumbraba a delinear con la yema de sus dedos lentamente después de besarse y frotar sus cuerpos en esas tardes de sexo adolescente.

Por sus mejillas escurrieron lágrimas de nostalgia y recordó la manera tan simplona y común en que se despidió de él la última vez y nunca lo volvió a ver. Una discusión

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Ilustración: Cinthia Ruiz Ma.

habría sido una justificación con más peso para reconocer y aceptar su rancia tristeza y melancolía.

Ya relajado vistió ropas nuevas que tomó de un outlet con escaparates destruidos y tenían ese desagradable olor a nuevo que al combinarse con el sudor huele aún peor.

Regresó a la mueblería y se recostó en uno de los colchones tirados. Estaba fresco y el cabello escurría en la almohada. Se volteó hacia su derecha y recorrió los surcos de las costuras con las yemas de los dedos, se concentró en lo suave de la tela, cerró sus ojos y su nariz pegó con el colchón. Suspiró. Sin darse cuenta, sus dedos recorrían un torso moreno. Su mano bajó y recorrió una cintura bien definida. Sintió el aliento del tipo que estaba enfrente de él, cara a cara. Se miraron a los ojos. El desconocido le tomó la mano y lo besó. Su respiración se agitó, el corazón se aceleraba. Ya excitados, el moreno tomó el control de la situación, el ritmo. Los dos jadeaban al tiempo que se lanzaban el aliento mutuamente y se besaban entre gemidos. El sudor les escurría por la frente, el cuello, el pecho, la ingle.

Con un movimiento brusco y la respiración agitada, dejaron de masturbarse. Juntaron sus pechos sudorosos. Lo envolvió en sus brazos, le respiró en el cuello y le jadeó en la oreja hasta que lo apretó y se vino con uno de los orgasmos más intensos que recordaría el resto de su vida.

Abruptamente, abrió los ojos. Seguía agitado. Estiró los brazos y se mantuvo así como cuando uno se estira por la mañana. El moreno no estaba.

Los besos del moreno se habían sentido tan reales que reaccionó con confusión, recordó que era un sobreviviente sin futuro y que el orgasmo era una combinación entre lo sublime y lo nostálgico, entre el amor y la desesperanza, entre el deseo y la soledad, entre las ganas de sobrevivir y la comida caducada; ese punto en medio de la nada y todo.

Se soltó a llorar, como cuando el cuerpo se convulsiona por la muerte de la madre, como cuando la tierra se estremece durante la erupción de un volcán. El amor, su amor, era la génesis y apocalipsis, el cielo y la tierra; el deseo, la excitación y el placer acompañados de la nada, el vacío en el limbo.

miente?

Alba Selene Reyes Gallardo Egresada en Lengua y Literatura Hispanoamericanas

Ayer por la tarde estaba tan aburrida detrás del patio, estaba comiéndome un sabroso pan, de la nada se me cayó una migaja y al cabo de unos minutos llegó una hormiga y le dio varias vueltas en el pedacito de pan. Me quedé observando fijamente, estoy segura que se chupaba las patitas de felicidad, para ella era un gigantesco postre. Así que se fue tan rápido y a unos dos metros se encontraba el hormiguero, se miraba un orificio en la tierra, mientras la hormiga iba de prisa, se me ocurrió una

brillante idea, cambiar la migaja de pan por un trozo de piedrita, intuí que iría a decir a las demás hormigas que se había encontrado comida y que la fueran a ayudar.

Cinco minutos más tarde, empezaron a salir muchas hormigas en filas y supongo que la hormiga las guiaba, cuando llegaron todas se encontraron semejante piedra, le daban muchas vueltas y supongo que, hasta mordidas, inspeccionaron un rato y entre unas seis se llevaron a la hormiga

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¿Qué pasa cuando una hormiga
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que había visto al principio, la metieron al hormiguero.

Entonces en mi mente se vinieron tantas cosas, tal vez la iban a regañar, la iban a enviar a un lugar desterrado, la iban a sacrificar o incluso la iban a llevar al consejo dónde sería juzgada por el comité de hormigas, decidirían cómo moriría o es-

taría encerrada en la oscuridad sin ver al sol y todo por mentirosa.

Unos segundos más tarde, la misma hormiga salió sola del hormiguero y así fue como supe que la corrieron para siempre, me sentí mal porque fue por mi culpa, así que le devolví su pan, pero ella me picó el dedo.

Elefantes

Marcelino Champo

Egresada en Lengua y Literatura Hispanoamericanas

Una vez alguien que amo me contó que cuando las cosas no van bien, dibuja elefantes. “En la India —me dijo— la gente acostumbra a bañar elefantes como una especie de ritual para la paz o la prosperidad; y como yo no tengo ningún elefante a mi alcance, pues, lo dibujo”. Nunca me he dado a la tarea de averiguar si esa historia sobre la India es verídica, si por aquellos rumbos la gente tiene la costumbre de hacer aquel ritual con matices paquidérmicos; quiero pensar que así es. A veces es mejor una bonita ilusión que una realidad desangelada.

Hoy, que la vida toma un camino un tanto oscuro, intentaré ofrendar un elefante, pero como yo tampoco tengo a uno cerca, y soy pésimo dibujando, escribiré sobre él.

Mi historia no comienza en ningún circo, ni en las tierras de Asia o África, sino en la chaqueta de Karina, la niña que se sentaba justo delante de mí en quinto de primaria. Karina y su familia habían pasado la navidad en Puebla, y entre sus numerosos paseos sobresalía una excursión a Africam Safari, de la que mi compañera hablaba a la menor provocación. Al concluir su anécdota presumía su chaqueta azul con la figura de un gran elefante en la parte de la espalda. Mientras trataba de imaginar todo aquello que Karina nos contaba, veía hipnotizado aquel suvenir que llevaba puesto. Pasó el tiempo y con ello las horas observando, desde mi pupitre, aquel elefante de colmillos largos.

De niño nunca viajé con mis padres y las pocas aventuras que tuve las pasé frente al televisor. Mi vida era bastante aburrida, pero durante esa semana de clases hubo algo que le dio un pequeño giro y eso fue un sueño que se volvió recurrente: una estampida de elefantes atravesando la ciudad y destruyendo todo a su paso. La gente gritaba, iba de un lado a otro, el lugar era un caos. Por la mañana solía recordar ese sueño y pensaba en el paso implacable de todos esos animales cuya presencia hacía retumbar la tierra.

Cuando cumplí veinticuatro años visité Puebla por primera vez, estuve ahí un par de semanas durante un taller de teatro. En el último día de mi estancia, pensé en visitar Africam Safari y saldar una cuenta pendiente con la infancia; sin embargo, estuve en el bar del hotel hasta tarde. Ya entrado en copas, fui tambaleando hasta mi habitación y me quedé dormido en el sillón. Soñé con una ciudad devastada. Los elefantes se habían marchado.

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LA ÚLTIMA OFRENDA

Moisés Emilio Villatoro Marín Egresado en Estudios Culturales

la excursión, alejándose de las calles principales de Moyob, subiendo por atajos en busca de la vereda que indicara el camino hacia aquella promesa. Cuando la ruta se convirtió en tierra y el monte empezó a crecer a sus anchas, Francisco lo detuvo.

Iniciaron

—Es por aquí.

A medida que se internaban por el bosque, las enramadas los envolvieron en el abrigo de la vegetación.

—¿Ya casi llegamos? —preguntó Emanuel.

—Sí. Aguanta, no seas débil.

—Ay, es que… la verdad no me dijiste que iba a estar tan lejos y tan jodido.

—Te dije que sería una sorpresa.

Conforme ascendieron, la pendiente se volvió tan pronunciada, que treparon a gatas.

—A la otra no vengo, no me quedaron ganas.

—Ya, no te quejes, así haces ejercicio.

—Es que… en serio, qué mala condición física me cargo.

—Así te pones bien sabroso para las mamis, ja, ja, ja. Pasando esto, está el lugar.

Alcanzaron la cima y al admirar el paisaje, Emanuel pensó que el esfuerzo valió la pena.

—La vista está increíble, ¿no?

—Seeeeh. Está todo tranquilo, sin gente fregando. Ja, ja, ja. Pero bueno, ya casi lo logramos.

Se dieron vuelta y atravesaron un claro de hierba salpicado de florecillas hasta toparse con un afloramiento rocoso rematado por la copa de un mezquite.

—¿Es ahí? —preguntó Emanuel.

—Ahí mero—le dijo Francisco, señalando la grieta en medio de las rocas. —Y ese es el árbol del que te hablé.

Se acercaron a las oscuras fauces que ningún rayo de luz parecía desintegrar y

está más fresco y huele bien feo.

Ilustración: @mauu_txy

—Ya sé. Pero bueno, bienvenido a la cueva del Huizaezquite, ¿qué te parece?

—Pos, vamos a explorar.

Encendió la lámpara del celular y para su sorpresa no abundaban estalactitas o estalagmitas, ni ninguna de esas formaciones que debían tener las cuevas.

—Creí que me iba a encontrar ¡Hey! ¿Qué es eso? —observó Emanuel, llamando la atención de Francisco.

—¿Qué cosa?

—Mira…

Francisco así lo hizo y se le acercó.

—Ha de ser brujería. ¿Verdad?

—Mmm, igual y sí. Es común encontrar ese tipo de cosas en estos lugares. Ya sabes, la gente todavía cree.

Emanuel se puso en cuclillas y procedió a curiosear la ofrenda. El primer grupo de velas moradas formaban un rombo; el segundo anillo era anaranjado y un conjunto verde en forma de espiral, finalizaba el símbolo.

—¡Hombre! ¡Qué loco! ¿Tendrá algún significado? —preguntó Emanuel— No es el típico pentagrama.

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—Pues quién sabe. Esto es reciente, la última vez que vine, no había nada.

—Le voy a tomar una foto.

—Espera, traje una lámpara para que se note mejor—agregó Francisco. Emanuel escuchó el sonido del cierre de la mochila y al curiosear el dibujo descubrió varios cuencos de barro con distintos objetos.

—¡Ujú! Ya salió para la combi.

Tomó las monedas de uno de los recipientes, tanteando el resto.

—¿Aquí hay maíz?, ¿y frijoles?, y este otro trae… jocotes, nances y ¿guayas? Esta gente deveras se lo toma bien ense…

El mazazo lo golpeó con tanta fuerza que le hundió la sien. Emanuel cayó al suelo, desorientado, y el ataque continuó. El hierro partió su cráneo y de su boca brotaba un fuerte gruñido. Conforme lo remataban, empezó a convulsionarse algunos minutos hasta detenerse. En ese momento, Francisco se agachó para acomodar la cabeza mientras la sangre envolvía el símbolo. Suspiró recuperando la calma, llorando de alegría porque luego de mucha planeación, la ofrenda estaba completa y laprosperidad, al fin, dejaría de ignorarlo.

Notas de un Regreso

Jorge David Pérez Pérez Egresado en Estudios Culturales

Julio llegó con maleta en mano, chamarra de piel y lentes de sol. Se postró en la puerta y dio tres leves golpes sobre ella. La calle estaba vacía y la sensación de soledad se respiraba en cada rincón. No era una tarde cualquiera: llena de coches estacionados, niños corriendo detrás de un balón, el perro de la vecina postrado en el portón, los murmullos, los gritos o el sonido del viento. Nada parecía tener vida aquel día. Julio volvió a caminar por aquellas calles que ahora no reconocía. La sensación del destierro recorría aquella calle. Le bastaron unos segundos para reconocer aque-

lla casa, la misma que una vez lo vio salir para nunca regresar, o eso pensó.

La noche era mala consejera, decía Julio. Fue una noche cuando su madre descubrió su verdadero Ser, sí, en mayúscula. Descubrió quién era y hacia dónde iba. Descubrió su mundo detrás del telón, ese espectáculo que renacía cada noche. Su madre lo descubrió, la mujer que lo amaba como nadie más se sintió traicionada, sufrida. Desde esa noche las noches nunca volvieron a ser iguales.

Doña Mari estaba sentada en el sofá, pensando y repasando lo que había sido de su vida entre retratos y vivencias de una tarde de mayo. Recordaba a Julio, el único de todos los hijos que pensó que nunca la abandonaría. Así fue hasta aquel trágico día en que todo cambió, “justo hoy hace siete años que no sé nada de ti”, susurró. Una lágrima recorrió sus mejillas y el dolor se aceleró como todos los años. Sonó la puerta y con dificultad se puso de pie. Tomó una servilleta y limpió sus lágrimas, tomó un poco de agua y se acercó para abrir la puerta. Fue en ese momento que el universo explotó. Cayó el vaso y cientos de cristales rodaron por el piso, el Big Bang sucedió, una galaxia nació.

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Ilustración: @mauu_txy

Un mundo sin cubrebocas

Alejandra Orozco Ardines Egresada en Comunicación

Hace apenas unos días, en la guardería a la que llevo a mi hija nos dieron la indicación de que ya podemos ingresar sin cubrebocas a las instalaciones. En mi caso, tuvo que pasar un año para que esto sucediera, un largo año desde que la niña ingresó, de tener que correr a buscar uno porque se me olvidaba, de tener toda la cara sudada desde temprano, y un montón de cosas más.

Aunque ya tiene un par de meses que la OMS declaró terminada la emergencia sanitaria por COVID-19, había algunos lugares que aún exigían el uso del cubrebocas, entre ellos mi lugar de trabajo y la guardería de la niña, incluso, a principios de año, en la escuela de mi hija mayor les pedían también a los niños y niñas que lo portaran, sabiendo perfectamente que una vez pasando el filtro de la entrada, se lo iba a quitar y adentro iban a andar todos como si nada.

¿Realmente era necesario seguir usando cubrebocas, a más de tres años de que se presentara el primer caso? Yo creo que no, pero como a todo se acostumbra uno, se volvió parte importante del día a día, ya sea por costumbre, por prevención o por mera normativa, aunque incluso, llegó a convertirse en parte del outfit de todos y todas… así como los pantalones acampanados vistieron los 70, el cabello esponjado

enmarcó los 80 o los pantalones holgados identificaron los 90, sin duda cuando veamos fotos donde salgamos con cubrebocas nos remontaremos a la temporada entre el 2019 y el 2023.

Es indiscutible que estos artefactos tuvieron una gran importancia para contener y prevenir los contagios, pero también es cierto que muchas veces, usábamos cubrebocas inservibles, de los que solo tenían una capa y no servían para nada, no me dejarán mentir, que más de uno todavía trae uno “desechable” en la bolsa o la mochila y seguro lo ha usado por meses, más por requisito que porque realmente nos proteja de algo.

O ¿quién no tuvo un cubrebocas reusable con algún logotipo institucional, de su caricatura favorita, o incluso varios de distintos diseños y colores para combinarlos con la ropa? Hasta me acuerdo de una boda a la que fui en 2020 —que por cierto estuvo a punto de cancelarse por los rebrotes de COVID, y en la que se nos pedía usarlo durante casi toda la fiesta— en la que muchas mujeres llevaban cubrebocas de la misma tela de sus vestidos, para combinar perfecto y como parte del look.

Para mí, lo más incómodo era el sudor entre el labio y la nariz, el que se me empañaran los lentes con cierto tipo de Ilustración: @mauu_txy

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cubrebocas e incluso, el acostumbrarme a no usar labial para evitar batirme al ponerme y quitarme el cubrebocas, hoy en día ya todos mis labiales son de los que no transfieren, además de que siempre llevo un cubrebocas en la guantera, por si las moscas.

Hasta en lo social ha impactado, pues mucha gente usaba el “efecto cubrebocas” a su favor y cuando lo traían puesto se veían muy bien, a la hora de quitárselo, más de uno quedaba decepcionada o decepcionado. Hasta me parece raro ver por primera vez a las maestras de mi hija,

tal cual son, hay personal de la escuela al que aún no reconozco, porque mi percepción se veía alterada al verlos con este peculiar accesorio.

Qué bueno que se terminó la pandemia. Qué alivio estar aquí para contar esta historia, haber sobrevivido a los años en los que las personas tuvimos que semiesconder nuestra cara, al grado de que incluso nuestros hijos nacieron en una realidad donde traer la boca tapada es normal, y ver a alguien con la cara al descubierto resulta de lo más raro.

Crónicas de un egresado

Magdalí Reyes Egresada en Comunicación

Por allá del año 2004, egresaba con un título y una cédula como armas de combate, el espíritu revolucionario que caracteriza a los jóvenes apegados a las ciencias sociales y muchas ganas de ser agente de cambio. Lleno de energía, me aventuré al campo laboral, con suerte había un espacio en el periódico más popular de mi estado. Apliqué el examen y “voilá”, pasé la prueba y me piden empezar a cubrir eventos. Ahí empieza lo divertido.

Con sonrisa de oreja a oreja, audífonos inalámbricos para no levantar sospechas, reportera en la maleta y celular en mano, a lo lejos escucho una muchedumbre en tremendo fiestón, con luces y sonido estruendoso seguramente, pensé “para levantar aquel equipo se necesitaba Miles de kilovatios hora”. Indudablemente, pagaban un recibo con muchos ceros por aquel consumo. Realicé mi nota con la esperanza de que en su momento informaran a profundidad sobre la buena aportación que hacían a las arcas del municipio.

Al día siguiente, cuando llegué al periódico, me encontré un saludo de aquel líder

religioso, muy conocido en todo Chiapas, de quien no revelaré su identidad, pero su apellido es muy común en Hispanoamérica y deriva de “Pedro” y el segundo es para en chiapaneco “Pinto” en lugar de “Pardo”. Aquel saludo iba más en todo de “no aportamos dicho impuesto, no nos cuestiones”. Y así fue como me gané mi primer “enemistad”.

Quince días después me encontré con unos trabajadores reparando una el sistema de drenaje del centro de la ciudad. Todo era normal hasta que asomé las narices y veo una tubería sumamente deteriorada. En seguida hice el cuestionamiento —¿Oiga jefe, como que están acabadones ya los tubos ¿no?, a lo que me responde — ¡Uy, nombre! Está colapsado, aquí arreglamos un pedazo y se desarreglan otros allá abajo, son tubos de más de 30 años. Pues al día siguiente la cabeza de mi nota era “Colapsado el sistema de drenaje del centro de la Ciudad”, ese título me valió que el jefe del Sistema de Alcantarillado también quisiera conocerme.

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En la edición del 5 de diciembre del 2004 aparece en primera plana del Cuarto Poder el siguiente título “Pide Diócesis informe honesto”, vi el periódico y pensé: ¡Que bien, es lo menos que pueden hacer! Mi sorpresa fue que yo firmaba la nota y había sido retomada de una entrevista que le realicé al presbítero Óscar Campos Contreras.

Un día antes había llegado a sus oficinas, pedí entrevistarlo, esperé y finalmente salió, le hice preguntas de las problemáticas sociales que en ese entonces acontecían en nuestro estado, sus respuestas parecían buscar justicia. Así que le pregunté ¿Qué espera del gobierno en turno antes del fin de año?, y ahí fue donde pidió un informe honesto. Con esta nota me había ganado a un amigo religioso y a un enemigo gobernador.

En enero de 2005, decidí probar suerte en otro ambiente laboral, ahora pertenecía al área de Prensa de una institución de seguridad, mi bienvenida fue la detención de un camión con migrantes, no eran 50, ni 80, eran más de 150, aquello era una muchedumbre aparcada en el enorme estacionamiento de esa institución. Yo cumpliendo con mis obligaciones laborales, inmediatamente le marqué a mi jefe, quien me contesta —Toma fotos a los migrantes. Lo simpático del asunto es que en ese entonces no existían las caravanas de extranjeros como hoy se ven, por lo que si se interceptaba un migrante se le tomaba foto y se emitía una ficha. Entonces cuánto tiempo me llevaría fotografiar y tomar da

reporte fue de manera general, el cual me llevó varias horas realizarlo. No habían pasado ni 30 días, cuando ahora la encomienda era tomar unas fotos a un grupo que había tenido un altercado. Con cámara fotográfica y de video en mano me dirigí a los separos que están en el sótano, un lugar naturalmente escabroso, ahí encontré a 8 sujetos que dijeron pertenecer a organizaciones campesinas, cuyas diferencias los había llevado a pelearse con palos, piedras, uñas y dientes. Me dispongo a disparar mi cámara, plasmé los rostros y la imagen de cuerpo completo de aquellos sujetos. Cuando subo a hacer la respectiva edición de cada imagen me doy cuenta de ojos hinchados, labios partidos, cabellos arrancados, sangre seca por la cara, sangre fresca por el cuerpo, era una cosa terrible e impactante que yo no había percibido a través del lente de mi cámara porque la disparé lo más rápido que pude.

Pasado unos años tuve la oportunidad de leer las notas informativas en un programa de noticias conducido por Víctor Cancino, como debe hacerse realicé la llamada telefónica, leí mi nota y me despedí, posteriormente exclamé una frase que los mexicanos decimos cuando nos sentimos muy felices, fue algo así como de “Ya chin… os”, lo malo es que no había colgado la línea, aquel día muchos supieron que en esa institución también se usaba lenguaje informal.

Aquí me preguntó, será por eso que existe una leyenda para los egresados que reza “contar con experiencia”, pero me respondo, es ilógico, el recién egresado no cuenta con ese requisito, en fin,

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Ilustración: Cinthia Ruiz Ma. Autoría: Sergio Gómez Autoría: Mónica Monterrosa Autoría: Héctor Álvarez
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