Periodico 3

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Artículo de opinión

marzo 2014

“Un grano

de arena”

Periódico Escolar Lycée Charles de Gaulle

“Descúbrete”

Por Anaís

Por María José Balladares

L

S

omos discriminados por nuestros gustos, nuestros intereses. Conozco a alguien que no puede hacer lo que le gusta públicamente, por el simple hecho de que tiene miedo de ser duramente criticado. ¿Es eso justo? No, no lo es. Mi interpretación de esto es: Si no eres como el resto, te van a presionar hasta que lo seas, ya sea juzgándote o aislándote. ¿Qué pasa con aquellos que tienen miedo a ser criticados o a estar solos? Algunos pueden vivir con eso hasta que encuentran amigos que los entiendan y ayuden, pero hay otros que no pueden y sufren las consecuencias, se ven obligados a ser como el resto, igual que granos de arena en la playa. El segundo tema que me preocupa son las personas que no actúan por lo que creen y/o lo que quieren, ya sea con sus padres o autoridades. Como dijo mi mejor amigo: “Aquellos que se ‘dejan estar’ son aquellos seres humanos que (para mí) están al borde del concepto de ser humano. No son libres, se dejan llevar, tal y como las piedras

son empujadas por el caudal de un río”. Probablemente, a muchos esta cita les parezca agresiva u ofensiva, pero en mi opinión tiene mucha razón. Esas personas que no defienden sus ideas (por el diálogo por supuesto) y aún menos que no piensan por sí mismas no son mejores que hojas en el viento, piedras, esclavos de la sociedad. Siempre se debe actuar (de preferencia dialogando) defendiendo lo que se piensa o cree. Si estamos dotados con la capacidad de pensar y razonar, ¿por qué no la utilizamos? ¿Acaso no es desperdiciar una parte de uno? EL último tema, pero no el menos importante, es el hecho de que hay personas que, ya maduras, siguen sin poder reconocer verdaderos amigos. Estos no son solamente aquellos con los que uno lo pasa bien y se divierte, se necesita también confianza, comprensión, tiene que ser nuestro compañero y, si se puede, consejero. Como dijo un profesor de este colegio una vez: “Los profesores imponen, los padres mandan, pero los amigos…los amigos acompañan”.

a sociedad de hoy en día nos obliga, de cierta forma, a crear un “plan” de vida. Desde jóvenes tenemos que tomar decisiones, como por ejemplo: cuál electivo tomar, qué carrera estudiaremos y en qué universidad, y luego en qué lugar viviremos, cuántos hijos tendremos, etc. Este puñado de decisiones que uno tiene que tomar lleva una significativa presión, debido a nuestra evidente inmadurez. Como alumna de tercero medio me pregunto: ¿Cómo un estudiante de cuarto medio puede estar capacitado para escoger la profesión que va a ejercer durante el resto de su vida? Con esta pregunta se forma uno de mis más grandes miedos: escoger la carrera incorrecta y no darme cuenta de ello. Estamos en una sociedad que no deja pensar a los jóvenes y los convierte en “robots del trabajo”, como les llamo yo. Es prácticamente una obligación estudiar en la universidad apenas uno obtiene el diploma de enseñanza media. Con el diploma en la mano y el uniforme puesto los ex alumnos parten a la cacería de universidades. Existen tres grupos de ex pingüinos. Primero, están los “Iluminados”, los que ya tienen una idea clara y precisa de lo que quieren estudiar, después los “Degustadores”, los que tienen una vaga idea de lo que quieren ser pero apuestan por lo más cercano a sus gustos, y finalmente están los “Teniente Bello”, estos “niños perdidos” buscan la segunda estrella a la derecha dentro de distintas facultades, con coraje y esperanza. Fuera de este grupo de ex alumnos, están los “Desertores”. Según la sociedad estos serian los “flojos”. Si, así de simple, los flojos. Pues aquí les habla una “floja”, una “mujer” de 16 años que va a cometer la espantosa decisión de desertar en lo que debería ser su primer año en la universidad. Muchos piensan que mientras el resto esté luchando contra los certámenes de carácter genocida y peleando cual Don Quijote contra las ráfagas de viento sangriento que acarrean los exámenes, yo estaré en el refugio viendo pasar a los heridos por mis costados. ¡No señores! Esa no es la realidad. Quiero tomar esta importante decisión con la mente en blanco. Mi objetivo va a ser descubrir cuál es mi verdadera vocación, descubrir un mundo diferente, un mundo lejos de las poderosas paredes del colegio. Voy a descubrirme a mí misma. Compañeros y amigos, no tengan miedo a probar algo nuevo. No tengan miedo a tomarse el tiempo de escoger lo que en verdad quieren ser. Viajen, descubran, exploren, experimenten. Lo van a descubrir y van a estar fascinados. Y Siempre recuerden: “Hay dos grandes días en la vida de una persona: el día que nace, y el día que descubre para qué.”

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