Revista La Avispa 44

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LOS LECTORES DE ROUSSEAU.

LA COMUNICACIÓN ENTRE EL ESCRITOR Y SUS LECTORES EN EL SIGLO XVIII

Por Diego Orcoyen

(dorcoyen@hotmail.com) A mediados del siglo XVIII, en la Francia pre revolucionaria, se dio un importante cambio en el campo de la literatura y una ruptura con los cánones literarios hasta entonces imperantes. Surgió un nuevo tipo de lector, una forma particular de abordar los textos y llevarlos hasta el extremo de hacerlos carne propia en la vida real, un nuevo impulso metaliterario en el que escritor y lector acometían de manera conjunta la comunicación literaria. Fue Jean Jacques Rousseau, sobre todo a partir de su novela epistolar Julia o la nueva Eloisa, quien revolucionó las antiguas estructuras e impulsó esta particular apertura hacia su público. Los lectores de Rousseau llevaban adelante sus lecturas en forma intensiva, es decir reflexiva. Concentraban su atención en un texto y sacaban de sus hojas el mayor provecho posible. Este tipo de lectura se contraponía con la lectura extensiva que llevaba a digerir numerosas publicaciones en forma rápida y superficial. Esta última modalidad se extendería hasta finales del siglo XVIII gracias a los altos índices de alfabetización, la conformación de grandes ciudades, la industrialización de la actividad editorial, la integración espacial y la entrada de las mayorías al mundo de lo impreso que, en forma de panfletos o periódicos, ya no revestiría el carácter serio y costoso propio del Antiguo Régimen. “Las mayorías entran pues al mundo de la aculturación por

lo escrito, de manera directa o indirecta, al mismo tiempo que se desarrolla rápidamente el modelo de la lectura extensiva: lo impreso, al acercarse a las clases populares y al investir el nuevo espacio público, tiende a perder su estatuto de objeto raro y a banalizarse.”1 En medio de este modelo incipiente que ya dejaba entrever sus características y que se remonta hasta la actualidad, Rousseau sorprendió a sus contemporáneos estableciendo un tipo de lectura que, como expone Robert Darton en Los lectores le responden a Rousseau, “destruiría las convenciones establecidas en el apogeo del período clásico (...) revolucionaría la relación entre el lector y el texto, y abriría el camino para el romanticismo.”2 Pero no es la modalidad intensiva de los lectores de Rousseau lo único que sorprende; la lectura intensiva ya era propia de la sociedad del Antiguo Régimen, sobre todo a través de textos religiosos y principalmente de la Biblia. Lo que llama la atención es el compromiso que los lectores de Rousseau tenían con aquello que leían, al punto de que llevaban a la práctica ciertos aspectos de la lectura y los aplicaban a la vida cotidiana; como así también la comunicación que establecían con el autor a través de cartas en busca de consejos u opiniones. Rousseau quería que sus lectores tomasen en serio aquello que leían, sin importar su origen y condición, fuesen nobles o campesinos, siempre y cuando se colocasen en el lugar de los personajes de la historia como si aquello realmente hubiera sucedido. Rousseau enseñaba a leer a sus lectores, buscaba influir en sus vidas y para conseguirlo se presentó ante ellos de manera clara, sin ocultarse tras los artificios que la narración 31

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