Todo el libro responde a un sentimiento trágico de la existencia escenificado por el diálogo constante entre “el bien y el mal”, entre la razón y el deseo, el consciente y el subconsciente. Con la dosis justa de nihilismo para no olvidar que, encima de todos los noes, existe la “esperanza”, aunque sea un cadáver; alma con aroma a ilusión infecta.