5 minute read

Debería estar en un museo

En Indiana Jones y la última cruzada, un joven Indy descubría su pasión por reliquias perdidas al tiempo que su deber de retornarlas a un museo, o en sus palabras, el lugar al que pertenecían esos objetos de incalculable valor. Valentín González lleva años realizando esta tarea en nuestro distrito, en el museoVicus Albus. ¿Será él elIndiana Jones de Vicálvaro?

Al entrar al museo, sorprende ver que un pequeño vestíbulo igual de repleto que el resto del edificio nos recibe y Valentín, después de saludarnos; nos guía hacia la derecha, donde vemos una sala alargada en la que llaman la atención los elementos de ganadería, la máquina para embutidos, dos lecheras, un candil y farolillos, hoces, una guadaña, arados y herraduras… No hay suficiente espacio para guardar todo y por eso al lado de las cosas de oficios como zapatero, peluquero, economista, obrero de cemento, médico o maestro vemos teléfonos, ya que había una telefónica. Mientras paseamos viendo las distintas profesiones que había en nuestro barrio hace años, Valentín nos cuenta que recibió ese edificio en 1990 de un concejal que le ayudó mucho a la hora de mejorar el barrio. Pasamos bastante tiempo en esta sala, porque nos dice que todo lo que encuentran que ponga Vicálvaro acaba en este museo y aprovechamos para preguntarle por el nombre del museo, a lo que contesta que significa aldea blanca por el yeso, que podemos ver en el pequeño yacimiento que precede a los elementos de agricultura. Delante de cada objeto a lo largo de todo el museo hay códigos QR que al escanear dan información de la pieza frente a la que están.

Advertisement

A la salida, nuestro Indy particular nos enseña un surtidor de gasolina y objetos del ferrocarril y otros medios de transporte y luego señala con orgullo un documento que data de 1352 en el que aparece por primera vez Vicálvaro, un documento original que le trajo un amigo desde el Vaticano, como muchos más le han traído de otros lugares diferentes. Al darnos la vuelta, un pequeño pasillo nos recibe con, como dice Valentín, un poco de todo : placas de calles antiguas, columnas de la panificadora que han tirado, fotos y diplomas… En un marco ha puesto billetes, tarjetas y calendarios, mecheros, llaveros, carteras y todo tipo de cosas en las que ponga Vicálvaro, cosas del equipo de fútbol del barrio y después, por último, aparece ante nosotros la placa del IES, en la que pone Instituto de Bachillerato de Vicálvaro . ¡Toda una reliquia! Pero no es la única reliquia del museo. Le preguntamos a Valentín por el objeto más raro que tiene, el que más le costó conseguir, el que más ilusión le hiciera y el que más valor tenga para él y su respuesta es la misma para todas ellas: que cada uno es especial por una cosa y que no podría elegir uno solo porque todos tienen su propio tiempo de espera hasta acabar allí, su propio origen y su propia historia. La conversación nos lleva a pedirle que nos diga su lugar favorito del barrio, y a esto sí que contesta: el entorno de la parroquia, es lo más emblemático que tiene Vicálvaro y lo que más representa al distrito .

Valentín se lamenta de que, en realidad, este edificio tan lleno de tesoros devueltos a su origen oficialmente no es un museo sino un simple edificio lleno de objetos viejos. Por eso no puede tener uno más grande, lo que provoca que no pueda recibir visitas numerosas. Y es que, ya sea en el mundo ficticio de Indiana Jones o en el real de Vicálvaro, lo que para unos son claramente reliquias y merecen estar a disposición de todos, para otros no son más que maneras de ganar dinero. Pero, como siempre dice nuestro querido Indy, pertenece a un museo . Y nuestro querido Valentín se va a encargar de ello.

Valentín González posa junto a un cañón de Vicálvaro en el patio del museo Vicus Albus.

This article is from: