PORQUE SOMOS VIOLENTOS?

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la revista del libre pensamiento

Porque somos violentos?



REVISTA CÚBICA No.9 Septiembre de 2014 ISSN 2145-5686 Una Revista de la CORPORACIÓN BUEN CIUDADANO Presidente: JOSÉ FERNANDO LÓPEZ ZAMBRANO josefernando.lopezzambrano@gmail.com Gerente: CELESTINO ARANGO CANO carango@partmo.com Comité Científico: ANTONIO PULIDO FLÓREZ ALBARO YEPES MARTÍNEZ EFRAÍN MANTILLA AZULA JUVENAL FONSECA MORENO ANTOINE HABIB BARBOUR MALUFF Comité Editorial: LUIS ENRIQUE ALARCON REINALDO MORENO BAYONA HORACIO GAMBOA FLOREZ CARLOS EDUARDO MESTRES ARISTIZABAL HECTOR IGNACIO CRISTANCHO B. DAVID ALBERTO SUS ESPINOSA DARÍO PEDRAZA HABEYCH GUILLERMO ENRIQUE VALENCIA CABANZO RICARDO GIRALDO HOYOS JAIRO HUMBERTO AYALA DURAN Corrector de Estilo: JUVENAL FONSECA alcatraz.2010@hotmail.com Edición y Diagramación: OMAR PRIETO Publicidad omared2010@gmail.com

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Impresión: DISEÑO EMPRESARIAL Fotografía de Portada: SERGIO JIMÉNEZ

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Contenido

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Editorial

Construyendo

La Utopía A pesar de las amenazantes expresiones de la violencia que nos sobrecogen, angustian y llenan de dolor, la apuesta es por la no violencia, la apuesta es por soñar al hombre y a la sociedad, alejados de la barbarie con capacidad para resolver sus conictos de manera civilizada.

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omos conscientes que se trata de una utopía que hay que continuar construyendo con la certeza que poco a poco seremos menos violentos. En el mundo es necesario continuar desmontando el monstruo del nacio-

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nalismo a cuyo nombre se cometen permanentemente horrendos crímenes, se emprenden genocidios y crímenes aleves contra la humanidad. Al nacionalismo debe oponérsele el universalismo, la certeza que el mundo es ancho y ajeno y que nadie puede abrogarse el derecho excluyente sobre los


territorios, que no existen razas ni núcleos humanos superiores que tengan derecho a excluir, a sojuzgar a manipular a los otros. Es preciso desactivar las religiones entendidas como expresión de poder temporal e impedir que se sigan utilizando para la manipulación de los Estados, la sociedad y el individuo, por esa razón es imperioso pregonar el Estado Laico, el respeto por las creencias religiosas y la lectura de las religiones no como un poder sino como un conjunto de creencias y practicas tendientes a armonizar la vida del hombre en referencia a la divinidad, que no deban y no puedan utilizar al hombre para los mezquinos intereses de quienes se llaman los escogidos de dios para dirigirlo y ejercer sobre el hombre un control indebido. La sociedad del futuro es preciso soñarla como el ambiente respetuoso, sin arbitrariedades ni privilegios, con oportunidad para todos que por denición excluya la violencia como practica de poder. La familia debe dejar de ser el escenario violento, agresivo, dañino en el que sus miembros se destruyen física y psicológicamente, donde se ejercen violencias ancestrales adquiridas y reiteradas, como el pretendido derecho de dominio del hombre sobre la mujer o sobre los hijos.

La familia debe tener garantizado un ambiente pacíco, respetuoso, propicio para el crecimiento armónico de sus miembros, favorable para la trasmisión de valores y principios que garanticen el pleno desarrollo de sus miembros. El hombre debe aprender que la única manera de vivir en comunidad en forma civilizada es la no violencia, debe actuar sobre la regla elemental y básica que no debemos ejercer violencia sobre el otro, no tocarlo siquiera, contra su voluntad, la no violencia tiene como soporte el respeto por el otro, con quien podemos tener diferencias, opiniones diversas, controversias e intereses encontrados, pero nada de ello no habilita para eliminarlo, maltratarlo ni agredirlo. El paso de la barbarie a la civilización pasa por la no violencia, para lograr la armónica convivencia se requiere el respeto por el otro, la aceptación de las diferencias, la negación de la arbitrariedad en la solución de los conictos, porque siempre en cualquier comunidad tendremos conictos lo importante es resolverlos correctamente sin violencia.

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Datos & Cifras

En violencia intrafamiliar Ocho de cada 10 víctimas son mujeres. El 49 % de las mujeres violentadas por su parejas viven en unión libre, el 26 % son solteras; el 13 %, casadas, y el 9 % restante, divorciadas. Un dato sorprendente es que, para los niños entre los 0 y los 9 años, el principal agresor es la propia madre. Después de los 10, son los padres los que ejercen la violencia. Otro factor preocupante es la violencia contra el adulto mayor: el año pasado hubo 1.631 casos de ancianos agredidos por sus propios familiares.

Matoneo Bullying 3 de cada 5 víctimas de "bullying” en Colombia piensan en suicidio y 1 de cada 3 lo intentan. Una de las clases más comunes de matoneo son a causa de: La Homofobia 30 %, "Bullying" racial 25%, Ataque a una persona hincha del equipo contrario 20%, Rechazo o matoneo por alguna discapacidad con un 10% y El matoneo por aspecto físico 10%.

Ha provocado la muerte de más de 250.000 personas, según datos publicados por la ONU, que señaló que son "más del doble" de fallecidos que hace un año y condenó de paso la "parálisis internacional" que alienta a los "asesinos". El organismo calcula que la cifra de muertos puede ser mayor y que al menos 10.000 niños hacen parte de ella. Más de 600.000 personas, casi una cuarta parte de la población de Gaza, se han visto obligadas a abandonar sus hogares y convertirse en desplazados internos en Gaza a causa de los bombardeos israelíes, según datos de la o cina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA).

Trata de personas

La guerra civil en Ucrania

No existen cifras claras sobre la trata de personas en el mundo. Es un drama global que no distingue condición social, latitud ni género. Algunos lo llaman la esclavitud del siglo XXI.

Desde que comenzó la guerra civil en el este de Ucrania, 230.000 personas han abandonado sus casas, según la agencia de refugiados de la ONU. Cerca de 100.000 se han desplazado a otras regiones del país y otras 130.000 se han refugiado en Rusia. Según los últimos datos dados por la ONU, los combates han dejado un mínimo de 2.900 personas muertas y 7.600 heridas. incluidos los pasajeros del vuelo de Malaysia Airlines MH17.

Datos de la ONU señalan que la trata con nes de explotación sexual se estima representa el 58% de los casos y un 42% corresponde a trabajo forzoso.

Mujeres y hombres

Según el Ministerio del Interior de Colombia, la trata de personas es el tercer negocio ilícito más rentable para el crimen organizado en el mundo, después del trá co de estupefacientes y de armas.

Según Medicina Legal, en los últimos 10 años se han presentado mas de 600 casos contra mujeres y 450 hechos contra hombres. Las víctimas son en su mayoría personas entre los 21 y 30 años. En el 2013 Colombia se convirtió en el país con el mayor número de ataques con ácido en contra de mujeres en todo el mundo.

La trata interna, la explotación en el país, representa un 27% de los casos identi cados a nivel mundial. 4

La guerra en Siria

Quemados con ácido

Hace unos meses, en Italia hubo cinco ataques. En India hay un promedio de mil ataques al año; en Bangladesh está cerca de los 500 ataques al año.



Abrigar un nuevo

futuro mejor Antonio Pulido Flórez

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Son momentos muy especiales los que estamos viviendo en nuestra Colombia, tiempos y situaciones que nos hacen reexionar acerca de los cambios que se acercan, tiempos para sembrar en terreno fértil, de aprovechar el verano que nos proporciona la plenitud de la luz. Es un momento muy propicio para iniciar ese cambio tan anhelado en nuestro País.


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Es la violencia

consustancial

con la Naturaleza

La historia nos presenta la violencia como un factor permanente en confrontación con la aspiración de paz. Dilucidar el origen de esta componente, entender el impacto en la estructura de la civilización contemporánea y buscar estrategias para transformar esta fuerza en potencial de construcción de una mejor sociedad, son el propósito fundamental de este ensayo. Franz Mutis Caballero

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violencia:

Antítesis de una formación temprana deficiente Una pregunta que ronda nuestras mentes, ante tantas manifestaciones de violencia que vivimos y que motiva el presente artículo es:

Qué hacer para que el espíritu violento que nos caracteriza y que se expresa en situaciones como: el conflicto armado, las bacrim, el sicariato y la delincuencia común, entre otras, cedan el paso a unas relaciones de mayor entendimiento, convivencia y tolerancia entre todos los colombianos

Danilo Reinaldo Vivas Ramos Ex-Rector Universidad del Cauca 10


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ara aproximarnos a una respuesta, es necesario partir de una de las tantas acepciones sobre la violencia, sus tipos y características. Asumimos como violencia “al tipo de interacción humana que se manifiesta en aquellas conductas o situaciones que, de forma deliberada, aprendida o imitada, provocan o amenazan con hacer daño o sometimiento grave (físico, sexual, verbal o psicológico) a un individuo o a una colectividad; o los afectan de tal manera que limitan sus potencialidades presentes o futuras”. La violencia es, en consecuencia, un fenómeno social que se aprende y por tanto también se puede desaprender, está asociada a la idea de la fuerza física y el poder.

Varios autores coinciden en que existen diferentes tipos de violencia y aseguran que las causas que las generan dependen de situaciones tales como: Un entorno cultural y social connivente con actitudes potenciadoras de violencia, la prevalencia de patologías personales graves, la falta de responsabilidad de los padres en la formación de sus hijos, el precario desarrollo de valores por parte de la escuela, la estrecha visión del concepto de grupo o colectivo y la presión que éstos ejercen sobre sus integrantes y la no distinción en muchos jóvenes entre realidad y fantasía.

En este sentido, el paulatino deterioro de la familia como núcleo de la sociedad, ha incidido significativamente en el desarrollo de actitudes proclives a acciones violentas, por un lado por el desdibujamiento de la familia como tal y, por el otro, por los altos índices de violencia intrafamiliar, lo cual muchas veces se asume como “normal”, por lo que, en un buen número de casos, los hijos no solo replican sino que despliegan acciones cada vez más truculentas. Aquí hay una tarea gigantesca por hacer por parte de los padres, garantizar en sus hijos la aprehensión de valores que ennoblezcan el sentido de la vida desde sus primeros años. Labor que debe ser complementada y fortalecida por la escuela, la que además de brindar a sus alumnos conocimientos y desarrollar competencias, habilidades y destrezas, debe proveer espacios curriculares para el afianzamiento de valores y principios éticos, que propendan por la dignificación de la condición humana y su relación con el entorno social, con el ecosistema y consigo mismo, en las dimensiones social, biológica, espiritual y cósmica. Situación que obliga a que el profesor explicite adecuadamente, en el aula, su capacidad profesional y su alta formación personal, siendo el ejemplo, en este aspecto,

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la esencia de su quehacer pedagógico. Paradójico, lo que viene sucediendo en nuestras instituciones educativas, la cada vez mayor presencia de acoso escolar, conocido como matoneo o bullying, forma característica y extrema de violencia escolar, se expresa en maltrato psicológico, verbal o físico entre escolares, bien en el aula o a través de las redes sociales. La dureza de este tipo de situaciones ha llevado a pensamientos suicidas e incluso a su materialización. Hay que salvar a las instituciones educativas de este flagelo, aquí la responsabilidad está en el necesario dialogo entre la familia, la escuela y la sociedad, no hacerlo es sumir a toda una sociedad en la desesperanza.

Según Galtung, “la violencia es como un iceberg, de modo que la violencia visible es solo una pequeña parte del conflicto, las otras, por decirlo de alguna forma, son invisibles, pero igualmente nocivas para una convivencia armónica”. Actuar simultáneamente en los tres tipos de violencia, hoy bien caracterizados: La violencia directa, la violencia estructural y la violencia cultural, puede garantizar importantes avances en su reducción o eliminación. Veamos, grosso modo, los tipos de violencia mencionados según Galtung: La violencia directa

Es la que se concreta en comportamientos intencionados y responde a actos de violencia física y verbal, es agresiva o destructiva, es clara y visible, por lo que resulta relativamente sencillo detectarla y combatirla, pero algunos de sus efectos aparecen más o menos invisibles, entre ellos el odio, los traumas psicológicos y sufrimientos. La violencia estructural

Es la que se centra en las estructuras sociales, culturales y económicas que no permiten la satisfacción de necesidades y se concreta, precisamente, en la negación de las mismas. Esta violencia remite a la existencia de un conflicto entre dos o más grupos sociales, en el que el reparto, acceso o posibilidad de uso de los recursos es resuelto sistemáticamente a favor de alguna de las partes y en perjuicio de las demás. La violencia cultural

Históricamente, la sociedad ha ideado formas diversas para abocar los distintos tipos de violencia, ha creado campos de conocimiento especializados y desarrollado investigaciones sobre el tema; ha generado instrumentos legales para sancionar a quienes actúan violentamente, ha construido cárceles y centros de resocialización, incluso algunos Estados han promulgado leyes cada vez más drásticas, incluyendo la pena de muerte; no obstante, los resultados contra la violencia aún son precarios. El investigador Johan Galtung definió el Triángulo de la Violencia para tratar de explicar y buscar solución a los factores que co-adyuvan a la generación y desarrollo de la violencia en conflictos sociales.

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Se define como simbólica, que “se expresa desde infinidad de medios (simbolismos, religión, ideología, lenguaje, arte, ciencia, leyes, medios de comunicación, educación, etc.). Así mismo, inhibe o reprime la respuesta de quienes la sufren, y ofrece justificaciones para que los seres humanos, a diferencia del resto de especies, se destruyan mutuamente y sean recompensados incluso por hacerlo”. Crea un marco legitimador de las violencias directa y estructural. A menudo, las causas de la violencia directa están relacionadas con situaciones de violencia estructural o justificadas por la violencia cultural; de ahí que muchas respuestas a las preguntas sobre la violencia se encuentran en el entorno cultural. Afirma Galtung: “Estamos educados en una cultura de violencia,


donde no se nos enseña, ni se nos permite ver alternativas a la violencia. En las escuelas y demás medios de transmisión y reproducción de la cultura nos han enseñado la historia como una sucesión de guerras; estamos acostumbrados a que los conflictos se reprimen por 'incuestionables' autoridades; los medios de comunicación de masas nos venden como la única vía de solución de los conflictos internacionales el uso de los ejércitos, etc.” Es decir, vivimos inmersos en un ambiente de violencia constante, por lo que para enfrentar sus manifestaciones debemos ir a los orígenes, profundizar en las causas y trascender el hecho. Subyacen, detrás de los diferentes tipos de violencia, según Galtung, dos concepciones erróneas: la identificación de la violencia con la ausencia de paz y con la concepción del conflicto humano, social o natural como algo totalmente negativo, sin considerar que éstos son parte inherente a la existencia de la sociedad, los cuales enriquecen las posibilidades de desarrollo y crecimiento colectivos, siempre y cuando los asumamos como expresión positiva de la interacción humana. Galtung plantea que si la forma de encarar los conflictos es solo la represión, socialmente se sigue transmitiendo la visión negativa del conflicto, generándose graves problemas para la sociedad. No debe confundirse conflicto con violencia puesto que hay conflictos que pueden resolverse sin el uso de la violencia.

Por tanto, no debe pretenderse eliminar los conflictos, puesto que éstos son oportunidades de transformación; se debe trabajar a favor del no uso de la violencia para resolverlos, aquí se debe imponer el diálogo y la concertación antes de que llegue a constituirse en crisis y que ésta derive en violencia. Los conflictos bien gestionados, son una excelente herramienta pedagógica para avanzar hacia la erradicación de la violencia. Lo anterior presupone adelantar un intenso trabajo, en todos los niveles de la sociedad, de cómo enseñar y cómo aprender a gestionar conflictos desde los primeros años de vida, esto contrarrestaría la deficiente formación que hoy se tiene al respecto.

PARTMO


Acaso somos José Fernando López Zambrano

Colombia, país que a pesar de la inuencia del desorden social que impera en los momentos actuales, avanza con paso rme y decidido hacia la postmodernidad y pacicación concertada, como medio seguro hacia la construcción de una nación en la que se intervendrá efectivamente la crisis oculta que ha caracterizado todo su desenvolvimiento histórico: La Intolerancia.

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o es motivo de orgullo para ningún compatriota ser catalogado como ciudadano del 5º país más violento del mundo, en el que se registran elevados indicadores de muertes extrajudiciales, derivadas de la violencia social y política que desde el año 1930 ha dado a luz a ríos de sangre, que han recorrido lo largo y ancho de la geografía colombiana.

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En este orden de ideas, diferentes posturas teóricas pretenden explicar el fenómeno de intolerancia desde distintos ángulos, una vertiente académica argumenta que la tendencia a los actos violentos proviene de la consolidación cultural de patrones de comportamiento tales como la exclusión, el autoritarismo, el racismo, el machismo y la prevalencia en los ciudadanos de una sola idea política o religiosa y/o esquema alienante derivado de la polarización a la que ha llevado a los colombianos el ejercicio de la politiquería. De otra parte, se analiza, que actualmente la pugna entre los partidos políticos ha hecho de la sociedad colombiana el nido en el que se desplazan las ideas de la sensatez y la asertividad hacia fundamentalismos que enceguecen la razón y obnubilan la visión de futuro para el diseño e implementación del estado que mejor permitiría el desarrollo armónico y sostenido del país; todo esto es un reflejo fiel de la degradación a los bajos niveles de comportamiento agresivo de los que han sido por siglos especímenes representativos de la clase dirigente. De todo lo anterior, se puede inferir que somos violentos como resultado del proceso de formación de nuestra nación, de nuestra sociedad y de nuestra identidad; derivado de la injerencia de la evangelización de la que fuimos objeto, la cual parió una sociedad muy conservadora, heredando los valores importados e introyectados en el imaginario colectivo desde el momento mismo de la mal llamada colonización por parte del movimiento hispánico que lo llevó a cabo. Ahora bien, es un hecho que hay posturas diferentes para el análisis de las razones por las cuales somos violentos y que deben ser tenidas en cuenta en esta exposición, afirmar que la violencia del aquí y el ahora es tan solo la continuidad de la misma desde la década de los años 30, no ayuda a desenmascarar el fenómeno de la violencia en sí misma porque no es técnico afirmar que hay violencia hoy, porque siempre la ha habido; lo importante es denotar qué ha hecho el Estado colombiano para intervenir los factores generadores de descontento social tales como la pobreza absoluta, el analfabetismo, la inadecuada distribución de la riqueza, la poca o ninguna participación de la ciudadanía en la gestión de su propio desarrollo, la descarada corrupción

galopante que ya hizo metástasis en los diferentes actores de la sociedad colombiana; la falta de visión de futuro para un país que, contando con los recursos suficientes, si estuvieran bien administrados darían la opción cierta para avanzar hacia una sociedad justa y solidaria en la que la Libertad, la Fraternidad y la Igualdad constituirían el trípode sólido de conjugación de valores para salir de la crisis que nos domina. En una conferencia de un colombo japonés, llamado Kenji Orito Díaz, escuché decir que el colombiano no es violento, sino que se ha creído el cuento de que lo es, pero que este mito emerge de la administración misma del Estado al que le convienen los efectos de un país en conflicto permanente, la desunión, ya que divide y vencerás, la polarización política, ya que divide y vencerás, odios alimentados desde la misma dirigencia política, ya que divide y vencerás, el sostenimiento de las diferencias entre las clases sociales, ya que divide y vencerás, la contaminación proveniente de cientos de sectas religiosas, ya que divide y vencerás y otro innumerable listado de razones que fundamentan el divide y vencerás. Pero cabe preguntarnos, el por qué de esta vulnerabilidad de la sociedad colombiana que ha permitido que la intolerancia sea el común denominador en todos los comportamientos sociales, políticos y hasta enmascarados en ideologías religiosas, que nos hacen ser violentos?. La respuesta no se hace esperar; somos una sociedad alienada por un sistema de gobierno que no tiene la intención de quebrar las bases del Status quo en el que se sostiene, dados los privilegios otorgados por el conformismo social del pueblo que se sumió en su propia desgracia para que una burguesía nacional minoritaria rija sin el control social debido, los destinos del país. Es inaudito aceptar que en Colombia muera un niño de hambre, pero son miles los que han perdido la vida por esta razón; es inaceptable que en Colombia existan grandes

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áreas de población que adolecen de la presencia del Estado y se hayan convertido en focos de violencia monstruosa como las que vive nuestro pacífico colombiano; es totalmente intolerable el nivel de analfabetismo de la sociedad colombiana, pero son millones que no saben leer ni escribir; es aberrante la manifestación de la delincuencia común que cobra vidas humanas en cada día de la historia colombiana y que son el reflejo de la desigualdad social en los asentamiento económicamente menos favorecidos. Pero, siendo inaudito, inaceptable, intolerable y aberrante el momento histórico de la patria, la inmadurez política del pueblo colombiano aún cree en la ilusión de un país mejor con los mismos actores sociales. Pese al panorama anteriormente descrito y a las altas tasas de muertes violentas en el país, incluso aquellas que se consideran extrajudiciales, a veces desconocidas u ocultas, a causa de la guerra fratricida en la que desenvolvemos nuestra historia, de la que se desconocen muchas verdades, Colombia debe exigir de su clase dirigente un compromiso responsablemente asumido ante la triste realidad de nuestro presente, en aras de la construcción de un futuro implementado mediante mecanismos capaces de procurar el olvido del pasado doloroso, para generar el bienestar que nos merecemos. Pero, en este momento, nace la gran pregunta, que no tiene respuesta asertiva, ¿Cómo es posible que haya quienes quieran perpetuar

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este caos existente fomentando odios para preservar los conflictos actuales? Solo queda la acción contundente de cerrarles el paso para ser los gestores de un destino similar al pasado, en nada deseable, porque esta no es la condena a cadena perpetua con la que tiene que vivir Colombia. Sin embargo, debemos implementar los mecanismos necesarios para voltear el curso de la historia, exigiendo cambios sustanciales en las instituciones básicas de la sociedad y del Estado. Retomando un escrito que tuve oportunidad de analizar del polítólogo Nieto López, transcribo a manera de corolario su pensamiento: “La cultura es una creación humana, no es una fatalidad. Son cambiantes, se transforman en la medida en que las sociedades se van transformando. Los colombianos no estamos fatalmente condenados a vivir en una cultura intolerante y autoritaria. Para poder superarlo se necesita empezar a transformar procesos de instituciones como la escuela, los modelos pedagógicos, la propia configuración curricular, en la propia relación de profesor-alumno y de alumnoalumno”. Por eso deben fortalecerse los mecanismos de educación ciudadana, formación básica, secundaria y superior laica, para la generación de colombianos capaces de transformar el actual momento de la historia.

Porque, acaso somos violentos?




Será que buscamos o, preferimos que

nos traten de manera violenta? Buscamos, desde la Psicología como ciencia que estudia la conducta humana en todas sus manifestaciones, una explicación que nos permita, si no evitarla, por lo menos explicarnos por qué los seres humanos, tan evolucionados como estamos, somos violentos. Este será, un punto de vista. Marta Luz Galvis Villafáñez

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Entrevista

La relaci贸n entre las enfermedades mentales

y la violencia Mario Guevara Mendoza

Douglas Enrique Quintero Latorre

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una virtud asociada a la forma de desarrollar nuestras acciones Celestino Arango Cano

Esto es, proceder en forma justa, adecuada a la circunstancia, con cautela. Esta somera denición es instintiva y se llega a ella sin mayor reexión. Se debe aclarar que practicar la prudencia no conlleva a la renuncia de principios ni la pérdida de posición únicamente para evitar un conicto. Practicarla implica gran uso de la inteligencia; es por eso que Santo Tomás de Aquino decía que para alcanzar la prudencia se debía tomar en cuenta el recuerdo de experiencias pasadas y aplicar la inteligencia al estado presente de las cosas, es decir, ver las cosas como son y no como deseamos que sean, aplicando la reexión. 28


A

hora bien, reconocida la PRUDENCIA como la principal de las virtudes, ya que es reconocida como la que permite abrir la puerta para la realización de las otras virtudes y las encamina hacia el fin del ser humano, es decir, hacia su progreso interior, me parece muy oportuno abordar el tema con la profundidad que amerita frente al objetivo que como seres humano tenemos de lograr la felicidad y es por ello que mi interés en este artículo es mostrar como la prudencia es una virtud del intelecto, cuyo objetivo primordial es el de la acción correcta y el discernir y distinguir lo que es bueno o malo para seguirlo o huir de ello. Hoy día nos vemos enfrentados a términos recurrentes en la información que nos invaden cada día: la confrontación ideológica, la confrontación física, divergencias, abusos, intransigencia, injusticia, insolencia, prepotencia, ya sea a nivel personal, comunitario o a nivel país y como miembros activos de la sociedad a través de los diferentes grupos en los que participamos, no podemos marginarnos de opinar y actuar sobre las relaciones indeseadas entre los hombres. Prudencia es dominar esas situaciones y emociones ajustando con nuestro ejemplo el comportamiento a los dictámenes de nuestra razón, teniendo en cuenta con total discernimiento, la motivación y consecuencia de nuestros actos y su correspondencia con las virtudes que practicamos y principios que sustentamos en los diferentes escenarios donde nos desenvolvemos, incluyendo nuestro núcleo familiar. El principal escenario en el que nos vemos enfrentados y que debemos hacer un buen uso de la prudencia es en todo lo que se mueve alrededor del cambio, que trae consigo incertidumbre, e inclusive desesperación y caos. Qué hacer ó cómo actuar, qué debemos poseer emocionalmente cuando cae encima la avalancha del cambio generacional, en las organizaciones a donde pertenecemos o en nuestra vida?. Lo mejor es armarse de paciencia, o mejor todavía, armarse de prudencia y esperar y entender todo lo que el nuevo cambio trajo como resultado en cuanto a reglas de actuación de quienes participan

de él, el juego de poderes, los actores en la escena, las reglas no definidas u olvidadas y las nuevas opciones de desarrollo de acciones a la luz de las oportunidades que puede dar el cambio. Con la experiencia ya vivida en el campo empresarial y social, puedo decir que el objetivo que me he trazado al vivir plenamente y con convencimiento que mi objetivo, es lograr la felicidad, he aprendido que posiblemente los conflictos y decisiones erradas podrían haber sido evitados si en un momento se hubiera actuado reflexivamente y con prudencia. Los objetivos trazados se fueron alcanzando con mayor seguridad y rapidez en la medida que el ejercicio de la prudencia, unida a la tolerancia fueron apareciendo en el escenario de las relaciones interpersonales. Sobre la base de lo anterior, puedo afirmar que las mejores y mas acertadas decisiones que realmente como seres humanos nos proporciona el dominio de nosotros mismos, son aquellas que tomamos con la práctica de la prudencia y es con ella como podemos identificar las situaciones que son más convenientes y las que no lo son. Nos ayuda a pensar antes de actuar, ya que aparece el Autocontrol y por consiguiente, se miden mejor las consecuencias de nuestras actuaciones. Otra muy buena consecuencia de la práctica continua y real de ser prudentes es la de facilitar la convivencia, siendo esta virtud entre todas la que permite expresar con las palabras adecuadas y en el momento adecuado lo que se requiere para no generar conflicto, sino por el contrario ayudar en el mejoramiento de las relaciones interpersonales y con ello el logro de los objetivos que nos tracemos, en un ambiente de real confianza. Es importante en este proceso reflexivo reconocer como lo planteamos inicialmente y revisar que como en todo proceso humano la práctica continua de la prudencia, requiere del apoyo de otros valores que la enriquecen en el actuar diario, como son la tolerancia, la discreción, la sensatez, la cautela, la sabiduría, la madurez, el discernimiento, la templanza entre otras, porque si realizamos un ejercicio de in-trospección, tenemos que reconocer que la mayoría de nuestros desaciertos en nuestras decisiones, en el trato con los demás

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En el ámbito familiar denitivamente la prudencia también juega un papel primordial, ésta debe estar presente en la relación conyugal, con los hijos y demás integrantes del grupo familiar. Los padres somos el ejemplo de los hijos y es a través de éste que los educamos para pensar antes de actuar, para que su conducta no deje consecuencias negativas; con prudencia somos capaces de prever las consecuencias de una frase o palabras que dirigimos a nuestros hijos; tenemos que preocuparnos por los intereses de ellos, conocerlos para poder orientar sus pasos sin interesar la edad, los gustos o preferencias e ideologías que estén proponiendo en sus vidas. Si somos imprudentes, indiscretos y faltos de tacto podemos ocasionar heridas u ofensas innecesarias a las personas que amamos.

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o en la expresión de nuestras opiniones o la aceptación de las de los otros, están derivadas de la precipitación, la emoción, el mal humor, que nos lleva a obtener una percepción equivocada y/o errada de la realidad y a tomar información parcial de la situación y con ello ge-nerar un trato injusto hacia los demás y por ende el ambiente se torna complejo para el desarrollo de cualquier objetivo estratégico que se quiera adelantar. El reconocimiento que hago es que a través de la practica permanente de la prudencia como virtud direccionadora de las relaciones humanas, por la búsqueda de la felicidad de quienes integran las organizaciones, es la mejor opción para tener un trato justo hacia los demás y edifica en nosotros una personalidad segura, capaz de comprometerse en todo y con todos, generando confianza y estabilidad en quienes nos rodean. En todos los campos de nuestra vida nos cruzamos con la idea de la prudencia, enmarcada dentro de la tolerancia, muy recurrente en los núcleos a donde asistimos ya sean políticos, religiosos, sociales o de cualquier otra naturaleza y es allí donde la práctica de la prudencia acompañada de la tolerancia debe surgir para dar el respeto y consideración que se debe otorgar a las opiniones de los demás, aunque sean contrarias a las nuestras. Surge entonces, el respeto como consideración de la prudencia y con ella la aceptación de las ideas, pensamientos y acciones de los demás. En conclusión debemos decir, que la práctica de la prudencia nos ayudará a reflexionar y a considerar los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo como resultado un actuar correcto en cualquier circunstancia de nuestra vida. La prudencia como práctica sistemática, es una oportunidad para actuar con mayor conciencia frente a las diversas situaciones de la vida, ayuda a la afianzar la personalidad de manera recia y segura, dando a cada quien el trato justo y obteniendo de los demás ese mismo trato, construyendo con ello un ambiente de confianza, de compromiso con causas nobles, y con seguridad es la mejor guía que encamina hacia el fin del ser humano: la felicidad.


aviso una pรกgina

Igho


Violencia

del gobierno y de la justicia colombiana Judy Chac贸n Barajas

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Porque somos violentos los colombianos Nuestro comportamiento violento puede tener diferentes causas. Unas de índole hereditario y otras de índole cultural o social. Sin embargo la evolución de nuestra conciencia puede “armonizar” esos niveles de emotividad y dar paso a una mente más racional. Esa racionalidad nos permitirá superar nuestros temperamentos violentos para convivir racionalmente en un medio ambiente cada día más violento. Fernando Duarte Mora

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La alteridad como salida a la violencia contra la diversidad:

asunto pendiente en el nuevo constitucionalismo latinoamericano Adaulfo Enrique Mendoza M.

“Lo relacional se caracteriza por el juego de las diferencias: cuanto más diferencia, mayor debe ser la reciprocidad. En el mundo de la identidad, que es lo contrario de la diferencia, sin la alteridad del otro, la cuestión de la ética también es impensable, simplemente porque no habría reciprocidad genuina. En el universo de una persona no poblada por otros - no habría necesidad de la ética”. (Jung, Hwa Yol. 1993)

“En Levinas la responsabilidad, como la rosa de Angelus Silesius, es sin por qué. Esto significa que no es motivada. Más exactamente, que no encuentra su causa en el sujeto mismo (quien "no presta atención a sí mismo") y no es suscitada por un tercero (quien "no exige verla"), sino que es motivada únicamente por un absoluto inaprensible: la alteridad del otro. Este tema de la responsabilidad, mediante el cual Levinas se dio a conocer fuera de los círculos eruditos de la filosofía, es la puerta de entrada a un pensamiento ético totalmente orientado por la relación con el otro” (Zielinsky, Agata. 2011)

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1. Carbonell, Miguel. El neoconstitucionalismo: Significado y niveles de análisis. En: El canon neo constitucional. Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 2010.

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Fabricación, instalación y montaje de estructuras metálicas, en aluminio y madera, cielo raso, redes eléctricas, hidráulicas sanitarias, dotación de muebles para oficina en general,


Reexiones en torno al maltrato a los niños,

como una manifestación de la violencia intrafamiliar En este artículo se hace referencia al panorama internacional, nacional, regional y local, en torno a la temática y se formulan conclusiones al respecto.

Foto tomada de: www.fotosimagenes.org

Aída Fernández de los Campos1 2 Martha Ortega Ortíz

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n cuanto al panorama internacional, de acuerdo con el Informe del Experto Independiente de las Naciones Unidas, presentado a la Asamblea General en el 2006, la violencia contra los niños, y por consiguiente, el maltrato, existe en todos los países del mundo, independientemente de las culturas, clases sociales, niveles educativos, ingresos y origen étnico. El estudio destaca que eliminar y dar respuesta a la violencia contra los niños, y al maltrato, como una de sus manifestaciones, es quizá más difícil en el núcleo familiar que en ningún otro, dado que éste es el más privado de todos los ámbitos de tal naturaleza. Sin embargo, los derechos de los niños no terminan en la puerta del hogar familiar, ni tampoco acaban ahí las obligaciones que tienen los Estados de garantizar tales derechos a los niños. Entre las recomendaciones destaca la formulada en relación con la necesidad de dar prio42

ridad a la prevención de la violencia contra los niños y textualmente expresa: “así como es esencial dedicar recursos a la intervención una vez se ha producido la violencia, los Estados deberían asignar recursos adecuados a abordar los factores de riesgo y prevenir la violencia antes de que ocurra…..”. De acuerdo con la encuesta3 de Child Fund Alliance, publicada el 20 de noviembre de 2013, realizada a 6.500 niños de 47 países, acerca de sus opiniones frente a la violencia, la paz, qué harían si fueran gobernantes de su país y qué les genera seguridad y felicidad, se obtuvieron los siguientes resultados: El 28% de los niños en las Américas atribuye la violencia a la mala conducta (incluyendo la desobediencia, la pereza, la codicia y la mentira), seguido de un 20% a la violencia doméstica, un 17% a las drogas y un 15% a la delincuencia; el abuso doméstico constituye la principal causa de violencia en Nicaragua se-


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UNA EMPRESA DE TRANSPORTE DE CARGA CON MAS DE 30 Aテ前S DE EXPERIENCIA


Violencia

desde el vientre Wilfredo Sierra Moreno

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Para quienes han sido hijos de padres agresivos por naturaleza, el hecho de la violencia es una experiencia que se ha experimentado justamente desde el mismo vientre materno. Hoy por hoy, las evidencias cientícas sobre lo que implica la acción del contexto familiar en el ser en gestación, no deja dudas de los efectos nocivos en la formación físico emocional del futuro hombre o mujer.

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La impronta fundamental en la formación de todo ser humano, está en las imágenes maternas y paternas que determinan la mayor parte de las áreas tanto afectivas como volitivas da la personalidad, y una falla estructural en esos retratos determinativos de la conducta de esos dos patrones básicos, son ciertamente fatales para el futuro ciudadano.


nfortunadamente, la proporción de los hogares colombianos disfuncionales y conictivos es muy alto y, eso, ciertamente tiene un efecto preciso en el tipo de ánimo y predisposición del ciudadano promedio de una sociedad y, precisamente, allí habría que buscar los gérmenes de muchas patologías que han llenado de horror las páginas judiciales y criminales de la reciente historia de la violencia colombiana. Paralelamente, en medios como el colombiano y el mismo latinoamericano, nunca existió una formación ético losóca para la construcción madura de un esquema de familia, y los hombres y mujeres de nuestro entorno tuvieron que moverse entre los dogmas eclesiales sobre la razón de ser del sexo y la familia, y la más fragrante mundanalidad de hombres y mujeres que nunca tuvieron, ni en su propio hogar ni en la escuela o el colegio –cuando concurrieron a él– una formación siquiera considerada medianamente racional de lo que era la vida en pareja y la formación de un hogar. La armación dogmática de la iglesia católica de que la constitución de la pareja humana debía considerarse bajo esquemas “divinos” y la armación irresponsable de esta misma institución de que la única función del sexo en el matrimonio era la reproducción de la especie, sumada a la incultura general de muchos de nuestros núcleos familiares, hacía en la práctica que más allá de la presunta militancia religiosa de nuestras gentes, el embarazo fuera considerado, luego del primer o segundo hijo, cuando no desde la primera gestación, como una “desgracia personal”. Por supuesto la predisposición emocional de los padres hacia ese feto en crecimiento no deseado y para el cual, se sabía desde el principio, no había una suciente disponibilidad económica para su sustente y manutención, hacía que más que amor real y una verdadera exaltación del sentimiento lial de paternidad, en algunos contextos, no fuera precisamente el sentimiento predominante en las parejas. Aunque pueda parecer un hecho trivial, el rechazo sicológico hacia un hijo - en la práctica no deseado - en el marco de una sociedad que no aceptaba ni conocía claramente el concepto de la planicación familiar, es en sí y por si un acto violento, que muchas veces se reejaba posteriormente en el trato de los primeros meses y años de crecimiento.

En los años cuarenta, el psiquiatra inglés John Bowlby provocó una enorme controversia al declarar que la falta de amor y de cuidados maternos en la crianza de un niño producía que éstos fueran incapaces de amar por el resto de sus vidas. Dice Bowlby: "Lo que yo creo esencial para la salud mental es que el infante pueda experimentar una relación continua, cálida e íntima con su madre (o sustituto materno permanente en la cual ambos puedan encontrar satisfacción y gozo […] Muchas formas de problemas psicológicos y de carácter pueden ser atribuidos tanto a la falta de cuidados maternos como a discontinuidades en la relación del niño y su gura materna". Para Bowlby las rupturas en los primeros lazos afectivos son la causa de problemas profundos. No dejaría de ser interesante averiguar, cuántos de esos hombres violentos que llenan nuestros ejércitos irregulares, capaces de las más crueles acciones que potencializan geométricamente la capacidad agresiva de nuestra sociedad, fueron hijos rechazados sicológicamente, maltratados físicamente o muchas veces violentados sexualmente, cuando la preocupación sobre estas materias era en nuestro país prácticamente desconocida. El horror de los más crueles actos de violencia, entiéndase descuartizamiento con motosierra, el empalamiento, la violación previa al asesinato en mujeres y hombres, etc., etc., solo puede ser explicable en la psiquis de un ser que no tiene ninguna fundamentación afectiva, posiblemente ninguna muestra cierta y efectiva de cariño desde la gestación y su infancia, terminando siendo éste un ente mucho más fatal que una era, entendiendo que los animales salvajes solo atacan en defensa propia o por simple necesidad de alimento. Por encima de lo que teóricamente ha progresado la sicología y la psiquiatría en el

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campo de las relaciones de pareja y la estructuración de la sexualidad conyugal, y del hipotético papel de prevención y formación de organismos como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, la verdad es que es muy poco lo que se ha podido lograr en el camino hacia masicar una formación realmente seria en el papel de la constitución de hogares efectivamente estables y equilibrados, además de una concientización positivamente ética en el camino de la gestación consiente. Ello, por supuesto, tiene explicaciones más que elementales en la consideración de la sexualidad como un hecho personal y privado, que no podría, bajo ninguna circunstancia, ser manejado con un criterio conductista, más que absurdo, desde todo punto de vista.

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Pero eso no deja de obviar el hecho de que muchas de las relaciones de pareja entre nosotros, aún las efectuadas dentro de ritos religiosos que se precian de tener inspiración divina, son más el fruto de acciones instintivas, impulsivas y manipuladas que para nada hablan muy bien la de la supuesta racionalidad de la raza humana, cuando no se da el hecho tristemente infortunado de que el embarazo en algunas ocasiones es utilizado coercitivamente para presionar uniones por el simple interés personal de una de las partes. Aunque hicimos, líneas arriba, mención a la falta de instrucción y formación en la acción reproductiva, de constitución madura de pareja y de formación efectiva de la descendencia en épocas pasadas, el supuesto adelanto moderno, con toda su tecnología y desarrollo revolucionario conceptual, no ha hecho que los parámetros fundamentales de la reproducción, gestación y formación sólida y bien orientada de la descendencia, hayan avanzado en lo más mínimo. Antes bien, la terrible explosión de embarazos casi que infantil y juvenil entre nosotros, genera muy serios interrogantes sobre lo que será la constitución sociológica de la sociedad del futuro.

De hecho ya hay expresiones terriblemente patológicas de los hijos de las nuevas generaciones en cuanto al componente violencia, como es el caso de la expresión malsana de las mal denominadas “barras bravas” de fútbol entre nosotros, donde verdaderos adolescentes se citan, mediante convocatorias por internet, expresamente para darse garrote, cuchilladas y matarse entre sí, en una forma de agresividad que rompe todos los criterios racionales concebibles. ¿Se podrían llamar a esos muchachos los hijos de la violencia por la violencia?. Y aunque todos teóricos del desarrollo social insisten en el papel de los padres en la formación del ciudadano del futuro, la verdad es que ese papel, como el del profesor, han dejado de jugar un rol fundamental en la formación del niño y joven de hoy. No deja de ser sintomático el desarrollo de los denominados “parches” en algunas esferas sociales como elemento primordialmente aglutinante de los muchachos de esos estratos, y todos sabemos que el “parche” es una asociación que gira esencialmente sobre la violencia, que es el factor determinante de la disputa por el territorio, el microtráco de drogas y la querella – de por sí desesperantemente primaria – por las chicas. Que el desarrollo y la madurez de esos muchachos les hagan cambiar con el paso de los años está por verse, pero no deja de ser un hecho casi que estadísticamente demostrado, que un buen número de esos “parches” son los proveedores permanentes de miembros de las bandas criminales, en cualquiera de sus múltiples expresiones, en el país. ¿Por qué esos jóvenes cambiaron el consejo, la conanza, la orientación de sus padres, y terminaron haciendo de sus amigos de combo el orientador insustituible de su vida?. Es esa una investigación sociológica, psicológica y humana que está por hacerse con la debida profundización y que seguramente demostrará, con elementos cientícos, que la irresponsabilidad en el tránsito por el vientre, la época lactante y la primera niñez de los seres humanos, son responsables de la desbordada de la personalidad de los chicos, formándose en el presente y desde luego de la acentuada violencia que estos noveles seres le aportan a esta sociedad.


De nosotros depende hacer una sociedad más igualitaria, incluyente y justa Antonio José Serrano Martínez A la pregunta ¿por qué somos violentos?, planteada por la Corporación Buen Ciudadano como tema central de la presente edición de la revista Cúbica, me permitiré esbozar algunos elementos de reflexión para intentar ofrecer una respuesta desde las profundidades donde se incuban los gérmenes alimenticios de la desigualdad social colombiana: una sociedad dividida y clasificada dentro de dos marcos únicos de referencia; la pobreza de la una y de otra parte, la opulencia arrebatadora del sector favorecido. Radiografía de un país inmensamente rico, que tiene el 50% de la población sumida en la pobreza.

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la corrupción rampante, la preponderancia de la delincuencia de cuello blanco que opaca a los más mínimos niveles la alarma y preocupación que otrora generaban los delitos provenientes de la delincuencia organizada, la crueldad de los delitos institucionales adornados bajo la denominación de “falsos positivos”, el record como país con mayor número de desplazados, las masacres selectivas por el atrevimiento de pensar distinto, la politización de la justicia, la utilización del poder para abusar del ejercicio de la autoridad y arrogarse mayores prebendas personales y de grupo, entre otros factores, se aúnan aquellos aspectos que tienen relación con las limitaciones al goce y ejercicio de derechos naturales y fundamentales, tales como una vivienda adecuada, un em-

pleo como fuente de ingreso, la educación regulada por el racionalismo crítico necesario para entender el papel del hombre en su historia, una salud (y la nutrición como su apéndice obligado) que obre como garantía de arrojo y optimismo social dentro del rol imperativo de los asociados. Sobre el análisis de estos hechos podemos entender la miseria, que presenta gran parte de nuestro pueblo y que lo impulsa a la ideación y materialización de nuevos estilos de vida. El concepto de marginalidad social se encuentra ligado con la no participación, la no pertenencia; es correlativo, por oposición, al de integración social. En Colombia, como 51


país subdesarrollado, la mayor riqueza se da al lado de la mayor miseria; nos es familiar percibir la ruptura existente internamente entre una clase instalada, que los sociólogos llaman hegemonía, y otra clase marginada que se sitúa al otro extremo. O sea, una escisión que marca el rompimiento actual entre los diversos estratos, o cajones en que está dividida la sociedad, en lo referido a sus estructuras de variada índole, tales como ocupacionales, de consumo, políticas y culturales propias de un sector, comparadas con la mínima participación concreta de los grupos marginados dentro de la distribución de los bienes y recursos y en las decisiones y ejercicio del poder social. El conflicto entre un nivel creciente de aspiraciones y el bajo potencial de concreción que esas aspiraciones tienen, se plantea en un ambiente que afecta la dinámica interna de la sociedad global colombiana. Y dichas aspiraciones tienen nombre propio, por así decirlo, para la masa de desposeídos que cada vez se acrecienta más en nuestro país. Como se ha dicho, algunos de estos problemas que contribuyen a formar el muro de separación entre los distintos estratos son: 1. La vivienda, que lejos de ser un servicio de la sociedad para sus miembros, se ha convertido en un motivo de prestigio y fuente de enriquecimiento y especulación. 2. El servicio de salud, que se presenta con la prioridad de derecho natural y primario –recientemente elevado a la categoría de fundamental-, como perverso privilegio enriquecedor de unos pocos, no es más que la antesala que suele preceder a un diagnóstico mortal. 3. La distribución del ingreso, signado por la desigualdad existente en perjuicio de gran número de colombianos, y que explica en buena medida la razón por la cual el país gira aún en la órbita del subdesarrollo y la clase menos favorecida es la más afectada con la política fiscal del Estado.

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a absorber los contingentes de población en capacidad de laborar.

La gravedad del asunto parece radicar en el corte ideológico sobre el cual descansa la justificación del actual sistema, pues a los detentadores del poder político, que se hallan protegidos y financiados por el resorte económico más fuerte, les importa en el grado más mínimo que la vida económica se ordene y normalice, para que los conflictos que la perturban finalicen y para que los individuos dejen de vivir en el seno de un vacío moral, donde las fuerzas sicológicas se debilitan. En contraposición y ante su impotencia, esa gran masa marginada como ocurrió recientemente, se manifiesta absteniéndose de votar en las elecciones, creyendo que con ello no contribuyen a legitimar instituciones y condiciones intolerables, pues son conscientes de que ellos existen fuera del proceso democrático. En el conflicto actual hemos llegado al extremo de que la penetración del sector privilegiado en todos los roles de la sociedad, persigue su consolidación a través de maniobras y fuerzas constitucionalizadas para la mantención del sistema, mediante la concentración del prestigio y poder social, cultural, económico y político. Para entender cómo la estructura económica de tipo vertical que genera la marginalidad actualmente imperante, ha sido una constante desde épocas remotas, es necesario hacer un ligero recorrido por las condiciones de nuestro pueblo a través de la historia: La actual característica global de la vida colombiana deriva sus orígenes de la colonia española. Fue allí donde se posibilitó el asentamiento definitivo de los grupos dominantes, con sus valores propios reflejados en la conservación de su posición como sociedad hegemónica. Nuestros aborígenes, subyugados por la fuerza de las armas fueron reducidos a la servidumbre.

4. El cada vez más alto costo de vida, en relación con el ingreso personal de la población económicamente activa y sus salarios y jornales nominales, que afecta a los grupos que no poseen formas de propiedad que los protejan, que no ven que su remuneración suba a la par con los precios y que cada vez compran menos artículos necesarios con el mismo presupuesto familiar.

Los españoles por su parte, se reputaban nobles y tenían por cosa vil y despreciable el trabajo, siempre y cuando éste no representara el esfuerzo personal tendiente a lograr una conquista o el goce de una aventura. Desde ese momento, el prestigio social pasa a estar indisolublemente unido al nacimiento y a la tierra.

5. La situación de desempleo, que atenta contra la más importante fuente de ingreso, y que no alcanza

La lucha por la independencia no modificó sustancialmente la estructura imperante. Los


criollos se convierten en “demócratas” en teoría y en “oligarcas” en la práctica. Así, la independencia significó el cambio de poder que sale de manos de los españoles peninsulares para pasar a manos de los españoles americanos. Y el auténtico pueblo que se sacrificó en las guerras de independencia, quedó marginado del proceso, llevando condiciones de vida peores que antes. Posteriormente se conforman los grupos políticos que han mantenido su hegemonía en el proceso decisorio de la vida nacional. Así, los partidos políticos y sus dirigentes van estructurando el actual sistema económico. Por ello, ha sido común denominador que el poder político y el proceso económico en Colombia, haya estado regido desde el comienzo de la vida republicana por los miembros de pocas familias.

La conducta humana es el producto de la individualidad que la produce y las condiciones del ambiente físico o del ambiente social que la rodean. El factor individual del delito, es decir, la personalidad biosíquica de ciertos seres violentos, depende en gran medida del estado económico en el que el hombre desempeña su actividad social. La falta de equilibrio social hace germinar en la miseria la semilla del crimen, que en ocasiones, el Estado en representación del conglomerado se cobra a un precio inmerecido.

El aparecimiento de nuevas fuerzas sociales y económicas no ha podido romper este esquema señorial de los partidos tradicionales, pues sus fuerzas han ido acomodándose dentro de las viejas categorías políticas y con denominaciones distintas. Como dijera Antonio García, “El problema consiste en que el país ha cambiado, pero su sistema de conducción política no; el sistema bipartidista se mantiene en pie, con sus instrumentos de poder, su régimen de patriciado, sus tendencias hegemónicas, sus clientelas, sus mecanismos de sectarización para la guerra y para la paz”. A la violencia que azota a gran parte del territorio nacional, se une la magnitud del problema generado por las personas desarraigadas y víctimas de la carencia de una política social del Estado. Qué no decir del resentimiento que genera la frustración en un sector de la población cuya principal causa de muerte natural corresponde a la desnutrición grave y a la anemia carencial! La pobreza de las familias se convierte en un manto impermeable que impide su mejor preparación, su anhelado acceso a los niveles de cultura y, por ende, a mejores fuentes de empleo. No es extraño que el sostenimiento de muchas de estas familias depende del esfuerzo sobrehumano de menores de edad, carentes de dignidad laboral y seguridad social.

Aclaro que no estoy considerando que si nuestra sociedad estuviera organizada de tal modo que permitiera gozar a todos sus miem-bros de las mismas condiciones a fin de satisfacer sus necesidades, desaparecería la violencia. Igualmente, no sostengo que el hombre sea motivado a realizar actos violentos o delictivos única y exclusivamente por su situación económica o de indigencia. De nosotros depende hacer una sociedad más igualitaria, incluyente y justa. Ello nos obliga a ser más resueltos y participativos para lograr los grandes cambios que demanda el régimen imperante dentro de nuestra sociedad, reemplazando la dirigencia y las instituciones que permiten que sobre nuestro suelo se siga propagando la epidemia del hambre, las enfermedades y la desigualdad. De lo contrario, estaremos condenados a sobrevivir bajo los embates de las actuales y nuevas formas de violencia, al amparo de nuestra deliberada y cómplice pasividad. 53


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