Natalia Oreiro

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ENTREVISTA

Encuentro

con

Venus

Ella nunca tuvo sueños pequeños. Fue primero estrella de telenovelas, más tarde cantante pop; despertó aullidos en Israel, en Rusia y en Eslovenia. Se arriesgó en la producción y, en algún caso, perdió. Pocas veces fue noticia por su vida privada, más allá de algún vaivén de su vida amorosa. En Miss Tacuarembó protagoniza una película peculiar, un musical de canciones pegadizas y espíritu independiente, un homenaje a los incomprendidos. Después de arrasar con las mayorías, Natalia Oreiro muestra otro perfil de su bella figura y conquista hasta al menos pensado con su corazón impetuoso y laburante

txt. Jeannette Sauksteliskis fotos. Rafael Lejtreger producción. Rosario San Juan y Federico Laboureau 48 JULIO 2010

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eben haber pasado unos dos años desde aquella vez que me pidieron que fuera a encontrarme con Natalia Oreiro para convencerla de hacer una nota y una producción de fotos para esta revista. “¿Yo?”. “Sí, vos”. “Bueno…”. Así fue que, rápidamente, elegí tres o cuatro números de BLa que me parecieron dignos, con tapas bonitas, me los calcé bajo el brazo y tomé un taxi hasta el Sheraton, donde Natalia estaba dando únicamente notas breves, promocionando una campaña de Sedal en la que, según había visto en las publicidades, hacía de rubia. El evento acontecía en una de las salas del subsuelo del hotel, bastante pequeña, que tenía una antesala en la que los periodistas aguardábamos –con una camaradería algo congelada– nuestro turno para entrar a la salita privada en la que Natalia, como una pitonisa, respondía preguntas. Curiosa actividad la de todos nosotros. La cuestión es que de un momento a otro la puerta se abrió y Natalia, alta y rubia, atravesó la sala de espera para ir a posar al lado de un cartel, o sentarse en algún sillón solitario, a fin de permitirle más tiro al fotógrafo de turno y lograr así fotos más decentes. Si mal no recuerdo, sentí dos cosas: emoción y pudor. A todos nos gusta Naty. No hablo de la fascinación algo histérica que puede llegar a producir en los niños y adolescentes, ni de la fiebre popular que provocó con Muñeca brava, por ejemplo, o de la convicción que logró arrancarle a Gustavo Yankelevich y a Alejandro Romay 15 años atrás, cuando apenas llegaba a Buenos Aires. Me refiero más bien a cierta simpatía –a veces acallada, o algo controlada, pero simpatía al fin– que viene desatando desde hace un tiempo en personas vinculadas al mundillo independiente; al encantamiento que provoca en gente algo desaliñada pero lista, en los periodistas que suelen ocuparse de “notas difíciles”, en nuestros locutores de radio más rebeldes, que le declaran con modesto fervor su apoyo y adoran su pasado en el Cerro, en productores de moda que sueñan con hacer una producción con ella, en ciertos directores de cine que la eligen para sus proyectos, y en los músicos que, como se sabe, simplemente se dejan enamorar. De alguna manera, Natalia Oreiro viene haciendo un camino inverso y ¿por qué no? generoso: primero conquistó a la mayoría para después acercarse a la minoría. La minoría, más que agradecida. 50 JULIO 2010

Hoy Si tengo que responder a la pregunta de si logré concretar aquella nota hace dos años, tengo que decir que no. Sin embargo, no puedo considerar aquel encuentro como un fracaso. Me senté a su lado, hojeamos algunas revistas, miramos las fotos de Claudia Fernández –en aquel entonces la producción de la que más orgullosos nos sentíamos–, le nombré a alguno de mis compañeros, y ella fue muy amable y simpática. Me pasó los datos de su asistente; de ahí en más el contacto se fue diluyendo. Justamente, las minorías, los independientes y la gente “lista”, son los que nos la traen de regreso, y esta vez parece que la tenemos. Quienes leen habitualmente esta revista quizá ya conozcan a Guillermo Groba (ver BLa 033), encargado de prensa de Miss Tacuarembó, la película musical dirigida por Martín Sastre y basada en la novela de Dani Umpi, cuya protagonista es Natalia Oreiro y está en cartel desde el 1º de julio en Montevideo. A lo largo del proceso de rodaje de esta película, Groba se fue transformando en algo parecido a un amigo, al que uno aprecia y perdona; quien llama a horas extrañas para avisarte que ese es un buen momento para hacer una nota “porque así son las cosas en el cine”; que consigue que lo acompañes en su autito a alquilar una silla de ruedas –de la que se olvidó por completo– para la sesión de fotos del afiche de la película, mientras te cuenta por qué se fue de Uruguay; que tiene expresiones exóticas como “mambo negro” para referirse a una noche complicada; y que es la única persona capaz de preguntarme seriamente si alguna vez voy a escribir un libro. Me gusta Groba, y a él le debe gustar que yo esté diciendo esto. Y Miss Tacuarembó –más específicamente, Groba– ha oficiado de celestina en este encuentro con breve historia. El asunto es que al terminar una tarde de mayo, este joven amigo de la casa me avisa que al día siguiente, a las 4 de la tarde, Natalia Oreiro estaría disponible para una entrevista en Dominó, el estudio de la calle Durazno en el que se harían las fotos para el afiche de la película. Así que ahí estoy, esperando, en el patio interno, donde la gente se sienta a fumar, y por lo tanto a hablar de cosas sin importancia, con el ánimo relajado. En el piso de arriba está Naty encerrada con el peluquero. Groba me pregunta si no puedo hacer la nota con el secador prendido –sin dudas, es gracioso– pero, como tengo la excusa del grabador, apenas hago un gesto para convencerlo de que no. Así que sigo esperando mientras le marcan el pelo a Natalia Oreiro a todo barullo y calor.

Ahora Voy subiendo las escaleras y camino como si existiera una única dirección posible. Siento como si estuviera por salir a algún tipo de escena, y al fin, salgo. Es decir: golpeamos la puerta, Groba dice su permisoooo y estamos dentro. Hola, hola. –Yo a vos te conozco… pero tenías el pelo más corto, dice. –Y vos estabas rubia… Estamos solas. Nos acomodamos en dos sillas, frente a frente, sin nada en el medio. Ella con el pelo marcado. A mi derecha, la mesa con los elementos de maquillaje y peluquería, inherentes a la vida de Natalia, su BlackBerry y algunas otras cosas que no me detuve a distinguir. ¿Cómo te relacionaste con el proyecto de Miss Tacuarembó? Pasaron ocho años de nuestro primer encuentro con Martín [Sastre] y con Dani [Umpi], y en aquel momento ellos me impactaron. Hablar de mí es raro… ¿por qué fui a aquel dirás? [se refiere al cumpleaños que el colectivo artístico Movimiento Sexy le festejó en mayo de 2001 en el Centro Cultural Recoleta a modo de performance artística]. Yo no los conocía, fui de onda, me parecieron distintos, me cayeron simpáticos. Cuando conocí a Dani y a Martín me parecieron dos delirantes y eso me pareció atrayente. Cuando volví a casa tiré el manuscrito que me dieron en un cajón y nunca jamás lo leí. A los tres o cuatro años editaron la novela, yo me estaba yendo de viaje, fui a comprarme libros para llevarme y vi la novela chiquitita, en la vidriera, rodeada de un montón de bestsellers enormes y de tapas duras, y la vi ahí tan sencilla… y me la llevé y me encantó. Llamé a Martín y le dije: tenías razón. Porque él me había dicho: esto es una película. ¿Y por qué?. En principio me gustó la historia, me pareció distinta, yo me fui a los 16 de Uruguay, un poco buscando una posibilidad que en mi país no encontraba. Y cuando me encuentro con estos que hacen un montón de cosas y que las hacían en Uruguay mismo, me pareció grandioso. Y de hecho hoy todo el equipo que trabajó en la película es uruguayo, y es una generación que es la mía y que se quedaron, o que fueron y volvieron, y están haciendo cosas artísticas muy distintas y muy zarpadas, inclusive para lo que se hace en Argentina. Eso me parece muy valioso y yo estoy a full con eso y formo parte de eso también, aunque viva en Argentina. Para mí era una manera de volver al Uruguay haciendo algo que sí me identifica y no como cuando era chica, que había un espacio

que no encontraba. La peli tiene un eslogan que dice: “Algún día el mundo será nuestro”. Yo los jodo a todos y les digo: “algún día el mundo será uruguayo”, porque siento que hay como algo en el Uruguay, que viene pasando hace mucho tiempo, de jugarse por una idea muy personal. Eso me parece que está interesante. Parece que te dan ganas de estar acá… Siempre estoy en Uruguay, tengo una casa de vacaciones acá y me encanta. Vengo todo el tiempo; estoy la mitad del tiempo acá y la otra mitad en Argentina, pasa que vengo en plan descanso. Voy a Carmelo, tengo un lugar en el campo y es muy cerca de Buenos Aires. Las cosas que me llevaban a Buenos Aires, que

“Soy súper solitaria, no solo me siento bien conmigo sino que lo necesito; me gusta irme de viaje sola, muchas veces vengo a Uruguay sola, o estoy en casa sola, sola completamente”

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“Podría vivir en Rusia y lo prefiero a Los Ángeles, en LA nunca me encontré. He grabado discos allá, he tenido posibilidades, pero esa cosa de que todos están buscando ser descubiertos me daba mucha angustia; no me pareció tan interesante como para trabajar toda la vida ahí” tampoco eran muchas, estaban muy lindas pero ninguna era tan especial como Miss Tacuarembó, que te puede gustar más o menos, hay gente que le va a encantar y gente que quizá no la entienda o espere otra cosa. Es muy probable que la gente espere otra cosa. Golpean. Entra un señor, más bien serio, aunque canchero. “Estamos haciendo una nota”, dice Natalia, firme y sonriente. “Uh, ta, ta”, contesta el señor, que Natalia me presenta como el productor argentino de la película. “Te quería preguntar qué vestidos habías traído… pero terminá con la nota”, dice él. “Para ahora el plateado, el del corazón”. “Sí, sí lo vi”. “Dale, gracias”. El señor se va y se cierra la puerta. Cuando Natalia habla del Uruguay, y especialmente sobre el momento de su partida, se emociona. Confieso que su emoción me tomó por sorpresa. Muchas veces a lo largo de la nota su voz se quebrará al hablar de los episodios que tocan una zona íntima, individual y que todos tenemos; la de nuestros actos heroicos individuales: empacar, partir, decir sí, decir no, discutir y callar. Natalia me resulta simpática, muy carismática, inquieta, disciplinada, ejecutiva, seria y humilde. Intenta rápidamente mirar un poco más allá, tener su propia voz y establecer empatía con el otro. Es muy ejecutiva y me la imagino un tanto hiperactiva. Pienso que estos son los atributos de una persona trabajadora, y no hay cosa que me dé más cariño que las personas que entienden que la vida es trabajo. Hay un estatus que tenés que es el de ser una estrella ó famosa. Me parece que ese es un lugar en el que los demás necesitan ponerte, la gente necesita rotular todo, llenar espacios, y a mí me tocó ese. Pero es un lugar que me dan los demás. Yo vivo normalmente. El tema de ocupar ese lugar no me sorprende, no me desespera, quizá porque trabajo desde muy chica y desde muy 52 JULIO 2010

chica, a diferencia del personaje de la película, tuve la posibilidad de laburar de lo que me gusta, y con relativa trascendencia. Para mí es común, no lo tomo ni como un valor, ni como un peso. No dejo de tener algo por ser eso y no tengo algo más por tenerlo. A mí siempre me llegaron propuestas muy diversas, todo lo que hice siempre lo hice porque quise, y las cosas que dejé de hacer en su momento, no me interesaron. Inclusive ahora muchos dicen: ahora que estás haciendo cine... Yo nunca me sentí encasillada, siempre elegí lo que quería hacer y ahora estoy eligiendo otras cosas. Tiene que ver con la edad, con las ganas, con aburrirme de ciertos lugares más comunes, con cosas que ya hice que cuando era más chica quería hacer, y ahora ya las hice. El concepto de famosa al que me quería acercar tiene que ver con las cosas que pasan cuando viajas a Rusia o a Israel, y la fiebre que se desata en el público. Eso es una consecuencia de algo que yo hice espontáneamente. Hacerme cargo de la consecuencia de algo que yo hago, no puedo. Marilyn Monroe en una de sus últimas entrevistas dijo que a veces veía a la limpiadora y le daban ganas de ser la limpiadora. Es que Marilyn Monroe tuvo una vida muy triste… todos queremos dejar de ser lo que somos y ser otra cosa. “El sol del vecino calienta mejor”, dice mi papá. A mí me pasa todo el tiempo. Estoy en el campo debajo de un pino y digo: por qué no me quedo acá y no hago nada. Y todo el tiempo me parece una locura Buenos Aires, la gente está reloca y en el medio que yo me muevo también, pero hago lo que me gusta a mí. Yo creo que si no fuera actriz estaría rechiflada… En la peli hago dos personajes: el personaje de Natalia y el de la mala de la historia, que es una bruja muy bizarra. Y a mí me gusta eso. Me encanta el campo, entonces siempre digo, y no te burles: podría hacer mermeladas y cultivar algo, o cosas relacionadas con eso. Pero me doy cuenta que estaría rechiflada… que me disfrazaría y saldría a caminar por Carmelo… esas son las cosas que yo hacía de chica. Me encerraba en el galpón de mi abuela en el Cerro y me disfrazaba con cosas de mi tía, actuaba innatamente, lo hacía siempre, inventaba personajes. Entonces, por suerte, me pude dedicar a esto porque si no estaría loca o muy frustrada. Serías mala… ...sí claro, la gente que está muy frustrada en general se pone mala. ¿Nunca hiciste de mala?

Bueno sí, hice una serie en Internet que acá la dio Canal 10, que es Amanda O, y que no era mala sino más bien patética. Pero mala mala, tipo bruja, esta es mi primera vez. Y está bien, está divertido. ¿Te gustó? Sí, es el personaje más divertido siempre, el que todos los actores queremos hacer, queremos hacer de malos pero que nos paguen como buenos. Y ahora, ¿parece que te vas a Los Ángeles? No, no. Hay algo que es cierto y algo que es inflado, infladísimo. Es cierto que quedé en un casting para una película americana que es independiente, o sea que no es de Hollywood, pero es americana. No es que ahora la uruguaya se va a Hollywood. A veces las cosas se presentan de una manera que cuando lo leo me da vergüenza. No de mí, de ellos. ¿Cómo es tu relación con los medios? Creo que el respeto empieza por uno y después se pueden zarpar más o menos. Meterse se meten siempre más de lo que uno quiere, pero creo que uno pone cierta distancia y es importante que vos marques el camino y que puedas decir esto no me interesa contarlo, esto no me interesa mostrarlo, A partir de ahí se empieza a construir una relación, que es falsa siempre, porque digamos que te respetan mientras está todo más o menos tranquilo, pero si hay algo que a ellos les resulta más escandaloso, y por ende vendible, no te lo van a respetar. Pero como soy muy tranquila en mi vida en general, no soy una persona mediática por lo personal… Creo que con los años logré que me conocieran un poco más y que entendieran que lo que ves es lo que soy, que hay días que no tengo ganas y que si salgo a la puerta de mi casa a andar en bicicleta y un fotógrafo me saca una foto me voy a poner del orto, y si voy a una fiesta me voy a poner el vestido más lindo que encuentre y me voy a hacer 800 fotos porque para eso voy. Me expongo cuando tengo ganas y cuando el lugar lo requiere, y si no no me expongo. Sos bastante independiente en tu manera de trabajar, ¿no? Yo creo que hay mucha gente del medio que ha confiado en mí, siendo yo muy chica, porque yo llegué a los 16, y a los 17 ya estaba protagonizando una novela que era 90 60 90 con Raúl Taibo y Silvia Kutica… Ha habido mucha gente que ha confiado en mí y que me ha dado una mano enorme, y he podido continuar haciendo cosas lindas porque es evidente que ha habido una simpatía del espectador hacia lo que yo hago, más allá de cualquier cosa, y de ser uruguaya 53


“La persona que más ha confiado en mí he sido yo misma, y lo digo sin ningún tipo de humildad porque yo armé mi valija, convencí a mis padres y me fui sin un peso, y era conciente de lo que estaba haciendo” inclusive. Pero creo que la persona que más ha confiado en mí he sido yo misma, y lo digo sin ningún tipo de humildad porque yo armé mi valija, convencí a mis padres y me fui sin un peso y era consciente de lo que estaba haciendo. No es que era una loca que iba a ver qué onda. Yo iba a quedarme y a hacer algo que tenía ganas de hacer y eso es un replanteo diario, cuando uno acepta una cosa y rechaza otra es una construcción de lo que quiere hacer y es una causa de lo próximo que va a venir. Y eso es algo que se decide en soledad absoluta. ¿Seguís conservando tus ratos de soledad? Soy súper solitaria, no solo me siento bien conmigo sino que lo necesito; me gusta irme de viaje sola, muchas veces vengo a Uruguay sola, o estoy en casa sola, sola completamente. Tengo una pareja con la que somos súper compañeros pero también nos respetamos esos momentos. Me gusta eso, como que puedo bajar y reflexionar un poco. Sino es mucho barullo en estos trabajos. ¿Tenés una hermana? Sí, Adriana, que vive en Buenos Aires. Pero no jugaba de niña con ella, ahora sí jugamos porque tenemos una línea de ropa juntas. Jugamos de grandes lo que no jugábamos de chicas. ¿Te interesa la moda? A mí me encanta la moda, me divierte, como un disfraz. La tienda funciona muy bien, es una única tienda, lo que pasa es que naturalmente tiene mucha prensa, pero al tener un único local el éxito es limitado. No gano plata con Las Oreiro pero me encanta y es un sueño poder tenerlo con Adri. Además ella vivía en México y, más allá de Las Oreiro, era la excusa para volver a tener a mi familia cerca. ¿Pensaste en vivir en otro lugar que no sea Buenos Aires? Ha habido un montón de lugares en los que he tenido la posibilidad de trabajar y no he querido porque la soledad era demasiada, por ejemplo Los Ángeles. Yo podría vivir en Rusia y lo prefiero a Los Ángeles, en LA nunca me encontré. He 54 JULIO 2010

grabado discos allá, he tenido posibilidades, pero esa cosa de que todos están buscando ser descubiertos me daba mucha angustia; no me pareció tan interesante como para trabajar toda la vida ahí. ¿Qué pasa con la felicidad?¿Qué lugar ocupa en tu vida? Yo soy una persona feliz. Yo fui feliz siempre. Me han pasado un montón de cosas y hay días que estoy cruzadísima, pero me reconozco una persona feliz, cien porciento. Creo que se construye eso también ¿sabés? También creo que hay una paranoia global hoy, de que todos tienen miedo de que les roben algo, de que les saquen algo. Hemos sido muy castigados y hay una opresión social muy fuerte, la sociedad está cada vez más abierta, los polos están cada vez más abiertos, hay mucha violencia física y verbal, entonces es entendible que la gente esté muy paranoica. No soy una persona paranoica y nunca lo fui. Yo creo que la gente es buena gente, no creo que el otro está por interés conmigo o que me quiere quitar algo, siempre creo en la honestidad y en los encuentros espontáneos, y la verdad es que me ha funcionado. Obviamente me llevo desilusiones, y me pegaré un montón de palos y discuto todos los días en el trabajo. ¿Con quién discutís? Discuto todo el tiempo. No soy una persona fácil, se me ve como una chica simpática, pero tengo una opinión muy concreta de lo que quiero y de lo que no quiero, errada o no, es la mía. La gente entra pensando que soy un cordero y después se dan cuenta que soy un lobo. Confronto mucho en el laburo, me meto mucho, les hincho las p... mucho. Llega un punto que me dicen: bueno ta, vos sos actriz. ¿Sabes qué? No. No solamente. Me quiero involucrar en lo que hago, no solamente como actriz. No me sale, andá a buscar a otra chica. Eso genera cierta rispidez pero así y todo, yo no me peleo con nadie, porque no es personal, es que yo tengo una opinión, vos tenés otra y nos vamos a poner de acuerdo. Para mí es muy importante que el otro entienda lo que yo estoy transmitiendo, y que no tenga algo prearmado y preformado de lo que pretende, sino que me de la posibilidad de cambiarle el punto de vista, y entre mi punto de vista y el otro quizá nos ponemos de acuerdo, o a lo mejor no. Y alguno tendrá que ceder. Pero soy una persona feliz. Soy optimista. Yo discuto y después me voy con una sonrisa, y la gente queda un poco descolocada pero yo no me estoy peleando, simplemente estoy exponiendo algo en lo que creo, muy vehementemente claro, porque tengo carácter. 55


¿De que se trata Miss Tacuerembó? Depende de la visión de cada uno, y eso es interesante; las distintas lecturas que se puede tener de una película, o en este caso, de un mismo guión. Para mí no es una película que hable de las ganas de ser una estrella sino que habla de otras cosas que son más importantes y mucho más personales. De repente me pasa eso por mi trabajo, o porque me pega a otro nivel, pero para mí la película habla de la amistad antes que de cualquier otra cosa. La protagonista de la película es la nena [que interpreta Sofía Silvera], esa es la visión que yo tengo. Vos te enganchás con la película si te enganchás con la nena, si no, no funciona, y la nena está genial en la peli. Y después viene el paralelismo entre lo que le pasó a esa chica, que vengo a ser yo; yo vengo a ser todo lo que la niña quiso y no pudo, porque mi personaje no tiene suerte. La niña tiene muchos sueños pero de grande tiene muy poca suerte, y eso es una mirada distinta de lo que la gente espera. Creo que la gente espera ver un musical, una chica que quiere cantar y le va re bien y se va a encontrar con alguna diferencia. Pero creo que la idea era la de al menos intentar hacer algo genuino y distinto a lo que la mayoría espera ver. La peli habla también de la aceptación y de ser tolerante, porque en un nivel, básicamente, lo que pasa es que la intolerancia de la sociedad, que va más allá de que sea el interior del Uruguay, es la intolerancia de la sociedad de antes y la actual. Quizás hoy algunas cosas están mucho más aceptadas, pero sigue existiendo eso de que si sos diferente sos incomprendido. Y creo que la peli habla de eso, de la tolerancia y de la amistad, y de los sueños, pero me parece que sueños tenemos todos. Con Martín [Sastre] a veces nos sentimos los personajes de la película, incomprendidos, y luchando juntos por algo que nosotros queremos. Eso está bueno. 56 JULIO 2010

“Yo me fui de Uruguay buscando una posibilidad que en mi país no encontraba. Cuando me encuentro con estos, que hacen un montón de cosas y que las hacían en Uruguay mismo, me pareció grandioso. El equipo que trabajó en la película es uruguayo, es una generación que es la mía y están haciendo cosas artísticas muy distintas y muy zarpadas” ¿Pensaste en dirigir vos una película? Sí, me encantaría. Me enteré que participás un poquitito en la edición de Miss Tacuarembó, y no es común que un actor esté en la instancia de edición. Lo que pasa es que este proyecto surgió entre Martín y yo, después vino el resto y fue hace muchos años. Es difícil que yo no me meta, ellos no quieren, pero es muy difícil pero surgió así. Pero me encantaría dirigir, lo que no me siento todavía es capacitada, creo que me va a faltar mucha experiencia como para que me lance. Y ahí entra un poco más la parte de los miedos. ¿Estudiás cosas que te interesen? Tengo un proyecto de irme a estudiar dirección a Londres, y estaba viendo en qué momento lo podía meter. Tengo cosas averiguadas, lo que pasa es que siempre surge algo o se pospone algo. Pero creo que falta mucho tiempo, y además si dirigiera algo no actuaría. Es muy difícil dirigir y actuar, dirigirse a uno mismo. Quizá en la cuarta película que hagas. Me encantaría, porque además soy muy observadora. A veces me pasa en el choque, que tengo que entender que yo tengo una visión y el otro tiene otra. Los criterios son personales, pero de eso se trata ser feliz, de poder coincidir. Lo cual es difícil… Pero se puede, creo que siempre se puede. Tiene que haber dos personas que estén buscando ser felices a través de la coincidencia. Los proyectos en los que yo me involucro y con la gente que laburo en general siempre tienen el mismo objetivo, y creo que eso es fundamental.

Si el objetivo es el mismo, los caminos pueden ser miles, pero lo importante es saber qué es lo que querés contar. ¿Qué reflexión te merece la televisión? Esto que hacemos no tiene mucha reflexión, es hacerlo con todo el sentimiento y después será el espectador [quien la haga]. Me refiero al cine, la tele, el teatro, para mí es lo mismo, yo no encuentro tanta diferencia. Está la gente que dice: ah, ¿hacés cine? ¿No hacés más tele? No. Hoy hago cine porque me gusta el proyecto, mañana haré tele porque me gusta el proyecto, y así. Eso era antes, es algo muy antiguo que los de tele no hacen cine y los de cine no hacen tele. Además, no soy una persona prejuiciosa, nunca lo fui. Entonces no me merece mucha reflexión. Creo que en la tele hay cosas que están buenísimas y cosas que son muy feas, pero siempre fue así. Hoy uno puede elegir. Antes de repente tenías eso, hoy hay 700 canales y si no te gusta lo que hay en televisión abierta andá a mirar otra cosa. Obviamente en muchos casos la tele es la muestra de la sociedad en la que estamos, somos parte de eso y generamos eso, y si seguimos viendo eso es porque evidentemente hay algo de eso que nos llama la atención y somos culpables. En la tele has aparecido con proyectos muy diversos, unos que han funcionado muy bien y proyectos más jugados... …que no fueron... Como El deseo. A mí me gustaba El deseo... A mí también, pero a la gente no. Lo que me cuesta es el rótulo. A mí Sos mi vida y Muñeca brava me encantaron y seguramente haga nuevamente una comedia, pero en el medio pasaron cinco años. Sos mi vida la hice en 2006, y no volví a hacer televisión desde entonces. Lo demás era un proyecto de Internet [se refiere a Amanda O] que luego por chamullos terminaron metiéndolo en la televisión y terminó siendo un híbrido. A mí, después de El deseo me ofrecieron un montón de películas, porque de repente vieron que yo tenía un color como actriz que no se había visto hasta ese momento. Uno también es lo que muestra, muchos compañeros me dicen: a mí siempre me llaman para hacer lo mismo. Y bueno, ¿por qué no generás vos tu propio proyecto distinto? Porque es muy difícil. No, no es tan difícil. Es simplemente convencerte y convencer a algunos locos que te quieran acompañar. Si no la gente siempre va a pensar que sos así, si siempre hacés eso. Y después pasa el tiempo y decís: uy, yo podría... yo podría. No. Yo puedo. Voy y lo hago.


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