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el Inegi
by La Jornada
presente y futuro de la economía del país (1.1 y 0.1 puntos, en ese orden), así como la posibilidad de la compra de muebles, televisores, lavadoras u otros aparatos electrónicos (2.5 puntos), reportaron crecimiento; mientras la situación económica esperada de los miembros del hogar dentro de 12 meses, respecto a la actual descendió 0.9 puntos.
Los datos que arrojó la Encuesta Nacional sobre la Confianza del
Consumidor a 2 mil 336 viviendas urbanas a nivel nacional, que elaboran en conjunto el Inegi y el Banco de México (BdeM), reflejaron que en febrero, la confianza del consumidor en México aumentó 1.7 puntos de forma anual.
Al igual que en su comparación anual, el pesimismo de los consumidores se mantuvo en la situación económica del hogar esperada dentro de 12 meses, respecto a la actual, pues fue el único componente que presentó una caída respecto al mismo mes del año anterior, al descender 0.7 puntos; mientras que los otros indicadores mostraron un avance en febrero con respecto al mismo mes de 2022.
Así, la posibilidad para efectuar compras de bienes durables, tales como muebles, televisor, lavadora y otros aparatos electrodomésticos mejoró al subir 2.5 puntos mensual, mientras respecto al mismo mes del año pasado repuntó 4.7.
La situación económica personal esperada dentro de un año y las expectativas de inflación son aspectos que le preocupan al consumidor mexicano. De ahí que la compra de bienes duraderos se mantenga muy por debajo del resto de los principales cinco componentes del ICC.
El ánimo del presente y futuro de los consumidores en la economía del país mejoró sensiblemente. Foto Pablo Ramos
Intervención de los especuladores explica, en parte, la “fortaleza” del peso: académicos
Villanueva
Los efectos de la apreciación del peso frente al dólar no son maniqueos; el que la moneda mexicana esté fuerte ayuda a reducir la carga de la deuda externa y, eventualmente, a bajar la inflación por el lado de los bienes de importación que se consumen en el país; sin embargo, al mismo tiempo pega a las exportaciones, la principal fuente de divisas hacia el país, y amplía el riesgo de que posiciones especulativas apuesten por ella sólo en la coyuntura, explicaron académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México.
José Márquez Estrada, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), destacó que entre las monedas que se han estado revaluando frente al dólar: el real brasileño, el rublo ruso, el peso peruano y el mexicano; este último es el que mejor rendimiento ha tenido; lo anterior se debe en parte al diferencial de 6.5 puntos porcentuales que tiene la tasa del Banco de México respecto de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed, por sus siglas en inglés), señaló Eufemia Basilio Morales, también académica del IIEc.
En conferencia detallaron que la época del “superpeso”, como se ha llamado a la moneda mexicana por apreciarse frente al dólar pese a las alzas en la tasa de interés de la Fed, viene desde diciembre de 2021 y se aceleró en los últimos 3 meses, cuando recuperó 6 por ciento de su valor. Márquez Estrada detalló que entre los factores de la revaluación del peso se encuentran la estabilidad macroeconómica. A diferencia de estados que adquirieron créditos en medio de la pandemia y ahora enfrentan falta de crecimiento con más obligaciones financieras, “en México no tenemos esa doble crisis”.
Basilio Morales llamó a “no caer en un exceso de confianza”, dado que esta apreciación del peso se explica más por factores externos, así que puede no ser tan duradera. Explicó que entre los beneficios del actual valor se encuentra una eventual baja en la inflación por el abaratamiento de las importaciones y un menor costo de la deuda externa tanto de empresas como del sector público. Persiste la otra cara de la moneda. Entre los efectos “negativos”, se encuentran la devaluación de las exportaciones automotrices y agroalimentarias que tienen su mercado en dólares; también tiene un efecto en los destinos turísticos más atractivos para visitantes extranjeros; afecta a las familias que reciben remesas, al poder comprar menos con la misma cantidad de dinero, y ya se ha observado que las posiciones especulativas han apostando por el peso, pero esto no necesariamente se traduce en capital a largo plazo en el país, explicó la investigadora.
Márquez Estrada consideró que la afectación al sector manufacturero no es generalizada, dado que en la mayoría de estas industrias 80 por ciento del valor que exportan viene de importaciones; así que el diferencial por tipo de cambio “es muy pequeño, porque no se agrega tanto valor en el país”. Sin embargo, en el automotor sí habría una mayor afectación, dado que éste sí se provee de pequeñas y medianas empresas mexicanas.
Basilio Morales destacó que el tiempo del superpeso “no será duradero, a menos que se fortalezcan la economía y el mercado interno”, además del papel del Estado en una política fiscal activa, que use el gasto público para incentivar la demanda agregada. Recordó que tanto en las últimas tres décadas, como en este periodo de apreciación de la moneda mexicana, “ha sido más de lo mismo: contracciones del gasto público, política que actúa vía tasa de interés y contiene los precios, pero en lo interno no se ha construido nada sólido”.
Márquez Estrada agregó que también se carece de una política industrial pensada a largo plazo, lo que contiene el crecimiento real de la producción. En ese sentido, aseguró que “mantener un tipo de cambio fuerte a costa de un bajo crecimiento económico, no creo que sea negocio”.