Voz del Migrante 11-11-2017

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Página 20 / Guatemala, del 11 al 17 de noviembre de 2017

bancafe

PARTE CINCO

#CasoBancafé: Así viven las víctimas de la estafa Ximena Enríquez

xenriquez@lahora.com.gt

Un 19 de octubre Bancafé cerró sus puertas para siempre. Sus 1.4 millones de clientes locales recuperaron sus depósitos, pero los 3 mil 300 de la offshore perdieron US$150 millones. Y no se han resignado. Once años después persisten en su lucha. Los clientes de Bancafe International Bank (BIB) aún recuerdan los días posteriores a la suspensión de Banco del Café. De inmediato, las autoridades bancarias anunciaron que todos los depósitos estaban garantizados y que no había nada de qué preocuparse. Todo el dinero se devolvería. Claro, el de los clientes locales. Desde el primer momento los cuentahabientes de BIB quedaron en el limbo y han estado allí once años. El 20 de octubre, día en que el público conoció de la suspensión, todos los que tenían cuentas en el banco llegaron a las oficinas centrales, la Torre del País en la zona 9, y se formaron en colas interminables para exigir su dinero. El ejercicio se repitió varios días. En las filas, los clientes de BIB se reconocieron y así fue como comenzaron a organizarse. Uno de ellos era dueño de una bodega en Cuatro Grados Norte en la zona 4 y la ofreció como punto de reunión. Hoy ese espacio le pertenece a La Erre. Más de 200 personas se presentaron y comenzó el debate: ¿qué hacer? Unos proponían publicar campos pagados, pero no recolectaron suficiente dinero para pagarlos. Otros, demandar. Y no faltó quienes proponían confrontar a los accionistas del banco o asistir a los mítines de Eduardo González Castillo, entonces candidato presidencial de la Gran Alianza Nacional (Gana). Esto último lo lograron. Se reunieron al menos dos veces con el expresidente de Bancafé, quien los atendió en la casa de campaña del partido y respondió a sus dudas. Pero sólo eso. González escuchó sus quejas, sus demandas y los insultos, y no faltó quien amenazara con matarlo o con suicidarse ante la situación. Él aseguró que había suficientes fondos en el banco para resarcirlos, pero Corfina –la entidad encargada de liquidarlo–, nunca les pagó. Hoy, once años después, siguen en la lucha. Peritajes del Ministerio Público (MP) aseguran que en el Fondo para la Protección del Ahorrante (Fopa), administrado por el Banco de Guatemala (Banguat), están los millones de quetzales que necesitan para pagarles. Sin embargo, la fuerza con la que co-

menzaron parece haber mutado a una resignación. De los 3 mil 300 clientes afectados, 300 han muerto. El resto aprendió a vivir sin esa plata o volvió al trabajo. Muchos destinarían esos fondos para su jubilación, hoy viven esta etapa en austeridad. Otros saben que trabajarán hasta el último momento. ESTAS SON SUS HISTORIAS DEL PARAÍSO AL PURGATORIO La mañana en la que Ángel Castro recogió el periódico y leyó que habían suspendido Bancafé pensó que era un montaje centrado en la candidatura presidencial de Eduardo González. Él imaginó que dos o tres días después el banquero (en ese entonces mano derecha del presidente Óscar Berger) aparecería en caballo blanco anunciando que había salvado a Bancafé y eso aumentaría sus índices de popularidad. Pero eso no pasó nunca, fue una broma. Castro es el cliente que perdió más dinero en toda la estafa de BIB. No revela cuánto pero fueron millones de quetzales. Esos fondos eran producto de una vida entera de trabajo, de una carrera empresarial exitosa que construyó desde cero. Este comerciante nació en Zacapa en condiciones de pobreza extrema. Su tío lo trataba como un esclavo, lo obligó a trabajar sin paga durante siete años. Vivía en tales condiciones que no tuvo un par de zapatos hasta los 15 años. A los 16 migró a la capital y su primer trabajo fue de ayudante de albañil en la cons-

(Foto: Dafne Pérez)

Vladimiro y Darwin Flores, padre e hijo relatan que nunca supieron que sus ahorros estaban guardados en una offshore. trucción del Banguat por un sueldo diario de Q0.96. Hoy le parece irónico pensar que ayudó a poner los ladrillos de la institución que tiene secuestrado su dinero en el Fopa. A los 18 años conoció a un comerciante español que lo ayudó a entrar al negocio de venta de telas japonesas y para los 20 años ya ganaba el equivalente a US$5 mil mensuales. Comenzó a estudiar derecho y llegó hasta quinto año, pero dejó la universidad porque sus negocios demandaban todo su tiempo. En 1973, fundó Paraíso Infantil, la tienda de ropa de bebés en la sexta

(Foto: Dafne Pérez)

Ángel Castro, en uno de los locales que un día albergó las tiendas de Paraíso Infantil en la sexta avenida de zona 1.

avenida de la zona 1. En 1990 abrió la cadena 9.99 y llegó a importar hasta 100 contenedores anuales llenos de baratijas chinas, y con eso multiplicar su fortuna. Fue en 1999, cuando abrió su primera cuenta en BIB. Recuerda que llegó a depositar tanto dinero que el propio Eduardo González lo atendió. “Hace 20 años, conseguir dólares en Guatemala era un hecho que se celebraba”, asegura. Y él los necesitaba porque todos sus negocios eran con comerciantes en China y Estados Unidos. Dentro de Bancafé, se convirtió en cliente VIP. Lo atendían en unas oficinas privadas en Europlaza donde le ofrecían desde café hasta vino. Recuerda que iba allí una o dos veces por semana a depositar sus ganancias. Hoy, a sus 70 años, dice estar cansado de este caso. Es el único cuentahabiente de los más de 3 mil que se adhirió al proceso como querellante adhesivo. El primer año de litigio contrató a un abogado, pero tuvo que prescindir de sus servicios porque no podía costear sus honorarios. Asegura que si hubiese pagado defensa durante la última década, habría desembolsado al menos Q10 millones. Al comprender que el cierre del banco era definitivo, su primera preocupación fue cómo les pagaría a sus socios chinos y estadounidenses la mercancía. Los chinos fueron comprensivos, absorbieron parte de la pérdida con su seguro. Los otros no. Castro pasó de tener una planilla de 160 empleados a una de nueve. De los dos grandes locales que tiene en la sexta avenida, uno aún

vende baratijas mientras el otro, sólo almacena polvo. La suspensión del banco trajo abajo sus negocios y deterioró su salud. Cada mes gasta más de Q4 mil en medicinas, doctores y exámenes. Toma pastillas para la presión, para el corazón y para dormir. No ha conciliado el sueño, desde ese 20 de octubre de 2006. Su fe en recuperar el resto de sus fondos es casi nula, pero persiste por honor. Le ofende que lo engañaran y que los sindicados y sus familias, afirma, conserven sus fortunas. Por eso, no claudicará en esta batalla que cada día le cobra un poco de vida. UN SUEÑO FALLIDO A los 51 años, Vladimiro Flores conoció el desempleo. Blue Bird, la empresa de camionetas para la que trabajaba, cerró operaciones en Guatemala y él perdió su trabajo como jefe de personal. No encontró alternativas y en 1983 decidió migrar hacia Estados Unidos en busca del sueño americano. Se fue con una visa de turista que duraba tres meses y se quedó 23 años. Al año de estar allí, su esposa Irma Yolanda lo alcanzó y se incorporó a la fuerza laboral tras muchos años de vivir como ama de casa. “Pasé de tener un puesto de escritorio aquí en Guatemala a limpiar baños como conserje en Nueva York. Trabajaba 12 horas diarias”, cuenta hoy a los 85 años. Sus ahorros los enviaba a Guatemala donde vivían sus dos hijos. Parte de esos fondos terminó en una cuenta en quetzales en Bancafé y el resto en BIB, ambas administradas por su hijo mayor,


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