La Hora Voz del Migrante 21-06-2019

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Guatemala, del 22 al 28 de junio de 2019 / Página 19

noticias Su madre recuerda cómo ella entró en pánico después de uno de los motines que se dio en el lugar, porque no sabía cómo estaba su hijo y los rumores proliferaban. “Lloré, imploré para que me dijeran si estaba bien, pero nada. Tardé cinco días en verle”. El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, ha reconocido recientemente que el gobierno no se ha preocupado en atender las instalaciones migratorias en la frontera sur, que están “muy por debajo de los estándares”, y Tonatiuh Guillén, hasta hace unos días el jefe del INM, reconoció en una entrevista reciente con AP que “tienen un modelo muy severo de control”. Sin embargo, López Obrador insiste en que el respeto a los derechos humanos es la máxima de su política migratoria y su gobierno dice estar estudiando opciones para construir nuevas instalaciones migratorias y Maximiliano Reyes, subsecretario de Exteriores, anunció en conferencia de prensa que justo este lunes comenzaba un plan de remodelación, modernización y mejora de las mismas. Curiosamente, entre las medidas anunciadas está mejorar la salubridad de estos lugares y poner más cámaras de

FOTO/PEDRO GIRON/AP

vigilancia y controles biométricos de los migrantes. Reyes, que hizo estos comentarios durante una conferencia de prensa en Tapachula, no explicó, sin embargo, cómo se atajaría el principal problema, el del hacinamiento. La desinformación a la que son sometidos los migrantes es otro de los grandes problemas que todos denuncian. Sin embargo, pese a ella, a todos los que entran pronto les queda claro que solo hay dos maneras de salir: deportados en un autobús o con una solicitud de asilo como la que le rompieron al mecánico cubano. Que este documento --que teóricamente garantiza la libertad de un migrante-- pueda ser destruido tan fácilmente, es una muestra más de la arbitrariedad que hay en el lugar. El gobierno federal ha reconocido que el INM es una de las instituciones más corruptas del país. Se han depurado a más de 600 funcionarios y a la Siglo XXI han llegado nuevos agentes, aunque se desconoce cómo va el proceso de depuración ahí. Según Salva Lacruz, del Fray Matías, el centro sigue en manos “negligentes, irresponsables y racistas” que operan al margen de las directrices de

Ciudad de México. Un funcionario migratorio recién llegado calificó a algunos de sus compañeros de “inhumanos”. Por eso, en medio de la desesperación, se encontró otra formar de salir: amotinarse y escapar. Más de 600 personas se fugaron en abril, algo nunca visto en México. En videos publicados en redes sociales se ve a gente corriendo por la entrada principal y las rejas abiertas. Los migrantes aseguran que la fuga fue alentada por las autoridades. Éstas lo niegan. “Algunas celdas no tenían candado ese día”, asegura el mecánico que no huyó por temor a ser deportado. Los motines elevaron la tensión, los choques entre internos, el miedo de los trabajadores y las represalias contra los cubanos, acusados de ser instigadores de los levantamientos. Eliezer Pino, Jonathan Eduardo Merrero, Yunier Rives, Yasiel Rodríguez, Danilo Claro y Eduardo Martínez dicen haber sido seleccionados al azar durante uno de los motines, llevados detrás de unos autobuses y golpeados. Pino dice que lo patearon entre seis y casi le reventaron el ojo de un puñetazo. Su único delito, dicen todos, fue gritar “¡queremos salir!” y avanzar hacia la puer-

Migrantes en los patios del centro de detención de migrantes en Tapachula, en el estado de Chiapas, Mexico.

ta junto a otros. Los policías federales, que apoyan en tareas de seguridad, evitaron una paliza mayor. Una treintena, incluidos ellos, fueron trasladados esa noche a una caseta de migración en la carretera donde pasaron 45 días en condiciones similares a las de la Siglo XXI. “Pensé que no iba a salir cuando nos dijeron: ‘son comida para perros´’”, afirma Pino. No salían al sol, apenas se bañaban, casi no dormían. Estaban hacinados e incomunicados. “Era una tortura, un infierno”, asegura Martínez. “A mí hasta me velaron”, dice Rodríguez. Su familia en Cuba le creyó muerto. Algunos no aguantaron y pidieron la deportación. Otros, gracias a las gestiones del Fray Matías, consiguieron solicitar asilo y ser liberados, aunque no pueden salir de Tapachula. Desde enero, México ha detenido a más de 74 mil migrantes y deportado a más de 53 mil, y desde hace semanas pueden verse soldados, marinos y policías federales apoyando las labores de los agentes migratorios o participando en redadas. Algunos de esos efectivos, ahora comienzan a llevar brazaletes que les identifican como Guardia Nacional.

FOTO LA HORA/MARCO UGARTE/AP

Organizaciones gubernamentales y ONG celebran ciertos avances, como el cierre de cinco pequeñas estaciones, o el reconocimiento de deficiencias, aunque creen que no es suficiente. Vidal Olascoaga, del Fray Matías, alerta de que pueden imponerse las “devoluciones en caliente, como hace Estados Unidos”, que deporta al migrante al cruzar y sin averiguar si tiene o no necesidades de refugio. “Los flujos migratorios no se disminuyen por arte de magia y en el corto plazo sólo se logra con detenciones y deportaciones masivas”, asegura. No obstante, el horror de la detención no detendrá el flujo migratorio. Yanel, una hondureña de 21 años que estuvo dos semanas encerrada con su hija de dos años, tuvo miedo y asegura que recibió un trato denigrante, pero que lo que había dejado a atrás era peor: un esposo de la Mara 18, una de las pandillas más violentas de Centroamérica, que la golpeaba y casi hizo que perdiera a su bebé cuando estaba embarazada. Pasar por la Siglo XXI, asegura, “vale la pena si le dan los papeles a uno”. Todavía no sabe si después seguirá la ruta hacia el norte.

Una mujer migrante y su hijo son detenidos por agentes mexicanos de inmigración en Tapachula.


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