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RINCÓN PARA LA REFLEXIÓN
Jubilaciones y pensiones
Delfín Lozano, Presidente de la Unión de Cooperativas de Trabajo de Valladolid Posiblemente sería conveniente comenzar esta reflexión con un análisis sobre el concepto jubilación, ya que posiblemente la verdadera vejez, al margen de las facultades físicas, comienza cuando consideramos que ya no es posible conquistar un horizonte mayor al que ya hemos adquirido o cuando no advertimos evolución en nuestras posibilidades. Parece que la sociedad avanza en casi todo, pero en este concepto no acaba de admitir que en los últimos cien años se ha incrementado la esperanza de vida en unos cincuenta años y que esto comporta que este colectivo suponga actualmente en España más del 22%. Si a todo esto añadimos el costo humano y económico que ha supuesto a la sociedad a lo largo de la historia la investigación necesaria para llegar a esta situación de longevidad, el propio colectivo y nuestros gestores públicos no deberían dudar tanto en ver alternativas de vida para estos seres humanos, sin necesidad de clasificarlos por edades. Quizás no dedicando tanto nuestra mente solo a los problemas puntuales y pensando y actuando con perspectivas a futuro, sería conveniente que las personas jubiladas administrativamente desaprendieran algunas de las formas de vida que han realizado y comenzaran a adaptarse al modelo de sociedad que les toca, independientemente de a las que, por dificultades físicas o psíquicas, no les sea posible. Al ser un amplio colectivo en situación ascendente, lleva camino de ser muy importante en cualquier democracia, donde su opinión y voto va a resultar decisivo en cualquier tipo de consulta electoral, por lo que no parece muy bueno que tanto el colectivo como el resto de la sociedad lo catalogue como algo que no sirve o sirve para poco. Es lamentable escuchar voces de algunos gurús de la economía mundial, en el sentido de que la longevidad es un problema para el sistema económico, cuando lo más plausible sería analizar y asumir el avance social y tomar decisiones en el ámbito de cómo conseguir que la vida dure lo que pueda durar y cambiar de una santa vez esa imbécil idea de que los seres humanos somos una herramienta del sistema, cuando el sistema debe ser una herramienta del ser humano. Desde un punto de vista puramente humano, esta situación nos debería obligar a realizar un profundo análisis que nos llevaría a concebir primero y luego practicar, la idea de la necesidad de una confluencia generacional, donde se extinga la clasificación humana y se comience el camino de una cultura sin edades. En la sociedad que tenemos la vida no es posible sin contar con la economía, por lo que las pensiones ocupan un lugar preferente en nuestras mentes, pero si analizáramos todo lo que nos han contado sobre la vida del ser humano en la Tierra, podríamos apreciar que desde su comienzo y por pura necesidad biológica, su actividad era la necesaria
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para mantener su cuerpo. Los tiempos han cambiado pero esa necesidad vital no, lo cual nos puede llevar a percibir de qué hablamos cuando decimos que la justicia social debe estar basada en que todos los seres humanos tengan cubiertas sus necesidades vitales. Quizás la llamada investigación, que no es otra cosa que la transmisión del conocimiento humano a lo largo de la historia, nos haya traído a una sociedad donde el consumo indiscriminado ha sido transformado en necesidades vitales, convenciendo al resto de la sociedad a través de la utilización mediática y convirtiendo lo vital en negocio. Partiendo de lo descrito anteriormente, no hay lugar a dudas de que todos los seres humanos precisan cubrir sus necesidades vitales, sean del color que sean, tengan la edad que tengan y hayan cotizado lo que hayan cotizado, con lo cual corresponde al conjunto de la sociedad y a los gobiernos que nos gestionen, plantear soluciones sostenibles en el tiempo, donde no solo se hable de dinero, sino también de solidaridad humana. Posiblemente no deban continuar los debates en base a lo que ha sucedido hasta ahora, sino asumiendo que la longevidad no es una enfermedad y que la quimera de la creación de empleo no es una solución, cuando y según datos de PWC, se calcula que, hasta el 2030, en el mundo se perderá sobre el 30% del empleo actual, debido a la utilización de la inteligencia artificial dentro de la proliferación de lo digital y donde lo más llamativo es que los cálculos sobre España son del 40 %. Dentro de la diversidad que tenemos en la sociedad actual habrá quienes, para dar con la tecla de solución a este gravísimo problema, consideren la eliminación de este sistema económico e inhumano que tenemos. Otros considerarán esta situación como una vía de incrementar sus patrimonios; otros, plantearán soluciones hitlerianas eliminando todo lo que no sirva para conseguir sus fines y, por desgracia, la mayoría de salvadores, haciendo proclamas imposibles y confundiendo la necesidad vital con los caprichos del cuerpo, crearán una idealización del consumo que siempre suele ser altamente insolidario. Lógicamente si la solución fuera fácil no existiría el problema, pero si echamos una ojeada a cómo se está tratando el asunto en otros países, vemos que Dinamarca tiene una solución que puede ser la que más se aproxima a una lógica humana, la cual consiste en una pensión vitalicia universal de 1072 euros mensuales, con cargo a los presupuestos generales del estado, un plan de empresa obligado por el estado al margen de que, libremente, quienes pueden hacerlo, realizan un seguro privado. Para conseguir esta u otro tipo de solución, nuestros políticos deberían trabajar más en problemas con alternativas a largo plazo y no solo en los puntuales -aunque los primeros no tengan una rápida rentabilidad electoral- y no pasarse la vida merodeando el Pacto de Toledo y planteando alternativas en función de cómo le vaya a cada partido, electoralmente hablando.
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