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la agencia de viajes
29 de abril de 2013
ARGENTINA
Fallecio Roberto Boullon
El adiós a uno de los padres del turismo argentino moderno
H
ablar hoy de planes estratégicos, desarrollo turístico y del turismo en sí es algo común. Pero no lo era en los 60 o en los 70 cuando Roberto Boullón inició su andadura como un especialista en la materia. Ligado al desarrollo turístico del país y de toda Latinoamérica, su aporte no se mide solamente en lo que supo transmitir, analizar y crear, sino en las ingentes generaciones de profesionales que se formaron con sus más de 10 títulos escritos. Referencia académica y bibliografía obligatoria en todas las carreras de turismo de las diversas universidades, esos volúmenes abrieron un camino, sentaron precedentes. Fue el primero en hablar de cuestiones como la sostenibilidad, la planificación, la calidad, el marketing turístico y el rol de los municipios. A la altura de los más preclaros pioneros de la actividad en nuestro país, con la desaparición de Roberto Boullón no sólo se pierde un hacedor, sino también uno de los analistas y estudiosos más lúcidos
Profesor incansable, teórico y estudioso de la actividad cuando pocos la conocían, la desaparición de Boullón deja un espacio casi imposible de llenar.
que el turismo supo tener. Referentes de la actividad y compañeros de ruta de Boullón, como Antonio Torrejón, Isabel Sendón, Eduardo Pantano, Jose Luis López Ibáñez y Analía Castro, así lo recuerdan. SU CALIDAD HUMANA, SU TALENTO. A quienes como él, la dedicación al turismo significó por largos años un ‘desafío de vida’ y una entrega convencida por el bien común, la pérdida de Roberto Boullón nos produce una irremediable contrariedad y pérdida.
Su trayectoria académica y profesional dedicada al turismo en nuestro país, con una fuerte proyección en América Latina, no ha sido repetida en su amplitud, y aporte de prestigio al país, para esta ‘multidiciplina’ que él encaró con moderna visión. Fue profesor titular, por concurso, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en la Universidad del Comahue (Neuquén), de Mar del Plata, y ha contribuido con gran parte de las casas de altos estudios establecidas en el país. En 1973, actuó como director fundador del Centro Interamericano de Capacitación Turística (Cicatur), organismo dependiente de la OEA, en México, y se desempeñó por ocho años en ese cargo y por dos más como director de Proyectos Especiales para América Latina. Fue consultor de la OEA, el BID, el PNUD, el Banco Mundial y el Consejo Federal de Inversiones. Asimismo, actuó como profesor invitado en varias universidades de América Latina, y es-
cribió una docena de libros de texto sobre turismo. Yo conocí y admiré al arquitecto Boullón a cuatro años de mi andar en el Turismo Oficial, en 1968, cuando él formaba parte del equipo de la Facultad de Arquitectura de la UBA, que acordó con la Dirección Nacional de Turismo, en la gestión de Horacio Burdbridge, tomar a su cargo el ordenamiento técnico del Turismo argentino. Tuve el privilegio de acompañarlo en ese grupo, que presidía Boullón, y que en 1971 puso en marcha el Plan de desarrollo turístico de Puerto Iguazú, para la Administración de Parques Nacionales y la Secretaría Nacional de Turismo. Hoy lo esencial es recordar su calidad humana, su talento; acompañar a su familia en la difícil transición, y elevar al ‘Altísimo’, la oración por la paz, que merece este recordado y querido hombre del Turismo argentino y latinoamericano. Antonio Torrejón MAS QUE UN MAESTRO, UN AMIGO. Lo conocí en el 76 en Mé-
Roberto Boullón.
xico, siendo el director del Cicatur y profesor de planificación. Realmente allí comencé a respetarlo profesional y humanamente. Estaba en todo, no se le pasaba nada de los alumnos ni de los profesores. Compartía con nosotros los almuerzos, como uno más del grupo, contando historias y anécdotas. Me acuerdo que una becada había aplazado el primer examen, cuando dábamos el segundo él estaba en el salón. Esta becaria terminó su examen, evidentemente mal, porque nunca más la vimos: la devolvió a su país. Así de estricto era con el estudio y el trabajo. Era creativo, exigente, escuchaba y respetaba la opinión de otros, si la fundamentabas
y lo convencías. Con los años, supe que era su forma de actuar en la vida. Como él decía era un anarquista, derecho ante la vida, fiel a sus ideas y a su familia. Blanca era su guía y el faro en su vida. Así como era creativo, disciplinado y estudioso, hay que recordar también sus distracciones en el tránsito, por ejemplo. Se ofrecía a llevarte y en vez de tardar media hora, tardaba el triple porque se ponía a charlar y se pasaba, o paraba el auto y te daba sus opiniones sobre la vida, el país y el mundo. Nunca olvidaré sus consejos. Roberto y su grupo de trabajo sentaron las bases de la