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■ MAR DEL PLATA ■ DOMINGO 19 DE DICIEMBRE DE 2010

IDA Y VUELTA: cultura@lacapitalmdq.com.ar

GUIDO VESPUCCI, AUTOR DEL LIBRO DE CUENTOS "EL NEGOCIO DEL SIGLO"

“¿Quién puede ser un héroe todo el tiempo?” Historiador e investigador, Vespucci decidió experimentar en la ficción literaria, un terreno desprovisto de las estrictas reglas académicas que le impone su profesión. Personajes posmodernos, historias contadas con el tono de las anécdotas de amigos y el absurdo dando vueltas. "En realidad el absurdo en sí mismo no existe, sólo se trata de sentidos que están en juego", dijo.

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n "El negocio del siglo" y otros cuentos, el marplatense Guido Vespucci apela a la fusión. Mezcla sentidos y registros, una estrategia que el autor define como "un juego". Un juego que, a su juicio, está vigente en toda su producción ficcional. "Mis escritos son juegos donde los sentidos se pelean, lo formal, lo racional, la cultura culta y lo erudito se pelean con lo vulgar, lo grotesco, el sinsentido. En todos mis escritos está eso, operando subterráneamente", aclara Vespucci, que es, además de escritor, profesor de historia, investigador del Conicet y en la Facultad de Humanidades integra el grupo de investigación sobre familia, género y subjetividad. El flamante libro, que contiene diez cuentos y que acaba de editar la edito-

Guido Vespucci.

rial balcarceña Gogol, nació hace cerca de cinco años, precisó Vespucci. Y es el resultado final de un trabajo de experimentación donde el joven se permitió saltar todos los cercos, desterrar todas las celdas. Es que este historiador de 30 años buscó en la literatura -y en los cuentos- la manera de eludir las formalidades que le exige su otra profesión, la de investigador social. "Esta experiencia nació como un contrapunto con el trabajo académico, que es serio, muy formal y reglado, estos cuentos fueron una válvula de escape donde me di todas las licencias", le contó a LA CAPITAL. Así, se permite historias que están contadas, en su mayoría, en primera persona, y con un registro coloquial, el mismo que puede utilizar cualquier amigo para contarle a otro la conquista de la

"Mis personajes están sometidos a un circo de la idiotez"

noche anterior. "Gran parte de mi vida me la paso con mi grupo de amigos, mis historias tienen que ver con eso, con una forma de relacionarse que es compartir la vida con amigos, y en eso de compartir siempre uno cuenta experiencias. El contar esas experiencias es un género en sí mismo, relatar algo a amigos es un género, incluso entran planos de la ficción porque en toda narración aparecen exageraciones y datos que no son tan reales, sobre todo si son amigos masculinos y las anécdotas son sexuales", explicó el escritor, que dedicó un año de su vida -desde 2004 a 2005- a escribir estos cuentos. "Me tomé ese año para experimentar, para probar con la escritura de ficción, yo ya venía trabajando en el ámbito académico, en la producción de escritura que tiene que ver con el conocimiento y con las reglas académicas. Y ésta (por la ficción) fue una manera de encontrar un escape para que en mi escritura se plasmaran cosas más expre-

sivas, ficcionales, con otras reglas. Digo esto porque no fue un plan premeditado de decir 'Quiero ser escritor'. En realidad siempre me gustó escribir pero nunca me había tomado el tiempo para hacerlo sistemáticamente", aclaró. -¿Te interesa profundizar en el absurdo? -A simple vista, uno clasifica algo como absurdo o desopilante si es que piensa que hay un único sentido de las cosas, pero en realidad muchas de las cosas que parecen desopilantes están en un límite de la realidad y son perfectamente visibles. Digamos que son cosas que a simple vista parecen locuras y uno las analiza y pertenecen a los bordes de la sociedad. Están ahí, contenidos en algún cajón.

-Tu búsqueda va por ese lado, entonces. -Sí, me gusta, me gusta explorar esas cosas que están subterráneas y que a veces no tienen articulación discursiva muy explícita, que no están dichas, eso me interesa. Por eso no es necesariamente un absurdo porque sí, en realidad el absurdo en sí mismo no existe, sólo se trata de sentidos que están en juego. -Las tuyas son historias urbanas, posmodernas, ¿coincidís con este enfoque? -Los personajes de mis cuentos experimentan la posmodernidad todo el tiempo, en el sentido de que están nutridos de un lenguaje masivo y coloquial con el que hablan y que viene de los medios de comunicación, pero al mismo tiempo los medios mezclan otros registros, la comunidad es la combinación de registros cultos, populares y masivos y están todos metidos en esa oferta televisiva que es la más fuerte. Los medios de comunicación están hibridados, y mis personajes sufren esa hibridación, entonces quizá hablan de una manera grosera pero de repente están mencionando algún objeto cultural que proviene del arte culto o de la literatura culta. Las personas reales son así en general, es gente que putea pero que ha leído a Nietszche, la sociedad no está tabicada tan fuertemente en lo popular y en lo culto, está todo mezclado. -¿Es la posmodernidad la que hace que tus protagonistas tengan una doble moral? -Eso tiene que ver con las zonas que no son mencionables, acá aparecen personajes que tienen aspiraciones muy nobles, en algunos cuentos, pero que conviven con pensamientos y con tentaciones que son su opuesto y son muy inmorales. Esa es una manera de decir que, en realidad, los héroes no existen. (Continúa en página 4)

"La sociedad no está tabicada tan fuertemente en lo popular y en lo culto, está todo mezclado"

Las 8 preguntas para Gustavo Fogel (*)

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¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer? -No me molestan los errores que podrían ser corregidos en una prueba de galera; los que no soporto son

los "otros"; los de concepto. Ahora estoy leyendo una novela poblada de este tipo de errores, -y de los otros-, y a medida que los leo intento corregirlos, pero los muy necios se resisten tanto como si los hubiera escrito yo mismo. Y quizás sea cierto.

(*) Gustavo Fogel nació en 1965 en Mar del Plata. Es escritor cuentista y novelista. Le editaron el libro de cuentos: "Objetos de Texto", Primer Premio en el certamen Internacional de Literatura Junín País 2006 y ganó dos veces el Primer Premio de la S.A.D.E. y el Segundo Premio en el Certamen de cuento Julio Cortazar. Además de jurado permanente en el certamen internacional de narrativa JuninPais, tiene escritos “Una flor para Tomás” (Cuentos) y “EZQ” (novela). Blog: cuentosalcontado.blogspot.com y mail: fogelgustavo@hotmail.com


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Domingo 19•12•2010

A 240 AÑOS DEL NACIMIENTO DE BEETHOVEN

El adiós a la sonata Genio indiscutido, nació un 16 de diciembre de 1770. El autor de esta nota lo recuerda a través de sus sonatas y habla de la forma que adquiere la simplicidad en la música de Beethoven. Por Martín Virgili (*)

En los ‘90 hubo en la Argentina una aceleradísima apertura al mercado de la música grabada. Las tiendas de discos comenzaron a exponer en sus estantes aquellas músicas que solamente aparecían en los manuales, libros y revistas especializadas, y que realmente imaginaba silenciada en el corazón de la historia. No podía dejar de sorprenderme de la cantidad de obra editada de casos como los Bach, Mozart y Vivaldi, deslumbrado ante la apabullante proliferación de sus trabajos -de hecho, aún hoy me sigue pareciendo un enigma la relación tiempo-creación de esos seres-, o si no, descubrir que los estudios de Leo Brouwer para guitarra, que emocionado comenzaba a tantear en ese instrumento, estaban allí, uno detrás del otro, al alcance de mi mano, y que puestos en el novedoso reproductor de discos compactos, podría escuchar el que quisiera, una y otra vez. Creo que durante algunos meses, mientras duró ese boom personal de exceso musical, fui un melómano verdadero. Entonces, una de mis salidas más esperadas, era, por supuesto, elegir al azar alguna música que por alguna razón entre deliberada y snob (admito), me pareciera “importante” escuchar. Como tampoco contaba con dinero suficiente para las delicadas grabaciones de la Deutsche Grammophon, Archiv o Sony, solía fijarme en los anaqueles de Naxos, que eran ediciones sensiblemente más económicas, y buenas. Así, una mañana o tarde o noche, me llevé el cuarto volumen de las Sonatas para piano de Ludwig Van Beethoven, que sumaban las tres últimas de ese género: la N° 30, 31 y 32, interpretadas por Jenö Jandó. No sabía qué estaba comprando, no, desde el punto de vista técnico y del lenguaje; llegaba a esa música, por la imagen histórico-mental que tenía, en ese entonces, sobre la obra de Beethoven: esa mezcla de locura, sordera, grandeza, dificultad, soledad, quizás oscuridad, y amor. Había escuchado en clases o en la radio sus sonatas más populares: la N° 14 (Op. 27, N°2), Claro de Luna; la N° 23 (Op. 57), Appassionata; la N° 21 (Op.

53), Waldstein y creo que ninguna más. Pero me llevaba las tres últimas, quería saber cómo terminaba el cuento, ir de lleno al final. Si la forma sonata era (es) una estrategia musical producto de la invención de una comunidad -la europea, surgida a fines del siglo XVII, aunque enraizada, probablemente, en el canto gregoriano- y si Beethoven era consciente de esa estrategia, de su historicidad inmanente, de su propio devenir formal, tenía que escuchar (saber) cómo era el final que él le había tejido para dicha forma, cómo era ese punto y aparte, cómo sonaría y hasta dónde llegaría su resonancia. En general, una sonata está constituida por tres movimientos, uno rápido, uno lento y uno más rápido que el primero. Digamos que desde el punto de vista estadístico, esto se mantiene con

notoriedad. Bueno, la Op.111, la última, tiene dos. Uno rápido y brioso de alrededor de siete minutos, y el otro lento y parsimonioso que dura un poco más del doble que el primero. Milan Kundera en sus Testamentos Traicionados, hace una interesante comparación del contraste formal que esta sonata propone (un contrapunto riguroso entre dos ideas muy distintas en el tiempo y el espacio) con Las palmeras salvajes de William Faulkner, una novela bifronte que intercala una hermosa y desesperada historia de amor, con el drama de una mujer, su niño y un ex convicto navegando a la deriva por el río Mississipi. Beethoven parecería haber querido dejar testimonio de que la contundencia emotiva que surge de un enfrentamiento dual, básico, constituye un acercamiento, digamos, más limpio de la idea que se quiere transmitir, probablemente con la intención de que avizoremos el fondo común del cual las dos provienen.

El primer movimiento no lo entendí. Tardé mucho tiempo en encontrar las tres secciones que consagran la forma sonata (exposición de un tema, su elaboración y su re-exposición). Con el tiempo, me gustaba pensar que en su último allegro de sonata (el primer movimiento) Beethoven quiso esconder aquellas tres secciones a fuerza de acordes que comenzaban a soñar con ser un cluster (un conglomerado de notas más cerca del ruido que del acorde), o con la interpolación de pasajes fugados, arcaicos, que más tenían que ver con la música de Bach que con las modernizaciones tonales que ya venía implementando Schubert. Pero sobre todo por el sesgo rapsódico del entramado de las partes: todo ese movimiento está sobrevolado por el pulso de la inventio, como si la música se fuera despertando o recreando desde sí misma: no ya a través de la pluma de Beethoven, sino de la música misma. Como si la música, personificada, decidiera hacer música. Esa, pienso, sería la imagen. Y admito que esa maravilla ontológica también es potestad de Bach. El segundo movimiento, Arietta: Adagio molto, semplice e cantabile, son seis variaciones compuestas sobre un tema para el cual habría inventar una palabra para hacer justicia con la estética que propone. Es sabido que uno de los rasgos poéticos más notables de la música de Mozart es la simpleza, esa magia que poseen los genios que uno, desde fuera, parecería decir “pero si eso lo puede hacer cualquiera”. Pasa con Mozart, con Miró, con Maradona. Es evidente, que hace falta mucho, mucho talento para llegar a eso. A diferencia de la simplicidad de Mozart que es la de la naturaleza, la de los árboles y los pájaros, la de Beethoven (que se la pasó componiendo música difícil durante toda su vida) es la simpleza del hombre, la simpleza de algo que está dentro de la naturaleza. No es una simpleza perfecta, no. Es algo que es simple y errático, finito. Así es el tema de la arieta, simple y defectiva, no compuesta por un genio, que es Dios, sino por un hombre, que somos todos. Las variaciones, después, son el viaje de ese tema: un viaje por el mundo interior de la imperfección humana. Así se despidió Beethoven de la forma sonata: sustrajo el retrato de la genialidad inalcanzable, por un gesto musical parecido al abrazo entre dos personas. Este sagitariano nacía un 16 de diciembre de 1770. Por suerte para todos. Una amiga me preguntó cuál era mi imagen de la felicidad. Escuchar esta pieza, con mi gato merodeando la sala. Si no lo es, le pega en el palo ■ (*) Compositor.

Efecto adverso Por Sebastián Chilano sebastianchilano.blogspot.com

Revisaron varias cajas. Leyeron notas sobre distintos experimentos, proyectos, infidelidades y jornadas científicas. Las ideas más absurdas y geniales, las injurias más sofisticadas, las bajezas entre colegas y pares, todo eso estaba documentado y sellado por distintos secretarios y por el propio director titular del Instituto. Cuando encontraron la carpeta “Márquez, el padre de los ácidos ribonucleicos” el ofendido ni siquiera se interesó en leer lo que habían escrito de su persona. En cambio sí se detuvo en una caja llena de pastillas. Entre las pastillas había un sobre que decía: “Doctor Ham” –¿Qué es eso? –preguntó René Conforti. –Fármacos. –Sí, eso ya lo sé. ¿Qué son? Márquez no contestó. Abrió el sobre y alisó las dos hojas plegadas. Leyó forzando la vista bajo la lámpara desnuda y estiró la mano dándole los papeles a René Conforti. –Fármacos patentados por el doctor Ham –dijo Márquez haciendo inútil la lectura de René Conforti–. Distintas ideas que fueron descartadas por sus efectos adversos. René Conforti leyó en voz alta: –Las pastillas rojas son rejuvenecedoras. Márquez sacó una de las pastillas rojas de la caja y se la metió en la boca. –Se discontinuó el estudio cuando confirmaron que aumentaban la incidencia de trombosis venosa –leyó René Conforti. Márquez escupió la pastilla roja: –Tiene gusto a grosellas. –Las amarillas –siguió leyendo René Conforti–. Fueron diseñadas para disminuir el apetito, pero causaron diabetes insípida. Las verdes fueron para la hipertensión, pero... –Lea las azules –pidió Márquez. –Para el mal de amores –René Conforti se rió en voz alta–. ¿Parece mentira, no? Un científico intentando curar una dolencia tan vieja como la humanidad. –Como la prostitución, también. –Como el hambre. –Pero no es para reírse –dijo Márquez–. Un esfuerzo loable, no creo que haya tenido mucho apoyo de la comunidad científica ni de las empresas farmacéuticas... ni que hablar del gobierno... Márquez interrumpió, René Conforti le hizo seña (llevó su dedo índice a los labios y lo colocó en posición perpendicular) para que se callara. –¿Qué pasa? –susurró Márquez. –¿Escuchaste? –dijo bien bajo René Conforti. –No. ¿Qué cosa? Escucharon un disparo, o algo parecido a un disparo. Más bien una explosión, y no sólo la escucharon, sino que también la vieron, aunque no la vieron, sino todo lo contrario, porque dejaron de ver. Algo o alguien hizo estallar la lámpara de 75 watts desnuda que alumbraba el archivo. Los dos se cubrieron la cabeza y se agacharon. Al hacerlo (mientras los fragmentos de la lámpara caían como un suicidio colectivo de luciérnagas) escucharon que la puerta del archivo se cerraba. Rene Conforti caminó tocando las cajas hasta llegar a la puerta: –Nos atraparon –dijo moviendo el picaporte. –¿Y ahora? –Es una lástima que el doctor Ham no hubiese inventado pastillas para ver en la oscuridad –dijo René Conforti. –O que ninguna de las que inventó dieran ese efecto adverso –dijo Márquez ■

Las 8 preguntas para Gustavo Fogel

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¿Qué situación de su vida cotidiana encontró reflejada con sorpresiva exactitud en un libro, una película, una canción o cualquier otra obra de arte?

-Me identifico mucho con las canciones, por ejemplo con “Zanguango” de Leo Masliah, especialmente la parte del solo de batería; y lloro como un bebé con la Ob. 1812 de

Tchaikovsky; la escucho y pienso: ¡No me puede estar pasando esto a mí!


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Domingo 19•12•2010

SOBRE LA NUEVA NOVELA DE ELSA DRUCAROFF

Las historias de la Historia Elsa Drucaroff es autora del libro de ficción "El último caso de Rodolfo Walsh", que acaba de editar Norma. Un libro esencial para entender los dilemas de los años `70 y conocer los pequeños relatos que se enhebran detrás de la historia escrita con mayúsculas.

pio del presente, como si estuviéramos viviéndolo; nos lleva a asumirlo de un modo vívido y re vivirlo. Ese pasado, aparentemente conocido, revela que contiene muchos secretos. En efecto, es poco conocida esa etapa de la vida de Walsh, la de la clandestinidad como cuadro de la organización Montoneros, una etapa que Elsa Drucaroff conoce evidentemente bien: quizás uno de los mejores pasajes sea el de la discusión de los miembros de la organización, ignorantes del hecho –del que era consciente Walsh- de que la clase trabajadora les daba la espalda y de que militarmente no había posibilidades de éxito. “ESOS DÍAS AZULES Y ESE SOL DE INFANCIA”

Por Eduardo Balestena lapalabrainconclusa-literatura.blogspot.com

“De todas las historias de la Historia -escribió Jaime Gil- sin duda la más triste es la de España, porque termina mal”. La frase, de Soldados de Salamina, de Javier Cercas suscita una reflexión: la Historia se escribe con historias y una y otras terminan mal porque evocan a los que no están, a la muerte: de las personas y de las utopías y de la imposibilidad de transmitir una experiencia a la generación siguiente. Desde ese punto de vista, la Historia de la Argentina es una de las más tristes, porque termina mal. Cercas evoca, unas páginas antes, las palabras de Machado en el exilio: “Para los historiadores, todo está claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente no, humanamente creo que hemos ganado”. Elsa Drucaroff trata de restaurar y recuperar aquello que nos permita, humanamente, decir que hemos ganado pese a que lo que cuenta sea derrota pura: vidas entregadas a una militancia que impone renuncias y que naufraga como lo hace la organización Montoneros, y dejar constancia literariamente de esa experiencia, la de la pasión y la del naufragio, para que las generaciones post dictadura puedan entender algo de lo que pasó. Lo que singulariza a su obra es el camino que elige para narrar: despojado de retórica, de aspiraciones, de giros, de poses rígidas, tomando personajes de la ficción de Walsh y haciéndolos participar de la acción y reconstruyendo una época más desde la densidad y el despojamiento de las palabras y desde las acciones más que desde la propia violencia. Es un mundo sombrío, de constante riesgo, de momentaneidad, de vidas puestas en juego por un ideal eternamente inalcanzado que además se revela inalcanzable. Utiliza para plasmarlo una eficaz estructura de intriga y suspenso. ¿Cómo es posible el suspenso, pensamos, si ya conocemos que la historia termina mal? Ese suspenso no parece puesto como un solo elemento para suscitar interés sino que sirve para plasmar ese mundo siempre en riesgo, donde no se sabe qué sucederá al momento siguiente y donde se impone la duda sobre lo real: en definitiva, quién es quien en un mundo de terror y clandestinidad y qué sucederá al momento siguiente. LA MEMORIA CONSTRUIDA Y RECONSTRUIDA “Jaime Gil de Biedma…escribió estos versos desoladores que ponen en escena el ima-

Elsa Drucaroff.

Foto de Elza Guevara.

ginario de la memoria bélica…(y elaboran) una fractura social, al traducir la secuencia temporal con una categoría escindida, entre los hechos oficiales –la Historia con mayúscula- y el minúsculo acontecer cotidiano, subjetivo y en escala doméstica –las historias. La guerra desgarra esa fractura homologándolas en una tensión siempre irresuelta, inscribiendo en el relato mayor la dramaticidad de las historias menores”, dice Laura Scarano en “Sujetos de la memoria ¿Quién narra hoy el pasado bélico”, aparecido en De la letra a la imagen, narrativas posfranquistas en sus versiones fílmicas y que publicó Eudem? Elsa Drucaroff concibe una trama donde el relato mayor de la Historia aparece reflejado y construido por las otras historias y por lo que, como lectores, sabemos de ese pasado que es el presente de la narración. Ello plantea por una parte la ficcionalidad de ese pasado, su posibilidad de ser redescubierto, resignificado y por otra el rigor de su verosimilitud. En este aspecto es evidente el manejo que, desde la teoría y crítica literaria (es inves-

tigadora y docente en ese campo) hace de la lógica y del sociolecto de una época. Hoy vemos las huellas de esa época y de esa lógica: los museos de la memoria, las causas por delitos de lesa humanidad, los nombres: de las víctimas, de los represores, las muestras de esa eterna tensión entre Historia e historias. En la novela ese mundo discurre a la vez visto desde hoy, pero también desde ese sentido propio. La autora hace una reconstrucción, pero al mismo tiempo utiliza imágenes, como por ejemplo una escena en que dos personajes (un general y un soldado) hablan sobre el mito de la caverna de La República, de Platón, cuyo sentido es opuesto para cada uno de los personajes, aunque coincidan en un plano superficial. Como en Soldados de Salamina, la narración capitaliza este no saber, si lo que se nos cuenta sucedió tal como se nos cuenta. Sea o no así, lo que se nos dice es posible, es esta posibilidad lo que sostiene al género y lo que le da una de sus mayores virtudes: poder entrar al pasado con un sentido de curiosidad pro-

En la película Silencio roto, obra maestra de Montxo Armendáriz, la guerra de guerrillas de los maquis es vista desde las mujeres: esposas, madres, hermanas que sufren las consecuencias de esa lucha imposible: son el blanco de la represión y a la vez interpelan a esos hombres empeñados en sacrificarlo todo, incluso a ellas. Del mismo modo, la figura de Walsh es también cuestionada por su ex esposa Marta, quien, como las mujeres de Silencio roto, ante la muerte de su hija Vicky, interpela y se pregunta por la magnitud de ese sacrificio, por su justificación y por sus posibilidades. El pasaje de la discusión de los Montoneros, en el que Walsh reprocha a la cúpula el haber enviado a Paco Urondo a Mendoza, donde murió sitiado por sus enemigos, pone en primer plano que lo que se juega es la vida y si no existe un sentido, el precio será en vano: "¡Yo no quiero morirme si esto no sirve para nada!.. ¡Yo estoy dispuesta a morir si esto tiene sentido!¡Y nosotros dos tenemos que defender algo”, se indica en la página 62. La dictadura es algo inenarrable, no es susceptible de ser reducida a ninguna palabra, pero hay puntos de vista que nos aproximan al horror. La película Kamchatka, de Marcelo Pineyro, por ejemplo, donde la mirada infantil a la vez que no alcanza a discernir el mundo adulto es consciente de la magnitud de ese horror y lo plantea a la vez como presente y como recuerdo. Elsa Drucaroff eligió un punto de vista distinto y una mirada: narrar no desde la actividad terrorista del Estado sino desde la organización Montoneros y a la vez ser crítica hacia todo lo que esa organización negó, y en ese sentido examina a ese mundo pasado como tal, pero a la vez lo piensa desde hoy: "En ese ayer –dice- había sentimientos que no tenían legitimidad ni espacio, y que nos enseñaban a ahogar. Yo traté de reivindicarlos y de darles el espacio que la militancia les negaba, pero que el presente no”. A la muerte del poeta, el hermano de Antonio Machado encuentra en el bolsillo de su gabán un verso: “Estos días azules y este sol de infancia”. Las historias son muerte y son pérdida; son dolor, exilio, crónica de días robados y de sueños perdidos. En este designio la literatura puede adquirir la misión de recobrar, de hacernos sentir que hemos podido salvar al menos algo de aquellos distantes días azules y de ese sol de infancia, para decirles a las generaciones que no lo vivieron qué fue lo que sucedió y cómo nos resuena aún hoy ■

Las 8 preguntas para Gustavo Fogel

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¿De qué lugar, personaje común o circunstancia en general que ofrece Mar del Plata se apropiaría para incorporarlo como pasaje central de alguna de sus

obras? -Entre lugares y personajes comunes en circunstancias generales; prefiero lo unívoco: si hablamos de playa: un gra-

no de arena; si hablamos del mar: una lágrima.


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“¿Quién puede ser un héroe... (Viene de página 1) -No queda claro si es estrictamente una literatura de antihéroes, pero seguro que de héroes no... -Lo paradójico es que intentan ser héroes pero fracasan, porque el héroe es un tipo ideal, es un modelo y salvo excepciones, que en realidad son producto de construcciones que se hacen sobre esos personajes, ¿quién puede ser un héroe todo el tiempo? Eso me parece interesante: mostrar inclinaciones humanistas nobles y justicieras y al mismo tiempo las miserias que conviven en uno, donde los personajes hacen agua, fracasan y están tentados. -Además, siempre está presente el humor, es la forma que elegís para narrar. -El humor, sí, tiene que ver con mi forma de ser, pero también con la necesidad de desacralizar, descontracturar y funciona en un nivel, en el nivel de lo que son los personajes, personajes que están sometidos a un circo de la idiotez, o que son personajes idiotas o con pocos recursos, pero

detrás de ese nivel hay problemas más profundos. Lo humorístico funciona como un enlace para otras cosas. Es una manera de poder decir cosas terribles de una manera más digerible. -¿Sino sería más condenable? -Claro. Leyendo de casualidad a una filósofa feminista me "iluminé" con una frase suya que dice: "La ironía habla del humor y de lo serio". Creo que esa es la palabra que resume esa dualidad, la ironía, incluso yo mismo me reconozco como una persona irónica, cuando funciona bien, creo que el efecto de la ironía es la risa inmediata, pero después queda algo dando vueltas, esa risa revela otra cosa, algo más serio. -¿Qué te aportó la ficción a tu rol de investigador? -Entendí que uno puede trabajar en diferentes ámbitos y que cada ámbito tiene sus reglas y es bueno saber que esas reglas existen pero que tampoco son inamovibles. Se las puede correr un p o c o , hay que saber que existen porque si no uno anda mareado ■

También aforismos, ensayos y obras de teatro Prolífico, Vespucci tiene varias obras de teatro inéditas, ensayos que ya publicó en revistas especializadas y está interesado en la escritura de aforismos. "El aforismo es un género de escritura que me parece poco difundido, e incluso infravalorado, denostado, cuando en realidad grandes pensadores escribieron aforismos, como Niestzche, Walter Benjamin, Fernando Pessoa, Narosky. Es un género que a mí me resulta interesante porque se plasma como una suerte de relámpago del pensamiento", dijo. En materia de ensayos, el investigador contó que pasó de escribir trabajos académicos a otros en los que mezcla registros sociológicos, humorísticos y hasta ficción. Uno de los ensayos aborda el tema de la humanización de los perros, una tendencia que observa en la actualidad. Y en carpeta, está el comportamiento de las personas en el interior de los colectivos de larga distancia, un aspecto de la sociedad con el que se chocó a partir de tener que viajar a Buenos Aires en reiteradas oportunidades, para llevar adelante una investigación como historiador ■

(fotografía de autor)

ENTREVISTA A PABLO WAISBERG Y FELIPE CELESIA

Firmenich, ese "personaje maldito" Waisberg y Celesia son los autores de "Firmenich. La historia jamás contada del jefe montonero", un libro que arroja luz sobre uno de los líderes políticos más importantes de la historia reciente. "Develando su historia se podía colaborar para una comprensión un poco más vasta de los setenta", dijeron los escritores.

-¿Cómo fue el proceso de reconstrucción de su vida? C.: -No hay gran literatura sobre él. Lo que hay son episodios de su vida y de su condición de dirigente en algunos libros de la época, pero no había nada sistemático que era lo que nosotros nos proponíamos hacer. Las fuentes bibliográficas eran escasas y muy fragmentadas. Pretendimos entonces completar lo que faltaba de esa literatura existente articulándolo con los testimonios en primera persona, más una trabajada reconstrucción histórica; y ahí precisamente jugaba una dificultad: el hecho de que estuviese vivo. Todavía opera en el imaginario y en la lucha política del presente. Es un personaje maldito. Ningún dirigente de la política actual quiere aparecer vinculado ni opinando sobre Firmenich, por-

cencia. A eso hay que sumarle que el mismo Firmenich tiene una decisión tomada desde hace ya tiempo de no participar ni colaborar, él y su entorno inmediato, en ningún libro que trate sobre su vida. Fueron muchos los proyectos de una biografía de Firmenich de incluso colegas que ya habían publicado libros anteriormente. Algunos desistieron por estas dificultades, otros porque él no colaboró y eso era una condición de posibilidad para hacer el libro. Y después por esta complejidad alrededor del personaje de tener sobre sí una serie de prejuicios y preconceptos instalados. NUEVAS ESTRUCTURAS DE PODER

Por Ezequiel Mario Martínez

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a revisión histórica de la década del setenta sigue generando novedades editoriales. La relectura crítica de aquellos años es nutrida por libros que enriquecen el debate actual, lo estimulan. La biografía "Firmenich. La historia jamás contada del jefe montonero", de los periodistas Felipe Celesia y Pablo Waisberg, es un fresco aporte a ese escenario actual de discusión.

Los autores se adentran en la trayectoria vital y política de uno de los principales dirigentes montoneros -personaje controvertido y discutido como pocos en la historia nacional recientepara trazar un completo mosaico de aquellos convulsionados años. ¿Por qué eligieron el personaje de Mario Firmenich? Celesia: -Firmenich fue un actor central de la política de los setenta y faltaba una biografía de la historia de su vida. Creíamos que ahí había un punto de interés y un campo a desarrollar, e implicaba un desafío al ser uno de los personajes más controvertidos y polémicos de aquella época. Y el silencio de su historia tapaba uno de los rasgos centrales de la historia política reciente. Develándolos se podía colaborar de alguna manera para una comprensión un poco más vasta de los setenta. Era también la posibilidad de un lugar de expresión, y claro, de tener un libro que circulara. Waisberg: -Fue meterse con un personaje vivo. Nosotros veníamos de un personaje como Rodolfo Ortega Peña (Las ley y las armas, Aguilar), un actor de la vida política sin estructura política, más vinculado al mundo intelectual. Meterse con Firmenich implicaba hacerlo con un personaje vivo que tuvo actividad política hasta hace no muchos años, que dirigió una organización político-militar de las más influyentes en la región.

que eso puede afectar su condición en el presente. Ahí tuvimos cierta reti-

-¿Cómo explican la emergencia de organizaciones político-armadas en

Las 8 preguntas para Gustavo Fogel

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¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dos personajes de ficción?

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el país? ¿Qué condiciones históricas existieron para la aparición de grupos políticos que deciden ejercer la violencia como medio para la acción política? C.: -Hay dos grandes pilares para ello: un contexto mundial de cambios revolucionarios ideológicamente favorables para la modificación de las estructuras de poder por la vía insurreccional, y después una ausencia total de libertades políticas en la Argentina. En esos dos hechos se amalgaman y surge este nuevo actor de la mano de la juventud, que siempre suele ser el sujeto revolucionario. También en la influencia de la revolución cubana, en los procesos de descolonización en Africa, el Mayo francés, Vietnam, etc.; todo eso da la pauta de que era posible un cambio en las relaciones de poder en el mundo y por tanto en Argentina. Luego hay que pensar que la Argentina del siglo XX ya llevaba cinco golpes de Estado, el Congreso cerrado, etc. Es decir, se había eliminado toda posibilidad de expresión política e individual. -¿Por qué la opción política por el peronismo por parte de los hijos de una clase media predominantemente antiperonista? W.: -Hay un sector importante que se va al peronismo, pero también existieron otros sectores que se volcaron a la izquierda marxista, y otros se meten en una militancia más vinculada a la Iglesia. Fue un momento de mucha ebullición política. Una de las cosas que plantea -incluso Firmenich- tiene que ver que viniendo de una familia antiperonista él había vivido una infancia vinculada al peronismo desde la escuela. El nace en el '48 y por ende se educa con el peronismo. Me parece que ahí habría que buscar la explicación; en la proscripción de Perón, en las faltas de las libertades políticas, etc. Y ahí aparece el peronismo como un espacio de liberación en términos de transformación de estructuras sociales y económicas. Después la discusión es qué pasó cuando volvió Perón, que no era el Perón que buscaban en cuanto a las posiciones que planteaba esa juventud. C.: -Yo creo que en la figura ausente de Perón y en la idea de progreso del peronismo existió un atractivo muy fuerte por parte de esa juventud que buscaba un conductor revolucionario. La ausencia de un líder daba entonces la pauta de que eso era posible, entrelazándose con esa idea de Cooke de que el único sujeto de transformación en la historia Argentina fue el peronismo. Eso unido a ese imaginario de progreso, de bienestar, de cambio de sentido donde los privilegiados pa-

saban a ser “los desposeídos”, posibilitó que la juventud entendiese que en el retorno de Perón estaba la confirmación de ese ideal revolucionario. Claro que después la realidad mostró otra cosa. De todos modos, no creo que hayan sido ingenuos. Creo que también era el sujeto posible; las masas populares e industriales eran indiscutiblemente peronistas y ellos eran el tercer actor que se sumaba. Una juventud con otro grado de formación, desde la clase media. Y para cualquier proyecto político era necesaria esa masa obrera y trabajadora que era peronista. -¿Que pueden decir sobre su supuesta condición de doble agente? W.: -La teoría del doble agente empieza con el secuestro de Aramburu, donde supuestamente Firmenich habría ingresado varias veces a la Casa Rosada puntualmente al Ministerio del Interior. Con respecto a esa versión hay que tener en cuenta dos elementos: por un lado, en ese momento Firmenich no pertenecía a la conducción de Montoneros, ni estaba cerca de la conducción. Y Onganía se había dado una política de vinculación con las juventudes políticas en un amplio sentido. No tenemos confirmado que haya entrado a la Casa de Gobierno para mantener alguna reunión, pero es posible que haya ingresado, lo cual no cambia absolutamente nada. Ahora, Firmenich no tenía poder de decisión dentro lo que era Montoneros en ese momento: un proto-grupo con nula incidencia en la vida política de la Argentina. C.: -El liderazgo de lo que fue el “embrión” de la organización Montoneros, a fines de los sesenta y antes del secuestro de Aramburu, estaba muy claramente ubicado en las figuras de Abal Medina y Ramus. Firmenich era un militante con mucha responsabilidad, pero en un lugar muy secundario. Si alguien tendría que haber ido representando este primer grupo de “protoMontoneros” debería haber sido Abal Medina o Ramus. Puede ser que hayan ido los tres, como puede ser que no haya ido ninguno. W.: -El dato que hay para definirlo como doble agente es el libro que escribe Martin Andersen en base a datos que le pasa el que era en aquel entonces el jefe del Batallón 601 de las Fuerzas Armadas, en base a un dato de un agente encubierto del FBI. Es decir, una fuente por lo menos endeble. El FBI y el Departamento de Estado de los Estados Unidos fueron protagonistas en los setenta, tenían intereses creados y no eran ajenos a las disputas de aquel momento histórico. Este es el único dato que existe para afirmar que Firmenich fue doble agente; una versión al menos débil. Por supuesto que puede ser que haya sido doble agente, pero no existe ningún dato concreto como para afirmarlo ■

`~Ç~ Å~ë~ Éë ìå ãìåÇç

Por Marcos Montoya

Esta es una serie de imágenes donde el modelo retratado son casas de chapas de nuestra ciudad, las cuales han albergado a una gran parte de nuestra población de clase media y obrera. Existen de distintos diseños; por lo general son de techos a dos aguas y paredes de chapas, superan los cincuenta años de construcción, hoy día todavía se mantienen en pie varias de ellas habitadas, guardando mil historias, demostrándonos la belleza en la simpleza, como lo es la vida; bella y simple.

Las 8 preguntas para Gustavo Fogel -Uno de Quino. Madre: ¡Pero Guille! ¡Mirá cómo estás poniendo el piso de miguitas…! Guille: ¿No me vaz a qued-

ed máz? Madre: Si ensucias así, no. Guille: Tu cadiño ez muy de modondanga, entonches: ¡Guadateló!

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Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a un personaje, ¿cuál sería y qué haría?

-Le llevaría una vaca al Minotauro; así podría satisfacer sus instintos sin dañar a nadie.


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RECOMENDACIONES PARA HACER REGALOS EN NAVIDAD

Grandes libros, pequeños lectores “EL BANDIDO DE LOS MARES”, de Sandra Siemens, Bs As, Sudamericana, Colección Pan Flauta, 2010

Por Marisa Buttó Integrante de la ong Jitanjáfora

“El bandido de los mares” de Sandra Siemens, publicado por Sudamericana, Colección Pan Flauta, es un libro que reúne cuatro cuentos fantásticos. El primero, que da nombre al texto, invita a sumergirse en la metáfora “el mar de sus ojos”, ya que presenta las aventuras de un pirata dentro del ojo de una niña. El segundo, “La señora”, recrea los temores infantiles y los posibles atributos mágicos de un cuadro de Picasso, a partir de las vivencias de un niño y su hermano. El tercer cuento se llama “G y G” y es protagonizado por dos mellizos que son idénticos en todo, menos en su capacidad de soñ a r. C u a n d o a uno de ellos se le ocurre robarle los sueños al otro, la situación cambia y genera una serie de hechos disparatados, con toques humorísticos, que se suceden hasta que se restaura el orden. En “Una nariz congestionada”, la auto-

ra toma un tema literario recurrente : la nariz enorme . El punto de partida es el contrapunto de dos personajes: por un lado, el Señor Grannapia –poderoso, enorme- y por el otro, el Sr. Zito –pequeño, humilde- . Se propone una pequeña historia donde la gran nariz de Grannapia llega a aspirar la realidad ( a Zito y a su familia también) y un estornudo provoca consecuencias no previstas, como arrojar gente a los cuatro puntos cardinales. Cuatro cuentos breves, ilustrados por Virginia Piñón, con finales diversos: efectistas, abiertos, asombrosos y circulares. Cuatro propuestas donde el lenguaje nos conduce con su magia por territorios de risa, delirios y aventuras ■

Para que en el arbolito también reinen los libros der.

Suele ser difícil escapar de la costumbre instalada de regalar juguetes en Navidad, y cuesta aún más desoír las publicidades televisivas que sugieren todo un universo en materia de regalos para los más chicos. Pero vale la pena intentarlo. La asociación marplatense Jitanjáfora, especializada en literatura infantil y juvenil, recomienda obsequiar los siguientes títulos:

Un mago de Terramar, Ursula K. Le Guin (Minotauro). Ged debe vencer a su propia sombra para que el mal no se derrame sobre el mundo. Para quienes gustan de la fantasía heroica, un clásico que no deja de reeditarse desde fines de los '60. Y también para lectores grandes y/o grandes lectores: Cartas al Rey de la Cabina, Luis María Pescetti – Ilustraciones N. T. (Fondo de Cultura Económica). ¿Querías estar solo? ¿Era tanto el ruido del amor? Un libro exquisito desde su diseño y una serie de cartas/poemas de una belleza que conmueve.

Para los más chiquitos: A la rumba luna, Silvia Schujer – Ilustraciones de Poly Bernatene (Alfaguara Infantil). Se trata de poemas contantes y sonantes, que invitan a ponerles música, como la “Milonga de la palabrota”: Una palabra / palabritera /despalabrábase / por la escalera…

Sputnik, mi amor, Haruki Murakami (Tusquets). En esta novela, otra vuelta de tuerca sobre un triángulo amoroso: los personajes -como satélites- recorren sus órbitas solitarias, en esta historia del autor de Tokio blues y Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.

Caperucita Roja, Jacob y Wilhelm Grima. Versión de Liliana Cinetto – Ilustraciones de Mariano Díaz Prieto Serie de los mini-albums (Pictus). Uno de los libros de esta colección que vuelve sobre los cuentos tradicionales, pero con tres detalles interesantes: libros muy pequeños, versiones cuidadosas y bellas ilustraciones.

La mujer en cuestión, María Teresa Andruetto (Debolsillo). El retrato de Eva es un rompecabezas imposible, cuyas piezas va reuniendo el narrador, que se autodenomina “el informante”. A través de los testimonios, desfilan fragmentos de la vida de la mujer, entramados con la historia del país.

Para los que ya leen solos: Dos lobos blancos, Antonio Ventura – Teresa Novoa Edelvives. Un libro-álbum cuenta la aventura de dos lobos, que luego serán cuatro, transitando el bosque invernal, donde todo duerme bajo la nieve, menos el deseo de sobrevivir.

Alvarado, premio y nuevo libro "La noche retrocede" es el nuevo libro de poemas de Stella Alvarado. Editado por Martín, el poemario se propone "explorar territorios olvidados para aprender una nueva geografía", señala Manuel Losada en el prólogo. "Mostrar la ausencia, tocar el vacío donde el silencio se ilumina y la luz se hace silencio. Iluminar el vacío fuera de nuestro mundo racional, el borde de otro espacio. Todo poeta es habitante de ese gran espacio: el del dolor y su geografía", sigue. El libro juega con los condimentos de la noche: está dividido en cuatro partes: Territorios insomnes, El color de la oscuri-

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dad, Abolición de la sombra y La noche retrocede. Dentro de cada uno, habitan más de una decena de poesías, todas sin título. "Una lluvia/ de húmeda oscuridad/ traspasa mis abismos", dice uno de los primeros versos. "Hoy he visto la música/ enredarse en el viento/ encendiendo el aire sofocante/ su traslúcida sombra", sigue otra de las muchas poesías. Nacida en la ciudad de Belén de Escobar, la autora es también directora de la revista Apofántica. Además, será reconocida mañana con el premio Alfonsina, que entrega la Secretaría de Cultura local, en el campo de la creación literaria ■

Tigres de la otra noche María García Esperón- Ilustraciones de Alejandro Magallanes (Fondo de Cultura Económica). Son veinte poemas que pueden ser leídos como uno solo dicen más sobre la infancia que sobre los tigres: Abrí el viejo baúl / y ahí estaba: / enroscado entre mis cosas… Bellamente ilustrado. Para los lectores en carrera: La tormenta en el Año del Conejo, Juan Dimilta - Ilustraciones Max Aguirre (Sudamericana). Es una novela breve, de humor delirante, en la que se enfrentan un autoritario emperador chino y un mago que trata

Los detectives salvajes, Roberto Bolaño (Anagrama). Arturo Belano y Ulises Lima los detectives salvajes- son, a la vez, perseguidores y perseguidos, a través de varios continentes y durante dos décadas.

de vengarse de los abusos del po-

Las 8 preguntas para Gustavo Fogel

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¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuál o cuáles?6

-No, nunca. Una vez robé una mandarina de una verdulería, pero no estaba escrita: debí haber robado un melón,

ahora que lo pienso.

Un hombre afortunado, Historia de un médico rural, John Berger – Jean Mohr (Alfaguara). Son textos y fotografías que tejen un relato que constituye una investigación etnográfica sobre el trabajo de John Sassall, un médico inglés que ejerció su profesión en los años '60 ■


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DESDE EL SIGLO XIII HASTA LA ACTUALIDAD

Autor francés publicó una "Historia de la violencia" La violencia ha sido consustancial a la historia del hombre, a pesar de que no siempre se ha tenido la misma percepción sobre su existencia, según sostiene el historiador francés Robert Muchembled en su flamante obra “Una historia de la violencia”, que analiza el comportamiento agresivo en la Europa Occidental desde el siglo XIII hasta la actualidad. El autor de “El orgasmo en Occidente” analiza en esta ocasión la valoración sociocultural del fenómeno de la violencia en los últimos siete siglos, entre el estertor de la Edad Media y los primeros balbuceos del tercer milenio, a lo largo de los años y a lo ancho del mundo, aunque haciendo hincapié en la historia francesa. "La palabra violencia aparece a principios del siglo XIII; deriva del latín vis, que significa fuerza, vigor, y caracteriza a un ser humano de carácter iracundo y brutal", analiza el ensayista, para quien el término se habría acuñado para describir las expresiones más funestas de dicho vigor.

Desde la antigüedad, las comunidades más avanzadas han encontrado algún método por canalizar o reprimir la agresividad y a partir de la época medieval se consolidó una ética de inspiración cristiana que buscó anteponer la vida humana a cualquier otra consideración, al tiempo que el insulto y la agresión, las peleas y el derramamiento de sangre han sido estigmatizados en Occidente. Esa “condena social” a los episodios violentos se reforzó con medidas disuasorias como la prisión -que recluye y excluye a los individuos inadaptados- o las multas, que pacifican y contribuyen a la recaudación de fondos, según rastrea Muchembled en su libro. Con la Edad Moderna, paradójicamente, la justicia aumentó la mano dura: "Los tribunales penales ven transformarse en todas partes su función. Ya no tienen como meta principal tratar de reconciliar a los adversarios, sino culpabilizar y castigar duramente a los autores de homicidios", escribe el ensayista.

"El cementerio de Praga", nueva novela de Eco El escritor italiano Umberto Eco presentó su último libro "El cementerio de Praga", una novela precedida por la polémica por el odio a los judíos que profesa su cínico protagonista. Un personaje antipático como para Eco es Berlusconi, "un muerto viviente, un zombi muy peligroso". A Umberto Eco siempre le rodea la polémica y hoy a sus 78 años, y "más pesimista", ha creado para "El cementerio de Praga" al personaje más antipático y despreciable de la historia de la literatura. Y es que el autor traza toda un entramado sobre la historia de la falsificación y el odio a los diferentes, porque el protagonista Simonini, un italiano glotón del siglo XIX, que vive en París, que odia a los judíos, a las mujeres, a los masones, a los jesuitas y a la vida en general, decide escribir sus memorias en 1897. "No tengo amigos judíos (Dios me guarde)...siempre he evitado a los judíos. Quizá los haya evitado por instinto, porque al judío como al alemán se lo reconoce por el olor, (lo ha dicho también Víctor Hugo, fetor judaica)..." dice este cínico. "Sentí -explicó- que no sabía cómo el lector iba a acoger a este personaje y si podría confundir entre verdad y ficción. Así es que creé una historia folletinesca y decidí escribir una novela basada en una serie de documentos, tal vez los más odiados de la historia reciente, basados en los protocolos de los Sabios Ancianos de Sion, para reconstruir la historia del antisemitismo del siglo XIX hasta llegar a Hitler". Los Sabios Ancianos de Sion se supone que redactaron un panfleto antijudío, que se publicó en Rusia, y que sirvió de excusa a los alemanes.

En “Una historia de la violencia”, recién editado por el sello Paidós, Muchembled explica que la violencia no desaparece nunca del escenario social y señala una paradoja: el Estado moderno desarma a la ciudadanía y arma a sus órganos de control -el ejército primero, la policía después-, generaliza el recurso de la tortura -un "terror salvífico", según sus defensores- y transforma las ejecuciones públicas en escenificaciones del destino último del criminal. “El Estado no erradica la violencia, la instrumentaliza, la dosifica, la monopoliza. La autoridad hace suyo el mandamiento bíblico ‘no matarás’, y añade: ‘A menos que sea yo quien te lo mande’, apunta el autor. "El Estado necesita controlar la agresividad de sus súbditos para canalizar mejor la de sus ejércitos hacia el terreno fundamental de la confrontación lícita contra los enemigos –advierte-. Se alimenta el odio al enemigo exterior (en muchos casos, se inventa un ‘enemigo exterior’), lo que

genera un doble rasero aplicado alegremente todavía hoy: si somos agredidos, hablamos de atentados; si agredimos, es para hacer justicia”. Muchembled es profesor en la Universidad Paris-Nord, profesor visitante en la Universidad de Michigan en Ann Arbor, y antiguo miembro del Institute for Advanced Study, de Princenton, además de autor de más de veinte obras traducidas a diversas lenguas, como Una historia del diablo (2004)yElorgasmoenOccidente(2008). A diferencia de los enfoques clásicos, el autor está convencido de que la brutalidad y el homicidio iniciaron un descenso constante a partir del siglo XIII, lo cual parece abonar la teoría de ‘la civilización de las buenas costumbres’, de la domesticación e incluso la sublimación progresiva de la violencia. "La explicación principal de las oleadas recientes de brutalidad destructiva en Europa reside en las cada vez mayores dificultades con que se encuentran los más desfavorecidos, especialmente las nuevas genera-

■ Lecturas

ciones, por hacerse con su parte del pastel social en un período fuertemente marcado por el desempleo y el futuro", establece Muchembled. El ensayista francés sostiene que la conducta violenta ha ido sufriendo mutaciones causales, a excepción de dos constantes que se mantienen a lo largo de los siglos: el sexo y la edad. "Los implicados son sobre todo varones jóvenes de entre 20 y 30 años", indica Muchembled, que atribuye tan sólo un 10 por ciento de los delitos de sangre, desde la Edad Media, a las mujeres. Hasta el siglo XVII, la violencia está relacionada con una cuestión de honor, fruto de un sistema de códigos muy precisos. "La violencia asesina no refleja más que la intensidad de las emociones colectivas que unen a un ser con su grupo, hasta el punto de que la venganza se convierte en una obligación sagrada, ya que la pérdida del honor implica también la pérdida de la honra de la familia", explica el ensayo ■

Fuente: Cámara de Libreros del Sudeste de la provincia de Buenos Aires.

Los libros más vendidos de la semana FICCION 1 "EL CEMENTERIO DE PRAGA", 2 "COMER, REZAR, AMAR" 3 "EL ÚLTIMO CASO DE RODOLFO WALSH"

de Umberto Eco. Elizabeth Gilbert. Elsa Drucaroff.

Lumen. $85. Aguilar. $69. Norma. $58.

NO FICCION 1 "RODOLFO PUIGGRÓS", 2 "LA CIUDAD DE LAS PALABRAS", 3 "PECADORES Y PECADORAS",

de Adriana Puiggrós de Alberto Manguel de Federico Andahazi.

(Taurus); $ 59. (Del Nuevo Extremo); $88. Planeta. $79

RECOMENDADOS 1 “LA HISTORIA DEL AMOR” Nicole Krauss. Salamandra. $45. 2 "NUEVAS HISTORIAS NEGRAS DEL FÚTBOL ARGENTINO" Alejandro Fabbri. Capital Intelectual. $48. 24 biografías de grandes personalidades. Daniel Mañas. 3 "VIDAS". Planeta. $69.

Pero como hoy relató Eco, en 1921 "The Times" publicó que era un documento falso; sin embargo, a partir de ese momento se toma como verdadero e incluso Hitler decide que el hecho de que se haya publicado diciendo que era falso lo convertía en documento auténtico. Por el libro también pasa el caso Dreifus, Freud, como suministrador de cocaína, y un montón de servicios secretos de distintos países. Una novela que para el "L'Osservatore Romano" y para el Vaticano es toda "una sinfonía maligna". "Esta crítica sólo ha conseguido que se vendan 100.000 copias más del libro. En Italia se han vendido en un solo mes 600.000 ejemplares. No lo entiendo, la verdad, cómo de una obra como esta, con este protagonista, se hayan vendido tantos ejemplares. Tal vez se hayan vuelto todos locos, y se entiende, claro, votan a Berlusconi", sentenció con humor e ironía ■

Fragmento de "Consejos sobre el arte de escribir cuentos", (incluido en “Cuentos”, de Roberto Bolaño, publicado por editorial Anagrama) Como ya tengo 44 años, voy a dar algunos consejos sobre el arte de escribir cuentos. 1) Nunca aborde los cuentos de a uno en uno. Si uno aborda los cuentos de uno en uno, honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte. 2) Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si se ve con energía suficiente, escríbalos de nueve en nueve o de quince en quince. 3) Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, y además lleva en su interior el juego más bien pegajoso de los espejos amantes: una doble imagen que produce melancolía. 4) Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo y a Monterroso. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. 5) Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y Umbral, ni en pintura. 6) Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así. 7) Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho,

es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de Nerval! 8) Lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de este pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges. 9) La verdad de la verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra. 10) Piensen en el punto número nueve. Piensen y reflexionen. Aún están a tiempo. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas. 11) Libros y autores altamente recomendables: de lo sublime, el Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sydney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon River, de Edgar Alan Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Vila Matas, y Mientras ellas duermen, de Javier Marías. 12) Lean estos libros y lean también a Chejov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo ■

Las 8 preguntas para Gustavo Fogel

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Un extraño hongo se esparce por su biblioteca y consume de manera irrefrenable los libros. Solo dispone de unos segundos para actuar y salvar a tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo es arrojar a la

voracidad del hongo a otros tres libros. ¿Cuáles serían los sacrificados y cuáles los salvados? -Sacrificaría “Historias de Famas y Cronópios”, “Crónicas Marcianas” y “Ficciones”, que me los sé de memoria, y

trataría de salvar “El Quijote”, “La Divina Comedia”, y “El Ulises”, que no los leí nunca.


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CUENTO DE NAVIDAD

La rama de acebo Por Enrique Arenz

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asildo, usted necesita un trasplante- le explicó la cardióloga-. Lo pondremos en la lista de espera hasta que tengamos un donante. Mientras tanto tiene que permanecer hospitalizado. Casildo Balodis asintió con la cabeza. Las explicaciones eran lacónicas, pero ¿cómo se atrevería él, un indigente sin familia, a discutir lo que decidían aquellos doctores? Andaría por los cincuenta años, flaco, marchito, canoso, ojos apagados. Vivió en una pensión mientras la salud le permitió trabajar, siempre en rudas ocupaciones como la de pocero o peón de mudanzas. Cuando se agravó su insuficiencia cardíaca terminó languideciendo en un colchón bajo un cobertizo destartalado. Los preocupados vecinos lo convencieron de que se hiciera ver. Un taxista del barrio lo cargó en su auto, lo llevó al hospital y lo dejó en la guardia. Los otros se apuraron a desmantelar el cobertizo. En el hospital lo tuvieron días en un pasillo, hasta que se desocupó una cama en la unidad de cuidados críticos. Allí lo controlaban médicos rotativos a los que nunca terminaba de conocer, aunque la cardióloga lo veía regularmente. Le costó adaptarse a los pinchazos, a los estudios con aparatos gigantes y al ordenado y poco explícito mundo hospitalario. Lo avergonzaba no tener ropa decente ni limpia, ni dinero para darles una propina a esas abnegadas enfermeras que debían bañarlo, cambiarlo y asistirlo en sus miserias porque no podía moverse de la cama. Con el tiempo su salud empeoró. La cardióloga ordenaba nuevos estudios y le reforzaba o cambiaba los medicamentos. "Estás en la lista de emergencia, Casildo, tenés que tener paciencia", le recordaba a falta de mejores noticias. La única persona que lo visitaba era una monja, la hermana Dagni, que se sentaba junto a su cama para darle ánimos y hablarle de Dios. Había algo en la mirada de la religiosa, en algunos de sus gestos y quizás también en su acento ligeramente extranjero, que le traían al enfermo reminiscencias y una sensación de confianza. A ella sí se animaba Casildo a confiarle sus preocupaciones, y la buena mujer le traía de vez en cuando algún dato nuevo sobre su salud. Poca cosa, pero sus explicaciones sencillas lo tranquilizaban. Ella no lo engañaba: el tiempo, insidioso, ya estaba contando al revés, pero le recomendaba que confiara en Dios y que rezara. Casildo nunca había sido un hombre de fe, pero arrastrado por semejante marea de temores e incertidumbres se abrazó a la tabla que le ofrecía la religiosa: el buen Dios que escucha y ayuda al más humilde y desvalido de sus hijos. "¡Dios te tiene en cuen-

ta!", le repetía. "Estamos cerca de Navidad que es expresión de humildad, la humildad de un Dios que desciende del Cielo y se hace hombre por amor, un Dios que elige para nacer una aldea de pastores, una madre campesina, y la cuna más pobre del mundo". Y así fue que una terrible noche en que sus bronquios crepitaban, silbaban y borboteaban como una caldera bullente, se sintió tan indefenso y asustado que se puso a hablar con Dios: "Querido Jesús, yo sé que no valgo mucho, fui siempre un pobre jornalero porque no tengo estudios, nunca aprendí un oficio ni pude conseguir un empleo fijo. Pero jamás robé, nunca hice mal a nadie y creo que no te he ofendido en mi vida con una sola mala acción. Bueno… por ahí, cuando le pinché las cuatro gomas a ese patrón que no me pagó; o la noche que le birlé la novia al Chueco… Sí, algunas picardías tendrás que perdonarme, pocas, me parece. Reconozco, eso sí, que fui muy dejado como creyente, pero vos recordarás que cuando yo era un chiquito, cada Nochebuena mamá traía una rama de acebo y la ponía en un florerito. Vivíamos en una casilla donde a veces no teníamos ni carbón para el brasero, pero nunca faltó en Navidad la rama de acebo. Es que mamá había nacido en Letonia y para los letones el acebo es un árbol mágico.

Ella contaba que cuando vos estabas en la cruz, un pajarito trató de quitarte las espinas con su pico, y que por eso le quedó el color de tu sangre en el pecho y se convirtió en el petirrojo, y que vos, conmovido por su bondad, creaste el acebo, con hojas puntudas como tu corona y frutos que maduran en invierno, para que los petirrojos puedan alimentarse. Mamá me decía que vos llevabas regalos a los chicos de las casas donde ponían acebo. Yo me dormía ilusionado, y por la mañana encontraba mi regalo junto al acebo, envuelto en un papel verde con angelitos blancos. No era mucho, algún juguetito, un chocolate y figuritas de cartón, pero, ¡qué feliz me hacían! Hasta que mamá murió, cuando yo tendría ocho años. Pobre mamá, nunca tuve una foto de ella y su cara se me ha ido borrando… Pasaron los años, crecí, trabajé en lo que pude, siempre honradamente, y me fui haciendo viejo sin darme cuenta. Y me olvidé de vos, no te lo voy a negar. Y ahora que me siento morir, arrepentido de no haberte rezado ni un padrenuestro en todos estos años, he vuelto a pensar en vos gracias a la hermana Dagni. Ella me enseñó que aunque yo te haya olvidado vos no dejaste de amarme, y que ahorita mismo me estás escuchando. Por eso quiero pedirte que no me abandones, que me ayudes a salir de ésta, que no me lleves todavía a ese lugar donde la hermana di-

ce que todo es luz y alegría, porque todavía no conocí la parte linda de la vida. Me pongo en tus manos y confío en tu bondad" La hermana Dagni dejó de visitarlo. Casildo preguntó por ella pero nadie la conocía. Quedó desconcertado, pero ya no podía pensar en otra cosa que en su enfermedad, ahora complicada con mareos, confusión, y falta de voz. Las noches eran largas y temibles: se despertaba con tos, palpitaciones y dificultades respiratorias. Entonces la enfermera le elevaba un poco la cabecera y le administraba un inótropo. Al rato se aliviaba, pero le costaba volverse a dormir. Podía estar horas buscándole sentido a las sombras movedizas de aquella semioscuridad palpitante. Durante el día estaba obsesivamente alerta a cuanto ocurría en su entorno: la jefa de enfermería, que iba y venía, iba y veía, siempre enojada porque le internaban más enfermos de los que podía atender; o ese médico joven, de barba y pelo largo, "el tirabombas", le decían, que despotricaba porque el presupuesto obligaba al hospital a elegir entre una práctica de alta complejidad y el plan de vacunación. "¿Qué será una práctica de alta complejidad?" Con la llegada de diciembre los pacientes fueron mermando. Unos se

Las 8 preguntas para Gustavo Fogel

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Se le concede la extraordinaria excepción de hacerle una única pregunta a uno de sus tantos escritores

predilectos. ¿Qué le preguntaría? -Le preguntaría a Isidoro Blaisten si el chorizo lo prefiere al

pan, o al plato.

iban detrás de sigilosos biombos, otros, dados de alta para pasar las fiestas con sus familias. La noche del 24 de diciembre Casildo Balodis quedó solo, en mitad de una fila de camas vacías. Una enfermera de guardia, desconocida para él, hojeaba una revista en el extremo del corredor. El silencio era aplastante por lo inusual. Serían las nueve de la noche cuando vio entrar en la sala a una mujer muy elegante y desenvuelta que fue hasta el escritorio de la enfermera, examinó una carpeta y anotó algo. De inmediato se encaminó con un sonoro taconeo hacia la única cama ocupada. Sólo entonces la reconoció: era la cardióloga. Maquillaje, perfume, minifalda, blusa de seda, tacones altísimos… Tan linda y llena de vida la doctora, arreglada seguramente para festejar la Nochebuena. -Hola, amigo, ¿cómo estás? Con gestos, Casildo le dio a entender que ahí andaba… mal, como siempre. -Bueno, tranquilo. Lo que necesitás es descansar y relajarte, así que voy a darte un sedante más fuerte para que duermas... Ah, mirá Casildo, una monjita me paró en la entrada del hospital y me pidió que te alcanzara esto. Abrió su cartera y sacó una ramita de acebo. Casildo miró las hojas espinosas con azorada incredulidad. La doctora sonrió, dejó la rama sobre la silla, le dio al paciente una palmadita y se fue. Otra vez el taconeo altanero que ahora se alejaba por pasillos y escaleras mientras el silencio se iba adueñando otra vez de la sala. A los pocos minutos se le acercó la enfermera con una jeringa, vertió un medicamento en el recipiente del suero y abrió la válvula para acelerar el goteo. En la madrugada de esa Navidad Casildo Balodis abrió los ojos sobresaltado como si alguien lo hubiera tocado. Miró a su alrededor. No había nadie, pero vio sobre la silla, al lado de la rama de acebo, una pequeña caja envuelta en papel verde con angelitos blancos. No tenía fuerzas para abrirla, sólo la tomó y la sujetó amorosamente sobre su pecho. Por un segundo resplandecieron en aquel rostro sin luz dos lágrimas y una levísima sonrisa. Y se dejó llevar por esa somnolencia intensa, cálida, envolvente como un abrazo entrañable, un sueño dulcemente irresistible que le prometía una calma deliciosa, un descanso confortable, sin malestares ni agitación. Antes de dormirse, un pensamiento lúcido destelló en su cerebro aletargado: "La hermana Dagni, tan… tan parecida a mamá…" Diciembre de 2010.


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