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Que alisten sus mejores cuadros
Quienes se alistan para participar en las próximas elecciones presidenciales deberán tener clara la situación que enfrentan. Se dibuja en el horizonte un preocupante déficit fiscal, producto de la caída en la recaudación tributaria, el descenso en la producción petrolera y la fallida venta de activos del Estado. A ello, se le suma el probable fenómeno de El Niño y el potencial cierre, vía consulta popular, de la producción petrolera del ITT. En el cálculo político debe considerarse el aumento de la inseguridad, de ideologías radicales y los efectos de los sacudones geopolíticos internacionales.
Aunque Ecuador ya ha enfrentado y superado momentos álgidos, se requiere un liderazgo a la altura. Utilizar este período como trampolín para las elecciones de 2025 no faci- litará los grandes desafíos que enfrentará el país hacia el final de la década, como los espinosos pagos de deuda y los nuevos saldos del IESS. Tampoco estaría bien —como en crisis anteriores—, que las principales fuerzas políticas se guarden sus mejores cuadros, empleen candidatos de segunda categoría como ‘carne de cañón’ y se escuden en el discurso de echarle la culpa al régimen anterior. A la larga, el país y el nuevo gobierno tendrán que asumir, de una forma u otra, los costos de la situación.
Esta campaña es una excelente oportunidad para llevar a cabo una adecuada pedagogía del electorado e inaugurar los nuevos liderazgos que la ciudadanía reclama. Pero ello requiere sinceridad, entrega y buena voluntad de parte de las principales fuerzas políticas.
FRANKLIN BARRIGA LÓPEZ
f-barri@uio.satnet.net
Otra amenaza
Pocas veces el Ecuador ha tenido tantas tribulaciones como las que actualmente soporta, si relacionamos los acontecimientos que le vienen golpeando con insistencia desde hace algunos años y que se han agudizado en el presente. La inestabilidad política se manifiesta en el accionar de dirigentes que no miran el bienestar colectivo, por cuanto anteponen sus intereses personales o de grupo a los de la Nación. La violencia no es un fantasma sino una realidad que en cualquier momento puede desatarse y ser detonada por quienes producen caos. Los problemas sociales, como la pobreza o el desempleo, no son asuntos de interesadas percepciones sino lacras que ocasionan otros factores adversos, que llevan a intranquilidad y hasta que se diga que nuestro país no brinda oportunidades, por ello las numerosas personas que se lanzan, motivadas por la desesperanza, a la aventura de la migración.
Hace falta trabajar —y bastante— para recobrar el orgullo de pertenencia, el cual cubre de motivaciones edificantes cuando existen comprobadas razones para ello, partiendo del ejemplo de líderes capaces y honestos. A los fenómenos sociales hay que añadir los de la naturaleza, como el peligro que se cierne por la actividad del Cotopaxi, que desde octubre del año anterior intranquiliza: una erupción, como la de 1877, sería catastrófica. En estas condiciones, se ha dado a conocer que el evento climático conocido como El Niño con toda probabilidad aparecerá en los próximos meses. No es nada halagador, en vista de las consecuencias que dejaron malos recuerdos, como las pérdidas contabilizadas en centenares de millones de dólares, especialmente en los bienios 1981-1982 y 1997-1998. Por lo manifestado y mucho más que puede exponerse, no es el momento de lamentos ni de la discordia sino de la concertación de voluntades y esfuerzos.
cuestión es que solo se encuentran al correcorre de lo que Quito vaya decidiendo, no porque en realidad están realizando esas actividades con la responsabilidad necesaria, por el contrario, muchos siguen miopes y creen que lo importante es que su candidato presidencial llegue, perdiendo de enfoque las listas de asambleístas y constitución, más vale la amistad con el dirigente de la organización, que su trayectoria, experiencia y formación académica.
Una de las causas, por las cuales vamos a regresar a las urnas a apenas dos años después de haber votado por Guillermo Lasso, es precisamente porque no tenemos partidos políticos y, las listas de asambleístas de PK o la ID, no fueron armadas con la responsabilidad necesaria y así, nos terminaron dando a Bella Jiménez, destituida por coimas o a Rosa Cerda, que recomendaba a viva voz robar bien, tristemente nuestra política no aprende de sus errores, sino que profundiza sus deficiencias y se convence que los errores son comunicacionales o de coyuntura, cuando son de estructura.
Nuevamente vamos a ir a votar unas listas armadas a último minuto y entre panas, donde importa poco que, el candidato sepa y represente lo que la gente necesita que se eleve a debate público: la seguridad, el empleo, la salud mental, la reducción de la jornada laboral, pero, sobre todo el vivir con dignidad. Me preocupa la ligereza con la que deciden los candidatos a la Asamblea, como una cuestión menor, confiados de que la muerte cruzada, ahora tendrá en vilo a cualquier legislativo, impidiéndole iniciar destituciones o juicios políticos contra el Presidente, por miedo a que el ejecutivo se adelante y los mande a la casa, cuando igual de malo será tener que disolver la Asamblea, como gobernar cuatro años sin lograr un proyecto de ley aprobado, tener los márgenes suficientes para administrar este complicado país durante un año y medio, requiere llegar con un bloque de asambleístas grande, que sostenga mi mandato y empuje el plan de trabajo.