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Ley de universidades manoseada
Lasgarras de la politiquería deshonesta, sucia y aprovechadora, tenía que trastocar el futuro estudiantil y profesional de los jóvenes actuales y futuros que buscan cumplir un sueño y anhelo dentro del nefasto mundo social, pero sus contrincantes, quienes no tienen tanta diferencia, presentaron una reforma tibia y poco alentadora a favor de este grupo interesado, convirtiéndose, como nos tienen acostumbrados, en dichos banales que avergüenzan a la población. En definitiva, el interés político y la ambición de poder están por encima del bienestar social y el bien común.
No respetaron la celebración por el Día del Maestro educador, peor aún el respeto al natalicio de nuestro gran ilustre Juan María Montalvo Fiallos, 13 de abril de 1832 – París, 17 de enero de 1889, a esa altura esta la pobre política ecuatoriana.
Es decir, el pasado jueves 13 de abril del 2023, la Asamblea Nacional del Ecuador, se reúne en sesión No. 856, para votar sobre el Archivo del ‘Proyecto de ley Orgánica Reformatoria la Ley Orgánica de Educación Superior’- LOES-, donde, de manera canallesca la bancada del gobierno u oficialismo, conjuntamente, con el movimiento de los despreciables, votan de manera igualita, como cuando se copia en un examen universitario y, como ustedes, se imaginan, por el archivo del proyecto; pero eso no es todo: un grupo de asambleístas del movimiento Pachakutik se suman, y así, este movimiento de organizaciones sociales, donde se encuentra gente humilde y trabajadora queda fraccionado, porque otritos” estuvieron ausentes o se abstuvieron de votar; y es allí, donde queda demostrado el carecimiento de pensamiento político, de comprensión a los necesitados, el intereses al vil metal y al poder, por más poncho o Wipala que utilicen. No era el mejor proyecto, pero ayudaba para que las entidades universitarias se despojen del sometimiento e imposición político que sufrieron durante largos años.
Madurez ante la histeria
Gran parte de la clase política ecuatoriana —junto con algunos acólitos en el activismo y la sociedad civil— intenta implantar un discurso apocalíptico. Buscan convencer a la ciudadanía de que el país atraviesa un escenario catastrófico y que cualquier medida extrema es justificada. Semejante llamado a la histeria debe ser enfrentado con escepticismo y madurez.
El momento actual requiere ponderar con ecuanimidad los hechos y, sobre todo, tener claras algunas consideraciones. La principal preocupación de los ecuatorianos en este momento es, de largo, la seguridad —en su acepción más básica, la que se refiere a la protección de la integridad física, la vida y la propiedad—. Se trata de un tema ante el que casi no existen divergencias ideológicas y que constituye, a largo plazo, una amenaza para todos y para todo. Usarlo como munición en la pugna política y como excusa para trastocar el sistema, en lugar de cooperar en su solución, es una actitud irresponsable. Al mismo tiempo, los indicadores muestran que el país va mejor de lo que la propaganda efectista y la retórica sentimental de cierta oposición deshonesta sugiere.
Sembrar el pánico, la prisa irracional y la desesperanza entre los ecuatorianos en momentos como estos es, además de injusto, contraproducente. Ello significa crear un clima de pesimismo y desconfianza del que luego será muy difícil salir y que terminará perjudicando también, en sus proyectos futuros, a esos sectores de la oposición que hoy azuzan el sentimiento de desesperación. Ecuador ya se ha autoflagelado suficiente durante décadas; es mejor pensar en diagnósticos y soluciones sin tantos lamentos ni superlativos
RODRIGO SANTILLÁN PERALBO rodsantillanp@gmail.com
¿Estado fallido?
El Ecuador va en camino de convertirse en un Estado fallido si se considera que los ciudadanos sienten que están desprotegidos frente a las fuertes amenazas internas y externas que ocasionan graves inquietudes e impotencia, porque han perdido la confianza en la ley y la justicia, mientras crecen las desigualdades, se extiende y agudiza la pobreza, aumenta el desempleo y crece la ineficacia del Estado.
Existe desasosiego y desesperanza al ver crecer la corrupción en todos los niveles del Estado, lo mismo que el incremento de la violencia que, en ocasiones, termina con la vida de seres inocentes como los niños. Aumenta la incertidumbre frente a la ausencia de credibilidad en las correspondientes funciones del Estado que, casi siempre, se muestran incompetentes para responder a las inquietudes ciudadanas, o cuando el “Estado se caracteriza por su incapacidad para controlar el territorio, falta de autoridad y poca presencia ante la comunidad internacional”. ¿El Ecuador camina por el despeñadero de un Estado fallido?
Muy pocos ciudadanos tienen confianza en el Ejecutivo que no ha podido lograr aceptables niveles de reconocimiento o respaldo popular debido a sus acciones e inacciones. La Asamblea Nacional goza de un feroz desprestigio plasmado en adjetivaciones y desprecios; la Justicia ha sido muy cuestionada por sus absurdos fallos emitidos por jueces en favor de personas con fuertes acusaciones. Si el Estado no cumple a cabalidad con sus funciones podría encaminarse hacia un Estado fallido.
El pueblo ha perdido la confianza en las instituciones estatales, y es incrédulo en la política. Bien podría decirse que ya no confía en nadie y que en nadie cree y así el Ecuador transita por la amplia avenida que lo conduce a convertirse en un Estado fallido.
JUAN FRANCISCO MORA y la región central del país.
Nació del seno del pueblo, para el propio pueblo. Fueron las bases populares, los líderes sociales y las autoridades de la época quienes lograron hacer realidad esta importante demanda local.
La Universidad Técnica de Ambato (UTA) nació un día como hoy en 1969, en respuesta a la necesidad de disponer de educación superior en Ambato, Tungurahua
Generación tras generación, miles de jóvenes han pasado por sus aulas incorporando los conocimientos necesarios para emprender en la construcción de su futuro personal y aportar a su comunidad desde la ciencia y la técnica.
Antes de que la UTA abra sus puertas como universidad pública los bachilleres ambateños debían viajar a otras latitudes para formarse profesionalmente y, aquellos que no disponían de los recursos económicos para hacerlo, no podían cursar la educación superior en su propia ciudad.
Desde 1969 la UTA cambia esta realidad y da inicio a una nueva época: hay un antes y un después en el desarrollo territorial y en la calidad de vida de su población.
Una formación humanista y de calidad para la juventud es el principal aporte que la academia hace a su sociedad para transformarla positivamente y aportar a la solución de sus problemas.
Desde la docencia, la investigación, innovación y vinculación con la sociedad, la UTA ha cumplido un rol como motor del cambio y evolución de su comunidad.
Es una de las universidades con mayor demanda por su calidad educativa, su gran infrae- structura, laboratorios, talleres, centros de investigación e innovación y más equipamiento científico que la diferencian ampliamente.
La Universidad Técnica de Ambato celebra 54 años de vida institucional: Un merecido reconocimiento a esta institución líder en la educación superior a nivel nacional, así como también a sus autoridades por conducir con acierto a tan vital centro de estudios superiores, orgullo de los ambateños y tungurahuenses.