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Voluntad de la Justicia puesta a prueba
La Justicia ecuatoriana comenzó hace poco a poner un alto, finalmente, al abuso de las garantías constitucionales. Hace dos meses, la Corte Constitucional dio importantes pasos para regular el habeas corpus, y, en días pasados, determinó que los jueces que decidan sobre acciones de protección y otras garantías sí podrán ser procesados, cuando violen normas procesales expresas, por prevaricato. Esto alimenta la esperanza de solucionar esa situación anómala que ha sido una las principales fuentes de desprestigio de la Justicia ante los ojos de la ciudadanía. En un momento en que la lucha contra la inseguridad y la corrupción es prioritaria, los ecuatorianos no tienen por qué tolerar que los principios constitucionales se manipulen para legalizar la impunidad.
La laxitud, la descentralización y la subjetividad que contempla el sistema de garantías no beneficia a quienes tienen la razón y la ley de su lado, sino a los que tienen la fuerza política y un músculo financiero inescrupuloso. Enderezarlo implica enfrentar una red de oscuros cálculos e intereses que opera desde hace lustros. Toda reforma enfrentará una resistencia empecinada y requiere gran convicción. Lo que está sucediendo con el juez que restituyó los derechos políticos al ex vicepresidente Jorge Glas es el primer escenario de esta disputa.
El descarado intento de colocar a un sentenciado en la papeleta de votación sirvió para poner a prueba la firmeza del nuevo sistema que se quiere construir. Ahora le corresponde a la Justicia demostrar la firmeza de sus cimientos.
Ansiedad patológica
No siempre lo que queremos es lo que deseamos. Hay sastres que confeccionan trajes a la medida, CNE - Cpccs, por ejemplo. Esto no garantiza que quien envió a elaborar la prenda, esta sea exclusiva, o que luzca bien, porque “el mono, aunque se vista de seda, mono queda”.
Soportamos a políticos putrefactos, aniñados insípidos, vulgares, guacharnacos o locuaces, damas que visten trajes caros, o más bien se disfrazan de señores o señoras, calificativo que independiente de la vestimenta, está reservado para los que guardan un comportamiento acorde a la dignidad que representan, con moral y ética a toda prueba, que impida oír aquello de: “si van a robar, roben bien”, por ejemplo.
Van Gogh pasó su vida soportando muchas necesidades lo que le obligó a constantemente vivir en asilos de caridad con lo mínimo para subsistir. A su muerte, sus cuadros se vendían en millones de dólares y su nombre se inmortalizó. Difícil calificarlo y fácil comprender cuál era el norte de alguien convencido de su talento.
Esta confianza le falta al pueblo que solo quiere vivir de las apariencias , que no está dispuesto a sacrificarse o ceder para que otros conduzcan la nave. Nos hemos convertido en un país de ambiciosos, con varios egocentristas patológicos que no aceptan que otra persona pueda hacer mejor un trabajo y en esa selva de individualismos nos perdemos todos.
Estamos personalizando la próxima elección, más que eligiendo el camino que queremos transitar, vivimos una “ansiedad patológica” del inmediatismo que afectará a las próximas generaciones, mientras la actual, enamorada de sí mismo y de sus “reflejos virtuales”, está fracasando, tal como Narciso, que, al inclinarse en un arroyo, vio su reflejo y se enamoró de sí mismo, luego el acertijo de Artemis afirmaba que no podía curarse él mismo y esa es la condición de los Narcisistas, ególatras sin remedio po determinados. Una vez que se tenga conocimiento de dicha escena, esta debe ser protegida en forma inmediata por parte de personal especializado en investigaciones, que se encargará de reconocer el lugar, encontrar armas, huellas, instrumentos, acompañados de peritos que describirán minuciosamente los indicios encontrados.
Es conocido que las primeras pistas en una investigación pueden conducir a la existencia del delito y responsabilidad, por ello, son tan importantes; de ahí es que la policía judicial acostumbra a proteger el lugar del crimen, a efecto de evitar que personas no autorizadas destruyan los primeros indicios, tomen con sus manos los instrumentos o borren las huellas, pues es necesario que se cumpla rigurosamente con la cadena de custodia.
Hemos de entender que el descubrimiento de un crimen es una obra de arte que depende de los pasos perfectos que se den dentro de la fase pre procesal y procesal; gracias a estos pasos es posible la recolección de elementos de convicción que servirán para llamar a juicio al procesado, capaz de que ya en el tribunal aquellos elementos se judicialicen y así se conviertan en pruebas contra el procesado para su sanción.
La doctrina nos dice que el criminal deja cosas suyas y lleva otras del lugar del crimen; a mi entender, no hay el crimen perfecto, sino crímenes mal investigados que no se resuelven.
Ahora bien, el jurista no debe conformarse con haber encontrado los elementos de convicción así porque sí, sino que debe reunirlos utilizando el principio dispositivo, esto es, solicitar al fiscal que disponga de tal o cual diligencia, que se practique en forma legal y que se incorpore al proceso previo conocimiento de la parte contraria para que haga uso del derecho de contradicción; en caso contrario, cualquier prueba ilegalmente practicada quedará contaminada y carecerá de eficacia probatoria. El crimen tiene ojos y oídos.
Apoyo institucional
° El alcalde Wilson Erazo dijo que prestarán varias viviendas ubicadas en ‘El Boyal’ para que sean habitadas por los policías nuevos. Joffre García reconoció que hay conversaciones sobre el tema, pero todavía no se concreta.