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Más atomización, menos líderes
Partamosdesde el pensamiento de la población: el médico, desde su punto de vista, es el profesional que debe estar todo el tiempo Vivimos una constante estigmatización donde el médico o personal de salud “no debería enfermarse”, pero es el mismo personal de salud paradójicamente quien genera dudas y conflictos frente a la enfermedad de sus colegas.
Es importante considerar enfermedades con componente físico evidente — apendicitis, fracturas, traumatismos, etc—; estas no generan dudas para el resto. Hay un segundo grupo de enfermedades que ya tienen un componente subjetivo, como es el dolor. Ante ello se generan críticas y cuestionamientos. Un tercer grupo, sin duda el más difícil, es el de las enfermedades de carácter psicológico. Su valoración ya es especializada, pero la comprensión para el resto es más complejo de entender.
Incluso, en sistemas donde se puede tener acceso a la historia clínica —que es 100% confidencial— se agrede este derecho por los compañeros. Este es un comportamiento común en las unidades de salud, lo que es un condicionante para no acudir a la consulta por miedo a la violacion de la privacidad.
Tras extender un certificado médico de reposo el primer pensamiento que surge es averiguar si el que lo extendió, es amigo, pariente o conocido. El seguimiento y toda la investigación que se brinda por este hecho suele ser incómodo y molesto para los dos profesionales. manuelcastromurillo@hotmail.com
El médico también se enferma, tiene dolores, se deprime, necesita ser valorado y evaluado, ser operado, tener seguimientos, consultas, y ausentarse, derechos que por miedo a la crítica y rechazo, al temor de que su privacidad y confidencialidad sea vulnerada se mantienen en silencio y en negación. Esto hace que su cuadro empeore y se complique. Lo más triste y preocupante es que los primeros en cambiar, brindar el apoyo y solidaridad son los propios compañeros de trabajo.
MANUEL CASTRO M.
Conspiración antidemocrática
Estacampaña pudo servir para consolidar algunos liderazgos políticos y, sobre todo, introducir algunos nuevos. No fue así. Todas las tendencias y figuras del país se han debilitado desde la última elección. No se salva nadie. Ni siquiera el socialcristianismo en Guayas, donde su dominio parecía invulnerable, pudo evitar su debilitamiento. El movimiento indígena no logró sacudirse del polémico y excluyente liderazgo de Leonidas Iza, y el correísmo se erosiona a pasos agigantados; habrá que esperar a los resultados, pero ninguno de los dos movimientos exhibe un entusiasmo renovado. Las fuerzas más ‘democráticas’ tampoco son la excepción; en apenas dos años, tanto CREO como la Izquierda Democrática parecen haberse desvanecido de las papeletas. En Quito, ni siquiera la profunda crisis de la capital pudo prevenir la fragmentación de la tendencia antipopulista. La necesaria oxigenación t ampoco viene de otros sectores. No se observan nuevas figuras ni una reserva de talento entre los candidatos al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social —el organismo que en teoría debía agrupar a lo mejor de la sociedad—. La propia Función Electoral —en otra época una vitrina para figuras políticamente potentes— parece resignada a la intrascendencia. Todo este debilitamiento de los partidos y del sistema político, socavará aún más el prestigio del Legislativo.
Mientras más atomización exista en las papeletas, más se multiplicarán los factores para el caos y más difíciles se tornan los acuerdos. La madurez política que requieren los partidos no llegará sola, pero la consulta es un primer paso.
Libertad de pensamiento
Unade las principales conquistas de la vida civilizada, la Declaración Universal de los Derechos Humanos , fue proclamada en París, el 10 de diciembre de 1948, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que tuvo antecedentes notables, como la Independencia de los Estados Unidos (1776) y su Constitución, que influyeron en la Declaración del Hombre y del Ciudadano, emitida por la Asamblea Nacional Constituyente francesa, en 1789, que enarboló los principios de libertad, igualdad y fraternidad.
En el documento de 1948, Art. 18, se establece que toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, en los ámbitos individual y colectivo , lo que se complementa, en el siguiente artículo, con el respaldo a la libertad de opinión y de expresión. Estos antecedentes se vuelven menester recordar en todo tiempo y lugar. Hoy lo hago, por cuanto el tercer domingo del presente mes, como viene aconteciendo desde hace setenta y tres años, se conmemoró el Día Mundial de la Religión, con el objetivo de establecer un ambiente de concordia y tolerancia entre las aproximadamente 42 mil 200 religiones existentes en el planeta, según un estudio de Pew Research Center, en el que aparecen estos porcentajes de las religiones más difundidas en la actualidad: Cristianismo 31%, con 2400 millones de seguidores; Islamismo 24%, Hinduismo 15%, Budismo 7%. Qué reconfortante es saber que ya no existen guerras declaradas de religión; no obstante y lamentablemente, en este campo perduran extremismos que no han desaparecido, que alientan clérigos que castigan la blasfemia, de mentalidad primitiva, incrustados en decisiones políticas, inclusive. La libertad de pensamiento ha facilitado positivos avances para la dignidad humana, sobre todo en lo que respecta al rechazo al absolutismo político o religioso.