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La mentira tiene patas cortas

No se puede huir de la verdad por mucho tiempo.

Las autoridades viven en una nube y creen que el éxito de su gestión está en los libros contables, en información disfrazada. Se van a Davos en busca de inversión, pero mienten

Apolíticos y burócratas parece no importarles los atascos administrativos ni las crisis de gobernabilidad; confían en que, al final de cuentas, la Corte Constitucional lo resolverá todo y limpiará los escombros . Una vez más —con la destitución de los vocales del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs) , y el nombramiento de un presidente temporal para el Consejo de la Judicatura— la CC tuvo que hacerse cargo de un impase entre las fuerzas políticas y las funciones del Estado.

Es ya una mala costumbre: sucedió con la evaluación de jueces, que enfrentó a la Corte Nacional, con el Consejo de la Judicatura y el Cpccs; con el aumento salarial de los maestros, en el que el Ejecutivo se midió con la Asamblea; o con el aborto por violación, entre muchos otros casos de estrepitosa parálisis política. descaradamente y utilizan una palestra internacional para afirmar ante organismos mundiales, que “lograron generar empleo en Ecuador”, cuando la realidad es totalmente opuesta y las cifras lo demuestran.

La CC no es un árbitro que resuelve sanas divergencias de criterios jurídicos que nazcan de la actividad pública, sino el habilidoso mecánico que busca mantener andando a un sistema repleto de fallas . A estas alturas —sin caudillos que impongan gobernabilidad ni arreglos bajo la mesa que la compren— ya son inocultables los graves problemas de diseño del Estado que entraña esta Constitución, así como la paupérrima cultura de negociación y construcción de consensos de nuestros políticos. Pero mientras siga la constante intervención tutelar de la CC, eso no cambiará.

Si el país sigue imponiéndole a la CC ese rol desproporcionado para el que no fue creada, tarde o temprano esta también se verá halada al torbellino del desprestigio. Hay que enfrentar los verdaderos problemas.

Nada ha movido más la lengua de toda la población que la tiradera de Shakira contra su ex, Piqué. Más allá de ser shakiristas o piquetistas, estamos frente al descubrimiento desembozado de que a todos nos encanta la noticia de farándula y el melodrama que ello trae. Sino, ¿por qué creen que los segmentos de farándula son tan populares?

A todos nos interesa conocer sobre la vida de los demás porque nuestros trapos sucios se lavan en casa y no son tan importantes o tan “bullangueros”. Nadie en la cuadra nos conoce, entonces es mejor comentar de la vida de quienes sí son conocidos.

Frente a ellos y ellas, nuestras penurias no son nada, porque nuestros sufrimientos son propios y no conmueven, mientras que una rotura de uñas o de pestañas o un mal ‘outfit’ pueden ser el acabose para esa figura, hombre o mujer, que viven de eso, que viajan al extranjero para confirmar su éxito.

Sus vidas son ejemplares pues siempre han estado allí en el mostrador, en el escaparate para que comentemos, para que seamos o no de su bando, para que los reconozcamos cuando pasan frente a nosotros y les podamos pedir una selfie. Los necesitamos para no sentirnos humilladamente anónimos.

La farándula es necesaria para nuestra sociedad, pues sin ella, no podríamos echarle la culpa de nuestros males, pues son ellos, actores y actrices de los melodramas, a quienes queremos emular y cuando no lo logramos los odiamos o les endilgamos nuestras frustraciones, así como cuando nos miran, nos sentimos identificados y gratificados.

Nacional o extranjera, la farándula está allí para que le otorguemos glorias y desgracias como propias, para que la enjuiciemos por ser el reflejo de nuestros anhelos y frustraciones. En fin, porque somos seres humanos necesitamos de chivos expiatorios con quienes compartamos lo que queremos ser: shakiras o piqués, sharons o jotas jotas.

No logran siquiera alcanzar el 38,8� de empleo adecuado que teníamos a diciembre de 2019. Según datos del INEC, que además revelaban una tasa de desempleo que bordeaba el 3,8%.

La realidad hoy, de acuerdo con datos del Banco Central, es que cerramos 2022 con un 33,7% de empleo adecuado y una tasa del

4,1% de desempleo. Estos números reflejan la verdad de lo que sucede en las calles del país.

Se les escucha decir que han logrado reducir la pobreza, como si no fuésemos conscientes de que, hoy en día, la inseguridad creció porque la gente no tiene alimentos para llevar a su casa. Existe una economía paralela que deambula por las calles conjuntamente con el aumento de los casos de sicariato.

En el mismo foro internacional aseguran que luchan contra la corrupción, pero bajo la consigna de ver “la basura en el ojo ajeno y no el propio”. No activan mecanismos para hacerle frente a este mal.

¿Qué fueron a hacer en Davos? ¿Qué posibles resultados tienen de la visita? ¿Cómo pretenden atraer inversión extranjera con un Impuesto a la Salida de Divisas, aún vigente?

Pero eso sí, en el Gobierno son ‘tigres’ para un paseo. En poco tiempo se han dado la vuelta al mundo en un avión, que supuestamente no usarían, mientras el país se derrumba.

Antes de salir a vender el Ecuador al mundo, hay que tomar medidas coherentes , limpiar la basura cercana al despacho presidencial, esa basura que al parecer está también esparcida en los organismos públicos.

Finalmente, aunque pretendan tapar el sol con un dedo y mostrar cifras que no corresponden a la realidad en foros internacionales, no olviden aquellas palabras pronunciadas constantemente por un viejo amigo, estadista y líder que sí tuvo Ecuador entre los años 84 y 88, “para mentir y comer pescado hay que tener cuidado”.

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