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Farándula

Cuando

los españoles conquistaron territorio americano, se encontraron con una civilización “supuestamente inferior”, pues dichas tribus andaban prácticamente desnudas, no hablaban el castellano, no sabían leer, ni escribir. Pero, sobre todo, se asombraron de que aquellos pueblos adoraran a dioses paganos que ellos moldeaban y representaban en figuras de arcilla. Vestigios que años después se catalogaron como dioses de barro. Un concepto que hasta la fecha se utiliza metafóricamente para señalar los falsos dioses que adora el hombre.

En la actualidad, esos dioses de barro no necesitan profesar en un templo o en una iglesia. Lo hacen a través de sus redes sociales.

Todo este escándalo sobre Shakira y Piqué y que no deja de ser tendencia en Twitter, Tik Tok o Instagram, comprueba que tanto la cantante colombiana, como el exjugador español tienen más seguidores que Dios, Alá o Mohamed Pues me atrevo a decir que no hay lector de esta columna que no se haya enfrascado en una sobremesa, criticando al uno o defendiendo a la otra. Y mientras esas discusiones banales ocurren, los likes, retuits y comentarios significan más dólares (o euros) para los implicados. Pues, sí, a Shakira esto no solo le da revancha, sino también dinero. Y no se diga a Piqué, que hasta ha conseguido a Casio como auspiciante de su programa.

Lo cierto es que idolatramos o despotricamos a los famosos sin conciencia alguna. A Maradona hasta le dicen Dios. Y ahora con Dani Alves, presuntamente también abusador de mujeres. Una joven lo ha acusado de violación en el baño de una discoteca en Barcelona. De ídolo a ángel caído.

Más que nunca los famosos deben asumir su rol con responsabilidad, pensando en que sus acciones son un buen o mal ejemplo para millones de personas. Y el resto de la humanidad debe dejar de elevar a cualquier personalidad pública a la categoría de dios. Recuerden que son de barro, y tan rápido como se construyen, también se destruyen.

JOSÉ ALVEAR

@JoseRAlvearC

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