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Recuerdos
ueridos hermanos, voy a entrar en mi primera Semana Santa como miembro de esta maravillosa corporación que es la Historia de Tobías y me gustaría daros las gracias por la Q estupenda y admirable acogida que he tenido por parte de todos vosotros. Para ello me gustaría compartir mis primeras vivencias, emociones y sentimientos llevados a cabo en este cuartel y como he llegado a amar tanto esta Semana Santa, nuestra Semana Santa, la Semana Santa de Puente Genil.
En primer lugar, deciros que este amor y profundo sentimiento que yo tengo hacia esta Semana Santa, se lo debo y solo ha sido posible gracias a una persona, mi abuelo, mi abuelo “Manolo Barrios”. Desde chiquito, no tendría más de cuatro o cinco años, me llevaba a ver todos los cuarteles, no se le olvidaba ninguno, para ver si las figuras estaban expuestas. Me contaba todo lo que sabía, mientras yo le miraba y escuchaba atentamente. Nunca olvidaré cuando se vestía con el traje de Romano, yo disfrutaba más si después iba a su lado desfilando, desfilaba como nadie, era el mejor por lo menos para mí. Pero, verdaderamente, lo que nunca olvidaré, lo que nunca se me borrará de mi cabeza, de mi pensamiento es cuando me llevaba a la diana. Subíamos con el Imperio hasta Jesús, lo más cerca posible de la banda, para después ir a desayunar al cuartel e los Romanos. Yo me sentaba perplejo, atónito, mirando para todos lados, todas las fotos, simplemente alucinaba.
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Gracias a mi abuelo, soy hermano desde los diez años de la Cofradía de la Virgen del Amor y la Santa Cena. Ya el año pasado tuve la suerte de que me viera el Viernes Santo vestido de figura, parecía que disfrutaba más él viéndome, que yo vistiéndome. Ese día al llegar a casa me dijo: “Estarás contento, ya tienes tu cuartel y tus buenos hermanos. Ahora disfruta de la Semana Santa” (parecía como si él hubiera terminado ya su trabajo, me había dejado en buenas manos, ya estaba tranquilo). Yo le debo mucho a mi abuelo, o mejor dicho se lo debo todo. Sólo una cosa no pude hacer con él, compartir una comida sentado a su lado en mi cuartel, su cuartel y escucharlo hablar a sus hermanos, recitando siempre palabras de elogio tanto como para su Imperio, su Terrible, su Semana Santa. Te quiero ABUELO.
También debo dar las gracias a mis tíos “Lolo” y "Nene” ya que gracia a ellos estoy aquí.
Domingo de Resurrección del año 2000, ha pasado la Semana Santa y ya pertenezco al grupo. Verdaderamente no encuentro palabras para describiros como me he sentido. A destacar, nada, me quedo con todo, todos los momentos vividos con mis hermanos, tanto en nuestro cuartel, como en las calles de nuestro pueblo. En las comidas es increíble como los hermanos se levantan y muestran sus sentimientos y vivencias bajo la atenta mirara del Señor de la Humildad y el Terrible. Y simplemente me cayo, escucho y aprendo; también se cantan saetas cuarteleras y demás cánticos que hacen de las comidas una gran fiesta entre hermanos. Todo esto hay que verlo, escucharlo, sentirlo, no se puede contar.
Pero Hermanos, sí hay una cosa que quisiera destacar y además estoy seguro que todos vosotros lo destacasteis en vuestro primer año en el grupo: Jueves Santo noche 2000, segundo turno de figuras, iba a vestirme por primera vez de figura (Tobías hijo), estaba nervioso, contento, entusiasmado... Había esperado mucho tiempo para esto. En el desfile estaba disfrutando, no quería que se acabara. Además también tuve la suerte de repetir el Viernes Santo en Santa Catalina vistiendo la figura de Rafael.
Finalmente hermanos, deciros que siento verdadera pasión por esta Semana Santa y con la ayuda de todos vosotros seguiré amándola. Muchas gracias. Viva La historia de Tobías “Pum el Pez” Nicolás Rodríguez Barrios Cuaresma 2001