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Una ilusión cumplida

La noche del Viernes Santo del año 2000 permanecerá como un maravilloso recuerdo durante toda mi vida, esa noche fue muy especial para mí, ya que cumplí uno de mis sueños, sueños que tienen la mayoría de los pontanos, este fue vestirme de romano, y poder desfila con el Imperio, con su música por las calles de La Puente.

Y si para mí supuso una ilusión cumplida no fue nada comparado con la satisfacción, la alegría y el orgullo que sintió mi padre, Manolo Barrios por fin veía a uno de sus hijos vestido de Romano. Sólo había que mirarle, no hacía falta preguntarle nada, su cara y sus ojos lo transmitía todo; fue increíble y no puedo explicar la felicidad que sentía mientras me ayudaba a vestirme, realmente estaba enamorado de su Imperio, de su Puente Genil y de su Jesús Nazareno.

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Una vez vestido me dirigí hacia el cuartel del Imperio, allí me esperaban los romanos para compartir una maravillosa cena que se me hizo interminable porque estaba deseando salir a la calle y por fin poder desfilar.

Llegó la hora, y al salir del cuartel me llevé la primera sorpresa ya que sólo íbamos Jesús Chifarri, Alejandro González y yo; no tuve mas remedio que preguntar, ¿Jesús, dónde están los romanos?, -no te preocupes, ya veras como aparecen todos-. Dicho y hecho, a la altura de “La Porrona”, la caja toca un redoble y empezaron a salir romanos de todos los rincones, en pocos segundos estaban todas las escuadras incorporadas y en perfecto orden dispuestas a comenzar el desfile por la calle de la plaza.

Cortísimo, el desfile fue cortísimo, pero vivido con total intensidad, aprovechando cada segundo. Lo que sentí durante el desfile es tan difícil de expresar que lo reservo para mí.

Sólo puedo decir: gracias Abuelo Romano, siempre estarás en mi corazón. Lolo

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