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La hermandad

Las Corporaciones Bíblicas tienen asegurada su continuidad mientras en ellas este instalada la hermandad. Si a pesar de los modos singulares de ser personas, se entabla, se realiza y se perfecciona la relación sincera, para el mutuo bien de los componentes, esto es hermandad.

Vivimos un mundo, en el que todos estamos inmersos ya veces impregnados, que camina hacia una presunta tolerancia, en el que todo vale: el si y el no; lo bello y lo feo; la tranquilidad y el ruido; la norma y la excepción; la sensatez y la locura; y que se está cimentando sobre un sistema de valores donde precisamente va decayendo el más necesario: el servicio o entrega a los demás, junto al esfuerzo.

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Pero aun quedan algunos núcleos sociales, por supuesto además de la familia, donde se encuentra la satisfacción de que haya personas dispuestas a entregarse por los demás. Entre ellos están los grupos mananteros, donde hay hermanos que se afanan en servir al resto y de cuidar de la marcha del cuartel en todos sus aspectos.

Esto es posible, siguiendo al desaparecido intelectual Laín Entralgo, porque la hermandad (él escribía sobre la amistad) para que sea auténtica hay que irla renovando a través de: el RESPETO al otro; la FRANQUEZA en el hablar; la IMAGINACIÓN para darle al hermano lo que le conviene; la CAMARADERÍA para aceptar a otras personas más o menos próximas al hermano; además de la benevolencia y confidencia.

Mientras las Corporaciones Bíblicas, mantengamos tanto en el foro interno de las mismas, como exteriorizándolo hacia otras, o hacia la Agrupación de Cofradías, o hacia otros colectivos, los gestos expuestos, que son tan necesarios para una buena hermandad, las relaciones sociales conllevarán impresas los valores que nunca deben faltar para el buen entendimiento y sostenimiento de los Grupos y que irá en beneficio de nuestra SEMANA SANTA.

Antonio J. Ortega.

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