PSP Tobar - Sobre Infancias y Adolescencias

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PSP Tobar

Sobre Infancias y Adolescencias

Una publicación del Servicio de Psicopedagogía del Hospital Infanto Juvenil Dra.Carolina Tobar García GCBA


PSP Tobar Sobre infancias y adolescencias

EXPERIENCIAS EN PANDEMIA

Publicación del Servicio de Psicopedagogía Hospital. Infanto Juvenil “Dra. Carolina Tobar García” revistapsptobargarcia@gmail.com

Número 1. Diciembre 2021



Servicio de Psicopedagogía Lic. Andrea Balke Lic. Mariana Epiro Lic. Silvia Fafasuli Lic. Fabiana Guestrin Lic. Hilda Marino Lic. Cintia Petti Lic. Patricia Ponzio Lic. Silvia Rebagliati Lic. Claudia Romanelli Lic. Ma. Eugenia Toledo Concurrente: Lic. Laura Otero Becaria: Candela Sánchez Lukens

Participan en este número Carlos Skliar Dra. Eliana Scolaro Lic. Agustina Somoza Lic. Verónica Ponce Lic. Ayelén Cibeira Dra. Carolina Di Pietro Lic. Santiago Barugel

Diseño de tapa: Andrea Guestrin Diseño editorial: Juan Manuel Barreda Fafasuli juanmanuelbf@gmail.com


AGRADECIMIENTOS

Este proyecto no hubiera sido posible sin el apoyo, enseñanza y acompañamiento de muchos. Agradecemos especialmente a: María Rosa Capdevielle, Marta Egea Lahore y Patricia Medrano quienes con su experiencia y dedicación supieron acompañarnos en nuestro desarrollo profesional. Norma Filidoro, Analía Wald y Sandra González por los tiempos dedicados a la supervisión y al pensar juntas la clínica particular de nuestros pacientes. La Dirección del Hospital, Dra. Alejandra Galetti y Servicio de Docencia e Investigación por brindarnos la posibilidad de hacer realidad este proyecto. Y gracias a Carlos Skliar por su participación generosa.


EDITORIAL Estamos muy felices de compartir con ustedes el primer número de nuestra revista digital, una idea que se viene gestando desde hace tiempo con el objetivo de extender lazos hacia la comunidad de los profesionales que trabajamos con niños, niñas y adolescentes, compartiendo e intercambiando experiencias, reflexiones, preguntas. Para quienes no nos conocen, les contamos que trabajamos en el Hospital Infanto Juvenil “Carolina Tobar García” (HIJTG), un hospital monovalente de la ciudad de Buenos Aires especializado en la salud mental de niñas, niños y adolescentes.

Nuestro

servicio

forma

parte

del

Sector

de

Servicios

Complementarios. Recibimos pacientes de Consultorios Externos, Hospital de Día e Internación; además formamos parte del dispositivo de escuela hospitalaria y escuela domiciliaria que ya les iremos contando en otros de nuestros escritos. Compartimos la definición establecida en el capítulo II de la Ley 26.657 de Salud Mental: “… se reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona”. Con esta mirada que atraviesa nuestra práctica, en este primer número hemos decidido hablar de la pandemia. Imposible obviarla. Hace casi dos años que venimos viviendo, como todos, una situación inédita: la irrupción en nuestras vidas de un virus, el Covid 19 que nos obligó en un primer momento a dejar todo en suspenso, a resguardarnos, con el temor y la angustia que eso nos implicó. Mirando hacia atrás, una inmovilidad inicial, como el juego de la estatua, sin saber o sin poder movernos. Cada una de nosotras lo vivió de manera diferente y cada una a su tiempo y con su estilo fue construyendo abordajes novedosos, creativos, siempre sostenidas en lo colectivo. Se nos hizo necesario buscar nuevas formas de seguir en contacto con nuestros


pacientes, de no dejarlos solos, tramitando al mismo tiempo nuestros propios temores. No fue fácil, ya que la población que atendemos no dispone de los recursos de conectividad necesarios, cuestión que también dificultaba la continuidad escolar. Y así fuimos improvisando desde llamadas telefónicas, mensajes de WhatsApp a cualquier hora, videollamadas caóticas a veces divertidas, imprevisibles, sorprendentes; o simplemente envío de actividades en papel cuando algún familiar acudía al hospital. Pero lo más importante era estar ahí para ellos, sostener y acompañar; tejer redes para estas infancias muchas veces a punto de caer. Ahora, saliendo de a poco de estos tiempos extraños, tiempos de mates individuales, pero de ganas y proyectos compartidos, hemos decidido escribir; repensar y resignificar lo que fuimos haciendo, lo que fuimos inventando, lo que funcionó y lo que no, lo que construimos y lo que deconstruimos, y compartirlo con ustedes. Dice Cristian Ferrer que: ...no por escribir se es un autor (…) Escribir, escribe cualquiera que esté alfabetizado. Escribe el letrista y el periodista, escribe el taquígrafo y el estenógrafo, del mismo modo en que hay escritura en los carteles ruteros y en los formularios burocráticos. La autoría pertenece, en cambio, al orden de las decisiones íntimas. Se puede no haber publicado nunca y ser un autor, y muchos de los que se prodigan en artículos y libros son meros "redactores". Para ser un autor hay que haber tomado la decisión interna de serlo, aunque los frutos de tal decisión sólo maduren con los años, o no lo hagan nunca. Y ninguna mejora tecnológica, ningún nuevo prototipo tecnológico, puede ayudar a tomar esa decisión. Sólo pueden emprolijar la escritura o ahorrar tiempo. Porque escribir, se escribe primero en o desde la cabeza, o en y desde las tripas.

De esto se trata esta publicación. De compartir experiencias que pasaron y pasan por nuestros cuerpos, por nuestras vidas y las de tantxs niñxs. Ojalá que disfruten de este primer número tanto como nosotras, y nos acompañen en los próximos. ¡Bienvenidxs!


CONTAR LOS UNOS A LOS OTROS, CONTAR UNOS CON OTROS, EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE Carlos Skliar1

La incertidumbre puede ser una escena de mudez absoluta o abrir la situación para que el lenguaje se desate en todas direcciones. Entre el mutismo y el verbo desenfrenado, habría que buscar algún signo de lo sustancial, una versión de un relato del ahora-mismo que no se estreche tanto que imposibilite la respiración y la vez, una cierta cadencia del heme aquí, sin más, que insista en su potencia de narración. ¿Qué subrayar, qué afirmar o dudar y qué separar u olvidar de esta experiencia de incertidumbre que está aquí en medio de nuestras vidas, que no hemos deseado, y que apunta como una flecha envenenada hacia todas y todos, insistentemente? ¿Qué subrayarán ahora mismo, en esta escritura posible e imposible de la pandemia, la ancianidad, la niñez? ¿Los hombres, las mujeres? ¿Las médicas, las enfermeras, los enfermos? ¿Los políticos de ocasión, los voluntarios de siempre? ¿Los dueños de los grandes medios de comunicación, la vecina a la que se le ayuda con la comida? ¿Quién, qué y cómo marcará y remarcará la palabra soledad, desgarro, posibilidad, agonía, sobrevida, lectura, comunidad, muerte, incógnita, perplejidad, lucidez, provecho, amor, desidia, cuidado? Las posibilidades son muchas, sobre todo si en vez de obsesionarse con la propia voz las palabras se inclinasen en dirección a la conversación y no ya al monólogo. Y al escuchar –que es otro modo de subrayar- el movimiento bien podría describir el arco entre la proximidad y la lejanía en tres tiempos: la voz, el texto de la vida que era hasta aquí; la voz, el texto de la vida que está siendo; la voz, el texto de la vida que podría ser de aquí en adelante. En todo ello no hay ninguna técnica, ni ningún método; de algún modo siempre ha sido así, siempre la voz y el texto deambulan entre el pasado, el presente y el devenir. La diferencia está en que ahora el presente no solo es incierto si no Instituto de Investigaciones Sociales de América Latina (IICSAL), FLACSO-CONICET / PEN (Poetas, ensayistas, narradores), Argentina 1


sobre todo afónico o excesivamente gutural; allí habita el desconcierto y el pasaje entre los tiempos se hace mediante un salto abismal, hacia un vacío atolondrado de palabras. Está claro que los subrayados son, por regla general, coyunturales y epocales, y que las vidas también lo son; como también es bien cierto que pueden ser modos anti-coyunturales, contra-epocales o fuera de época o que no se refieren en ningún modo a la época en donde se dicen y se escuchan. La vida podría pensarse en los términos de una artesanía narrativa y quienes cuentan historias serían los artesanos de un mundo quizá mejor, o más amplio, o más largo, o más hondo, o más duradero, o más remoto y, por ello mismo, tan parecido a la memoria singular y colectiva. Los atributos de una narración, del contarse unos a otros historias personales y colectivas, abren el juego a una cuestión que podría parecer confusa o vana pero que acaba siendo esencial: la diferencia entre el privilegio del yo que narra y la fragilidad de lo que es suyo o, para mejor decir, la distinción entre la omnisciencia del narrador y la potencia de la búsqueda de lo común. Marina Tsvietáieva (2008) recordaba una y otra vez a sus lectores esta sutil diferencia: no se trata tanto de desear o adorar al yo que enuncia sino a lo suyo, a aquello que de ese yo se expone en su exterioridad y sale al encuentro de los demás, como si en la narración de una historia de vida no tuviese ninguna importancia el quién del relato y sea más bien su acción en el mundo la que posibilita el afecto de la escucha y la conversación. Contar lo incontable para que pueda ser contado; contar con otros, contar con alguien, sentir ese sostén del relato sin el cual el lenguaje y la vida -y el mundose caerían abruptamente de las manos: “No estás jodido verdaderamente mientras tengas una buena historia a cuestas y alguien a quien contársela” (Baricco, 2015: 19-20). No hay tópicos determinados en la narración, no existe ningún canon que pueda pre-fabricarse o, en todo caso, la narración expuesta en el mundo a través de las voces de las vidas resulta ser interminable, inagotable, inextinguible.


Sin embargo, hoy se ha dejado de narrar, salvo pocas excepciones; todo el tiempo se comentan abundantemente imágenes o brevedades de la lengua que no alcanzan el gemido, el hueso o la metáfora. El efecto inmediato ha desplazado al afecto imperecedero, y parecería ser suficiente una imagen propia proyectada en un espejo, tomada casi involuntariamente, casi sin quererlo, ese retrato repetido y sin lenguaje, que solo quiere ganar adhesiones y ocultar los rechazos. El yo que se cree sabedor de su yo triunfa, es verdad, pero la victoria no solo es lastimosa y efímera, sino adictiva y por momentos enfermiza. Es un yo cuantificado, tan auto-referencial como estrecho y resecado, que se da a ver, pero no ya en su claroscura intimidad, motivado por la satisfacción que ofrecen no otros relatos sino la cantidad de seguidores. Y sus tópicos, que sí siguen un canon, pero que no encuentran variación ni tonalidades y, por lo tanto, casi nunca dan paso a la narración. Si se pensara en un libro como una historia narrada, contada, comenta Pascal Quignard (2016), su valor no es intrínseco, no vale por sí mismo sino gracias al otro. Pues habría que contar también lo oscuro, lo opresivo, lo vil, lo que no ha tenido todavía palabras, lo que es puro grito y está en la punta de la lengua. Intentar desmadejar aquello que ha obturado la vida, la ha humillado, dejando un relato a medio hacer y una vida a medio camino. Para que existan historias, para que puedan ser contadas de verdad, en su duración imprecisa y en un lugar impreciso, es necesario escuchar, y esto quiere decir: prescindir del yo que se anticipa, que ya sabe, que ya conoce, que adivina aburridamente lo que vendrá. Nada hay más triste que una historia que ha sido abandonada, olvidada. Y cualquier historia, toda historia, es mucho mejor que ninguna. Referencias: Baricco, Alessandro. Novecento. Barcelona: Anagrama, 2015. Quignard, Pascal. Pequeños tratados. México: Sexto piso, 2016. Tsvietáieva, Marina. Confesiones. Vivir en el fuego. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2008.


UN DÍA, INESPERADAMENTE, TODO CAMBIÓ Lic. Silvia Rebagliati

Muy lejos estaba en el imaginario colectivo que un hecho inédito, disruptivo, por momentos voraz iba a condicionar la vida cotidiana, modificando nuestras rutinas, nuestros tiempos, nuestras relaciones, nuestros proyectos, nuestra clínica. Súbitamente el hospital transformó su fisonomía y la perplejidad tiñó cada espacio. La clínica con niños graves, con compromiso en la constitución subjetiva, conlleva una polaridad cuyos principales significantes son el silencio y el grito. Entre ellos un discurrir de matices que hace de cada quien una singularidad y demanda de los terapeutas, cualquiera sea su especificidad una escucha atenta a cada gesto, a cada mirada, a cada sonido. Niñas, niños y adolescentes son resguardados en el ámbito familiar pero la pregunta obligada se corporiza en qué hacer. ¿Cómo sostener los tratamientos? ¿Cómo seguir entramando el lazo? Es así que todo lo conocido dejó de serlo y nos vimos afectados y demandados a reinventar la forma de hacer clínica, a repensar los dispositivos. Fuimos llamados, o nos llamamos, a no dejar caer esos lugares de cobijo, de resguardo, de trama que acontecen en la puesta en acto de niñas, niños y adolescentes que concurren al encuentro. Todo un desafío, pero mayor aun cuando se trata de la complejidad de la clínica que se desliza por los bordes, que por momentos compromete la locura. Lo epocal no está sólo asociado a la época, pero se presentifica en ella. Se horada y, al menos para mí, el recurso de la escritura vela o tramita algo de la angustia que habita el cuerpo y ya no puedo pensar en otras intervenciones que las que transcurren, tal vez, porque la pregnancia de estas es casi omnipresente; quiero decir, muchas son las coordenadas que han cambiado.


Una de ellas es la temporal y aunque realizo grandes esfuerzos para mantener los marcos del encuadre planteado con las familias y los niños hay un plus ineludible que es en lo Real. Se trata de intervenir, de delinear el modo. No hay lugar a dudas, los recursos son claros, contundentes. El llamado por teléfono, la posibilidad de la videollamada, el mensaje de texto, el audio. Están, pero cómo implementarlos para que la distancia devenga presencia, propicie el lazo, haga soporte o algún armado posible que permita continuar estando y aliviar el padecer subjetivo. Sin experiencia previa nos encontramos haciendo historia. Historia que empieza a escribirse, con manchones, borrones, labilidades pero que arma texto. Y no sin vacilaciones redoblamos la apuesta y nos ofrecimos con nuestros miedos, nuestras incertidumbres a poner el cuerpo a como diría lugar e intervenir. En este acaecer algunas viñetas clínicas. El armado protector S. de 8 años vive con sus padres en un barrio de CABA. Ambos progenitores han nacido en otro país. Están juntos en segundas nupcias y han dejado en su tierra de origen, además de sus tradiciones y costumbres, otros hijos. S. concurre al dispositivo de Hospital de Día de un hospital monovalente, con una frecuencia de dos veces por semana; está próximo al alta. Había pasado poco más de dos meses cuando se desorganiza notoriamente, comienza a golpear y golpearse, no duerme, grita. Junto con el psiquiatra se resuelve comenzar a verlo en forma presencial Concurre al encuentro portando barbijo. Rápidamente acepta nuestro nuevo saludo que di en llamar coditos. Al ingresar al consultorio rociamos nuestras manos con alcohol e iniciamos el encuentro. Está particularmente inquieto, nervioso. Si bien sus expresiones se enmarcan en palabra frase y tiene muchas dificultades de dicción, la jerga se impone y el enojo aparece cuando no entiendo que demanda. Mi nombre suena claro y después de varias silabas inconexas la palabra podés en tono de pregunta. Y no puedo. No entiendo.


Intento con devoluciones de cosas conocidas, pero hoy la demanda es otra. Se levanta, pulula, protesta y reitera. Frustración mutua. Da por terminado el encuentro con la frase casa y el nombre de su madre. Al salir intento hablar con el padre y lo golpea fuerte mientras reitera casa y el nombre de su madre. Me pregunto si se fue tan abatido como yo. Próximo encuentro se redobla la apuesta. Finalizado el ritual de ingreso, lanza nuevamente la demanda, casi idéntica a la semana anterior. Resuena mi nombre y al final el podés. No sé bien si fue él o yo o tal vez la apuesta del deseo hecha acto, pero creo recortar dos palabras entre la maraña de expresiones: cajitas- robot. Pregunto si lo que quiere son cajitas para hacer un robot y con alivio y alegría dice: ¡¡¡¡Si,Silvia!!!! ¡¡¡¡Cajitas robot!!!!¨ La labilidad de sus movimientos imposibilita su accionar. No porque no pueda desde lo biológico pero el cuerpo no responde desde lo subjetivo. Aún no puede portarlo en lo corpóreo, pero empieza a poder hacerlo desde lo subjetivo. Sabe qué y cómo lo quiere, pero soy yo quien debe unir, pegar las partes. Se manifiesta satisfecho con la ejecución. Pregunto si necesita algo más y dice:

escudo, espada, no tan claro, pero hoy ávida de estar ahí

entiendo. En un intento de continuar haciéndolo absoluto protagonista de su creación googleo diferentes formas de espadas y escudos. Él elige, yo dibujo y recorto. Él ubica y para mi sorpresa adosa otras partes que vuelven al robot impactante. No sólo por el tamaño, sino porque además no tiene cabeza. Con gesto notorio de satisfacción dice listo. Insisto. Le falta la cabeza. Dice: no, listo. Finalizado el encuentro corre hacia su padre portando su creación. El padre sonríe asombrado y expresa: ¡¡¡¡¡Eso era!!!!! Hace días pide algo que no entendemos. Mientras esto sucede, S con su robot en alto repite onomatopeyas al aire y dice: bichos, plum, pum, bichos, plum pum. No hicieron falta palabras… Ahora podía defenderse. La voz que mece la cuna


A está sumido en un silencio casi absoluto. Su mirada vaga errática o ancla en el vacío. Se balancea y agita sus manos. Su madre permanece ajena a él. Habla con otros, nunca con él. En los últimos encuentros presenciales algo novedoso ocurrió a partir de una canción. Contactó la mirada y sonrío. Ante la reiteración, ríe con sonoras carcajadas. Tiempo de aislamiento. En los primeros encuentros realizo videollamadas; en ocasiones llamo su atención por breves segundos. Aparece y desaparece de la pantalla. Su madre arma sostén, imita mis gestos, replica mis palabras. Las dificultades en la conectividad no son tan sólo subjetivas. Hay un solo celular que se comparte. Intento no perder el lazo, seguir ofertando una presencia que pueda acompañar. Utilizo el recurso de la música y grabo una canción que incluya el tres. Intento de terceridad hecha imagen, sonido. A posteriori pienso en la elección: un elefante que se balancea en la tela de una araña ... cambio la versión original, sustituyo la palabra resistía por caía. Como respuesta un gracias, se la haré escuchar. Pasados unos días un video donde se ve a A. Sonríe rasgando las cuerdas de una pequeña guitarra. Se escucha la voz amorosa, dulce de su madre haciendo la otra versión.


ROMI Lic. Claudia Romanelli

R. me dice: “Me acuerdo cuando estaba internada y quería volver a casa y gritaba ¡quiero mi casa, quiero mi casa! Ahora veo que en casa no hay nada mío.” En los primeros encuentros virtuales, a diferencia de los presenciales que veníamos teniendo previo a la pandemia, R se mostraba eufórica, reía fuertemente, ponía la cámara de su celular para que yo viera su casa, mostraba a saltos muebles, objetos, cuadros, camas, sus cuatro hermanos menores corriendo, la abuela “¡saludá abuela!”, gritos, el celular que se cae. Difícil escucharla entre tanto ruido. Difícil verla entre imágenes en permanente movimiento. La llamada debía ser finalizada, alguien necesitaba el celular y ahí sí, por unos segundos me mira y dice “tengo que cortar”. Estas escenas se fueron repitiendo imperturbablemente. Las preguntas que le dirigía no la detenían, respuestas veloces, taparse los oídos porque ¿alguien gritaba?, continuar el tour por la casa. Comienzo a describir lo que veo, lo que me pone a ver: pasó tu hermano Brian corriendo, (cambia escena). Un cuadro de Jesús, tu mano (cambia rápidamente), veo a tu perro... ¡Perra! - corrige- se llama Colita. Sigo; Colita se rasca la oreja, se levanta, da dos vueltas y se vuelve a acostar. Se enfoca y me dice: “¡Pareces Mariano Closs!”, gira nuevamente la cámara. Un mantel con flores, tu abuela, solo sus piernas y tu pie. Alguien le grita que termine, la escucho decir: “¡estoy con Claudia!” La madre le arranca el celular y me dice: “perdón, doctora, es que tiene que cocinar”. Le devuelve el teléfono. Me mira, ya no se ríe. Tengo que cortar. Pienso, me pienso, la pienso. Quedaba agotada después de cada llamada, perturbada. Me volvían a aparecer

las

imágenes,

objetos,

escenas

sin

encarnadura,

palabras


escuchadas, cuerpos fragmentados, tanto. ¿Cómo encontrar a R. en este juego de escondidas? ¿Cómo grito piedra libre R,.y que venga a contar. A contar, a ser una entre tanto, a que cuente su historia, que aparezca su voz contando. ¡Como decirle te tengo en cuenta, R.! Contás conmigo. Decido comenzar la video videollamada con “Había una vez”. Había una vez una chica que se llama R. que le gusta mostrar a su perra porque…, (silencio) contesta: “porque es linda, sabe no molestar”. Sigue caminando y digo: este que nos muestra es su cuarto y agrega “quiero denunciar la mugre de mi hermana y las porquerías que deja mi hermano en mi cama”. Sigue caminando con el celu pegado al cuerpo, dice. “no tengo ningún lugar donde sentarme”. Dice algo más que no llego a entender porque su hermano se asoma a la pantalla a saludarme. No pude escucharte y me interesa lo que estás contando. Busca los auriculares, se la nota angustiada. Ahora nos vamos a escuchar mejor las dos. Algo empieza a velarse y a construirse algo de lo privado. Me mira. Tengo que cortar. Abre la llamada con los auriculares puestos, la espalda contra el muro, yo la veo, pero sus ojos están hiper vigilantes al resto. Tengo que restarla. ¿Si vas a hablar desde el baño? Entra, cierra la puerta con traba. Se sienta, llora, la veo llorar. Voy contando lo que veo, no como relator; intento dar carnadura a su emoción. Puede hablar entre sollozos, palabras sueltas. Entiendo cansancio, sola, triste, odio. Las palabras le salen escupidas, no como la sangre que le fluía calentita, suave, que dibujaba un caminito desde el muslo al tobillo cuando en ese mismo baño tenía que cortarse. Se impone seguir contando, que las palabras se anuden, que se mezclen con las emociones, se entrelacen, que hagan camino y construyan su historia. Esconderse no es desaparecer, no del todo, es esperar la oportunidad para salir, tocar la piedra y gritar piedra libre. Libre y salvarse. Y si se puede gritar piedra libre para todos mis compañeros mejor. Elegimos el atajo para llegar al camino. Aparece la escritura. Ya no va a haber videollamadas. Sin la cámara las imágenes se disuelven, no me ve, no la veo, pero estamos presentes. Las palabras fluyen y fluyen. Habilito que sea cualquier día, en cualquier momento, si no estoy para conectarme quedarán ahí (o puede borrarlas), pero permanecerán en ese espacio construido entre las dos esperando el encuentro. Escribe, me cuenta sobre la escuela, algunas dificultades, sobre la soledad acompañada, y el cariño hacia una compañera que cree se transformó en enamoramiento. Estos escritos comienzan a fluir


como un caminito desde la cabeza y el corazón, y termina en su mano y un papel. Momento de Piedra, papel o tijera. Dice que escribiéndose sacó una piedra de su mochila. El papel resulta un envoltorio ideal para sus historias que toman diferentes formas recortadas de lo que elige para mostrar y mostrarse. Me pide que le envíe unos dibujos míos que le había mostrado en el hospital durante la presencialidad (que suelo usar como disparadores para escribir historias), sabía cuales quería. Los recordaba, ahora tenía historias para cada uno. Elije tres y escribe ya no en el celu, sino en un cuaderno que llama libro. Se detiene y ve mi firma: Roma. Firma sus historias: Romi


UN RELATO ENTRE DOS Lic. Patricia Ponzio Lic. Andrea Balke

Diego Diego y Axel son hermanos. Andrea y yo somos compañeras. Ella es la psicopedagoga de Axel; yo, Patricia, soy la psicopedagoga de Diego. Diego y yo nos conocimos en 2019, en los patios de internación. Nos conocemos muy bien, yo sé que Diego es dulce, empático y divertido, colaborador y activo…pero no siempre se mostró así. Sé que Diego tiene ahora 9 años y que no estaba alfabetizado. Sé que va a una escuela, que nunca repitió pero que tiene un elevadísimo ausentismo por varios motivos: su internación en nuestro hospital y los problemas de salud de su hermano Axel. Diego estuvo internado muchas veces. Cuando nos conocimos, estaba muy enojado, algo triste, hablaba poco, pegaba mucho, rompía cosas; no quería trabajar ni jugar Luego de muchos encuentros breves en los cuales prevalecieron las quejas, los enojos, los gritos y golpes; pudimos empezar a hablar, a jugar y a trabajar. Así nos encontró la pandemia...Ya con un vínculo estable y afectuoso: yo lo conozco y él me conoce. Sé que le encantan los autos, que es hábil para armar y desarmar cosas, que en su barrio se maneja con una creatividad asombrosa. Muchos lo quieren, todos lo conocen, algunos le temen. Sé que le cuesta reflexionar, que le cuesta recordar, que le cuesta enfocarse en actividades que requieren razonamiento fluido verbal. Él sabe de mí. Sabe que yo lo espero con alegría, que he sabido ser soporte de sus enojos. Pero también entiende que puedo enojarme. Sabe que a veces soy impredecible (como aquella vez que rompí antes que él, el denostado lápiz de escribir), sabe que a veces llego tarde y que a veces falto porque se enferman mis hijos. Sé que no sabe leer ni escribir, pero sí, que le gustan los cuentos. Así empezamos la virtualidad: al principio, le enviaba asincrónicamente cuentos leídos para él; luego en vivo, a través de videollamadas. A veces su mamá no


tenía crédito ni WIfi ni posibilidad de conectarse de manera remota; entonces pasaban muchos días sin poder tener un contacto en vivo y extenso. Diego me decía que quería leer para mí, y así fue que empecé a enviarle pictocuentos con la intención de que el “acto de leer” fuera más verídico, más encuadrado, que requiriese enfocarse, deducir pictogramas e inferir emociones. Se sucedieron cuentos clásicos que resultaban algo largos y difíciles pero que leíamos por capítulos. Sumamos también pictocuentos de rutinas diarias, de la serie José está contento2. La alegría de Diego por “leer” se extendía a otros espacios terapéuticos y familiares. Luego vino la máquina de calcular. Diego mira sorprendido a través de la pantalla, en la boca del monstruo (la máquina de calcular que hice para él es un monstruo verde con ojos saltones y dientes filosos); la cantidad inexplicable de tapitas que resultaba de sumar 2+4 evidenciando lo ya dicho insistentemente por los actores de su escuela: Diego no sabe calcular, no sabe los números. Y, ciertamente, así es. La idea de la máquina de calcular no fue mía, surgió de los integrantes del equipo al observar los cientos y cientos de tapitas que juntábamos en el servicio para diferentes fines: por ejemplo, hacer “loterías con tapitas”, armar murales o pegarlas sobre cartulinas inventando formas de objetos y animales. Una colega de otro equipo en el cual trabajo compartió la propuesta de la máquina y las tapitas que estaban a disposición facilitaron la tarea. Estos elementos también se constituyeron en variados juegos y juguetes que diseñamos, copiamos, inventamos y recreamos con mis compañeras. Ante la inquietante y triste condición de no poder tener contacto con nuestros pacientes por muchos días, pensamos en esos presentes como una manera de estar presentes. En un momento, transitando la cuarentena más estricta, una compañera nos hizo llegar una charla de Francesco Tonucci3. Escuché atentamente la charla,

2 3

www.aprendicesvisuales.com Fano, 1940, es un pensador, psicopedagogo y dibujante italiano. Es autor de numerosos libros sobre el

papel de los niños en el ecosistema urbano y de artículos en revistas italianas y extranjeras.


busqué otras, entendí muchas cosas, descubrí muchos aspectos que no había considerado y creé ideas nuevas en base a pensamientos de alguien que tenía más herramientas para analizar y reflexionar. Se evidenciaba fuertemente la necesidad de escuchar a los que piensan más y mejor, para poder entender y hacer soporte, para no dejar de lado nuestra función, nuestros objetivos, pero sabiendo, reflexionando profunda, afectuosa y genuinamente acerca de la vivencia que nos tocaba afrontar como terapeutas y como personas. Pensé entonces una idea a partir de los dichos de Tonucci: “Una casa en casa”, un lugar donde apartarse un poco, ya que la mamá de Diego refería que “Dieguito está muy difícil” Diego hizo su “casa en casa” con lo que tenía: una vieja sábana y un hilo. Su mamá lo ayudó. Su mamá siempre lo ayuda, aunque a veces no puede o no sabe cómo. Diego hizo su “casa en casa” con lo que tenía, digo, que no es mucho… más bien es muy poco: pisos de tierra, paredes sin revoque, poca comida. Un día un mensaje de la mamá de Diego me alertó muchísimo: “No tengo leche para darle, y él toma mucha leche”- me decía. Pregunté si concurría a retirar el bolsón de alimentos a la escuela. Ella respondió: “No trae leche.” Yo no tenía idea de dónde se podía obtener en ese distrito, a través de algún programa, la leche que alimenta. En seguida, compartí la inquietud con mis compañeras y casi antes de finalizar el día teníamos todas las respuestas: herramientas concretas; teléfonos con nombres de personas que iban a ayudar a la familia de Diego. Poca comida, pocos juguetes… pero sí, unas cuantas mascotas. Así que ellas fueron invitadas a jugar también, a brindarse como herramienta de estimulación psicopedagógica y cognitiva. Adivinanzas vinculadas a las mascotas de Diego y a las mías; luego a otros animales en general. Trabajamos inferencias, deducción, discurso coherente, teoría de la mente; unas mascotas adoradas por él y también por mí, ahora... Varios perros delgados y sucios sobre los cuales era difícil dar pistas respecto de qué comen y dónde duermen. Pistas que se contraponían a las de mis mascotas, que duermen adentro, que comen balanceado. Esa situación hacía que Diego


encontrara dificultades en adivinar. Adivinanzas en pandemia, pensamiento reflexivo, razonamiento fluido, vocabulario.

Axel Axel y Diego son hermanos. Patricia y yo somos compañeras. Ella es la psicopedagoga de Diego; yo, Andrea, soy la psicopedagoga de Axel. Axel y yo nos conocimos en 2020, días antes del confinamiento obligatorio. El entusiasmo de Diego se contraponía a la falta de motivación de su hermano Axel. Se sucedieron muchas ideas y materiales para convocar a este púber tan ensimismado: secuencias, completar frases, encontrar el opuesto, vocabulario, deducción inferencias, actividades destinadas también a estimular la motricidad. Axel recibía y valoraba la intención de sostener el lazo, de buscar el contacto en estas actividades, en videollamadas, en llamadas. Sin embargo, no podía responder a las propuestas; sus intereses más volcados hacia pares de su barrio, alejan a Axel de la intención terapéutica de enlazarlo. En el relato de la madre empieza a aparecer la angustia frente al consumo de alcohol y otras adicciones. Axel en ese momento es traído a la guardia del hospital y queda internado. La apuesta del sostén continúa, su mamá insistía para que Axel responda a las llamadas; se logra interactuar con él. Así, Axel evidencia mayor disfrute del contacto y empieza a reconocerme como su psicopedagoga, como alguien que estaba disponible a su encuentro. Recordemos que con Axel nos habían visto una vez antes de ASPO.

Diego y Axel. Patricia y Andrea Avanzada la pandemia, la mamá de Diego tuvo que empezar a concurrir al hospital a buscar la ineludible medicación para él. Pudimos empezar a intercambiar material físico. Juntas desplegamos materiales e ideas: algunas destinadas al fracaso, graciosas por lo impracticable; otras acertadas, que nos llenaron de alegría. Enviamos a casa de Diego y Axel lápices, témperas hojas, pinceles, revistas, a veces con consignas pensadas; otras, libres.


Pero el mejor material que enviamos fue una pelota. Sí, una pelota. La pidió Diego para jugar con Axel, que sonreía en la cámara algo avergonzado por el descaro de su hermano. Allí fue la pelota y a partir de ese elemento, consideramos decirle a la mamá que deje de mandarnos tantos videos. Pero, finalmente no lo hicimos. Allí se vería la alegría de ambos… Y también la nuestra. Con Axel se evidenció un aumento en calidad y cantidad de contactos, se reencuentra con su hermano desde un lugar lúdico creído perdido por su edad cronológica. La relación entre ellos siempre había sido difícil, habida cuenta de un padre ausente, maltratador que marcaba entre los hermanos diferentes relaciones. Axel enojado y resistente a ese vínculo, dolido por la violencia y desamparo. Diego, más pequeño, más cercano a este padre, con una necesidad de este. Jugar con la pelota con Diego nos permitió hacer conteos, sumas y restas a través de esa pelota. Pero, claro, no superábamos los “dieces.” Diego no está alfabetizado, ciertamente no realiza cálculos ni sabe contar más allá de los dieces. Se enfoca cuando está motivado, se fatiga fácilmente ante esfuerzos cognitivos sostenidos. Es desatento al procesamiento verbal y un poco más enfocado, cuando es visual. Puede sumar y restar con material concreto. Puede detectar que Manzana empieza con M y que tiene A. Puede decir que es una fruta junto a otras frutas, puede decir que el rojo y el azul son colores. Sabe muchos cuentos que le relata a su hermana más pequeña cuando “está de buenas”, según los dichos de su mamá. Como psicopedagoga de Diego ya realicé la indicación a Escuela Especial. Sin embargo,

por

alguna

razón

difícil

de

comprender,

la

escuela

está

obstaculizando mucho el pase. Me gusta pensar que es porque ahora con Diego “se trabaja re bien.” Pero Diego está en 4° año de EP, no encuentra rumbo en los aprendizajes formales en esta modalidad educativa y le cuesta hacer lazo. Como psicopedagoga de Axel, nos fuimos conociendo con la institución escolar tratando de aunar estrategias que, en su mayoría cayeron. Axel había sido


incluido en la modalidad de escuela domiciliaria que, como yo, también tenían dificultades para sostener un vínculo con él. Bueno, pero eso, será material para otro relato, que siga ilustrando sobre la vida de niños y jóvenes como Diego y Axel, de muchos niños y jóvenes. Otro relato que dé cuenta de todo lo que se puede hacer para que no sigan repitiéndose estas historias. Y si eso sucede, que ya no haga falta el bolsón o por lo menos… que llegue con un vaso de leche.


HACIENDO ESCUELA EN EL HOSPITAL


ESCUELA HOSPITALARIA: UN DESAFÍO EN POS DEL DERECHO A LA EDUCACIÓN Compartimos a continuación el ateneo clínico presentado en nuestro hospital, por el servicio de Psicopedagogía, en mayo de 2021. Lic. Mariana Epiro Lic. Silvia Fafasuli Lic. Fabiana Guestrin

Apertura a cargo del Lic. Santiago Barugel4 Me convocaron a dar inicio a este espacio por haber presenciado los comienzos de esta experiencia y dar una suerte de puntapié inicial para que empezara a andar. La necesidad de un espacio educativo en las salas de internación del Tobar es algo que venimos viendo desde la Juegoteca “El Grillo” hace algunos años, y que con el Equipo de Recreación planteamos desde que fuimos nombrados en 2019.

4

Psicólogo y técnico en recreación y tiempo libre del Departamento de Rehabilitación del HIJDCTG


En lo personal, había conocido al Programa Puentes Escolares del Ministerio de Educación de la Ciudad interviniendo con niños, niñas y adolescentes en situaciones de extrema vulnerabilidad social. Ver los efectos positivos del trabajo de docentes, y talleristas, me hizo dar cuenta que, salvando las distancias, en el Tobar hacía falta algo similar. Los cuerpos y las palabras de esos jóvenes que solían expresarse de manera díscola, hetero y autoagresiva, tomaban otro ordenamiento cuando se ubicaban en los tiempos y los espacios escolares. En un contexto de tanta desazón, podían tener una perspectiva de un futuro lazo con la comunidad que no estuviera mediado por la violencia. La situación en el Hospital se asemeja por los contextos de vulnerabilidad social que suelen operar como telón de fondo de las internaciones. Hay cuestiones estructurales aún sin solución: Si bien no podemos hacer una generalización de estos casos difíciles, suele ocurrir que cuando los cuadros clínicos se estabilizan, persiste la internación por la falta de recursos fuera del Hospital, como vacantes en hogares, o situaciones complejas en los domicilios, que hacen que no pueda alojarse la problemática que presenta el niño, la niña o el adolescente internado. De esta forma se crea una suerte de situación de espera que llena el ambiente de incertidumbre y deja la vida de ese sujeto en suspenso. La educación, nunca está de más recordarlo, es un derecho universal. Pero en la vida de un niño, niña o adolescente internado implica mucho más. Instala una perspectiva de futuro, de desarrollo, permite pensar en los proyectos de vida una vez afuera del Hospital. Motorizar esto, es favorecer un proceso de salud. Si bien el Centes 1, institución educativa lindante con el Hospital, ofrece una propuesta educativa de nivel primario a pedido de los equipos tratantes para niños con necesidades educativas especiales, el Hospital carecía de una propuesta institucional de continuidad escolar para todos los niveles. Solicité en 2019 que el Programa Puentes Escolares se acercara al Hospital y así sucedió. La receptividad de parte de la Dirección del Hospital y de Rehabilitación

fue

formidable.

Mientras

realizaban

las

evaluaciones

institucionales pertinentes para comenzar a intervenir, surgió una propuesta superadora cerca de fin de año. Luego de gestiones llevadas adelante por la


Dra. Alejandra Galetti pudo establecer los contactos para establecer esta atención por medio de una Escuela Hospitalaria. Lamentablemente la pandemia demandó enfocar la atención en los protocolos sanitarios, por lo que se interrumpió este trabajo durante la primera parte del 2020. Propuse, de manera alternativa y provisoria, implementar un protocolo de alfabetización para las salas de internación de adolescentes, coordinado con docentes de Colombia y España por video llamada. Si bien esto no pudo ser legalmente posible porque no pertenecían al ámbito de la CABA, la Dra Galletti me propuso retomar la comunicación para la gestión de la Escuela Hospitalaria. De esta forma conocí a Teresa Schdmit, que era entonces supervisora de educación especial del distrito. Ella planteó una forma de trabajo que me resultó reveladora: La Escuela Hospitalaria no sustituiría la cursada regular, sino que requiere que los niños, niñas y adolescentes estén inscriptos en Escuelas de Base, para acreditar allí las cursadas y generar propuestas pedagógicas acordes a los proyectos institucionales. Se trata de una modalidad que da una respuesta justa a la situación del Tobar. Instala en la vida de los pacientes,

ahora

estudiantes,

el

saberse

haciendo

algo

que

tendrá

repercusiones una vez afuera, la aprobación de materias adeudadas, no “perder el año”, o incluso retomar una trayectoria educativa interrumpida hace tiempo. Las implicancias singulares de este nuevo escenario en cada niño, niña o adolescente mueven aspectos vitales de una manera incalculada. En este punto del relato es donde comienza el trabajo en red. Nuestra primera reunión con el servicio de psicopedagogía, Teresa Schmidt y Fabiana Rodríguez, directora de la EHN3 “Pedro Elizalde”, nos hizo dar cuenta del camino que estábamos emprendiendo. La calidez y el compromiso de Fabiana, así como su criterio inclusivo, hicieron que su equipo docente pudiera alojar un amplio grupo de adolescentes con propuestas y miradas singulares para cada uno. Mientras tanto, el servicio de psicopedagogía emprendió la difícil y compleja tarea de indagar y reconstruir las trayectorias escolares, contactar a las instituciones educativas de referencia, muchas a varios kilómetros de distancia, reparar esos lazos y construir nuevos. Tanto desde psicopedagogía, como desde rehabilitación, acompañamos estas trayectorias dentro de las salas de internación, ponemos el cuerpo para facilitar las conexiones a las


videollamadas, para brindar apoyo para las tareas, y especialmente para escuchar y felizmente poder dar respuesta al pedido por el derecho a estudiar. Antes de dar la palabra a mis compañeras, quiero destacar el acompañamiento y apoyo de la Dirección del Hospital. La Dra. Alejandra Galletti brindó una orientación para que esta iniciativa no fuera producto de voluntades individuales, sino de un proyecto institucional. Esta experiencia está en desarrollo, y para brindar una propuesta educativa de calidad para todos los niveles, ajustada a las necesidades de los niños, niñas y adolescentes en situaciones complejas, será necesario que el proyecto tome la forma de una Escuela Hospitalaria del Tobar, así como existen hoy en el Elizalde y en varios Hospitales de la Ciudad. Mientras tanto, con el trabajo de la comunidad hospitalaria,

los

servicios

de

psicopedagogía,

el

departamento

de

rehabilitación, el servicio de internación, y las instituciones educativas como la EHN3, el Centes y la Escuela Domiciliaria, estamos dándole entidad a un espacio necesario para la vida.

Desde el servicio de Psicopedagogía, así comenzó este camino en medio de una pandemia: con nuestro deseo de garantizar en los niños, niñas y adolescentes de nuestro hospital su derecho a la educación, y el deseo de ellos de continuar con sus aprendizajes escolares que, en muchos casos, se habían visto interrumpidos por las internaciones. La ley N°26.206, de Educación Nacional, en su artículo 16 dice “la obligatoriedad escolar en todo el país se extiende desde la edad de 5 años hasta la finalización de la Educación Secundaria…”. Agregando también en su artículo 60 “La educación domiciliaria y hospitalaria es la modalidad del sistema educativo en los niveles de Educación Inicial, Primaria y Secundaria, destinada a garantizar el derecho a la educación de los/as alumnos/as que, por razones de salud, se ven imposibilitados/as de asistir con regularidad a una institución educativa en los niveles de la educación obligatoria por períodos de treinta días corridos o más. Para finalmente detallar en el artículo 61 “El objetivo de esta modalidad es garantizar la igualdad de oportunidades a los/as alumnos/as,


permitiendo la continuidad de sus estudios y su reinserción en el sistema común, cuando ello sea posible.” En el segundo semestre del 2020 pusimos en marcha un dispositivo conformado por terapistas ocupacionales, recreólogos y psicopedagogas, trabajando en las dos salas de adolescentes tres veces por semana, en forma individual con cada paciente. La Escuela Hospitalaria Nro. 3 nos facilitó las tablets mediante las cuales los profesores dictaban las clases de nivel medio. Desde el comienzo notamos mucha ansiedad en los jóvenes por participar y por ser parte del dispositivo. Nuestra intervención se basaba en el interés manifestado por los chicos hacia los recreólogos y terapistas ocupacionales que entraban todos los días a la sala; en base a eso íbamos a verlos, y a indagar por medio de una entrevista, la trayectoria escolar de cada uno, la situación actual, los intereses y gustos, las expectativas. En una de esas ocasiones, M dice estar nerviosa antes de la entrevista. Pregunta: “¿voy a quedar?”, “¿voy a poder estudiar?”. Por esto es que queremos aclarar que no se trata de una evaluación; nadie debería ser evaluado para que se le garantice su derecho a la educación. La escuela en el hospital es para todos los que quieran y manifiesten su deseo de incorporarse. Las ganas de aprender se veían y se siguen viendo en el modo en que nos reciben al entrar a la sala: “¿puedo ir yo también?, ¿me trajiste las cosas para la escuela?, ¿cuándo voy a empezar?”. Reciben con sorpresa y alegría su mochila y sus útiles. Nos pareció muy importante recrear todo lo posible la gramática escolar dentro de la sala; la forma de la escuela: un consultorio que se transforma en aula, mochilas con útiles y nombres para cada uno, horarios, tarea. Cuestiones que van ubicando a los pacientes como alumnos y que van organizando el tiempo de otra manera. Sin embargo, en muchas ocasiones, hemos tenido que improvisar sobre esa escena escolar por dificultades en la conectividad, la negativa de algunos jóvenes a participar, cuestiones de salud, interrupciones propias de la dinámica hospitalaria, o por encontrarnos de repente con que el paciente había sido dado de alta. Todas estas, situaciones requirieron de mucha plasticidad por parte de los profesores quienes también se encontraban sobre la marcha con estos cambios de último momento.


Y así transcurrió el 2020, pudiendo lograr un ritmo constante de dictado de clases, con la adaptación paulatina de todos, (pacientes, profesionales, enfermeros, profesores) al dispositivo y acompañando a quienes se iban yendo, en su posterior reinserción escolar. Una de las cosas que vimos ese año fue que no todos los jóvenes estaban en condiciones de incluirse en este dispositivo de nivel secundario ya que no tenían el nivel primario concluido o venían realizando su trayectoria escolar en la modalidad de educación especial. Por este motivo, para el presente ciclo lectivo iniciamos un trabajo conjunto con Centes 1, institución que históricamente se ha hecho cargo de la escolaridad de los niños pequeños internados, a fin de sistematizar y coordinar la continuidad escolar de aquellos pacientes de hasta 14 años que requieran de esta modalidad. Nos queda pendiente aquí, el grupo etario de jóvenes entre 15 y 17 años que no ha finalizado su nivel primario y para quienes no existe una oferta escolar adecuada. El trabajo de Centes con los niños pequeños, que es en modalidad virtual por el momento, no resulta fácil. J y L que tienen clases por separado, manifestaron sus deseos de aprender a leer y a escribir el primer día. Pero les resulta muy difícil sostener la continuidad: se enojan durante las clases, insultan a las docentes y los profesionales que los acompañamos y pocas veces logran sostener media hora de clases. Las maestras prepararon al comenzar una carpeta con actividades y un cuaderno para cada uno, todo muy amorosamente decorado con dibujos y con sus nombres, además de algunos útiles. Cada uno tiene su mochila con estos materiales y su cartuchera, que se les acerca en cada clase. Nuestra participación en estos dispositivos nos coloca justamente en ese “entre” particular de nuestra disciplina: entre la clínica y lo educativo, entre salud y educación. Nos obliga a una mirada desde la complejidad de la escena: jóvenes en situación de aprendizaje con un padecer psíquico, al que no pueden dejar en la puerta del aula. Y asistimos con emoción a esos momentos en que logran disfrutar de la clase y saberse protagonistas de un proceso de aprendizaje significativo.


Este año, al incorporarnos a las reuniones del Servicio de Internación, vamos trabajando con los equipos tratantes los recorridos de cada paciente y compartiendo las situaciones que van apareciendo, regulando así nuestras intervenciones clínicas en la medida en que sean necesarias. También vamos trabajando sobre cada niño o joven que entra a la sala y evaluando el momento de su incorporación al dispositivo. Así también como poder prever las altas, que muchas veces son de un día para el otro y dejan a los chicos y a sus docentes sin poder despedirse. El dispositivo del año pasado continúa este año como Dispositivo de Inclusión Educativa, los días miércoles por la tarde. Párrafo aparte para Fabiana Rodríguez, que desde la primera reunión le puso el cuerpo y el alma a este proyecto; no alcanzan las palabras para contarles del amor y la disposición con la que sostiene día a día este trabajo a la cabeza de un equipo docente creativo y entusiasta atento siempre a las necesidades de cada uno. En el mes de febrero iniciamos el trabajo con Escuela Domiciliaria que es la instancia educativa a la que le corresponde hacerse cargo de la escolaridad secundaria de nuestros jóvenes y acreditar la cursada durante la internación. La modalidad deberá seguir siendo virtual y requiere de un trabajo de articulación de Domiciliaria con cada escuela de origen (cuando las hay) para acordar las materias a dictar. Esta semana una de las chicas ha comenzado con tres materias y esperamos que a la brevedad se vaya incorporando el resto de las alumnas. Nosotras nos encargamos de hacer los informes y de establecer el contacto con las escuelas a fin de agilizar los tiempos. Actualmente sólo hay pacientes mujeres en condiciones de cursar el nivel secundario y se muestran muy ansiosas e interesadas por la propuesta. El dispositivo de inclusión se está llevando a cabo en grupos de dos por clase, y cada semana se van sumando nuevas alumnas, al mismo tiempo que se van yendo otras. En la dinámica de la sala se van produciendo situaciones de convivencia entre ellas por las cuales vamos teniendo que rever los grupos semana a semana, intentando que cada clase pueda ser aprovechada por todas. Es un espacio común a todas pero que intenta rescatar lo singular de cada una en su proceso de aprendizaje.


A D., sus ansias por aprender la llevan a querer copiar palabra por palabra lo que sus docentes dicen. Esto hace que interrumpa constantemente, a que la clase no pueda avanzar, a que se enoje con su compañera porque no la deja participar. En ese caso decidimos, porque tuvimos la posibilidad, que D. tuviera clases individuales, ya que estaba pasando por un momento especial de su proceso, pero siempre con el objetivo de que pueda trabajar con otra compañera. M me pregunta una tarde si puede dejar la escuela, porque no quiere hacer la tarea. D le pide que se la dé a ella (que siempre está pidiendo más) y M no accede. Le sugiero que lo hable con sus profesores, que eso no sería un impedimento para continuar. Lo hace y ese día se entusiasma mucho con la clase de arte y con la tarea. Algunas de las chicas que nos dijeron que no querían participar comienzan a demandar su lugar a medida que ven el entusiasmo de sus compañeras. Y aparece en muchas la preocupación por no perder este año de escolaridad. En relación a las tareas que envían los profesores, ofrecemos desde el servicio un espacio de apoyo para quienes necesiten que es muy bien recibido. Una de las chicas está recibiendo las tareas directamente de su escuela por medio de su mamá y nos pide ayuda para hacerlas. Nuestro trabajo en relación con la escolaridad continúa cuando empiezan los permisos de salida y se piensa la reinserción a la escuela, ya sea desde la familia o desde un hogar. En este momento, el hecho de que casi no haya presencialidad, facilita en cierta manera este proceso, ya que resulta menos dificultoso hacerlo gradualmente en forma virtual. Una internación por salud mental es una marca muy grande para un adolescente y ellos son conscientes de esto. Más allá de sentirse o no en condiciones de afrontar la actividad académica, están los temores de no poder sostener los lazos con pares, de cómo van a ser mirados, de los efectos secundarios de la medicación. Y, por otro lado, muchas escuelas piden ayuda para saber cómo acompañar este proceso. Así que ahí estamos también, junto a cada equipo tratante en este recorrido.


Queremos destacar la importancia del trabajo interdisciplinario. Durante el año pasado conformamos un verdadero equipo con nuestros compañeros de TOL, ya que había que entrar a las dos salas varias veces a la semana y los protocolos de cuidado requerían de mucho personal disponible por las tardes. La coordinación de horarios, tener los materiales a tiempo, la impresión y distribución de tareas, todo esto fue posible gracias a su trabajo entusiasta y generoso. Y nos encantaría seguir contando con ellos. Somos conscientes y queremos insistir en el hecho de que estos dispositivos apuntan nada más y nada menos que a hacer efectivo un derecho; no se trata de una “buena idea” o de una actividad más dentro del servicio de internación, sino que se trata como dijimos al principio de garantizar el acceso a la educación de niñas, niños y adolescentes en situación de enfermedad. Como profesionales de la salud de un hospital público, no podemos permanecer indiferentes al hecho de que la escolaridad de un niño se interrumpa por meses o hasta por años cuando no se encuentra un lugar para vivir. Por eso aspiramos y deseamos poder algún día contar con una escuela propia de este hospital, que garantice la continuidad de los aprendizajes escolares al ingresar, porque además estamos convencidos, todo este equipo, del rol subjetivante de la educación y de la importancia en la salud mental de cada niña, niño y adolescente.

EXPERIENCIA DE ESCUELA HOSPITALARIA EN EL DISPOSITIVO DE INTERNACIÓN. UNA MIRADA DESDE EL EQUIPO INTERDISCIPLINARIO Lic. Agustina Somoza5 Dra. Eliana Scolaro6 Lic. Verónica Ponce7

Licenciada en Psicología. Psicóloga concurrente del Htal Tobar García. Médica Especialista en psiquiatría Infanto juvenil. Psiquiatra Infanto juvenil del Servicio de Internación, Htal Tobar García. Psiquiatra Infanto juvenil en APS, Municipalidad de Lomas deZamora. 5 6


Desde la declaración de emergencia sanitaria a partir de la pandemia por Covid 19, la modalidad de asistencia en nuestra práctica cotidiana en el dispositivo de internación del Hospital Tobar García, se vio modificada en numerosos aspectos. La internación de niños y adolescentes en nuestro hospital en los casos de descompensaciones agudas con situaciones de riesgo continuó llevándose a cabo con el cumplimiento de protocolos destinados a evitar las posibilidades de contagio de Covid 19. Diferentes actividades que se llevaban a cabo de manera presencial se vieron interrumpidas, entre ellas la asistencia a clases en el CENTES1, establecimiento educativo al que muchos de los pacientes internados en nuestra institución asistían con el fin de iniciar o retomar la actividad escolar. El presente escrito se relaciona específicamente con la experiencia de trabajo del proyecto de escolaridad hospitalaria llevado a cabo en la sala de internación psiquiátrica de niños menores de 12 años. La población de niños asistidos en dicho contexto presenta padecimientos de salud mental severos de la infancia, constituyendo cuadros de curso insidioso, con episodios frecuentes de desregulación emocional, desorganización conductual y del pensamiento que interfiere gravemente en los procesos de desarrollo. El tiempo durante el cual el niño permanece internado con el objetivo de compensar el cuadro agudo que motivó su hospitalización, permite además habitualmente completar la evaluación interdisciplinaria y los diferentes estudios requeridos, que por distintos motivos (falta de acceso, dificultades para realizar las evaluaciones en forma ambulatoria, etc.) no se pudieron completar previamente. Asimismo, en nuestra práctica cotidiana observamos que en algunas oportunidades la internación se prolonga por más tiempo que el requerido para la estabilización del cuadro porque se entrecruzan otras problemáticas vinculadas con factores sociales, familiares y ambientales. En este sentido, dichos pacientes se encuentran desde temprana edad en una posición de gran vulnerabilidad y desvalorización tanto para su entorno como para la sociedad en general, quedando muchas veces en una situación de marginalidad. En este sentido y 7

Licenciada en Psicología. Psicóloga de Palnta de Htal Tobar García.


desde el dispositivo de internación intentamos que estos niños puedan abandonar ese lugar y ser alojados a partir de la escucha y el respeto de su singularidad. Intentamos restablecer y/o propiciar el lazo con otros, garantizando su reinserción social una vez externados. En este contexto, y entendiendo a la escuela como una institución socializadora y no solo abocada a la transmisión de saberes, el paciente accede a la posibilidad de realizar una evaluación psicopedagógica y continuar con el acceso a la educación a pesar de encontrarse cursando una internación devolviéndoles ese lugar de niños que ha sido perdido y garantizando así sus derechos. Durante el 2020 y 2021, la articulación con el sistema educativo se desarrolló de manera virtual, en cada caso los equipos tratantes acompañamos a los docentes y a los profesionales del área de psicopedagogía en la inserción del niño en dicho espacio. A continuación, se presentarán dos viñetas clínicas con el objetivo de transmitir parte de esta experiencia: Caso A Paciente de 10 años, quien se encuentra cursando su segunda internación en el Hospital Tobar García por desorganización conductual y heteroagresividad. Su primera internación transcurrió a sus 9 años. Como parte de la evaluación, el equipo tratante mantuvo reunión virtual con los docentes de la escuela a la que el niño asistió hasta 3er. grado, quienes manifestaron que por los problemas conductuales que presentaba concurría con horario reducido de pocas horas en la semana y, aun así, frecuentemente se le solicitaba a su familia retirarlo a los pocos minutos de haber ingresado al establecimiento por las dificultades que presentaba para su inclusión. Luego de la evaluación por el equipo de psicopedagogía se indicó su incorporación al colegio CENTES N°1. En este caso, el niño mostró serias dificultades para aceptar la participación en las clases virtuales, durante varias semanas se negó a iniciar la clase y posteriormente logró participar en algunas ocasiones, pero requiriendo el acompañamiento de la psicopedagoga tratante y su equipo terapéutico. Se observó también que numerosas veces los docentes debían modificar el contenido de la clase por opciones que resultaran más atractivas para el niño, derivadas del uso de la tecnología (tablet utilizada para la conexión) como por


ejemplo escuchar canciones. Una vez afianzada su participación en las clases el niño empezó a preguntar respecto de sus compañeros, manifestando su interés por compartir el espacio con pares, aunque se siguiera sosteniendo la virtualidad. En su caso, luego del alta de internación, continuó asistiendo de manera presencial al colegio CENTES n°1, dado que además la situación epidemiológica respecto de la pandemia permitió retomar la presencialidad. -CASO B B es un paciente de sexo masculino de 12 años, que se encontraba cursando su tercera internación psiquiátrica por episodio de descompensación psicótica. Su primera internación fue a sus 10 años en un hospital general, siendo la segunda y la tercera internación en el Hospital. Tobar García. Como antecedentes de importancia, el niño permaneció alojado en diferentes Hogares desde sus 3 años por situaciones de conflictiva familiar severa, recibiendo abordaje en el área de Salud Mental desde edades tempranas. Su inclusión al sistema educativo a lo largo de su vida se vio afectado por los numerosos cambios de instituciones en los que permaneció y por sus conductas desadaptativas y las reiteradas descompensaciones presentadas por el niño que imposibilitaron su concurrencia. Cabe destacar que B, presentaba reiterados episodios de heteroagresividad y grandes dificultades para vincularse con sus pares lo que motivó su última internación no pudiendo volver a ser recibido por el hogar en el que se encontraba. B había sufrido constantes rechazos por parte de entorno y de las diferentes instituciones que lo acogieron en los últimos años. B nos manifiesta en reiteradas oportunidades su deseo de ir a la escuela, motivo por el cual es derivado al área de Psicopedagogía. En su caso, la indicación por parte del equipo de psicopedagogía fue su inclusión en el colegio CENTES N°1 en modalidad virtual. Dicha propuesta fue recibida por el niño con entusiasmo e interés. Se pudo observar su preocupación por el cuidado de sus elementos escolares (mochila, cartuchera, etc.) lo que a su vez posibilitó el trabajo de la importancia del cuidado de sus pertenencias y permitió la diferenciación por parte del niño entre ¨lo propio¨ y ¨lo ajeno¨, lo cual influyó de manera favorable en el vínculo con sus compañeros de sala. Asimismo, se incrementó su interés por la lectura


de cuentos, B comenzaba a escuchar, en la medida en que fue escuchado en sus intereses y anhelos. Comenzó a su vez, a interesarse por la escritura (si bien no logró aún incorporar la lectoescritura, solicitaba que se le dicten letras que él escribía). Cabe destacar la importancia de los profesionales de psicopedagogía y de las maestras que han trabajado con B sosteniendo el espacio que posibilitó que pudiera ser ubicado en un lugar de mayor valoración de sus recursos, reconociendo sus diferencias y respetando su singularidad. En su caso, luego del alta de internación, dado que el Hogar al que fue derivado se encuentra alejado del colegio Centes n°1 no pudo continuar asistiendo a dicho establecimiento, por lo cual se articuló la continuidad de su educación en una institución de características similares en su zona de residencia. Siendo la educación y la salud derechos para garantizar para todo niño, consideramos que la escuela hospitalaria representa un recurso valioso, dado que logra la inclusión del niño que requiere atención por salud mental en el sistema educativo. Muchas veces nuestros pacientes cuentan con contextos muy adversos, por el entorno social, la fragilidad familiar y el recorrido institucional, además de la complejidad de los cuadros clínicos. Entonces su inclusión en espacios que favorezcan el establecimiento de otros lazos sociales implica un lugar diferente. Abre la posibilidad de pensarse en relación a un otro; en donde cuidar las pertenencias tal vez sea un modo de presentación, preguntar por otros niños un requerimiento a otra interacción. Para ello es indispensable la posibilidad de repensar la propuesta para cada uno de ellos incluso cada vez, para así afianzar ese lazo que muchas veces les ha resultado hostil.


LA TRAYECTORIA ESCOLAR DE PEDRO: DESDE INFORMES ESCOLARES, PASANDO POR CHOCOLATES BLANCOS HASTA LLEGAR AL CENTES Lic.Ayelen Cibeira Dra.Carolina Di Pietro Residentes de tercer año del HIJCTG

Al realizar la derivación del paciente para comenzar a vincularse con el CENTES, su psicopedagoga preguntó acerca de la trayectoria escolar del niño y era muy poca la información que se le podía brindar al respecto. Lo que constataba como más reciente en su historia clínica eran informes del jardín de infantes en los cuales figuraba que Pedro amenazaba a sus compañeros y docentes. Decía que les iba a pegar o matar cada vez que se le marcaba un límite o los otros chicos no hacían lo que él quería. A sí mismo, tiraba el mobiliario exclamando que iba a “romper todo el jardín” o que iba a “comprar cohetes para hacer explotar la escuela”. Por su parte, su madre relataba que tuvo que dejar de trabajar para poder dedicarse las 24 hs. del día a su cuidado, ya que su hijo tuvo que interrumpir su escolaridad debido a sus problemas de conducta y que otros familiares tampoco podían ayudarla con el niño. Cuando tomamos como paciente a Pedro, habían pasado ya cinco años de aquellos informes y desde entonces, no había podido retornar a la escuela. Es así que este año fue inscripto a participar del CENTES. El proyecto de escuela hospitalaria en aquel momento se estaba realizando a través de dispositivos electrónicos debido al aislamiento preventivo obligatorio. A pesar de la insistencia y entusiasmo de varios profesionales que integraban el equipo tratante de Pedro, resultaba un arduo desafío que pudiera participar de la virtualidad del CENTES. Se mostraba bastante reticente a ingresar al consultorio para ir al espacio, se negaba a hablar con sus maestras o intentar realizar alguna de las diferentes actividades que le proponían. Prefería hacer


actividades lúdicas con otros compañeros del hospital en lugar de ir a las clases. Frente a las negativas de Pedro fue que surgieron una suerte de estrategias y artilugios para intentar que acepte concurrir. Mientras le ofertábamos una variedad de recompensas en el caso de asistir a la clase (desde golosinas como alfajores o chocolates blancos, pasando por frituras, peluches y gaseosas);

observábamos

el

vínculo

que

iba

desarrollando

con

su

psicopedagoga quien cada martes que Pedro tenía su clase se acercaba con diferentes propuestas lúdicas. El niño seguía rehusándose a participar de las clases virtuales. Contadas veces aceptaba saludar a las maestras y permanecer por breves periodos de tiempo. Sin embargo, cada vez con más frecuencia hacía referencia a su psicopedagoga con frases del estilo “Esto me lo regaló mi seño”, “Este dibujo lo hizo mi seño” o “A esto juego con mi seño”. Fue así que poco a poco, Pedro empezó a estar más en las clases virtuales y si bien las sostenía por breves periodos de tiempo, lograba realizar pequeñas actividades. Por su parte, un día para nuestra sorpresa nos encontrábamos realizando una actividad con tizas en el piso del patio; cuando de repente, Pedro mostró por primera vez, interés por aprender a escribir su nombre y, luego, nos pidió que escribiéramos los nuestros para poder copiarlos. Los meses transcurrieron, hasta que un día su psicopedagoga nos comentó que las clases del CENTES comenzarían a realizarse de forma presencial. Posterior a ello, cuando lo vimos a Pedro y le comentamos acerca de dicha noticia se mostró muy sonriente. Le dijimos: “Que buena noticia. Vas a poder conocer a tus seños en persona”, a lo que responde: “Sí, se llaman Ivana y Jacinta”. El tan esperado día había llegado. Nos encontramos con Pedro antes de su primer día de clases presenciales en el CENTES. Dijo: “Dame mi mochila, quiero ir ya”. Se le explicó que debía aguardar un momento hasta que su psicopedagoga venga a buscarlo. Nos quedamos esperándola, mientras Pedro se hamacaba con su mochila puesta. Al llegar su psicopedagoga, nos pidió que lo acompañemos a la escuela. Fue así, que todos fuimos caminando juntos a la


puerta, Pedro quería que entremos con él, pero al ver a sus maestras aceptó ingresar solo y que al salir contaría acerca de su gran aventura. Al volver de la escuela, Pedro nos relató sobre lo que había hecho en las clases. Nos dijo “Hoy estudié mucho con mis maestras. Quiero seguir estudiando mucho y ser Doctor”. Pasados pocos días desde aquel evento, Pedro preguntó cuándo tenía que volver a ir a la escuela. Se le explicó que debía de esperar a que sea martes nuevamente para poder ir. A la clase siguiente volvimos a acompañarlo junto a su psicopedagoga quien había hablado con las maestras para intentar conseguirle un guardapolvo a Pedro. Es así que cuando el niño se probó su guardapolvo nuevo dijo: “Estoy muy emocionado”. Pedro no fuiste sólo vos el que estaba emocionado, también lo estamos todo tu equipo tratante de haber visto paso a paso tu largo recorrido.


Departamento de Docencia e Investigación

RESUMEN ACTIVIDAD DOCENTE 2022

INFORMES E INSCRIPCIONES Mail: docenciatobargarcía@gmail.com 5to Piso – Ramón Carrillo 315 – CABA

Jefa del Departamento de Docencia e Investigación: Dra. Marcia Braier Jefa a/c de Docencia: Lic. Irene Scherz Area Docencia: Lic. Elsa Regueira, Lic. Laura Rudd Area Investigación y Biblioteca: Dra. Ariana Fernández Area Secretaría: Mariangel Savelli, Iván Stolino, Hugo Mattio


Carrera de Médico Especialista en Psiquiatría Infanto Juvenil UBA (Facultad de Medicina) – Sede Hospital Tobar García Director: Dr. Roberto Yunes Sub Directora: Dra. Marcia Braier Coordinadora docente: Dra. Dina Soriano Secretaria: Mariangel Savelli Días de cursada: lunes y miércoles INFORMES e INSCRIPCIONES: UBA – FMED, Secretaría de Educación Médica Mail: cmetobargarcia@gmail.com

Cursos y Seminarios LUNES 

Seminario de Formación para Concurrentes y Residentes

Lunes de 11 a 12 hs. Comienzo: 7/8/22 Cierre: 24/10/22 Lugar: Aula de Docencia 5to. Piso Directoras: Lic. Elsa Regueira y Dr. Francisco Mercado Mansilla Coordinadoras docentes: Lic. Irene Scherz y Lic. Laura Rudd 

Psicoanálisis con Niños y Adolescentes

2° y 4° lunes de 11 a 12.30 hs. – Acredita 36 hs. Comienzo: 23/5/22 Cierre: 26/9/22 Lugar: virtual Directoras: Lic. Irene Scherz y Lic. Elsa Regueira Coordinadora docente: Lic. Laura Rudd Mail de Inscripción: lecturasenpsa@gmail.com 

Psicología Evolutiva y Psicoanálisis

Lunes de 11.30 a 13hs - Acredita 120 hs Comienzo: 1/8/22

Cierre: 31/5/23

Lugar: Aula de Docencia – 5to piso


Directoras: Dra. Marcia Braier, Dra. Valeria Poggi Docentes: Lic. Patricia Medrano, Lic. Patricia Ponzio Mail: cmetobargarcia@gmail.com 

Psicopatología Infanto Juvenil I

Lunes de 12.30 - Acredita 120 hs Comienzo: 1/8/2022 Cierre: 31/5/23 Lugar: Aula de Docencia – 5to piso Directoras: Dra. Marcia Braier, Dra. Susana Bronstein Mail: cmetobargarcia@gmail.com

MARTES 

Introducción a la Clínica de Hospital de Día

Martes 12 hs. y jueves 10 hs. – Acredita 205 hs. Comienzo: 13/10/22 Cierre: 19/10/23 Directoras: Dra. Eugenia Socolsky, Lic. Gabriela Medina Coordinador Docente: Dr. Carlos Moresco y Lic. María Belén Frete Mail tobar_htaldedia@buenosaires.gob.ar

MIERCOLES 

Posgrado en Psicodiagnóstico y Evaluación Psicológica

Miércoles de 9 hs a 13 hs. – Acredita 360 hs Comienzo: 6/4/22 Cierre: 6/12/23 Lugar: Auditorio y Aula de Docencia – 5° piso Directora: Lic. María Alejandra Reyes Coordinadora Docente: Lic. María Cristina Voss Mail: posgradopsicodiagnostico.tobar@gmail.com 

Recursos de Autocuidados en tiempos de Covid-19. Alivio del Estrés y Prevención del Burnout . 4° Edición


El propósito es incorporar recursos para Aliviar el Estrés y prevenir el síndrome del Burn Out. Es un espacio virtual para relajarse y entrar en un descanso muy profundo. Se abordarán la práctica de la Meditación, técnicas de Respiración y beneficiosos recursos del Yoga y el Canto. Colabora: La Fundación El Arte de Vivir Miércoles de 18 hs. a 20 hs. – Acredita 50 hs Comienzo: 6/4/22 Cierre: 18/5/22 Lugar: virtual Directora: Lic. Gisela Barok Coordinadora Docente: Lic. Gabriela Meta Docentes: Lic. Gustavo Olguín, Lic. Rodrigo Grondona, Dra. Yesica García, Lic. Alejandro Londinsky, Erica Marynac, Lic. Sandra Gotti, Florencia Lauritti Mail: curso.autocuidados@gmail.com 

Familia y Sociedad

Miércoles de 8 a 9hs. – Acredita 120 hs. Comienzo: 3/8/22 Cierre: 31/5/23 Lugar: Aula de Docencia – 5to piso Directoras: Dra. Marcia Braier; Lic. Alicia Barroso Mail: cmetobargarcia@gmail.com 

Asistencia Institucional y Prevención de la Salud Mental

Miércoles de 9 a 10.15 hs – Acredita 120 hs Comienzo: 3/8/22 Cierre: 31/5/23 Lugar: Aula de Docencia – 5to piso Directores: Dra. Marcia Braier, T.O. Carlos Palma Mail: cmetobargarcia@gmail.com 

Psicoterapias Infanto Juveniles

Miércoles de 10.30 a 11.30 hs – Acredita 120 hs Comienzo: 3/8/22 Cierre: 26/5/23 Lugar: Aula de Docencia – 5to piso Directoras: Dra. Marcia Braier, Dr. Gonzalo Cossia Mail: cmetobargarcia@gmail.com 

Psicofarmacología


Miércoles de 11.45 a 13 hs – Acredita 120 hs Comienzo: 3/8/22 Cierre: 31/5/23 Lugar: Aula de Docencia – 5to piso Directoras: Dra. Marcia Braier, Dra. Adriana Lazcano Mail: cmetobargarcia@gmail.com 

Psicopatología II

Miércoles de 13 a 14.45 hs – Acredita 120 hs Virtual Comienzo: 3/8/22

Cierre: 31/5/23

Lugar: Aula de Docencia – 5to piso Directores: Dra. Marcia Braier, Dra. Ariana Fernandez Mail: arianaef10@gmail.com 

Psiconeurobiología

Miércoles de 11.30 hs – Acredita 120 hs Comienzo: 5/8/20 Cierre:

27/5/20

Lugar: Aula de Docencia – 5to piso Directoras: Dra. Marcia Braier, Dra. Liliana Wolf Docentes: Dra. Dina Soriano, Dra. Liliana Wolf, Dra. Nora Atanasio Mail: cmetobargarcia@gmail.com

JUEVES 

Ciclo de Ateneos Clínicos 2022

Jueves 11.30 hs. a 12.30 hs. – Acredita 33 hs. Comienzo: 7/4/22 Cierre: 24/11/22 Lugar: Auditorio Central - PB Directora: Dra. Marcia Braier Coordinadoras: Lic. Elsa Regueira, Lic. Irene Scherz y Lic. Laura Rudd 

Curso de Acompañamiento Terapéutico

Jueves de 9 a 10 hs.


Comienzo: 21/4/22 Cierre: 1/12/22 Lugar: Auditorio Central - PB Directoras: Lic. Elsa Regueira y Lic. Irene Scherz Docentes: Profesionales del Hospital 

Introducción a la Investigación en Musicoterapia en Hospitales Públicos

2° jueves de 8.30 a 13 hs. Comienzo: 10/3/22 Cierre: 8/9/22 Lugar: Aula de Docencia Directora: Lic. Anabel Rodríguez Coordinador Docente: Lic. Paula Zettler

VIERNES 

Formación de Posgrado en Psicoanálisis con Niños y Adolescentes

Viernes de 13.30 a 16 hs. y sábados 10 a 12 hs. – Acredita 360 hs. Comienzo: 1/4/22 Cierre: 1/12/23 Lugar: Auditorio Central // Aula de Docencia – 5to piso Directora Honoraria: Dra. Susana Sosa Directoras: Lic. Elsa Regueira, Lic. Irene Scherz Coordinadora docente: Lic. Laura Rudd Mail.: posgradopsa.tobar@gmail.com 

¿Qué del padre? Su función en la estructuración subjetiva

1° y 2° viernes de 12 a 14 hs.– Acredita 52 hs. Comienzo: 1/4/22 Cierre: 1/12/23 Lugar: Virtual Directoras: Lic. Gimena Barandela y Lic. Débora Tejeda Coordinadora docente: Lic. Jorgelina Estebo y Lic. Romina Martinez Mail.: quedelpadre@gmail.com

VIRTUALES


Medicina Legal en Salud Mental Infantojuvenil 2022

Virtual – Acredita 84 hs Comienzo: 1/6/22

Cierre: 30/9/2

Directores: Dra. Valeria Poggi, Lic. Miguel Santarelli Coordinador Docente: Lic. Silvina Galloro Mail: vpoggi@hotmail.com y vpoggi@buenosaires.gob.ar 

Vigencia de los desarrollos de Winnicott en la actualidad de la Clínica Infanto Juvenil

Virtual – Acredita 54 hs Comienzo: 2/5/22

Cierre: 29/7/22

Director: Lic. Miguel Santarelli Coordinador Docente: Lic. Silvina Galloro Mail: vpoggi@hotmail.com y vpoggi@buenosaires.gob.ar


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