La poesía, canto esencial y testimonio de la historia del hombre: Dolores Castro Cabral, Castro y Avilés, dialogan con NOROESTE Por Juan Lizárraga Tisnado NOROESTE-Mazatlán, 1° de marzo de 1981. Cuando concertamos la entrevista con los integrantes del jurado calificador de los Juego Florales (Alejandro Avilés Inzunza, Dolores Castro de Peñalosa y Roberto Cabral del Hoyo), sabíamos que teníamos una cita con la poesía y no hubo una brizna de decepción cuando llegamos al lugar convenido: la orilla del mar mazatleco que —bello como cualquier sitio del kilométrico malecón— resulta vano describirlo. Lo que habrían de decir por separado los tres juntos, lo dijo por sí sola Dolores Castro. Su tierna expresividad opaca a las de Avilés y Cabral del Hoyo. Qué importa, si ellos como el resto del grupo de los ocho (ocho poetas de los cuales quedan cuatro, que realizaban la odisea de reunirse para discutir sobre el quehacer poético en el mismísimo Distrito Federal) concuerdan totalmente con lo dicho por la poetisa. Dolores Castro, triunfadora de los pasados Juegos Florales, desde los 16 años de edad buscaba la manera de expresarse. Lo intentó con la pintura, más no continuó. Será un lenguaje hermoso pero no tiene la precisión de la palabra. Se ha dicho que la imagen es el lenguaje del futuro, más los poetas no tienen miedo de ello (habla la poetisa y con ella los dos poetas). “Cierto. La imagen convence de inmediato, pero en cambio, el lenguaje articulado, la palabra, es la herramienta del pensamiento y el cauce más preciso para expresar los conocimientos y los sentimientos”.