Crisis y psicología

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Crisis y psicología: entre implicaciones políticas y el sentido del síntoma

Juan José Ricárdez López.

Octubre 25, 2014. Oaxaca de Juárez, Oax. 1


“De mala gana se piensa en molinos que muelan tan lentamente que se podría uno morir de hambre antes de obtener la harina. Usted ve que no se logra mucho cuando se le pide consejo a un teórico alejado de la realidad sobre cuestiones apremiantes y rápidas. Mejor hay que esforzarse en enfrentar el peligro, en cada caso particular, con los medios que tengamos al alcance de la mano.”

Sigmund Freud. ¿Por qué la guerra?

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Resumen El presente trabajo ha surgido de la revisión del texto Modelo de intervención en crisis: en busca de la resiliencia personal (2010) elaborado por Lourdes María Fernández Márquez. En dicho trabajo, la autora nos propone un marco teórico que sin duda favorece la comprensión de la propuesta de intervención que nos hace. Retoma ideas de diferentes modelos para explicar, en la primera parte, cómo pueden definirse crisis, intervención en crisis y resiliencia. Partiendo de que sin duda, la intervención en crisis ha sido tomada oficialmente como modelo de intervención en varios países( 1), nos permitiremos hacer un análisis que consideramos oportuno respecto de la manera en que, hoy por hoy, es pensada una crisis, y la viabilidad y fundamento de un modelo psicológico que brinde intervención de resultados inmediatos. Sobre lo que a continuación diremos no pretendemos ser definitivos; pero sin duda tenemos una postura que intentaremos fundamentar. Si de estas líneas se desprende que alguien tenga una nueva óptica, aunque sea para desecharla más tarde y tras un justo escrutinio, nos podremos dar por bien servidos.

1 En México es este tipo de intervención, junto con los modelos cognitivos-conductuales, los que se proponen en los protocolos oficiales en la Secretaría de Salud y en las Normas Oficiales Mexicanas, como la NOM-028 (referente a la intervención psicológica en adicciones), y la NOM-046 (referente a la intervención psicológica en casos de violencia familiar y de género).

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Crisis: generalidades La “crisis”, al igual que el “estrés”(2), parece ser un concepto definido por sus consecuencias. Fernández (2010) nos explica que las crisis “interrumpen nuestra trayectoria vital generando cambios en nuestro equilibrio emocional” (p. 3). Desde esta explicación parece claro que una crisis, entonces, es un evento que cimbra al sujeto que la experimenta, y que tanto su origen (interno, ambiental, o mixto) y sus consecuencias, repercutirán invariablemente en la imagen que de sí mismo de forme la persona. Para enmarcar este trabajo, y sin negar el sentido clínico de la apreciación de que toda crisis genera síntomas, queremos precisar desde aquí que en nuestra óptica las crisis no son un mal que haya que atacar sin detenerse a indagar el porqué de dicho ataque; pensamos, siguiendo a Fernández (2010), que las crisis representan, invariablemente, una oportunidad de cambio(3); incluso, corriendo el riesgo de parecer irresponsables, nos atrevemos a afirmar que en el trabajo psicológico las crisis son un objetivo terapéutico: nada podrá moverse de fondo sin generar un cierto desequilibrio; o dicho de otro modo, hasta el momento en que la intervención profesional comienza a generar algunas crisis en el paciente, podemos hablar de que se está trabajando con él. La crisis como instrumento político

2 “Se usa para quejarse de cualquier cosa y de todo malestar, se le atribuye causa de muchos males y a la vez que su efecto, su causa; puede ser de signo menos o de signo más, está adentro y afuera, es tanto ambiental como constitucional, es biológico al igual que psicológico, es la invención del malestar en la modernidad y el progreso – más que eso-, es su precio”. (Leal, 2011, pp. 278-279) 3 “Nuestra misión como terapeutas consistirá en ayudar al individuo a clarificar, y de esta manera, reconocer y aceptar, las emociones conflictivas despertadas por la crisis, así como a la integración de dichas vivencias con la trayectoria vital de su vida y encarar el futuro con nuevas expectativas” (Fernández, 2010, p. 20)

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Lo que en esta ocasión nos ocupa no es analizar la propuesta de intervención como tal que comparte Fernández (2010), o cualquier otro pensador de la intervención en crisis. Aquí estamos más bien pensando en la explicación de su surgimiento y pretendemos contextualizar su existencia en la dinámica global que vivimos. La sociedad actual vive a toda velocidad. Si hubiera que definirla, podría decirse que vivimos la época de lo inmediato: la gente no está dispuesta a esperar mucho una respuesta; la quiere inmediatamente, y pareciera que su valor se remite a la prontitud con que es emitida y no a la certeza que contenga( 4). Si la dinámica social vigente es la de buscar respuesta rápidas, es común entonces que en épocas de crisis la velocidad esperada de la respuesta tenga que ser aún más veloz. Ejemplos de cómo funciona este hecho a nivel social tenemos varios. La denominada “doctrina del shock” (Cuarón & Klein, 2007; Moore, 2004) es un claro y doloroso ejemplo de cómo son usadas las crisis por los gobiernos para favorecerse básicamente en dos sentidos: el económico por un lado, y en cuanto a concentración de poder, por otro. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, explica la debacle económica europea, específicamente en España, como producto de las “soluciones” que los bancos ofrecían a las personas para salir adelante. Les hacían préstamos superiores a los que sus necesidades reflejaban, dinero que la gente gastaba endeudándose con esos bancos; para finalmente, tras ciertos movimientos bursátiles, incrementar los intereses e impedir que la gente pudiera pagarlos. Con esto, la gente hipotecaba las casas que había

4 Sobre este tema hemos ahondado más en la entrada La época de lo inmediato, del blog Psicotidianidades.

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adquirido con el préstamo, y finalmente se quedaba sin casa y con una deuda eterna. (2012) En México, la modalidad de operar no ha sido distinta, y un elemento que participa de manera definitiva en la “creación” de crisis y las propuestas de solución son los medios de comunicación. Ejemplo de éllo es el más reciente filme de Luis Estrada, La dictadura perfecta (2014) en el que se explica lo que es la “caja china”, que consiste en inflar alguna noticia (generalmente problemática y que despierte identificación dolorosa en el público) para ocultar otra de mayor relevancia. La emocionalidad del público será puesta a prueba, y estará determinada por la manera en que los gobernantes solucionen el problema. Tras solucionar el problema inflado, el gobernante ganaría credibilidad y su poder de influencia sobre la gente se incrementaría. Podría parecer innecesario, en temas de psicología, el breve repaso que acabamos de dar sobre las cuestiones de la crisis y cómo se manejan a nivel político; pero nos parece no sólo oportuno, sino necesario, contextualizar el marco de operación de la psicología en el mundo. Es esa la razón de todo lo anterior. La crisis y la psicología Cuando Fernández (2010) nos explica que el objetivo de la intervención en crisis “es dar apoyo ayudando a la persona a recuperar el equilibrio necesario para seguir su trayectoria vital con una calidad de vida similar o incluso superior a la que disfrutaba anteriormente” (p. 4), y en el contexto de los elementos que consideramos en el apartado anterior, se nos ocurre la pregunta: ¿quién determina que el equilibrio ha sido recuperado después de haber atravesado por una situación crítica?

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Consideramos importante esta cuestión por el hecho de que, generalmente, en las sociedades de consumo, suele identificarse como “equivocado” o “enfermo” a aquello que es diferente. Hoy por hoy, no es la persona que atraviesa por una crisis quien define si su equilibrio ha sido ó no trastocado por la situación vivida; es más bien un manual diagnóstico auspiciado por una institución de prestigio internacional quien le dice que ahora, tras haber vivido lo que vivió, además es un enfermo. Son los profesionales, basados en esos manuales, los que indican qué estrategias emplear para su recuperación, y serán ellos quienes le den de alta cuando haya sido curado. La intervención en crisis (como cualquier otra propuesta de intervención en temas de salud) debe ser entendida en el contexto histórico en que toma auge: en estos días en que la gente está urgida de “curarse” para volver cuanto antes al ritmo de un andar vertiginoso que en realidad no lo lleva a ningún lado, parece que lo óptimo sea una intervención breve y de resultados veloces y sensibles. Como hemos indicado antes, sería injusto juzgar la intervención como tal pues nuestros conocimientos en ese tipo de práctica son insuficientes para éllo (tanto como para manifestarnos a favor); pero el fundamento teórico y ético sí es abarcable, y a él nos remitimos exclusivamente. Consideramos que todo recurso pensado para paliar el sufrimiento del hombre, en cualquier ámbito que éste surja, resultará más perjudicial que benéfico. Conocerse a sí mismo es una aspiración exclusiva del ser humano; ningún otro animal es capaz de éllo; pero pensamos que, lejos de representar una virtud humana, el autoconocimiento es una responsabilidad. Las terapias(5) que ofrecen soluciones rápidas están quitando 5 Queremos puntualizar que si bien no coincidimos del todo con la óptica de las psicoterapias que intervienen en crisis brindando tratamientos breves (incluso cuando sean de corte psicoanalítico), sí queremos hacer notar que

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el dedo de esta responsabilidad humana. Acortando el camino, encontrando atajos, se pierde mucho material importante, incluso cuando ese material resulte complicado de asimilar o doloroso. El valor de la crisis está en el valor del síntoma Comentábamos al inicio que para nosotros (como para la autora revisada) la crisis, más allá de su sentido catastrófico, podría ser entendida como una oportunidad de cambio. No obstante, la diferencia surge de la manera en que los síntomas son pensados para intervenir. Según se aprecia, para Fernández (2010)( 6), los síntomas son una suerte de enemigo que hay que combatir, en tanto que en psicoanálisis “el síntoma es algo muy preciado, porque cada síntoma es el lenguaje cifrado de una verdad del sujeto, por eso no se pretende eliminarlo, se pretende que el síntoma hable, revelando la historia que propició su información” (Leal, 2011, p. 166). Miller explica, en una conferencia de 1989, esta visión del síntoma que los psicoanalistas tienen diciendo “cuando algo para ellos [los analistas] se puede llamar “un síntoma”, es, realmente, adoración. Lacan había notado que la primera ortografía de symptôme en francés, […] se podía oír en francés como “el santo hombre”, “hombre santo”” (2014). Más allá de calificar y eliminar al síntoma, lo que el psicólogo tendría que hacer, en opinión de quine ahora escribe, es entenderlo; o, en todo caso, utilizarlo para su consultante logre entender algo sobre sí mismo. Quizás sea una aspiración aún lejana la de pensar que, en algún momento, contaremos con un método que nos permita propuestas como la de Fernández (2010) merecen todo el respeto científico y ético, pues están enmarcadas en modelos psicológicos revisados durante años. Está, por otro lado, el incesante surgimiento de propuestas poco serias como la psicomagia o las constelaciones familiares que también se jactan de obtener buenos resultados en plazos breves. No estamos, en esta ocasión, refiriéndonos a este último tipo de prácticas; sino sólo a las que han operado éticamente, como la que propone Fernández. 6 Como para modelos psicológicos distintos al psicoanálisis.

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hacer justicia a dos conceptos incompatibles de base: profundidad y velocidad. Pero el estudioso de la mente tendría que saber que su trabajo es intemporal y que está más allá de la dinámica ruin que en el mundo imponen los dictadores del consumo. La intervención en crisis (al igual que las terapias cognitivo conductuales) sin duda son aportes científicos de gran utilidad; pero en psicología, si queremos preservar el sentido humano de la tentativa, debemos tener claro que eso, la utilidad, no es un fin que nos acomode.

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Conclusiones El presente trabajo ha pretendido marcar una postura frente al tema de las propuestas de intervención en crisis a partir de lo revisado en el texto de Fernández (2010). Nos hemos detenido no en la parte práctica de la propuesta, sino en la concepción teórica y en el fundamento de su surgimiento a la luz de la dinámica social imperante en el mundo.

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Referencias Cuarón, A. & Klein, N. (2007) The shock doctrine Recuperado de http://www.youtube.com/watch?v=_nNJM0kKrDQ Estrada, L. (2014) La dictadura perfecta. México: Bandidos films. Leal, V. (2011) Ejercicios de escritura. Distrito Federal: Ediciones de la noche. Miller, J. (2014) Del saber inconsciente a la causa freudiana. Recuperado de http://www.youtube.com/watch?v=wVDpGdqVbA8 Moore, M. (2004) Fahrenheit 9-11. Recuperado de http://vimeo.com/16049739 Sucreranda Hugo Chávez Venezuela (2012) Rafael Correa vapulea a Anita Pastor en los desayunos de TVE. Recuperado de http://www.youtube.com/watch?v=zMQEvZ4itoo

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