AUNIA 23

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La Casa del Cordon en Vitoria-Gasteiz

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En una sociedad como la actual, en la que el éxito personal y el reconocimiento público son tan deseados como el hijo que no llega, hay que dar la bienvenida al PREMIO LANDAZURI 2007, una distinción que la Sociedad Landazuri de Vitoria-Casteiz ha tenido a bien concede a AUNIA KULTURA ELKARTEA en la modalidad colectiva. Se trata, quizá, de la más importante distinción que se concede en Álava, y nos llena de ilusión recibirla en nombre de todos aquellos que formamos parte de la familia Aunia: colaboradores de nuestras páginas:

escritores,

investigadores,

arqueólogos,

historiadores,

etnógrafos, filólogos, geólogos, fotógrafos, dibujantes; los suscriptores y también quienes compran la revista cada trimestre -y quienes la leen sin comprarla o se acercan de vez en cuando a ella-; y las empresas anunciantes, públicas y privadas, a quienes debemos la financiación del proyecto, porque TODOS SO M O S AUNIA. AUNIA es un proyecto cultural mucho más amplio que lo que refleja la revista. Ahí están las Jornadas Históricas de Ayala, los cursos monográficos de Luiaondo, las Jornadas de Patrimonio Europeo, los libros y facsímiles publicados, y las inspecciones e intervenciones arqueológicas como la más reciente del castillo de Untzueta (Orozko), una labor que no hubiera F


Javi BeitiaOltbarria, nacido enOrozkoyvecinodeAmurrío. posa engalanadocontaIkurriña yelArrano Belaa N.“ 23 Zk UDA F u n d a c ió n S a b in u - jíiu iu M ik c l Gorruncatcrgi R o b e r to G o n z ilc z d e V iñ asp rc T o t i M a rtín e z d e D a n ie l Pérez J o s u P c r ia n a J o s u T u ru ce ta P atx i Z a b a le ta

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8 La heráldica

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deVasconia: historia delArrano Beltza Pa t x ! Z a b a l e t a

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30 El origen de la Ikurriña !TL:NA.M)S5-jgK

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56 Algunos nombres lantri r • • r£^r-

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76 La Casa del Cordón ■2Í2ÜÍÍSS

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110 El pino radiata Da n ie l P ĂŠrez

124 Xabier, el santo navarro M ik e l G o r ro tx a te g i

132 Publicaciones recibidas 134 Nuestras publicaciones


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LA H E R Á L D I C A DE VASCONIA

Se ha repetido hasta la infinidad que el origen del actual escudo de Navarra tiene su origen en la batalla de las Navas de Tolosa (Jaé n. 1212) y que hasta entonces un águila, la bandera del arrano beltza nos representaba a los vascos. En realidad, la historia de nuestros símbolos es más com pleja y debe analizarse con una profundización m ayor de la habitual.



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Arrano 6eltza


EL ARPATTG BELTZA En la batalla Atapuerca d e 1054 e l hijo m ayo r y heredero d e S a n c h o III e l Mayor. G arcía e l d e Nájera fue a p re sa d o y muerto por su herm ano Fe rn a n d o . C o n d e de CoetlUa. q ue s e había su b le va d o contra él. En t076 en P eña lén (Funes-N avarra) se com etió por parte de su s familiares e l regicidio por despeñam iento d e G arcía S á n ch e z, nieto d e S a n c h o III y e l reino de Navarra entró en una gran turbulencia.

E L M ITO D E L T E S T A M E N T O de Sancho el Mayor, según el cual habría dividido su reino entre sus hijos no es más que una falsedad urdida para buscar la legitimación en la transformación de Castilla y Aragón de condados a Reinos siendo así que luego, como escribió Arturo Campión, los descendientes tra­ tarían de engullir al antecesor. Un pariente de la familia real, oriun­ do del Pirineo aragonés, llamado García Ramírez, y que luego recibiría el sobre­ nombre de "el Restaurador" fue elegido soberano por los nobles e infanzones na­ varros y dio origen a una nueva estirpe

de tres reyes, cuyo escudo familiar era un águila real, negra, mirando de costado, las alas plegadas y con las garras como manos abiertas; el Arrano Beltza. Debemos la primera forma documen­ tada de este símbolo a un documento de Sancho VII el Fuerte. Abandonada al olvi­ do, fue recuperada y traída a la actuali­ dad como bandera de Euslcal Herria por el historiador y político Telesforo Mon­ zón. Sancho VI, el Sabio, hijo del Res­ taurador, consolidó el nuevo mapa del reino, sufriendo la pérdida de buena par­ te de La Rioja, que sin embargo siempre

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siguió siendo revindicada. La consolida­ ción del reino se operó con el fortaleci­ miento de la parte occidental que Urzainki Mina y Olaizola acertaron a de­ nominar la "Navarra marítima" y en don­ de destacaba por su importancia la plaza fuerte de Gasteiz, denominada por Sancho VI "Uitoria" o “Vitoria". Es en esta época cuando el territorio empieza a de­ nominarse definitivamente Navarra. García el Restaurador, Sancho VI el Sabio y Sancho V II el Fuerte tuvieron el Arrano Beltza como escudo y sello fami­ liar. Ahora bien, puesto que en la term i­ nología medieval los soberanos se definían como “ propietarios del reino", su escudo o emblema personal pasaba a confundirse con el propio escudo o pen­ dón del reino. Así es que el Arrano Beltza o escudo familiar del águila negra pasó a considerarse o ser tenido como el escu­ do del reino de Navarra en algunas oca­ siones. Por ello, después de su muerte, ocurrida en 1234, el escudo del Arrano Beltza pasó a ser utilizado por uno de sus hijos naturales, Martín de Montagut.

Tumba d e S a n c h o Vil e l Fu erte en O rreaga (R o n ce sva lle s)

El sello personal de Sancho Vil con el

Arrano Beltza -una especie de anillo con el que lacrar y sellar sus comunicados y escritos, como signo de veracidad- se conserva en el archivo nacional de París, a donde fue llevado desde Pau en el siglo XVI. Con dicho sello, cuya copia fue logra­ da por el historiador Martín Larrayoz, se hizo el documento-recordatorio de Telesforo Monzón como él mismo lo ha­ bía indicado como deseo post mortem. A Sancho VII le sucedió como rey de Navarra su sobrino Teobaldo I, hijo de su hermana Blanca. Había tenido varios hijos en su matrimonio, pero todos ellos le premurieron dramáticamente, el ultimo en un accidente de caza matado por un oso. Teobaldo I y luego su hijo Teobaldo II ya no utilizaron el Arrano Beltza sino que iniciaron la utilización oficial del escudo de las cadenas. La interpretación de que son cadenas y de que simbolizan la par­ ticipación de Sancho VII el Fuerte en la batalla de las Navas de Tolosa de 1212, se hizo con mucha posterioridad.


Previamente, Sancho VII el Fuerte, úl­ timo rey de Navarra en Durango, Gasteiz y Donostia, perdió la parte occidental de su reino en una guerra que acabó con la capitulación de Gasteiz en 1200. El ulti­ mo tenente de Navarra en Gasteiz, Martin Ttipia, entregó la plaza después de un asedio de dos años y de una larga negociación en la que Navarra para recu­ perar los castillos de Irurita, Marañón, Zuñiga, Intzura de las Ameskoas y Miranda de Arga hubo de entregar las plazas fortificadas de Trebiño, Portilla e Iruña 01<a en Araba y Aitzorrotz en Cipuzkoa que habían seguido bajo su do­ minio. Trebiño fue a parar a la propiedad de la casa de los Lope de Haro, señores de Bizkaia, que habían sido al principio vasallos de los reyes de Navarra, pero luego se convirtieron en sus acérrimos enemigos al servicio de Castilla. Ése es el origen de la excepción de Trebiño con respecto a Araba. ¿Sería sólo una broma el reivindicar la devolución de Treviño a Navarra o pedirían a cambio la entrega de Miranda de Arga o así a Castilla?

La guerra en la que Navarra perdió lo que actualmente es la Comunidad Autónoma Vasca se inició por el afán ex­ pansivo de Castilla, que firmó con Aragón a lo largo del siglo XI hasta cuatro acuer­ dos para liquidar y repartirse Navarra, el último de los cuales, el de Calatayud de 20 de mayo de 1198 determina con pre­ cisión el reparto de Navarra, pueblo a pueblo, entre Castilla y Aragón. Con toda probabilidad es también un mito interesado el de que Sancho Vil, du­ rante la batalla de Gasteiz de 1198 a 1200 anduviese enredado en amoríos por tierras musulmanas. Lo que pasa es que tal mito les interesaba tanto a los castellanos para urdir la red argumenta­ rla de la legitimación de su conquista mi­ litar, que 167 años más tarde daría lugar en la cofradía de Arriaga al invento acrónico de la “voluntaria entrega de VitoriaGastelz” al Rey Alfonso VIII de Castilla. Tan evidente era para el rey castellano que lo que había llevado a cabo era una conquista pura y dura que cuando cayó enfermo en el año 1204 hizo testamento


Ă€ Arrano fieltz a e Im agen d e l rey con idĂŠntico motivo en e l


e scu d o en la tumbo d e ĂŠ ste en O rreaga (fio n ce sv a lle s)


Im agen en la portada d e S a n M iguel d e E s te lla d o nd e s e represen ta e l e scu d o d e la s c a d e n a s con anteriorid ad a la Éxjtalla d e la s N avas d e Tolosa (1212). E llo co n trad ice la ex p licació n m ós extendida d e l origen d e e ste sím bolo


ordenando a sus sucesores que devolvie­ sen lo conquistado a Navarra. Pero no murió, sino que sanó y cambió el testa­ mento, el cual hace algunos años fue pu­ blicado por el historiador Ubieto. La falsedad del mito de los amoríos de Sancho Vil es correlativa con la false­ dad del mito de la voluntaria entrega. SanchoVIl vendió su palacio de Pamplona para poder financiar la guerra y luego si­ guió luchando contra Alfonso VIII en Gascuña en defensa de los derechos de su cuñado del legendario rey de las Cruzadas, Ricardo Corazón de León, sobe­ rano de Aquitania casado con Berenguela de Navarra. En la negociación de la capi­ tulación uno de los dos representantes del monarca de Pamplona fue el obispo de esta ciudad. García Fernández, el cual era precisamente el menos indicado para poder acudir a tierras sarracenas. Dicen algunos textos -todos ellos muy posteriores a los hechos- que Sancho VII ordenó la capitulación de Vitoria-Gasteiz para "evitar males mayo­ res y a ia espera de otros tiempos, ya que por el momento no podía acudir en su auxilio". Seguramente, en tal orden de rendición -que se luego disfrazó con la leyenda de los amoríos- escondía que él mismo ya estaba sitiado. ¿Por qué si no, el apodo de "el encerrado" que ya le da­ ban sus contemporáneos? Y ¿dónde estuvo "encerrado" Sancho VII, en la hipótesis de que lo hubiesen te­ nido sitiado? A mi juicio, la respuesta más lógica a esa hipotética pregunta es la que pudo estar rodeado en las plazas fuertes de Laguardia, Labastida y Buradón. ¿En qué se basa tal teoría? En primer lugar, por cuanto es conocido que Alfonso VIII estableció su campamento en Miranda de Ebro y atacaba desde allí. En segundo lugar porque sin embargo no llegó a entrar en Gasteiz. Pero sobre todo por cuanto Navarra mantuvo su sobera­ nía en todo lo que ahora se llama la Rioja alavesa y que entonces se llamaba la Sonsierra Navarra.

Efectivamente, la Sonsierra siguió per­ teneciendo a Navarra hasta 1467, es de­ cir dos siglos y medio largos después de la capitulación de Gasteiz y la pérdida de la costa cantábrica. Por eso en las Iglesias de Laguardia de Navarra -ahora llamada Laguardia de Álava-, Labastida y Oion aparece ya el escudo de las cadenas. Mención especial merece San Vicente de la Sonsierra, que 267 años después corrió la misma suerte que Trebiño para su desanexión de Álava, con la diferencia de que del feudo de los Condes de Haro pasó a la provincia de Logroño y no a la de Burgos. El Arrano Beltza, a pesar de toda las limitaciones que impone la verdad histó­ rica, es el emblema de un soberano, pro­ bablemente muy complejo como persona, con terribles activos y pasivos, pero que sintió y transmitió muy profun­ damente el sentimiento de integridad del solar patrio, que él entendería en aquel tiempo como feudo familiar o de la casa. Guerreó sin éxito por La Rioja, lu­ chó por conservar la Navarra Marítima y asentó sus dominios en Iparralde, pues además de la Sexta Merindad, -la de Garazi-, consiguió la subordinación del Bearne y Zuberoa y estableció un domi­ nante protectorado sobre los comercian­ tes bayoneses. Aunque también es cierto que después de ser excomulgado consi­ guió que uno de sus numerosos hijos extramatrimoniales fuese nombrado obispo de Pamplona, sin dejar nunca de ejercer la soberanía en uno de los reinos de Taifas, Albarracín, a través de sus súbdi­ tos los Azagra. Costeó, quizá con impuestos que co­ braba a los musulmanes de Valencia des­ de Albarracín, la construcción de la magnífica catedral de Tudela, en sustitu­ ción de la anterior mezquita. En su puer­ ta de entrada se esculpieron en piedra a cada lado un magnífico escudo de cade­ nas, que se conserva en magnífico esta­ do y otro del Arrano Beltza, que fue borrado...

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EL ESCUDO DE LAS CADErjAS Y EL DIAHIATITE VERPE E l actual e scu d o d e Navarra, fondo rojo so bre e l q ue h ay d o s cruces d e c a d e n a s d o ra d a s, q u e se juntan en un nudo verde es, sin d u d a , d e los más originales. Ahora lleva en la parte superior una corona. F ra n c o le im puso a am bo s lad o s la "la urea da”, por h a b e r sido en la sublevación militar de 1936 la primera región en levantarse contra e l legítimo go biern o d e la R epública; "laureada" q u e q u e d ó a b o lid a por el Parlam ento d e Navarra en 1982.

LA iNTERPRETACiÓN H IS TÓ R IC A y propagandística de este escudo, luego pendón y aliora bandera de Navarra, es la de dos cruces de cadenas sobre el fondo rojo del pendón histórico de los navarros, con una piedra verde en el ángulo central. Las cadenas representan a aquellas, con las que estaban atados los guerreros que protegían en un cerco defensivo, la tienda de campaña de Mohamed Aben Yacub, el rey Miramamolín, líder del ejército sarra­ ceno en la batalla de las Navas de Tolosa

de 1212. El brillante o piedra preciosa ver­ de del centro del escudo sería el diaman­ te que llevaba Miramamolín, en la frente y que se lo habría quitado Sancho VII o que lo habría perdido en su desesperada huida. Toda esta argumentación se basa en una carta de Sancha de Castilla a Sancha de Champagne, hermana de Sancho el Fuerte, en donde se relata -pro­ bablemente por halagar a ésta- cómo su hermano, el rey Sancho, había saltado por encima de los guardianes negros y que.

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TTas derrotar a l rey moro Mlramomolín, S a n c h o VII le arreb ata e l diom ante verd e y la s g ru e sa s ca d e n a s, sím bolos d e l a ctu a l e s c u d o d e N avarra. R ep re se n ta ció n d e la m uerte d e MIram am olín. con la s c a d e n a s y diam ante verde, en la vidriera d e O rreago


tras salir de modo heroico de aquel lance, decidió quedarse con las cadenas como recuerdo de aquella hazaña personal. De las cadenas, quedan muchos trozos de ellas: hay trozos en Roncesvalles, donde está el sepulcro de Sancho VI!; hay en la propia Diputación Foral de Navarra y has­ ta dice la leyenda que son de las Navas de Tolosa las del monumento de los Fueros, que por cierto fue construido en 1903. En cuanto al diamante arrebatado al rey moro Miramamoltn -del que se decía que era el único diamante verde del mun­ do- se conserva también en el Tesoro de la Colegiata de Roncesvalles una piedra verde, pero en realidad es una esmeralda. Sancho VII murió en Tudela, donde había vivido su tercera edad. Lo hizo ro­ deado de inmensas riquezas, cuyo origen constituye también una incógnita. Mantuvo siempre una conciencia trágica por la pérdida Gasteizy de los puertos de mar de Navarra, algo que nunca asumió. Vivía atormentado y desesperado por esa pérdida y no dejó de urdir alianzas y es­ trategias baldías hasta su muerte, tal como lo refiere Francisco Salinas Quijada en su biografía sobre el rey ‘‘encerrado”. Otra de las incógnitas de Sancho VII es la razón de su participación, a todas luces decisoria en la batalla de las Navas de Tolosa, en ayuda de su enemigo acé­ rrimo Alfonso VIII de Castilla. ¿Esperaba que le devolviese lo arrebatado? Puede que así fuera, pero lo cierto es que sola­ mente le devolvió el alto Ega, y en con­ creto las localidades de Cenevilla. Toro y Meano. También está históricamente acreditado que el rey de Navarra fue ob­ jeto de enormes presiones desde el Papado de Roma, que ya en 1096 le ha­ bía hecho objeto de una excomunión en apoyo y beneficio de los castellanos y aragoneses conjurados contra éL El hecho es que Sancho VII dibujó y fortificó las tres cuartas partes del actual mapa de Navarra, al que el historiador Urzainqui Mina ha denominado con acierto "la Navarra reducida". Desde lo

que resultó tras la pérdida de la parte oc­ cidental del reino, las diferencias son la pérdida de la Sonsierra Navarra, -desde 1467 parte de la Rioja alavesa- y la divi­ sión entre lo que conocemos como Iparralde y Hegoalde, consecuencia de la conquista de Castilla en 1512. Sancho VII dedicó su reinado desde 1200 hasta 1234 a fortificar la línea divisoria con Castilla utilizando en ello sus enormes recursos. Sancho VII utilizó también sus fortu­ nas en ir comprando uno a uno los casti­ llos y plazas fuertes que le habían sido arrebatados por el rey de Aragón Pedro I el cual, por lo que parece, siempre anda­ ba necesitado de fondos. Recuperó por compra Burgi y Aibar pero además ad­ quirió Petilla de Aragón -ese es el origen de ese anacronism o-y también adquirió varias plazas fuertes dentro de lo que hoy es Aragón, como Gallur. La cuestión que a nivel de análisis del escudo ha de hacerse es, sin embargo, la siguiente: ¿son realmente las cadenas y el diamante que refiere la leyenda de las Navas de Tolosa lo que aparece reflejado en el original escudo de Navarra? ¿De cuándo data el fondo rojo? De la bandera roja de Navarra, ahora convertida en "fondo rojo", la primera noticia que se relata es la de que los sol­ dados del rey de Navarra Carlos II el Malo, cuando intentó adueñarse de Paris a mediados del siglo XIV, llevaban en las boinas distintivos de ese color, según re­ fiere Martin Larrayoz. Es el mismo Carlos II el Malo quien también protagonizó un intento de restauración territorial y re­ conquistó las provincias de occidente, aunque luego las volvió a perder. En 1904 -con posterioridad a la in­ vención de la ikurríña- la Diputación Foral de Navarra pidió un informe a los eruditos historiadores Arturo Campión y julio Altadill sobre cual debía ser conside­ rada la bandera de Navarra. Ambos polí­ grafos euskaltzales hicieron un informe que dio origen al acuerdo de que la ban­ dera de Navarra es la de las dos cruces de

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cadenas con el diamante de Miramamolín en al ángulo de conjunción. A este pen­ dón o bandera se le coloca de forma se­ parada y en la parte superior una corona, como simbología del reino. Pamplona tiene como escudo el león, símbolo muy común en la heráldica y que significa reino, igual que lo tiene Baiona y numerosísimas ciudades a lo largo y ancho del mundo. Pero volviendo a responder a la cues­ tión planteada sobre si realmente son las cadenas de las Navas de Tolosa de 1212 las representadas en el escudo de Navarra, tenemos que hacer nuestras las dudas planteadas por Martín Larrayoz en su historia de Pamplona o Javier Fortún en su biografía de Sancho Vil. Efectivamente, hay varios testimo­ nios esculpidos en piedra de escudos con

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el dibujo de las cadenas que son ante­ riores a la batalla de 1212: uno es un elemento de la portada de la iglesia de San Miguel de Estella (s. XII). Otro es el escudo de un ángel, también en piedra, en Fitero. Además existe una estatua ecuestre de Sancho VI el Sabio conser­ vada en Tudela. Fuera de las fronteras navarras, existe también en la catedral de Charters (1164) y en el monasterio de Monreal en Sicilia (1183) puesto allí como detalle de cortesía por el casamiento, antes de las Navas de Tolosa, de Margarita de Navarra -hermana de Sancho VI el Sabio- con el monarca siciliano Guillermo I. Pero además, las cadenas del escudo navarro ya están representadas en las lla­ madas Biblias de Pamplona, ilustradas y publicadas en 1197.


En O rreaga s e co n servan lo s restos d e u n as c a d e n a s. 3 e d ice q u e son la s que e l rey S a n c h o v il arreb ató a l derrotado Miram am olín en la b a ta lla d e la s N avas d e Tolosa (Ja é n )

D etalle d e la vidriera en e l m ousoleo d e S a n c tio v il en O rreaga

Fortún recoge la idea ya expresada por otros historiadores de que quizá en vez de cadenas fueran al principio cos­ turas de retales de cuero con los que, sobreponiéndolos a armadura de ma­ dera se hacían los escudos. En la referi­ da escultura ecuestre de Sancho VI, el cual murió en 1194, parece efectiva­ mente que se trata de gruesas costuras entre retales de cuero. A ello se une el que Sancho VII nunca utilizase como propio el escudo de las cadenas refe­ rente de una hazaña de la que como dice Salinas no se sintió orgulloso sino arrepentido. Todo ello no enerva el hecho de que haya sido una enseña entrañablemente querida por todos los navarros e incluso por todos los vascos y que tiene una es­ tructura común con la estrella vascona y

la ikurriña. Cadenas que aparecen tam ­ bién en la sexta merindad y en la Sonsierra navarra pero que de alguna manera no representan la territorialidad que agarra con sus manos y sus alas el

Arrano Beltza. Cuando Martin Ttipia, el último te­ nente de Navarra en Gasteiz rindió la plaza sitiada, cumpliendo las órdenes del rey, ei Arrano Beltza quedó encadenado. Lo cierto es que Martin Ttipia siguió siendo un leal e importante vasallo de Sancho VII y que quizá el Arrario Beltza solamente quedó enredado en costuras medievales. Sin duda de que la propuesta emble­ mática urdida junto con el viejo Telesforo Monzón engarza con un vínculo de suti­ les sugerencias una reivindicación políti­ ca y cultural con las leyendas históricas.

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LAS OTRAS HERALDICAS DE EUSKAL HERRIA L o 5 e sc u d o s de Bíz4<aía. d e G ípu zkoa . d e Zubero a o d e Laburdi igual q u e los d e A rab a y los d e c a d a una d e la ciu d a d e s y pu e b lo s d e nuestra tierra tienen su htistoria, sus explicaciones y sus particularidades. Lo mismo suce d e con la lieráldica d e los linajes y c a s a s a lo largo y a n clio d e l territorio.

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LA E D A D

M E D IA H U B O

numerosísimos litigios por cuestiones de heráldica siempre ligadas a cuestiones de nobleza y muchas veces con consecuen­ cias económicas. Pero desde el punto de vista del con­ junto deVasconia ocurre Igual que en el campo gemelo de la numismática que debemos recurrir a la historia del que fue el reino de los vascones como le llama­ ron los omeyas de Córdoba y los carolingios al reino de Pamplona. El apelativo de nafar Navarra es utilizado por prime­ ra vez en el siglo IX por el monje Eguinardo, biógrafo de Carlomagno, se­

gún refiere Pierre Narbaitz. El propio Pierre Narbaitz en su interpretación de la batalla de Roncesvalles, en el libro ti­ tulado Orrla se lamenta de que en los oscuros siglos VII, VIII y primera mitad del IX casi todo lo que sabemos de los vascos es por lo que otros cuentan de nosotros. Lo cierto es que los escudos com­ puestos como por ejemplo el del Gobierno Vasco o el de la propia Udalbiltza dejan a un lado los intentos de simbolizar el conjunto de Vasconia como lo fue el lauburu o como se ima­ ginó con el Arrano Beltza o, como en

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Peq ueño monumento en lo plazo de Lakuntzo (N aforroo)

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la teoría defendida ampliamente en el movimiento Nabarralde, podría hacer­ se con el escudo de las cadenas. A ello se une que el Gobierno de Navarra interpuso ante el Tribunal Constitucional un conflicto positivo, el n ° 22/1982 contraía resolución de que en el escudo de la Comu­ nidad Autónoma Vasca se hubiera creado un cuadrante con las cadenas. Dicho pleito acabó con la sentencia 94/1985 de 29 de julio en la que se pro­ híbe la utilización de las cadenas a la Comunidad Autonómica Vasca. La defen­ sa de la CAV no fue tan hábil como hu­ biera sido deseable ya que, si hubieran datado sus escritos en Laguardia y hu­ bieran reflejado los escudos esculpidos en sus iglesias y palacios, habrían podido utilizar otros argumentos más eficaces. Además choca en sobremanera que aquellos que no transigen con que su

escudo se utili­ ce en otro si­ tio que no sea Navarra, y me­ nos para re­ presentar a Gipuzkoa, Bizkaia y Ara­ ba, no pongan ningún obstácu­ lo para que sí lo haga cuando se les re­ presenta por medio del escudo del reino de España, tal y como ahora mismo pueden verse en las capitales Donostia, Bil­ bao o Gasteiz. Lo que les preocupa es que las cadenas figuren en Donostia o en Gasteiz o Durango, ciudades funda­ das por los reyes navarros, sin estar en­ jauladas en el escudo del imperio castellano. La historia de Navarra desde la ver­ dad es una atalaya desde la que se ve el camino del futuro. PATXIUBALETA Historiador


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"HAR1T2AREN AZALERA ZEHATZA" Abenduak 12 Diciembre

"M USICALL"

"LA EXACTA SUPERFICIE DEL ROBLE'

Azaroak 8 Noviembre

Abenduak 13 Diciembre

AufTitoaalnwnci/

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nuemeww/wtudUEiA venta de entradas

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Biañezeko eliza zaharra

a iglesia vieja de Biañez

XV-XVI mendeetan eraiki zen, lurraldearen berezko estiioan. Ondoko elementuak nabarmendu behar ditugu: portale gotiko zorrotza, burualdea estaitzen duen gurutze-ganga gotikoa, eta bertan irekitzen diren baoak. Fue construida entre los siglos XV-XVI, en estilo propio del territorio. En él cabe destacar los siguientes elementos: su portada gótica apuntada, la bóveda de cruceria gótica que cubre la cabecera y los vanos que se abren en ésta.


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Halere, elizaren elementurik bereziena buruhorm ako balizko erretaula margotua da,

ryn iúiiei^eiiuujurTs AMBASAGUAS ' \ I PfT»H * ' AMEDO

eskualdeko ondarearen adibide bakanetako bat. Margolan horretan Kristoren Pasioaren, Azken Afariaren eta San Andresen Martiritzaren 12

K A R R A N TZ A H A R AN A VALLE DE C A R R A N Z A

irudi ageri dira. 90 metro karratu dauzka

margolanak, eta 1535-1540 urteetakoak dira. Margoianak 1993an zaharberritu ziren. Pero el elem ento que confiere mayor SA R BID EA Karrantza udalerrian BI-630 errepidetik sartuz gero, Callejo auzora iristean, eskumako saihesbidea tiartuko dugu, Bianez auzora iristeko. Eliza bidearen ezkerretan dago, hilerriaren ondoan,

singularidad al conjunto es el fingido retablo pintado del testero, ejem plo infrecuente dentro del patrimonio regional. En él se representan 12 escenas d e la Pasión de Cristo, la Última C ena y el Martirio de San Andrés. Son unos 90 metros cuadrados pintados y datan de 1535-1540. Las pinturas fueron restauradas en 1993.

Una vez dentro del municipio de Carranza por la BI-630. al llegar al barrio d e El Callejo, tomaremos un desvío a la derecha que nos conducirá al barrio de Biañez. La iglesia se encuentra a la izquierda de la vía, junto al cementerio.

BtSrrATZEKO OROUTEGIA

HORARK>$ DE VIStTA SÁBADOS, DO M IN GOS Y FESTIVOS; 12.00-14:00 Y 16;00-18;00 H. HORARIO DE VERANO: 15 OE JU N IO A 15 DE SEPTIEMBRE. MARTES A DOM INGO: 12:00-14:00 Y 16:00-18:00 H. TELÉFO NO DE INFORMACION: 696 34 2901.



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UN ORIPEN VIZCAINO Aún se escribe que la ikurriña fue esbozada en el *Café Iruña' de Pamplona y exhibida por vez pri­ mera en Castejón, durante el entu­ siasta recibimiento que miles de navarros hicieron a los diputados que habían ido a Madrid para fre­ nar una reforma -a n ti-fo ra l y lesi­ va para N avarra- impulsada por el entonces ministro de Hacienda, Germán Camazo.

texto « JOSU TllRUCFTA « SABINO ARANA FUNDAZlOA HÜSEG DEL NACIONALISMO VASCO

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A CONFVSIGN VIENE DE LEJoS.

EN LAS PAGINAS ANTERIORES. PAÑUELO DE SEDA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO X X CON LA IMAGEN DE SABINO ARANA RODEADA POR LOS DISEÑOS DE BANDERAS QUE REALIZÓ SU HERMANO LUIS ENTRE 1901 Y 1907 PARA REPRESENTAR A EUSKADI Y A CADA UNO DE LOS TERRITORIOS VASCOS

En e( artículo “ La Bandera nacionalista vulgo Bizkaitarra", que apareció en el se­ manario Patria (29-XI-1903), Daniel de Irujo aseguraba que Sabino "desplegó la bandera bizkaitarra" por vez primera "en los Campos de Castejón". Luis Arana des­ mentía esta versión en 1916: "La bandera izada allí ¡en Castejón] fue la que con el diseño que se hizo en una mesa del café de iruña la noche del sábado (17 febrero 1894) al domingo, fue confeccionada por manos nabarras


ANVERSO Y REVERSO DEL ESTANDARTE QUE ESTUVO PRESENTE EN LOS CAMPOS DE CASTEIÓN. DISEÑADO EN EL CAFÉ IRUÑA EN U NOCHE DEL 17 DE FEBRERO DE 1894 Y QUE NADA TIENE QUE VER CON LA BANDERA DE BIZKAIA

EN EL SECUNDO TERCIO DEL SIGLO X V II, TANTO LOS REGIMIENTOS DE LA RECIÉN ESTRENADA DINASTÍA BORBÓNICA HISPANA COMO LOS BARCOS DE BILBAO USABAN BANDERA BLANCA CON U CRUZ DE 8 0 RC 0 Ñ A 0 DE SAN ANDRÉS. ASÍ PUEDE VERSE EN LA GÓNDOLA DEL CONSULADO BILBAINO DE ESTE CUADRO PINTADO POR PARET

con aquella diligencia que obtuvo nues­ tro agradecimiento. Y consistía en una cruz roja de San Andrés sobre fondo blanco, por un lado, ostentando una ins­ cripción en euskera y español alusiva al acto en el otro. (...) "el diseño a que alu­ do lo hicimos Sabino y yo, y con noso­ tros se hallaban en la misma mesa del café nuestro respetable amigo don Estanislao de Aranzadi y un señor doctor médico que creo se llamaba Coikoetxea. Y estos señores se encargaron de que di­ cha insignia, en forma precisamente de

JAUN-GOiKUA ETA LAGI-ZARRA. BIZKAITARRAK AGURREITEN DEUTSE NAPARREi. DIOS y LEY VIEJA. BIZKAYA ABRAZA A NABARRA.

estandarte, nos la confeccionaran en un par de horas, pues debíamos salir a las dos de la madrugada aquella imborrable noche del entusiasmo nabarro para Castejón, a la misa de campaña. En nues­ tra casa de Albia se conservó muchos años ese estandarte, hasta que en uno de tantos registros policíacos se ocultó para quizás ya no volverle a ver". Se trataba, pues, de una bandera cua­ drilonga, de las usadas a modo de insig­ nia por las corporaciones, civiles o religiosas, asegurada en una vara de su ancho y pendiente de un asta formando cruz con ella. "En lugar de Fueros se puso Ley Vieja a ruego de varios señores de la Comisión de Recepción, -anota Sabino en el número 6 de Bizkaitarra- que juz­ garon preferible traducir literalmente el lema euskérico y más significativa y apropiada la segunda forma". Costó "unas 35 pesetas" pero Sabino prefirió abonar diez duros, “por la tardanza" en el pago. Manuel de Irujo sostenía que fue su tía Juana de Irujo -esposa de Estanislao de Aranzadi, llamado el ‘alma de 'la Gamazada’- quien confeccionó el estandarte: es probable que hiciese algún retoque, pero intuimos que fue un sastre pamplonés. Los comisionados bizkainos usaron un distintivo en la solapa "com­ puesto de hoja de roble, con lazo rojo y blanco".

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MIEMBROS DE LA JUVENTUD VASCA DE SOPUERTA CON UNA CURIOSA BANDERA LLENA DE ESTRELLAS EN UNO DE SUS CUADRANTES, A PRINCIPIOS DEL SIGLO X X . LA INDETERMINACIÓN DE UNA BANDERA OFICIAL FAVORECIÓ LA CREACIÓN DE INNUMERABLES ENSEÑAS POR LAS ORGANIZACIONES NACIONALISTAS DE LAS DIVERSAS LOCALIDADES VIZCAÍNAS

ESCYDo Y BÄNDERÄ DE BiZKSiff En 1892 Fidel de Sagarminaga publicó én Bilbao El Gobierno y Régimen Foral del

Señorío de Vizcaya desde el reinado de Felipe II hasta la mayor edad de Isabel II, en ocho volúmenes; se basó en los libros originales de acuerdos de Juntas Generales, Regimientos y Diputaciones. En ellos se alude a la bandera del Señorío en varios años (1559, 1575. 1596...) Arana-Goiri cita en cuatro ocasiones esta obra, pero era tal su prevención contra el autor que ni siquiera la leyó en su inte­ gridad: en otro caso tanto Sabino como Luis de Arana no hubiesen opinado que Bizkaia careció de "bandera suya propia".


Carmelo de Echegaray, y otros autores, suponen que fue carmesí, ostentando por un lado el escudo de Bizkaia y por otro las armas reales. Aunque en 1935 se dijera, a humo de pajas, que los Arana habían consultado libros de los heraldistas Bouton y Gourdon de Genouillac para diseñar la ikurriña, tenemos buenas razones para creer que manejaron, primordialmente, una obra de la que disponían en su casa de Abando: el Diccionario Enciclopédico

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Hispano-Americano de Literatura, Ciencia sy Artes que Montaner y Simón edi­ taban en Barcelona: entonces la mejor de su género en castellano. El tomo ter­ cero apareció en 1888: en el mismo se define: "La bandera no es otra cosa que la reproducción del escudo, armas o bla­ són de un Estado, de una familia, de un bando, partido, etc., puesta en alto para que sea más visible así a los amigos como a los enemigos”. Es lo que intentó hacer Sabino con la ikurriña; "la [bande­ ra] que tenemos los nacionalistas no es tampoco inventada por nadie, sino ex­ presión exacta del Lema y el Escudo", escribió. Sabino de Arana hizo una lectura muy particular del escudo, pues el que 'reproduce' en la bandera es su versión del escudo. Cambia el tradicional campo de plata (blanco) por el rojo. Arana-Goiri creía que er'prim itivo escudo" de Bizkaia fue “sobre fondo rojo cinco torres de plata, sobre cada una de las cuales aso­ maba un hombre tañendo una bocina", que se menciona en la crónica de Ibargüen-Cachopín, escrita en el último tercio del siglo XVI. Constituye, en pala­ bras de Mañaricua. "un centón inagota­ ble de fábulas y patrañas", que a Sabino le llegaron a través de Iturriza y otros autores. El fondo del escudo es blanco (plata), pero si le daba ese color al fondo de su bandera coincidía con la de la Sociedad Euskalerria, fundada por Sagarminaga: Sabino se refiere a ella como "un gran

C o(V ücep(cici H L e s n . J(l SeTioric í/í ^ IVskvcv.»

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PORTADA DE LA TERCERA EDICIÓN DEL FUERO DE BIZKAIA, FECHADA EN 1643

pañuelo moquero con una incrustación grande en medio" -en alusión al escudo, que él no incluyó porque la bandera “es fiel trasunto del escudo de Bizkaya" y hu­ biera sido, en su concepto, una redun­ dancia. Reservó el blanco para la cruz (Jaun-Coikua), aunque el escudo tradi­ cional no la incorporaba. El jesuita P. Gabriel de Henao (16121704), en el primer volumen de sus Averiguaciones... (1689) dice: "Son las armas de Vizcaya en campo blanco ó de plata un coposo roble, poblado de hojas y fruto, descubiertas las raíces, dos lo­ bos de ambos sexos, en él atravesados, encima uno de otro, pendientes de las bocas matizadas en sangre, dos corde­ ros".


FRAGMENTO DEL CUADRO DE 1790 EN EL QUE SE PUEDE VER UN NAVÍO DE BILBAO SALVANDO LA FAMOSA BARRA A LA ALTURA DE SANTURTZI, EN SU CASCO PUEDE VERSE UNA GRAN BANDERA BLANCA CON LA CRUZ DE SAN ANDRÉS

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El presbítero doctor Estanislao J. de Labayru (1845-1904) en el tomo III de su Historia General del Señorío de Bizcaya (1899) señala que “la superposición In­ justificada de la cruz procede de la se­ gunda mitad del siglo XV II" (1680) En realidad ya aparece en la tercera edición del Fuero (Bilbao, 1643) a cargo del im­ presor Juan de Huidobro. Pedro de Esteibar, elorriano afincado en Sevilla, obsequió al Señorío con tres mil quinien­ tas láminas del escudo de armas para las portadas. De la ciudad hispalense vino, pues, la intromisión. El heraldista vasco Juan Carlos Guerra (1860-1941) opinaba, en 1917, que la cruz blanca debía ser roja (gules) para evitar la transgresión heráldica de "m e­ tal sobre metal”. Sabino quería hacer una bandera diferenciada, y en el men­

cionado Diccionario Enciclopédico se in­ dica: "La cruz figura en muchas banderas de la Edad Media, y aún se conserva en el pabellón de modernos Estados. La cruz de los franceses y españoles era roja..."; motivo suficiente para que los Arana desechasen esa posibilidad: además, hu­ biera resultado más parecida a la britá­ nica. Según Arana-Goiri, los bizkainos ca­ pitaneados por Jaun Zuria vencieron en Arrigorriaga a "un ejército invasor envia­ do por el rey español Alfonso III, en uno de los años (no es seguro cuál sea) de la penúltima década del siglo noveno"; el combate tuvo lugar "un 30 de noviem­ bre” y por esta razón -escribe Sabino"la cruz llamada de San Andrés, o de brazos oblicuos al horizonte, vino a ser, en memoria de la batalla de Arrigorriaga,


símbolo de (a independencia bizkaina. Nombrado Señor de Bizkaya un busturiano, las Asambleas o Juntas Generales del Señorío llegaron a celebrarse con preferencia en la merindad de Busturia y lugar del Roble de Gernika, en la antei­ glesia de Luno. De esta suerte el Árbol de Gernika pasó a sustituir en el escudo de Bizkaia a las cinco torres primitivas, representándose, en la cenefa, por otras tantas cruces de San Andrés las merlndades." “ En un principio -prosigue Sabino- se colocaron cinco cruces, el número de las merindades antiguas; pero habiéndose más tarde disgregado del Señorío los va­ lles de Orozco, Ayala, Llodio y Okendo, que en un principio debieron de formar una merindad, y formadas las de Zornotza, Bedla y Markina, dichas cruces de San Andrés vinieron a ser siete en vez de cinco'’. Son elucubraciones de Sabino. Labayru apostilla: “ Es una reminiscencia del día en que Baeza [Jaén] cayó en po­ der de los caballeros cristianos. En la con­ quista de dicha ciudad se hallaron muchos vascongados y en el 30 de no­ viembre de 1227, en tiempo de San Fernando, fue tomada la población en­ trando Lope de Haro con 500 caballos en dicha ciudad. Desde entonces, y no an­ tes, la cruz aspada o de San Andrés se in­ trodujo en los escudos de armas de los caballeros, unas veces en los campos, como signo heráldico, otras para orna­ mento de las orlas". También son elucu­ braciones. Refiere Luis de Arana que en una de sus visitas a Plentzia compraron un pa­ ñuelo Inglés de pabellones navales; en­ tre ellos aparecía el de Bizkaia, pero estampado de manera errónea: cruz de San Andrés roja sobre fondo azul, que en realidad fue blanco. Ya en el segundo tercio del s. XV III, en tiempos del primer rey Borbón, Felipe V, los regimientos de la monarquía hispana usaban bandera blanca con la cruz de Borgoña (San

BiZKH¡H EN Lff CONFEDERACION Sabino y Luis Ar;nui crearon la ikurriña (ropresíMitada en el reverso del pañuelo) en 1 8 9 4 . A unque al j)rincip io fue diseñada exclusivam ente para el territorio vizcaíno, poco después íue em pleada como bandera para toda Euskadi (Araba, Bizkaia, Gipu/koa, Nafarroa, Lapurdi, Benabarra y Zuberoa). Los disenos de banderas que se observan en el pañuelo con que abrimos el artículo reflejan la idea de una "coníederaci(')n vasca" sobre ia que teorizó Luis Arana: los estados vascos form aban la confederación de Euzkadi, que tenía su bandera, y a su vez, cada uno tenía la suya (¡ue partía de ia general pero con un distintivo propio en el cuadrante superior i/cjuierdo. E n estos diseños de Luis Arana las seis barras verdes horizontales r e p r e s e n t a b a T i a los seis estados históricos vascos y la cruz blanca a la religión cristiana, como elemento por encim a de tos estados y común a todos ellos. Estos disenos tuvieron una escasa utilización y no llegaron nunca a popularizarse, íle hecho, ¡)ara los anos de la II República apenas se exhibían.

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BANDERA DE LOS "EUSKALERRIACOS” LIDERADOS POR RAMÓN DE LA SOTA (18 9 5)- ESTA BANDERA U HICIERON COMO ALTERNATIVA A LA DE BIZKAIA. TOMANDO EL PABELLÓN DE BILBAO CON LA CRUZ DE SAN ANDRÉS EN VERDE

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Andrés), al igual que los buques de la escuadra o división de El Ferrol. Es la que enarbolaban los navios bilbainos, como puede verse en la falúa del Consulado pintada por Paret, o en este fragmento de un cuadro de 1740 en el que aparece un barco salvando la barra de Portugalete: Víctor Hugo escribió que el rojo y el azul eran los colores favoritos de los vascos. El pintor Ignacio Zuloaga opina­ ba que esos eran los colores vascos. Justo Garete les daba la razón. Quizá Sabino hubiese asentido, pero con el fondo azul le salía la Union Jack, una se­ mejanza que siempre han resaltado los detractores... y que el fundador del na­ cionalismo vasco trató de evitar. Por eso Arana-Coiri tampoco quiso poner la cruz de San Andrés roja, aunque la había lucido poco antes en el estandarte de la Gamazada. Donde sí aparece, también sobre fondo blanco, es en el palio de “ La Jura de Jaun Zuria”, obra de Anselmo de Guinea (1855-1906) premiada en la Exposición Provincial de 1882. Este cua­ dro seguro que fascinó al joven -17 años- Sabino de Arana, entonces en­ frascado en la lectura de libros sobre el pasado de Bizkaia. En 1895, bajo el liderazgo de Ramón de la Sota, tos 'euskalerriacos' crearon una nueva bandera, como alternativa a la bizkaitarra, cuyo diseño le fue encargado

al citado Guinea; era el pabellón de Bilbao con una cruz de San Andrés verde: El 21 de julio del mismo año, aniver­ sario de la abolición foral, fue exhibida en Gernika e izada en Txatxarramendi. Ondeaba también en el chalet de Sota en Las Arenas y en el yate de su propie­ dad. Arana-Goiri la motejó de “bandera fenicia". Se han advertido precedentes histó­ ricos que para nada influyeron en Sabino Arana a la hora de plasmar la ikurriña. El propio fundador del nacionalismo vasco observó en un artículo de la revista Euzkadi (1901): "Coincidencia es singu­ larísima que la bandera compuesta por los nacionalistas bizkainos de nuestros días conste de los dos signos que los vaskos paganos veneraron con culto pre­ ferente: la cruz vertical y la cruz oblicua. La primera significaba para los vascos antiguos al Sol, y para los nacionalistas de hoy a Dios; la segunda simbolizaba para aquéllos a la Luna, y hoy para ios segundos a la Constitución tradicional de Bizkaya”. Carlos Clavería rememoraba, en 1968, la Orden del Roble; orden militar de ca­ ballería creada por el rey García Ximenez I en el año 722 (?), cuyo emblema con­ sistía “en un roble verde coronado por una cruz roja sobre fondo blanco". También suelen sacarse a colación ense­ ñas militares francesas. Así, la bicrucífera del Regimiento La Valliére -que para más inri participó en el sitio y asalto de Donostia en 1719- en verde, rojo y blan­ co, o la del Royal Cantabre del euskaldun Jean Philippe Bela (1743): blanca, roja y fondo azuL En el mentado diccionario de Montaner y Simón se puede leen "En la Edad Media apareció la palabra bandera, de origen germano (de bandra, signo), aplicada a las insignias que nos ocupan y generalizada después a toda pieza de tela empleada como signo...". Sabino dedujo el neologismo ikurrin (ikur-eun), de ikur, signo y eun, tela.


S R K N S -G o iR i

EL LEMH. EL ESCVDo Y LS BSNDERS

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euskérico que aquél. Traducido al castellano, quiere decir Dios y Ley Vieja, eslo es, Tradición Religiosa y Tradición I*olitic(i. Con el prim er térm ino se significa el Derecfio de Dios en l^izkaya, y con el segundo, el Derecho Nacional de Bizkaya. El térm ino eta (y) quiere decir que en Bizkaya se deberá realizar sim ultáneamente lo que significan el prim ero y el tercer térm ino del Lema. El ir Jaun-Goikua antes que Laqi-Zarra, (|uiere decir cjue la legislación debe supeditarse en todo a las leyes religiosas y morales. I^ues bien: lo (juc' en el Lem a significa ¡aiinGoikaa, significa en el Escudo la Cruz blanca: en lo que en a(|uél expresa Laqi-Zarra, expresa en éste el Roble, y com o las leyes e instituciones de UigiZ a rra son nacionales, esta nacionalidad o independencia está representada en el Escudo por las cruces verdes de San Andrés; el ela equivale en el Escudo a la unión de la (,ruz y el Roble; y, ¡)or último, así com o ¡aun-Goikua ocupa en el Lem a el lugar [jreferenle, así la Cruz se colocó antes sobre el Roble, y hoy se coloca en el centro del mismo. Ya ves (jue la relación y conlo rm id atl entre el Escudo y el Lem a de

V

Arana-Goiri creía que el lema, el escudo y la bandera, "significan la niisnui cosa, a saber: los eternos derechos de Dios y los derechos nacionales de B i/kaya”. Lo explicaba del siguiente tnodo: ‘ E l Lenui de Bizkaya ha sido laun-Goiktia ela Foriiak, (¡ue nosotros hemos sustituido p(ír jaiiD-Coikiut eta LagiZarra. (jue significa lo mismo, pero es más

Bizkaya es perfecta". "E l fondo de nuestra Bandera es rojo, com o el fondo del Escudo. Esto, en prim er lugar así tiene (jue ser. Ahora, verás cóm o los signos del Escudo y los térm inos del Lem a están perfectam ente represenlados en la Bandera. La Cruz blanca de la Bandera es la Cruz blanca de! Escudo y el jaun-Goikua del Lema. Así com o Lagi-Zarra significa a la vez leyes e independencia, pues ambos son elem entos o caracteres políticos; así la Cruz verde de San Andrés representa, a un tiem[)o, por su color el Roble del Escudo y las leyes patrias, y por su form a las cruces de San An drés del Escudo y la independencia patria. U nidos están la Cruz y el Roble en el Escudo; unidos f)or el ela, el Jaun-Goikiia y el Lagi-Zarra del Lem a; y unidos por lo lanto en un centro com ún deben estar en la Bandera las dos Cruces, blanca y verde. Y así com o en la unión de la Cruz y el Roble en el Escudo, aquella ocu|)a el lugar preferente, y en la unión del |aun-Goikua y el Lagi Zarra en el Lem a lo ocupa el prim ero: así tam bién en la Banilera la Cruz blanca está superpuesta a la verde de San Andrés". I5i / k < ii l. i r r a , im t n , (¿ 8 ¡u lio 1 8 9 5 }


INAUGURACION DEL BATZOKI DE LAUDIO

EN EL EYSKELDYN BSTZoKiJff

G EU R EA DA

Ciríaco de Iturri y Urlezaga, un ex capitán carlista de la 6^ Cía. del batallón de Arratia, que trabajó para el padre de los Arana en su astillero de Ripa, izó la bandera en el mástil del balcón principal de Euskeldun Batzokija. Le con’espondió ese honor por ser et socio natural de Bilbao de mayor edad -cincuenta años- de entre los 94 bazkides fundadores de la Sociedad. La ce­ remonia se verificó a las seis de la tarde del sábado 14 de julio de 1894, “ante la presencia de una media docena de socios", según testimonio de Luis Arana. La primera enseña nacionalista fue in­ cautada por el Juzgado cuando la autori-


dad gubernativa clausuró el centro el 12 de septiembre de 1895. El propio Iturri recor­ daba haberla visto “en la Audiencia cu­ briendo las mesas para que no se mancharan, porque estaban pintando los locales". “Aún parece que subsiste aunque deteriorada", confirmaba Luis de Arana en 1932. La bandera fue confeccionada, en tela de lanilla, por Gumersindo Bilbao Coyoaga (1861-1942), de la firma ‘Juan Bilbao Goyoaga y Hno.', radicada en Deusto desde 1833. Era de grandes dimen­ siones: 2,80 X 5 metros, para que fuese la más grande de las que ondeaban en Bilbao. Los hermanos Arana tenían pintada una ikurriña. visible desde la calle, que ocu­ paba el techo de la terraza de su casa en Albia; fue la primera en ser exhibida fuera del Euskeldun. Los socios la lucían en in­ signias prendidas en los ojales de sus cha­ quetas o en alfileres de corbata; incluso un avispado alpargatero bermeano puso a la venta, en 1899, "alpargatas blancas que llevan en su parte superior una bien hecha bandera bizkaitarra o nacionalista". La primera embarcación que lució en su popa la bicrucífera fue el balandro Aketxe, patroneado por el bermeano Ortube. Luis Arana regaló una ikurriña al batzoki de Busturia, el segundo por orden cronológico. Tras el cierre y procesamien­ to de los 110 socios del Euskeldun bilbaí­ no, la ocultaron entre unas zarzas. El 8 de septiembre de 1897 había fiesta en Legendika (Kanaka); los hermanos Arana decidieron sacar la bandera de su escon­ dite e izarla frente al caserío 'Kafranga', en una heredad de la casa Ugalde-bekoa. El viernes 22 de diciembre de 1898, los obreros que trabajaban en la recons­ trucción de una casa en Arteaga. pidieron una bandera a Ángel Zabala -que les ce­ dió una ikurriña- para colocarla sobre el gallur, como era costumbre cuando se terminaba el tejado. El hecho fue denun­ ciado a la Guardia Civil de Gernika, que detuvo a Zabala en la mañana del 24. Permaneció en prisión hasta el 25 de enero de 1899.

ESTJINDIIRTE DE PEREGRiNffCioN i !, " SK

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EsUiiulíirlc' iitili/íu lo en la l’ rin u 'ia l’(‘r(‘g iiiia c i()ii NiU'ionai Vasca al saiituai io (le L()iir(i(‘s rcali/adn los (lias 23, 24 y 25 (1<‘ ju lio (le 1910. S(' roali/o sig u iciu lo C’l

diseño de Luis de Aran¿i para la handíM a do la (]onicdcraci()ii Euskadiaiia. "líit el (vntro de la cruz hlanai SI’ (lestdcd el csciido de Euskadi. eiilaziido con 1(1 inicidi de M ana, bajo !<t <iii(iust(i corona de la Reina del cielo. Sobre faja azulina se lee: Znre ecjapian arta (ia<¡i.\us. f-lecos ¡orniados /)or hilos azules y hebras de planta t¡ue remaUin en escalas desiíjuales el eslandarle. ¡ ’eíjuenas aspas verdes sobre cenefa de plateado campo, siijnif 'icando libertad en ilios. rodean el escudo, y en lo alio, una cruz, también de plata, nos habla de redención. £7 reverso es de color escaríala y en la parte inferior en letras verdes aparece esta inscripción: Lenemjo Euzkolar ozterea Lourdesera. i y i o ijo Carilla ko etan. bl trabajo manual ha sido ejecutado en el convento de las M..M. .Xdoratrices de Heífona. L l dibujo es obra de nuestro querido aniigí) Luis de ¡ ertsundi. quien también ha diriqido la ejecución ". ru(' ll(‘\’ado por i'l niisuio Luis de Arana como alíaiulcrado 011 (li< ha ¡»Mcgrinacioii, Auiiciiic c’ii princi[)i(> el obíc'tÍNo (’r.i (k’ídrlo iMi i‘l santuario, la ncgatiwi del ol)is[)o dc‘ Tarhcs hi/o (jue sí* voK’icra .1 tiacr a tuskadi. I ue ulili/ado latnbii'ti en la segunda l\'regrina< ion al ano siguii'nle. Hn ambas pcrc'grinaciones, los \ ascos sníi if'ron gran canlidad de desaires ¡lot [)arle d<‘ las autoridades ('clesiastií as francesas. })resionadas poi' i'l <lero espaiiol, a |)esar de contar (on el beneplácito ik' las principales autoritlades eclesiásticas wiscas.


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GRUPO DE PRIMEROS NACIONALISTAS DE AREA T ZA -V ILU RO EN EL AÑO 1909

LH iNJERENCm DE LYiS ARfiNS Sabino de Arana falleció el 25 de no­ viembre de 1903; antes había nombrado Delegado a Ángel Zabala, quien en di­ ciembre de 1904 emprendió la redacción del "Programa y Organización del Partido Nacionalista Vasco" con el fin de "meter al Partido, si es posible, en la legalidad". Luis Urrengoetxea recibió el encargo de redactar el borrador del ‘Programa’. El ‘Título ir del mismo comprendía los epí­ grafes; 'Finalidad, lema, bandera e him­ no". El himno, con letra de Arana-Goiri y música de Cleto de Zabala fue, tras dos dictámenes favorables, declarado oficial el 29 de Abril de 1905, a pesar de referir-


se sólo a Bizkaia. La finalidad ("reintegrar a Euzkadi de todas las libertades de que gozó hasta el 25 de Octubre de 1839”), el lema (Jaun-Goikua eta Lagi-Zarra) y la bandera (la bicrucífera) se aceptaron de manera tácita, pero... En 1906 se publicó el Ami Vasco, un texto doctrinal escrito por el capuchino navarro fray Evangelista de Ibero -Ramón Coikoetxea Orokieta- si bien fue corre­ gido por Fidel de Agirreolea, José de Zinkunegi, Luis de Eleizalde y Engracio de Aranzadi, que entonces se hallaban en prisión. Ángel Zabala sólo puso la mano "para darle título euzkérico y pseudóni­ mo: para legalizar frases en extremo va­ lientes: y para corregir uno que otro concepto histórico que a mi me parecía de dudosa exactitud”. El folleto, que no tenía carácter oficial, estaba redactado en forma de preguntas y respuestas: 98 - ¿Tiene el partido nacionalista su bandera propia? - Hay bandera bizkaina, bandera nabarra, etc., mas toda­ vía no ha creado el partido nacionalista una bandera común a todos los vas­ cos, que sirva de símbolo a sus as­ piraciones respecto de Euzkadi. 99 - Y sería muy útil la crea­ ción de esa bandera? - Lo sería en sumo grado: porque lo que ha perdido a los vascos es el desco­ nocimiento de su personalidad y de la identidad de su origen, junto con las divisiones que los han debili­ tado. Urge, pues, unirles apretadamente bajo un solo pendón y darles concien­ cia de que todos son unos, de que todos son hermanos, no obstante las diferencias de organización política que los separan. 100. - ¿Anulará esta bandera las particulares de Vizcaya, Alaba, Guipúzcoa, Nabarra, Laburdi y Zuberoa? - No señor. El Partido Nacionalista aspira a unir en federa­ ción inseparable a todos esos estados

vascos, no a fundirlos en uno solo. Tenga, pues, cada uno su bandera peculiar, pero ondee sobre ésta la bandera de Euzkadi, como emblema o símbolo de toda la raza vasca. Así sabrán los vascos que por encima de los intereses de su Región es­ tán los de su raza: que todos forman un solo Pueblo, aunque dividido en Regiones distintas que nunca deben luchar unas con otras. 101 - ¿Cuál os parece que debe ser la bandera vasca? - La bandera del Partido Nacionalista Vasco es la bicrucí­ fera, ideada por su fundador, Sabino de Arana-Goiri: sobre fondo rojo (la enseña de Nabarra) una cruz verde en diagonal (la cruz de San Andrés, día de la batalla de Padura en Arrigorriaga, famosa en los

CARICATURA DE LUIS DE ARANA CO IRI POR JOHN DE ZABALO (T X IK I). NACIDO EN INGLATERRA Y CON LA CIUDADANÍA BRITÁNICA


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anales vascos) y sobre ella una cruz blan­ ca (símbolo de Jaungoikoa)." Cuando Luis Arana, que entonces re­ sidía con su familia en Madrid, leyó el Ami Vasco, le escribió (11-Junio-1906) a su amigo Ángel Zabala: “...la bandera na­ cional de Euzkadi que propones ha re­ ventado a la que yo proyecté allá cuando vivíamos en Albia hace 8 ó 9 años lo me­ nos, la vio Sabino y creo que (e gustó". En un manuscrito de 1922, que des­ pués se publicó con el título Formulario

de los principios esenciales o básicos del primitivo nacionalismo vasco contenidos en el lema ‘‘Jaungoil<ua eta Lagi-Zarra"

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(Bilbao, 1932), Luis de Arana cuenta otra versión: "Basado en esa necesidad de una sola bandera para la Confederación, ade­ más de las respectivas para cada ex Estado o Región autónoma, y no olvidan­ do lo que es común a todas esas Regiones y lo que distingue a una de otra, concebí en 1900 en Ustaritz (Laburdi) un proyecto que sin terminarlo del todo y muy de prisa mostré a mi her­

mano Sabino, pero abandoné un día la idea hasta que en 1907 en Gazteiz (Araba) la terminé por completo. Más tarde en 1912, le dimos a conocer en un cartelón del calendario euzkérico que la Comisión de euzkera del Partido Nacionalista Vasco confeccionó. Allí, en el cartelón con el proyecto de bandera de la Confederación vasca, o Euzkadi, se incluía la de Vizcaya, o sea la bicrucífera, y además una fantasía de lo que podían ser las de Nabarra, de Guipúzcoa y de Araba, dejando las de Laburdi y Zuberoa completamente indeterminadas con dos colores". Zabala (e pidió (Arteaga, 14-Junio1906) que le enviase el proyecto de ban­ deras. Luis le respondió el día 17: entre otras cosas decía: “ Eso de banderas, etc., es sumamente accidental ahora que atravesamos este periodo de lucha y de enseñanza". Ángel Zabala, atendiendo a su amigo Luis, dio marcha atrás en el tema de la bandera: dimitió en diciembre del mismo año; fue sustituido por una Diputación de cinco miembros.


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REPRODUCCIÓN DEL ORIGINAL EN QUE APARECE EL DISEÑO DE LA IKURRIÑA, EN EL QUE UNICAMENTE SE APRECIA LA MANO DE LUIS DE ARANA C O IRI. EL DOCUMENTO HA PERMANECIDO OCULTO HASTA 1995. EN QUE FUE ENCONTRADO ENTRE OTROS PAPELES CUANDO SE HIZO EL TRASLADO DE “ VILLA IZARRA” A LA NUEVA SEDE DEL MUSEO DE U FUNDACIÓN SABINO ARANA EN ARTEA

Un diario de referencia madrileño {El Impardal, 25-8-1908) publicó una cróni­ ca en la que aseguraba que Alfonso XIII, en su visita a Begoña el 15 de Agosto de 1908, saludó militarmente a la bandera nacionalista al pasar frente al recién in­ augurado batzoki, pero la prensa bilbaína de aquellos días lo desmiente. Unos días antes, el 31 de julio, festividad de San Ignacio, fueron apedreadas algunas casas de Begoña que lucían colgaduras bizkai-

tarras. La indeterminación de una bandera oficial favoreció la creación de un sinfín de enseñas. En 1907 las organizaciones nacionalistas de las diversas localidades estaban clasificadas según la fecha de fundación, y sus banderas enumeradas en ese orden. El 14 de julio del mismo año se celebró en Sukarrieta el primer acto multitudinario del PNV; veamos el desbarajuste de enseñas en un documen­ to de la organización: "Bermeo {"Ostenta bandera distinta a la de los Batzokis... Piden diseño y se dio conocimiento"); Deusto (“ Bandera con una estrella gran­

de equivalente a diez pequeñas"); Durango: n °. 14 -"aparece Bergara con el mismo n °." (sic)-; Echebarri (n ° 31, "una joven de esta se empeña en bordar para el domingo la bandera”); Elgoibar (n®. 19); Elorrio (n®. 23); Erandio (“ Bandera con tres estrellas grandes y una peque­ ña”); Ermua ("con bandera sin clasificar”); Galdakano ("Bandera con dos estrellas grandes- n®. 20”); Getxo (n®. 22); Güeñes ("Bandera con cuatro estrellas grandes"); Lekeitio ("Ostenta bandera con cuatro estrellas, una grande que vale por diez y tres pequeñas”): Ondarroa (n^. 5); Portugalete (“ Bandera con 1 estrella grande y 1 pequeña"); Rentería ("piden diseño para la bandera. Se les contestó hagan una provisional"); Vergara n®. 14; Zaratamo ("N o hay bandera”). Con razón escribió Engracio de Aranzadi 'Kizkitza' en 1922: "Hay por esos Batzokis una multitud de banderas probando nuestra fecundidad y nuestra complejidad pendonesca”. Aún en el Aberri Eguna de 1933, celebrado en Donostia, Justo Garate pudo ver "seis o


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siete clases de banderas jelistas que des­ filaron ante mis ojos". La cerrilidad de Luis Arana dificultó la normalización de la ikurriña durante casi tres décadas. En 1932 todavía se emperraba en su bande­ ra para la Confederación, que explicaba así: “ 1®. Sobre fondo rojo (bermellón) que representa la raza vasca. 2®. Seis barras verdes (roble) que representan los seis ex-estados históricos vascos o Regiones autónomas iguales, o sean seis barras verdes que representan las seis institu­ ciones distintas de esas Regiones de igual personalidad una que otra dentro de la Confederación vasca. 3®. Y encima de esas seis Regiones, de esas seis institu­ ciones, la cruz blanca de la Religión cris­ tiana que es común a todas". Don Luis sugería que la bandera de cada Región autónoma dentro de la Confederación, podía obtenerse adaptan­ do la bandera distintiva de cada Región en el primer cuartel de la bandera nacio­ nal, porque creía que los naturales de cada ex-Estado debían confeccionar su propia enseña: “Así, yo les invitaría a los nabarros a que pensando en su Nabarra, hoy dividi­ da, estamparan las seis estrellas verdes sobre fondo rojo, que representarían a las seis merindades que la completan (...) lo mismo pudiera yo decir de Gipuzkoa, recordando con tres fajas verticales, por ejemplo, los tres árboles de su escudo. Y Araba, recordando con una faja verde horizontal su campo juradero de Arriaga". Luis M®. de Leizaola me dijo, en 1987, que Luis Arana le parecía un hombre “or­ denancista"; Manuel de Irujo opinaba que era "un hombre bueno, bueno pero simple". De todo ello dio pruebas feha­ cientes, pero quizá el calificativo que me­ jor le cuadra es el tradicional de txotxolo. En enero de 1916 es expulsado del PNV, pero no por una supuesta 'intransigencia independentista', su germanofila -algo inexacto-, ni a causa de una pifia en las

elecciones municipales o por su excesivo bizkaitarrismo y su visión 'federalista' de Euzkadi. Creo que la verdadera razón es más prosaica: como además de txotxolo era autoritario, acabó por hacerse inso­ portable. Luis Arana fundó entonces la Asociación de Veteranos Nacionalistas “ Euzkeldun Batzokija", que tras la esci­ sión aberriana se integra (1922) en el P.N.V. desgajado de Comunión Naciona­ lista Vasca. En diciembre de 1916, ‘Axe’ (Luis de Eleizalde) pide en el diario Euzl<adi que “la bandera tricolor bicrucífera que pri­ meramente fue levantada en Bizkaya por Arana-Goiri tar Sabin, sea tenida, no como una enseña regional bizkaina, sino como la bandera de toda la nación vasca, sin ninguna modificación ni aditamento alguno”. Unos días antes 'Kizkitza' (En­ gracio de Aranzadi) la había evocado en el semanario Aberri: "Por ser la primera bandera vasca y por ser la que Sabino alzó, los vascos no bizkainos la estiman suya, como lo es”. 'Ikasle’ (Manu de Egileor) concluía en el mismo semanario: "En cuanto a las seis banderas, que no son de la Patria sino de algunos de sus ex-Estados libres (...) no las Juzgamos ne­ cesarias ni oportunas". Eran tres pesos pesados, como se dice ahora, del nacio­ nalismo vasco. En 1916 la ikurriña estuvo por prime­ ra vez presente en los foros internacio­ nales; fue en una asamblea celebrada en Lausanne (Suiza), donde se reunieron de­ legados de veinticinco naciones sin esta­ do. En representación de Euzkadi acudió Luis de Eleizalde. Tras el golpe del general Primo de Rivera, en septiembre de 1923, se prohi­ bió cualquier bandera distinta a la rojigualda. No obstante, la ikurriña ya había sido objeto del acoso oficial. El triste­ mente célebre gobernador de Bizkaia, González de Regueral, no autorizaba "la exhibición de banderas, emblemas, seña­ les, pañuelos, etc., danzas, espatadantzas ni cuanto pudiera denotar carácter poli-


RECIBIMIENTO DEL LEHENDAKARt JOSÉ ANTONIO ACIRRE A LLUIS COMPANYS EN LE BELLOY EL i6 DE OCTUBRE DE 1938

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tico alguno" en 1922. Ese mismo año, el cónsul español en Buenos Aires solicitó al Gobiemo argentino que les fuera ne­ gado a los residentes vascos en aquella república el permiso para izar la bandera vasca en sus centros. En Iparralde la difusión de la bandera vasca comenzó después de la Gran Guerra, en la que tantos euskaldunes perdieron la vida. Al parecer, en noviem­ bre de 1921, el ministro de la Guerra de Francia saludó solemnemente la bande­ ra vasca en Hendaia. Desde 1925 figuró en las asambleas anuales de Eskualtzaleen Biltzarra. "Los labortanos

encontraron tan bonita la ikurriña -es­ cribió el P. Lafitte- que la adoptaron en­ seguida y, poco a poco, se hizo así en todas partes". En 1930 se reunifican en Bergara la Comunión Nacionalista Vasca y el PNV de los aberríanos, que hacen valer la de­ nominación primigenia en una simbólica vuelta a los orígenes: también surge ANV. El artículo 7®. del 'Proyecto de Organi­ zación Confederal del Partido Nacionalis­ ta Vasco, elaborado por la Ponencia designada por la Asamblea Nacional el día 4 de diciembre de 1932', en Tolosa, establecía: “ La bandera oficial de la


Confederación es la nacional vasca: fon­ do rojo, cruz blanca y aspa verde". El 29 de enero de 1933, volvió a reunirse la Asamblea en Tolosa. Luis Arana, presiden­ te del E.B.B., y los apoderados de Donostia, Somorrostro y Abando presen­ taron enmiendas. Uno de los autores de la ponencia -junto a José Antonio Agirre y otros burukides- fue Manuel de Irujo, quien en 1977 le contaba a Eugenio Ibarzábal: "D. Luis Arana se opuso. Fue en vano todo lo que se le dijo. Yo tenía mucha relación con él, recuerdo que le hablé:... 'Querido D. Luis, es criterio de todo el mundo. Fuera cual fuera la Ilusión o el empeño de Sabino y usted, la verdad es que el País ha aceptado como bandera vasca la bicrucífera: Nosotros no podemos refle­ jar aquí algo que no es real'... Imposible. Se fue a votar y se votó mayoritariamente. Hubo algún voto a favor de la otra bandera. Don Luis Arana se levantó, dimi­ tió de su cargo y salió". En la Asamblea Nacional que ANV celebró en Eibar el 12 de junio de 1932, tras "serena discusión" según Justo Garate (que no asistió) se aprobó el Art. 27°. del ‘Reglamento Orgánico' del parti­ do: "Como enseña o símbolo propio y distintivo de Acción Nacionalista Vasca, de sus entidades adheridas y organismos se utilizará la siguiente bandera: Fondo rojo, con una estrella verde de seis pun­ tas en el centro, y en medio de esta irá en blanco el "ikurriña" [lauburu] del eus­ keldun". Era una 'ocurrencia' de Ramón Berraondo ‘Martín de Anguiozar' y Justo Garate, que se metió con calzador: de hecho era el último artículo del regla­ mento. Fue aprobada por estrecho mar­ gen de votos, pues muchos aeneuvistas consideraban que la bicrucífera debía "aceptarse ya como nacional por todos los vascos, sin distinción". Previamente, con fecha 29 de agosto de 1931, el Ayuntamiento de Durango realizó una consulta - ‘‘cuál es, o puede

* BANDERA DE EAE-ANV

BANDERA DE LA FEDERACION DE MENDICOXALES DE BIZKAIA

ser, el emblema que, sin color político, represente genuinamente a esta región o país vasco"-a Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, que tenía su sede en la Diputación de Gipuzkoa. En la Junta permanente del 6 de septiembre, aunque la respuesta lleva fecha del 10 de sep­ tiembre, esta institución cultural acordó proponer la “bandera conocida como vasca" por constituir la "expresión de la unidad espiritual de todos los vascos que debe estar por encima de todas las sus­ picacias”. En 1934 Eli Gallastegi ‘Gudari', aban­ dona el PNV; le sigue la Federación de mendigoxales de Bizkaia, que editaba el semanarioJagi-Jagi. Euzkadi-MendigoxaleBatza no fue propiamente un partido po­ lítico, pues nunca concumó a las elecciones, pero llegó a tener influencia, sobre todo entre los jóvenes. Durante la guerra crearon dos batallones [Lenago il y Zergaitik ez). Su bandera también se basa en los colores sabinianos.

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IN AUGURACION DEL BATZOKI DE MENACARAi. UNO DE LOS 2 4 PUEBLOS QUE FORMAN EL AYUNTAMIENTO DE A YA LA -A IA RA , EN EL CENTRO DE LA IMAGEN PUEDE DISTINGUIRSE A UN JOVEN JOSÉ LUIS DE IRISARRI

BSNDERS DEL GoBiERNo DE EYZKSDi Casi tres meses después del golpe militar del 18 de julio de 1936, se constituyó el Gobierno de Euzkadi. El 21 de octubre de 1936 apareció en el Diario oficial del País

Vasco - Euzkadi'ko Agintaritzaren Egunerokoa un decreto firmado por el Lendakari José Antonio de Aguirre en el que, entre otras cosas, disponía: "La ban­ dera ha de ser aquella en la que se ha re­ cogido la unidad vasca y que el uso, cada vez más general por toda la extensión de las tierras vascas, ha sancionado como tal símbolo de la unidad de éstas". En el artículo 2 ®. se daban las medidas: 2,80 x 5 metros, y una anchura para las cruces


EN LA PARTE SUPERIOR DISEÑO DE LUIS ARANA DE UN ESTANDARTE CON LOS COLORES DE LA BICRUCÍFERA ANTERIOR AL DECRETO DE 1936. EN QUE LA ANCHURA DE LAS BANDAS SE SITUÓ PRIMERAMENTE EN 0 .2 0 m .. PARA SER AUMENTADA NUEVE DÍAS MÁS TARDE HASTA LOS 0 ,4 3 m . ACTUALES

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de O, 20 m.; eran las mismas que la del Euskeldun. La fabricación en serie de la ikurriña le fue encargada a la firma 'BilbaoGoyoaga', la misma que confeccionó la primera bicrucífera. Al frente de esa in­ dustria se hallaban Víctor y José Luis Bilbao-Coyoaga. El primero le hizo ver al consejero de Industria, Santiago Aznar -él había propuesto adoptar la ikurriña como bandera de Euzkadi- que conve­ nía dar más anchura a las cruces para ganar en visibilidad y, además, que fue­ se más hermosa con una distribución equilibrada de los colores. En el "Diario oficial” del 28 de octubre se corrigió el artículo 2 ®.; quedó redactado como si­ gue: “ La bandera de Euzkadi llevará, so­ bre fondo rojo bermellón, un aspa verde vivo y superpuesta una cruz blanca, las cuales llegarán, respectivamente, hasta los ángulos y los puntos medios de los lados de la bandera. La anchura de las bandas de estas figuras será de O, 43 metros cada una para un pabellón de cinco metros en horizontal y 2 , 80 me­ tros en vertical, reduciéndose o am­ pliándose proporcionalmente las medidas según el tamaño total de la enseña". Son las vigentes en la actuali­ dad. Hasta entonces, por razones estéti­ cas, ya se habían elaborado ikurriñas con las cruces más anchas que la primigenia: la del Euzkadi Social Club de New York en los años veinte, o algunas de las exhi­ bidas en el Aberri Eguna de 1932, por ejemplo.

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EL 15 DE DICIEMBRE DE 1976 LOS CAPITANES DE LA REAL SOCIEDAD Y DEL ATHLETIC CLUB. KORTABARRIA E IRIBAR, SALÍAN AL CAMPO DE FÚTBOL DE ATOTXA CON UNA BANDERA DE LA IKURRIÑA, TODAVÍA PROHIBIDA

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BKNDERff ynscffi “La bandera de Sabino, abatida por las tro­ pas de Franco, el Caudillo que ha iniciado ia nueva grandeza española, hay que se­ pultarla bajo siete estadios de tierra", es­ cribió Ramón Sierra Bustamante en 1939. Para este jerarca de Falange la ikurriña era ya un símbolo, por eso la persiguieron sa­ ñudamente durante cuatro décadas. Las autoridades del régimen franquis­ ta sufrían una curiosa afección oftalmo­ lógica: la de ver los colores de la ikurriña en las combinaciones más sorprendentes. El general Candón Calatayud gobernador civil de Bizkaia en los años sesenta, llegó al paroxismo. Así, multó con veinticinco


EL li, DE MAYO DE 1980 MARTIN ZABALETA COLOCABA LA IKURRIÑA EN U CIM A MÁS ALTA DEL MUNDO, EL EVEREST

mil pesetas al locutor Carlos Prieto, natu­ ral de Zamora, porque al narrar las fiestas en un pueblo costero habló del rojo y blanco de las casas y el verde del mar. En otra ocasión apreció los colores 'subversi­ vos'... ¡en la descripción que un periodista hizo del manto de la Virgen de Begoñal En mi infancia, un policía municipal de Getxo me arrebató un cinturón con los colores de la bandera -dependía cómo se pusiera- de Irán o Hungría; pero el cabo R... sabía por qué me gustaba aquél cinto, claro. En mayo de 1973 la Comandancia de la Guardia Civil de Laudio denunció a la montañera Begoña Delgado, del Club Alpino Padura de Arrigorriaga, porque fue “sorprendida lle­ vando un gorro con los colores rojo, ver­ de y blanco, colores éstos de la bandera vasco-separatista". En los años 1976-77 los detractores de la ikurriña esgrimían un argumento que juzgaban irrebatible, pues contaban con el testimonio de Luis Arana: no era la bandera vasca porque Sabino la creó sólo para Bizkaia y, además era un signo par­ tidista porque era la bandera del PNV. Los que decían eso eran los mismos que la habían prohibido. En las denuncias o sumarios no se hacía constar ese carác­ ter'provincial' o partidario, la perseguían porque era una bandera "subversiva" y “separatista". Decía el carlista Julio de Urquijo en 1935 que la ikurriña no era la bandera

vasca. Es discutible; pero la guerra -"Goazen gudari danok ikurriñen atziany la feroz represión de la dictadura fran­ quista la legitimaron, hasta convertirla -a su pesar- en símbolo de libertad. El 17 de enero de 1977, el ministerio de la Gobernación dirigió a los goberna­ dores civiles de “ Navarra, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya" (sic) dos instruc­ ciones; en la segunda se hacía constar: “ Por las fuerzas de orden público, no se perseguirá el uso o exhibición de la ban­ dera bicrucífera o ikurríña". La legalización llegaría con el Estatuto de Gernika.

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s excepcional que un escribano recoja en acta municipal un al­ tercado acontecido fuera de la cámara del ayuntamiento, en plena plaza pública. Sin embargo, así lo hizo Andrés Salinas, escri­

bano de la villa y Condado de Treviño, un 15 de diciembre de 1599. Concluida la sesión, el gobernador Bernabé de Suso y el alcalde ordinario Sancho Martínez de Tuyo bajaron, acompaña­ dos del resto de oficiales, a la puerta


del ayuntam iento. Allí les aguardaba Diego de Labarra, vecino de la vi­ lla, quien "con mucho atrevim iento y desacato de la Justicia y de los di­ chos oficiales a publicas vo(;es y con mucho al­ boroto" les tildó de "be­ llacos ynfam es". Aquel hombre atravesó toda la plaza "m ultiplicando las dichas palabras con grande alboroto y bolbio a donde estaban los dichos oficiales". A con­ tinuación, dirigió su ira al regidor Domingo de Elexoste:

motivo de aque grave altercado era a provisión de la escribanía de cámara del ayuntamiento, que labia quedado vacante y que liabia generado opiniones enfrentadas, cuyo puesto pretendía para sí francisco de iabona

Vo^ don vellaco ruin hombre de ruin xaez y ruin ca^ta doyd reccidor no tioyd Ano m uy grande bellaco ynfam ^ desvergonzado que no dentis honrra y dezLí que doyd pariente de m i mujer no doyd boto a Dioó Ano m uy grande bellaco ynfam e.

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demas oficiales que se aliaron presentes". El m otivo de aquel grave altercado era la provisión de la escriba­ nía de cámara del ayun­ tam iento, que había quedado vacante y pre­ tendía para sí Francisco de Labona. El asunto ha­ bía generado opiniones enfrentadas. Así, en el ayuntam iento general de la víspera el gober­ nador expuso "que su voto y parecer era que la dicha escrivania se diese a Francisco de Labona", pero se topó con la disconformidad de los oficiales, que die­ ron su voto a Juan de Arrieta, "atento que era abil y suficiente para el dicho oficio". Al final, tuvo que dirim ir el con­ flicto el propio duque de Nájera, señor del Condado de Treviño, obviando los candidatos que las partes pretendían, y eligió para el cargo a Andrés Salinas, quien ya venía desempeñando la escribanía en fun­ ciones. La parquedad de las fuentes no arroja más luz sobre esa lucha de inte­ reses, pero ha de tenerse en cuenta que las funciones de un escribano de cám a­ ra eran similares a las que hoy ejerce un secretario municipal, por lo que su grado de influencia era im portante. En efecto, como depositario de la fe públi­ ca, su peso social era grande, y el cargo se hizo apetecible para las oligarquías locales. De hecho, desde mediados del XVI hasta el final del Antiguo Régimen estuvo muy extendida la venta de éste y otros oficios públicos, y fue un co­ mercio que practicó la Corona como una renta más de Hacienda.

La cosa no pasó a mayores gracias a la intervención de algunas personas que consiguieron retener a Diego de Labarra. Tras esto, los oficiales se re­ unieron en casa del regidor Fernando Díaz de Mijancas. Pero al poco tiem po irrumpió en la vivienda el dicho Diego de Labarra, acompañado de Francisco de Labona, igualmente vecino de la vi­ lla, "y se asió con el dicho Domingo de Elexoste y le matara sino fuera por los


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-► En el pueUo navarro de Etxalelíu es donde se documenta por primera vez, en una composición popular burlona datada en 1491, palabra despectiva kllaco. en un texto en euslcera En la página 65, detalle de puerta en Etxaleb


l margen de otros aspectos del acta municipal, interesa destacar que el escribano pone varias veces la voz bellaco en boca de Diego de Labarra, protagonista del alter­ ado, quien pretende ofender así

a los oficiales, en especial a Domingo de Elexoste. Ese adjetivo era, en efecto, un grave insulto. Su uso se había extendido notablemente en el siglo XVI, y continuó con pujanza durante todo el siglo si­ guiente. Sin embargo, la palabra ya se

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documenta en acepción peyorativa en las Partidas de Alfonso X El Sabio, ela­ boradas entre los años 1256 y 1265. En concre­ to, en las Leyes 1y II de la Partida VII se clasifican los alcahuetes en cinco clases, y los de la primera son "los que guardan las putas que están en la pu­ tería". Ambas leyes les llaman veltacos, y la se­ gunda de ellas dispone que se les eche de la po­ blación, tanto a ellos como a las mujeres. La palabra beilaiío, con la acepción de ‘malo, picaro, ruin', también se ha utilizado en lengua vasca. El testimonio más antiguo figura en una co­ pla de la localidad navarra de Etxaleku, recogida en un pleito fechado entre 1541 y 1546, aunque fue compuesta en 1491, según Ricardo Urrizola. Se trata de una composición burlona, cantada por los vecinos de ese pueblo a un tal Martitxo Musu, un desdichado que, "tras quedarse sin bienes y ser abandonado por su mujer, desaparece del pueblo sin rumbo conocido". La versión original dice así:

suyo siempre es bellaco. Martitxo Musu es así y aún más. Con todo, lo más cu­ rioso de la voz bellaco es su origen. Koldo Mitxelena indica que se trata del an­ tropònimo visigodo Vigila, que desde el siglo VI con­ vive en la documentación con su variante Veila. El nombre es masculino y lleva añadido el sufijo vasco -ko, con valor dimi­ nutivo afectivo, que tam­ bién se halla en otros nombres de la onomásti­ ca vasca medieval, tales como Eneko, Hobeko, Lopeko, Otsoko o Peruko, entre otros. Bellaco está amplia­ mente documentado co­ mo nombre de persona desde el siglo X. Por ejemplo, en un documento del año 921 del cartulario de Albelda, en La Rioja, se menciona a Vellako, un monje del valle de Cárdenas. Tampoco falta en la docu­ mentación altomedieval la forma patro­ nímica Bellacoz. A modo de ejemplo, un tal Sango Bellakog es el marido de Un'aka, quien el año 1054 vende una tierra con la autorización del abad de Valvanera. Cabe pensar que el nombre Bellaco se extendió en la Edad Media desde Vasconia y zonas circundantes hacia amplias zonas peninsulares, haciendo un recorrido simi­ lar al de otros nombres de origen vasco que han pervivido como apellido: García, Ochoa, etc. De hecho, el nombre Bellaco está presente en la toponimia de repo­ blación de tierras que los cristianos fue; ron ganando a los musulmanes. Así, un pueblo de Ávila se llamaba Vellacos en los siglos XIII y XIV. En opinión de Antonio Llórente, no era la forma plural de bella­ co, sino el patronímico de un personaje repoblador que portaba ese nombre. Sin embargo, a medida que se fue extendien­

E nombre Be acó se extendió en la Edai Media desde Vasconia y zonas circundantes lacia tierras )eninsulares, haciendo un recorrido similar a de otros nombres de origen vasco

Ancareac oyna xabaL buztayna labora norc berea dem ana beti da bellaco M articho M iuu da alaquo eta ala caynezco.

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La traducción de Ricardo Urrizola a la lengua castellana es: El ganso (tiene) la

pata ancha (y) el rabo corto. Quien da lo


do durante los siglos XIV y XV el nuevo significado ofensivo, la denominación de la localidad se hizo cada vez más difícil de llevar para sus vecinos. Por eso, no extra­ ña que durante el siglo XV cambiara su nombre nada menos que por el de Flores de Ávila, con el fin de sacudirse de una vez por todas una denominación tenida por poco honrosa. No obstante, hay otras poblaciones de la geografía peninsular que contienen el nombre Bellaco y que han mantenido inalterada la denominación.Tal es el caso de Villabellaco, pueblo del ayuntamiento de Barruelo de Santullán, en la provincia de Palencia. En cambio, alguna otra po­ blación homónima sí ha visto ligeramen­ te modificado su nombre con el transcurso del tiempo, lo suficiente para que a oídos de la gente no se identificara con la ignominiosa palabra. Es el caso de una localidad palentina llamada hoy Villalaco, en el partido judicial de Astudillo. La misma evolución ha tenido el nombre de la aldea leonesa de Villalaco, que existió en el municipio de Castilfalé y se despobló hace siglos. Su

denominación era Villa Bellaco en el si­ glo X, pero, en algunos documentos del siglo Xlt, empezó a transcribirse como Villam Vellacum, de donde por etimolo­ gía popular surgió la variante Villam de Lacu, y de ahí Villalaco. En Vasconia también hallamos rastro de la voz beilako en la toponimia. Por ejemplo, el caserío Ellakuri de Laudio y el apellido Ellakuria contienen dicha voz, como dice Koldo Mitxelena, con pérdida de la consonante inicial, más (h)uríV\[[a‘. Lo que resulta un misterio es la moti­ vación semántica que se dio allá por el si­ glo XIII para que un nombre propio, bastante extendido en la época, pasara a ser un nombre común de significado tan marcadamente ofensivo. ¿Qué negra his­ toria o reprobable suceso pudo protagoni­ zar una persona llamada Bellaco para que su nombre quedara vinculado popular­ mente con una conducta infame y ruin? A buen seguro nunca llegaremos a saberlo. Sin embargo, no es éste el único ejemplo de nombres propios que sufren semejante degradación. Vamos a ver otros dos casos, el primero probable y el segundo seguro.

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-► En la instantánea, el

grupo losArlotes" posa en la torre Je Ufarte en la víspera Je Santa ÁgueJa. Con más Je meJio sͧlo Je existencia, es una Je las agrupaciones Je mayor arraigo en buJio. Su objetivo y razón Je sen JiíunJir, meJiante sus voces, canciones populares compuestas por el prolitco ü r a [Ruperto Urldjo [mim]

Ar otes, menaw/hombres de ma a vida ü

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a voz arh te fue bastante usual en el castellano de los siglos XIII y XIV con el sentido de ‘holgazán, bri­ bón’, y cayó en desuso a fines de la Edad Media. Es una palabra propia Ide las lenguas romances medieva­

les de Francia e Italia que posteriormen­ te se extendió a otros idiomas. Muchos autores la consideran de origen desco­ nocido. El francés antiguo usaba las vo­ ces arlot y herlot 'vagabundo, vago’, de donde a comienzos del siglo XIII pasó al

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inglés harlot, con el mis­ mo significado. En Inglaterra se fue desli­ zando a la acepción de 'alcahuete' y más tarde, a partir del siglo XIV, se usó para referirse igual­ mente a la prostituta. Esa tendencia se extendió y, a finales del siglo XVII, la acepción quedó restringi­ da al sexo femenino. Asimismo, existe la voz arlotto en muchas va­ riedades dialectales italia­ nas. En veneciano se dice así del 'hombre sucio que come y bebe mucho’. En la región de Umbría se usa el verbo arlotte’ en la acepción ‘eructar después de la comida o de haber bebido demasia­ do’. En la literatura italiana hay unos ver­ sos satíricos que escribió Francesco Berni en 1522 con motivo de la llegada a Roma del nuevo Papa Adriano VI. Aquel pontífice no suscitaba, al parecer, grandes simpatías en algunos sectores. Había sido inquisidor general del Santo Oficio en España y era tenido por una persona de excesiva rigi­ dez, por lo que fue vituperado en un poe­ ma donde se le calificaba con ironía de arlotto. figiio d'un cimator de panrii lini: es decir, hijo de un tundidor de paños de lino, actividad artesanal de bajo nivel social. Asimismo, la voz arlot se usaba en el catalán medieval, pero, al igual que en Inglaterra, su significado fue evolucio­ nando, de manera que en el siglo XIV significaba 'hombre vil, de mala vida'. En una obra teatral representada en Tarragona en 1388 Lucifer moteja a sus diablos con diferentes insultos y, en con­ creto, se dirige a Astarot llamándole ar­ lot. En el ámbito de la lengua catalana destaca un curioso personaje, el rey Arlot. Este era una especie de jefe que regía el burdel de la ciudad de Valencia, conocido como La Robla de les Fembres o Pobla de

les Males Dones. Aquella mancebía, fundada en 1321, se encontraba en la ciudad que protagoniza­ ba el Siglo de Oro de la Corona de Aragón, y du­ rante un siglo fue el bur­ del más famoso, lujoso y organizado de Europa. Los abusos obrados por el rey Arlot motivaron que el monarca aragonés Pedro IV revocara el cargo y le apresara, designando en su lugar el regent del bordell, que dependía direc­ tamente del justicia CriminaL La voz arlot también forma parte del léxico vasco, y convive con la forma arlóte, quizá por influencia caste­ llana. No ha tenido la evolución semán­ tica de otras lenguas y se mantiene el significado originario de ‘indigente, men­ digo'. En nuestra lengua es, por tanto, un préstamo lingüístico, quizá a partir de la lengua provenzal en la que desde anti­ guo tenía la misma acepción. Es previsi­ ble que su llegada se produjera a finales del siglo XI, cuando comienza la intro­ ducción de repobladores francos -mayoritariamente de lengua provenzal- en las ciudades del reino de Navarra, al amparo de fueros y privilegios reales. Esa presen­ cia se incrementó notablemente con la relevancia comercial que adquirió la ruta de peregrinación a Santiago a finales del siglo XI.

La voz á/' k también orma parte del léxico vasco, y convive con la orma arlóte, quizá por iniuencia castellana y se mantiene e significado originario de indigente, mendigo'

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En la literatura vasca el adjetivo

arlot(e) aparece por primera vez en los Refranes y Sentencias de 1596. Sin em­ bargo, su rastro se halla antes en la ono­ mástica medieval, como sobrenombre. Es el caso de un tal Semeno Arlot. individuo que se menciona en un documento de Uterga (Navarra) en 1226. Aún antes, en los años 1165 y 1201, figura como testi­ go don Arlot en la Colección Diplomática


de San Salvador de Oña (Burgos). Aquí no parece ser, por tanto, un apodo añadi­ do al nombre, sino estrictamente un nombre propio. Resulta difícilmente comprensible que un adjetivo con significado despecti­ vo se use como nombre de persona. Más probable es la dirección inversa, es decir, que un nombre propio pase a nombre común y adquiera significado despectivo, al igual que sucedió con la voz bellaco. Pero, si fue así ¿cuál era aquel antropòni­ mo? Voy a proponer uno que, si no ando descaminado, tiene visos de ser posible. En la abadía francesa de Cluny se do­ cumenta el nombre Arlaudus en el año 1114:

C harta qua R otrudü, uxorA rlaudi, dat m oníuterw cLuniacetui ( ,,.) quem ego et A rlaudiu senior meiuf conquLfwimiu. En el francés antiguo se dio pronto la reducción del diptongo /au/ > /o/, quizá

en la segunda mitad del siglo XI, de ma­ nera que se extendería la pronunciación vulgar Aúod y Arlot, en vez de Arlaud. El cambio de pronunciación no tuvo reflejo en la escritura porque la lengua francesa es de ortografía arcaizante; de hecho aún se escribe hoy, en gran medida, como se pronunciaba hace siglos. Por eso, en el mundo francófono se mantiene el apelli­ do Arlaud. con esa grafía. Sin embargo, en Occitania hay el apellido Arlot, así es­ crito. En Italia también existe Arlotto, en la actualidad como apellido, pero, en los siglos XII y XIII, se documenta como nombre masculino de persona. Por ejem­ plo, un notario lombardo se llamaba Arlotus (1163), había un tal Arlottus en Florencia (1173) y un Dominus Arlottus en Módena (1181). Otro homónimo de mayor renombre fue el teólogo Arlotto di Prato (que asimismo usaba el nombre latinizado Arlottus). quien en 1285 fue elegido ministro general de la orden fran­ ciscana. Por tanto, es posible que el nombre Arlaudus, por motivos que nunca llegare­ mos a saber, iniciara una deriva en su sig­ nificado tras convertirse en adjetivo, adquiriendo variados matices peyorati­ vos en muchas lenguas europeas.


Iwlia, acto de caridad en el monasterio de b Oliva, en Navarra, foto del marquĂŠs Santa MarĂ­a del Villar

4 -J

Peril anes, picaros y vagabundos #<

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a voz perillán también es en origen un nombre propio transformado en adjetivo con el significado de ‘pica­ ro, astuto y vagabundo', para refe­ rirse a un tipo de persona con esas icaracterísticas. Se trata de un claro

compuesto de los nombres Pero (forma popular de Pedro) e líián (variante vulgar de Julián). La forma femenina del segun­ do de ellos está presente, por ejemplo, en la denominación de la localidad cán­ tabra de Santillana del Mar, surgida en

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torno a la Colegiata de Santa Juliana tras su fundación entre los siglos VIII y IX, para acoger las supuestas reliquias de Santa Juliana de Bitinia. Santa lllana es, por tanto, la denominación popular de la que procede el nombre de esa villa. El filólogo Joan Coromines se pregun­ taba qué razón puede explicar que un nombre propio como Perillán llegue a te­ ner semejante significado peyorativo; "¿Com o nombre anticuado, propio de rústicos cazurros? o ¿hay alusión a un personaje histórico o legendario?" Al igual que en el caso de bellaco, y el de aríot(e) -si en verdad viene de Arlaud-, no hay noticia de un personaje con ese nombre que, por sus acciones o comportamiento, sea responsable de tal deslizamiento semántico. Probablemente nunca llegaremos a conocer el motivo cierto de esa denominación. Como cu­ riosidad, pero no porque sea convincen­ te, se puede citar la opinión que Pedro Felipe Morlau ofrece sobre su origen en el Diccionario etimológico de la lengua castellana, publicado en Madrid en 1856:

De Pero (Pedro) lUan (Julián), m ilitar distinguido y pundoroso, de quien se cuenta que no podía resistir la idea de que le pisasen después de muerto; y en su consecuencia pidió a l rey, por premio de todos sus servicios, que su enterramiento estuviese en alto: a sí se ve hoy su sepulcro, que está en la capilla de Santa Eugenia de la catedral de Toledo, con la siguiente

inscripción en versos leoninos: (...) Obitus meus X X V II die Februarii, Era ^' MCCLXXXV. De la ocurrencia de Pero lUán para no dejarse pisar n i aun después de muerto, vino el llam ar Per-lUan, perillán, a l mañoso, cauto y sagaz en su conducta y en el manejo de sus negocios. U ltimam ente el lenguajefa m ilia r ha dado a perillán la acepción de picaro, ó de astuto en m ala parte. Esta explicación puede ser curiosa, y acaso ingeniosa, pero carece de verosi­ militud. Desconozco si existe, en realidad, tal sepulcro en dicha capilla toledana. No obstante, los primeros testimonios escri­ tos de perillán como adjetivo son muy posteriores, en concreto de la segunda mitad del siglo XVIII. Por tanto, quedan muy lejos del año 1285 que, al parecer, reza en la inscripción del sepulcro, por lo que el nombre de aquel guerrero medie­ val y el adjetivo perillán no pueden po­ nerse en relación directa. En definitiva, bellaco, arlóte y p eri­ llán son tan sólo tres ejemplos, más o menos curiosos, entresacados de la his­ toria de las palabras, un apasionante campo de estudio lleno de noticias y sor­ presas sobre las maneras en que el ser humano representa la realidad mediante la lengua, siempre condicionado por el entorno cultural y socio-económico en el que le ha tocado vivir. RoeíRia m m m de viñaspre


Laudio

Llodio

L^UDIOKO HARAN NOBLEAREN UDALA AYUNTAMIENTO DEL NOBLE DE LLODIO

Laudioko L.H eta batxilergo udal ikastetxea Centro municipal de F.P. y Bachillerato de Llodio LA N B ID E HASTAPEN A

IN IC IA C IÓ N PR O FESIO N AL

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alava.net ■


Cuadrilla de Ayala - Aiarako tskualdea Ventanalrom ánicodelaparroquiadeSanNartíndeLezam a(Am urrio) En 1863 construyeron la casa del concejo so­

columnas de fustes lisos flanquean el vano a

bre el antiguo pórtico de la Iglesia, una nece­ sidad que debía de cubrir las nuevas atribucio­

cada lado, todas ellas rematadas en capitel, y son estos, precisamente, los que merecen nuestra atención por los temas que represen­

nes administrativas derivadas de su conversión en ayuntamiento, tras la ley general de 1841 que desbarataba la anterior organización de la Tierra de Ayala en cinco cuadrillas. En 1976, Lezama pasaría a ser una simple Junta Ad­ ministrativa tras su anexión al municipio de Amurrio. El citado pórtico tiene dos accesos latera­ les en arco, y conserva en medio de ambos el esbelto ventanal románico al que hacemos re­ ferencia, un elemento arquitectónico del siglo XIII -misma cronología que la portada- que no se corresponde en origen con su actual ubica­ ción ni con la época de construcción del templo a finales del siglo XV y primera mitad del XVI.

tan. En dos de ellos aparece un animal carnice­ ro de acusada fiereza, con la cola elevada bajo sus patas traseras, y en otros tres capiteles el conocido motivo de bolas reticuladas y separa­ das por cordones, temas, todos ellos, que se repiten en ZIgoitia IZuia], Urkabustaiz, Kuartango, Arrestarla y, por supuesto. Ayala. El último de los capiteles representa a tres figuras humanas de cuerpo entero. La del centro es de mayor tamaño -seguramente un noble- y presenta barba y cabello muy estiliza­ dos: la de la derecha corresponde a una dama con tocado de barbuquejo y la de la izquierda representa a un músico con melena que tañe

Presenta tres gruesas arquivoitas, la pri­

un instrumento de cuerda, quizá, mientras el

mera y tercera con decoración de doble corde-

noble y la dama danzan. Por desgracia, la mala conservación de los cuerpos de estos dos últi­

laje, y la línea de imposta sobre la que asien­ tan los arcos luce un ajedrezado. Otras tres

mos nos impide asegurar esta interpretación.


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a casa de.

texto « T D T I MARTÍNEZ DE LEZEA fD to s «J Q S U PERIANES

FU E PRIM ERO U N A TORRE DE DEFENSA EXTRAM URO S DE LA VILLA-FORTALEZA FUNDADA BAJO EL N O M BRE EVO CAD O R DE N O VA VIC TO RIA POR SAN C H O V I EL SABIO DE N AVARRA EN EL A Ñ O 1181Y ASÍ C O N T IN U Ó M IENTRAS LA POBLACIÓN CRECÍA POR LA LADERA OESTE, PERO EN EL A Ñ O 1256 OTRO REY SABIO, ESTA VEZ ALFO N SO X DE CASTILLA, LA EXTENDIÓ H AC ÍA EL ESTE Y LA TORRE Q UED Ó ATRAPADA ENTRE LAS CASAS Q U E SE ALZARO N EN LA N U EV A CALLE DE LA CUCHILLERÍA, PARALELA A LA DE LA PINTORERÍA; ÉSTA, A SU VEZ, PARALELA A LA

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CALLE N U EVA DENTRO, DESPUÉS JUDERÍA.


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CASA DEL CORDÓN Aiztogileen kalea / Calle Cuchillería

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ARA SU D E fE N S A Y SA LVA GUARDIA, UNA M U R A LLA R O D E O Tas seis calles gremiales y la Plaza del Mercado y la colina donde se asentaba una puebla sin fecha de origen de nombre Gasteiz pasó a ser Victoria, Vittoria, Bitoria, Bittoria y Vitoria hasta hace poco, en que por deseo de la ciudadanía han vuelto a encontrarse sus dos nom­ bres: Vitoria-Casteiz. Poco sabemos de los propietarios originales de Casa del Cordón, sí que perteneció a la familia de los Cauna o Caona, antiguo linaje alavés, señores de las dos torres de su nombre en Sabando, Maeztu, del cual existen referencias escritas ya en el siglo XII. Esta familia, emparentada con los Señores de Bizicaia, contaba con miembros de la nobleza castellana, alféreces reales, soldados y clérigos, pero a no­ sotros nos interesa una mujer: María Ruiz de Caona, quien matrimo­ nió a mediados del siglo XIV con Pedro Sánchez de Bilbao, médico converso de Vitoria. Entre otros bienes, la novia aportó como dote unas casas que su familia poseía en la calle de la Cuchillería, una to­ rre entre ellas, pasando de esta forma a ser patrimonio de la familia Sánchez de Bilbao y muy especialmente de su hijo, Juan, apodado "el Rico", por ser, como su propio apelativo lo indica, un rico comercian­ te vitoriano, tal vez el más rico. Hacia 1490, Juan Sánchez de Bilbao rehabilitó la vieja torre y mandó construir a su alrededor una lujosa vivienda de tres plantas de techos elevados que destacaba en altura y anchura sobre los edifi­ cios vecinos. El edificio ha sufrido innumerables restauraciones y no parece que hubiese dos portones en la fachada, tal y como se docu­ menta la vieja fotografía anterior a 1879, donde sólo se aprecia uno. Sea como fuese, el nombre de la casa procede del cordón franciscano que rodea el arco de uno de ellos. Dicho ornamento mostraba que la familia era benefactora del convento de San Francisco, situado extra­ muros, y, al mismo tiempo, manifestaba el celo católico de sus miembros, sospechosos en todo momento de judaizantes al ser des­ cendiente de judíos por parte de padre. En la fachada del edificio pueden verse asimismo el escudo de los Reyes Católicos y el de los Sánchez de Bilbao, un escudo nuevo para una familia nueva que pre­ senta un diseño cuanto menos curioso, pues en él aparecen la cruz cristiana, la media luna musulmana y la estrella de ocho puntas ju­

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día. El interior de la casa también ha sufrido numerosas reformas y es imposible conocer exactamente su distribución, aunque la vivienda medieval de alto nivel tiene unas características muy parecidas en toda Europa. La planta a la altura de la calle se utilizaría como caba-

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Hería y, en este caso, como almacén de tejidos, dado que juan el Rico era un poderoso comerciante mayorista, aunque puede que, siguien­ do el uso, también se abriese un mostrador hacia el exterior para vender telas al por menor. Mantiene el foso y el pozo de agua, un lujo únicamente al alcance de los más ricos hasta hace bien poco. Las habitaciones de la familia estarían situadas en la primera planta. La segunda planta serviría para acomodar a los sirvientes y, quizás, en ella estaría instalada la cocina. En la Edad Media, las cocinas solían si­ tuarse en el último piso para dejar salir el humo sin ahumar la vivien­ da. Sin embargo, puede que en ésta la cocina estuviese situada en la planta baja ya que la casa dispondría de varias chimeneas.

ú n u :a p ie z a q u k h a l l e q a d o a n u e s t r o s d ía s s in ^ber sufrido modificación es, sin embargo, la llamada "sala gótica", de una belleza extraordinaria. Se trata de la torre primigenia de la familia Gauna. Se conservó su estructura y se mandó construir una hermosa bóveda, única en su estilo, que ha permanecido intac­ ta durante quinientos años. La cubierta está pintada en azul con es­ trellas metálicas de color dorado que simulan la bóveda celeste y nervaduras policromadas: en el centro está colocado el escudo los Reyes Católicos y en los laterales, el de la familia Sánchez de Bilbao, así como diversos claves, una de ellas referente a su oficio de mer­ caderes de tejidos. El descubrimiento tuvo lugar en los años 1950 cuando la Caja Municipal de Ahonos adquirió el inmueble y proce­ dió a su restauración. La torre había permanecido oculta durante muchos años, pero conservaba parte de su antiguo esplendor, in­ cluido el policromado del techo que se respetó casi tal y como se encontró. Bajo la sala noble, se descubrió un sótano con vigas data­ das del siglo XIII y que, tal vez, sirviera de almacén de granos o des­ pensa y bodega. Los Sánchez de Bilbao debieron invertir grandes cantidades de di­ nero para transformar una torre vetusta en el mejor palacio de Vitoria, el más moderno y con las mayores comodidades de la época. No existen planos ni descripciones del interior de la casa, pero así tuvo que ser puesto que fue elegida para albergar a reyes, a príncipes y al propio papa.

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A d ria n o v i re cib ió en vitoriQ-QQSteiz el a n u n c io de su elecció n a l p o n tifica d o (1522), m ien tro s se h o sp e d a b a en el d e sa p a re cid o m o n a ste rio de sa n fra n cis co . N a d a m á s ser co n o c id a la n o tic ia , el nuevo p a p o fu e a lo ja d o en La c a s a del co rd ó n , l a m ás noble re sid e n cia de la ciu d ad . Desde e lla p ro m e tió hacer sede e p isco p a l a l a c a p it a l a la v e s a , sin em b a rco , su corto p o n tific a d o se lo im p id ió

ACUARELA DE CARLOS SAENZ DE TEJADA

En efecto, Isabel I de Castilla se alojó en la Casa del Cordón en el año 1483 al llegar a la Villa para jurar los Fueros. La acompañaba su hija mayor, también Isabel, futura reina de Portugal, y poco después se reunía con ellas Femando de Aragón. Posteriormente, Juana I de Castilla y su marido, Felipe el Hermoso, se hospedaron en el palacio. Y también lo hizo el cardenal Adriano de Utrecht, regente del país en ausencia de Carlos I, una vez que se supo que había sido nombrado papa. El edificio tenía que ser ciertamente singular para albergar a personajes tan encumbrados. Asimismo, sus dueños debían de poseer


una gran fortuna pues no ha de olvidarse que los gastos de alojamien­ to de dichas personalidades eran cuantiosos y el erario municipal úni­ camente corría con parte del desembolso. La corte era por entonces itinerante y se encontraba allá donde estuvieran los reyes. Consejeros, secretarios, sirvientes, damas de honor, capellanes, cocineros, barbe­ ros, palafreneros, músicos y otros, además de los soldados de la guar­ dia real, viajaban en su compañía y era preciso alojarlos y alimentarlos a todos. Es de suponer que en la Casa del Cordón únicamente se alo­ jarían los soberanos y algunos de sus servidores más próximos, pero, aun así, no debía resultar fácil, ni barato, el honor de hospedarlos.

D E L C O R D O N HA SU FR ID O VARIAS M O D IfIC A C IO N E S de su historia. La primera reforma tuvo lugar a mediados del siglo XVIII y, a finales del siglo XIX, el edificio tenía un piso supe­ rior en saledizo y un importante alero sujeto por cabrios. En 1898, su entonces propietario, Vicente de Monzón, contrató al arquitecto Fausto Iñiguez de Betolaza, para restaurar el inmueble que presenta­ ba un estado ruinoso. Las obras cambiaron el aspecto de la fachada, pues se suprimió el alero y el voladizo de los pisos superiores, se aña­ dieron miradores y se abrieron dos entradas en la planta baja. El pa­ lacio que había albergado a una sola familia, fue transformado en un inmueble con varios pisos para inquilinos. Tengo oído, aunque no puedo asegurar su exactitud, que todas las jóvenes que nacían en la Casa del Cordón recibían una dote para poder casarse. La última gran modificación del edificio, una vez adquirido por la Caja Municipal de Ahorros, se realizó en 1960 siguiendo las directrices de Emilio de Apraiz, quien descubrió la torre, pero no se preocupó de devolverle su primitiva apariencia. Durante los últimos cincuenta años, la Casa de Cordón ha sido la sede de numerosas y muy variadas exposiciones. En el año 2005, y con motivo de su reapertura tras las obras realizadas para evitar, entre otras cosas, que se derrumbara el techo de la sala gótica, tuve el pla­ cer de dirigir la muestra titulada "La Casa del Cordón de los Sánchez de Bilbao". El edificio recuperó si no su aspecto original, sí la atmósfe­ ra medieval que con mucho trabajo y grandes dosis de imaginación se le imbuyó. Durante unos meses, los vitorianos pudieron trasladarse a

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ju a n SQnchez de b ilb ao , a p o d a d o “ el rico ” , g o z a b a de un p riv ile g ia d o e sta tu s de co m e rcia n te de p a ñ o s y t e la s que le llevó o po seer la m e jo r c a s o de t o d a la ciu d o d a fines d el siçlo Ku, e n tre cu yas pared es tu v ie ro n a bien hosped arse los m ós Ilu stres v is ita n te s de la c a p it a l a la v e s a

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los siglos XV y XVI y contemplaron, entre otros, un taller de tejidos, una cocina medieval, un dormitorio con su cama con dosel y su tina de baño y una esplendida sala noble con chimenea, muebles y cerá­ micas de la época. Para recrear el ambierite de una manera más preci­ sa, actores trajeados según la moda de entonces hablaban con los visitantes y les explicaban tos modos y las costumbres de la Casa. La exposición tuvo un éxito sin precedentes en Vitoria-Casteiz, pero no el suficiente para reponerla, en opinión de sus propietarios. En la actualidad, la Caja Vital ha decidido transformar la Casa del Cordón en la sede de la Fundación Mejora para la tercera edad. El programa de visitas se mantendrá y podrá continuar admirándose la belleza de la sala gótica, el foso y la torre, aunque perderá parte del encanto y misterio que envuelve sus muros. No obstante, seguirá siendo un edificio útil y vivo, que no es poco después de 500 años de existencia. TDTI MARTÍNEZ DE LEZEA Escritora 8 investigadora

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En la ermita de Maidalena, Zuberoa texto y fotos «F E U X HUGURUTZA


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más todos los indicios parecen apuntar que la asfixiante expansión del cristianismo en la Edad Media, fue la encargada de hacer desapare­ cer el sentido original de muchos lugares de culto y de sus rituales mágicos. Para ello se sirvió de infinidad de estratagemas, in­ cluida la represión, con las que trataba de extirpar unas creencias que no podían te­ ner cabida en una concepción del mundo creado y dirigido por un solo dios. Aún así, debió ser tan fuerte la raigam­ bre de algunas costumbres paganas previas que no pudieron ser eliminadas. En aque­ llos casos imposibles, son amoldadas y dis­ torsionadas para que su esencia quede difuminada de tal manera que lo que hasta entonces le era extraño y amenazador se convirtiese en algo aparentemente genui­ no y afín a la causa evangelizadora. El templo dedicado a Santa María Magdalena, en Zuberoa, es uno de esos lu­ gares que rezuman magia por sus cuatro costados. Algo mucho más complejo que una simple ermita por muy popular que ésta sea. Un extraordinario paraje, altivo y desamparado, en el que confluyen tantos y tan variados factores que hace que nos es­ tremezcamos. Son los últimos estertores de una cultura que ya puede darse por des­ aparecida pero que, a su vez, tenemos casi la obligación de vivirla aunque sea en sus últimas manifestaciones. Ermitas, milagrosos sucesos, elemen­ tos curativos o apariciones marianas lle­ nan nuestra geografía, aplicando una mano de opacidad sobre unos ritos pre­ vios cuyas motivaciones y orígenes des­ conocemos. Por ello, es en esos insólitos rincones mágicos de Euskal Herria, en donde debemos de rastrear y, a partir de una interpretación revisionista de los in­

dicios que nos han llegado, lograr saber algo más sobre lo que fuimos, sobre los usos y costumbres del pueblo llano que nos precedió y que, por su humildad, nunca mereció ni una triste línea de los cronistas.Cabalgando como acostumbra­ mos siempre a lomos de la contradicción, idealizamos a Zuberoa como el más puro y seductor de los solares vascos, como esa arcadia de nuestro imaginario, en donde ubicamos el sueño platónico de paisaje, gente y usanzas diáfanas, limpias de polvo y paja. Y hay mucho de cierto en ello. Sin embargo, siendo como es la más añorada de nuestras tierras y a pesar de lo minús­ culo de nuestra geografía, Zuberoa es la gran desconocida, el espacio del que más se habla pero a su vez menos se frecuenta y conoce. De otro modo no puede enten­ derse que un lugar de la importancia cultu­ ral como el que presentamos -el de "La Maidalena", como la denominan los luga­ reños- haya pasado en el más absoluto de los anonimatos entre todos aquellos que habitamos en esa porción de terreno que, con poco gusto y menos acierto, llamamos

Hegoalde. Cuando las agrestes y heladas cumbres pirenaicas comienzan a dulcificar sus pen­ dientes hacia la llanura septentrional del territorio, es cuando Zuberoa comienza a ser mínimamente habitable. Es ahí en don­ de se concentran la práctica totalidad de los 15.000 habitantes que conforman el pueblo suletino, repartidos en pequeñas barriadas que salpican su minúscula de­ marcación. No olvidemos que, con 771,4 km^, tiene una superficie 2,5 veces más pe­ queña que la de Gipuzkoa, para muchos, el paradigma de extensión reducida. Como si de dos torres de defensa se tratasen, flanqueando dicha planicie se en-

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cuentran dos cordales montañosos. En el primero de ellos destaca, en la lejanía, la chapelle de Saint Antoine, "Sant Antoni Txapela”, ubicado en [as proximidades del puerto de Oxkaxe (Osquich) muga entre las tierras de Nafarroa Beherea y Zuberoa. En el otro extremo de la cubeta, y elevada sobre la población de Atharratze (Tardets) brilla en los atardeceres la ermita de la Magdalena, Madeleine o, como sus habi­ tantes euskaldunes la conocen, de María Maidalena. Encaramada en una solitaria cima de 795 metros, se convierte en una referencia visual omnipresente. Al igual que sucede en tantos y tantos topónimos, la fuerza del nombre de la ad­ vocación ha hecho extinguirse al topónimo del lugar. Será inútil que sondeemos en los mapas por que poco más allá de "La Madelein" o "La Maidalena" encontrare­

mos. Sin embargo, aún es conocido el nom­ bre de "Sainte-Marie-Madeleine d'Aranhe". Es en esta forma además como se docu­ menta por primera vez, allá por el siglo XV. El nombre previo del lugar debió ser por tanto Aranhe o, más probable, Aranha. Como más adelante se verá, todo pare­ ce indicar que se trataba de un enclave con un intenso culto ya desde antes de la pre­ sencia del cristianismo. Pero con la llegada de éste, todo parece sugerir que se crea una historia, extraordinaria, para explicar a los ingenuos fieles el porqué de tanta de­ voción al lugar y, de paso, distorsionar y poder apoderarse de los cultos paganos previos. Y se consigue. En la pueril explica­ ción, cuenta la leyenda popular que Santa María Magdalena eligió estas alturas, ya en los tiempos bíblicos, para refugiarse en ellas. Y por ello "desde siempre" ha conta-


p < ííom cna el M agdalena

de julio, día de Iíi

V Para curar a los niños enfermos era costumbre frotar una prenda de aquellos en la imagen de la santa. A partir de ese momento adquiría p{)cleres curativos V V Aún hoyen día pueden apreciarse varias ofrendas frente a la Virgen, si bien son la mínima expresión de lo que fueron en (itras éijocas

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do con gran devoción popular y hubo que erigir allí la ermita, un edificio que, como se ha adelantado, no se documenta hasta el siglo XIV. Sea cual fuese la motivación, la popula­ ridad histórica del lugar parece haber sido notable ya que, cuando se trata de cons­ truir en 1894 el templo actual, se habla de la necesidad de hacerlo para que pueda al menos acoger a un millar de fieles. Un dato impresionante si tenemos en cuenta que se ubica en la cima de una montaña solita­ ria y muy distante de los centros de pobla­ ción reseñables. Aquel edificio ha llegado hasta noso­ tros tras sufrir varias reestoicturaciones y restauraciones, especialmente las de 1961. Fruto de ello es una ermita modernizada y sin demasiado encanto. Y aunque actual­ mente no disponga del poder de llamada


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que tuvo antaño, el lugar sigue siendo rela­ tivamente visitado. Un pastor anónimo es el encargado de abrir el templo todos y cada uno de los días del año. Pero son dos las fechas marcadas en oro para conocerlo: los días en los que pue­ de visitarse en romería o que es como se suelen denominar allí dichas manifestacio­ nes populares. Una es el domingo de Pasión, el precedente al de Pascua (Semana Santa) conocido como Igande Zuri. La se­ gunda corresponde con la onomástica de la santa titular, el 22 de julio, independien­ temente de a que día de la semana corres­ ponda. Estas dos jornadas son especialmente gozosas para los creyentes ya que el sacerdote sube desde Atharratze las que se tienen por reliquias de la santa. Sin duda, en el lugar se perciben sensa­ ciones especiales, quizá porque sabemos del peso de su historia, quizá por el recuer­ do de aquel aliento frígido que los miles de peregrinos, emocionados con sus alegrías o desdichas, exhalaron durante siglos hasta impregnar de esencia humana estas atrevi­ das alturas. O quizá también porque aún resuenan los ecos de aquellos alaridos lan­ zados al aire por los enfermos mentales que se tenían por hechizados o endemo­ niados y que, en desesperada búsqueda de una curación milagrosa, se hacían subir hasta aquí hasta no hace tanto tiempo. También hasta la cumbrera ermita -recoge en unos breves apuntes J. M. Barandiaran (1949)- subían los romeros ciertas ofrendas o exvotos. Dice que los que tenían en casa algún niño enfermo lle­ vaban al templo dos camisas del mismo. Un la dejaban allí y la otra, tras haberse cargado con los poderes mágicos, la vol­ vían a bajar a casa, para ponérsela al infan­ te enfenno. Es decir, una especie de puente entre lo divino y lo humano, construido en la búsqueda desesperada de un favor que aquel dios tan poco clemente les negaba una y otra vez. Prosiguiendo con los rituales sanatorios del lugar, otros muchos tenían por costum­ bre pasar un pañuelo rozando la cara de la

imagen sagrada y, acto seguido, por la suya, a fin de curar los dolores de cabeza. También con el mismo fin acostumbraban a dejar en la ermita un cabello, un peine u otro objeto que hubiese pertenecido al to­ cado de su cabeza. Este santuario ofrendado a María Magdalena era además un enclave espe­ cialmente dotado para invocar la protec­ ción contra rayos, tormentas y tempestades facultad que, como es conocido, también es atribuido a Santa Bárbara, dado el po­ der supuesto a estas santas contra las tor­ mentas bien del cielo bien del interior de las cabezas humanas. Por ello y por su ubi­ cación en aquella altura que domina las tierras suletinas, un sacerdote conjuraba desde allí y con sus plegarias aquellas tor­ mentas que amenazaban con destrozar los campos y rebaños. Es curioso que Santa Bárbara cuente en las cercanías de Atharratze con una ermita, también de gran tradición romera. Según reza un dicho popular local, a esta última hay que enco­ mendar a aquellos que poseen alguna pena o tristeza, mientras que los enfermos men­ tales propiamente dichos son competencia exclusiva de María Magdalena. Respecto a los desórdenes de la razón, relata Paul Perret (1882) que se encontró en las proximidades de Atharratze con una mujer poseída por el mismo diablo. Y que, ataviada con una ropa especial que la cu­ bría, fue subida en carro hasta la ermita para implorar la curación o al menos el ali­ vio de su tormentosa dolencia. A pesar de que aún en la actualidad se hagan diferentes ofrendas en la ermita infinidad de exvotos, fotos de niños/as, etc. acompañan hoy en día a la imagentodos estos rituales mágicos se dan prác­ ticamente por desaparecidos. Dicen los lugareños que fue el abad Aguer, el sacer­ dote de Atharratze hasta 1970, el último en practicarlos. Tenía la costumbre de im­ poner sus milagrosas manos sobre sus fie­ les, mientras recitaba una letanía a Santa María Maidalena a la vez que los creyen­ tes pasaban por sus manos los pequeños


Los últimos rayos del sol acarician la ermita de Sant Antoni de Oxkaxe, que junto a la de Magdalena guardan el territorio de Zuberoa

cirios, cargados de poderes mágicos por el simple tiecho de haber sido llevados hasta allí, a modo de ofrenda, por otros rome­ ros. Pero no cabe duda de que también el pecado, aunque fuese en un grado casi de inocencia, ha ejercido una especial atrac­ ción entre los humanos. De ese modo, la vida lujuriosa llevada por la santa antes de su arrepentimiento -recordemos que había sido una prostituta según recoge San Lucas en su evangelio-, resultaba insinuante para aquellas miradas que buscaban nuevos ho­ rizontes, sensaciones prohibidas, más allá de lo que recomendaba la constringente y poco excitante doctrina de la Iglesia. Así se explica que las muchachas jóve­ nes y en edad casadera acudiesen a visitar a la santa solicitando su "experto" asesoramiento en el desconocido campo de la se­ ducción del sexo contrario: lo que fuera con tal de encontrar un buen mozo que las hi­ ciese felices el resto de su vida.

Al fin y al cabo, el pecado sería de ran­ go menor, pues no dejaba de ser la santa una protegida de Dios. Así es que podían tomarse la licencia de acudir a ella, aunque fuese para buscar impregnai^e de ese aire de erotismo que tanto encandilaba a los muchachos pero que tan prohibido lo te­ nían ellas. Con idéntico fin, también las mujeres acostumbraban acariciar la cara de una de las tallas, que representaba con gran her­ mosura a María Maidalena, para intentar así prender su belleza y atractivo porte. Aquellas desdichadas muchachas solían, asimismo, colocar un alfiler en el manto que cubría la imagen de la santa, para que no se olvidase de ellas ni de los exvotos u ofrendas que en sus proximidades habían depositado. Más extraño es, si cabe, el ritual practi­ cado también por las mujeres y que con­ sistía en venerar los fosos situados en la extremidad del camino hacia el santuario.

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Lo realmente sorprendente del lugar es la existencia de un altar votivo datado en la época de la romanización y que se encuentra en el interior de la ermita. Gracias a él sabemos que existió un templo ofrendado a un dios autóctono, vasco-pirenaico, llamado Herérnscorritse. La interpretación de su nom bre ha generado más de una controversia.


Decía la tradición popular que, cuando la santa acudió allí buscando refugio, se arras­ tró hasta la cumbre para expiar todos sus pecados. En sus reptantes movimientos, excavó los hoyos con la fuerza de aquellas pecaminosas manos y que, en estado peni­ tente, clamaban perdón al cielo. La práctica de tal costumbre -casi con seguridad atribuible a la extravagancia y ex­ tremidad con que la religión se vivió en el Barroco- debió gozar de gran popularidad ya que el cura encargado del santuario or­ denó en 1895 colocar una cruz en uno de los extremos de la planicie del recinto para poder justificar de una manera más orto­ doxa la presencia de aquellas fervientes mujeres que caminaban de rodillas hasta el lugar. Al parecer, despistaban al oficiante y asistentes en sobremanera, ya que se ponía más atención en aquel acto sin sentido que en la palabra divina de la eucaristía. En rea­ lidad, con dicha cruz confluían y culmina­ ban cuatro vía crucis que ascendían, colina arriba, hasta la ermita. La cruz de piedra ori­ ginaria se encuentra sobre el altar de la er­ mita. La que observamos en el exterior, donde se realizaban los antiguos rituales, es una réplica de cemento de 1961, cuando los destrozos producidos en el templo por una tempestad forzaron una reconstnjcción prácticamente total de la ermita. Las obras se llevaron a cabo bajo la coordinación e impulso del sacerdote Aguer y gracias al di­ nero que donaron muchos zuberotarras.

a divinidac

D E H E R A U S C O R R IT S E Se sugería al comienzo del artículo que tal cúmulo de ritos mágicos y de prácticas reli­ giosas no parece sino el reflejo de otras cos­ tumbres anteriores, paganas en su mayoría, y que el cristianismo asumió como propias adecuándolas como pudo a sus creencias, para así integrartas en los credos populares. En dicha línea parece apuntar la ex­ traordinaria ara -altar- votiva, datada en

torno a los siglos I ó II y que se ofrece a un venerado dios llamado Herauscorritse. Podemos verla encastrada en una de las paredes internas del templo, próxima al al­ tar. Su lectura, sin dificultades, es la de FANO/ERAVS/CORRITSE/HE SACRUM/ C(AIVS) VAL(ERIVS) VALE/RIANVS. Más variables son sus interpretaciones ya que mientras algunos opinan que se tra­ ta de Fano Herauscorritse Hoc Erigit Sacrum Calas Valerius Vaterianus otros creen que el nombre de la divinidad no es Herauscorritse sino Herauscorritsehe. En cualquier caso el significado no varía demasiado: 'Caius Valerius Valerianus erige este altar consa­ grado al templo de Herauscorritse'. Por supuesto, nada se sabe de Caius Valerius Valerianus, el personaje que decidió ofrendar y colocar dicho altar. Dicen en sus elucubraciones algunos expertos, que quizá podría tratarse de un notable rico, poseedor de un extenso territorio, y que implora al dios Herauscorritse(he) protección ante las tormentas, como si el dios vasco hubiese suplantado al mismo Júpiter. Pero, como se ha dicho, nada se sabe ni del autor ni de la motivación de la sorprendente ara ni siquie­ ra del templo divino al que se alude. La interpretación de su nombre ha ge­ nerado más que un quebradero de cabeza entre lingüistas y arqueólogos. Hay quien dijo que se trataba del 'Santuario del polvo rojo' o el 'Dios del rayo rojo' e incluso el 'Templo de las damas druidas del país de Auch'. Por falta de imaginación que no sea... Pero, una vez vueltos al surco de la sensatez, sobra decir que ninguna de ellas tiene la firmeza suficiente como para ser tenida en cuenta. En cualquier caso, los estudiosos pare­ cen coincidir en que se trata de una divini­ dad pirenaica y vasca. También se dice de ella que, por semejanza con otras similares del panteón pirenaico, debió de ser de tipo Jupiterino, divinidad principal en los cielos y venerada como ta l Algo que, curiosa casua­ lidad, también coincidiría con la función de protección frente a las tormentas de la san­ ta actual Similar en su nomenclatura existe

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asimismo la deidad de Herauso, también de la época romana y localizada en una epi­ grafía votiva de Boucou (Comminges).

Veneración de

M A R ÍA M A G D A L E N A

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A pesar de la antigua datación que nos trasmite el ara votiva, nos es totalmente desconocido todo lo correspondiente a los oscuros siglos altomedievales que me­ dian entre el fin de la romanización y la plena Edad Media, en torno al siglo XI. Es entonces y no antes cuando comienza a propagarse el culto a Santa María Magdalena, una devoción que se extendió como un reguero de pólvora gracias al ca­ mino de Santiago. Así, hacia 1050 se pro­

pagó la leyenda de que el abad Eudes, el máximo dirigente del monasterio de Vézelay -uno de los templos de mayor importancia en la ruta jacobea- había conseguido para su templo las reliquias de María Magdalena, lo que provocó una gran afluencia de peregrinos al lugar. No olvidemos además que el martirologio ro­ mano indica a Marsella como el lugar de su muerte. Aunque bien es cierto que cabe atribuir dicha creencia no a razones histó­ ricas sino a la leyenda de que Lázaro ha­ bía desembarcado en esta ciudad junto a sus dos hermanas, Marta y María de Betania, tras navegar desde Palestina. La citada María de Betania, aquella que un­ gió a Jesús con su embriagador perfume y que luego lo secó con sus cabellos, no es, según la liturgia latina, sino María Magdalena.


< Dice la leyenda que el gicjante mitológico Roldan intentó arrojar un peñasco de gran tamaño para destruir (Xxagabia. Un resbalón de última hora hizo que quedara a mitad de camino, en el cordal de Bostmendieta V Hoy en día una (jran masa vegetal recubre la sorprendente roca conocida popularmente com{) Airolancn bctsin, la peña de Roldan o Roiand

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El templo de Vézelay se convirtió así en el foco del culto a María Magdalena, y fue difundido especialmente gracias a tos miles de peregrinos jacobeos que por allí pasaron y que divulgaban por donde iban las gran­ dezas de la santa. La ubicación de los tem­ plos con su advocación en las principales vías de comunicación del momento (Bidarte, Hondarribia. Errenteria.Astigarraga, Azpeitia, Eibar, Arrigorriaga, Luiaondo...) nos ayudan a pensar en esa dirección.

Arrolanen betxia, L A P E Ñ A D E R O LD A N

Un lugar con connotaciones tan extraor­ dinarias y con un más que probable yaci­ miento enterrado bajo su ermita no podía


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Entre las diferentes imágenes de ¡a ermita, una de ellas representa a una bella María Magdalena. Resultaba tan sugerente para las muchachas jó ven es del lugar que acostumbraban acariciar su cara para intentar im pregnarse de su belleza y atractivo p o /te . No ■ debemos olvidar que ¡a Magdalena e ra, p o r su vida, una santa con una gran carga erótica.


ser una excepción entre los mitos más te imposible apreciarla sin estar en la generales -e incluso universales- que pa­ misma base. Hay que ascender con una recen poner en relación los lugares con pequeña escalada hasta su cumbre para, algún tipo de material arqueológico entre las copas de los árboles, vislumbrar templos, castillos, castros, megalitos...la ermita de la Maidalena al otro lado de con seres legendarios de extraordinaria la cubeta suletina. fuerza. Por ello, han sido habituales en En estos días de modernidad ya nadie toda Euskal Herria unas leyendas, muy si­ se estremece ante la inconmensurable milares entre sí aunque con diversas va­ fuerza de Roland. Pero sí lo hacemos los riantes apuntando a un origen común. desdichados fotógrafos al acercamos Uno de los seres de extraordinaria fuerza hasta este ignorado peñasco conocido citados es Roldán o Roland, con presencia como Arrolanen betxia, 'la peña de en los mitos del centro y el oriente de Roland' para comprobar cómo, tras haber Euskal Herria, y en alusión al épico te­ atravesado un mar de zarzas, resulta im­ niente de la retaguardia del ejército de posible retratar tan significante eminen­ cia rocosa. Carlomagno, derrotado y muerto en la Batalla de Roncesvalles. Recuerdan los zuberotarras de mayor edad haber escuchado de sus mayores de­ cir cómo, estando Roland en el alto de la Magdalena de Aranhe, intentó arrojar un M A R IA M A ID A L E N A gran peñasco con la intención de, sobre­ No hay vascos como los zuberotarras a la pasando las montañas pirenaicas, des­ hora de entregarse a los cantos popu­ truir la plaza de Otxagabia. Pero en lares. Cualquier fiesta, cualquier comi­ el momento del último impulso an­ tes de lanzarla, resbaló en una bo­ da o encuentro entre amigos sirve para emprender algún bello son que, ñiga de vaca y cayó al suelo. El con una maestría que tan sólo gran peñasco no llegó a su destino ellos dominan, pronto adorna­ final y quedó incrustado en uno rán con diferentes voces y to­ de los cordales de Bostmendieta nos. -donde se ubican las cumbres Existe una bella melodía de Belozkarre y Zalhagaina- y popular dedicada a María cerca del bello pueblito de Maidalena de Aranhe. Y sien­ Lakarri. do como es dicho lugar tan Su localización y acceso no amado por los suletinos, es son fáciles y el resultado de la conocida y entonada portoincursión en cierto modo de­ dos ellos como si de un him­ cepcionante. Se trata de una no popular se tratase. Su gran peña solitaria, escarpada, letra habla de la grandeza de y con una altura que varía en­ la santa y de cómo el pue­ tre los 30 y 50 metros, por si­ blo de Zuberoa le edificó tuarse en una una ermita en pronunciada pen­ lo alto de la diente. Una vege­ montaña, bus­ tación selvática cando así su cubre el lugar y p ro te c c ió n . la mítica roca, de Dice así: "Matal manera que es prácticamenAndre Mari gótica, imagen principal del templo ria Maidalena,

Canción de

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uhure deizügü / Santa Potheretsia, othoitzen zütügü / Cure aitek best' ordiiz, o Sainta handia / zeizien gomendatü Zibero herria / Eliza bat zeizien gorarik altxatü / züre berme hunari denak gomendatü / goxoki zük deiküzü menditik so egiten / Cük ere zìi gogotik, hürrüntik iküsten / zure eskü eztiak, gure heríala / korphitz arimen hunak eraz ditzala". Pero para sentir la fuerza de la romanza de Maria Maidalena en nuestras cames hay que estar allí el 22 de julio, el día de la ro­ mería principal. Y experimentar, en cierto modo avergonzados, cómo nuestra piel se va erizando según avanzan tos acordes del viejo cántico. Al igual que lo que sucede en otras tantas culturas, también aquí se están desmoronando en pocas décadas aquellas costumbres cuya raigambre popular había atravesado generaciones y fronteras sin impedimento alguno. Hoy tan sólo acu­ den a la romería los mayores del lugar, más motivados por el espectacular pano­ rama que por aquella secular tradición,

hoy desterrada al recuerdo de sus años de mocedad. Soledad, boima y buitres son hoy los únicos peregrinos de un lugar que jornada a jornada acrecienta la sensación de njina histórica. Hace años que dioses, santas y seres mitológicos dieron la espalda al sa­ grado paraje. Y con ellos los rituales que con tanto fervor y entrega fueron practica­ dos hasta no hace tanto tiempo. Es la irre­ frenable decadencia de las culturas locales para ser absorbidas e igualadas por el rase­ ro de la globalización mundial. Por eso hay que visitar este lugar an­ tes de que espire su historia, antes de que al visitarlo ya no sepamos distinguir si estamos en Euskal Herria o en sus an­ típodas. Antes de que dejen de escuchar­ se las voces zuberotarras entonando el Mana Maidalena, antes de que el dios Herauscorritse deje de protegernos y co­ mience a descargar su furia sobre noso­ tros. F E U X M UG UR U TZA


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Cuando los p rim eros explo­ radores arribaron en el siglo XVIII a la ch ilena Isla de Rapa Nui -m á s ta rd e rebautizada como Isla de P ascua- no daban crédito a lo que veían; más de 600 gigantes e s ta tu a s -m o á i en Idiom a lo c a l- labradas en piedra basáltica. Según las investigaciones arqueológicas fueron construidas entre los sig lo s XII y XVII por sus habitantes p olin esios rem ovien­ do para e llo montañas enteras. Sin que se conozca la razón exacta, su ta lla se abandonó repentinam ente y, con poste rio ri­ dad fueron derribadas aquellas que ya estaba e rigidas. Se dice que representaban a los antepasados difuntos, de manera que protegiesen a sus descendientes. Pero todo e llo sigue siendo un m iste rio sin dilucidar. En la instantánea, la espectacularidad de los moal es desafiada por la belleza de la Isleña M argaret Tepano Teao. FOTO ENVIADA POR: JABIER LES


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El pino radiata -también llamado pino de Monterrey y pino insignis- procede de Norteamérica, concretamente de las regiones de Cambria, Monterrey. Año Nuevo y algunas islas de la costa del océano Pacífico. Sin embargo, hay que señalar que esta especie no goza de sus mejores momentos en el estado californiano, ya que se encuentra en retroceso, todo lo contrario de lo que sucede en las antípodas: Australia y Nueva Zelanda, donde su expansión la ha llevado a ser la primera conifera para la producción de madera.

U N A R E F L E X IÓ N SO BRE LA IN T R O D U C C IÓ N D E E S T A E S P E C IE

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A N T IC U O CASERIO DEL BARRIO DE O N S O Ñ O (AMURRIO), CU YO S CAMPOS DE SIEMBRA Y HUERTA HAN SIDO UTILIZADO S PARA LA PLANTACIÓN DE PINO RADIATA HASTA LA MISM A PUERTA DE ENTRADA

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Pinus radiata se introduce en lel País Vasco de la mano de ' Adán de Yarza, en ^cuyo pala­ cio de Zubieta (Ispaster) aún puede verse algún ejemplar procedente de aquellas primeras plantas, tal y como ci­ taba Cavanilles en 1857, dentro de la colección de 31 coniferas asiáticas y americanas presentes en la finca. Sin embargo, la primera repoblación importante hay que situarla en 1897, de la mano de Mario Adán de Yarza, en los términos de Errialtadua Mayor y Pinoaga, perte­ necientes a Usansolo y Bedia respectivamente, y las plantas procedían del vivero francés de Vilmorin.

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Con la entrada del nuevo siglo, la situa­ ción forestal comienza a preocupar a las diputaciones de los diferentes territorios -Bizkaia era un espacio de monte calvo en la mitad de su superficie (100.000 ha.)-, cuyos servicios forestales comien­ zan a actuar en los montes públicos me­ diante repoblaciones. La oposición del mundo rural y de muchos pueblos a esta medida no se hizo esperar, como puede verse en la queja que vecinos de Segura y Zegama elevan a la Diputación de Gipuzkoa, preocupados por la inminente repoblación de sus montes con pino en lugar de las tradicionales especies de ro­ ble y haya, más acordes a los usos gana­ deros y agrícolas de la zona. También en Oiartzun, Billabona, Aduna, Urnieta e Irun surgen protestas en forma de humo, ya

que varias repoblaciones de pino son quemadas en 1914. Pero, poco a poco, los exaltados ánimos se fueron calmando y las repoblaciones aumentando, sobre todo las de coniferas. A esto ayudó, sin duda, la firme intervención de las institu­ ciones provinciales y la crisis forestal de­ rivada de las enfermedades que acuciaban al arbolado tradicional: la tinta en el cas­ taño y el hongo del Oidium en el roble, lo que desaconsejaba su plantación. Entre 1917 y 1937 las repoblaciones con especies de crecimiento rápido -es­ pecialmente de pino radiata- se aceleran de tal forma que Gipuzkoa llega a tener 5.000 hectáreas y Bizkaia 16.000. Este rit­ mo ascendente proseguiría en las siguien­ tes décadas, pero será a partir de 1959, cuando la repoblación de radiata adquiera


mayor intensidad, con más de 60.000 hectáreas en Cipuzkoa, 80.000 en Bizkaia y unas 16.000 en Álava. Se había multipli­ cado por ocho la presencia de esta espe­ cie respecto a la habida en la Guerra Civil.

IMPACTO MEDIOAMBIENTAL

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En el año 1975 empezamos a estudiar de manera científica la problemática de este pino. Tenemos que decir que partiamos de un prejuicio: el pino radiata no nos gustaba, pero queríamos saber si sólo era un sentimiento o, si por el contrario, po­ día tener alguna base real. Recopilamos información sobre pája­ ros, insectos, hongos y plantas que tuvie­ ran su hábitat en este tipo de pinares, y los comparamos con los que había en prados, zarzales, tojales -zona de otakasy bosques de encinas, robles y hayas. Pasaron los años y, en 1982, pudimos consultar varios trabajos que tenían al pino de Monterrey como objeto de estu­ dio: uno del ICONA y el otro del ayunta­ miento de Errenteria. Este último trabajo fue el núcleo de partida para que, años más tarde, Añarbe fuera declarado zona protegida e incluido dentro del parque natural de Peñas de Aia (Aiako Harria). Ambos trabajos evidenciaban que los pinares guardaban una menor diversidad en cuanto a número de vertebrados que los hayedos, robledales y campiñas arbo­ ladas, con valores muy similares a los que había en los tojales. Además, con­ cluían que una gran parte de los pinares, precisamente, habían sido plantados en antiguos bosques de robles, hayas y cam­ piña arbolada. Y había sido tal el volu­ men de plantación de pino radiata que, el único bosque de robles que se había dejado como testigo en Cipuzkoa para obtener comparativas fue Añarbe, una masa forestal del municipio de Errenteria con tan sólo 1.000 hectáreas, pero que

EL PIN O RADIATA SE H A ADAPTADO MUY BIEN A NUESTRO ENTORNO, HASTA EL PUNTO DE QUE SU RITMO DE CRECIM IEN TO ANUAL ES NOTABLE Y NOTORIO, C O M O PUEDE COMPROBARSE EN EL COLO R VERDE CLARO DE SUS A CÍCULAS QUE M ARCA EL "ESTIRÓ N " D ADO EN PRIMAVERA

conservaba además uno de los mejores bosques de hayas a menor altura, con mas de 400 hectáreas, y lo que es más importante, un bosque de robles de Quercus robur y Quercus petrae de más de 400 hectáreas, el más extenso de Cipuzkoa y Bizkaia en cuanto a bosque antiguo de robles centenarios. Así, pues, Añarbe se convirtió en una base experi­ mental a la hora de estudiar el impacto medioambiental del pino radiata sobre la fauna y flora autóctonas y sacar conclu­ siones respecto a sus hábitats en Añarbe. Respecto a la campiña arbolada, el estudio del impacto era más fácil ya que este tipo de ecosistema aparecía por toda la geografía de Cipuzkoa y Bizkaia, a menudo entre los propios pinares. Muchos de los estudios que se han hecho sobre el impacto del pino (inclui­ do el hecho por Aranzadi) no han tenido en cuenta Añarbe, y además no se ha es­ tudiado toda la fauna y flora, a lo sumo unos pocos centenares de especies en el campo de las plantas vasculares, cuando sólo en el País Vasco hay más de 3.000 especies de éstas, y más de 8.000 si in­ cluimos, además, hongos y bacterias. Tampoco se ha hecho el conveniente es­ tudio de relaciones entre los diferentes seres vivos. Sólo los vertebrados han sido objeto de examen en los últimos años, y de manera parcial. Afortunadamente, desde Aranzadi se han impulsado algu­ nas investigaciones sobre invertebrados, tal y como se nos muestra en un intere­ sante trabajo sobre arañas, donde se re­ fleja una mayor diversidad de éstas en los bosques autóctonos caducifolios de robles, hayas y encinas, respecto a las ha­ bidas en los pinares de radiata. Otra cosa que llama la atención de los estudios del impacto del Pinus radiata es


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que tampoco se ha hecho una diferencia­ ción entre los diferentes tipos de pinares que existen dentro de la misma especie. Así, según la información de campo reco­ gida entre nuestros informantes, y aten­ diendo a la forma de explotación de los mismos, podríamos clasificarlos en:

el pino como el helecho, el cual se siega anualmente para obtener ca­ mas para el ganado. Es, no obstante, de menor diversidad que el anterior, pero, a su vez, mucho mayor que el pinar puro, donde no entra la luz.

Pinares de sustitución

Pinar puro Donde no crece nada debajo del bos­ que de pino. Es el de mayor impacto medioambiental, ya que su frondosi­ dad no permite el paso de la luz al suelo.

Cam piña arbolada de pinos Donde los pinos están entresacados y muy separados entre sí, lo que permi­ te la coexistencia del pino con el cre­ cimiento de pasto para los animales. Aquí, la diversidad de plantas es ma­ yor que en el caso anterior.

Pinar-helechal Donde los pinos están también en­ tresacados, permitiendo el paso de la luz y el desarrollo del helecho (Pterídium aquilinum). En este siste­ ma de explotación se desarrolla tanto

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Estos pinares, al ser plantados sobre antiguos bosques caducifolios, han iniciado un proceso de regeneración con abundantes robles, hayas y casta­ ños que crecen bajo los pinos. Suelen ser pinares un tanto abandonados, que no han sido limpiados y que en el momento de la saca hay que eliminar toda vegetación de sustitución. Se ha argumentado, a favor de la lle­ gada del pino, que Bizkaia y Gipuzkoa es­ taban despobladas de bosques, sin embargo, las encuestas realizadas a gente mayor de ambos territorios, no sostienen esta afirmación, ya que en las descripcio­ nes que hacen de Jaizkibel, del valle de Oiartzun y otras muchas zonas antes de la llegada del pino, se retrata un paisaje de mosaico donde coexistían cultivos, bosques de castaños, robles y hayas, cam­ piña arbolada, helechales, zarzales y toja-


[es. Comunidades vegetales todas ellas que estaban organizadas y dirigidas por el ser humano, cada una con su utilidad y aprovechamiento, y a su vez, aportando al conjunto una variedad enorme de fau­ na y fiora (más de 8.000 especies del rei­ no vegetal en Euskal Herria). También se ha argumentado que los pinos fueron plantados en zarzales y tojales, zonas que no valían para nada, pero lo cierto es que no se quiere reconocer que antiguamente cumplían una misión importante dentro del mosaico de co­ munidades vegetales. Sin duda alguna, lo que posibilitó la plantación masiva de pinos de Monterrey fue una cuestión monetaria, y no un in­ tento por mejorar el medio ambiente. El abandono del caserío y el éxodo hacia las ciudades industrializadas fueron, prácti­ camente. coetáneos, y todo ello en con­ junto está detrás del desastre que sufrió aquel rico mosaico de comunidades ve­ getales. No llegamos a tiempo de ver en el valle de Oiartzun el abandono de los trigales, pero sí el del maíz y también el impacto que esto ha supuesto para la su­ pervivencia de muchas plantas y anima­ les ligados a las labores tradicionales de cultivo. Así, pues, el desarrollo del pino es

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una consecuencia del aban­ dono del campo, y de no haberse cruzado en el ca­ mino, hubiesen sido la otaka y la zarza las especies que hubieran invadido todo el mosaico de pai­ sajes. La diversidad de comunidades vegeta­ les a la que hemos hecho mención posi­ bilitaba la existencia de una gran variedad de flora y fauna. Si anali­ zamos la campiña ar­ bolada, una de las pocas comunidades del pasado que ha sobrevivido en parte, donde conviven prados y árboles en los lindes (robles, endrinos, sauces, hayas, enci­ nas...), observaremos cómo la mayoría de las 2.000 especies de plantas vasculares clasificadas en la comunidad autónoma vasca se encuentran aquí, por lo que su desaparición podría suponer la destruc­ ción de la mayor parte de nuestro patri­ monio floristico, no solo en número sino también en volumen de especies.


Pino insignis o pino radiata? La verdad es que no h ace tanto tiempo que venimos escuchando e! térm ino "radiata" para designar a la especie que todos conocíam os como "insignis". Y por si esto fuera poco, en m uchos ám bitos aparece como "linsignis" y "M onterrey". ¿H abrá algún otro árbol con más nombres oficiales? Sin duda que lo de "M onterrey" viene de su lugar de origen en la costa californiana del Pacífico, pero lo de "insignis" es debido a un erro r que se ha perpetuado en el tiempo hasta la actualidad y que tiene su inicio en el botánico David D ouglas, quien describe in situ, en 1833, una especie de conifera que denom inará Pinus insignis por el destacado crecimiento observado en ella. D ouglas envió la descripción y los m ateriales recolec­ tados al herbario de la Roya! H orticultural S ociety poco antes de fallecer en 1834. Un año más tarde, David Don, describe la misma especie en una


conferencia que tuvo lugar en la Sociedad Linneana de Londres, utilizan­ do especím enes traídos desde California por Thom as Coulter. Don obser­ va la forma que tienen las escam as de las piñas y le bautiza con el nombre de P/'nus radiata. Visto así, teníamos dos denom inaciones científicas para la misma especie de pino, hasta que entró en escena Loudon, quien prepa­ raba en 1838 su A rboretum et Fruticetum Britannicum. Para ello, Loudon recuperó la descripción y los m ateriales enviados por Douglas, y otorgó a nuestro pino el nombre de Pinus insignis Dougi., una nueva acepción que la publicación de su libro se encargó de popularizar. En cualquier caso, hoy se consideran válidas am bas denom inaciones, aunque la de radiata va imponiéndose a la de "insignis” en el plano institucional y tam bién en los papeles oficiales.

ZO NAS D£ PASTIZAL RODEADAS POR PINARES DE PLANTACIÓN, SALPICADAS POR OCASIONALES BROTES DE ROBLE A U TÓ CTO N O Q UE SE DEJAN CRECER EN LAS ZONAS MARGINALES


Cuando se abandona el campo, y con ello la intervención tradicional del ser hu­ mano en el medio, lo primero que ocurre es que la naturaleza tiende al desequili­ brio de especies, y allí donde todo estaba cuidado y limpio de maleza aparecen los zarzales y tojales con la intención de co­ lonizarlo todo. En esta primera fase, todas las plantas vasculares que se encuentran en un prado y todos los insectos que se encuentran ligados a ellas (tres o cuatro por cada planta), desaparecen. A medida que las zarzas y otakas avanzan, aumen­ ta, en la misma proporción, el peligro de incendio, que es otra de las consecuen­ cias del abandono de la campiña arbola­ da. Y como solución, lejos de volver a un equilibrio en el mosaico del paisaje, lo que se hizo fue introducir pinos, con lo cual aseguramos la definitiva aniquilación del mosaico paisajístico. Ni siquiera se pretendió integrar la plantación de pinos en aquel mosaico, como una especie más, sino, más bien, crear un monocultivo ce­ rrado y continuado en nuestro paisaje at­ lántico, con lo que aquella situación de abandono del mosaico paisajístico quedó perfectamente establecida con un único modelo de implantación. La situación, en la actualidad, se está agravando, y el resto del mosaico pai­ sajístico continua retrocediendo, ya que los caseríos -y su tradicional sistema de explotación agropecuaria- están entran­ do en la última fase de abandono. Mientras en amplias zonas el mosaico paisajístico está degradado por la planta­ ción de pinos, en otras lo está por el avance de zarzas y otakas, y en otras más por el imparable desarrollo urbanístico y de las infraestructuras viarias. A pesar de todo, hay voces que de­ fienden al pino desde un punto de vista medioambiental, ocultando, quizá, un verdadero trasfondo económico. Nuestras diputaciones forales y también el Gobierno Vasco han aplaudido e incenti­ vado la actividad repobladora de esta es­ pecie pero, con ello, han entrado también

LA Z A RZ A Y LA OTAKA SON DOS ESPECIES IN VASORAS QUE PROCEDEN DE LA DEGRADACIÓ N DE OTROS ECOSISTEMAS Y TAMBIÉN SO N CO N SECU EN CIA DEL A BA N D O N O DE M UCHO S CASERIOS

en un contrasentido. ¿Cómo, sino, se ex­ plica que se declaren parques naturales en zonas donde se conservan bosques au­ tóctonos y ninguno en las áreas de pina­ res californianos? Sin duda, porque las instituciones consideran a las zonas bos­ cosas y de campiñas arboladas de mayor valor natural -y por lo tanto fáunico y florístico- que las de pinares de cultivo. No consideramos que el pino sea la causa, sino la consecuencia del abando­ no del campo, y como no se tomen me­ didas drásticas en el mantenimiento y conservación del mosaico paisajístico que aún nos queda, la biodiversidad de especies podría entrar en un camino sin retorno y verse reducida drásticamente. De las investigaciones realizadas en el año 1975, destaca el estudio sobre la di­ versidad de plantas vasculares en prados y bosques. La primera conclusión sacada de la observación de estos prados fue que te­ nían plantas diferentes a las de los bos­ ques, y también más especies vasculares. Pudimos clasificar gramíneas, legumino­ sas, compuestas y un largo etcétera, mien­ tras que en los bosques, la mayoría eran fagáceas. Además, comprobamos que si aparecían árboles y arbustos en los lindes de los prados, ambas formaciones eran ca­ paces de crear una simbiosis entre las plantas del bosque y de los prados que au­ mentaba de manera importante la diversi­ dad de especies. A este tipo de comunidad le llamamos "campiña arbolada" y era ca­ paz de albergar especies de ambas comu­ nidades: gramíneas, compuestas, rosáceas y fagáceas entre otras. También pudimos comprobar que muchos de los prados es­ taban plantados de árboles frutales y cul­ tivos, por lo que formaban una unidad que denominamos "campiña arbolada cultiva­ da", donde a las especies antes menciona­ das había que añadir otras procedentes de


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los cultivos, es decir, directamente de la intervención humana. Esta campiña arbo­ lada cultivada formaba, a su vez, una uni­ dad florística y fáunica de gran interés. En muchas zonas, además, habría que añadir a estas campiñas otro tipo de co­ munidades como el helechal, el zarzal, el tojal y el brezal que, en caso de estar controladas por el ser humano, aporta­ ban nuevas especies a las ya citadas, pero que, en caso contrario, sucedía un desa­ rrollo desmedido de las mismas que lle­ gaba a aniquilar a las especies de las otras comunidades vegetales con las que entraba en contacto. En este sentido, pu­ dimos observar que si un pinar de Monterrey se encontraba integrado den­ tro de este mosaico paisajístico no tenía por qué suponer ningún impacto medio­ ambiental, ya que funcionaba como una comunidad más dentro de la biodiversidad, como lo hacían el tojal y el zarzal cuando estaban bajo control. Y así ocu­ rría en aquel pinar de dos hectáreas ro­ deado de campiña arbolada cultivada y de campiña arbolada que estudiamos en el año 1987, donde la flora no resultaba afectada en absoluto, ya que disponía de suficiente espacio para desarrollarse.

EL PINO Y EL PATRIMONIO La forma actual de plantar el pino -anti­ guamente se hacían hoyos- mediante enormes máquinas que igualan y peinan el terreno, moviendo raíces y enormes piedras de todo tipo, trae como conse­ cuencia no sólo la apertura de innumera­ bles pistas forestales, sino, también, la eliminación de todos los obstáculos que se encuentran a su paso. Es por ello que, la destrucción de buena parte de nuestro patrimonio de edificaciones del pasado se la debemos al cultivo del pino radiata en nuestros montes. Un patrimonio menor y etnográfico constituido por cabañas, ca­

seríos, erizeras para castañas, muros de antiguas piezas labrantías, hornos caleros y pozos neveros, trincheras, tejeras y otros elementos arquitectónicos situados en la­ dera, vaguadas o zonas llanas, que confor­ maban una rica muestra del patrimonio menor, construido y utilizado por nues­ tros antepasados en sus labores de explo­ tación agraria o de pequeñas producciones industriales en el medio rural. Del mismo modo, el patrimonio arqueológico consti­ tuido por monumentos megalíticos -cír­ culos de piedras, dólmenes, túmulos y menhires- y por yacimientos al aire libre -poblados, murallas, fondos de cabañas, necrópolis, muros de viviendas-, ha sufri­ do enormes daños e insustituibles pérdi­ das, una catástrofe patrimonial imposible de evaluar y de la que nadie -ni a nadiese hace responsable. La explotación del pino ha traído, sin duda, riqueza económica a nuestra tierra, pero esa riqueza ya la teníamos con las especies autóctonas conservadas. Si hu­ biésemos sabido esperar, dar tiempo a que hayas y robles crecieran en su más lento desarrollo, ahora tendríamos gran­ des bosques en explotación sostenible, con jóvenes plantones, individuos adultos y talas controladas que darían pingüe be­ neficio, además de favorecer la formación de suelos y la retención de humedad en grado muy superior al pino radiata. D A N IE L PEREZ A LTA M IR A M iem bro del O p to , de E tno b o tanica de la S o cie d a d de C iencia s A ra n za d i


Ruta de las Caravanas, Ruta de la Seda, Mongolia, China, Xinkiang, Timajì, Tibet, } Nepal, Pakistàn, i La India: del Norte, . Cachemira, Sikkim, del Este, del Siu*.., Sri Lanka, Indonesia, Birmania, Laos y Camboya, Vietnam, Uzbekistán y Kirguizistàn, Irán, Armenia, Siria y Jordania, Isla de Soqotra, Ì^pto, Marruecos, Sur de Argelia, Libia, Niger, Jlali y Burkina Faso, Senegai, Guinea Conakry y Bissau, Togo, Ghana y Benin, Camerón, R.D. Congo, Namibia, Botswana, Ruta del Nilo, Sudán, Etiopía, Djibouti, Tanzania, I^Iozambique, Madagascar, Groenlandia, Alaska, Terranova, Canadá, EEÜÜ, Ruta Maya, Guatemala, Costa Rica, Venezuela, Colombia, Brasil, Bolivia, Peni, Cliile y Ai^entina, Patagonia, Australia, Nuera Zelanda...

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Si paseando por Roma, la ciudad eterna, en el antiguo Campo de Marte entramos en una pequeña iglesia barroca llamada Sant’Antonio dei Portoghesi y reposamos en la quietud de su interior, pocas veces hoyado por las hordas de turistas, al recrearnos en su decoración podremos

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ver que además del santo titular de la iglesia ( San Antonio de Padua ) aparece san Francisco Xabier

¿•-E-« El primero es lógico, ya que aunque está enterrado en la italiana ciudad de Padua nació en Lisboa. ¿Pero qué hace un santo navarro en la iglesia exclusiva de los portugueses en Roma?


La respuesta a esta pregunta es más fácil,

y

aunque

hablamos de un hombre santo su motivación es meramente política: Xabier, como navarro fiel a su legítimo rey prefirió recorrer el mundo a las órdenes del rey de Portugal frente al de Castilla, conquistador de su amada Navarra. Francisco, que sería llamado "el apóstol de las Indias y del Japón", na­ ció en el castillo de Xabier en 1506 y murió frente a Cantón en la isla de Shang-Chuan en 1552. Era el sexto y último hijo de Juan de Jatsu y Maria de Azpilkueta, señores del castillo de Xabier y de Jatsu en Lapurdi. Cuando Francisco vino al mundo su rey era el de Navarra, puesto que el viejo reino todavía era independiente, pero en 1512 las tropas castellanas


CASTILLO DE XABIER. LA ALTA TORRE C EN TRALES SU C O M PO NENTE MÁS A N T IC U O

mandadas por el duque de Alba invadieron el reino que, aunque luchó con bravura, poco pudo hacer frente al Invasor. Los Jatsu, fieles a su legítimo rey Juan de Albret, vieron cómo las tropas castellanas los castigaban y cómo en 1516, cuando el que sería santo contaba con diez años, derribaban su casti­ llo siguiendo órdenes del cardenal Cisneros. Pero la conquista no fue fácil. Algunas guarniciones, como la del castillo de Lizarra, no claudicaron frente al invasor y el rey legítimo y los navarros que le seguían fieles se hicieron fuertes tras los puertos, en la Baja Navarra {Nafarroa Beherea). Desde allí organizaron varios intentos de recuperar la independencia de Navarra. En 1516 las tropas fueron derrotadas en Izaba y

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se tuvieron que retirar al Bearn. Posteriormente, en 1521, estuvieron cerca de lograr su objetivo puesto que recuperaron casi todo el reino, incluida la capital en la que luchando en las tropas castellanas fue herido Eneko de Loiola, el que con el tiempo sería san Ignacio de Loiola. Derrotados por fin en la batalla de Noain los navarros tuvieron que buscar refugio en la Baja Navarra siendo el castillo de Amaiur en Baztan el último reducto en manos del legítimo rey navarro. En las ruinas de dicho castillo de Amaiur hay un monumento en el que se puede leer:

A los hombres que en el castillo de Maya pelearon en pro de la independencia de Navarra LUZ ETERNA. * Ñapar askatasunaren aldeAmayurko echarrian borroka eginzuten gizonai BETtKOARGlA Navarra agradecida a los postreros defensores de la independencia patria. En realidad se trata de una fiel copia del monumento original erigido en dicho lugar las cuatro diputaciones en 1922, ya que aquel fue dinamitado en 1931. En el citado elemento hay igualmente una lista con algunos de los dos­ cientos navarros que lucharon en dicho lugar. Son dignos de mención para nuestros intereses los de Miguel de Jasso (Jatsu), señor de Xabier, y Juan de Jasso, ambos hermanos de Francisco de Jaso, el que con el paso del tiempo sería llamado san Franscisco Xabier. Estos dos nombres, junto con otros muchos, figuran en la relación de 150 navarros que no fueron perdonados tras llegar la paz, es la lista que J. M. Jimeno Jurío denominó: "lista de honor de la lealtad navarra". Nadie mejor que este historiador navarro para ha­ blarnos de lo que fue la conquista y su influencia en el joven Xabier: "Gracias a Castilla los Jaso y Azpilicueta, señores de Javier, tuvieron que exiliarse a Iparralde, sempiterno refugio de terroristas vascos y navarros desafectos a los castellanos, dejando en el castillo a la triste doña María con un hijo menor, un tal Francisco. El muchacho decidió estudiar [...] Se fue a París y, luego, cuando decidió entregar su vida como mensajero del Evangelio, no embarcó en las carabelas de Castilla para seguir rumbo hacia la Nueva España descubierta, conquistada y esquilmada. Prefirió naos por­ tuguesas y la ruta de Oriente" El joven navarro partió en 1525 a París a estudiar Humanidades y fue uno de los seis que en 1534, reunido con Ignacio de Loiola en la Montmartre, hizo voto de servir a Cristo en pobreza y castidad y de ir en peregrina­ ción a Tierra Santa, o en caso de imposibilidad, ponerse al servicio del Papa. Al serle imposible la peregrinación a Tierra Santa, por las guerras en­ tre Venecia y Turquía, el navarro embarcado en naves portuguesas partió a Coa, en la India, como provincial de los jesuítas y nuncio del Papa. Recorrió la India, Sri Lanka -antigua Ceílán- y las Molucas (Indonesia) en su tarea de difusión de cristianismo. Creó asimismo el primer colegio misionero en Coa. Finalmente partió a Japón desde tenia previsto realizar un viaje de evangelizadón de China. En la playa de Sancián (Shang-Chuan, China) murió, probablemente de pulmonía. Según relataron los jesuítas que lo atendieron en los postreros


XABIER ARTEAGA


momentos, sus últi­ mas palabras fueron en euskera, la lengua que su madre le dio de pequeño. Por ello desde hace varias décadas, la fecha que recuerda su fallecimiento, el 3 de diciembre, está consi­ derado como Día Inter­ nacional del Euskera. Lo de "internacional" forma parte de tal celebración desde su gé­ nesis ya que, estando prohibido el uso del euskera por el sistema dictatorial franquista, se celebraba en Suramérica por las colonias de vascos en el exilio. Asimismo hay que recordar que el propio Xabier, en una carta escrita en 1544, manifestaba que su “lengua na­ tural" era la "bizcaina", algo lógico siendo su madre del valle de Baztan como era. Su cuerpo reposa en Coa, en la In­ dia, y unos de sus brazos en Roma en l a Iglesia de la Gesù, cerca del la Piazza Venecia, en el centro de Roma, enfrente del mausoleo en el que reposa otro vasco, amigo suyo: Ignacio de Loiola. Francisco de Xabier fue el iniciador de los nuevos métodos de misionar y, además, el defensor de la traducción de los catecismos y evangelios a las lenguas vernáculas. Por todo ello fue declarado por san Pío X Patrono de la Sagrada Congregación de la Propagación de la Fe. Lo que originalmente era el nombre del lugar en donde estaba ubica­ do el castillo familiar, Xabier, se convirtió por influencia de la Iglesia en un nombre personal, al igual que sucede con otros muchos de circunstan­ cias similares (Borja, Asís, Loreto, Lourdes...). Ha sido tal la difusión lograda que tiene diferentes grafías dependiendo del idioma. En euskera es Xabier, siendo Txabi y Txaber sus formas hipocorísticas más usuales. En castellano moderno es Javier aunque en su forma antigua fue Xavier, la forma más extendida en las lenguas europeas y guardada en la Península a través del catalán. Pero ¿cuál es el origen de este nombre? Aunque algún que otro aficio­ nado a la etimología de poco han llegado a escribir, con exhibición de poco fundamento, que significa nada menos que "bajo la casa hermosa", ningún lingüista pone en duda que se trate del resultado de una antigua evolución romance del topónimo eusquérico Etxaberri, 'casa nueva'. Las formas docu­ mentadas, como no podía ser de otra manera, no dejan dudas al respecto: Exauierre Issavier (1237), Saverri, Xauerri (1086), Saó/er (1102), XaWer(1366)...


Antes de finalizar este pequeño artículo hay que recordar la multitudi­ naria fiesta denominada La Javierada, en la que múltiples columnas huma­ nas acceden desde diversos puntos de la geografía navarra hasta el castillo de Xabier tras largas y duras marchas a pie. Se celebra desde 1940, “el cuar­ to año triunfal" del golpe de estado militar franquista y se hizo como acto de refuerzo del pensamiento del nacional catolicismo impuesto, como ya se ha dicho, por las armas. Pero, al margen de las motivaciones políticas, la anual marcha a Xabier suponía un lugar ideal en donde poder compartir, sin levantar excesivas sospechas, una conversación, una merienda fugaz o lo que fuese menes­ ter entre aquellos jóvenes de ambos sexos a los que la rígida disciplina del momento les negaba la posibilidad de cualquier otro contacto. Por ello aún hoy en día goza de gran aceptación entre éstos. El carácter festivo, la libe­ ración del control familiar, la prueba deportiva que supone en sí e incluso el fervor por el santo navarro, hacen que cada año miles de personas, es­ pecialmente jóvenes, se lancen a la carretera para acudir con gran esfuerzo al bello castillo en donde recibió sus primeras palabras, en euskera, el más internacional de los personajes históricos navarros: Francisco, el de Xabier. M IK E L B O R R D TX A TE G I N IE TO S e c re ta ria de la C am isiú n de O n a m d stica de E uskaItzaindia

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LIBROS

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RECUPERACIÓN DE lA MEMORIA COLECTIVA DE LAUDIO/LLODIO

ATLAS DE LOS TECHOS DE ESTADOS E ISLAS DEL MUNDO

EDITA « Fundación Amaiur Fundazioa. Tomo 1:356 págs. / Tomo II: 378 págs.

AUTORES« Ricardo HemaniyAndoniCorostiaga EDITA « Pyrenaica / Precio: 6 €

CONTACTO« www.fundacionamalur.org

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Con la edición de estos dos gruesos volúmenes se ha tratado de mate­ rializar un proyecto de recuperación de la memoria colectiva de todos los laudioarras que han sido y son. para salvaguardar su huella y, lo que es más importante, dársela a conocer a las futuras generaciones que aún no han sido. El tomo I, titulado “La esencia de Llodio", se abre a la historia del municipio desde el siglo XI que le vio nacer... en los documentos, hasta el pasado siglo XX, verdadero motor de cambio para una población adormilada en la vida rural. Se trata de un tomo recopilatorio que se nutre tanto de la docu­ mentación conocida como de todo aquello publicado con anterioridad, respetando el orden cronológico de los acontecimientos. Repasa la evolución económica del Valle y da entrada al capítulo más importante de la obra: la evolución social. En este sentido, es el segundo tomo -titulado "El valor de la memoria"-, el que realmente da un paso adelante en la recuperación de la identidad cultural y tradicional del Laudio del siglo XX. Un trabajo de investigación basado espe­ cialmente en las numerosas entrevistas rea­ lizadas a personas del municipio, con cuyo contenido se ha ido elaborando el trabajo de redacción que, en mayor o menor medida, ha ido reconstruyendo el relato colectivo de la historia más reciente de Laudio. Lo más importante: esa documentación oral que (as entrevistas han dejado y que supone un archivo de incalculable valor cultural, referente para cualquier investigador que pretenda profundizar en diferentes áreas: lingüística, etnográfica, antropológica e his­ tórica. Sólo nos queda animar a la Fundación Amaiur para que siga por el mismo camino.

La revista Pyrenaica es el órgano oficial del montañismo vasco desde que empezara su andadura allá por el año 1926. Lejos de acomodarse en las reconfortantes cifras y en los laureles logrados por tan dilatada experiencia, busca cada día nuevos retos que acometer, con unas grandes dosis de iniciativas emprendedoras, como cual­ quier alpinista que se precie de serlo. Nos sorprende ahora con el primer número de una colección de pequeños libros que parece ser la continuación de los legenda­ rios Cuadernos Pyrenaica o Rutas Pyrenaica. Arranca este nuevo reto editorial con un trabajo dedicado a las cotas más altas de los diversos estados e islas que conforman el mundo. Lejos de copiar datos de aquí y de allá, Ricar­ do Hernani y Andoni Gorostiaga, sus autores, han debido acometer una ardua investiga­ ción que ha durado varios años. Y no sólo eso, sino también unos criterios con los que dilucidar las diferentes dudas. Además de jas esperadas listas, se incluyera innumerables notas aclaratorias para explicar las diferentes cumbres-techo. Es ahí en don­ de el libro alcanza su valor pleno, su carácter de contundencia, con unos comentarlos que, además de razonar el listado, nos deleitan con sus oportunos comentarios. Además de la cuidada presentación, es ab­ solutamente plausible el coste irrisorio: seis euros. Teniendo en cuenta que se trata de un libro "de colección", editado en color, etc. no existe disculpa para no hacernos con él Felicidades por tanto a Pyrenaica, de nuevo madre a pesar de su madurez, y a los inquie­ tos montañeros Andoni y Ricardo por apor­ tarnos una visión tan llamativa e ingeniosa del montañismo.


LA GÉNESIS DE LA IDENTIDAD HISTÓRICA ALAVESA. II Premio de Investigación Histórica A U TO R «

Carlos Ortiz de Urbina

ORDUÑA. SEIS MIRADAS DE UNA CIUDAD EDITA « Ayuntamiento de Orduña

105 págs. / Euskara y castellano_________

EDITA«

CONTACTO« www.urduna.com

El Círculo Vitoriano, I ^^MSIMf Vll)KMH>Vh en colaboración con M lS lO K tl \ M .AV I 'nN la Asociación de los Amigos de la Histo­ ria de Álava, organiza un premio anual de investigación histó­ rica, que su última edición ha recaído en Carlos Ortiz de Urbina por la obra que aquí presentamos. El estudio gira alrededor de una "identidad alavesa" que los diferentes autores alaveses, pasados y presentes, no han cultivado ni prodigado tanto como sus vecinos guipuzcoanos y vizcaínos. En cualquier caso, el tema es un noble pretexto -la identidad histórica- para hacer un repaso del origen de Álava, parte de su historiografía y reivindicar algunos autores no suficientemente cono­ cidos ni reconocidos a pesar de su enorme importancia, caso del Padre Juan de Victoria, Juan Pérez de Lazarraga, Diego Martínez de Salvatierra o Juan de Arcaya, verdaderos )recursores injustamente olvidados por la historia. Un excelente trabajo que provoca, a su vez, nuevas líneas de estudio.

La obra se presen­ ta en un formato elegante y de calidad de impresión, ilus­ trado con cuidadas fotografías y textos muy precisos. Son varios los capítu­ los que contiene, elaborados todos ellos por verdaderos especialistas; el ori­ gen natural: en el que se incluyen aspectos geológicos y biológicos; la ciudad: vista des­ de su historia, sus bienes patrimoniales, su posición comercial y hasta su toponimia; la Junta de Ruzabal: una realidad de origen me­ dieval que engloba a las aldeas de Belandia, Lendoñogoiti, Lendoñobeiti y Mendeika, de­ fendientes administrativamente de Orduña; as fiestas, el ocio y el deporte; personajes destacados de la ciudad, así como los oficios y las actividades artesanales más importan­ tes; por último, el futuro se retrata en las páginas finales, intentando adivinarlo. Se trata de un libro centrado en las sensacio­ nes de una ciudad con un gran pasado y que mira hacia un futuro incierto. Como única crítica, quizá, la letra del texto: demasiado pequeña para buena parte de la población.

Círculo Vitoriano. 137 págs./ 15 € C O N T A C T O « www.circulovltoriano.es

COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL DEL PATRIMONIO CULTURAL EN BURGOS AUTORES « Varios c o o rd n a c ió n « Miguel Ángel l^oreno Gallo_______________________________

EPnA« Universidad de Burgos / Editorial Dossoles_________________________________________ El infatigable Miguel Ángel Moreno, conocido por sus estudios y catalogación de elementos megalíticos, coordina a otros varios profesores en un proyecto de investigación común: valerse de las nuevas tecnologías para recrear y difundir el patrimonio cultu­ ral burgalés. Para ello se acometió una actualización de la base de datos de todos los elementos patrimoniales de la provincia, depurando anteriores errores. Posteriormente se fotografiaron todos los monumentos para experimentar con las diferentes opciones de mostrar el patrimonio.

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La meteorología en el Alto Nervión

Rappel en el Salto del Nervión I La cueva de Mariazulo I Castañas y ericeras I Perderíka Belaustegigoitia I Urduña: la ciudad y la memoria

La sieaa de Arrota I La torre de Mariaka I Santxotena I La Petronila i Robert Laxait I ElrobledeAtxondo I Santa María del Yermo

I El bacalao I Los barrios de Orozko I El empedrado de Santo Tomás de Zeberio I Ara de Gordeliz

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Geología de Gorbeia I Minas de Baranbío I Madres Agustinas deArtziniega i Arqueología medieval en Lendoño i La gota fría I La patata

La ciudad romana de Iruña-Veleia

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Mesuy Juntu lujares tri(fidon^ de reunión Centenario del monumento del Txarlazo I José Paulo Ulibani I Avestruces i Contaminación lumínica I Menhires en Gorbeia I El pintor Joaquín Barbara

B olatoki: el ju e g o d e los bolos Etnografía de las raquetas de nieve

I Cuevas artificiales en Álava I Graffiti romanos en Sálvada I El curandero de Katuxa I LatorredeArtuniega

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Loberas: vestidos de una lucha milenaria Pico del fraile y Naranjo de Bulnes I Neandertales en Axior I El chocolate I Cohadía de San Roque de Laudio i El castillo de Orduña

Etínwlo|ía$: los nombres en versión original Jesús de Galindez I Batalla romana en Kuartango ! Los Errazti I Barrenadores I Ferreria de El Pobal I Trashumancia en la Tierra deAyala I El bonito

Tierra de Ayala: paso lucia G)mpostela La judería de Vitoria I Nombres de pila I El barrio de Aldama I Aralanla ruta de los gentiles I Los puentes de Bilbao I Intxaur-saltsa

A H jT U íA ^ A G % D A ^ A rp n a ía arte rupestri El santuario rupestre de Arenaza Brujas y lamias en Laudio I Túnel de San Adrián I Historia del lince en Corbeia i Arbitrios y fielatos I La cerca de Villano I Los caracoles

V ikingos en Euskal H erria

Tram pas d e caza

El árbol Maiato I Hospital de San Antón I Las murallas de Orduña I LaPistiade Domaikia I Anboto,aitaporAtxondo I Pastelerías y conñterlas en Bilbao

AyalaiAlta Edad Media I Garrastatxu. p¿eo por Corbeia I SagadelosArbi^ I FefreriadeTorrelanda I Pastor centenario I Casas de sidra I Garrafa de O r o ^

Ritos funerarios en Euskal Herria Ermitas juraderas I El balneario de Orduña en el XIX I Corbeia, el medio subten"áneo I Minas enA rdituni I Aiako Harria t El hongo trufa

La te ja , usos tradicionales

La boina y los vascos

Laudk), tradición tejera I LosTxistus Cancedo I ElBadady i Murales en Murveta i El puente Bizkaia I Agotes i El jamón I Eneko, lñigoJgr>azio,lñaki

La Encartada, una f^ca-m useo I San Juan ySantaEuláa i Hacer la colada I ¡Agua val I Amus vascas para un Imperio i Kortazar etaliukutzeta I Petrus.F^,6etirí,Kepa

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I transfoniHción del monte Simón Whitburn, tumba de minero

I Centinelas de Toloño I Cruz de Castillo I Lametereologiatradiciona! I El jaspe delValle de Llodio I Miren y Mana

Pipas tradicionales de arcilla

El Fuego Nuevo en la cultura vasca

La vieja del monte I Un cuadro de José Arme recuperado I Dragones y serpientes I La cueva de Baltzo^ I La bellota, alimento de humanos I Mendaur

Las viigenes de la Antigua I La estación ferroviaria de Llodio I El poder de la escritura I Ruta megalítica por Etxalar \ Megalitismo didáctico i Las torres de Mandares de la Oca

U El Yermo, la romería de los vizcaínos Euskara Enkartem'n I Silbatos de hace 24 siglos I Grandes mamíferos cuaternarios I Las fiestas de Bilbao en 1876-1877 I El haya 1 Aitor,Amaia,Asier

LoscertaUs, primeros cultivosen Eusiul Herria laudio: añoranzas vizcaínas i Septiembre mágico en Emio i ¿Dónde estuvo la tone de Oroiko? 1 La cueva de Pozalagua I Barrancos Istora y Berrabia I AinhoayArantzazu

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Furtivismo en Kanpezu, actividadpor el lumbre Viejo carnaval rural en Aspárrena I El unicornio en Euskal Herria I Lekeitio,entreelmaryla I Aranekoairi, la leyenda de pastordlla I Uxue y üsoa, nombres de altos vuelos

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Hacer cal, un oficio vecinal desaparecido Hacer cal, trabajo de vecindad

I Conocer Bilbao I Contencioso en Sierra Sálvada I El puente de Bitorika I Sierra de Kodes I Estibaliz

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GUSKADI VITO R IA -G A S TEIZ


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