Apenas había amanecido, pero un grupo de hombres ya llevaba un rato en el puerto preparando su barco para salir a navegar. El día era magnífico y en la mar solo se levantaban las pequeñas crestas provocadas por la brisa que soplaba desde tierra. El sol se elevaba tranquilo sobre el horizonte y sus reflejos en el agua marcaban el rumbo que esos hombres iban a seguir. Mientras tanto, a muchas millas de allí, un grupo de delfines nadaban tranquilos y jugaban entre ellos sin imaginar que los humanos iban en su busca.