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Posicionamiento partiendo de una frase

Posicionamiento partiendo de una frase En referencia al poema “A un olmo seco”, de Antonio Machado, se marca (antes de que surja la crisis sanitaria por el COVID-19) como tarea un ejercicio de posicionamiento personal, tomando como punto de partida la siguiente afirmación: “Demasiada gente en el mundo actual cree que vale por la ropa que usa, por los amigos que tiene en las redes sociales, por sus posesiones materiales, por su belleza, porque se siente poderosa o superior a otros... Pero esa cultura es la llave al gran vacío interior; la vida es frágil y, en cualquier momento, puede dar un giro inesperado.” «Si la vida fuese una caja de bombones, como de la que hablaba la madre de Forrest Gump, hoy por hoy elegiríamos los bombones por su envoltorio, sin tener en cuenta el interior. ¿Quiere esto decir que, por prejuzgar los bombones por el papel que los envuelve, descartamos otros que, aunque no muy llamativos, pueden llegar a ser incluso más interesantes que los que cuentan con un envoltorio mejor? Probablemente. Sobre todo, en una sociedad en la que los bombones tienen una cuenta en Instagram en la que presumir de su embalaje. Pero poco saben los bombones sobre que, al llegar el verano, con la subida de las temperaturas, acaban por derretirse, y ni el envoltorio más caro y colorido podrá evitarlo. La caja de bombones no es más que una representación de la sociedad actual, una sociedad que se ha olvidado de que los “envoltorios” no duran toda la vida, y de que las preferencias por estos cambian. En la era digital, donde las redes sociales son las estrellas, olvidamos que el mundo de Internet está repleto de farsas y apariencias. Nos enfocamos en destacar en un sector virtual que poco tiene que ver con la realidad, e incluso, a veces, traemos el individualismo digital a nuestra vida diaria. Confundimos la fama que tenemos por nuestra apariencia o por nuestra economía con quienes realmente somos; lo que me recuerda una cita de José Bono, en su libro Se levanta la sesión: “Vivimos tiempos gaseosos dominados por mensajes exprés, tiempos en los que se confunde la notoriedad con la reputación, y en los que muchos quieren ser importantes antes que útiles”. Es decir, nos enfocamos en aparentar, en la imagen que proyectamos, limitándonos a ello; y desatendemos lo esencial, nuestro ser, nuestra identidad. La autenticidad como persona va más allá de la ropa que uno viste, lo atractivo que se es, los seguidores con que se cuenta en las redes sociales… Las modas y los estándares de belleza son pasajeros. Como ejemplo, hablemos del sociólogo Zygmunt Bauman, que desarrolló el concepto de “modernidad líquida”, basado en que vivimos en una sociedad más precaria, provisional, ansiosa de novedades y, con frecuencia, agotadora; que los periodos de estabilidad serán cada vez más reducidos, lo que significará que los ricos un día podrían ser ricos y, al otro, quizá no; y así con los diferentes grupos sociales. Entonces debemos plantearnos encontrar aquello que se mantiene estable, independientemente de dónde nos encontremos en la pirámide social. Yo considero que lo único estable en los seres humanos desde que son educados y durante casi toda su vida son los valores esenciales. Desde mi punto de vista, a lo mejor deberíamos adoptar una perspectiva que prejuzgue menos a primera vista, ya que la apariencia muy pocas veces concuerda con la persona que se esconde detrás. Lo importante en las relaciones humanas es el aporte mutuo, independientemente de nuestros bienes materiales. «En la actualidad, hay gente que vive de la superficialidad, que cree que por vestir de una forma o por tener más popularidad en las redes sociales ya es superior a otros. Sin embargo, lo cierto es que todo esto refleja un vacío importante en el alma. La riqueza, la belleza y la popularidad son fugaces, pues todos acabaremos como el olmo de Machado: carcomidos por los gusanos. Por ello, lo más importante es el cultivo del alma. Ya lo decía el filósofo Aristóteles: la felicidad consiste en aprender, no en poseer riquezas o en satisfacer los deseos materiales, pues lo que debemos buscar es una felicidad racional, la que es propia del ser humano. La misma idea ha sido expuesta en el famoso libro infantil El Principito, del autor francés Antoine de Saint-Exupéry, mediante la frase que le dice el principito al jardín de rosas: “Sois bellas, pero estáis vacías”. Y es que nada superficial puede llenar el vacío interior: aunque no siempre se valore como se debería, nada es más importante que una buena salud y el amor de nuestros allegados, pues, sin ello, nos pudriríamos igual de rápido que un olmo seco.» . ANA KICIUK | 2º PROGRAMA DEL DIPLOMA Quizá para llegar a esto, primero debamos pasar una época aplicando la “estética de lo feo”, como hizo A. Machado con el olmo, en que vio algo más allá de lo material y físico. Machado observó en el viejo árbol una cualidad que él mismo amparaba dentro de sí: la esperanza. Aunque tal vez esto se debiera a que el poeta había experimentado ya la fragilidad de la vida.» . DANIELA QUEVEDO | 2º PROGRAMA DEL DIPLOMA

Mar ía Brito Calleja | 1º PROGRAMA DEL DIPLOMA Reflexiones en cuarentena sobre el papel de la razón y la emoción en el conocimiento A la hora de adquirir conocimientos, son necesarias tanto la parte racional como la emocional del ser humano. 1. La intuición (parte emocional del ser humano) resulta de gran importancia a la hora de adquirir conocimientos Muchos investigadores o inventores no hubieran descubierto ni inventado si no se hubiesen dejado llevar por la intuición. En un examen tipo test, por ejemplo, muchas veces intuimos la respuesta a una pregunta, estamos seguros, nos suena; algo dentro de nosotros nos dice que esa es la respuesta correcta. Y, al conocer la respuesta durante la corrección, o bien decimos: “¡¡Ja, lo sabía!!”, o bien nos arrepentimos por no habernos dejado llevar por la intuición. 2. La razón descarta todo aquello que resulta incoherente Quien se deja llevar demasiado por sus emociones olvida lo que es ser razonable, y antepone el sentir a la idea que funciona. Como los artistas. Estos son un claro ejemplo de quien se deja llevar por la emoción y no piensa en la técnica, en la funciona- lidad, lo cual desemboca en innumerables ideas que no tienen sentido o no son funcionales. En contraste a estos, están los ar- quitectos o los ingenieros, que estudian cosas concretas, miden cada centímetro, piensan de manera razonable, estudiada, cada cosa tiene una función, anteponen la funcionalidad a la estética, por ejemplo, sin dejarse llevar por las emociones que sientan o que puedan transmitir. 3. La razón es el esqueleto y las emociones son los órganos, la carne y la sangre del conocimiento. La una no funciona sin la otra Ninguno de los dos funciona sin el otro. La razón, como un esqueleto, que por sí solo es sobrio, frío, duro, rígido, falto de vida. Podría moverse, pero no por sí mismo, sería como quien juguetea y baila con el esqueleto de los laboratorios escolares… A su vez las emociones serían como una masa de carne incapaz de soste- nerse por sí sola, y a pesar de ser músculos no podrían moverse sin la estabilidad que le proporcionan los huesos. Sería como un abrigo sin percha, como un edificio sin su estructura. Un esqueleto es solo unos cuantos huesos y el resto de cosas que componen al ser humano no podrían ejercer su función sin un esqueleto que lo sostenga, proteja y albergue. 4. La perfección reside en saber equilibrar estas dos mitades En todos los ámbitos de la vida lo que el ser humano persigue es un equilibrio entre la razón y las emociones. Pongamos el ejem- plo del ballet. Una buena bailarina debe saber tanto bailar como expresar, debe tener técnica y sensibilidad. Por muy buena técni- ca que pueda tener una bailarina, no llega a nada si no es capaz de expresar sentimientos a su público; y, por otro lado, quien expre- sa, pero no conoce la técnica, tampoco podrá triunfar en esta dis- ciplina. Y este ejemplo es aplicable a todo: a la música, al canto… 5. La razón es una herramienta que permite dar rienda suelta a las emociones De nuevo volvemos al ejemplo de las bailarinas. Si algo sé del baile, es que primero hay que aprender a construir para después poder deconstruir y deformar a tus anchas. La técnica es la base, que da firmeza y seguridad. La parte emocional decora, adorna esta técnica que es estándar para todo el mundo, y la hace tuya. Es como hablar de la diferencia entre una magdalena y un cupcake (que reside en un buen montón de glaseado de colores y una pizca de brillantes “toppings” comestibles). De nuevo ambas son necesarias, solo que una nos hace más fácil la otra. Sin la magdalena, jamás podré hacer un cupcake; lo podré intentar, pero me resultará más fácil obtener un buen resultado si primero consigo una buena magdalena “razonable” como base para nuestros gla- seados “emocionales”.

Pedro Silvela Gonzále Z | 1º Bachillerato de Ciencias de Salud Reflexiones en cuarentena: ¿En qué medida es el ser humano resultado de la naturaleza o la educación? ¿Cuántas veces nos habremos sentido solos? En el instituto, en casa, cuando vamos a un restaurante. Siempre estamos rodeados de gente; aun así, a veces nos sentimos aislados. Este es un pensamiento que inunda nuestros cerebros y sentimos que nos ahogamos. Por eso, intentamos siempre eliminar esos pensamientos de nuestra mente, sustituyéndolos con cosas superficiales, como una serie de TV, algún juego o el tema de actualidad de turno. ¿Por qué siempre evitamos ese pensamiento? La razón es que el ser humano es un animal social, que siempre busca convivir y relacionarse con otras personas, por eso, cuando nos sentimos solos sentimos que algo va mal, que no funciona bien. Estamos toda nuestra vida buscando con quién compartirla. Desde que nacemos y nos llevan a una guardería, hasta que morimos y nuestros familiares y amigos nos despiden. Es un determinismo genético, algo que llevamos en la sangre. Nos ha acompañado desde la Prehistoria, cuando vivíamos en cavernas y nos trasladábamos en “manada”, hasta que nos extingamos y sea el fin de nuestra existencia. Sin embargo, esta sociabilidad no es exclusiva de los miembros de nuestra especie. Existen casos muy curiosos de niños abandonados, que han sido criados y aceptados por manadas de lobos, comportándose el humano como un lobo que adquiere su comportamiento y costumbres. Aunque como en toda regla, existen excepciones, personas que han decidido vivir solas, alejadas del ruido y buscando una vida lo más sencilla posible, como expresa el tópico literario “Beatus ille”. Aunque, siendo realistas, a estas personas siempre se les ha etiquetado como locas. Centrándome en la importancia de la vida social del humano, opino que esta es esencial para nuestras vidas. Recientemente hemos tenido que frenar en seco nuestra actividad social y quedarnos todos en casa durante dos semanas, que acabarán siendo treinta o más, y sentimos que nos falta contacto físico con personas. Más de uno (me incluyo) si no tuviese a su familia o las videollamadas con amigos, perdería la conciencia del tiempo y se volvería loco. Porque no somos una especie nacida para estar en casa, necesitamos espacio y libertad para poder mantener un bienestar mental. En conclusión, el humano es posiblemente el ser más sociable del planeta, como prueba que hayamos creado todo tipo de or- ganizaciones, lenguajes y mecanismos para contactar con otras personas y vivir en grupo. Es una característica que surgió hace millones de años cuando algunos antecesores del homo sapiens se ayudaron entre sí, descubriendo que la vida así era más fácil. Esto provocaría una revolución que nos llevaría al día de hoy, en el que estoy realizando una redacción para que la corrija otra persona que me está educando, en un sistema complicadísimo que conocemos como educativo. Hoy, online, para más inri.

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