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La fatiga desgasta las jornadas de protesta
from Pulso Regional
by josvicsa
Escribe: Alberto García Campana (*)
BAJA LA INTENSIDAD. La Asamblea Constituyente no va a ser ni siquiera consultada en referéndum porque Fuerza Popular, el partido fujimorista con mayor influencia en el Legislativo, ha descartado toda posibilidad al respecto. Ni una sola palabra sobre la Asamblea Constituyente, han dicho quienes se creen propietarios de la cámara legislativa. Después de casi tres meses, hay desaceleración en las movilizaciones.
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Lo que en algún momento parecía una carrera de largo aliento, en la realidad se ha convertido en pequeñas escaramuzas que ponen en evidencia la falta de un escenario alternativo. Si a mediados de diciembre del año pasado los objetivos de la protesta social estaban claramente definidos, hoy, dos meses y medio después, no se sabe a dónde conducirán las ya debilitadas manifestaciones de la indignación popular. Todo parece estar librado a lo que haga o diga la presidenta Dina Boluarte. Tal vez las cifras que muestran las encuestadoras, con elevado porcentaje de rechazo a la mandataria, pueden ser la última posibilidad de un adelanto de elecciones.
Empate técnico
Al inicio de las duras jornadas de lucha emprendidas tras la caída -por propia voluntad- del presidente Pedro Castillo y la asunción a la primera magistratura del país por la vicepresidenta Dina Boluarte, las exigencias de la calle estaban claramente identificadas, tal vez en este orden: cierre del Congreso de la República, adelanto de las elecciones generales, convocatoria a Asamblea Constituyente y renuncia de Dina Boluarte.

A finales de febrero e inicios de marzo, al menos las tres primeras demandas no han sido escuchadas y menos atendidas. El Congreso de la República no puede ser clausurado porque no existen los requisitos establecidos por la propia Carta Magna, es decir, la negativa de confianza a dos gabinetes sucesivos. El adelanto de elecciones no puede ser oficializado porque el parlamento nacional no acepta que sus integrantes se queden sin sueldo.
La Asamblea Constituyente no va a ser ni siquiera consultada en referéndum porque Fuerza Popular, el partido fujimorista con mayor influencia en el Legislativo, ha descartado toda posibilidad al respecto. Ni una sola palabra sobre la Asamblea Constituyente, han dicho quienes se creen propietarios de la cámara legislativa. La actitud soberbia y prepotente del fujimorismo es respaldada con entusiasmo por los partidos de derecha como Renovación Popular, Avanza País, Podemos, APP y otros grupos pequeños.
Queda entonces en pie, como una alternativa a la crisis, la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, pero ella ha dicho que su declinación no está en agenda. Se ha llegado a una situación en que no hay vencedores, solamente hay vencidos. El descontento popular amaina frente a la ausencia de respuestas y el Ejecutivo como el Legislativo, antes enfrentados, hoy reman en la misma dirección, buscando el mismo puerto, que es julio del 2026.
Con leyes o con balas
Los más enfurecidos manifestantes, los que estuvieron en primera línea en el combate cuerpo a cuerpo contra la Policía y el Ejército, están sufriendo las consecuencias de su acción. En unos casos, han muerto baleados y en otros han sido condenados a prisión preventiva. Una profesora de An- dahuaylas, madre de dos pequeños, estará encerrada dos años y medio, bajo el cargo de subvertir el orden público y atentar contra la propiedad pública y privada, porque su indignación frente al abuso la llevó a participar en las marchas de protesta en Lima.
Un informe de IDL Reporteros, mostró imágenes de cómo, en Ayacucho, los soldados dispararon a matar en los intentos de los manifestantes de tomar el aeropuerto de Huamanga. A pesar de esas evidencias, ningún uniformado ha sido denunciado y menos procesado. Las arremetidas van por otro lado. El jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armas ha advertido que ni el Ejército ni la PNP permitirán que uno solo de sus integrantes sea atacado por los manifestantes. La amenaza ha estado dirigida especialmente al departamento de Puno, cuyas organizaciones sociales decidieron mantenerse en pie de lucha.
De un lado la amenaza de la represión y de otro la imposición de penas de cárcel, han amainado el furor de las protestas. Según pasan los días, son menores los incidentes, especialmente en el interior del país. El bloqueo de carreteras ha disminuido, las movilizaciones en Lima son esporádicas y tienden a desactivarse. Al parecer, la calle ya no es el escenario principal de la batalla.
Sin capitalización política
Si en algún momento las protestas ciudadanas tuvieron una orientación política, una conducción orgánica o una estrategia surgida del análisis, todo eso se ha diluido con el paso del tiempo. En los días de mayor agitación, el desborde ha sido evidente. Las marchas obedecieron a impulsos colectivos del momento. Muchos de los que salieron a protestar no tenían claro de hacia dónde debían apuntar sus quejas. Los estados de ánimo, de por sí caldeados, se expresaban en el cierre del Congreso, adelanto de elecciones, Asam- blea Constituyente y renuncia de Dina Boluarte. Y como nada de ello se lograba, el entusiasmo empezó a declinar. No aparecía la luz al final del túnel.

No se había previsto que la lucha fuera tan larga, que los muertos y heridos fueran tantos y que los detenidos se contaran por centenares. No había respuesta política frente a la muralla levantada por el Ejecutivo y el Congreso. Y aquí se hizo evidente la desubicación, la desorientación y la precariedad de las dirigencias sindicales y políticas que no supieron, no pudieron o quizás no quisieron vertebrar una respuesta más allá de la agitación callejera.
Probablemente muchos de los dirigentes sociales y líderes políticos inicialmente identificados con los gritos de la calle, hicieron cálculos errados. Creyeron que la crisis tendría corta duración y que luego se abrirían las puertas para la negociación política. Pero, ello no sucedió y entonces no hay partido político que se haya legitimado en las protestas. Al contrario, el silencio de unos y las torpezas de otros, hicieron que las movilizaciones se debiliten y pierdan todo sentido, porque perdieron la brújula. Ahora, se trata de salir con la menor magulladura posible de ese escenario de confrontación social.
El último refugio
Sin duda, pasará mucho tiempo antes que la llamada “clase política” se recupere de esta virtual liquidación que ha sufrido no solamente en los dos o tres últimos meses, sino de desde hace varios años, cuando demostraron que sus intereses no iban en la misma dirección de los intereses, expectativas y necesidades de la población. Los partidos políticos, surgidos del desastre de las organizaciones convencionales, pronto demostraron que el Perú les interesa un comino, y que podrían utilizar al Congreso de la República como el bastión desde el cual proponer iniciativas que favorecieran exclusivamente al empresariado, a los inversionistas nacionales y extranjeros y en fin a los grupos de poder económico.
En alguna ocasión, la congresista Susel Paredes admitió sin rubor que lo que menos les interesa a los congresistas es el sueldo, pues ellos engordan sus bolsillos haciendo lobbies en favor de empresas privadas. De allí surgen las “recompensas” para los legisladores. Sin duda, no hacen lobbies en favor de los pobres.
La pretensión de quedarse hasta junio del 2024 e incluso hasta julio del 2026, no tiene otro objetivo que utilizar al Congreso de la República como la fábrica de normas y dispositivos que apuntan a favorecer al sector privado, rechazando toda posibilidad de renegociar los contratos con los consorcios que explotan nuestros recursos naturales, repitiendo las palabras de los Trece del Gallo: “Pues señor gobernador, mírelo bien por entero, que allá va el recogedor y aquí queda el carnicero”.
El quechua es el idioma de esta fiesta tradicional que se celebra en el distrito de Tambobamba. Es una festividad reconocida Patrimonio Cultural


Aquí se cabalga cantando. Grupos de amigos ensillan sus caballos y empiezan los festejos. Los enamorados se escapan a un rincón. No falta
Canto Y Color En El Tikapallana

El tikapallana es una festividad ancestral que se realiza en época de carnavales en el distrito de Tambobamba, región Apurímac. Esta fiesta fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura. En la fiesta los cantos en quechua son acompañados de quenas y tinyas. También suelen cantar los jinetes mientras dominan sus caballos; estos van de un lado a otro en la explanada de Porotopampa hasta donde llegan pobladores de diferentes distritos y comunidades. Llegan a cantar a la vida, el amor y la alegría.



Fotos: Miguel Gutiérrez Chero.
