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Fue culpa mía sí o sí

Hace ya algún tiempo que estábamos un día cuatro o cinco veteranos peloteros del Guadalcanal CD tomando una copa y recordando nuestras batallitas futboleras acaecidas por esos campos de dios, cuando salió a colación la final del trofeo de ferias de 1982. Final de infausto recuerdo para la afición guadalcanalense, pues en ella nos apabulló el Liceo de Alanís, ganándonos por un contundente resultado de un gol a cinco, si no recuerdo mal, todos los tantos visitantes los marcó José Antonio Vargas, tristemente fallecido hace ya algunos años. Nada más comenzar a hablar de las vicisitudes y avatares de dicho partido, uno de los contertulios me dijo que el principal culpable de tan abultado resultado en contra fui yo, por haberme puesto de delantero centro para intentar remontar el tanteo. Yo jugaba de defensa central, y que a raíz de esta circunstancia el contrario nos machacó en las contras.

Le contesto que en ese partido yo no intervine porque estaba lesionado, que durante muchos años fue la única final que pude presenciar al lado de mi mujer (lógicamente era bastante difícil el hacerlo juntos ya que yo estaba o jugando o sentado en el banquillo). Sin darme tiempo a explicarme y prácticamente sin escucharme me larga que es verdad, que yo no me puse de delantero, pero sí que mandé a mi hermano, también jugaba de central, a este puesto. Los aficionados más veteranos recordarán que por esa época, concretamente desde la primavera de 1980 hasta el 6 de septiembre de 1987, fecha en que se me rompió fortuitamente el tendón de aquiles del pie derecho, precisamente en Alanís, yo estuve haciendo las veces de jugador-entrenador del Guadalcanal CD. Después de un buen rato en el que todos estaban de acuerdo en que yo había metido la pata hasta el corvejón, no solamente en ese detalle, sino en varios más, pude tomar la palabra para rebatirles todos sus argumentos de manera contundente, al menos eso creía yo.

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Resulta que en el verano de 1982, y a causa de unas desavenencias con la junta directiva, dejé el cargo de entrenador del Guadalcanal CD, por lo que en la feria difícilmente podía estar al mando de las directrices técnicas de nuestro equipo, ya que habíamos acordado que en esa temporada estaría solamente de jugador (en febrero del año siguiente volví otra vez de míster). También se dio el hecho de que en ese verano yo me lesioné en un pie, lesión de la que me intervinieron quirúrgicamente a último de septiembre, así que tampoco pude jugar el susodicho partidito.

Después de argumentarles todo esto, yo pensaba, ingenuo de mí, que les había tapado la boca a todos los tertulianos y en especial al empecinado acusador, pero nada más lejos de la realidad, pues el tío me miró y me soltó lo siguiente: “Que sí, que todo lo que tú digas, pero que te pongas como te pongas, la culpa de la goleada que nos metieron los mojinos fue toda tuya”.

Un poco mosca ya le respondo lo siguiente: “Pero ¿no te enteras, so cabezón, que en ese partido no estuve ni de entrenador ni de jugador?”. A lo que me respondió el pertinaz discutidor: “Pues precisamente por eso, so capullo, que tú sí que no te enteras de nada”.

Antonio Murillo

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