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Como cada año…, por Paula Navarro González
2.º Bachillerato
En la noche de Halloween, como de costumbre, cientos de niños se lanzan a las calles como locos para ir en busca de chuches y grandes sorpresas que les depara esta noche tan especial. Una niña del vecindario decidió ir a pedir chuches sola por primera vez, ella no tenía miedo ya que había bastantes niños en la calle. Su madre le estuvo aconsejando que no hablara con desconocidos y además que, si veía cualquier cosa rara, la llamara cuanto antes.
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La noche iba bastante bien, la niña había conseguido todo tipo de caramelos; además, había llenado bastantes bolsas para sus hermanos.
Mientras ella hacía su recorrido, llegó a una calle oscura sin salida prácticamente, la cual le causó bastante miedo, y se dio la vuelta para regresar. Al hacerlo, una niña estaba detrás de ella, ambas se llevaron un susto, al no esperar que hubiera nadie. La desconocida empezó a llorar sin consuelo porque se había perdido y no encontraba a su familia; la niña que salió sola esa noche le dijo que la acompañaría a buscar a su familia sin problema.
Llegaron hasta unas casas abandonadas, un tanto viejas, sitio donde la niña decía que estaba su casa. Ellas seguían caminando hasta llegar a su casa, justo por donde la niña le iba indicando. Cayeron las doce de la noche, conocida por todos en el pueblo como la hora de las brujas. Justo a tal hora, ambas desaparecieron.
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No se supo nunca más de las niñas desaparecidas, pero al siguiente Halloween ambas salieron en busca de una nueva amiga.
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