El Testamento de Adán

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El Testamento de Adán / Por Jorge Sagastume Mediante el Tratado de Tordesillas (1494) Alejandro VI ratificó una bula que tranzaba una línea del polo norte al polo sur, 370 leguas al occidente de las Azarores, dándole a Portugal todas las tierras al oriente de la línea (de Brasil a la India) y a España todas las tierras hacia el occidente, del Caribe al Pacífico. Carlos Fuentes, El Espejo Enterrado, pág. 168.

Muy probablemente, si revisamos otros textos de historia más antiguo encontraremos decisiones similares de cómo se fue repartiendo el mundo hasta llegar a nuestra actualidad. Indudablemente, la efeméride de la conquista en nuestro continente marca el inicio y la ejecución del Testamento de Adán. Un Testamento en el cual nunca formó parte el pueblo, siempre fue parte de la clase política y de todo el poder omnímodo, incluyendo, en algún momento, el poder secular. La configuración del estado nacional (siglos XVIII y XIX) fue clave en la consolidación de ese testamento. Los ejercicios constitucionales de esos siglos reafirman un conjunto de decisiones y consolidan una plataforma de distribución del poder, la riqueza y la tierra. El Enclave bananero y minero con más de cien años de usufructo, reafirman que en Honduras, sin duda alguna, fue y ha sido siempre fiel al Testamento de Adán. La Reforma Liberal y las primeras leyes municipales continuaron con la tónica del entreguismo de la riqueza nacional, el pueblo mientras tanto, seguía de espectador. Grandes emporios de poder, de riqueza y tierra que vemos hoy, tanto de inmigrantes judíos y palestinos, así como capital criollo, se debe, en buena medida, a ese espíritu de privilegios y prebendas otorgadas. No hay tales que los extranjeros que llegaron al país vinieron a partirse el alma, sin esas prebendas otorgadas jamás hubieran despegado. La familia Rosenthal por ejemplo y un par de familias más tanto judías como palestinas, la ley municipal del siglo XIX les facultó adueñarse de grandes lotes de tierras a cambio de probar que iban a invertir y generar empleo. Hoy día, casi todo el centro de la ciudad de San Pedro Sula pertenece a la familia Rosenthal. En este testamento no hay nada para los desposeídos y si algo queda son impuestos. Por si alguna duda quedaba y activos que repartir, la cacareada constituyente del 82´, donde nos vendieron la idea que el país iba a transitar por las avenidas de la


democracia, es y sigue siendo, el apéndice más concluyente, organizado y estructurado para la continuidad y ejecución del Testamento de Adán. Aquí el país y su riqueza, las instituciones: el Congreso Nacional, la Corte de Justicia, el Tribunal Electoral, la Corte de Cuentas, Hondutel y otras, son repartidas, de acuerdo al testamento, entre azules y colorados; todo a través de un bipartidismo que es fomentado y planeado desde la constituyente y concretado en diferentes leyes. Lo único que se rescata de este periodo es que la deuda externa si fue repartida al pueblo. En el agro, diversas leyes de la reforma agraria-algunas disfrazadas con nombres elegantes y eufemísticos-como la Ley para el Desarrollo Agrícola, en el fondo, no fueron más que meras artimañas jurídicas para despojar de las mejores tierras a los campesinos. En ese proceso de despojo planificado aparece como obra del testamento el Señor Miguel Facuse dueño de toda la orilla del país, además de importantes acres dentro del territorio nacional. El este mismo testamento se creó el fondo de la CONADI para financiar a los mismos grupos de empresarios que históricamente vienen ordeñando la vaca del estado desde la Reforma Liberal de Soto. Solo Químicas Dinant de la familia Facuse recibió 100 millones del Estado hondureño que nunca fueron pagados. Y para no poner en duda la legalidad del testamento en la repartición de la riqueza nacional, cuando fue presidente de la república Rafael Leonardo Callejas le regaló la cementera nacional a Jaime Rosental Oliva. Ambos hijos legítimos del mismo testamento con diferentes padres. Nos sobran motivos como titula su último álbum Jaime Sabina, para seguir en este recorrido triste e interesante del Testamento de Adán. Lo preocupante es que hay en el país 128 hijos de Adán que desde el magnánimo Congreso Nacional perfeccionan e hilvanan día a día las sagradas páginas del Testamento de Adán, auspiciado por otros hijos que ocupan estratégicas y privilegiantes posiciones. Mientras tanto nosotros seguimos votando como parte del folclore nacional, gracias a dios esa parte no fue incluida en el Testamento de Adán. Podría continuar…… Mexicanos, 12.01.14


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