Coplas flamencas y coplillas populares

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COPLAS FLAMENCAS Y COPLILLAS POPULARES


COPLAS FLAMENCAS Y COPLILLAS POPULARES Continuando con la recopilación de la Tradición Oral de Pegalajar, se guardan en este apartado (para conocimiento y utilización de todos los vecinos) las Coplas Flamencas facilitadas por Francisco Quesada Braceros y la multitud de Coplillas Populares que han formado parte desde siempre del acervo cultural de nuestro pueblo… Un agradecimiento especial merece Paco Quesada, cantaor local, amante y conocedor de todos los palos del flamenco, que ha recopilado e informado (con el cariño que él pone en todo lo relacionado con este “Patrimonio Inmaterial”) de la letra de muchas Coplas conocidas por él, algunas de ellas cantadas durante los últimos años, en los famosos Festivales pegalajeños... Un agradecimiento también para Catalina Guzmán, mi madre, de la que recibí cientos de Coplillas llenas de sabiduría popular, junto con las recogidas de Curro Morillas, Mª Josefa Ortega, Antonio Ramón Generoso y Juan Moreno que llenarán las siguientes y abundantes páginas de este apartado. También a todos los niños/as del colegio que me ayudaron siempre en esta recopilación… Pero antes de nada, una muestra de algunas de las hermosas letras flamencas creadas por Francisco Almagro, que merecen un recuerdo especialísimo y que deben formar parte primera y fundamental de este trabajo de investigación. José Luis Buendía, en el prólogo del libro de Francisco Almagro “Nuevas letras para el cante flamenco” escribe estos cariñosos y sentidos párrafos: “La historia de Paco Almagro (lo llamo así por imperativo de su amistad, que no tolera otro tratamiento) está ligada tanto a la canción española como al cante flamenco. Sus letras y melodías, cargadas todas ellas de hondura y aproximación a la realidad cotidiana, son mensajes de ternura y de sencillez; razones suficientes para hacerlas asequibles para el gran público, que llegó a integrarse de tal forma en ellas, que nadie recordaba el autor que las había compuesto y que tan tiernamente había conectado con el inconsciente colectivo de tantos miles de personas”…


“Nuestro poeta lleva años nutriendo el amplio río del flamenco. Almagro ha compuesto un extenso repertorio que debemos de situar a la altura de los grandes letristas que en este siglo han luchado por la ampliación del cancionero jondo”… “Paco Almagro ha profundizado en sus letras en los grandes misterios que al hombre le han quitado el sueño desde el primer vagido de la historia: el amor, la muerte, la soledad y la tristeza. Con tan delicadas mimbres, ha atacado la construcción de un cesto de flores que han de pasar a la historia porque huelen a sinceridad, a hombría de bien y a una dedicación al arte sin retrocesos ni renuncias”. Es el mismo José Luis Buendía, en el referido prólogo, quien escribe tres preciosas letras de nuestro paisano: El viento arrancó la rama y luego se la llevó. Ya no hay sombra en el camino por donde camine yo. ¡Mira si es triste mi sino! Lo va pregonando el río, lo dice el rumor del viento, que tu corazón y el mío se mueren de sufrimiento por no haberse comprendío. No soy flor de la ribera ni amapola de trigal. Soy alondra mañanera, que nací para cantar y querer a quien me quiera. ¡Imposible comenzar mejor esta recopilación de Coplas Flamencas y Coplillas Populares, impregnadas de acento andaluz y de la sabiduría popular de nuestra tierra!...


MUESTRA DE ALGUNAS COPLAS FLAMENCAS DE FRANCISCO ALMAGRO Selección de Coplas Flamencas de Francisco Almagro, de su libro “Nuevas letras para el cante flamenco”, editado en 1.997 por el Área de Cultura y Deportes de la Diputación Provincial de Jaén. A la del pelo rizao yo la quiero enamorar. Dile que venga a mi lao, que tengo al pie de un nogal el columpio preparao.

Vente conmigo, salero, si te quieres columpiar. La cinta de mi sombrero de columpio te valdrá, mientras te digo te quiero.

Al pie de la madroñera el caballo me han herío. ¡Ay, Virgencita de Utrera, sin caballo estoy perdío! ¡Por Dios, que no se me muera!

Tiré las penitas mías a la mar una mañana. Las olas las devolvían y en la playa las dejaba, porque en el mar no cabían.

Que el camino se ha borrao. No esperes que vaya a ti. Yo de tu vera me fui y sé que no has preguntao siquiera una vez por mí.

Te vi un clavel en el pelo y envidié a la flor su suerte. Será mi mayor consuelo tan cerca de mí tenerte. Tenerte como yo quiero.

Corre mi jaca lucera por la llanura y el monte, porque sabe que me espera suspirando, en Ayamonte, una mocita morena.

Voy pensando en mis amores caminito de la mina, que es más guapa que las flores esa mocita divina, María de los Dolores.

No preguntes si te quiero porque la pena me ahoga. Tú sabes que te camelo más que a mi misma persona y, si me faltas, me muero.

Nadie junta un capital con su sueldo, trabajando. Sólo se puede juntar en esta vida, robando y explotando a los demás.

Me pediste que escogiera entre mi madre y tu amor. Yo te dije: compañera, ya puedes irte con Dios, que mi madre es la primera.

Eres la barca y yo el remo, soy el mar y tú la ola, yo tu estrella y tú mi cielo, yo amanecer, tú la aurora que ilumina mi sendero.


¡Dios mío, no puedo más con esta triste amargura! Trabajo a mí no me dan y tengo cinco criaturas que me están pidiendo pan.

Si me quieres de verdad, no me vengas con canciones. Lo tienes que demostrar, porque obras son amores y a mí no me engañas más.

Para robar yo no valgo ni para pedir tampoco. Yo sólo quiero trabajo y me estoy volviendo loco, buscando de tajo en tajo.

Como barco sin timón que quieren hundir las olas, así está mi corazón. Quisiera decirte a solas lo que por ti siento yo.

Señor del Mayor Poder, nunca entenderé tus leyes. Dime, ¿cómo puede ser que unos vivan como reyes y otros no puedan comer?

Anda y vete a confesar de tus pecados mortales, que no te podrás lavar con to el agua de los mares el mal pago que me das.

Vale la pena luchar en contra de la avaricia; en favor de la verdad, la razón y la justicia, la paz y la libertad.

De refranes no me fío, de promesas no echo cuenta. El amor es como el río, que crece con la tormenta y se hiela con el frío.

Tú tienes que respetar a esa madre que venero. No me la ofendas jamás; mira, que si yo me entero, no te vuelvo a mirar más.

Con las manos extendías, viendo a su madre morir, lloraba un niño y decía: ¡Ay Dios! ¿Qué va a ser de mí? ¡No te mueras, madre mía!

¿Cómo puedes tú tener ese corazón de hielo? ¡Por Dios te pido, mujer! Sabiendo lo que te quiero, no me niegues tu querer.

La hija del mayoral me dice que huelo a vino, y me tengo que enjuagar la boca, por el camino, poco antes de llegar.

Dice un refrán verdadero que amor con amor se paga. Me quieres y yo te quiero, y a mí no me importa nada lo que diga el mundo entero.

¡Qué penita la de un ciego que no ve por dónde va! Pero más grande es la mía, que no te puedo olvidar ni de noche ni de día.


Las hojas que lleva el viento se quedan aquí o allá. Las penitas que yo siento, en mi alma están clavás y muero de sufrimiento.

La barrena se ha partío cuando yo al marro le daba; y mi compañero herío por una mano sangraba. ¡Pobre compañero mío!

Soy minero jubilao en esta bendita tierra. Tanto como he trabajao y una pensión de miseria es lo que a mí me ha queao.

Cuando explote este barreno ya verás tú cómo suena; retumbará como un trueno en toa la cuenca minera. ¡Préndele ya, compañero!

Cuando me pongo a cantar una taranta minera y el marro llevo al compás, dentro de mi alma suenan campanas de libertad.

Metío en un agujero y sin ver la luz del día, el pobrecito minero tiene la vida vendía por muy poquito dinero.

Por detrás de la colina donde se pierde el sendero, con dulce voz cristalina iba cantando un minero caminito de la mina.

Porque soy un barrenero y a destajo trabajé, ¡válgame Dios, compañero!, que la salud me dejé en los pocitos mineros.

Yo nací ya con el sino de abrir y cargar barrenos, y no tengo otro camino que el de los pozos mineros y ahogar mis penas en vino.

Antes que llegue el relevo, canta, minerico, canta, que nunca fue buen minero quien no cantó su taranta emboquillando un barreno.

Cuando sus ropas lavaba la vi retratá en el río. Creí que me la robaba y yo, loquito perdío, con la corriente luchaba.

Mi corazón dolorío se consume a fuego lento. ¿Pa qué te habré conocío, pa sufrir tanto tormento y acabar loco perdío?

Ninguno podrá quererte como yo te quiero a ti. Sueño siempre con tenerte a mi vera, muy feliz, hasta el día de mi muerte.

Ya nunca podrá olvidarte mi corazón dolorío. Aunque no es correspondío, como loco va a buscarte el pobre corazón mío.


Toros, flamenco y poesía. ¡Olé mi Pegalajar! No hay pueblo en Andalucía que tenga mayor caudal de amor, arte y simpatía.

¡Ven conmigo, forastero! Te enseñaré el manantial y la Charca, que es un cielo donde podrás navegar como en un mar verdadero.

Más peleamos los dos cuantito más nos queremos. Luego las paces hacemos entre caricias de amor.

Porque no tenía dinero, me dijiste tú que nones. Hoy que sabes que lo tengo, no te hagas ilusiones.

Toítas las malas lenguas debieran enmudecer, pa que nunca murmuraran de las cosas del querer.

Yo le dije al tribunal al verme allí amarraíto: robar por necesidad no debiera ser delito.

Vámonos a los mimbrales, gitana de mis amores, haremos un canastito para llenarlo de flores.

Gitana, si eres de ley, con mi corazón no juegues; vente a la verita mía, si es que de veras me quieres.

Con las manos extendías voy llorando tras de ti, pidiéndote que me quieras y tú te ríes de mí.

Estás pisando un terreno peligroso, amigo mío. Tú sabes que yo la quiero y que soy correspondío.

Al amanecer del día, en el tajo el segaor se ajusta bien los deíles mientras empuña la hoz.

Con la esportilla colgá espigaoras llegaron, a recoger las espigas que en el rastrojo quearon.

Te di mi vida y mi amor, te di to lo que querías, y no pensé en el dolor que, en cambio, tú me darías.

Eres lo mismo que el río que se olvidó de la fuente; sabes lo que te he querío y no me tienes presente.

Ponte primero de acuerdo con tu corazón, serrana; que si me voy, ya no vuelvo aunque me llames mañana.

No digas que me has dejao que nadie lo va a creer, que yo me fui de tu lao y ya no pienso volver.


Si en presencia de dos males te dicen que escojas uno, tú verás cómo te vales para no escoger ninguno.

Hoy estamos los mortales perdidos en un camino, que está lleno de señales, pero sin ningún destino.

Que a mí sólo me querías me dijiste una vez; y luego, a los pocos días, con otro amor te encontré.

Me da pena tu amargura y tu gran desilusión. Ya tu mal no tiene cura y no esperes mi perdón.

Tú nunca tendrás dinero, que toíto lo que ganas, ¡ay, primito de mi alma!, se lo lleva el tabernero.

Yo perdí mi libertad, perdí la ilusión de verte. Ya no puedo perder más y a Dios le pido la muerte.

Tú eres como el huracán, igual que una ventolera, ¡ay, primita de mi alma!, que no sabe dónde va.

La duda me está matando; tu siempre me dices luego, y yo, que te quiero tanto, por tu amor me desespero.

La pena que llevo dentro, si de repente saliera, se hundiría el firmamento. ¡Mira si es grande mi pena!

Pon condiciones severas a cambio de tu querer. Di que me rompa las venas y yo me las romperé.

Prefiero ir al infierno por mi propia voluntad, antes que ir a la gloria por gusto de los demás.

Agua no encontré en tu valle, tu reja no tiene flores; sólo hay piedras en tu calle y veneno en tus amores.

Si me entero que rondan en tu ventana, a tu calle, de ronda, me voy mañana.

Que mi faca en el cinto pide pelea, y yo, por tu cariño, mato a quien sea.

¡Vente conmigo, niña, juntito al río! No te importe la gente, cariño mío.

A nadie qué le importa por dónde voy. Por mucho que me digan, soy como soy.


Por Dios, que siente el tiempo y que no llueva, que tengo yo mi parva tendía en la era.

Esta yegua castaña ya tiene un potro, y pa el año que viene me pare otro.

Alarga el trillo, padre, alarga el trillo, que no le dé en las patas a mi potrillo.

No le suenes la tralla que es muy nerviosa; y se espanta la pobre de cualquier cosa.

Breve muestra de algunas Coplas de Francisco Almagro. Ver la relación completa, que abarca todos los palos del flamenco, en el libro mencionado…


COPLAS FLAMENCAS CEDIDAS POR FRANCISCO QUESADA BRACEROS Todas se pueden cantar por: . Fandangos . Granaínas . Malagueñas . Tarantas . Cartageneras . Y todos los cantes abandolaos… Como un ruiseñor cantaba, sembró de trinos la historia. Está siempre en mi memoria mi amigo Juan Valderrama. ¡Que Dios lo tenga en su gloria!

Guitarra de mis amores como a una mujer te quiero. Son tus sonidos dolores que se clavan en mi seno, como los grandes amores.

Personas que se han querío y se encuentran por la calle, o se cambian de color o se hacen un desaire. ¡Por dentro sufren las dos!

El marinero en el mar, el sabio manda en la ciencia, el tiempo da la experiencia, la rosa la da el rosal, ¡Dios puso la inteligencia!

De la mujer de la vida, qué sentimiento me da: tener siempre que agradar y demostrar alegría cuando quisiera llorar.

Anda, ve y dile a tu madre que no ponga más testigos, porque todo el mundo sabe que te viniste conmigo y aquí mentiras no caben.

Con las lágrimas se va la pena que más se llora. La pena grande es la pena, la que no se pué llorar. ¡Ésa no se va, se queda!

En rincón del cementerio tengo a mi madre enterrá. Mira si es grande el misterio que está la tumba tapá con flores que allí nacieron.


Lejos, muy lejos de España yo me llevé a un ruiseñor, y en sus cantares decía: quiero vivir en Graná, Graná que es la tierra mía.

Que siempre sonó distinto, creador con inspiración; por ponerle el corazón, fue mi amigo Pepe Pinto bandera de la afición.

Tu cara se reflejó en el agua de un venero. Yo llegué muerto de sed; del agua yo tuve celos, y no la pude beber.

No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista. Yo te he querío olvidar y olvidarte no he podío. ¡Cada día te quiero más!

Una mujer golpeaba en la puerta de un convento. Quería meterse dentro, que el mundo le repugnaba harta de pasar tormento.

Tú te tienes porque eres una mujer de bandera. Tú eres de esas mujeres que se vende a un cualquiera por un puñao de papeles.

Porque yo lo gobernaba ganó mi barco velero. Contra los mares luché, y sin embargo no puedo luchar con esa mujer.

Yo quisiera ser banquero para darte mis caudales, pero soy un pobre obrero; para pagar lo que vales no me alcanza mi dinero.

Dicen que tienen veneno los cabellos de mi rubia. Aunque sea sol limao cabello de rubia quiero, aunque muera envenenao.

Cuando yo te conocí era una noche de enero. Al ver que mucho llovía, mi paraguas yo lo abrí porque el agua te caía.

Le eché a mi perro una liebre al pasar el romeral, y le dije: buena va, que el que la lleva la entiende, que por pies no se le irá,

A rezarle al Gran Poder viniste un viernes conmigo. Mujer, qué pronto olvidaste lo que juraste ante Él y luego me lo negaste.

El pan seguro del año tiene el labrador si llueve. Y si la planta se muere, sufre el mismo desengaño que el que fía de mujeres.

De un rico que me humillaba su entierro yo vi pasar. Uno solo le lloraba: el que tenía que heredar. Dios, en cambio, perdonaba.


Yo conocí a una mujer que se arrastraba en el fango. Del fango yo la saqué, la hice mujer honrá y con ella me casé.

Porque bebo y me emborracho, la gente a mí me critica. Si supieran los motivos, en vez de a mí criticarme se emborracharían conmigo.

Tengo pa correr las liebres una yegua pelitorda. Cuando le sueno la tralla, no hay alambrá que le estorbe ni liebre que se le vaya.

¡Con qué gusto cantaría! ¡Qué bueno fue tu fandango! Hoy me canta en la memoria Antonio de la Calzá, ¡que Dios lo tenga en su gloria!

Dime mal hombre por qué le tiras piedras a esa cruz. ¿Qué culpa puede tener ese divino Jesús de que no sepas querer?

Si ves el agua correr cuando vayas a la fuente, no hagas caso de la gente y piensa tú en mi querer claro como la corriente.

¡Quién tuviera una casita en lo alto de una loma, y una huerta chiquitita, una bandá de palomas y una mujer rebonita!

Qué pena me da del preso, si le vienen a decir que su madre se le ha muerto, y no lo dejan salir a darle el último beso.

Me senté junto al romero al despuntar la mañana. De Varea me acordaba, como artista y compañero, y una salve le rezaba.

No quiero mandar a nadie ni que me manden a mí. Yo quiero mi vida errante; un día aquí y el otro allí, mi vida sigue adelante.

Calla por Dios, padre mío, no ofendas más a mi madre. Mira que si eres mi padre, ella es la que me ha parío, que no la maltrate nadie.

Madre que a su hijo lleva a casa de caridad, tiene corazón de fiera y no se pue perdonar aunque rabiando se muera.

Pa adivinar mi querer cuatro sabios se juntaron. Los cuatro sabios murieron, sin poder adivinar a la mujer que yo quiero.

Yo quiero decirte adiós con un cante por tarantas. Los trinos de mi garganta se quiebran por el dolor. Por eso, llorando, cantan.


Luto negro en mi balcón el día que tú te mueras, en cada esquina una vela y en medio mi corazón; anda y busca quien te quiera.

Pajarillo tú que vuelas por los tejaos de la Audiencia, corre y dile a los fiscales que detengan la sentencia a la pobre de mi madre.

Luchan los barcos veleros con olas del mar bravío. Contra los mares luché y sin embargo no puedo luchar con esta mujer.

Tendré que regar tu calle con sangre del que te ofenda. Mas si te ofende mi madre, lo llevaré con paciencia. ¡De ella no puede vengarme!

Se siembra pa recoger en el campo y en la vida. Tú no has sembrao ningún día, solo en el mundo te ves y la cosecha perdía.

Aquella casita blanca entre verdes olivares vale más que el mundo entero, porque allí habita mi madre, la mujer que yo más quiero.

En el amor desgraciaos y hermanos en el dolor; yo por no tenerte al lao y tú por igual razón, somos dos equivocaos.

Yo me salto a la torera a la ciencia y al saber. Al final de mi carrera y aunque sea una quimera, verás como yo seré el rey de la carretera.

En aquella cruz de piedra donde rezamos los dos, vi que rezabas con otro. La piedra se quebrantó, yo pensé volverme loco.

De haber perdío la razón mujer has tenío la culpa. No tuviste corazón, jugaste con mi querer, pero Dios te castigó.

En criticar y murmurar el tiempo tú lo has echao. Mejor lo hubieras empleao en blanquear tu fachá, que bien sucia la has dejao.

Un chavalillo cortó una rama de un almendro. Y, en vez de sentir rencores, el almendro lo premió con una lluvia de flores.

Un ciego me preguntó por la luz clara del día, y le contesté llorando: envidia te tengo yo que ya no quiero ver tanto.

Te lo digo por tu bien: torres más altas cayeron. Aunque te sobre el dinero, no me trates con el pie, que eso no es de caballeros.


Se planta y vuelve a crecer si cortas una rama verde. Cuando una madre se muere, ya nunca se vuelve a ver cosa que tanto se quiere.

Por el maldito dinero quieres dominarme a mí. Si la muerte ha de venir pal rico y pal pordiosero, ¿pa qué tanto discutir?

A tu ventana asomé sólo por ver tus lunares, y vi que no eran pintaos, que eran tuyos naturales, que Dios te los había mandao.

Locura de conveniencia; hay quien presume de loco. En cuanto ven el dinero, recobran la inteligencia. Yo a esos locos no los creo.

Ya de ná te va a servir el dinero que has juntao, porque a tu puerta ha llamao la muerte y viene a por ti, y ésa tú no la has comprao.

Me duermo pensando en ti y de noche me desvelo. Pienso que tú me has dejao por un acaloramiento de un consejo que te han dao.

Yo aprendí muchas cosillas con el paso de los años: traiciones y desengaños me dejaron la semilla de la maldad y del engaño.

Muchos amigos tenía cuando reinaba el dinero. Se me acabaron los bienes, mis amigos no me miran ni las mujeres me quieren.

A mi escopeta certera anoche la tiré al río, que con ella he malherío a mi perra perdicera. ¡Malhaya sea el pulso mío!

Que no me la dejan ver. Enferma la tengo en cama, y a mí me ahogan las penas porque de seguro sé, que al verme se pone buena.

De cuestiones del querer un sabio ha puesto una escuela. Se apuntaron unos pocos, y aquello resultó ser una casita de locos.

Aunque me llamen a voces, yo al cementerio no voy. Porque allí hay un panaero que hasta muerto me conoce de los panes que le debo.

Del arte y de la alegría, Sevilla es dueña y señora. Al morir Pepe y Pastora, se murió en el mismo día. ¡Hasta el Cachorro les llora!

Que nació en la Macarena el rey de los fandanguillos. Murió siendo un chavalillo. Cantaba con mucha pena, Manolo el Carbonerillo.


De Sevilla y cantaor, Manuel Vega el Carbonero. Su fandango es verdadero, porque lo infirió el dolor de un querer muy traicionero.

Rubia, la mujer primera la hizo Dios en un ensayo. Y como no le gustó, la tuvo que hacer morena. ¡Morena la quiero yo!

De Cartagena a Herrerías han puesto iluminación. Tiene pena de la vía aquél que apague un farol y no lo encienda enseguía.

Anoche estuve soñando con unos labios que ardían. Yo me desperté llorando, no sé quién me besaría. ¡De ti me estaba acordando!

Que no vengo a molestarte, lo mires como lo mires; que vengo de los Moriles y traigo pa enamorarte los ojos como candiles.

Con el amigo más fiel quise saber si era buena y me quedé convencío: agua o piedras siempre lleva cuando va sonando el río.

En una escopeta mía donde tenía confianza, pegué un tiro y me falló. ¡Qué será la que sea falsa! De mujeres hablo yo.

Una mujer siempre vive en la historia de mi vida. Su recuerdo es mi alegría por ser mi primer querer, que es lo que nunca se olvía.

Cuatro sabios se encontraban en la agonía de un rey. Los cuatro se horrorizaban, porque al mandar Dios la ley dinero y ciencia se acaban.

Doce cubiertos de plata me mandaste de regalo. Mas yo me conformaría con la cuchara de palo de cuando tú me querías.

Si de sangre de mis venas, te hiciera falta algún vaso, tú puedes contar con ella, que to el que por mí dé un paso, lo andaré yo por docenas.

Algo nuestro se nos muere cuando muere un cantaor, que va diciendo en su voz lo que decir no se atreve nuestro pobre corazón.

Madrugar y trasnochar, subir y bajar la cuesta. Pa ganar poco jornal, eso no me trae cuenta. ¡A la mina no voy más!

Porque andando me desmayo, a las paeres me arrimo. Yo me encuentro desvalío sirviendo de mal vasallo, y tú la culpa has tenío.


El camino de la vía regando voy con mi llanto. Son tan grandes mis quebrantos, que tengo la fe perdía y el mundo me causa espanto.

Con la mujer que más quiero de qué me sirve soñar. Me despierto y entro en mí, quiero llamarla y no puedo. ¡A eso le llaman sufrir!

Ella es buena y volverá, por tus hijos tú no llores. Que si acaso no volviera, quiero que tengas presente como yo no hay quien te quiera.

De la pena que me da, voy a casarme contigo. Has tenío un hijo mío y nadie te quiere ya. ¡La culpa yo la he tenío!

Quisiera, cariño mío, que tú nunca me olvidaras, y tus labios con los míos en un beso se juntaran y que no hubiera en el mundo nadie que los separara.

¡Ay, Dios mío, si lloviera!, oí a un labrador un día. ¡Ay, Dios mío, si yo viera!, lo mismo un ciego decía. Cada cual a su manera, pedía a Dios lo que quería.

Tú la joya y yo el joyero. Tú el agua y yo la corriente. Tú el pueblo y yo la gente. Tú la máquina y yo el fuego. Tú pecador, yo penitente.

Si la muerte me encontrara de tanto quererte a ti, aunque yo la despreciara, por los celos que te di dejaba que se vengara.

Mi llanto a nadie conmueve, cantando paso la vía. Yo soy como el ave fría, que canta al pie de la nieve al amanecer del día.

Nunca llegaste a quererme, eras mis cinco sentíos. Qué desgraciaíto he sío que has tenío que aborrecerme. ¡Tanto como te he querío!

Que el orgullo no te ciegue, mira de una vez patrás. Lo que conviene en la vida es conservar la amistad. No es más rico el que más tiene.

Que no me dejo quitar mi trono en la carretera. Y al final de mi carrera, muero como un general, defendiendo mi bandera.

Montao en mi borriquillo cuando nace la mañana, me voy para El Centenillo. Cantando voy esta taranta que aprendí del Cabrerillo.

Ser el Niño de Marchena, yo lo llevo a mucha gala. En todas las diversiones mi fandango es el que gana y no valen discusiones.


Lo recogí siendo un niño cuando no andaba siquiera. Se ha hecho un hombre a mi vera, y le tengo más cariño que si de mi sangre fuera.

Tú los tendrás a millares mucho más guapos que yo, pero más flamencos no. Eso tú misma lo sabes, no es porque lo diga yo.

De tus caprichos constantes tú sabes que siempre he estao, pero con pena he notao que ando en lengua de la gente y eso ya se ha terminao.

Explícame tú la causa, por qué te vas no lo sé. Procura pensarlo bien, que si sales de esta casa no intentes nunca volver.

Vengo de la carbonera, mira lo que te he comprao: unas botas de cartera con los botones doraos. ¡Estrénalas cuando quieras!

Abarrenando un barreno se me escapó la barrena y dije a mis compañeros: ya se oyen las caenas, señal que llega el relevo.

Coge la pluma y escribe tú que tanto saber tienes. Cuidao, no eches un borrón, porque el que a ti más te quiere viene a pedirte perdón.

Los dos venimos heríos, ayudadnos, compañeros. Nos tiró el carabinero al atravesar el río. ¡Curad mi jaca primero!.

En un almendro florío voy a poner un cartel: ningún serrano ha tenío mujer como mi mujer ni caballo como el mío.

Un tesoro son mis niños, tengo por madre una santa. Y una mujer que me trata con devoción y con cariño y quita el sentío de guapa.

Fue tu ignorancia tan grande, que yo tu honra logré. Y al momento recordé un consejo de mi padre, y a la iglesia te llevé.

Que le tuviera clemencia, un preso a un juez le decía. No maté por valentía, ni perdí yo la cabeza. ¡Fue por defender mi vida!

Tengo yo una guitarrilla que compré cuando zagal. Cuando me meto en la bamba, me toca por soleá y las flores hacen palmas.

Como la sal al guisao me hace falta tu querer. Como a los pobres el dinero, como el agua al sembraor, como la mina al minero.


Para echarle de comer toas las mañanas la llamo. Al tiempo de echarle el grano, adonde vino a parar la tortolica en la mano.

Yo he nacío pa cantar porque en la sangre lo llevo. Cuando me parió mi madre, yo canté en vez de llorar esta tarantica grande.

Castillo de centinela, taranta de los mineros. Blanca luna sobre el cielo, mortaja con cuatro velas por la muerte de un minero.

Cuando suena una taranta en la oscura galería, el minero que la canta sueña con la luz del día y así sus penas espanta.

Que del nido la cogí, blanca paloma te traigo. Su madre quedó llorando como yo lloré por ti. La solté y salió volando.

Que te quise con locura yo en mi vida negaré. Mira qué carillo fue que me dieran calenturas que tuve por tu querer.

A dar gritos me ponía en la tumba de mi madre. Y escuché un eco del viento: no lo llames, me decía, que no responden los muertos.

Tengo que poner espías por ver si mi amante viene al pie de Torre García. ¡Ay, madre, no sé qué tiene el camino de Almería!

Por qué tanto me consientes, si no me has de querer. Mátame ya de una vez, que yo prefiero la muerte a vivir sin tu querer.

Yo vi una cartagenera a los pies del Soberano. Por Dios y la Macarena, no se lleven a mi hermano al Peñón de la Gomera.

Por ver si puedo pagar, siempre cantando y cantando a unos chiquillos que tengo, una casa ya pagá pa que no vivan de arriendo.

A una liebre mal hería la encontré en un matorral. Y al quererla rematar, me faltó la valentía y la tuve que dejar.

A buscar la flor que amaba yo entré en el jardín de Venus y me encontré una morena, que era lo que yo buscaba para alivio de mis penas.

Del tomillo y del romero a mí me gusta el olor, y de su pelo el color de la serrana que quiero, dueña de mi corazón.


Pa acabarlo de criar cogí un pájaro de un nío, y fue tan agradecío, que cuando lo eché a volar se me vino al hombro mío.

Me gusta salir temprano al despuntar la mañana, que el aire me dé en la cara y contemplar desde lejos esta Charca de mi alma.

A esa liebre no tirarle, cazadores de la sierra, porque está haciendo en la tierra madriguera pa ser madre y es muy sagrao lo que encierra.

No son besos de verdad besos que cuestan dineros. Pero sí son verdaderos los que una madre te da. ¡Esos no cuestan dineros!

Desde antes de nacer un fandango yo escuchaba. Mi madre me lo cantaba, pa que pudiera aprender la herencia que me dejaba.

Con dos copas de aguardiente en la taberna de Andrés, a mi padre le escuché unos fandangos valientes que nunca yo olvidaré.

Quiero hartarme de llorar. Déjame que llore solo, déjame que ponga flores a esa tumba tan sagrá recuerdo de mis amores.

Fue porque me dio la gana, rosa si no te cogí, al pie de un rosal dormí, rosa yo tuve por cama, de cabecera un jazmín.

Ni los rayos de la luna, ni el sol con sus resplandores, ni el campo lleno de flores, ni las más grandes fortunas las cambio por tus amores.

Un canario se subía por las trenzas de tu pelo y se paraba en tu frente, y en tu boquita bebía creyendo que era una fuente.

Y se le antojó un clavel a la Virgen de las Nieves. Y como aquí no lo había, a Valencia fui a por él al Jardín de la Alegría.

Que nadie te arrebató. Fuiste rey con mucha gloria, hoy sigues en la memoria de to aquél que te imitó, porque tú ya eres historia. (Pepe Marchena)

Con veinticinco faroles tiene Granada una fuente. Y una Puerta del Perdón, y un Patio de los Leones donde el rey moro lloró.

Ponle precio a tu querer, si lo vendes por dinero. Que si vale el mundo entero, pa comprarlo robaré. ¡Que Dios me castigue luego!


El barco va por la mar, la liebre corre en el valle, y tú navegas sin rumbo; dime, mujer, dónde vas, queriéndote yo en el mundo.

Con esos celos de muerte vas a conseguir tres cosas: que se ría de mí la gente, y que te tomen por loca y tenga que aborrecerte.

A Pedro el de la Tomasa le dijo Alberto una tarde: vamos a pedir tres gordas a la infeliz de tu madre, pa aguardiente ca Cristóbal.

Volaba una mariposa en medio de mi jardín y en su vuelo me decía: voy en busca de una rosa que se perdió el otro día.

Al Cristo del Gran Poder yo te vi rezarle un día, y llorando le decías cuando besabas sus pies: ¡no quiero ser de la vida!

Eso nunca lo diré, quererte más que a mi madre. Pero te juro por Dios, que nunca te olvidaré y te querré como a ella.

Suspiraba el rey moro a la vera de Granada, porque en la Alhambra dejaba todo lo que más quería. ¡Gotas de sangre lloraba!

Tengo una hermana en la vida, siendo rico millonario. Si yo pudiera algún día el caudal mío devorarlo, dar honra a la hermana mía.

Dicen que el loco no siente porque no rompe a llorar. Yo sentí un quejío muy fuerte y vi que un loco lloraba, pidiéndole a Dios la muerte.

Con mis mejores amigos yo por ti me he peleao. Ya tarde cuenta me he dao, que era por puro egoísmo la virtud que he pregonao.

Con una barca y dos remos. Me gano muy bien la vida con mi pesca cada día, y a mi gitana camelo. ¡Qué felicidad la mía!

Que se debe perdonar, se oye decir a la gente. Mas prenden al inocente y sueltan al criminal, que mata cobardemente.

De los flamencos, el espejo. Por fiesta, levante y tangos. ¡Qué señorío y qué rango tuvo aquél Manuel Vallejo. Hoy le llora este fandango,

Artífice del compás, solera de vino viejo. Hablo de Manuel Vallejo, de los artistas, el cabal, de los flamencos, espejo.


Y un pajarillo me oyó cuando en el campo suspiro. ¡Qué suspiro no daría, que el pajarillo enfermó del mal que yo padecía!

Porque robé pa curarte, preso en la cárcel me vi. Al año cuando volví, fuiste mala y me engañaste. ¡Tienes que tener mal fin!

Escríbeme alguna vez siquiera por compasión. Que yo tengo el corazón enfermo de padecer, que ya no siento el dolor.

De Cartagena salí, en San Antón me prendieron. Conducío a Murcia fui, y allí mis quebrantos fueron al separarme de ti.

Por mi madre no lo hicieron, no doblaron las campanas. No porque no confesó, es que no tenía dinero. Sin doblarle las campanas a mi madre se enterró.

Que dime mujer a mí. Sólo a mi Dios le confieso por qué me tratas tan mal. Un día me voy a enfadar. Si se lo cuento a mi gente, a ti te van a matar.

Si yo muero y tú te casas, a mis niños no abandones. Sólo te voy a encargar que si otro padre les pones, los trate con caridad.

Ven acá, hermanico mío, ven y siéntate tú aquí, que madre está agonizando y ha preguntao por ti y tú en la calle jugando.

Una cordera, de tanto acariciarla se volvió fiera. Igual las mujeres: de tanto acariciarlas fieras se vuelven.

Llora un cabrero porque se le ha muerto un chivo, jarropo negro. Mira si es bruto, porque se ha muerto el chivo se ha puesto luto.

Con el libro del querer un sabio ha puesto una escuela; y el sabio me ha contestao. por yo quererlo saber hasta ciego me he queao.

Con ganas de divertirme a una casa mala entré. Me presentaron dos damas. ¡Como el mármol me quedé, cuando vi a mis dos hermanas!

Pobrecitos ojos míos. ¡Qué pena no ver las flores! ¿Qué delito han cometío para no ver los colores y disfrutar del sentío?

Linares tiene un torero que manda en la torería. Tiene un corazón minero que se juega tos los días. Nació pa ser el primero.


Serrana de mi querer, vente conmigo al barranco, que salgo de contrabando y no sé si volveré porque me están acechando.

Porque no saben besar no me gustaron las rubias. A mí me gustan morenas, porque con sus labios dan besos que quitan las penas.

Como el vino de Jerez tus labios tienen solera. Anda y bésame otra vez, que emborracharme quisiera de esos tus labios, mujer.

No arrolles al pordiosero ni abuses de su nobleza, que si tú tienes dinero, el pobre tiene nobleza y corazón muy sincero.

En la Torreperogil cazaba con mi reclamo. Cuando me veía el amo, vino la Guardia Civil, eché a correr como un gamo.

Tú debes de respetar la mujer en un camino, que esa mujer representa a una niña desgraciá que no tié quien la defienda.

Sembré flores colorás en la tumba de mi madre. Como las regué con llanto, aprendieron a llorar las flores del Camposanto.

¡Alerta, alerta está!, dice un centinela a otro. Junto a su petate había un hombre a quien rematar, lágrimas se le caían.

El dinero es un metal que ni los perros lo quieren. Pero, en cambio, las mujeres por el dinero se van con el hombre que no quieren.

Porque lo manda el destino hay mujeres que son malas. Pero tú no pués quejarte, porque has tomao mal camino y del bueno te apartaste.

Válgame Dios, tío Rufino, las vueltas que el mundo da; siendo un minero tan fino adónde has venío a parar: a darle vueltas al molino.

De flores yo voy a cubrir el balcón donde te asomas. Lo voy a cubrir de rosas, de claveles y jazmines, siendo tú la más hermosa.

Que de qué provincia era me vinieron a decir, y les contesté cantando; soy de la tierra jaenera, la cuna de los fandangos.

No presumas, niña tonta, no presumas de grandeza. Tu casa es como la mía: un paraguas y una mesa y cuatro sillas partías.


Viva mi tierra que tiene Santo Rostro y catedral, y un castillo vigilante, orgullo del olivar, faro de los caminantes.

Tempranico me levanto como minerico bueno, y preparo mi barreno. Y mientras yo lo preparo, canto y canto, sin pensar en lo mucho que yo peno.

El médico me mandó dormir con una morena. ¡Qué médico tan amable! ¡Qué medicina tan güena! De ese mal no muere nadie.

Vi a una jardinera un día que contemplaba una rosa, y le decía orgullosa: ni en la misma Alejandría no la hay tan preciosa.

Cuando a mí me bautizaron, le dijo el cura a mi abuela: este niño es cantaor, porque tiene castañuelas y un palete pal tambor.

España tiene bandera hecha de sangre y de sol. Si no quieren que la quiera, no sería yo español, sino de una nación cualquiera.

Porque estoy en decadencia to el mundo me da de lao, pero yo me he echao las cuentas que el mundo no ha terminao y espero que dé otra vuelta.

La primavera la alegran los pájaros con sus trinos; llevan en su pico prendío alimento pa su hembra que está durmiendo en su nío.

Que sirva de desengaño: la margarita es la flor. La mujer la deshojó, rompió de pena llorando, porque le dijo que no.

El minerico español se merece una fortuna, no le da la luz del sol ni los rayos de la luna. Su pan lo amasa el dolor.

Llorando mi pena un día yo en un rincón me encontraba, y a poca distancia estaba la que la culpa tenía de lo que a mí me pasaba.

Lleva una soga arrastrando el que le pega a su padre. Por donde quiera que va, la soga la va pisando y no lo deja ni andar.

Cuando de verdad se llora es cuando muere una madre. Cuando se murió la mía, la tierra se humedeció de lo que lloré aquel día

Un palomita blanca bajó a un arroyo a beber; por no mojarse la cola levantó el vuelo y se fue. ¡Qué paloma tan señora!


Burgués, quítate el sombrero que un entierro va a pasar. Es de un pobretico obrero que muere por trabajar pa darle al rico dinero. De un amigo que tenía nunca creía en la maldad. Me tuve que retirar porque de mí mal pasaba. ¡Ni amigos se encuentran ya!

La mantilla y la guitarra, viva el fandango y las flores, y el cielo de Andalucía que es la región más gitana que tiene la patria mía.

Me puse a escribir mis penas en la cáscara de un árbol; llegando al tercer renglón el árbol se vino abajo de la pena que le dio.

Con pena un pintor miraba el cuadro de su modelo. De pronto lo tiró al suelo y con rabia lo pisaba en un ataque de celos.

Mi perrilla la Canela tiene la nariz partía; cazaora por el día por la noche centinela. ¡Qué bien gana la comía!

Al modelo que escogió un pintor pintaba un día. Yo entré con la novia mía y el pincel se le cayó. ¡No pintó más en su vía!

Ocho pájaros maté la otra tarde en la ribera. No llegó ni a la docena porque comenzó a llover. ¡Ay, si la tarde hace buena!

Debe de estar condenao el que dé un tiro a una liebre. A la liebre se avasalla con dos perros acorralaos. ¡Si se le va, que se vaya!

Cuando lo pille lo mato al hombre de esta mañana. Se ha llevao de mi ventana unos calzoncillos blancos y unas bragas de mi hermana.

Por pintar a una mujer a un loco le dio manía. Cuando pintá la tenía, puso un letrero a los pies. ¡Ya está como yo quería!

Si me muero antes que tú un favor te voy a pedir: que me hagas la mortaja y no te separes de mí hasta meterme en la caja.

Tu cabello con el mío una noche se enredaba. Tu cuerpo me daba frío y el mío calor te daba, y así quedamos dormíos.


Esperar y no venir, querer y que no te quieran, tener sueño y no dormir, cuála será mayor pena para el que sepa sentir.

Qué bonito es despertar y asomarse a una ventana con el sol recién salío. ¡Qué bonita es la mañana del sitio donde has nacío!

Hoy la lluvia en el cristal del recuerdo me arrancaba: que el panaero venía con su burro y sus canastas: pan de leña repartía.

Tú eres buena y eres mala. Como tanto te quería, toíto te lo pasaba. Ahora que ya no te quiero, ¡se acabó lo que se daba!

Por la mañana pan y cebolla; al medio día, cebolla y pan; y por la noche, si no hay olla, más vale pan y cebolla que acostarse sin cenar.

Procura ser envidiado mientras en el mundo estés, porque si así no lo fuera vas a ser un desgraciao hasta el día en que te mueras.

Ya se acabó mi paciencia. Estoy harta de aguantar de que un hombre sin conciencia abuse de mi bondad y me deje en evidencia.

Hasta dentro de la iglesia se sufren los desengaños. Hay quien va todos los días y comete el mismo daño que el que no ha entrao en su vía.

Que me da miedo mirarla. ¡Qué novia más guapa tengo! Es tanto lo que la quiero, que cuando voy a besarla de mis labios siento celos.

A cazar patos reales yo me voy pa las marismas. Quiero que caigan al agua, por ver mi perra nadar y en la boca me los traiga.

Entré y no me conoció, ¡qué borrachera tendría! Pasó por la vera mía, un cigarro me pidió, las lágrimas le caían.

Nunca le falta una pena al marinero en la mar: o se le rompe el timón, o se le apaga la vela o pierde la dirección.

Se siente un niño llorar en la puerta del Camposanto. Despiértate, madre mía, y acábame de criar. Tanto como me querías y ya no me quieres ná.

A mí no me importa ná que el mundo a mí me critique. A mí no me importa ná. Yo soy águila imperial. Mientras me quede una pluma, no dejaré de volar.


Para que me escuche el cielo levanto fuerte mi voz. Si es verdad que existe un Dios, que tire la vista al suelo y haga este mundo mejor.

De la Caleta al Perchel, pregonando caramelos, un fandango subió al cielo que lo cantó Macandé, loco de rabia y de celos.

Me la arrebató la muerte a la que tanto quería. Al cementerio entré un día, y en su tumba hice una fuente con puras lágrimas mías.

Lo dictó mi corazón y una carta te escribí. Gotas de sangre cayeron. Perdona si fue un borrón lo que mis lágrimas hicieron.

Con cuatro jacas castañas yo tengo una novia nueva. Es la novia más bonita que cobija el sol de España, sevillana y morenita.

Salud antes que dinero yo le estoy pidiendo a Dios, aunque me tenga que ver lo mismo que un pordiosero pidiendo pan pa comer.

Paso la vida cantando entre fandangos y guajiras. Bien canto por bulerías. ¡Qué corto fue tu fandango, pero qué bien lo decías!

No se acostaba mi madre hasta que llegaba yo. Mi madre se me murió, ya no tengo quien me espere cuando tarde llego yo.

Un verso escrito con fuego escribió un sabio una vez. En aquel verso decía lo mucho que yo te quiero, la causa de mi alegría.

A visitarte he venío, Virgencita de Araceli. Tú que tanto poder tienes, dame lo que te he pedío. Si quieres hacerlo, puedes.

Que la besara en la mano, que en la boca no quería. ¿No comprendes, vida mía, que puedes ponerte malo, pues vengo enferma perdía?

Mira si estaría borracha que el vino se le caía. ¡No maltratarla, por Dios! Tengo una hermana en la vida. ¡Desgracias que manda Dios!

Déjame que beba vino, no me digas que no beba, que puede llegar el día que quiera beber y no pueda porque me falte alegría.

Torre del Campo, te quiero, mi sangre entera te llama. Tú me diste vida y fama, pueblecito jaenero, casa de los Valderrama.


Pensando en ti desvarío, aborrecerte quisiera. Pa vivir de esta manera más valía no haber nacío, porque te quiero de veras.

No soy un barco sin guía ni una persona demente, porque llegó cierto día que me aparté de la gente desengañao de la vida.

Canta minerico, canta y no pares de cantar, que me quiero embelesar al trino de tu taranta. Te escucho y me haces llorar.

Se oye un quejío lejano en el fondo de la mina: es la de un pobre minero que un barreno traicionero le ha cortado las dos manos.

Los pícaros tartaneros, un lunes por la mañana, le robaron las manzanas a los pobres arrieros, que venían de Totana.

Tengo una pena muy honda que reina en mí noche y día, porque a mí ná me divierte ni siento más alegría que el rato que vengo a verte.

Si yo llegara a encontrarme enfermo en el hospital, no te dé reparo y ven y pregunta por mi mal: son las cosas del querer.

Sobre los enamoraos escribió un sabio una vez, y se descubrió después de que estaba equivocao en las cosas del querer.

Con castigarme tan fuerte dime lo que vas ganando. La vida me andas quitando, y yo en vez de aborrecerte más querer te estoy tomando.

Que al molino va a parar; por aquella vereíta viene mi molinerita, cuando le viene a rezar a la Virgen de la ermita.

El que corría el mundo errante, contrabandista era yo. De Linares a Santa Elena mi caballo se murió, de pensarlo me da pena.

De tu familia y la mía has tirao la honra al suelo. Por eso ya no te quiero: tú eres una mujer perdía, yo soy siempre un caballero.

Otra vez me has engañao, me engañaste otra vez. ¿Qué me has dao, mala mujer, que me has hecho un desgraciao y te tengo que querer?

De brillantes era la cruz que en tu día te regalé, y una medalla también con la imagen de Jesús y el Cristo del Gran Poder.


¿Quién sería aquella persona que tan mal te aconsejó? ¿Qué cosa no te diría, que me aborreces de muerte, tanto como me querías?

Engarzao en oro y marfil llevas una cruz al cuello. Yo quiero morir en ella y crucificarme allí, la cruz que llevas al cuello.

Que Juan Brevas le llamaban a aquel ruiseñor de Vélez, murió ciego como Homero, pero a España iluminó con su cante verdialero.

Para cantar granaínas se necesita tener una garganta muy fina, como la tuvo Manuel y una solera divina.

A la madre de mi alma la quiero desde la cuna. ¡Por Dios, que no la avasalles, que madre no hay más que una y a ti te encontré en la calle!

Como que sale de ti, pregúntale si me quiere; y si te dice que no, dile qué motivo tiene o qué daño le he hecho yo.

Por Dios que la respetara llorando me lo pedía; viendo que yo la quería y de su cuerpo abusaba, ella lloraba y sufría.

El beso que yo le di al principio le indignó. A los tres o cuatro días otro beso me pidió. ¡Algo el primero tendría!

Quisiera ser barquichuelo que navega entre azahares, por timón tus naranjales, por vela el azul del cielo y por ancla tus rosales.

Juraste que me querías en la cruz de los caminos, y luego a los cuatro días porque lo quiso el destino, me destrozaste la vida.

Que el fandango está acabao anda la gente diciendo, mas deben de comprender que un fandango bien cantao pone a la gente de pie.

De día pensando en ti y de noche me desvelo, al pensar que está con otro la mujer que yo más quiero, tengo momentos de loco.

Si la honra se limpiara como el cristal la conciencia, yo me atrevería a pagar lo que costara tu enmienda por verte regenerá.

A pedirme se acercó con el rostro bien tapao. No paraba de mirarme, yo no sé qué recordó que loca empezó a besarme.


Los peces mueren de pena, la mar se viste de luto, los árboles no echan fruto, porque ha muerto mi morena con la que vivía agusto.

No hay pena que se compare con esta penita mía: que se me ha muerto mi madre cuando más falta me hacía. Ya no tengo quien me ampare.

A eso de la media noche vino mi hermano a llamarme. Despiértate, hermano mío, que se ha muerto nuestra madre. Nos quedamos huerfanitos.

Como una madre no hay ná, mujer yo te dije un día. Tú ofendiste a la mía, no te puedo perdonar, vete de la vera mía.

Pude ver con claridad la otra tarde en la ermita. Si la Virgen era bonita, tú me pareciste igual. ¡Te falta que estés bendita!

Por Dios que me vuelvo loco, quítala de mi presencia. No respondo a mi conciencia ni a mi corazón tampoco. ¡A Dios le pido clemencia!

Alegra tu corazón, te lo pido, madre mía, porque si tú a mí me quieres mucho más te quiero yo entre todas las mujeres.

Me pesa de haberlo hecho, entré un día a un manicomio. Yo vi a una loca en el patio, que abrazaba y daba el pecho a una muñeca de trapo.

Yo soy un padre valiente, si canto estando de duelo. No necesito consuelo, que yo no canto a la gente, que canto a un ángel del cielo.

Doblando están las campanas a la orillita del río. Un serafín ha caío en el Coto de Doñana y un fandango ha florecío.

Le llaman Diego Piñero en el pueblo de Tarifa. Es el que tiene más fama, unido a sus marineros con sus barcos y su almadraba.

Más horrible que la envidia no hay ninguna enfermedad. To el que padece ese mal aborrece a su familia. ¡Dios le tenga caridad!

Loco perdío por ti, ya estoy como tú querías. Ahora dices, mal nacía, que no me acuerde de ti, que pierdes categoría.

Yo maldigo al enemigo que maldice a los gitanos, pues todos somos hermanos y existirá el mismo Dios para payos y gitanos.


Menos faltarle a mi madre to lo consiento, serrana, que a una madre no se encuentra y a ti te encontré en la calle. Vete si no te trae cuenta.

La luz del amanecer vuelve a tu reja floría. Levántate, vida mía, que mi fandango ha de ser pa los restos de tu vida.

¿Adónde está lo que era? Ya no soy aquél que fui. Ahora soy un cualquiera, puedes reírte de mí, quererte fue una quimera.

No existe mayor amor que el cariño de una madre. Juraste que me querías y luego me abandonaste. ¡Una madre no lo haría!

¡Ay, que de mí se burlaba la mujer que yo quería! Le llegó también su día, porque Dios la castigaba y por un hombre sufría.

La culpa de mi amargura es haberte conocío. Sabiendo tú quien yo era, has cometío la locura de enamorarte de veras.

A la derecha te inclinas si vas a San Antolín; verás en su camarín a la Pastora Divina, propio retrato de ti.

De luto el cante flamenco va la prima y el bordón; porque Montoya se ha muerto va de luto la afición, llorando de sentimiento.

No hagas caso al mundo entero, que el mundo entero te engaña. Es tanto lo que te quiero, que te llevo en mi compaña y si me faltas me muero.

La gente a mí me aconseja por charrán no hacerte caso, pero yo salgo a la reja en cuanto siento tus pasos repicar en la calleja.

Están haciendo un carril de mi casa al cementerio, y lo está haciendo mi madre de tanto ir y venir a la tumba de mi padre.

Hombre, ¿qué miras aquí en la triste sepultura? Conforme tú estás mirando a esta triste figura, otros mirarán a ti.

Hasta el reloj de la Audiencia la tiene tomá conmigo, pues me cuenta los minutos y las muchísimas horas que estoy pasando contigo.

Larga carrera le di a mi jaca montao a pelo; ella trató de tirarme, mas yo me agarré a su crin. ¡A montar no hay quien me gane!


Ruina y no sé por qué esta mujer me ha traío, siendo macho y ella hembra, hembra me quiere volver. ¡Mala ruina le venga!

Abre que soy tu moreno, son las tres de la mañana, y dame por la ventana una copita de anís. ¡Del bueno, dame serrana!

El hombre no sabrá nunca lo que piensan las mujeres. Cuando a ellas les conviene de sus encantos abusan y hacen de ellos lo que quieren.

De mi madre aprendí yo a ser bueno y a rezar, y otra mujer me enseñó a ser malo y a pecar, siendo mujeres las dos.

¿Qué has hecho de aquel vestío blanco que te regalé? A lo mejor lo has vendío, por no querer tú tener regalos que sean míos.

Que por poco lo vendí caballo que tanto quiero. Hoy vuelvo a tener dinero y yo pagaré por ti diez veces más que me dieron.

Si tu delito fue grande, fue más grande tu condena, porque vives con la pena de haber ofendío a tu madre, siendo tan santa y tan buena.

Te cegaron los brillantes, pudo en ti la vanidad, y sólo te queda a ti tu cara de escaparate cuando tienes que llorar.

Sabiendo mi paradero, mujer mala, no me escribes: Sevilla, puerta la Carne, taberna del Matadero donde paran tos los grandes.

Nunca se debe decir: señores, soy el primero. Eso lo debe decir el aficionao sincero, el que sabe distinguir.

Le quieren poner barrera a ese querer tuyo y mío, como si el cariño fuera un negocio convenío al alcance de cualquiera.

A mi amigo conductor es mi cante un homenaje. Le deseo de corazón buena suerte y buen viaje y vaya en gracia de Dios.

Virgencita de la Luz, vela por Diego Piñero; que no le falte salud, pues reparte su dinero haciendo el bien como tú.

Por ese niño inocente soporto tu desvarío, para cuando haya crecío no deba bajar la frente por faltarle mi apellío.


Pa cantar hay que beber agua de la Torrecilla. En Torredelcampo nacer y en Santana de rodillas terminarás de aprender.

Se me perdió mi sombrero en la calle de Canales. ¡Quién se lo quiso encontrar, el rojo el Apargatero y no me lo quiso dar!

Porque quería aborrecerte subí al cielo y hablé con Dios. Me dijo que te olvidara, le dije que no podía que la muerte me costaba.

Yo me quisiera morir, que tú también te murieras. Me ahorraría de sufrir y que la gente supiera que yo había muerto por ti.

Le quieren poner portones a este querer tuyo y mío, y se han puesto tan uníos que ahora son dos corazones en uno los dos fundíos.

José le dijo a Rafael: dale una larga torera, y Juan le dijo a Manuel: en nuestra fuente hay solera para quien quiera beber.

A solas con su conciencia yo conocí a una mujer, y detrás del Gran Poder lloraba su penitencia porque fue mala una vez.

El panizo que no nace, me encuentro muy desvalío; yo he sembrao y no he recogío, me tiene cuenta dejarlo. ¡Mi amor no ha prevalecío!

Yo vi un hombre que lloraba al contemplar un retrato. Le pregunté de quién era, y me dijo al poco rato que de una mujer cualquiera.

Dame de beber, serrana, que vengo muerto de sed; no me desprecies, tirana, que muero por tu querer; esencia de mejorana quieren mis labios beber.

Las llamas llegan al cielo, que ya está el fuego encendío. El que se queme, que sople, que yo por nadie me quemo.

La rosa que me entregaron al pie del altar mayor, otros ya la deshojaron, ¿para qué la quiero yo?

Porque tiré mi barrena me llaman el barrenero, siendo yo el mejor minero que sale de Cartagena.

A llorar fui yo a una fuente por ver si me consolaba, y la fuente estaba herida del mismo mal que yo estaba.


Al que se muere le ponen su carita por la tierra. El que queda en este mundo, tarde o temprano se alegra.

A precio muy elevado se cotiza la honradez. Por eso, cada hombre honrado vale por lo menos diez.

Con la Virgen del Pilar hice un juramento un día: que aunque vengas bajo palio, nunca te voy a olvidar.

Ojos que te vieron ir por un caminito llano, cuándo te verán venir con el dinero en la mano.

Serrana que te olvidara me mandaste a decir, y cuando llegó el parte a mí ya de ti no me acordaba.

Se ha formao gran alboroto en la pescadería, madre: pescaíllas a tres reales las pregona Juan el Loco.

En la cruz santa del barrio un sereno se dormía, y la cruz le daba voces: ¡sereno, que viene el día!

Soñé que el fuego se helaba, soñé que la noche ardía; por soñar cosa imposible soñé que tú me querías.

¡Ay, que mi madre se muere, galopa caballo mío! Por darle un beso con vida, en tu carrera confío.

Dile que su boca miente a aquél que diga que olvío. Tú eres el agua del río y yo los brazos del puente.

Arbolillos de Granada que estáis mirando a la vega, decidle a la del cortijo que no aguarde a quien espera.

De la mano me llevaste a la escuela del amor, y el corazón me robaste en la primera lección.

El ser pobre no es deshonra ni mancha ningún linaje. Jesucristo vino al mundo pobre y sin calor de nadie.

Si tu madre no me quiere porque no tengo qué dar, cásate con el reloj que todas las horas da.

Por bendecir a mi madre, unos céntimos di a un pobre. ¡Qué limosna tan pequeña pa recompensa tan grande!

Cambiaste el sol por la luna y agua dulce por salobre, el mar por una laguna, el oro fino por cobre.


Hasta el sol se pone rojo cuando barrunta la tarde. Yo no he cambiao los colores que me pintaron mis padres.

Yo quiero ser como el agua, como el agua de la fuente, que sigue su trayectoria sin temerle a la corriente.

Yo me metí en una huerta pa comerme una manzana, y me ha pillao el hortelano comiéndome a la hortelana.

Coge a esa niña, María, llévatela a la muralla. Dale un poquito de teta, verás qué pronto se calla.

Pa que me escuchara a mí, a voces llamo a mi padre. Como no me pue escuchar, llamo a la Virgen del Carmen.

Ni quien se acuerde de mí. Yo no tengo quien me quiera. Quien desgraciaíto nace, no merece ni el vivir.

Viva Madrid que es la corte, viva Málaga la bella, y para puerto bonito, Barcelona y Cartagena.

Corre y dile a mi Gabriela, que me voy pa la herrería. Me voy a fabricar canela, antes que amanezca el día.

Vengo de La Carolina con el hatillo liao, y en el camino me han dicho que me ha espachao el encargao.

Por el olivar del valle me encontré con la gitana. Le eché mi bracito al hombro, la miré como a mi hermana.

En el barrio de Triana ya no hay pluma ni tintero, para escribirle a mi madre. ¡Tres años que no la veo!

Si las piedras de la calle tuvieran lengua y hablaran, más de cuatro personitas de sentimiento lloraran.

Ya no soy aquél que era ni quien debiera de ser. Soy un mueblecito viejo pegaíto a la pared.

Tan imposible lo hallo de tu querer apartarme, como escribir en el agua o de piedra sacar sangre.

Tan imposible lo hallo el darte los güenos días, como el hacer un bautizo en tierra de morería.

El cariño tuyo y mío no se pueden comparar. El tuyo pesa por libras y el mío por tonelás.


Dios te dotó de hermosura y hasta hueles a canela. De reina tienes hechuras, pero te falta ser güena.

Malo sería si me ahorcaran. ¡No lo quiero ni pensar! Y peor si me dijeran que la soga he de comprar.

Yo me arrimé a un pino verde a cantarle mi sentir. Pero el pino era serrano y se secó de raíz.

Qué feliz que yo sería si estuvieras junto a mí, pero sé que es imposible pues con otra yo te vi.

Los pimientos han de ser verdes, los tomates, coloraos, las berenjenas, espinosas, los ojitos, entornaos.

Colorada es la manzana del lao que le da el sol. Del lao que no le da, blanca tiene la color.

Al pie de un árbol sin fruto me puse a considerar: ¡Qué pocos amigos tiene quien no tiene ná que dar!

Desgraciaíto el que come el pan de manita ajena, siempre mirando a la cara si la pone mala o güena.

Virgencita de las Nieves, tú que tanto poder tienes, dame lo que te he pedío. Si quieres hacerlo, puedes.

Me he enamorao de ti y es enfermedad tan mala, que ni la muerte la cura, según dicen los que aman.

Madre mía, madre mía, como mi madre ninguna, que me calentó la cara con el calor de la suya.

Por un rato de placer, ¡mira lo que has conseguío!: una madre sin amor y un hijo sin apellíos.

Hasta los caracolitos caminan con mala fe, llevan la casita a cuestas por no pagar alquilé.

Como quieres que te olvide, si fuiste mi amor primero. El amor cría raíces como la planta en el suelo.

La libertad y la salud son prendas de gran valía, que nadie las reconoce hasta que la tié perdías.

Te pones en las esquinas a publicar tu linaje. Si tú tienes, yo no tengo ninguna rama que baje.


Si el verte fuese mi muerte y el no verte fuese vida, prefiero morir y verte que no verte y tener vida.

Se crían muy disparejos los corderos de este aprisco: unos maman de dos tetas y otros no dan ni un mordisco.

Debajo de tu ventana tiene la perdiz su nío, y yo, como perdigón, a su reclamo he venío.

Recontando su dinero un avaro se moría: ¡pa qué te quiero, maldito, si no me salvas la vía!

Con mi jaca jerezana, y a la grupa mi morena, no puede nadie igualarme en la feria de Mairena.

Álamos de la ribera tened compasión de mí, ya que estoy queriendo mucho a quien no me quiere a mí.

Mejor quisiera estar muerto que preso por toa la vía, en este penal del Puerto, Puerto de Santa María.

Y si no fuera verdad esto que yo a ti te digo, que Dios me mande un castigo si me lo quiere mandar.


COPLILLAS POPULARES Coplillas populares recopiladas por Joaquín Quesada, con la colaboración de Catalina Guzmán, Curro Morillas, Mª Josefa Ortega, Antonio Ramón Generoso, Juan Moreno y alumnos/as del colegio… Entré en un jardín de olor, vi una jardinera hermosa; le pedí una bella rosa y me respondió diciendo: cógela usted porque yo al cogerla se deshoja.

Dime, palomita blanca, dime si tú vas al campo; mira que soy cazador y si te veo y te mato, para ti será el dolor, para mí será el quebranto.

Viva mi pueblo que tiene arte, Charca y paz, y una torre vigilante, orgullo del olivar, el faro del caminante.

Paco Quesada debiera ser un artista de fama, porque canta a la manera de Juanito Valderrama y con la misma solera.

Con mi caballo lucero cuando por tu calle paso, por instinto aprieta el paso porque sabe que te quiero y que tú no me haces caso.

Aunque tú te veas bonita, no te pongas orgullosa; más bonitas son las rosas, viene el tiempo y las marchita. ¡La hermosura es poca cosa!

Porque robé a un millonario me llaman ladrón de monte; el rico roba al obrero con la plumita en la mano, ¡quién será más bandolero!

Madre, dame tú dinero, que voy a comprar una jaca pa meterme a bandolero, y atravesar los pinares por una mujer que quiero.

Cuando un hombre va a casar va derecho al mataero: la mujer le hinca el puñal y la mala de la suegra lo lleva al degollaero.

Granada, calle de Elvira, donde viven las manolas. Allí vive quien yo quiero y en quien pienso a todas horas por ser mi querer primero.

Si tu madre quiere un rico, en mi pueblo no lo hay; que te monte en un borrico y que te lleven a Cádiz, que allí pintan señoritos.

El tiempo lo hace pequeño al que en la vida fue grande. Es el que ve la verdad de que la vida es un sueño de ilusión sin realidad.


Por la raya de tu pelo baja un hermoso lucero y se pasea por tu frente. Va a beber agua a tus labios, como si fuera una fuente.

Vino criao entre verdes matas, tú me rindes, tú me matas, tú me llenas de placeres. Vale más un beso tuyo que un beso de cien mujeres.

En la copilla de un pino cantaba un día el ruiseñor con su canto tan divino, diciendo: válgame Dios, sí vale un querer tan fino.

Si una jaca se sofoca, la sujeta un buen jinete. La mujer que sale loca, desgraciao a quien le toque, pues no hay Dios que la sujete.

Como dura una palmera ha de durar una madre, pa que siempre tenga el hombre una mujer que lo quiera y lo llame por su nombre.

Paloma del palomar, quién te habrá cortado el vuelo, que has podido tú volar desde el palomar al suelo no pudiendo retornar.

Con lo bonico que era salir con la luz del día y recogerse temprano, vienes al amanecía y sin novio de la mano.

Elecciones, elecciones, calentáis los corazones prometiendo libertad. Abajo irán los mandones. se destruirán sus razones.

Cuando fío, considero que estoy perdiendo un amigo a costa de mi dinero. Yo para evitar esto, ni fío, ni doy, ni presto.

Un sabio en su desvarío lloraba y decía con pena: en mi vida he conocío una que sea tan buena como la que me ha parío.

No me mires, que miran que nos miramos y en el mirar comprenden que nos amamos. No nos miremos, y cuando no nos miren, nos miraremos.

Los suspiros son aire que van al aire. Las lágrimas son agua que van al mar. Dime tú que eres hombre, ¿adónde vas?

No te ensanches, verdulaga, arrecógete un poquito, que la huerta no es tan grande ni el hortelano es tan rico.

En el monte hay una ermita y en la ermita un ermitaño. Es el hijo del amor, que se llama desengaño.


Tienes en la cara pecas y en el pescuezo lunares, y en el pecho dos macetas con veinticinco rosales.

Se está perdiendo la gracia del beso al atardecer, y la ilusión que encerraba por ser la primera vez.

Tienes en la cara pecas de viruelas que te han dao, y en cada peca, una rosa. En medio, un clavel dorao.

Anoche soñaba yo que un lobo me perseguía. Eran tus ojillos negros que detrás de mí venían.

A los hombres castigarlos con un plato de perdices, una botella de vino y una mozuela de quince.

La mujer es arca vieja con su cerrojo y su llave, que por fuera es muy bonita y por dentro Dios lo sabe.

Rosa, ¿quién te puso Rosa? ¡Qué nombre tan desgraciao!, porque el clavel y la rosa siempre mueren deshojaos.

¿Te acuerdas cuando me dabas caramelos con tus labios? ¡Yo, como te quería, los tomaba sin reparo!

Una vela se consume a fuerza de mucho arder. Así se consume un hombre cuando quiere a una mujer.

¡Qué bonito está un parral con los racimos colgando! Más bonita está una niña de catorce a quince años.

Del corazón de una pulga si supieras bien guisar, sale merienda y almuerzo y sobra para cenar.

Tú pasaste por mi puerta, bien fuerte taconeaste. Si sabías que estaba sola, ¿por qué demonios no entraste?

A mi madre no le faltes, que ésa la defiendo yo, porque siempre voy metido dentro de su corazón.

Yo no sé cavar ni arar, ni tampoco sembrar trigo. ¡Qué buena pieza se lleva la que se case conmigo!

Ya que me has abandonao no eches mi falta a la calle, pues mi madre lo sabía y nunca lo supo nadie

Anoche me salió un novio con las patas tiritando. No sé si quererlo ahora o dejarlo pal verano.


Tanto como me querías, ahora me ves y no me hablas. Dime lo que te dijeron para olvidar tus palabras.

Mi madre me dijo a mí que cantara y no llorara, que echara penas al río y de ti no me acordara.

Mi madre me dice a mí que yo no quiero a mi suegra, y no sabe la muy tonta que la quiero más que a ella.

Tú te tienes por bonita, y tan bonita no eres, porque tienes una falta: que eres corrida de sienes.

En el andar se conoce la que es mala y la que es buena. La que tiene el paso corto, ¡Santa Bárbara que truena!

Tú te tienes porque eres una persona muy grande, y eras la piedra más chica que yo tropiezo en la calle.

Quisiera volverme hiedra y subir por tus paredes, para meterme en tu cama a ver el dormir que tienes.

Si el verte te da la muerte y el no verte te da vida, prefiero muerte y no verte antes de verte sin vida.

Esos cabellitos rubios que te cuelgan por la frente, parecen campanillitas que van llamando a la gente.

Sueño tengo, dormir quiero, en tus brazos me echaría, con el calor de tus besos durmiendo me quedaría.

En este mundo, señores, nada es verdad ni es mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira.

Cinco sentidos tenemos, los cinco necesitamos, pero los cinco perdemos cuando nos enamoramos.

La perrera y la galbana, hijos de la misma madre: perrera por la mañana y la galbana a la tarde.

Siete niñas se pasean desde su casa al casino, a tomarse una cerveza porque no les gusta el vino.

Ya se van los misioneros y se llevan la Misión, y nosotros nos quedamos otra vez con el prior.

Me fié de la verdad y la verdad me engañó. Si la verdad a mí me engaña, ¿de quién me fiaré yo?


Yo me cojo a las raíces que están debajo de tierra, y a las ramas no me cojo porque el aire se las lleva.

No cantes nunca victoria aunque en el estribo estés; hay muchos que en el estribo se han vuelto a quedar de pie.

Unos ojos verdes vi en una cara morena. Si no han de ser para mí, que se los trague la tierra.

Si piensas que yo te quiero porque te miro y me río, soy un poquito guasón y tú no lo has comprendío.

En el campo hay una flor que se llama margarita. La perdición de los hombres son las mujeres bonitas.

Francisco del alma mía, dame un alfiler de plata, para sacarme una espina que tengo clavá en el alma.

Bueno estaba y se murió y dejó en el testamento que lo enterraran en viña para chupar el sarmiento.

Nunca compres mula coja pensando que sanará, que buenas son y se encojan, con que cojas, ¿qué será?

El candil se está apagando, la alcuza no tiene aceite. Ni te digo que te vayas, ni te digo que te sientes.

En el cielo manda Dios y en la tierra, uno cualquiera. En el corazón del hombre, una mujer zalamera.

San Antonio me perdone por lo que voy a decir, que ninguno de su nombre ha nacío para mí.

Los celos son alfileres que no me dejan vivir, quien quiera saber de celos que me lo pregunte a mí.

Una abuela y un candil, la perdición de una casa: la abuela por lo que gruñe y el candil por lo que gasta.

Con las luces apagás vienes buscando escrituras. ¿Cómo las vas a encontrar, si siempre vienes a oscuras?

La naranja nace verde, el tiempo le da el color; mi corazón nació libre y el tuyo lo aprisionó.

Piensas que por ser buen mozo a mi casa vas a entrar. Un buen mozo es sin dinero como una casa sin pan.


El que nace pobre y feo, se enamora y no es querío, se muere y se va al infierno, ¡valiente juerga ha corrío!

La sortija que me diste con las tres perlas azules, tres días la tuve puesta: sábado, domingo y lunes.

Piensan los enamoraos, piensan y no piensan bien, piensan que no los ve nadie y todo el mundo los ve.

La hierbabuena en el campo Santa Rita la florece. La vergüenza en las mujeres se ha perdío y no aparece.

Soñé que el fuego se helaba, soñé que la nieve ardía. Por soñar cosa imposible, soñé que tú me querías.

En las rayas de tu pelo está la luna parada, y no la deja salir la guapura de tu cara.

Dicen que la noche es fea, pero creo que no es verdad, pues los besos más sinceros se dan en la oscuridad.

Maldito sea el verano que todo lo verde seca, pero no puede secar la lengua de una alcahueta.

Yo tenía un melonar que echaba ricos melones. Cada vez que los cogía, se volvían camarones.

Desde aquí te estoy mirando cara a cara, frente a frente, y no te puedo decir lo que mi corazón siente.

Berenjenas, dos docenas, les quitas los rabos, nabos; se los vuelves a poner, berenjenas otra vez.

Dentro de mi pecho tengo dos escaleras de vidrio: por una sube el querer, por otra baja el olvido.

¡Ay, vino de mis amores, vino de la cepa tuerta! Tú que te quieres meter y yo que te abro la puerta.

Los ojos de la viuda van diciendo por la calle: esta habitación se alquila porque no la habita nadie.

Para qué vienes a verme en caballito prestao, si sabes que no te quiero ni subío ni montao.

En el barco del cariño yo quisiera ser pirata, para salir a tu encuentro con bandera desplegada.


Anda, vete al campo y llora si tienes por quien llorar, que tú eres niña y no sabes quién te quiere bien o mal.

Junto al arroyo se cría un rosal como una perla, y yo me bato la vida con quien intente cogerla.

Anda, vete al campo y llora a la sombra de un granao, porque allí los hombres lloran cuando están desesperaos.

Un pajarillo cantaba en lo alto de un almendro. No cantes, buen pajarillo, que mi niño está durmiendo.

Una niña fue a por agua y se le olvidó la soga; con la trenza de su pelo sacó agua de la noria.

Anoche soñaba yo que con la Virgen dormía. ¡Vaya un ensueño bonito que mi corazón tenía!

Para qué quieres el pelo que te llegue a la cintura, si eres hija de un mulero y te lo pisan las mulas.

Quítate ese luto, niña, que el luto cuando es sentío, se lleva en el corazón, no en el color del vestío.

Cuando yo llego al domingo y no vienes junto a mí, me siento envejecida y con ganas de morir.

Con la cruz dicen la misa, y con la cruz nos cristianan, también con la santa cruz nos entierran y nos casan.

De tres colores, morena, se viste mi corazón: azul, verde y encarnado son tres colores de amor.

Cuando yo tenía novia me peinaba el pelo a raya; ahora como no la tengo, me pongo la boina y, ¡hala!

El azul me causa celos al acordarme de ti; el cielo será testigo si a otra quiero más que a ti.

Antes de quedarte calvo qué lindo pelo tenías; ahora que ya no lo tienes, de dónde lo sacarías.

El verde es la esperanza, esperanza con amor; sólo con esta esperanza vive nuestro corazón.

La Tomasa está que trina con muchísima razón, porque le ha salido un bulto del tamaño de un melón.


El encarnado es el fuego que enciende mi corazón, pues te fuiste y me dejaste y por siempre sufro yo.

Anduvisteis escogiendo como nabos en canastas, y luego fuisteis a dar con uno de mala casta.

Tienes una falta, niña, que te la vengo a decir: que te quitas de la puerta siempre que me ves venir.

Éste no es mi Juan, que me lo han cambiao, que el mío tenía pelo y éste está pelao.

Esta casa es de cartón y la chimenea de alambre. ¡Vámonos ya de esta casa, que estamos esmayaos de hambre!

Dijeron que, antiguamente, la verdad se fue hasta el cielo. Qué tal la puso el …, que desde entonces no ha vuelto.

Ya me estoy poniendo viejo y pronto me voy a morir, ya se me arruga el pellejo y me cago sin sentir.

Te pones en las esquinas a darle planta al sombrero. ¿Pa qué le das tanta planta, si sabes que no te quiero?

Tu madre tuvo la culpa por dejar la puerta abierta, y yo por meterme dentro y tú por estarte quieta.

Si porque yo te di un beso, tu madre se me enfadó, dame tú a mí pronto uno a ver si me enfado yo.

Más de doscientos piojos en el cuello del camisón, unos murieron a cates, otros a retortijón.

Una vieja muy revieja se miraba y se decía: este candil cuando joven también gastaba torcía.

Mi padre manda a mi madre, mi madre me manda a mí, y yo mando a mis hermanos. ¡Todos mandamos aquí!

De la costilla del hombre sacaron a la mujer, y por eso tiene el hombre ese hueso que roer.

El querer más verdadero es el querer de una madre. Por mucho que a ti te quieran, tú no lo cambies por nadie.

Como quieres que te olvide si no te puedo olvidar, que te he tenío en mis brazos más de cuatro madrugás.


Han tenío la sartén por el rabo bien cogía, y la han dejao perder por no llenarla de migas.

Cuando beses a tu novia, no la beses en el balcón, porque si el amor es ciego, las vecinas no lo son.

Presumes de buena moza, pero no presumas tanto, que también las buenas mozas se quean pa vestir santos.

Si tú quieres que yo viva, pídele a Dios que me muera, que la muerte deseada tarda mucho y nunca llega.

Eché un limón en un pozo y se pudrió la mitad. Yo te quise con firmeza y tú a mí con falsedad.

Si tus labios fueran leyes y tus brazos una cadena, ¡ay, qué bonita prisión para cumplir mi condena!

Como quieres que te olvide si fuiste mi amor primero. El amor cría raíces como la planta en el suelo.

Un cigarrillo apagao no lo vuelvas a encender, y un amor que ya ha pasao no lo vuelvas a querer.

Cómo quieres que te quiera, si no te puedo querer, si tengo las manos rotas de sembrar sin recoger.

Si tienes tú quince años o dieciséis primaveras, y tus padres no te quieren, ¡vente conmigo, morena!

En mi vida he visto yo lo que he visto yo esta tarde: jugar las muchachas solas por ser los hombres cobardes.

Tu madre me quiere mucho porque le guardo el tejao, y no sabe, la muy tonta, las tejas que le he quebrao.

Por un beso que te di lloraba tu madre un día. Dame tú a mí más de cien, a ver si llora la mía.

Tú te tienes por bonita, mas te falta lo mejor: la vergüenza, la crianza, la honra y la educación.

A este mundo vine en cueros y ahora me encuentro vestía. Si no me falta de ná, ¿qué más le pido a la vía?

A la orillita del mar me puse a considerar: mis penas son como el agua que no acaban de pasar.


Si mi suegra no me quiere, que no lo publique a voces, que eso lo esperaba yo de esa mula que da coces.

Si mi suegra no se muere no es por falta de alimento, pues debajo la almohada tiene un altar de pimientos.

Mi suegra me quiere mucho porque le guardo la viña, y no sabe la muy tonta por dónde va la vendimia.

Cuando vivía con mi madre, comía con un cuchillo. Ahora vivo con mi suegra con navaja de dos filos.

Cuando vivía con mi madre no quitaba ni la mesa. Ahora vivo con mi suegra, dejo hasta las camas hechas.

A mi suegra embarazada le dio por comer canela. Por eso tiene su hija tan dulce la delantera.

Una madre y una hija caben en una botija. Una suegra y una nuera no caben en una era.

Me paré junto a un olivo, cinco hojas le cogí, que son los cinco sentíos que tengo puestos en ti.

Si quieres ser buena suegra y de tu nuera alabada, ten la bolsa siempre abierta y la boca bien cerrada.

Aquél que nunca fue cosa y luego cosa lo hacen, cuando se pone a hacer cosas, ¡Jesús, qué cosas que hace!

Cuando se muera mi suegra, que la entierren boca abajo, por si acaso resucita, que se meta más abajo.

Si yo estuviera cantando una semana y dos meses, no es posible que cantara una coplilla dos veces.

A mi suegra la metí en un tinajón de leche. ¡Pobrecita de mi suegra, qué blanca tuvo la muerte!

Al pasar por esta calle no hay mozas a quien cantar; cantaremos a las cabras que también son del lugar.

Antiguamente eran dulces todas las aguas del mar, pero se bañó mi suegra y se volvieron salás.

Yo no paso por tu puerta aunque tú a mí me lo pidas, porque le temo a tu madre más que a un toro de miura.


A mi suegra no ofenderla, que a ésa la defiendo yo, y si tratan de quemarla la leña la pongo yo.

A mi suegra la metí debajo de un plato fino, y el gato se la comió creyendo que era tocino.

Mi suegra anda diciendo que no me quiere por nuera; ¿en qué libro habrá leído que yo la quiero por suegra?

A la entrada de mi pueblo lo primero que se ve, son las ventanas abiertas y las camas sin hacer.

Mi suegra, cascos de olla, tapadera del infierno. Callaré, que no me oiga, que en esta calle la tengo.

Mi suegra me ha dado un duro, lo metí en la lotería y me ha tocado su hija que era lo que yo quería.

Si tu madre no me quiere, déjala que no me quiera. Estaré yo sin quererte hasta que tu madre muera.

Si me caso y tengo suegra ha de ser a condición, que si al año no se muere la tiro por el balcón

Si tu madre no me quiere, que se vaya a la puñeta, que una cabra vale un duro y una chota, una peseta.

Es mi suegra la que dice que no me quiere por fea, y ella fue la que asustó los músicos en la alamea.

Mi suegra con ser azúcar amarga más que la hiel; su hijo con ser retama es más dulce que la miel.

La hablaora de tu madre ha dicho en conversación, que me quería por vecina pero que por nuera no.

Mi suegra me quiere mucho, yo también la quiero a ella, pero más quiero a su hijo que es la flor de la canela.

Madre, me quiero casar porque ya conozco el carro, la luna, los castillejos y el Camino de Santiago.

Mi suegra me quiere dar una cruz para el rosario, y tengo yo con su hijo cadena, cruz y calvario.

Los curas y taberneros son de la misma opinión: cuantos más bautizos hacen, más dineros al cajón.


En el cielo manda Dios y en la tierra, los gitanos, y en el aceite de oliva mandan los americanos.

Sé que te llamas Paloma. ¡Qué nombre tan rebonito! Si ves que muero de sed, dame agua con tu pico.

Si tuvieran que quitarme la sangre gotita a gota, no me dolería tanto como verte a ti con otra.

El casamiento y el baño tienen que ser de repente. Si te paras a pensarlo, te enfrías y no te metes.

De la mano me llevaste a la escuela del amor, y el corazón me robaste en la primera lección.

Cuatro palomitas blancas subidas en un alero; unas cantan y otras dicen: no hay amor como el primero.

Todo aquél que va a casarse ajusta una cuenta alegre, y después de estar casado la repasa y no la entiende.

A las niñas muy bonitas les pasa como al dinero: al andar en muchas manos se les borran los letreros.

Con un suspiro viniste, con un suspiro te vas. ¡Lástima que los suspiros no se pueden sujetar!

Los hombres de hoy en día no quieren gastar sombrero, porque no quieren estorbos cuando les salgan los cuernos.

En la iglesia manda el cura y el alcalde en su lugar. ¡El hombre manda en su casa cuando su mujer no está!

Policía, policía, no persigas al ladrón; persigue a ese guapo mozo, que me ha robao el corazón.

Aunque me voy, no me voy, aunque me voy, no me ausento porque me voy de palabra, pero no de pensamiento.

En los años de noviazgo la mujer es la que manda. Cuando sale de la iglesia, los papeles se le cambian.

Me he enamorao de ti y es enfermedad tan mala, que ni la muerte la cura, según dicen los que aman.

Desde que te vi el lunar que tienes tan escondío, no he dejao de pensar en la suerte que he tenío.


Me gusta el nombre de Pepe porque se pega en los labios, y el de Antonio no me gusta porque no se pega tanto.

Ayer te vide en la fuente llenando un cántaro viejo; de la mirá que me echaste, se me cayó hasta el sombrero.

Fui subiendo, fui subiendo, hasta que no pude más. Aquél que más alto sube, más grande porrazo da.

Para aclarar la garganta hay quien prefiere el limón. A mí me va el aguardiente porque me sabe mejor.

Fuiste mi primer amor, me enseñaste a querer; no me enseñes a olvidar que no lo quiero aprender.

Pedro se casó en Segovia manco, tuerto y jorobao, y qué tal sería la novia que Pedro fue el engañao.

He tenío más amores que flores tiene un almendro, pero a ninguno he querío como a ti te estoy queriendo.

Si el hombre le da la cara y le demuestra cariño, en diez minutos se casan sin cura y sin monaguillo.

Al hombre que tanto quiero un favor le voy a pedir: que se volviera ladrón a ver si me roba a mí.

Catalina, Juana y Ana fueron a coger membrillos; Catalina como tonta cogió los más amarillos.

Señor, visita la tierra al menos una semana. El pobre te dará todo. ¡Del rico no esperes nada!

Quisiera ser caramelo, mira qué ilusión tan tonta, para ponerme en tus labios y derretirme en tu boca.

Los ricos tienen dinero, mas no tienen corazón, porque están vendiendo al pobre como Judas al Señor.

En tu patio hay una fuente con agua muy cristalina, donde todas las mañanas lavas tu cara divina.

Cuando estábamos de novios, cuántos besitos, cuantos abrazos, y ahora que estamos casados, zumba que zumba los zapatazos.

Qué bien canta la calandria, qué bien canta el ruiseñor, pero mucho mejor canta el vino en el mostrador.


Te quiero más que a mi madre; no sé si estaré pecando. Mi madre me dio la vida y tú me la estás quitando.

Que te quise, cierto fue; que te olvidé, no es mentira; que en los árboles las hojas no duran toda la vida.

Pregúntale a mi guitarra: mi guitarra te dirá las malas noches que paso, los tormentos que me das.

Rosal de buen parecer, ¿por qué tanto presumir? Si no acabas de nacer, cuando empiezas a morir.

Morenita, morenita, dame de tu morenura, que me tienes en la cama con frío y con calentura.

San Antonio me perdone por lo que voy a decir, que ninguno de su nombre ha nacío para mí.

Caminando, caminando, caminando voy solito, en busca de mi morena que lavando está en el río.

En un campo solitario me puse a llorar mis penas, y era tan grande mi llanto que hasta floreció la yerba.

Mi caballo me llevó derecho hasta tu corral; vi que besabas a otro y no lo he vuelto a montar.

La vela de mi barquita tiene cuarenta remiendos, mas siempre llega a la orilla acariciá por el viento.

Llorando mis muchas penas a Cádiz me vine un día, y se coló por mis venas el aire de su bahía.

El corazón se me parte cuando a mi mujer recuerdo. ¡Está la pobre tan sola, tan sola en el cementerio!

Con el viento de levante te paseas por su puerta. Vienes buscando a tu amante. ¡Borracho está en la taberna!

Manojitos de alfileres me parecen tus pestañas; cada vez que tú me miras, me las clavas en el alma.

Entre Córdoba y Lucena hay una laguna clara, donde lloraba mis penas cuando de ti me acordaba.

Tengo una puerta en mi alma que no necesita llave, pues la tengo siempre abierta y no me la cierra nadie.


La mar puse yo por medio para ver si te olvidaba; pasé la mar de fatigas y el olvido no llegaba.

Las estrellitas del cielo andan siempre de quimera, porque dicen que tus ojos valen más que todas ellas.

Con qué pena ha de vivir la mujer del marinero, que al pie del palo mayor tiene pagado su entierro.

Caballo que a los tres años ve a una yegua y no relincha, o es que no come cebá o que le aprieta la cincha,

El que no sepa rezar que vaya por esos mares, y verá qué pronto aprende sin enseñárselo nadie.

Entre San Juan y San Pedro cuajan la nuez y la almendra. También cuajaría mi amor, si no hubiera malas lenguas.

Por esos mares de Dios navegando me perdí, y con la luz de tus ojos a puerto de mar salí.

Las olas mediterráneas se estrellan contra las rocas. Así me estrellaba yo por darte un beso en la boca.

Maldito sea el dinero y quien lo hizo redondo, que el que no tiene dinero no pasa más que bochornos.

Aunque el dinero te sobre y la dicha te sonría, nunca te burles del pobre pues puedes serlo algún día.

A las mujeres, quererlas, meterlas en un serón, taparlas con albardines y arrimarles un tizón.

El clavel que tú me diste en mi pelo lo prendí; pa que nadie lo mirara, en mi pecho lo escondí.

Una mujer y una burra compré yo a la misma vez. ¡Con más talento ha salío la burra que la mujer!

Yo me cojo a las raíces que están debajo de tierra, y a las ramas no me cojo porque el aire se las lleva.

De la costilla del hombre sacaron a la mujer, y por eso tiene el hombre ese hueso que roer.

¿Te acuerdas cuando te di un beso por la ventana, y llorando me decías que no se entere mi mama?


La burra quiere cebá y la mujer otro traje, rediez, y qué caro cuesta tener en casa animales.

Cuando tenía te daba, cuando tenga te daré. Ahora que no tengo nada, busca niña quien te dé.

No son besos de verdad besos que cuestan dineros. Pero sí son verdaderos los que una madre te da.

La mujer que a su marío no pregunta adónde va, ni lo quiere, ni lo estima, ni le tiene voluntad.

El querer más verdadero es el querer de una madre. Por mucho que a ti te quieran, tú no lo cambies por nadie.

Para servir de pantalla te ha querido el caciquismo; te has marchado al otro mundo sin conocerte a ti mismo.

No abandones a tu madre mientras en el mundo estés, el querer más verdadero que tú has podido tener.

Si tu madre a ti te vela en tu larga enfermedad, ¿por qué la abandonas tú siendo el querer de verdad?

Las madres son un tesoro, pero llegadas a viejas, las tienen pallí y pacá igual que las sillas viejas.

Me quisiste y me olvidaste, y me volviste a querer, pero zapatos deshechos no me los vuelvo a poner.

Si tienes algún secreto, confiésaselo a tu madre. ¡Al otro mundo se irá y no lo ha sabido nadie!

Cuando venimos al mundo no tenemos capital, pero Dios nos da una madre, ¡ya no nos falta de ná!

El retrato de mi madre lo llevo metío en el pecho; toas las noches, al acostarme, lo saco y le doy un beso.

La rosita en el rosal gasta mucha fantasía, viene el aire y la deshoja, ¡ya está la rosa perdía!

Madre, tienes que acostarte, no me esperes levantá; dile bajito a mi padre que ya soy mayor de edad.

Madre, tienes que acostarte, no me vayas a esperar; soy ave que deja el nido para aprender a volar.


Madre, tienes que acostarte, no me esperes levantá. Hijo, no vengas muy tarde, aunque seas mayor de edad.

Madre, tienes que acostarte. ¿Qué importa la oscuridad, si están llenas de chavales las calles de madrugá?

La Virgen de Gracia llora porque perdió su venero, y quiere que se lo busque el alcalde de su pueblo.

En Pegalajar nací debajo de una palmera; allí me echaron el agua cantando una petenera.

En el día de las Nieves amores yo te pedí; estamos en Nochebuena, ¿cuándo me dirás que sí?

Me gusta por la mañana después del café bebío, pasearme por la Charca con el cigarro encendío.

Ya están los higos en el arca, ya están echando la flor y ha venido… y se ha comío treinta y dos.

Si tu madre no me quiere porque no tengo refajo, ya me están haciendo uno que me asoma por lo bajo.

De Jaén vienen los listos, de La Mancha, los guasones, de Pegalajar, los tontos y de Torres, los culones.

El canario cuando come primero parte el alpiste, y tú me partes el alma con las cosas que me dices.

Almería a Pegalajar: dineros a Nicolás. Pegalajar a Almería: dineros no se te envían.

Al que Dios lo quiso bien casa le dio en Jaén, y al que Dios lo quiso mal se la dio en Pegalajar.

Alrededor de La Charca tenemos nuestro paseo, y los ratos más amargos en las alturas de Bercho.

Me voy a hacer unos zapatos con el tacón elegante, que soy pequeña y no alcanzo a los brazos de mi amante.

A la calle arriba sube un hermoso resplandor: es la Virgen de las Nieves que sube a misa mayor.

En los pinares del Tajo vi bailar una serrana: al son del agua, los troncos, al son del viento, las ramas.


Amores tengo en La Guardia, amores tengo en Jaén, amores tengo en La Mancha y en Pegalajar también.

Dime tortolita, dime, dime dónde está tu nío. Está en lo alto de un monte en la retama escondío.

Jaén tiene mucha gracia y Pegalajar salero, y mi ligue la guapura más grande del mundo entero.

¿Con qué te lavas la cara que tan colorada estás? Me lavo con agua clara y Dios pone lo demás.

La Fuente y la Charca llenas, muy dentro del casco urbano, con sus aguas muy serenas las dos se chocan la mano.

Cuando paso por tu puerta, mi caballo no me deja que sigamos el camino si no me paro en tu puerta.

Se nos murió el Camarón en la región catalana, cuatro luceros lo llevan a su tierra gaditana.

Anoche mismo soñé que te casabas con otra, y en el sueño desperté llorando como una loca.

En Madrid tengo la tinta, en Jaén tengo el tintero, cerca de Pegalajar la niña que yo más quiero.

La mujer que más quería se enamoró de una estrella; yo tuve que hacer un globo para subir a por ella.

Para cante, Andalucía; para flamenco, mi pueblo y como guapa y simpática mi pegalajeña tengo.

Las aguilitas reales anidan en los barbechos, pero yo que soy más fino en la rama de tus pechos.

Dicen que en Pegalajar hay muy poquitos balcones, pero sí hay niñas muy guapas que rompen los corazones.

Caballo que a treinta pasos trota, corre y galopea, ese caballo merece una montura de seda.

En Pegalajar los Plenos duran muy poquillo rato; se ponen pronto de acuerdo, votan siete contra cuatro.

Yo me asomé a tu ventana por ver qué estabas haciendo, y vi que estabas llorando, la culpa yo no la tengo.


Somos la mar y el velero, somos aroma y clavel. Lo mismo que yo te quiero, tú me tienes que querer.

Los chiquillos piden pan, los presos la libertad, y yo pido que me quieras cada día un poco más.

Si preguntan por quién doblan del convento las campanas, dile que doblando están porque perdí la esperanza.

Apresúrate, buen mozo, a decírselo a mi padre. Si te dijera que sí, te casarás con mi madre.

Que ya viene la mañana, qué dulce sueño que tienes, levántate, morenita, levántate de la cama.

Cuando tú me conociste, era libre como el mar. Con un beso que me diste, se acabó mi libertad.

En el patio de mi casa cantaban las codornices, y en su canto me decían que lo pasaras felices.

Eres pequeña y bonita, eres como yo te quiero, eres como las naranjas que venden los naranjeros.

Cuando paso por tu puerta, parto pan y voy comiendo, para que no crea tu madre que con verte me mantengo.

Callar siempre y observar estas cosas que estoy viendo; me las callo y las aprendo para cuando sea mayor.

En el Domingo de Ramos y mientras dure la pasión, siembra, niña, la albahaca y tendrás muy buen olor.

Antoñito, huevo frito, tortilla de bacalao, que tu novia no te quiere porque estás medio chalao.

Al pasar por tu balcón me tiraste una flor; la próxima vez que pase, ¡sin maceta, por favor!

Todos los Juanes son tontos y el que no es tonto, es chalao. Yo tenía un novio Juan y por tonto lo he espachao.

Por ese remolinillo que lleva el toro en la frente, me casaré yo contigo aunque no quiera la gente.

San Antonio, San Francisco, San Juan, S. Pedro me valgan; aquél que dije primero me tiene robada el alma.


En otoño caen las hojas y en invierno se helarán; llegando la primavera, de nuevo otra vez saldrán.

El mejor de los mortales era mi amigo Tomás; aquél renegó de Dios, ¡cómo serán los demás!

Quítate de la ventana, no me seas ventanera, que de la ventana sale la que es mala y la que es buena.

La ceniza del cigarro puede servirte de fe, que anoche estuve en tu puerta y no te pude ni ver.

Con ese ricito rubio que te baja por la frente, parece campana de oro que va llamando a la gente.

Carnaval, carnaval, la fiesta de las mujeres; la que no le salga novio que espere al año que viene.

Mariposa, baja airosa rica en tintes y en donaires, ¿qué haces tú de rosa en rosa?, ¿de qué vives en los aires?

Virgen mía de las Nieves ten piedad de mi querer, haz que ese ingrato me quiera o me olvide de una vez.

No hay amigo como Dios, que el más amigo la pega; no hay amigo como Dios y el duro en la faltriquera.

Al sol le llaman Lorenzo y a la luna, Catalina. Cuando se acuesta Lorenzo, se levanta Catalina.

El que al oír “viva España” con un “viva” no responde, si es hombre, no es español, y si es español, no es hombre.

Si quieres que vaya a verte estando el río crecío, me tienes que dar por puente los cuernos de tu marío.

Criados son los ministros, amo y señor, el capital; la justicia por los suelos y el pueblo en el barrizal.

En tu puerta planté un pino creyendo que me querías; ahora que ya no me quieres, dame la leña que es mía.

Carretero, tú que vas con tu carreta cantando, a los caballos los llevas con el ritmo galopando.

Para el catarro, el jarro: el romanticismo, con lo mismo, y si padeces de otros males, ¡agua de los parrales!


Desde que te vi, te amé, perdona si ha sido tarde, que yo quisiera, bien mío, desde que nací, adorarte.

Un pajarito de oro se ha posado en una rama; mira si será bonito, pero tu cara le gana.

Entre tu corazón y el mío hay una cinta de seda. De tanto que nos queremos ni se rompe ni se quiebra.

Si estoy dormida, te sueño; si estoy despierta, te veo. ¿Por qué si me amas tanto, no vienes cuando yo quiero?

No le sirve a éste la trenza, esté espesa o esté clara, que es un pájaro de cuenta y hasta de la red se escapa.

El que de alpargates viste y de mujer hace caso, dinero no habrá en su vida y siempre andará descalzo.

El cielo dijo a la tierra que no le habían de faltar al miserable, miseria y al gastador que gastar.

Eres como el trigo limpio cogido granito a grano; eres el chico más guapo que mis ojos han mirado.

Al bosque me fui a llorar, corriendo como una loca, y hasta las hojas decían que tú ya estabas con otra.

Quiéreme, cariño mío, no me vuelvas a dejar; yo nací para quererte y sin ti no puedo estar.

Carta, si llegas de noche, te lo suplico, llorando: no despiertes a mi novio si conmigo está soñando.

A la Virgen del Rosario hace tiempo le pedí, que me quisieras tú tanto como yo te quiero a ti.

Qué triste el día sin sol, qué triste noche sin luna, pero más triste el amor sin esperanza ninguna.

Ahí mando mi corazón partido en dos mil pedazos, y te lo mando por carta pa que descanse en tus brazos.

Cuando de noche me acuesto, siempre, siempre pienso en ti; por aquello que me diste, nunca me olvido de ti.

¡Qué bonitos ojos tienes cual mismísimo lucero! Se han clavadito en mi alma y desclavarlos no puedo.


Si piensas que yo te quiero porque te pongo la silla, es como si ves poner al toro la banderilla.

A los ángeles del cielo una pluma le pedí, de sus alas me la dieron pa felicitarte a ti.

Siempre vienes tras de mí como un perro callejero, sabiendo que no te aprecio porque no tienes dinero.

Ojos que te vieron ir por aquel camino llano, ¿cuándo te verán venir con la licencia en la mano?

Al revolver de la esquina con mi suegra me encontré, me puse coloradita pero no me sofoqué.

Desde que te vi venir le dije a mi corazón: ¡vaya piedra tan preciosa pa pegar un tropezón!

Si quieres que yo te quiera vuelve a ser lo que tú eras, y no gastes tu dinero por ahí de borracheras.

Si mi sangre fuera tinta y mi corazón tintero, con la sangre de mis venas escribiría “te quiero”.

Tus ojos negros me enamoran, tu pelo me atrae hacia ti, y tu cuerpo tan divino… ¡ya no puedo más sufrir!

Quisiera ser palomita y volar por altos parques, para ver con quién paseas los domingos por las tardes.

Si por fiar tengo amigos y los pierdo por cobrar, pa no tener enemigos lo mejor es no fiar.

Con lágrimas de amargura mis ojos se están secando, de ver que se va de mí sin poder yo remediarlo.

Te quiero más que a mi vida y si eso no es pecado, que me lo premie el Señor acercándome a tu lado.

Tos los morenos son dulces, dulces como el caramelo y yo como soy golosa por un moreno me muero.

El limón nace muy verde y el tiempo le da color. La guapura que tú tienes ésa te la ha dado Dios.

Mientras más hondo es el pozo, mucho más fría es el agua. Mientras más lejos de mí, más firme es mi palabra.


Te quiere quien no te olvida, no te olvida quien te ama. Quien no te olvida soy yo, que te quiero con toa el alma.

Por tu amor daría mi vida, por un beso no sé yo, y por decirte te quiero tengo preso el corazón.

Con tus amigos te veo y no sé qué voy a hacer. Yo correría a tu lado sin poderme detener.

De noche cuando me acuesto yo me dedico a pensar, los pocos días que faltan para poderte abrazar.

Si me ves hablar con otros no tengas celos de mí, que tos me parecen feos cuando me acuerdo de ti.

El agua cría los peces; la tierra, los caracoles y la lengua de tu boca, caramelos y bombones.

Cachorreñas se perdió, gazpacho lo iba buscando, a donde lo fue a encontrar hablando con ajo blanco.

Tu boca está siempre fresca como la misma mañana, pero más fresca se pone cuando me dejas besarla.

Como las olas del mar se estrellan contra las rocas, así me estrellaba yo por darte un beso en la boca.

¿Qué piensas, muñeco lindo? ¿Qué piensas para sufrir? Tú piensas que no te quiero y te quiero hasta morir.

Ni con un beso, ni dos, ni tres, ni cuatro, ni ciento, la mujer no pierde nada y el hombre se va contento.

Eso de pelar la pava tiene mucho que entender: unos la pelan sentados y otros la pelan de pie.

No te cases con viudo aunque te encienda la lumbre, que luego en la calle dice: qué lástima la que pudre.

Las calles de mi Madrid las he andado cien veces, y no he podido encontrar la postal que tú mereces.

Del cielo cayó una estrella con mil puntitas doradas; en una de ellas decía que tú estás enamorada.

El dolor que siente el burro cuando le cortan el rabo, es el dolor que yo siento cuando no estás a mi lado.


Por unos ojos azules alma y vida daría yo; por unos ojitos negros, alma, vida y corazón.

Mucho quiero a tus ojitos, mucho a tus ojitos quiero, pero más quiero a los míos que fueron los que te vieron.

Si el amor mío se contara como se cuenta el dinero, cien años se tardaría en contar lo que te quiero.

Pareces una veleta que cambia de posición: tan pronto tú a mí me quieres, tan pronto me quieres no.

Cuando yo tenía dineros me llamaban Don Tomás, y ahora que no tengo un cuarto me llaman Tomás ná más.

Tanto como me decías que tú sabías bordar, y me has hecho unos calzones con la portañuela atrás.

Tanto como me decías que tú sabías bordar, y me has hecho una chaqueta con lo de alante patrás.

Tanto como me decías que ibas a trabajar, y ahora lo que más te gusta es en la cama roncar.

Madre, cuando voy por leña se me olvidan los ramales; no se me olvida una niña que tiene los ojos grandes.

No me mires, niña guapa, con esos ojos de cielo, que si me sigues mirando es de fijo que me muero.

Con esos ojillos negros y tus cejas depiladas y tu boquita de rosa, tu cara está terminada.

Un suspiro que tú eches y un guiño de tus ojillos, vale más que llevar llenos de dineros los bolsillos.

Cuando nacemos los hombres a la muerte caminamos. No hay noticia más segura y que más olvidá tengamos.

Micaela fue a los toros y se echó por la barrera, y su madre le decía: ¡toma toros, Micaela!

Anda el mundo muy perverso en esto de las mujeres, que le dicen a los hombres sin temor, que si las quiere.

Y ya son tantos los lujos que gastan los españoles, que se quedan sin comer por toros y diversiones.


Uno por ir a los toros el domingo fue a empeñar una sartén y dos platos y el jarrillo de orinar.

Cerca, muy cerca los dos, mis labios junto a tu oído, para que el viento no pueda escuchar lo que te digo.

Y mirándonos los dos, que pasen las horas lentas, porque en el amor los ojos lloran, se ríen y besan.

Un cojo cayó en un pozo, otro cojo lo miraba y el otro cojo decía: ¡qué fresquita estará el agua!

Yo soy junquito en el río que ve el agüita correr; yo tengo un sueño perdío que vuelve al amanecer.

No sé qué tiene tu madre que cuando la miro llora. Yo no sé con qué cosita contentar a esta señora.

Mira lo que te he comprao en la feria de Linares: un vestido de lunares que a ti siempre te ha gustao.

Estando yo un día arando se me entortó la besana, y le estuve echando vueltas hasta que me dio la gana.

Dos polos tiene la tierra, universal movimiento, la mejor vida, el favor, la mejor sangre, el dinero.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero: que me pague quien me deba y que espere al que le debo.

Diez años de cuchi-cuchi y quieres que nos casemos. Ten cuidado, Pascualita, que las cosas tienen tiempo.

Tus ojos son dos luceros que me alumbran el camino; un día parpagueaste y me choqué con un pino.

Pa que te acuerdes de mí, te mando mi dirección: vivo en la calle cariño, esquina del corazón.

Santa Rita la llorona fue tanto lo que lloró, que el alma de su marido del purgatorio sacó.

San Antón, santo varón, santo que no bebe vino, lo que tiene a sus pies, San Antón es un cochino.

Que te vieron persignar, mis ojos fueron testigos. ¡Quién te pudiera besar donde dices “enemigos”.


Del árbol nace la rama y de la rama, la flor, pero a veces me pregunto de dónde nace el amor.

Cuando querrá Dios del cielo que la tortilla se vuelva: que los pobres coman pan y los ricos, mierda, mierda.

Nace siempre de la risa y crece con la ilusión, se alimenta de la envidia y muere por la traición.

La libertad y la salud son prendas de gran valía, que nadie las reconoce hasta que las ve perdías.

Cuando la grama nació, ciento y un años tenía yo. Antes que la grama naciera, ciento y un años tenía mi abuela.

Presumes de buena moza, pero no presumas tanto, que también las buenas mozas se quean pa vestir santos.

Si el amor se lee en los ojos, no voy a poder mirarte, pa que en los míos no descubras lo que yo he llegado a amarte.

Las estrellitas del cielo se juntan de dos en dos, pero no se quieren tanto como mi soldado y yo.

Las mujeres las comparo con el vaso de cristal, que cuando se rompe uno ponen otro en su lugar.

Qué triste pasar la vida sin tener un ser amado, pero más triste es tenerlo sin que se encuentre a tu lado.

María sé que te llamas y de apellido Lucero, más vale mirar tus ojos que las estrellas del cielo.

Anda y léete esta carta y enséñate a distinguir, que a la mujer se la quiere y no se le hace sufrir.

En la puerta del colegio hay un charco y no ha llovío, son las lágrimas de Antonia porque Antonio no ha venío.

No te fijes en el verso ni tampoco en la escritura, fíjate en la que te escribe que te quiere con locura.

No sé cómo entre los dos tenemos tantos disgustos, si no podemos vivir siempre que no estamos juntos.

Bésame y te besaré; ámame y yo te amaré, mas no digas que te olvide que eso nunca yo lo haré.


Ni la tinta por ser tinta ha de tener dos colores, ni el hombre por ser más hombre ha de tener dos amores.

Las muchachas de mi pueblo no saben decir te quiero, pero sí saben “besar” en el pajar del abuelo.

El amor es sufrimiento y el sufrimiento es dolor. Todo aquel que nunca sufre, no sabe lo que es amor.

Qué tontas son las mujeres que se asustan de un ratón, y no se asustan de un hombre que es un animal mayor.

Tengo herío el corazón y la heridita me duele, pero está lejos de mí el que a mí curarme puede.

Si un niño quiere a una niña y no se decide pronto, merece que se la quiten y además le digan tonto.

Si no crees que yo te quiero, pégame una puñalá, y en cada gota de sangre verás tu imagen grabá.

Soy tan dura como el hielo y mucho más que la roca, pero me siento muy frágil con un beso de tu boca.

Si quieres que yo te olvide, pinta un pino en la pared. Cuando esté lleno de piñas, entonces te olvidaré.

Las estrellitas del cielo nacieron para alumbrar. Yo nací para quererte y no olvidarte jamás.

En tu jardín planté un árbol y en tu balcón una flor, y en tus lindos labios rojos mi primer beso de amor.

Cuando se acaben mis días que no me vean a mí muerta, pa que mis niñas recuerden mi cara siempre contenta.

Hice lo que nunca hice, y lo que nunca yo he hecho: contigo toda la noche y no tocar a tu cuerpo.

Mientras dura el pan de boda, todo es risa y alegría, pero también llega el día que al hombre todo incomoda.

Toda esta calle a lo largo la han corrido con un velo, quiero entrar y no me dejan, quiero salir y no puedo.

El amor de la mujer es como el de la gallina, que cuando le falta el gallo a cualquier pollo se arrima.


Como eres tan bonita y tus ojos brillan tanto, por eso te felicito en el día de tu santo.

Yo quisiera renegar de este mundo por entero, por ver si en un mundo nuevo existiera más verdad.

Las muchachas de hoy en día las comparo con el tiempo: ya está raso, ya está nublo, ya está nevando o lloviendo.

Ya se está poniendo el sol por la sierra “Los Fogones”, los amos se ponen tristes y se alegran los peones.

La iglesia es como un comercio, los curas, los comerciantes, cuando suenan las campanas acuden los ignorantes.

La vaca era colorá y el becerrito era moro, y el vaquero sospechaba que era hijo de otro toro.

Dicen que el rancho “Los Lirios” se vendió de tal manera, que por su precio ajustado entraron rancho y ranchera.

De la flor me gusta el nardo, de los misterios, la cruz, de las naciones, España y de las mujeres, tú.

En la puerta de tu casa tres suspiros por ti di: un te quiero, un te adoro y un me muero yo por ti.

Los niños piden juguetes, los presos, la libertad; yo sólo te pido a ti: no me vayas a olvidar.

Cásate y tendrás mujer. Si es bonita, que guardar, si es fea, que mantener, si es rica, que contentar.

Somos uno para el otro, somos el tal para el cual, luchamos pa embellecer nuestro amor sentimental.

Cuando tú quieras a un hombre no se lo des a entender, pues crees que lo tienes todo y to lo puedes perder.

Tu pelo me sabe a brisa, tu boca me sabe a mar, pero el roce con tu cuerpo me hace el corazón temblar.

El día que tú te mueras, la vida me he de quitar, para estar sólo a tu lado y no separarnos más.

Adiós, postal con fortuna, con más fortuna que yo, que vas a ver a mi amor al que no puedo ver yo.


¡Qué cabezón tan enorme! Si fuera como un garbanzo, no habría agua en el planeta para poder remojarlo.

Desde tu puerta a la mía me tiraste un limón, el limón me dio en el pecho y el zumo en el corazón.

Que tu madre anda diciendo que yo contigo no igualo. Eso será en el dinero, pero a vergüenza te gano.

Eres estrella de mar, capullo de Alejandría, la amiga que más te quiere te felicita en tu día.

Cuando el hombre se enamora al principio no lo nota, pero cuando pasa el tiempo y es novio, se vuelve idiota.

Cultivo una rosa blanca en julio como en enero, para el amigo sincero que me dé su mano franca.

Estoy pensando y pensando y he llegao a la conclusión, que si aquí hay algún tonto eres tú y no soy yo.

El amor es cuesta arriba y el olvido cuesta abajo, cuesta arriba he de ir aunque me cueste trabajo.

Las chiquillas de mi pueblo no saben fregar los platos, pero sí saben decir: me espera el novio a las cuatro.

El amor pasa de moda igual que pasa la ropa; yo prefiero estar cateta antes de verte con otra.

Ahí te mando el corazón partidito en mil pedazos; te lo mando en esta carta pa que descanse en tus brazos.

Quisiera ser caramelo o de menta o de limón, para pasar por tu boca y llegar al corazón.

De las flores quiero el polen, de los colores el azul, de los pueblos Andalucía y de los andaluces tú.

Hay un camino que empieza más allá de todo esto: es cuando me das la mano y cuando yo te doy un beso.

El día que tú naciste tu madre fue pastelera, porque un bombón como tú no lo fabrica cualquiera.

Debajo de la almohada tres sueños yo dibujé: un te amo, un te quiero, un jamás te olvidaré.


Amigo, si alguna vez naufragas en el ancho mar, recuerda que existen puertos. Nunca lo debes olvidar.

No me llores ni recuerdes lo pasado ni el ayer, porque aunque tú no lo quieras él tendrá ya otra mujer.

Me dijiste y me juraste: yo te quiero y te querré, y después continuaste: ya nunca te olvidaré.

Eché un limón a roar y en tu puerta se paró. ¡Hasta los limones saben que nos queremos tú y yo!

Las palomitas del cielo nacieron para volar, y yo nací pa quererte y no poderte olvidar.

Qué bonita está la luna rodeada de luceros, pero más bonito es el poder decir te quiero.

Cuando me veas con otro no dudes de mi querer, la sangre se da mil veces y el corazón una vez.

Suma siempre tu alegría y le restas tu dolor, multiplica tus amigos y no olvides el amor.

Un pájaro entelerío llegó a la puerta de un sastre, a que le hiciera un vestido de la tela de un tomate.

Al cementerio bajé, pisé un hueso y dio un quejío. No me pises, hijo mío, que yo aquí no estorbo a nadie.

Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro: rey de espadas, rey de copas, rey de oros, rey de bastos.

La mujer que fuma tabaco, bebe vino y mea de pie, yo no digo que sea mala, pero buena no lo es.

Las mocicas son de oro, las casadas son de plata, las viudas son de cobre y las viejas de hojalata.

A la mujer la comparo con botellas de cerveza, que cuando se las destapa se les va toda la fuerza.

Con lágrimas de jamón y suspiros de mantequilla, te mando mi corazón envuelto en una tortilla.

Del olivo me retiro, del esparto yo me aparto, del sarmiento me arrepiento de haberte querido tanto.


Te subes por las paredes, yo me subo por la brisa, tú coges mis pantalones y yo cojo tu camisa.

En el cortijo yo estoy recogiendo la aceituna, esperando estoy tu carta que es mi única fortuna.

En un parque me crié lleno de rosas y flores, y ahora que vivo contigo ya sólo tengo dolores.

Si el agua a mí me faltase, no me pasaría nada, pero si me faltas tú viviría atormentada.

Tus ojos son dos luceros, tus labios son una flor, por eso supe yo siempre que tú vales más que yo.

Por el camino del cielo baja una flor muy bonita con un letrero que dice: tu novio te felicita.

Mi paloma mensajera la acabo yo de mandar. Espero que pronto llegue a donde tú siempre estás.

El jamón está muy bueno me dice a mí mi mamá, pero no sabe mi madre que tú lo estás mucho más.

Ni naranjas de Levante, ni aceitunitas del sur, están tan ricas y tan buenas como siempre lo estás tú.

Si el hombre calla, es un tonto; y si habla, un hablaor; si bebe vino, un borracho y si juega, un jugaor.

A mí ya poco me importa que la luna salga al mar, pues aunque salga o no salga yo vivo en la oscuridad.

Pepito ya no es Pepito, Pepito ya no es quien era, era una buena persona y se ha vuelto un calavera.

Nunca vienes cuando cierno, siempre vienes cuando amaso; si vinieras cuando cierno, te daría con el ceazo.

Mientras mi madre en la misa mi novio me vino a ver. Yo le regalé una rosa, él me regaló un clavel.

No pienses que porque canto tengo el corazón alegre, que soy como el pajarillo que si no canta se muere.

Mañanita de San Juan cuaja la almendra y la nuez; también cuajan los amores cuando dos se quieren bien.


De la montaña lejana yo siempre quiero bajar, para encontrar a mi amor que está a la orilla del mar.

Los claveles en el agua no se pueden marchitar; dos personas que se quieren no se pueden olvidar.

La gente habla y más habla pa echarnos a pelear, pero no habrá ninguna lengua que nos pueda separar.

Todos me piden a voces que te trate de olvidar. Como no saben amar, no pueden aconsejar.

Qué feliz que yo sería si estuvieses junto a mí, pero sé que es imposible pues con otro yo te vi.

Cuando apagues el cigarro, no lo vuelvas a encender, pues la niña que te quiso no te volverá a querer.

Lástima de aquel que pone su cara sobre la tierra, que el que se queda en el mundo tarde o temprano se alegra.

Qué grande tontura es cuando el reloj está dando, preguntar qué hora es pudiéndolas ir contando.

Un limón cayó del cielo y se ha partidito en dos: el uno cayó en tus brazos y el otro en mi corazón.

La mar la tengo por cama y por cabecera el río, para hombre sin vergüenza el novio que me ha salío.

No te pongas la pelliza aunque te mueras de frío, que las muchachas te dicen: ¡con pelliza y no has comío!

La Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa aragonesa.

Ya sé que estás acostada, pero que durmiendo no; ya sé que estarás diciendo: ése que canta es mi amor.

Desde que vino la moda de echar las suegras al mar, la mía como es tan tuna está aprendiendo a nadar.

Anoche soñé contigo y en el ensueño soñé que me estabas olvidando. ¡Si vieras lo que lloré!

En mi casa no hay reloj ni tampoco dan las doce; el que quiere merendar en su cuerpo lo conoce.


Aunque te cueste trabajo, no te quites de la puerta; que aunque no nos des limosna, sigue tocando la orquesta.

¿Qué pasa contigo, tío? ¡Conmigo, qué va a pasar! Que tienes cara de tonto y nadie te ha dicho ná.

Me he venío voluntario porque me gusta la guerra, y no quedarme en mi casa con mi mujer y mi suegra.

Este Carnaval, señores, lo vamos a celebrar con máscaras y relleno como en los tiempos de atrás.

En el cortijo de Maúllo hay un torito muy bravo, y el que pase por allí ha de ir en aeroplano.

Con el paro y con la lluvia nos están acojonando: ¿cuándo se pondrán de acuerdo los de arriba y los de abajo?

El cubata y el buen vino alegran nuestra tertulia, y las jóvenes parejas tocándose la bandurria.

Niñas como en nuestro pueblo no las encontraréis jamás. Ese orgullo lo tenemos y que rabien los demás.

Las niñas de nuestro pueblo son guapas como ellas solas. Da pena que se las lleven y nos las cambien por otras.

Cuando yo era pequeñito oí decir a mi madre: tienes la mismita cara de un amigo de tu padre.

Desde las Malvinas vengo bebiendo vasos de vino y asine yo seguiré hasta la Cuesta del Chorizo.

Ya están aquí los manchegos desde las Siete Pilillas, y junto con los guardeños se llevan a las chiquillas.

Toma esta rosa encarnada, ábrela, que va en capullos y verás mi corazón abrazado con el tuyo.

Tú te fuiste al Campillo a echarte la permanente, te pusiste chorreando, se fueron los pretendientes.

Paloma dame tu mano para subir a tu nido. Me han dicho que duermes sola y quiero dormir contigo.

Echa vino y dame a mí, después le das a tu padre y al que duerme con tu madre y después me das a mí.


No hay un hoyo más profundo que aquél de la sepultura, que allí se acaba el dinero, el orgullo y la hermosura.

Cuando pasas por mi puerta y no me dices adiós, lo que te dejas te llevas, tú no eres más que yo.

Sueño tengo, dormir quiero, en tus brazos me echaría, con el calor de tus besos durmiendo me quedaría.

Amor que tanto se quiere olvidarlo no es razón; donde se enciende la lumbre, queda ceniza o carbón.

Unos ojos negros vi en una cara morena; si no han de ser para mí, que se los trague la tierra.

Mi amante pidió la mano y yo no se la negué; como estaba en la cocina le di la del almirez.

Santa Apolonia bendita, abogada de las muelas, si no puedo comer pan que me hagan cachorreñas.

Las mozuelas de hoy en día todas resultan flamencas, y van llenas de falsedad de los pies a la cabeza.

Muchacho, tú no te fíes de las del culo ratero; el que pille una de ellas, aceite lleva en el pelo.

Jardinero tú que tienes el recreo en mi jardín, que no te cojan la rosa que he guardao para ti.

No te fíes del arcudón ni de los quebrantahuesos, ni de las aves que llevan la ubre junto al pescuezo.

Una rosa en un rosal si no se coge se pasa. Eso ha de pasarte a ti, mozuela, si no te casas.

La retama en el camino la pisan los caminantes; la niña que es novelera no le faltarán marchantes.

En la calle está lloviendo, pronto caerán las canales; ábreme, niña, tu puerta si no quieres que me cale.

En mi puerta hay un charco, es de agua y no ha llovido; son las lágrimas de un hombre al ver que no lo he querido.

Anoche me salió un novio y lo puse en el vasar; los gatos se lo llevaron, pensando que era pescá.


En el mar se crían peces y en la orilla caracoles, y en el moño de mi novia sardinas y boquerones.

Anoche me salió un novio y se lo dije a mi abuela, estaba comiendo sopa y me tiró la cazuela.

Qué alegría estar casaos, todos los años un puerco, pero que no sea fiao que gruñe después de muerto.

Cuando tenía te daba, cuando tenga, te daré, ahora que no tengo nada busca, niña, quien te dé.

No te fíes de los hombres aunque los veas llorar, que son como los pepinos que amargan a temporás.

Tan solamente a las piedras les digo lo que me pasa, porque en el mundo no hay personas de confianza.

Ya viene el sábado alegre y el domingo para holgar, y ya viene el lunes triste para irse a trabajar.

Día de San Juan alegre, día triste para mí, porque se llamaba Juan un amor que yo perdí.

El escalón de tu puerta es de arena y se esmorona; como la arena de falsa así será tu persona.

Un amor tenía yo que me decía llorando, que nunca me olvidaría y ya me estaba olvidando.

A la fuente fui a por agua y no llevé compañera. ¿Quieres que yo te acompañe, rosa de la primavera?

Si tuvieras olivares como tienes fantasía, el río del Manzanares por tu puerta pasaría.

Si quieres que yo te quiera ha de ser a condición, que lo tuyo ha de ser mío y lo mío tuyo no.

A mí me llaman el tonto, el tonto de mi lugar; todos comen trabajando y el tonto sin trabajar.

Si el cielo azul fuera tinta y la tierra papel doble, no cabría para escribir la falsedad de los hombres.

A lo que llaman los hombres virtud, justicia y bondad, una mitad es envidia y la otra caridad.


Ayer en misa mayor cometí un pecao mortal: puse mis ojos en ti y los quité del altar.

En el parque de Sevilla ya no ponen los faroles, porque los ojos de Mari alumbran como dos soles.

Recuerda que fui tu novia, te casaste y no conmigo; siempre que me encuentras, lloras, siempre que te encuentro, río.

Un ángel bajó del cielo para pintar tu hermosura, y al ver tu cara tan linda se le secó la pintura.

¡Qué tendría el dichoso vino que tú me hiciste beber, que a todos los he olvidao y a ti no ha podío ser!

Detrás de Sierra Morena hay un farol encendío: es Nuestro Padre Jesús que con su cruz ha caío.

Yo tengo una novia lista que sabe muy bien bordar: cuando no pierde la aguja, es que ha perdido el dedal.

Aunque no lo creas, te diré una cosa: sólo a ti te quiero, tú me vuelves loca.

En la mesa tengo pluma y en el estuche, tintero, y dentro del corazón al niño que yo más quiero.

Según las comparaciones la vida es como un pañuelo, y tú el moco más bonito que existe en el mundo entero.

Tras ventanas de mi casa te veo por los azulejos. Es la pena que yo tengo por encontrarte tan lejos.

Por mucho que tú lo busques, no lo podrás encontrar: un pueblo más rebonito que el mío: Pegalajar.

Si tu madre no me quiere que se vaya a hacer puñetas, pues teniendo yo el clavel no hace falta la maceta.

Si un rubio te pide un beso y un moreno el corazón, no desprecies al moreno por un rubio besucón.

Las uvas de tu parral están diciendo comedme, y los pampanillos dicen: ¡que viene el aguarda, que viene!

Cuando tenía doce años me quitaste la alegría, pero no sabes, traidor, que soy joven todavía.


Me gustas desde hace tiempo pero creo que no lo sabes, llevo noches sin dormir esperando te declares.

Cuando un beso me pediste lo negué con picardía; por dentro estaba diciendo: ¡abrázame, vida mía!

Cada vez que paso y miro el sitio donde te hablé, me dan ganas de sentarme y estarme un rato con él.

Yo quisiera ser el aire que todo entero te abraza; yo quisiera ser la sangre que corre por tus entrañas.

Un moreno a mí me gusta y a mi madre no le agrada. Mi madre quiso a quien quiso y yo a quien me da la gana.

Yo tengo sal, aunque poca, pero has de saber y escucha, que la gasto con quien quiero con personas que me gustan.

Cuando paso por tu casa llevo un pedazo de pan, pa que tu madre no diga que ya estoy alimentá.

El amor que yo te tengo no se apaga con beber; se apaga con otra boca que tenga la misma sed.

El día que no me quieras quiero morirme enseguida; me partes el corazón y me duelen las heridas.

Toda la gente me dice que te trate de olvidar; lo dicen así de fácil porque no saben amar.

Por conformarte una vez con bolas de caramelo, pegué una patá en el suelo y puse el mundo al revés.

Por conformarte una vez yo te di mi corazón; si no te lo hubiera dado, no habría sío mi perdición.

Si ves la letra borrosa no creas que no sé escribir, es que las lágrimas caen cuando me acuerdo de ti.

¿En qué lugar has nacío? ¿En qué bonita nación? Sólo tienes quince años y me has robao el corazón.

Si una rosa cae en el fuego no se puede marchitar, si la ha tirao un muchacho que la quiere de verdad.

Yo te pregunté una tarde para qué servía el amor, y tú a mí me contestaste: ¡para querernos tú y yo!


¿En qué jardín te has criao, linda maceta con flor? Sólo con catorce años has robao mi corazón.

A la Virgen Macarena un día yo le pedí, que tú me quisieras tanto como yo te quiero a ti.

Las palomas mensajeras llevan mensajes de amor, en los que van siempre escritos mi nombre y el tuyo no.

Con un cuchillo dorado quiero cortarme las venas, porque vivir ya sin ti no me merece la pena.

Cuando yo voy a la escuela no sé leer ni escribir, porque cuando leo y escribo siempre me acuerdo de ti.

Siento al ceñir tu cintura una dulzura que mata, que quisiera yo abrazar todo tu cuerpo y tu alma.

Me mandaste a decir que mi suegra me admitía. Y cuando llegó hasta mí, ya mi alma lo sabía.

La corona de la Virgen te quisiera regalar, pero al no tener dinero no te regalaré ná.

Aquí está mi corazón cerrado con esta llave; ábrelo y verás que en él sólo tu persona cabe.

¡Qué bonita una escultura! ¡Qué bonita obra de arte! Donde exista mi mujer, que to lo demás se aparte.

Sombra le pedí a una fuente, agua le pedí a un olivo. ¿Qué es lo que ha hecho tu amor, que no sé ni lo que digo?

Mi padre dice que pera y mi madre que manzana. Mi padre quiso a quien quiso y yo a quien me da la gana.

Qué triste es siempre la guerra y un país deshabitao, pero más triste es querer a alguien que a ti te ha dejao.

No me digas nunca adiós que es una palabra triste; corazones que se quieren nunca deben despedirse.

Las olivas piden agua, los pájaros libertad, y yo me pido la muerte cuando a mi lado no estás.

Napoleón con sus tropas conquistaba las naciones, y tú con tus ojos negros conquistas los corazones.


En libro apunté tu nombre y nunca lo borraré, pues siempre que de él lea a ti te recordaré.

Para que alguien se alegre otro tiene que sufrir, y para que unos lloren otros tienen que reír.

Maldita sea la sed y maldita sea el agua, maldito sea el veneno que envenena y que no mata.

¡Qué importa que una mañana no salga en el cielo el sol!, si cuando más te quería, tú me dijiste adiós.

Ni aunque vayas a la China, ni aunque vayas al Japón, encontrarás en el mundo quien te quiera más que yo.

Quisiera ser mariposa, quisiera ser marinero, pero lo que más quisiera es que seas mi amor primero.

Cuando me asomo al balcón y veo el lucero brillar, creo que son tus ojazos que mirándome ya están.

Cuando hables con tu novio no te pongas enfadá, porque si no creerá que no estás enamorá.

Eres como el trigo limpio que han cogido grano a grano; eres la rosa más linda que mis ojos han mirado.

No pienses tan sólo en ti, que no eres tan importante; pensar primero en los otros es lo bueno y elegante.

A una flor le pregunté si te podía conseguir, y le flor me contestó: ¡siempre serás muy feliz!

Has jurado y perjurado en una mesa de juego que te casarías conmigo. ¡Eso será si yo quiero!

El agua cae de la cara, la sangre del corazón, con el sudor de mi frente he conseguido tu amor.

Cuando paso por tu calle no te veo nunca allí. Pienso que tú estás con otra, aunque me quieras a mí.

Cuando dos seres se quieren y se aman de verdad, lo importante es el amor. ¡Poco interesa la edad!

Para las flores, Valencia y pa bonito, mi pueblo. Para simpático y guapo el amor que ahora yo tengo.


El cariño que te tengo es mi vida y es mi muerte, pues me alegro si te veo, no puedo vivir sin verte.

Yo quiero que estés conmigo, que no te apartes de mí, que el primero de mis besos fue tan sólo para ti.

Cuando tu amor me juraste, creía que era sincero. Veo ahora que es mentira, cuando me dices te quiero.

La mujer que le dice al novio que cuándo va a ser, le responde, mirando al bolsillo veremos a ver, veremos a ver.

Mi amante, alto y delgado, si no me caso con él, morir quiero y llevar palma si me la quieren poner.

Cristino fue a por vino a la cueva de los ladrones, lo pillaron los civiles y le quitaron los calzones.

Si te lo pido y no me lo das, ¡qué vergüenza voy a pasar! Si me lo pides y no te lo doy, ¡que no me mueva de donde estoy!

Nicolás tenía una cabra y no la quería matar y su madre le decía: no la mates, Nicolás. ¡Por la leche, Nicolás!

Si la lluvia fueses tú, quisiera que me calases; si cojo una pulmonía, que la muerte me llevase.

El amor es sufrimiento y el sufrimiento es dolor; todo aquél que nunca sufre, no sabe lo que es amor.

Amar es un sí a la vida, es hacer un juramento, es llevar en el pensamiento a la persona querida.

No sé cómo yo explicarlo, no sé cómo referir, no sabía lo que era amor hasta que te conocí.

¿Qué es el beso?, me preguntas y no te sé contestar. Es el roce de tus labios cuando conmigo tú estás.

Amarillo el oro blanca la plata, y marrones los ojos que a mí me matan.

Aceituneros del pío, pío, ¿cuántas fanegas habéis cogío? Fanega y media porque ha llovío.

Veinte y veinte, cuarenta. ¡Ya tengo un borriquillo que me ajuste las cuentas!


El que tenga penas que rabie, que cuando yo las tenía no me las quitaba nadie.

Qué rico el tabaco de gañote dijo el cura de Montoro; el que venden en el estanco ése es un robo.

Alsa, Tomasa, marineros no quiero en mi casa, que se suben encima las mesas y me quiebran toítas las tazas.

Vi una mujer amortajá y a un niño oí decir: despierta, por Dios, mamá, sin ti no puedo vivir.

Las migas del gañán al primer vuelco están, y las del pastor, mientras más mejor.

No se puede luchar contra el destino: el que nace lechón, muere cochino.

Trigo dorado, campo verde, el recuerdo de un amor nunca se pierde.

Amor al nacer, amor al morir. En el cielo estoy llorando por ti.

No me cuentes penas, cuéntame alegrías, y deja que yo cuente las penitas mías.

El que come nísperos, bebe cerveza y besa a una vieja, ni come, ni bebe, ni besa.

Buscando a un amigo mi vida pasé. Me muero de viejo y no lo encontré.

Esta noche ha llovido mañana hay barro, cuatro pares de mulas tiene mi carro.

A la orilla del río canta un canario. Échale cañamones, que cante claro.

Una perdiz volando vide ayer tarde, a la niña que adoro le daba el aire.

A la hija del amo quién la cogiera, por los cañaverales de la ribera.

Al operaor del puente dale besana. Echa el surco derecho, que hay tierra llana.


Casadita y sin hijos te quisiera ver, que doncella y curiosa cualquiera es.

La niña que a la fuente sale temprano, muy olorosas flores halla en el campo.

El puchero está roto, tiene una raja, y por ella se sale la calabaza.

Cantan los pajaritos en la alameda, cantan en las mañanas de primavera.

Como vienes del monte, vienes airosa, vienes coloradita como una rosa.

En queriendo la dama y el pretendiente, que se vaya a la porra la demás gente.

Esta noche ha llovío. mañana hay barro, ya no puede la mula tirar del carro.

Piensan los que se casan que no hay más que ir, a la puerta de la iglesia a decir que sí.

Para qué vas y vienes, y vienes y vas. Otros con andar menos, adelantan más.

¿Por dónde vas a misa que no te veo?: por un empedradito que han hecho nuevo.

De suegras y cuñadas va un carro lleno. ¡Mira qué carruaje para el infierno!

Una sartén sin cabo me dio mi suegra. Cada vez que reñimos, la sartén suena.

Veinticinco alfileres me dio mi suegra. ¡Veinticinco demonios vengan por ella!

¡Cómo quieres que vaya de noche a verte, si le temo a tu madre más que a la muerte!

A la iglesia no voy porque estoy cojo, pero a la taberna voy poquito a poco.

Antoñito, Antoñito, Antonio, Antonio, no le digas a nadie que eres mi novio.


¡Caray con el buey qué tieso mea, que la pared de enfrente la agujerea!

La niña que no quiera morir soltera, no desprecie ocasiones que el tiempo vuela.

Madre yo tengo novio aceitunero, que vareando tiene mucho salero.

No juegues con el amor que mucho engaña, que el honor es un cristal que sí se empaña.

Al pasar el arroyo de Santa Clara se me cayó el anillo, dentro del agua.

Por sacar el anillo saqué un tesoro, una Virgen del Carmen y un San Antonio.

San Antonio bendito dame un marío, que no fume tabaco, ni beba vino.

San Antonio bendito ya me lo ha dao: fumador de tabaco y enamorao.

Dicen que no me quieres porque soy pobre. Más pobre es la cigüeña que está en la torre.

Espera de tus hijos cuando seas viejo, lo mismo que a tus padres les hayas hecho.

El que va a un pueblo extraño a enamorar, o va a que lo engañen o va a engañar.

No me tires chinitas desde la lonja, que me quiere mi madre para ser monja.

¡Quién ha visto, señores, bajar del cielo un carro de alcaciles y un fraile en medio!

Como quieres que tenga pelos en el moño, si me tiras tirones de mil demonios.

Si el vino y el aguardiente no se vendiera la vergüenza de los hombres no se perdiera.

El vino y el aguardiente ya se han vendío, la vergüenza de los hombres ya se ha perdío.


Si el chocolate en la tienda no se vendiera, no fueran las mujeres tan golismeras.

A las muchas penas, las copas llenas, y a las penas pocas llena las copas.

Tanto traje de seda, tantos encajes, y luego no hay una silla para sentarse.

Si quieres que te quiera, quítate el luto, que el amor enlutado huele a difunto.

Aunque me ves que canto, canta mi boca, que mi corazón tiene pena y no poca.

Válgame, Dios del cielo, dijo una niña, lo que descansa un alma cuando suspira.

Por la calle arriba sube el Padre Juan, pidiendo limosna que aquí no se da.

La nieve por tu cara pasa diciendo: en donde no hago falta, no me entretengo.

Dicen que no me quieres, pero te quiero, y vale mi cariño más que el dinero.

Si piensas que en ti pienso, mal has pensao, que tengo mis amores en otro lao.

¡Qué ojos tan salaos tienes, morena! ¿Quieres que los juguemos a la rayuela?

Tu marido y el mío siempre van juntos, como comisionados del mismo asunto.

Tu marido y el mío se han peleao, y se han dicho cabrones y han acertao.

En aquellos cortijos dicen a voces: atajad a esos pavos que tiran coces.

Como vives en alto, vives airosa, y por eso te han puesto la buena moza.

Si tu madre no quiere, la mía menos. ¡A tu gusto y al mío nos casaremos!


Monta, niña, en caballo que quiero verte, que me han dicho que montas divinamente.

Si te llamas Dolores bórrate el nombre, porque de los dolores huyen los hombres.

Dicen que no me quieres, pero te quiero y vale mi cariño más que el dinero.

Una vez que te quise fue por el pelo, y ahora que estás pelona ya no te quiero.

La mujer que no come con su marío, lo mejor de la olla se lo ha comío.

Con la luna de enero te he comparao, que es la luna más clara que hay en el año.

Como sé que te gustan las aceitunas, por debajo de la puerta te doy algunas.

Cuatro melocotones me han regalao. Ellos no tenían alas, pero han volao.

El amor que te tuve fue aceitunero. Se acabó la aceituna, ya no te quiero.

Por qué tú y yo tenemos tantos disgustos, si no podemos vivir sin estar juntos.

No me mires, que miran que nos miramos, y en el mirar comprenden que nos amamos.

En la orilla del río sembré melones, me salieron zapatos con sus tacones.

Si quieres que te quiera dame primero, escritura en que pueda olvidarte luego.

Con el son de las hojas cantan las aves, y responden las fuentes al son del aire.

Mi marido es de alto como el hinojo. Lo que tiene de alto tiene de flojo.

Para qué me dijiste rosa temprana, siendo la más tardía que hay en la rama.


Para qué me preguntas qué viento corre, siendo tú la veleta que hay en la torre.

Pasea tú mi calle que, si Dios quiere, te casarás conmigo como ahora llueve.

De ventana en ventana me voy durmiendo, y en llegando a la tuya se me va el sueño.

Es mucho lo que sufre el alma mía, pues pasas por mi vera y no me miras.

Una vieja en Tembleque reventó hilando, por eso toas las viejas hilan temblando.

Para campana gorda la de Toledo, que caben siete sastres y un zapatero.

No lleves a tu amigo donde tú quieras, que lo llevas de mozo y de amo queda.

Con el son de las hojas cantan las aves, y responden las fuentes al son del aire.

Parece que ha nevao según blanquean, las tejas del tejao de mi morena.

La que quiere a un soldao no quiere a nadie. Quiere a un calabacino lleno de aire.

Miércoles de Ceniza ¡qué triste vienes, con cuarenta diíllas que traes de viernes!

No me tires chinitas, tírame nueces, tíramelas a pares, cuatro en dos veces.

Anteanoche y anoche y esta mañana, antes de levantarme estaba en la cama.

Una niña en un baile me los chupaba: caramelos de menta que yo le daba.

La Virgen del Rocío no es obra humana, pues bajó de los cielos una mañana.

A una niña en un baile le entró los pujos. ¡Qué lástima de medias cómo las puso!


Una de Villanueva me dijo un día, que si se lo pidiera me lo daría.

Mariquilla bonita dile a tu madre, que te lave la cara que vas de baile.

El que quiera saber qué vale un potro, que lo venda hoy mismo y compre otro.

No se puede luchar contra el destino: el que nace lechón, muere cochino.

Corriendo van a misa los que van tarde, los que más tarde llegan más pronto salen.

La amapola del campo le dijo al trigo: no me caso con nadie sólo contigo.

Buscando a un buen amigo mi vida pasé, me muero ya de viejo y no lo encontré.

Si te llamas Dolores échate al río, y coge camarones con el vestío.

¿Qué quieres que te traiga niña, de Madrid? Ná quiero que me traigas, llévame a mí.

Tú en un rincón y yo en otro. a mí se me cae la baba y a ti el moco.

Por aquella ventana que daba al río, échame tu pañuelo que vengo herío.

El consuelo que tengo siempre es el tuyo: si tú a mí me dejaras, adiós mi orgullo.

Pues si vienes herío, ven a curarte, que yo tengo pañuelo para limpiarte.

El que quiera llevarse bien con su mujer, cuando hable ella, que calle él.

Esta noche es la noche del desafío; Dios quiera que no llegue la sangre al río.

Cuando yo entro en Cádiz por la bahía, entro en el paraíso de la alegría.


Tu marido y el mío se han peleao, por una rebanada de pan tostao.

Con ese cuerpo y esa figura, cómo quieres, mi niña, me meta a cura.

Como vives en frente de la botica, oyes los almireces cuando repican.

Con la luz del cigarro voy yo al molino; se me apagó el cigarro, perdí el camino.

El consuelo que tengo siempre es el tuyo; si tú a mí me dejaras, adiós mi orgullo.

Manzanilla colorá de la tierra te cogí. Si no estás enamorá. enamórate de mí.

A tomillo me huele tu pelo, niña, a tomillo y retama y a hoja de oliva.

Juanillo el tonto tiene un gabán, que en los bolsillos le coge un pan.

El que quiera dineros que no le falten, los primeros que gane que no los gaste.

Me casé con un viejo por la monea, se acabó la monea y el viejo quea.

La amapola del campo le dijo al trigo: no me caso con nadie, sólo contigo.

En esta calle vive la ponefaltas, y no se mira ella colchón sin bastas.

Mujer con bigote lleva los hombres al trote, y si tiene barba, siete u ocho a la espalda.

Maridito mío, que nos perdemos: tú por más y yo por menos.

El que quiera saber lo que vale un potro, que lo venda hoy mismo y se compre otro.

¡Cuánto cura!, ¡cuánto fraile! ¡Cuánta mujer sin marío y cuántos hijos sin padre!


Levántate, Juan y enciende una vela, verás lo que corre por tu cabecera.

Tarde o temprano, enfermo o sano, todos hemos de morir en invierno o en verano.

¡Ay, madre mía, lo que me querías! Tú me dabas pan, yo me lo comía.

Virgen santa, Virgen pura, que apruebe esta asignatura. ¡Estudia, so caradura!

Andar y correr y hacer ejercicio, nadar y escalar te harán beneficio.

Graba en tu memoria con letras de oro: la salud del cuerpo, el mejor tesoro.

Si las cosas de este mundo variaran, las mujeres a los hombres se llegaran.

Si a los cuarenta no te has casao ni eres rico, ¡arre, borrico!

Agua del cielo crece el pelo; agua del pilar no crece ná.

Si en el casamiento aciertas, en nada yerras. Si no aciertas al casar, algo te queda que errar.

Catalina, la buena vecina, préstame un pan que no tengo harina.

La ensalá, salá, bastantico vinagre y bien meneá,

Por cosicas nuevas no os afanéis, que en llegando a viejos las aprenderéis.

¡Que viene Juan! ¡Que se espere! ¡Que no puede! ¡Pues que truene! (El peo)

Dame agüita de tu pozo, que yo la quiero beber antes que la enturbie otro.

Agusto me moriría si supiera que en mi tumba unas flores me ponías.

No me importaría morir, si supiera que soltabas dos lagrimitas por mí.

Es triste mi soledad, pero más triste es la pena de no poderte olvidar.


Una pena me desgarra, que me han herío de muerte las cuerdas de tu guitarra.

¡Qué alegría ser gitano y andar por los caminitos por la mañana temprano!

Te lo dije en una broma, tan de veras lo has tomao que por mi casa no asomas.

Hasta las tres te esperé, y viendo que no venías en la cama me acosté.

Tienes arte y simpatía. Por favor, llena mi copa, canela, canela mía.

Pasa un río por tu puerta, y yo me muero de sed teniendo el agua tan cerca.

Hay quien reza tos los días y comete el mismo daño que el que no ha rezao en su vida.

Sabe Dios que te lo haría: un puente pa que pasaras desde tu cama a la mía.

Toíto hasta acostumbrarse: cariño le toma el preso a las rejas de la cárcel.

Entienda usted a las mujeres: si te quieren, no lo dicen. Si lo dicen, no te quieren.

Yo siempre he visto beber en los charquitos del suelo. ¡Caprichos tiene la sed!

El aire lleva mentiras. El que diga que no miente, que diga que no respira.

Mi madre me lo decía: que no te quisiera tanto, que no te lo merecías.

Fatiguitas las que tengo: de tu vera tú me quitas cuando más querer te tengo.

Yo no sé cómo, yo no sé cómo los hoyitos de tu cara no me los como.

Al cielo no miro yo, porque me miro en tus ojos que son del mismo color.

¡Ay, que te quiero, poquito por si acaso me olvidas luego!

¡Ay, que te quise, como no fue de veras no te lo dije!

¡Ay Luis, ay Luis, qué dichosa si tú fueras todo entero para mí!

Sufriendo está el alma mía, porque pasas por mi vera y casi nunca me miras.

Aunque el zapato sea malo es mejor puesto en el pie que no llevarlo en la mano.

El vino alegra el ojo, limpia el diente y sana el vientre.


Si es así lo que usted dice y usted dice lo que es, lo que usted dice, así es.

Hijo, pa ti el cortijo, y si te casas, el cortijo y la casa.

Que mañana va a llover, en las costillas de alguno, que en las mías no ha de ser.

Tu madre fue pastelera, porque un bombón como tú no lo fabrica cualquiera.

Con la piel del cocodrilo quisiera, cariño mío, hacerte un buen abrigo.

Ni en la China ni en Japón, nadie te puede querer como te he querido yo.

Si quieres triunfo en la vida, ten en cuenta mi consejo: ama, perdona y olvida.

Cuando estudio, pienso en ti. Ahora pueden comprender el por qué yo suspendí.

Corre rápido, cartero, que esta carta yo la mando para aquél que yo más quiero.

Válgame a mí un divés: ¿por qué no paren los hombres teniendo tripas también?

La Tolona no se peina. En un día que se peinó, tres piojos se quitó.

Caga el rey, caga el Papa. Sin cagar nadie se escapa.

El tonto llora y yo me río de la mala pata que tiene el tío.

Tienes más patas que un olivar. Si quieres casar conmigo, te las tienes que cortar.

Miguel, culo de papel, ponte los calzones y échate a correr.

Señor, pulgas y calor, y mientras más calor hacía más pulgas había.

No sé lo que me ha pasao, que te vi en la discoteca y de ti me he enamorao.

La perdiz dice al conejo: ¿dónde vas, pícaro viejo?

Anda a quien no te busca, responde a quien no te llama, correrás carrera vana.

Jesús y comamos, que no vengan más que bastantes estamos.

Cayeras en un zarzal del que no pudieras salir ni nadie entrar.

Con tu puedo y con mi quiero, vamos juntos, compañero.


Dios mío de la verdad, el que no haya comío, ¡qué hambre tendrá!

Los dineros del sacristán, cantando se vienen y cantando se van.

El Juez Supremo igual castiga al malo que premia el bueno.

Dar un besillo es muy justo. ¡Lo malo es tomarle el gusto!

No me vengas con justillo, que tu madre a ti te compra la ropa en el baratillo.

El que pee fuerte y mea claro, no necesita médico ni cirujano.

Prometer hasta meter. Una vez que está metido, no cumple lo prometido.

Mi desgracia ha ido a más: me fui rodeando un charco, me metí en un barrizal.

To en este mundo es mentira. No hay más verdad que la muerte, No hay quien me lo contradiga.

Señor mío verdadero: que me pague quien me debe y que espere, quien le debo.

Los mandamientos del pastor: en el agosto a la sombra y en el invierno al sol.

Como quieres que te olvide, como quieres que te olvide, si fuiste mi primer ligue.

¡Ay, hijo mío, que te parí, en la camarilla a oscuras y sin candil!

Se casó moreno, bueno; se volvió a casar, bueno está.

Nunca podré yo olvidar el pueblo donde nací, llamado Pegalajar.

Qué quieres, primo, de mí, que a nadie miro a la cara desde que te vide a ti.

¿Qué te haré, qué no te haré? Ponerte la mano pronto donde yo muy bien me sé.

Viejo que mucho duerme y joven que mucho vela, pronto se les acaba la vela.

Perico, cuando mates el gallo, me guardas el pico.

Jabalcuz con montera, llueve aunque Dios no quiera.


VERDERÍAS Debajo del delantal tienes un conejo vivo. Yo tengo una escopetilla, si quieres le pego un tiro.

Debajo del delantal tienes el infierno ardiendo. Deja que meta la mano, aunque la saque corriendo

Cuando yo era pequeñito dormía con la criada, y ahora que soy mayorcito no quiere la condenada.

Una abuela y un abuelo estaban debajo de un puente, y la abuela le decía: ¡achucha, que viene gente!

El cura de Canillejas ya no compra más cebada, pues se le ha muerto la burra y ahora monta en la criada.

Una novia tuve en Cárchel y otra tuve en Carchelejo, a una le vide las bragas y a otra le tenté el…

El cura le dijo al ama que se acostara en los pies. Se ha acostado en la cabeza y es que lo entendió al revés.

Una niña muy bonita, por muy bonita que sea, no dejará de mojarse los pelitos cuando mea.

¿Juegas a la lotería? Bájame los pantalones y verás salir el gordo con dos aproximaciones.

Cuando me parió mi madre, me parió muy sinvergüenza, con una tripa colgando que siempre se pone tiesa.

Las mujeres de mi pueblo usan doble camiseta, para que digan los hombres qué gordas tienen las…

Una vieja muy revieja, más vieja que San Antón, se echaba la teta al hombro y le arrastraba el pezón.

Una abuela se metió en lo más hondo de un pozo, y al abuelo le decía: ¡qué fresquito tengo el…!

Mi marido es un gandul que no quiere trabajar la fábrica que yo tengo debajo del delantal.

A las mujeres les pasa lo mismo que al coche Ford, que al subir la cuesta arriba se les calienta el motor.

Las mujeres de mi pueblo son como las bicicletas, que cuando montas en ellas no se pueden estar quietas.


Todas las mujeres tienen en su pecho un delantal, y un poquillo más abajo el Estrecho de Gibraltar.

Cuando Jesús tiró el hacha a ningún hombre le dio, y a la mujer junto al culo, ¡buen hachazo le metió!

Una vieja muy revieja de la quinta el treinta y ocho, con una cuchilla vieja le sacaba punta al…

Se lo pedí a una mozuela que venía de lavar, y me dijo: ¡ay granuja, qué fresco lo quies pillar!

Una pulga le picó a mi novia en la rodilla, ¡cuándo podré yo picarle una cuarta más arriba!

Los sastres son mariquitas, los zapateros, culones, los barberos, lavacaras, oficios de…

Cinco duros me ha costado la tela de este mandil, aunque me des veinticinco lo que tapa no es pa ti.

Ya lo dijo Justiniano en sus famosos canones: más vale pájaro en mano que una patá en los …

Si me clavas un puñal, no lo claves en el pecho. Me lo clavas en el culo, que está el agujero hecho.

Que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, y resultó ser un tío que por pocas me la cuela.

En tus enaguas blancas tengo yo parte, si me toca algún ancho que sea el de adelante.

Mientras mi madre en misa vino mi novio. ¡No durara la misa todo el otoño!

De tu puerta a la mía va una cadena, tendida por el suelo de amores llena.

El pañuelo de seda de la hortelana, se me cayó en la alberca. ¡Quién fuera rana!

Desde los olivares me vine sola; me encontré con mi novio, ¡Jesús qué gloria!

Niña lo que te pido, niña es la vida: de cintura pabajo, ligas parriba.


La vecina de enfrente tiene un tomate. ¡El demonio me lleve si no lo cate!

A tus patas arriba sube un “largato”. Si no quieres que entre, cierra el estanco.

Y la de más abajo tiene un pimiento. ¡El demonio me lleve si no lo tiento!

Si tu madre no quiere que te la …, que te ponga en el… una tableta.

Si quieres un pepino, ponte en la puerta, que lo traigo en la mano desde la huerta.

Cada vez que te veo la falda rota, el palillo del medio se me alborota.

A tus patas arriba voy como loco, y en llegando a la alberca mojo el guisopo.

Para qué quiere el cura lo que le cuelga, que se lo eche a los gatos que se entretengan.

Si tu madre no quiere que te visite, en medio de la calle ponga un tabique.

Mi novio me ha pillao tras de una puerta, y yo daba unas voces como una muerta.

En el ojo del culo tengo un piojo, cada vez que me peo le salto un ojo,

Por el ojo la puerta te he visto el culo, y si no te lo he visto me lo figuro.

Estando el abuelo cerrando el portón, se pilló los… con el aldabón.

Una recién casada puso la olla, en vez de echarle tocino le echó la…

Desde aquella ventana que daba al patio, le enseñaba la chacha el choto al chacho.

Una niña muy bonita se meó en el perejil. Si no le cortan el chorro, le doy parte al alguacil.


La quinta del cincuenta y tres la que más ruido mete, porque dicen se la miden con el medio clarinete.

Qué culpa tiene el tomate de estar tranquilo en la mata, de que venga un… y lo meta en una lata.

Las muchachas de mi barrio se han meao en el perejil. Como no paguen el daño, voy a dar parte al albañil pa que les tapen el caño.

A la estatua de Colón le han puesto unos pantalones, porque el humo de los barcos le ensuciaba los…

Niña no me digas feo, mira que soy de la Charca, saco la… y te meo.

En la calle Tronchavigas han puesto una güevería, pa que todos los que pasen compren lo que no tenían.

Como te iba diciendo, se la… y salí corriendo, y mientras más corría más se la…

El tren venga a pitar y la burra venga a mear, y mientras el tren más pitaba, la burra más meaba.

El cuerpo de una mujer es bueno para ser huerta, la hierbabuena en el fondo y el perejil en la puerta. Desde que te fuiste, Pepe, el huerto no se ha regao, la hierbabuena no crece y el perejil se ha secao.

A la Mari Pili la ha pillado el toro, le ha metido el cuerno por el chirimbolo. Cuanto más corría, más se lo metía, y cuando paraba más gusto le daba.

Le dijo un novio a su novia: escúchame, Concepción, sepas que voy a cazar porque aquí traigo el hurón. Y la niña le contesta, comprendiéndole la guasa: ¡como vendas el hurón, no vengas más a mi casa!

Una mulata y un negro a joder se determinan y por cama más cercana se ponen en una esquina. Fue tanta la zaragata que armaron con el carajo, mulata, negro y esquina todito se vino abajo.


La maría Pascuala como es tan curiosa, pa freír un huevo se puso en pelota. Le cayó una chispa en el ruiseñor, ¡pobre pajarillo, se le achurrascó!

Desde que vino la moda de la ropa a la rodilla, les enseñamos a los hombres toditas las pantorrillas. Si esta moda no se acaba, no sé lo que va a pasar, dentro de muy poco tiempo ninguna se va a casar.


OTRAS COPLILLAS Antonio retoño mató a su mujer, la hizo morcilla y la puso a vender. Y to el que pasaba morcilla compraba, y yo que pasé morcilla compré.

Nieves la tonta llora y patea, porque todos se casan y ella se quea. Y su madre le dice: calla, demonio, que el troncón de la escoba será tu novio.

Rebuscando entre las cosas que guardo con más cariño, en un libro me encontré una foto en blanco y negro de cuando yo era un niño: mi pantalón de remiendos con mi aro y mi flequillo.

Palomita blanca, busca a quien yo quiero. Párate en sus manos, mírale a los ojos y con tu piquito le das un besito en sus labios rojos.

En la Mancha manchega hay mucho vino, mucho pan, mucho aceite , mucho tocino. Y si vas a la Mancha, no te alborotes, porque vas a la tierra de Don Quijote. Con lances de bello estilo recibe Manuel a Islero, con media lagartijera para quitarse el sombrero. Entró en corto y por derecho, haciendo muy bien la suerte, sin saber que le esperaba en los pitones la muerte.


CANTO A MANUEL VALLEJO Doble la guitarra, lo pido por él, que lloren los cantes por toas las esquinas, ¡que ha muerto Manuel! Ha muerto Manuel Vallejo en su tierra de Sevilla, cuatro luceros lo llevan cantando por seguirillas. Madrugá del Viernes Santo, al salir el Gran Poder, hasta las piedras lloraban si le cantaba Manuel. De oro son la potencia y la corona de espinas, tú la llevas con paciencia sobre tu cara divina. Se necesita tener, pa cantar por granaínas, una solera muy fina como la tuvo Manuel y una garganta muy fina. Informante: Francisco Quesada Braceros


ADIÓS A CARMEN AMAYA Carmen Amaya murió, el baile quedó sin reina, la guitarra sin bordón y la mantilla sin peina. Ha muerto Carmen Amaya, el alma de los tablaos, gitana y reina de un arte que con ella se ha llevao. En recuerdo a tu memoria, que te sirva de compaña, todo el cariño de España cuando bailes en la Gloria. La luna en el Somorrostro de noche dice a la playa: a ver quién ocupa el trono que dejó Carmen Amaya. Yo quiero decirte adiós con un canto por tarantas, yo quiero decirte adiós, los trinos de mi garganta se quiebran por el dolor, por eso, llorando cantan. Informante: Francisco Quesada Braceros


A PEPE PINTO Y PASTORA PAVÓN, “NIÑA DE LOS PEINES” Se fueron Pepe y Pastora, ruiseñora y ruiseñor, cantaor y cantaora, se murieron por amor. Eran los dos ruiseñores de una jaula sevillana, con los barrotes de flores que se llama “La Campana”. Yo te doy para que reines en mí, Pastora Pavón, genial “Niña de los Peines”, yo te doy mi corazón. Y yo te doy por instinto mi querer gitano amante, porque tú eres Pepe Pinto, el caballero del cante. ¡Que cante y llore el poeta con la prima y el bordón! Fueron Romeo y Julieta pero en flamenca reunión. Pepe, recordar me duele. Pastora, es dulce tormento, a tierra mojada huele como aquél cante por tientos. Yo pido por tu salud, a veces llamo a la muerte, que me conceda la suerte de morirme antes que tú. Pepe, recordar es vida, es trigo eterno en la era, es como la fuente hería que sangra la petenera. Petenera, petenera, pobre copla difamá, por la venganza cobarde de una lengua envenená.


Fue milagro con estrella el milagro de sufrir, se murió de forma bella, porque se marchó antes que ella y no se vieron morir. La Esperanza Macarena le dijo a la de Triana, se fueron Pepe y Pastora, ¡qué triste está “La Campana”! Del arte y de la alegría Sevilla es dueña y señora, al morir Pepe y Pastora se murió en el mismo día, ¡hasta el Cachorro los llora! Informante: Francisco Quesada Braceros


CANTO A TORREDELCAMPO ¡Cómo me acuerdo de ti, madrecita de Santa Ana! ¡Cómo me acuerdo de ti! Tú eres mi norte y mi guía desde el día en que nací. De toda mi Andalucía no hay un pueblo como el mío, se llama Torredelcampo, ¡vaya nombre y apellío! Cuando en la noche clara brilla la luna, son estrellitas verdes las aceitunas que besan los luceros una por una. De Jaén hasta Martos van cuatro leguas, para andarlas contigo tengo una yegua; tengo una yegua, niña, tengo un caballo, capullito oloroso del mes de mayo. Puse en la sierra un letrero que dice: ¡viva mi tierra! Entre manchas de olivares, trasplantao del Edén, mi pueblo es lo más bonito de la tierra de Jaén. Informante: Francisco Quesada Braceros


EL HIJO DEL CANTAOR ¡Qué grandes son mis tormentos, tengo que reír por fuera mientras que lloro por dentro! Villa Rosas, Villa Rosas, una juerga de tronío, mira lo que son las cosas, yo a cantar que eso es lo mío. A cantar, que hace un segundo que se fue para la gloria el más chico de mis niños. ¡Así se escribe la historia! Tres ramitas tenía yo, una se fue pa los cielos porque el Señor la llamó. Dile que voy al momento y más fijo que el reloj, que Manolo Badajoz vaya templando por tientos, que me encuentro bien de voz, que le avisen a Cepero, a Montoya y a Chacón, que quiero sacar las penas que llevo en el corazón. Que se te ha muerto tu hijo, que lo acabas de enterrar, que era con su crucifijo un ángel presto a volar. ¡Calla, conciencia maldita, calla y no me hagas llorar!, que aún te quedan dos ramitas por quien tienes que luchar. Lo llevaron a la gloria al hijo del cantaor y el niño a su padre oía en las rodillas de Dios.


Dile que voy al instante, que en seguida estoy ahí. Señor, hoy va a ser mi cante Huerto de Getsemaní. No soy un padre valiente, si canto estando de duelo; no soy un padre valiente, no necesito consuelo, que yo no canto a la gente, que canto a un ángel del cielo. Informante: Francisco Quesada Braceros


CANTO A MANUEL TORRE Manuel Torre de Jerez, gitano de aristocracia, cantaor de cante grande, flamenco en sus cuatro ramas. Lleva una estrella en lamento, prisionera en su garganta, la seda negra en su pelo, el bronce limpio en su cara; la seda negra en su pelo, el bronce limpio en su cara, y sus manos que parecen de un Cristo muerto en Triana. Siempre por tos los rincones a ti te encuentro llorando, que libertad yo no tenga si a ti te diera mal pago. Despiértate, noche triste, levántate, noche amarga, toma mi pañuelo blanco y sécate ya esas lágrimas, que esta noche va a cantar Manuel Torre de Jerez, gitano de aristocracia; va a cantar por seguirillas, por seguirillas gitanas. Eran los días señalaos de Santiago y de Santana, y yo le rogué a Dios que mis penas aliviara. Informante: Francisco Quesada Braceros


PENA DE JUAN Y JOSÉ (JUAN BELMONTE Y JOSELITO) ¡Quién inventará la copla que echa al aire aquel recuerdo! ¡Qué mujer se pondrá triste, qué hombre se ha de sentir viejo y quién abrirá la jaula a los pájaros del tiempo! Para asistir a la fiesta vino un aire marismeño, y se quedó en el tendío la profecía del viento. Si un día yo me quedo ciego, mis ojos quisieran ver aquel gran tercio de quites que hicieron Juan y José. Tarde de toros y sol, parece que lo estoy viendo, Joselito y Juan Belmonte con seis de Pablo Romero. Tú, José, tendrás la gloria que sueñan tos los toreros, y tú, Juan, tendrás el vino que beben los caballeros. En José será “podías”, en Juan será “ya no puedo”, pero tendrán igual pena uno vivo y otro muerto. ¡Quién inventará la copla que echa al aire aquel recuerdo! Informante: Francisco Quesada Braceros


A RAMÓN MONTOYA A la guitarra española se le ha roto el diapasón, por la muerte de Montoya el mago que la tocó. Ángeles y serafines llevan compás y hacen son y saludan a Montoya el artista que murió, en una cuerda de estrellas donde le recibe Dios. Ha muerto Ramón Montoya, recemos una oración. Ya tiembla el cante flamenco, y la prima y el bordón. Ha muerto Ramón Montoya, llorando va la afición. Informante: Francisco Quesada Braceros


CANCIÓN DE TRILLA Ya suenan las esquilas de mi mulilla, ya vienen las colleras para la trilla. Pero si yo le canto, ¡qué maravilla!, parece que se mece con mi coplilla. Ya está el trigo en la era, el sol abrasa, si el aire nos ayuda, mañana en casa. Ya está la parva hecha, parece de oro, para el pobre labriego vale un tesoro. El pan de cada día ya está seguro, para el año que viene ya no hay apuros. Se acabó la faena gracias al cielo, nunca pesa el trabajo si el año es bueno. Cuando el labriego canta, canta en la trilla, la faena se acaba, ¡qué maravilla! Informante: Francisco Quesada Braceros


MINERICO DE LINARES El minerico español se merece una fortuna, no le da la luz del sol ni los rayos de la luna. Su pan lo amasa el dolor. Dale, dale, minerico, minerico de Linares, dale, dale, dale al pico pa que salgan los metales. Dale, dale, minerico, a la taranta minera, dale, dale, dale al pico y hazle compás a tu pena. Hazle compás a tu pena, hazle compás a tu pena, minerico, minerico, de Linares y Cartagena. Pero tiene un centinela en la oscura galería, un ángel que vela y vela por la noche y por el día. Cuando el minerico baja, baja a la mina, con la cabecita baja así camina: el falorillo en la frente iluminando el filón, y pensando que la muerte le va rondando a traición. ¡Ay, galería! Cuando suena una taranta en la oscura galería, el minero que la canta sueña con la luz del día y así sus penas espanta. Informante: Francisco Quesada Braceros


RECUERDO A MANOLETE ¡Ay, el torito Islero no lo quiero ver, que no lo quiero ver, no lo quiero ver! Por las calles cordobesas mocitas iban llorando, que se ha muerto Manolete, mocito de mimbre y nardo, torero de cuerpo entero desde los pies a las manos. España entera de luto viene atravesando el campo, con luna de angustia nueva y llanto negro en las manos. El viento loco se pierde, loco, en la noche llorando, con un son de malagueñas y martinetes gitanos. Y hasta los astros del cielo le dieron su último adiós; España entera lloró al mejor de los toreros, que un torito lo mató. ¡Campanas de la Mezquita lanzad soníos de duelo, que un torito de miura mató al rey de los toreros! Informante: Francisco Quesada Braceros


A SEBASTIÁN PALOMO LINARES Un chiquillo de Linares con un corazón de oro, se ha vestío de alamares para jugar con el toro. El niño sueña que sueña con la plaza de Madrid, y en Vista Alegre se empeña con el triunfar o el morir. De Linares, carita de niño, pillo chiquillo, torea por soleares. De Linares, tiene un corazón torero, minero, entre minas y olivares. De Linares, que salió de maletilla a triunfar en buena lid; hoy es una maravilla, que discuten en Sevilla y lo adoran en Madrid. En la torería, Linares tiene un torero que manda en la torería; tiene un corazón minero que se juega tos los días, nació pa ser el primero. Informante: Francisco Quesada Braceros


TORERITO ENAMORAO Unos ojitos tan negros como dos noches oscuras, te tienen aprisionao al borde de la locura. Ya no sueĂąas con los toros, ÂĄla culpa es de esa mujer! Tu traje tabaco y oro lo cambias por su querer. Torerito de clavo y canela, pimienta morena, de color tostao. no pases la noche en vela, la mente siempre en candela, torerito enamorao. Ten en cuenta, torerito bueno, chiquillo valiente, que si sigues por ese terreno, sin riendas ni freno, te cuesta la muerte. Informante: Francisco Quesada Braceros


TORITO BOTINERO No venda usted ese torito, por Dios, señor ganaero, no venda usted ese torito que huele a menta y romero. ¡Ay, torito botinero, con ojitos de perdiz, con un derrote certero me pusiste a morir! El torito que un día de mayo me miraba con ansias de muerte, embistiendo lo mismo que un rayo tuvo la culpita de mi buena suerte. Torerito de tabaco y oro, no me lo mates que por compasión me ha traío la corná de ese toro la gloria entera pa mi corazón. Qué importa que se arrancara y poco importa mi hería, si tengo junto a mi cara que la risa clara de la mare mía. Informante: Francisco Quesada Braceros


NOCHE DE REYES Noche de Reyes de invierno, silba el viento en el espacio, mientras que la nieve cubre las aceras con su manto, las aceras que relucen semejando lirios blancos. Los niños en esta noche, con su cuerpo sonrosado, duermen con un ojo abierto y el otro medio entornado, mirando sus zapatitos que allá en el balcón colgaron, creyendo que sí es verdad todo aquello que contaron. Al día siguiente, una madre, con sus hijos avanzando, va contándoles, con pena, lo rudo de su calvario, mientras otros niños pasan con juguetes y regalos. El mayor dice a su madre, mirando desconsolado: – ¿por qué ellos tienen juguetes tan bonitos y tan majos? ¿Será porque ellos son buenos y nosotros somos malos? ¿O será que en el balcón sus zapatitos colgaron? ¡Si es así, madre del alma, qué tristeza por mi hermano, porque no tiene zapatos ni balcón para colgarlos! Sí, mamá, por él quisiera que nos trajeran regalos, porque yo soy mayorcito y voy a cumplir diez años.


– ¡Hijito de mis entrañas!, la madre dice pensando, mientras que por sus mejillas lágrimas bajan rodando, hasta morir en su boca dejando un sabor amargo: la amargura de saber que ella no puede comprarlos. Y estrecha a sus dos hijitos con su maternal regazo, y echa a andar muy torpemente sin dirigir bien sus pasos. De pronto se oye un ¡ay!, un quejido y un porrazo, y la madre cae en el suelo, no es posible remediarlo. La buena madre se ha ido y los dos pobres muchachos, en la calma de la noche, flotan con un ritmo extraño. ¡Así es la noche de Reyes para muchos desgraciados! Informante: Francisco Quesada Braceros


LA REJA DEL PENAL En mi reja del penal asomaba noche y día, engarzada en su rosal la rosa de Andalucía. Del penal yo quise huir quebrantando mi condena, mas vi a la rosa sufrir marchitándose de pena. Y por no sentir su queda, desistí de mi evasión, seguí preso tras la reja de aquella triste prisión. A fuerza de ver la rosa. sentí por ella cariño, la quise como a una diosa por su blancura de armiño. En la reja del penal quiero ser su jardinero, renuncio a mi libertad porque mi rosa es primero. Informante: Francisco Quesada Braceros


EN LA CRUZ DE LOS CAMINOS En la Cruz de los Caminos juraste que me querías. ¡Válgame Dios, qué vergüenza, que hasta jurando mentías! No se me daba cuidao, pues todo ha sido un ensueño. ¡Lo pasaíto, pasao! Cuando te encontré, gitana, por la orillita del río, cruzó nuestra caravana. Tú venías hacia Utrera y aquella noche yo iba pa Jerez de la Frontera. ¡Qué noche de Andalucía, treinta siglos que viviera siempre la recordaría! Sobre una jaca careta, tú eras una caña ardiente debajo de tu peineta. De todas las gitanitas la que a mí me gusta más, la de la batita clara que va en la yegua de atrás. Porque lo quiso el destino, yo me encontré a mi gitana en la Cruz de los Caminos. En la Cruz de los Caminos juraste que me querías, y luego a los pocos días, porque lo quiso el destino, tú destrozaste mi vida. Informante: Francisco Quesada Braceros


LA MUERTE DEL PIYAYO To en este mundo es mentira, no hay más verdad que la muerte, no hay quien me lo contradiga. Ven acá, remediaora de mis penas y de mis males, que si tú no los remedias, no me los remedia nadie. Ven acá, remediaora, y remédiame mis males. Mare, se ha muerto el Piyayo, aquel gitano reviejo de pelo blanco y rizao como vellón de cordero. Aquel calé retostao por tos los soles y vientos que por mantener sus nietos no daba descanso al cuerpo. Aquél que con la sonata ocultaba el sufrimiento, cantando por bulerías mientras vivía muriendo, porque una gitana guapa que era de su alma espejo, sangre de su misma sangre, se marchó lejos, muy lejos. ¡Ay, la chavala cañí, cuánto daño hizo al abuelo! Mare, se ha muerto el Piyayo, ¡quién amparará a los nietos! Si oyes doblar las campanas, no preguntes quién se ha muerto, porque a ti te lo dirá tu propio remordimiento. Si oyes doblar las campanas, no preguntes quién se ha muerto. Informante: Francisco Quesada Braceros


CANTO A LA MADRE En el día de tu santo escúchame, mare mía, tu hijo nunca te olvía; de alegría estoy llorando, por ti yo daría mi vía. Cada cual quiere a su madre de muy distinta manera, yo quiero tanto a la mía que sólo vivo por ella. Yo mismo tuve un hermano que a mi madre maltrató y recibió su castigo: el cielo se lo llevó. Y sin embargo mi madre se encierra en su habitación, y allí la encuentro llorando por el hijo que perdió. Y hasta le limpia los trajes y friega lo que él pisó, y besa tanto el retrato que casi perdió el color. Y hasta un día por llamarme, su nombre se le escapó; yo aseguro que a mi madre se le arranca el corazón. Por eso, a los cuatro vientos le dedico esta canción, porque sé que en este día sólo la consuelo yo. Informante: Francisco Quesada Braceros


CANTO A GRANADA Granada, mitad moruna, mitad gitana y señora, sombra verde con la luna, blanco jazmín con la aurora. Desde la silla del moro se contempla el Albaicín como una rosa de oro. Y no dejar a Guadix, desde la silla del moro se contempla el Albaicín. La calle de Dª Elvira, primor de moros y cristianos; fuente clara y cristalina, ¡ay, Fuente del Avellano!. Esa señora divina, la que vive en la carrera, es patrona granaína que todo el mundo venera. A esa señora divina, la que vive en la carrera, cuando se viste de flores Graná se le vuelca entera. Graná se hace cristiana cuando se viste de flores y si la nieve serrana la corona de primores, no hay señora más galana. Informante: Francisco Quesada Braceros


CANTO A VALENCIA Valencia, jardines verdes. con aroma de albahaca; Valencia, una alborada sobre tus blancas barracas. Tus hijos por todo el mundo han paseao tu estandarte, nació de ti Blasco Ibáñez, Benlliure y Manuel Granero, padres del valor y el arte. Para el alma, la albufera, las fallas, pasión y fuego, después de estar en tus fiestas, ¡qué importa morirse luego! ¡Qué importa morirse luego, si hecho de cañas y barro Valencia tiene un altar para dormirse en tus brazos, Mare del Desemparat! Barquichuelo que navegas, que navegas entre azahares, quisiera ser barquichuelo, por timón, tus naranjales, por vela, el azul del cielo y por ancla, tus rosales. Informante: Francisco Quesada Braceros


CANTO A JAÉN Nací en tierra de labranza donde hay un rostro divino, y en su reino una esperanza del verde de los olivos. Soy un cante pregonero de un rinconcito de España, donde el pájaro canta a la aurora sobre un tallo de blanco alhelí, donde tiembla la adelfa y la caña donde el mimbre parece latir, cuando rompe la tierra su entraña pariendo las aguas del Guadalquivir. Castillo de centinela, tarantas de los mineros, castillo de centinela, blanca luna sobre el cielo, mortajas con cuatro velas por la muerte de un torero. Informante: Francisco Quesada Braceros


CANTO A CÁDIZ Tiene Cádiz, ¡ay mi Cádiz! su salada claridad, y la gracia por arrobas y no se le ve llorar. Es elegante y sincera y más fina que el coral, y no entiende de dinero pues sólo sabe cantar. Tos dicen por alegrías o en una soleá, de toda mi Andalucía como mi Cádiz, ni hablar. Balconcito en alta mar, tacita de plata fina, balconcito en alta mar, faro que al mundo ilumina con su cante y su bailar. Cádiz, mi Cádiz bonita, eres de espuma y de azahar; Cádiz, mi Cádiz bonita, con murallas de cristal. Su cielo es como un espejo donde se mira la mar, y saben tus alegrías a montoncitos de sal. De toda la Andalucía, como mi Cádiz, ni hablar. Informante: Francisco Quesada Braceros


TRINIÁ Al museo de Sevilla va a diario Juan Miguel a copiar la maravilla de Murillo y Rafael. Y por las tardes como una rosa, de los jardines que hay al entrar, pintaba a Trini pura y hermosa como si fuera la Inmaculá. Y decía el chavalillo: pa qué voy a entrar ahí, si es la Virgen de Murillo la que tengo junto a mí. Triniá, mi Triniá, la de la Puerta Real, carita de nazarena, con la Virgen Macarena yo te tengo compará. Algo tu vista envenena, ¿qué tienes en la mirá?, que no me pareces buena, Triniá, mi Triniá. El museo de Sevilla un mal día visitó un banquero mejicano que de Trini se prendó. Y por el lujo de los brillantes la sevillana quedó prendá; entre los brazos de aquel amante huyó de España la Triniá.


Y ante el cuadro no acabao así decía el pintor: tú me has hecho un desgraciao, sin ti qué voy a hacer yo. Triniá, mi Triniá, la de la Puerta Real, carita de nazarena, con la Virgen Macarena yo te tengo compará. Algo tu vista envenena, ¿qué tienes en la mirá? que no me pareces buena, Triniá, mi Triniá. Informante: Francisco Quesada Braceros


A JULIO ROMERO DE TORRES En lo alto de la sierra Córdoba tiene un cortijo, donde le dio Lagartijo sus lecciones a Juan Guerra. Córdoba tiene en su entraña las joyas de la Mezquita, y el Guadalquivir la baña pa que sea la más bonita. Córdoba es un modelo de gallardía, porque tiene en su cuna la torería, y un pintor que era el alma de Andalucía. Julio Romero, Julio Romero era un pintor con aire de gran torero. Informante: Francisco Quesada Braceros


LA HIJA DE LA PAULA PregĂşntale al platero, platero, que cuĂĄnto vale ponerle a los zarcillos tus iniciales. La hija de la Paula, la Paula, no es de mi rango, ella tiene un cortijo yo voy descalzo. Me voy por los callejones por ver si me echan las cartas, me salen dos corazones el tuyo es el que me falta. Que deja que te mire, te mire, rosita y clavel, que deja que te mire la cara y el pie. La cara y el pie, que deja que te mire, rosita y clavel. Informante: Francisco Quesada Braceros


COMO UNA HERMANA Si no te dije te quiero ni he rondao tus balcones, a qué me vienes ahora llorando por los rincones. Más de cuatro veces dije y tú lo sabes, serrana, que sólo podría quererte como se quiere a una hermana. Como se quiere a una hermana, te debe dar alegría saber que te estoy queriendo como una hermanita mía. Carita de magdalena, medallita de marfil, a mí me da mucha pena de que tú llores por mí. Alégrate, dolorosa, alégrate, corazón, que a mí me gustan las rosas pero no las de pasión. Porque si nunca te hablé de amor ni de casamiento, le vas diciendo a la gente que he faltao a mi juramento. Tú sabes que no es verdad, yo no te he jurao en vano, tú y yo nos quisimos siempre lo mismo que dos hermanos. Alégrate, dolorosa, alégrate, corazón, que a mí me gustan las rosas pero no las de pasión. Informante: Francisco Quesada Braceros


PENSANDO EN ESPAÑA Al sol del pinar del río tengo el ingenio mejor, y allí vivo yo al calor que me presta mi bojío. Allí canta el pecho mío mientras se mece la caña, y a mi acento le acompaña la charla de los turpiales, que entre los cañaverales me hacen pensar en España. Sobre un potro cimarrón cruzo yo el ingenio entero, y mi sentir más sincero lo digo en una canción. Puerta abierta al corazón la dejo libre volar, y entonces cruzando el mar, como espuma de una ola, llega a la tierra española y la besa mi cantar. Y al compás de una guajira, canto por pasar el rato; hay un cubano mulato que con intención me mira y suspira sin hablar. Pero el modo de mirar que tiene yo bien lo entiendo, y por eso le comprendo lo que se empeña en callar. Informante: Francisco Quesada Braceros


PENA MORA Cuando por los campos de verdes chumberas suenan las campanas de la madrugá, y salta los montes la luna lunera, a mi vera, vera, te siento llegar. Aunque sé, mi vida, que no estoy soñando, que estás a mil leguas y yo en la legión, parece talmente que te estoy mirando, rosa dolorosa de mi corazón. Pena mora, pena mora, que me quema a fuego lento desde la noche a la aurora. Pena mora, pena mora, ¡qué martillos de tormento en mi sién a todas horas! Con un cuchillo yo me abriría para que vieras mi corazón, y qué penita que te daría al verlo negro como el carbón. Pena mora, pena mora, que me alumbra la razón y lo mismo que un león por de dentro me devora. Informante: Francisco Quesada Braceros


RINCÓN DE SANTA MARTA Rinconcito gitano de Santa Marta, hecho de toas las flores de mi Sevilla, que al moverlas el aire me las encanta murmurando unas notas por seguirillas. Yo siento en mí una pena cuando te miro, y recuerdo aquel tiempo de mis amores que en aquella cruz blanca dejé un suspiro, que se va deshojando como las flores. Rincón sevillano, rosita de olor, que en esa cruz blanca que llevas al cuello, todas las penitas hallaron remedio y las mías no. Mira si yo te querré, rincón del cielo caído; mira si yo te querré, que a besar tu cruz he venío lo mismo que el Gran Poder cuando se vio desvalío. Informante: Francisco Quesada Braceros


SOLDADO EN MELILLA Sentí una voz dolorosa allá por tierra africana, cuando un soldadito herido cayó diciendo en el suelo: ¡ay mi papa, ay mi mama, en esta tierra me muero! Soldadito de Melilla herido cayó en el suelo; al ruido del cañón tocaron la retirada, que el pobrecito no oyó. Y él decía a sus compañeros con palabritas muy tristes: no me dejéis solo aquí. Que no lo siento por mí, sólo por mis hermanitos que se encuentran huerfanitos, no tienen los pobrecitos en el mundo más que a mí. Tened piedad de este pobre, de este pobre militar, que en Melilla tan solito no se quisiera quedar. Informante: Francisco Quesada Braceros


MORITA DE TETUÁN Del brazo de mi bandera llegué un día a Tetuán, huyendo de una quimera que no quiero recordar. Con la esperanza perdía, sin más compaña que el viento, en una noche sombría yo era un barquito sin puerto. Lucecita que me guía, faro que me vio llegar, ¡bendita sea la morita que me encontré en Tetuán! De Tetuán a Melilla, de Melilla a Tetuán, los ojos de mi morita me van dando puñalás. ¡Ay mora, morita mora, morita de Tetuán, la luna enamora al río y al río, el olivar. Informante: Francisco Quesada Braceros


MI NIÑA BONITA Yo creo que a todos los hombres les debe pasar lo mismo, que cuando van a ser padres les gusta tener un niño. Luego les nace una niña, sufren una decepción y después la quieren tanto que hasta cambian de opinión. Es mi niña bonita con su carita de rosa; es mi niña bonita cada día más preciosa; es mi niña bonita hecha de rosa y clavel; es mi niña bonita, ¡cuánto la debo querer! Cuando se case mi niña, vestida de blanco armiño, recordaré que soñaba con que al nacer fuera un niño. Por eso rezo y le pido al Señor del Gran Poder, que el hombre que se la lleve la sepa siempre querer. Es mi niña bonita con su carita de rosa; es mi niña bonita cada día más preciosa; es mi niña bonita hecha de rosa y clavel; es mi niña bonita, ¡cuánto la debo querer! Informante: Francisco Quesada Braceros


POR DINEROS ¡Quien no sepa del sufrir de no ser correspondío, que me lo pregunte a mí. No te lo tomes a broma, que el querer que yo te tengo va a acabar con mi persona. Los dineros, los dineros tienen la culpita de que te apartaras de la vera mía. Por dineros, por dineros, tú me crucificas y me das la muerte con lenta agonía. Vuelve a la razón, vuelve a la razón, que te esperan las horitas muertas con la puerta abierta de mi corazón. Informante: Francisco Quesada Braceros


DESPRECIO ¡A las mujeres ni el sabio las entiende! Cuando yo quise, tú no has querío, que los quereres no se comprenden y lo bonito quita el sentío. Con tu dinero fácil creíste que yo a mi novia por ti dejaba, y cuando ciego to lo ofreciste con mi desprecio crucé tu cara. Fantasía, fantasía, tienes mucha fantasía, Eres como el girasol, que orgullosa espera el día porque sueña con el sol. Informante: Francisco Quesada Braceros


PLEGARIA Yo cantaba en el campo libremente, los amigos me llamaban ruiseñor, yo soñaba con las palmas de la gente y ese sueño cierto día se cumplió. Toda mi fortuna salió de la nada, porque siempre tuve la fe en el Señor; Él me regalaba la suerte y la fama, mientras yo rezaba con esta canción: oh Señor, Señor de los cielos, dame con tu mano la fiel bendición, porque me llevabas por el buen sendero, te pido, Dios mío, amparo y perdón. Informante: Francisco Quesada Braceros


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